Bueno, pues ya la tenemos aquí. Me refiero a la discusión acerca de si las medidas adoptadas por el Gobierno central y por las Comunidades más afectadas (por ahora) en España han sido tardías, y si resultan timoratas, correctas o, sencillamente, imitación de otras cuyos efectos reales aún son desconocidos.
Como tengo el gimnasio cerrado, me dirigí a buen paso hacia la Biblioteca Municipal en donde me tocaba devolver varios libros y películas, y me la encontré cerrada, con un cartelito en la puerta en la que se me anuncia que la situación se mantendrá hasta el 26 de marzo. Vaya, había creído que si las instrucciones oficiales son las de estar confinados en casa durante, al menos, dos semanas, se nos facilitaría la impaciente espera con la evasión que proporciona la lectura.
Tenía que pedir cita en el Instituto de la Seguridad Social -para saber, de una vez, cómo puedo variar mi situación de jubilado activo-, pero la web de esta sacrosanta institución sigue colapsada, y no proporciona citas. Deseando aprovechar mejor la mañana, antes de encerrarme en mi despacho, me encaminé -porque se trata de evitar el transporte público, según recomiendan los expertos sanitarios- hasta la oficina de Correos, en donde entregué algunos ejemplares de mi libro Sonetos desde el Hospital. La funcionaria, que manejaba los paquetes y dineros sin protección, se me quejó dulcemente (es una mujer encantadora) de que no se les había suministrado mascarillas ni guantes, y que, además, el número de usuarios había crecido ostensiblemente.
En Mercadona y en el comercio de cercanías en donde me introduje, por curiosidad, para conocer de primera mano el ambiente, constaté que no había colas. También que faltaban algunos productos en las estanterías (no muchos, debo reconocer). Mi amigo el pescadero me informó de que ayer la gente arrasó llevándose todo tipo de vituallas, y que las colas que se formaron eran tales que algunos clientes, nerviosos por la espera, había abandonado sus carritos de la compra repletos, y salido sin comprar. En las zonas de frutería y legumbres, algunas personas seguían cerciorándose, sin guantes, de la madurez y estado de hortalizas y manzanas.
No había papel higiénico, por el momento. Una señora me explicó que la “mieditis había generado colitis”.
En fin: anulada mi Conferencia en el Instituto de Ingeniería de España, y reducida mi actividad exterior (reuniones y Consejos, anulados), tengo más tiempo libre. Me dedicaré a completar mi libro “Cómo convivir con un cáncer: Instrucciones de uso”, con nuevas ideas.
Pero como quiero aportar algo de claridad respecto a cómo entendérselas con el coronavirus, por si sirve de algo, recojo algunos datos: Si el lector quiere enterarse de cómo progresa esta endemia, puede dirigirse a esta web, que proporciona datos actualizados: https://thewuhanvirus.com/119209
A la hora de escribir este Comentario (14h 31 del día 11de marzo), el número de infectados en todo el mundo era de 121.249 con 4.378 fallecidos y 66.908 recuperados, en un total de 119 países. Los países con mayor virulencia de afectación, son Italia, con 10.149 pacientes con virus (y un incremento diario de 10,7%), irán, con 9.000 pacientes y España, con 2.067 infectados, de los que 421 lo han sido en el día de ayer (lo que supone un incremento del 25,6%).
En los gráficos de evolución, China parece haber contenido la propagación, pues la curva de incremento de casos permanece horizontal, en tanto que en el resto de países (incluído España), la curva tiene un aspecto rampante, exponencial.
Las medidas preventivas que, por el momento, se están aconsejando (y, en algún caso, ordenando), son: evitar las aglomeraciones, los transportes públicos, en caso de dudas respecto a los síntomas, no acudir a urgencias sino llamar a un teléfono -que ayer estaba colapsado, por exceso de llamadas entrantes-, y -o más importante. lavarse las manos con frecuencia. También, en lo posible, acudir al teletrabajo y no dedicarse a comprar vituallas ni medicamentos, porque el Gobierno garantiza que no se producirán fallos en la cadena de suministro, y, por otra parte, la toma de medicamentos no sirve contra los virus y puede debilitar el organismo.
En la farmacia a donde acudí, no había mascarillas “porque la gente había arrasado con ellas”.
Espero. La buena noticia es que, en la evolución del virus a escala mundial, se observa que se está separando la curva de evolución y peligrosidad, claramente, del SAR, al que se parecía tanto. En China, después de todo, han muerto 3.200 personas (cito de memoria), lo que es una cifra desproporcionadamente baja respecto a los infectados y, sobre todo, si se relaciona con las tremendas medidas de aislamiento, con su brutal repercusión económica, que se han tomado en ese país-continente.
Sigo sin poder contestar a algunos preguntas clave: ¿Cómo se propaga, en verdad, el coronavirus? ¿Por qué no estamos todos infectados, si el período de incubación es de quince días, y dado que no se adoptaron medidas con anterioridad? ¿Cuál es, sin rodeos, la verdadera población de riesgo? ¿Los ancianos? ¿Los que tienen patologías previas? Y, en fin: De verdad, los microbiólogos y virólogos creen que con solo lavarse las manos de vez en cuando se está combatiendo a un “virus letal”?
Alguien nos está tomando el pelo.
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