Al socaire

Blog personal de Angel Arias. La mayor parte de los contenidos son [email protected], aunque los dibujos, poemas y relatos tienen el [email protected] del autor

  • Inicio
  • Sobre mí

Copyright © 2023

Usted está aquí: Inicio / Archivo de españa

Vigésimo Octava Crónica desde el País del Gaigé

15 agosto, 2022 By amarias 4 comentarios

Llevo algo más de medio año escribiendo estas Crónicas, que título desde el País de Gaigé, un heterónimo de España. Gaigé (ponúnciese Caiché) es una transcripción fonética en hanyu pinyin (chino) de una palabra compuesta que significa en “despropósito, desconcierto”, y otras acepciones similares.

En esta semana, Gaigé intensifica sus vacaciones oficiales. Madrid anticipa la celebración de las fiestas de la Virgen de la Paloma, una de las numerosas versiones milagreras de la madre de Jesús el Dios encarnado para la religión católica, que tienen su festividad reconocida en el 15 de agosto, en que se conmemora la asunción al cielo místico, en cuerpo y alma, de María.

La advocación mariana a que hago referencia es la patrona popular de los madrileños, cuya patrona oficial es la virgen de la Almudena, otro heterónimo. Pónese así de manifiesto el carácter contestatario del pueblo de Gaigé, poco dado a admitir sin discusión imposiciones desde lo alto de las instituciones, ya vengan de la Iglesia o de cualquier otro gobierno. La sentida devoción fue premiada numerosas veces por la Paloma, que cuenta con incontables milagros, empezando por la curación del futuro Rey Fernando VII, allá en el siglo XVIII, que fue cuando empezó su actividad.

Esta semana de agosto es pródiga en fenómenos atmosféricos y astrales. Siguen los incendios de carácter pavoroso jalonando el territorio de la piel de toro, causando conmoción y pérdidas duras de restañar. Esta semana le tocó arder a los alrededores del parque natural del Moncayo. Nuevamente, la Unidad Militar de Emergencias tuvo que actuar, apoyando a las unidades locales. Tanta presencia de esos militares anómalos, con solo 1.500 efectivos fijos (y otros tantos de reserva) en las decenas de focos por donde arden los bosques de Gaigé, parece milagrosa.

Sigue sin llover en la mayor parte del país, que se va convirtiendo en secarral en muchas zonas; los pantanos están a mínimos, algunos a punto de desaparecer (por debajo del 10% de su capacidad). En épocas de la dictadura, cuando había más fe, se sacaban las imágenes en procesión, pidiendo que lloviera. Ahora, se es más prudente en incomodar a los altísimos. Resulta por ello conmovedora la anécdota que cuenta Erwan de la Villeon (ceo, es decir, consejero delegado, de Puy de Fou, el parque de Toledo que está haciendo furor), por la que, cuando hace ahora un par de años un incendio rodeaba la instalación y amenazaba con llevarse todo por delante, sacaron del recinto a los animales y los principales enseres, y el devoto francés dejó a la Virgen del Arrabal -cuya imagen venera- encargada de salvar el resto. Y así sucedió: el fuego se contuvo sin tocar un pelo del Parque.

La escasez de agua, el precio de la energía y la amenaza de que pueda faltar suministro si el invierno viene crudo (especialmente en la crédula Alemania, que quemó sus naves para abrazarse al oso ruso), ha puesto de moda a la ministra de Transición Energética y otras hierbas, la del rostro impenetrable Ribera (Teresa). Bajo su docta dirección, el Gobierno ha decretado que los locales comerciales no puedan bajar la temperatura más allá de 27 ºC, lo que ha motivado protestas de los empresarios de restauración, bares y locales de venta de artículos de primera y segunda necesidad. La siempre atenta a marcar el paso en dirección contraria, si le ve hueco, Ayuso (Isabel), la jefa de la Comunidad de Madrid, se ha declarado insumisa, posición que no parece compartida por el alcalde de la capital, Martínez Almeida (José), más prudente en manifestarse contrario a la aplicación de una Ley vigente, aunque la impugne en los Tribunales.

Este pequeño rifirrafe (sin mucho efecto práctico, pues las temperaturas han bajado, por fin, en este lunes 15 de agosto) ha servido para que las baterías antipopulares del partido que gobierna en coalición, acusen a Núñez Feijóo (Alberto) de ser un calzonazos que se doblega a la dama que, según ellos, dicta lo que hay que hacer en el Partido que está llamado, todavía, a hacerse con el poder de las urnas, si mantiene el pulso al deterioro que provoca el tiempo en las ilusiones repentinas.

Sigue la guerra en Ucrania, enquistada y con torpeza dialéctica por ambos bandos, aunque se alzan algunas esperanzas por la mediación del turco Erdogán, quién lo diría.

La posición de China respecto a Taiwan se ha encrespado, por culpa de la visita a ese país reconocido solo a medias, de la presidenta de la Cámara norteamericana Pelosi (Yansi), que el Gobierno de Jin-Pin ha considerado una provocación y argumento suficiente para hacer una exhibición de su potencia armamentística, rozando peligrosamente los argumentos para una confrontación de gran alcance. Como en el gobierno insolidario de Gaigé hay pacifistas, si los interesados en prender la mecha de la tercera guerra mundial aciertan con el mechero, la destrucción mutua asegurada nos pillará discutiendo si enviamos ropas de abrigo o tanques averiados al lugar donde se inicio el conflicto.

Sigue manifestándose algo de polvareda porque SM el Rey Felipe VI, de viaje protocolario por Colombia, no se levantó al paso de una de las espadas atribuídas a Bolívar (Simón). Cuando falleció el héroe que inspiró la revolución que tanto daría que hablar en los países hermanos de América (hoy, familia pobre y descarriada en su mayoría), no le enterraron con la legítima, sino con una copia, que es la que ahora veneran los líderes tupamaros, Farc o M-19 incrustados en el gobierno de Bogotá. Hizo bien el Monarca, si lo hizo a sabiendas como si no. Y esas voces, algunas en el desgobierno, que critican a Felipe VI por falta de respeto a un acero herrumbroso, harían mejor en mirarse sus propias faltas, condenando que sus adeptos quemen fotos del Rey y banderas patrias o ellos mismos se nieguen a acudir para hacer el rendevous oficial al Jefe de Estado cuando visita alguna de las regiones a las que quieren imbuir de intenciones separatistas.

Nota final: Mi respeto, simpatía y admiración a Salman Rushdie, a quien un fanático de mal nombre Matar (Hadi) envió al hospital de varias cuchilladas alevosas, cumpliendo los designios de un tal Jomeini que le impuso una fatua y ofreció una recompensa a quien asesinara al polémico escritor. La culpa: haber interpretado las razones por las que se suprimieron unos versos del Corán, en lo que se estimó por los iluminados exégetas del libro sagrado de los musulmanes, una afrenta merecedora de la muerte.

Publicado en: Actualidad, País de Gaigé Etiquetado como: Ayuso, Corán, Despropósito, españa, felipe VI, Gaigé, Jomeini, Martínez Almeida, Núñez Feijóo, Puy de Fou, Salman Rushdie, Teresa Ribera

Séptima Crónica desde el país del Gaigé

22 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

El país de Gaigé ha entrado en crisis. No en una, en varias. Puede que en todas las posibles, en este pequeño país de los despropósitos.

En la tercera semana de marzo de 2022, la inimaginada consolidación de la guerra en Ucrania ha arrastrado a los Estados de la Unión Europea a una situación delicada, que para Gaigé, con unas estructuras de defensa especialmente sensibles a cualquier influencia exterior de entidad, se ha traducido en un estallido de conflictos internos. Ucrania resiste a la invasión rusa, y las medidas de castigo al país invasor , unidas al apoyo al país agredido (finalmente, más decidido, aunque teniendo sumo cuidado en que el ambicioso sicópata del Kremlin no lo interprete como voluntad de entrar en la guerra como aliados de aquél), han perjudicado, en una escalada a la que no se adivina final, la economía del Gaigé.

La subida del precio de la electridad, de los combustibles, de los productos agrarios y, en definitiva, del ipc y, subsiguientemente, de la inflación (al menos, en la percepción directa del ciudadano respecto a lo que puede adquirir con el dinero que tiene en su bolsillo) parece no tener final. Manifestaciones de transportistas, agricultores, cazadores, poseedores de perros y gatos, junto a amigos y simpatizantes de los ucranianos y hasta de los rusos, han llenado las calles de las principales ciudades.

El ánimo deprimido, expectante, dolorido, por la guerra exterior y los conflictos internos, no impidió la celebración del día del padre, de la poesía, de los bosques y, desde luego, la gran festividad de las fallas valencianas, en la que, en una ceremonia con clara vocación exorcista y expiatoria, se han quemado magníficos monumentos de cartón.

A la desorientación que está padeciendo el mundo, el gobierno del país de Gaigé ha contribuído de manera formidable. El monarca marroquí, Mohamed Sexto, ha difundido una carta -innominiosa- que dice haber recibido del Presidente Sánchez (Pedro), por la que se reconoce la deseada adhesión de las tierras del antiguo Sáhara Occidental, pobladas por el sufrido pueblo saharaui, al singular reino del Magreb.

Esta decisión, que el firmante de la misiva no se ha dignado explicar ni siquiera a sus socios del desgobierno, supone un cambio brutal en la postura defendida por todos los gobiernos anterioreos e implica el abandono de los habitantes de la antigua colonia -muchos de ellos, españoles de sentimiento, ya que no de nacionalidad- a la suerte que puedan decidir sobre ellos el enviado de Alá en esta tierra y sus jerarcas.

Si la carta de marras implica, además del sacrificio del pueblo saharaui, la firma de algunos acuerdos que podrían derivarse del espíritu de cooperación reinstalado, con el elucubrante e insólito objetivo (imaginado, pues el contenido real de la carta se desconoce) de “defender la españolidad de Ceuta, Melilla y las Islas Canarias”, no puede ignorarse que algo ya es seguro: el enfado de Argelia, suministrador del 40% de la energía que necesitamos, que ha retirado a su embajador de Gaigé de forma inmediata. El ridículo es patente: la embajadora marroquí, que insultó gravemente a España con ocasión del estúpido incidente provocado por la visita médica a un especialista vallisoletano, con identidad falsa, del líder saharaui, Galhi, y que había huído de Gaigé, vuelve ahora con la misma cara pero otro sentimiento.

Qué se puede hacer. El, hasta hace poco, vicepresidente primero del gobierno, parecía estar imbuído de la devoción más entregada al Presidente Sánchez, ha expresado que de Sánchez no hay que fiarse, “porque no dice más que mantiras”. Díaz (Yolanda), su sustituta en el poder de representación del populismo, abunda en la idea de que el Gobierno está roto y no se les consultan decisiones sustanciales para convertirlas, no ya en colegiadas, como debería ser, sino simplemente en informadas. Es patente que hay en Gaigé, al menos, dos Gobiernos, dos intenciones diferentes y dos maneras muy distantes de abordar los problemas.

Aunque no se celebraron aún las elecciones en el Partido Popular para elegir a su Presidente, Núñez Feijóo avanza hacia su nombramiento por aclamación en el Congreso de mayo. Los comentaristas hablan de la importancia de la edad, como vehículo para conseguir la serenidad y sensatez, de este político gallego, que empieza los sesenta de su era, frente a los jóvenes inexpertos y sin el pedigrí que concede el paso del tiempo.

Si tuviéramos en cuenta características de pundonor, coherencia y respeto por la democracia, lo coherente sería disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones. No tiene sentido que, con la que está cayendo y la que se nos avecina, el Gobierno de Gaigé esté dividido, la oposición más dura provenga del propio Ejecutivo, los sectores sustanciales del país (el campo, el transporte, la energía, la industria, por no hablar de la enseñanza y la sanidad) estén manifestándose contra las decisiones del mismo.

No tengo ninguna confianza en que desde la oposición teórica -la que capitanean las huestes de Abascal y, en el futuro inmediato, Núñez Feijó- se ofrezcan soluciones, aunque, al menos, se completaría el debate público si se les dejara expresar sus opciones. Llamar a las urnas a los habitantes del Gaigé permitiría obligar a la transparencia a los candidatos. Aunque acabemos votando al Pato Donald.

Publicado en: Actualidad, País de Gaigé Etiquetado como: españa, Nuñez Feijó, País de Gaigé

Con Ucrania y contra Putin

1 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

Hoy, uno de marzo, comienza oficialmente la primavera en Ucrania. Poco tienen este año de 2022 los ucranianos que celebrar. La guerra continúa, e incluso se ha recrudecido. Del apoyo sentimental inicial, más bien simbólico, de los países de la Unión Europea -como si fueran los aplausos que se dispensan a un equipo que no defiende nuestros colores en el estádium, pero que nos cae simpático- hemos pasado a posiciones más enérgicas.

No se puede decir que haya acuerdo unánime entre los Estados de la Unión en desplegar acciones concretas, siendo Alemania, país que tiene más que perder por su dependencia energética del gas procedente de Rusia, quien ha tomado las medidas más enérgicas. El gobierno español, poniendo de manifiesto su falta de coherencia también en el plano internacional, ha tenido oficialmente que doblegarse ante la postura de sus socios de la izquierda inconsistente, desistiendo del envío al país invadido de material bélico que pudiera ser utilizado en maniobras ofensivas.

Los efectos económicos de la congelación de la mayor parte de los intercambios en divisas (la suspensión de los acuerdos de swift, o de transferencias telemáticas) han empezado a notarse en Rusia y en las fortunas de los oligarcas rusos. Algunos de estos últimos, con intereses en España, como el propietario del supermercado Dia, Mijaíl Fridman (amigo personal de Putin), han tratado de desmarcarse de la realidad de la invasión con un comunicado en que la desaprueban. Pero el efecto boomerang también está siendo acusado en Europa y, particularmente en España, en donde la mafia rusa (con apariencia de legalidad) ha utilizado nuestra permisividad para blanquear divisas y lo apacible de pasar desapercibido disfrutando de un buen clima para invertir en la Costa mediterránea y obteniendo, incluso, en algún caso, la nacionalidad española.

Las víctimas civiles ucranias aumentan, porque el déspota agresor ha autorizado (dice lo contrario, pero no se le debe creer a un mentiroso crónico) el bombardeo de barrios residenciales. El domingo, un comando ruso destruía en el aeoropuerto de Gostomel, el hexareactor AN225, orgullo constructivo de la compañía Antonov, el mayor avión del mundo.

La OTAN se prepara para el despliegue de la Fuerza de Respuesta Rápida, dispuesta a ordenar la defensa de su ala este, formada por Lituania, Letonia, Estonia, Polonia, Rumania y Bulgaria, lo que supondría el desplazamiento de militares (esto es, “fuerzas” armadas) para afianzar esas fronteras. La Brigada Guadarama, con su batallón de infantería mecanizado, se vería afectada si tuviera que entrar en combate, suponiendo la entrada indirecta de España en la guerra.

Sigue pareciendo heroico, numantino pero ejemplar, el esfuerzo defensivo ucranio, animado ahora por el hálito del apoyo internacional, cada vez más concreto y abierto a aportar más que afectos, mantas de abrigo y comida enlatada. Unas primeras negociaciones para parar la guerra, calificables más como hipotéticas que reales, se han traducido en un fracaso, aunque las líneas de conversaciones entre beligerantes (invasor y ofendido) deben permanecer abiertas. Se desconoce, sin embargo, lo que quiere Putin: ¿un rendimiento de Ucrania sin condiciones? ¿Que la OTAN reconozca la adhesión del territorio ucranio -todo o parte de él- a la órbita rusa?

Sería interesante conocer, sobre todo, qué piensan los rusos de esta invasión. En España, desde la lejanía y la necesidad de proteger sus intereses y apacible vivencia, muchos de los ciudadanos rusos residentes han manifestado su repulsa y el apoyo al hermano pueblo eslavo. ¿Están los rusos que viven en Rusia dispuestos a seguir apoyando mayoritariamente a Putin? Hasta el momento, las protestas en territorio del jerarca hitleriano se han ahogado en detenciones, mamporros y silencio cómplice de un pueblo aletargado.

En este contexto de desorientación informativa, se acumula el fracaso de los comunicados por la paz, las manifestaciones ante las embajadas rusas exigiendo la suspensión inmediata de los ataques, el reconocimiento triste del aumento de la barbarie bélica, la simpatía hacia la heroica defensa ucrania, el aplauso emocionado hacia la posición ejemplar y elegante de Volodomir y su gobierno, un sentimiento de adhesión empática imparable hacia el pueblo invadido. Han surgido iniciativas que ponen focos intensos y luces de solidaridad y simpatía hacia los que resisten, enviando toneladas de materiales de abrigo, víveres, dinero mediante convoyes que tienen por destino las principales ciudades del país invadido, atravesando vías convertidas en my peligrosas por la guerra.

Se conoce que cientos de miles de reservistas se apresuran a alistarse en el Ejército, y que hombres que viven fuera del pais retornan a él en vehículos particulares para ponerse en disposición de empuñar las armas contra el invasor.

Para apoyar la alimentación del número creciente de refugiados, miles de personas -mujeres, niños y ancianos- que se han visto obligados a huir de su país para salvar sus vidas, ha resurgido, siempre atento a ofrecer su conocimiento como cocinero y gestor, José Andrés Puerta, el asturiano universal nacionalizado estadounidense, que se desplazó a Polonia para instalar su cocina solidaria, World Central Kitchen. “La gente mala siempre gana” (porque miramos hacia orto lado) ha escrito José Andrés en su cuenta de Twitter, calificando a Putin de “matón”.

Tenemos una cuenta abierta con la Historia que estamos construyendo. No podemos cerrarla sin la victoria de la razón, el orden internacional, el respeto a la libertad y la independencia de los pueblos. Putin debe ser depuesto de su ignominioso afán conquistador por la sólida oposición internacional y el firme rechazo de sus súbditos, el sufrido pueblo ruso que no se merece este baldón de miseria intelectual en las páginas de su historia colectiva.

 

 

Publicado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania Etiquetado como: Antonov, Brigada Guadarrama, españa, José Andrés, José Andrés Puerta, Mijail Fridman, Putin, Supermercados Dia, Ucrania, Unión europea, Volodomir Zelenski, World Central Kitchen

Bimenes existe

26 noviembre, 2021 By amarias Deja un comentario

Bimenes es un pequeño municipio asturiano (solo tiene 36 km2 de superficie), muy cercano a Oviedo -a unos 30 km- – Ha vivido épocas de prosperidad con la minería del carbón y ahora camina, como la mayor parte de Asturias, en la senda segura de la decadencia. Tiene 1681 habitantes censados, cuando llegó a tener a mediados del siglo pasado, el triple. Su capital es Martimporra, aunque no estoy seguro si la despoblación no habrá convertido a ese lugar en un vestigio ruinoso del pasado.

A los nacidos en Bimenes se les llama yerbatos (que significa hierbajo, en asturiano), porque los que trabajaban extrayendo carbón llegaban al tajo con hierbas en la vestimenta y la boina, ya que se veían obligados a practicar el pluriempleo: debían atender al ganado cuando volvian a casa. En Melendreros, una aldea de Bimenes, nació uno de mis bisabuelos, Vicente Carrio, que fue emigrante a la Habana y uno de los personajes reales que incorporé a mi creación literaria “Con Vencidos”, una novela de 400 páginas que está esperando su publicacion.

Bimenes mereció aparecer en la portada de la edicición de El Mundo, el sábado, 20 de noviembre, porque su población volvió a confirmar su voluntad de declarar cooficial el asturianu. Esto motivó la publicación de una entrevista con el alcalde Aitor García Corte, del partido Asturianista, en el que expone sus razones, aunque he leído después -en un foro bablista- que ha expresado que está plagada de errores,y que contiene mala intención.

Aunque no tengo a la vista el periódico -está reciclado y no encuentro la reseña en internet-, recuerdo que el alcalde se refirió, enrtre otras cosas, al derecho de utilizar la lengua propia para reclamar ventajas de Madrid, tal como hacen los catalanes y los vascos desde sus gobiernos autonómicos. Si fuera por esa sola idea, me parece estupendo y legítimo: argumentar que se es diferente, que existe una nacionalidad propia, y utilizarla para reclamar atención, ayudas, subvenciones, en igualdad con otras regiones de España, aunque, en opinión que no estoy dispuesto a discutir, porque me siento profundamente asturiano, con mejores razones históricas.

Asturias es una pequeña región llena de cabezas pensantes, con una concentración de intelectualidad y esfuerzos que para sí quisieran muchas otras regiones, incluídas Cataluña y el País Vasco. Pero tiene un grave problema: no ha sido capaz de expresar unidad y , para mayor inri, tiene también en su naturaleza el orgullo de no saber ser pedigüeña. Ha tenido en su territorio dos grandes monstruos, de propiedad pública,  generados para solventar las necesidades en producción estratégica para toda España: la energía y laminados (me refiero, obviamente, a la siderúrgica Ensidesa y a la empresa creada en torno a la extracción del carbón, que aglutinó en Hunosa a varias explotaciones privadas en dificultades económicas). Su existencia generó otros monstruos más pequeños, que se han ido cayendo sin alternativa en la medida en que la  tecnología adquiría nuevos rumbos y las empresas públicas que los sustentaban se adelgazaron hasta límites insospechables y dejaron de comprar.

Que se sepa: el pequeño municipio de Bimenes tiene como hijos suyos a varios españoles ilustres. Es una demostración más de que Asturias es grande por sus hijos, aunque marginada y utilizada, según convenga, por los políticos de otras regiones. Uno de los yerbatos ilustres es Salvador Gutiérrez Ordóñez -otro coetáneo estricto mío, nacido también en 1948- es académico de la Real Academia Española (sillón “S”), eminente filólogo, alumno predilecto de Emilio Alarcos en la Universidad de Oviedo, en la que también dió él mismo clases. Salvador no cree en la necesidad de imponer la cooficialidad del bable (vaya detalle nimio), pero seguro que, aunque no se le ha preguntado, desearía que Asturias tuviera un puesto de relevancia en el desgraciado debate sobre las autonomías.

 

 

Publicado en: Actualidad, Personal Etiquetado como: Aitor García Corte, alcalde, angel manuel arias, Asturias, Bimenes, Cataluña, Con Vencidos, Ensidesa, españa, Hunosa, marginación, País Vasco, Real Academia Española, regiones, Salvador Gutiérrez Ordóñez, unidad, Vicente Carrio

El 14 de abril de 1931

14 abril, 2021 By amarias Deja un comentario

Varias asociaciones nostálgicas del pasado aprovechan, desde que estamos en democracia, para festejar, con actos de distinta naturaleza, cada catorce de abril, el advenimiento (como si se tratara de una figura exotérica) de la Segunda República en esa fecha de 1931, que fue la forma de Estado que se mantuvo en España, entre tremendas tensiones, durante los años previos a la guerra incivil que nos descalabró por muchas décadas la convivencia.

No creo que sobreviva ninguno de los que estaban en uso de sus facultades en 1931, pues, si les supongo con una edad mínima de dieciocho años entonces, andarían ahora, -si es que no les ha tocado criar malvas-, con más de ciento diez años a las encorvadas espaldas. Luego, estos que celebran la República y añoran su vuelta, están, en mi opinión, expresando algo muy distinto de su devoción por lo que sucedió entonces.

Defender la República como forma de Estado preferente en esta situación histórica, en la que nos encontramos bajo la forma de Estado de una monarquía constitucionalmente legitimada, reducida en sus funciones a su quintaesencia simbólica y con un Gobierno y Parlamento democráticamente elegidos, es una butade (RAE: “salida extravagante e ingeniosa, destinada a provocar”).

He escrito muchas veces y mis amigos y conocidos me lo han oído decir siempre que hay ocasión, que entiendo que la República es la forma más lógica y normal de dirigirse en un Estado democrático. En ese sentido, soy republicano. Pero también es cierto que hay algunas Monarquías que funcionan como ejemplo de democracia, y no tanto porque el Monarca o Rey lo sea, sino por la manera en que está construido el aparato de representación del pueblo para elegir a los que han de dirigir la gestión de los temas de Estado.

Debemos estar orgullosos de que nuestro Rey actual, Felipe VI, con una educación exquisita, que nos ha costado bastante dinero a los españoles, cumple a la perfección la labor de ser la cabeza visible de ese ente intangible, casi místico, que es el Estado. Sin que intervenga -ni pueda hacerlo, por prevención legal- en la inmensa mayoría de las cuestiones de gestión, que son responsabilidad exclusiva del Ejecutivo.

Sé que en esto me separo claramente de los exaltados republicanos que piden la abolición de la Monarquía y, a cada ocasión, desprecian la labor de representación, harto simbólica, de nuestro Monarca.

Pero la imagen del país no la está dando la Monarquía, sino nuestro Gobierno y nuestros representantes políticos. Me parece que ahí, en ese punto, es donde más tenemos que mejorar.

Celebren, si quieren esos malinformados de la Historia, la proclamación de la Segunda República. Yo me uniría, sin problema, a los que quieren homenajear a la República, así en general, como forma teóricamente más perfecta de Estado, en un acto que tendría más de filosófico que de conmemoración histórica. Hoy por  hoy, sin embargo, aunque no viví (obviamente) la Segunda República, si bien leí sobre ella mucho más -lo digo sin petulancia alguna- que la mayoría de los que la celebran, me manifiesto satisfecho con nuestra Monarquía, como símbolo moderno de esta España y me pregunto porqué no podemos estar a la altura de las mejores democracias del mundo en la gestión de nuestros problemas reales, quiero decir, de los que verdaderamente nos deberían interesar.

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: 14 de abril, celebración, españa, Felipe Sexto, Monarquía, República, Segunda República

Frail democracies (Débiles democracias)

7 enero, 2021 By amarias Deja un comentario

Los gravísimos sucesos protagonizados por un grupo de miles de simpatizantes del derrotado presidente norteamericano Donald Trump, aún en funciones, tomando al asalto el edificio del Capitolio en Washington, donde los representantes de la nación deberían confirmar, de forma definitiva,  la  victoria del candidato demócrata, Joe Biden, no pueden ser considerados como un hecho aislado, anómalo, de la política norteamericana y, apurando el tiro, de la mundial.

Hay que incluir el hecho en su contexto: aquel que llevó a un individuo sin escrúpulos, con una trayectoria personal deplorable -en lo ético y en lo estético- a ocupar la presidencia del país más poderoso (aún) de la Tierra, con capacidad para decidir sobre el núcleo duro de la política internacional y posibilidad de control del más poderoso armamento mundial, además de actuar, impulsándolos o detrayéndolos, sobre sectores clave del bienestar de ese país (y de forma indirecta, sobre cientos de otros), como son la economía, los impuestos y los servicios sociales.

Es imprescindible ahora extraer de ese hecho y de la trayectoria que lo provocó, las enseñanzas, prevenciones y defensas frente a las amenazas que asedian la voluntad mayoritaria de democracia en Estados Unidos y en muchos países desarrollados y  comprometen, por tanto, la credibilidad de sus actuaciones de rechazo a las dictaduras. No se puede alardear de ejemplar si quienes están al cargo de sus instituciones no lo son.

El intento de golpe de Estado que pretendieron los seguidores del candidato derrotado, irrumpiendo con violencia y armas en la sede donde se concentra la esencia de la voluntad popular, fue visto, prácticamente en tiempo real, en cientos de millones de hogares. Ese intento de actuar contra las vías democráticas, tergiversando y adulterando los procesos reglados constitucionalmente, tiene un responsable. Resulta insólito, increíble, inimaginable, que sea el propio presidente de la Nación el instigador de tamaña irregularidad.

Parece necesario asimilar la dura verdad. La actuación claramente delictiva, intolerable, fue propiciada, desde meses antes, y de forma continuada, por el propio presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. No estuvo físicamente a la cabeza de los asaltantes del Congreso, pero sí fue su instigador. Expresó, una y mil veces, en múltiples alocuciones públicas y mensajes en las redes sociales, su argumentario terrorista: que “se le habían robado las elecciones irregularmente”, y que el “ganador era él”, en contra de las conclusiones de las comisiones electorales. Persistía Trump en esas declaraciones amenazantes, desestabilizadoras, sin doblegar su opinión, a despecho de certificaciones en los recuentos, de las decisiones judiciales y de la confirmación de la validez del resultado electoral, por el propio Tribunal Supremo. Es decir, consciente de actuar contra las previsiones constitucionales y legales.

¿Qué pretendían los asaltantes? ¿Podrían haber creído, por un solo instante, que amedrentando a los senadores con su presencia violenta, cambiarían el resultado de las elecciones y les obligarían a votar a favor de su candidato? ¿Eran votantes disgustados de Trump, o grupos de alborotadores organizados, a los que únicamente guiaba la destrucción del orden, causar daño, amedrentar a la ciudadanía pacífica, con la representación de una escena de terror, para que fueran registradas en la memoria colectiva, como un aviso?

No caigamos en esa trampa exculpatoria. Volvamos al núcleo. El sospechoso de ser culpable máximo de esa manifestación de violencia contra las instituciones democráticas es el actual presidente de los Estados Unidos, el perdedor en las elecciones, Donal Trump. Ante un hecho tan grave, su incriminación, de ser probada -aunque todos hemos sido testigos de su actuación llena de riesgos e incitaciones al comportamiento delictivo de la masa de sus votates, soliviantando a sus seguidores al calentar sus mentes con el fantasma del pucherazo electoral, mantenido a despecho de las comprobaciones y evidencias.

Me temo que, independientemente del desenlace, y de los daños (no menores: cinco fallecidos, decenas de policías heridos, del orden de un centenar de procesamientos por delitos de sedición, atentados a la autoridad, violación de espacio público reservado, desórdenes, al margen de la excepcional aplicación de la Ley marcial, de la decisión por parte del vicepresidente, desacreditando al presidente mismo, reclamando la actuación de la Guardia Nacional, etc.), el mayor daño a la democracia está hecho. El Presidente se ha convertido en el principal impulsor de las huestes que atentaban contra la democracia.

Estados Unidos ha dejado de ser ejemplo de nación en donde las libertades, el respeto a la ley y a las instituciones, formaba parte de la idiosincrasia nacional. En realidad, teníamos elementos para sospechar que era un espejismo o una verdad con importantes grietas:  violaciones de derechos en distintos puntos del país, la marginación por el color de la piel, la ausencia de protección a los débiles, el menosprecio o uso utilitario, de los gobiernos de otros Estados, progresión armamentística y debilidad de la asistencia social pública, etc. -. Estábamos cerrando los ojos para ver solo lo que nos apetecía ver de lo mucho que ofrecía un país, en muchos otros sentidos, admirable.

La situación de asalto a la democracia que estamos viviendo en España es parte del mismo mal que asola Estados Unidos y se difunde, como una peste, por todo el mundo. Dictaduras que se califican a sí mismo de democracias, elecciones trucadas, representantes de facciones que secuestran la voluntad de las mayorías. Aquí y allá vemos ejemplos sangrantes de secuestros de la democracia, abusos de poder, palabrería adormecedora por parte de quienes están en los gobiernos, para aplastar, asustar o engatusar a los que no pensaban como ellos.

Tenemos en nuestro país razón para preocuparnos, si aún no lo habíamos hecho. Cuando desde la cúpula del gobierno se alimenta la insurrección, se está atentando contra la esencia de la democracia y las consecuencias de esa vil actuación son imprevisibles. Podríamos tratar de encontrar diferencias, tranquilizar los ánimos expresando que eso no está pasando aquí y no puede pasar aquí. A mí me resulta muy difícil sumergirme en esa abstracción, y confirmo los motivos de preocupación cuando escucho algunas declaraciones de ministros del actual gobierno de España.

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: asalto, Biden, Capitolio, delito, democracia, españa, gobierno, Iglesias, política, Sánchez, Trump

¿A las puertas del infierno?

22 octubre, 2020 By amarias 8 comentarios

El Ministro Illa, responsable de la cartera de Sanidad en el todavía Reino de España, acaba de anunciar -en una corta entrevista radiofónica en Onda Cero, a las nueve de la mañana del 22 de octubre de 2020- que estamos a “las puertas del invierno” y que, según los expertos que le asesoran (propios y de ajenos), serán necesarios por lo menos seis meses, para que alguna de las vacunas que se investigan contra el coronavirus, superados los controles que demuestren su carácter eficaz y, al mismo tiempo, inofensivo, pueda ser distribuida entre la población en número suficiente.

Muy optimistas me parecen, dentro de su dramático contexto, esas previsiones, cuando no tenemos, ni de lejos, controlado el avance del virus estamos asistiendo a la imposición de confinamientos cada vez más severos. Y me parecen terriblemente precursoras de una crisis económica aún más profunda, de la que no van a salvarnos unos miles de millones de euros europeos, cuyo destino aún desconocemos y cuyo coste real ignoramos.

Me resulta fácil hacer el juego de palabras con las palabras de Illa y poner de manifiesto que nos esperan períodos aún más difíciles de lo previsto. Con más de un millón de personas ya contagiadas en España (un 2% de la población total) y en el grupo de cabeza de afectados, junto a países que nos superan ampliamente en población, seguimos preguntándonos, en realidad, porqué hemos sido distinguidos por la pandemia.

Nuestros sabios y políticos (desde a Luis Enjuanes a Margarita Del Val y desde Pedro Sánchez a Alberto Núñez Feijoo) ponen el énfasis en que parte de la población no respeta distancias, organiza fiestas multitudinarias sin llevar mascarilla y tenemos muchas más unidades familiares que agrupan a jóvenes y ancianos que el resto de países europeos, como consecuencia del alto paro juvenil y del carácter salvador de las pensiones a las maltrechas economías, que hace de aglutinador de entidades familiares con más miembros que la media europea.

No quiero que se me juzgue de conspiranoico ni escéptico integral, pero mis escasos conocimientos de sociología comparada me sugieren que deben existir más factores que nos empujan a los españoles al lado feo de la pandemia. La sobrecarga de la asistencia primaria (afición desmedida a visitar el centro de salud por ancianos) y de los servicios de urgencias (por catarros, luxaciones, otitis, fiebres infantiles y heridas superficiales), la escasez de facultativos de calidad por cada mil habitantes (no pocos de los mejores se han ido a los países ricos y ya no podemos convencerles de que vuelvan) han de contar entre los factores, supongo. (1)

Pero ni siquiera esa enumeración, bastante obvia de factores de culpabilidad no individuales, me satisface la inquietud por saber qué nos está pasando.

Y como no tengo perro que me ladre ni lazo que me sujete, echo a volar mi imaginación y atribuyo como causa principal de nuestra desgracia colectiva, esa que nos está sumiendo en la peor crisis económica y social desde la postguerra civil, el que somos un país desorganizado, desestructurado, inconsistente, falto de liderazgo y ayuno de ilusión colectiva.

Esto en estos momentos siguiendo (con una atención disminuida, desde luego) el Debate de la moción de censura de Vox. Oigo, sobre todo, insultos, descalificaciones, improperios. Falsedades. Distribuidas entre los intervinientes de todos los grupos, más concentrados, sí, en unos portavoces que en otros, aunque me parece detectar que, más que corresponder a un programa ideológico, a una coherencia, descansan en las habilidades dialécticas y en la capacidad para improvisar insultos.

Estamos a las puertas del infierno. Estoy mirando una reproducción del maravilloso complejo escultórico de August Rodin con ese nombre. Una obra inacabada, aunque nadie lo diría observando su fuerza. Una amalgama de cuerpos que se precipitan al vacío, arrojadas desde el Paraíso.

Me apetecería que los políticos a los que hemos tenido que votar para que nos guiasen a un mundo mejor, nos ofrecieran soluciones constructivas, hicieran desaparecer la crispación, impulsaran la creatividad y la formación de empleo, cumplieran con los propósitos de aumentar los esfuerzos en investigación y formación. Todos, en sus programas, defienden aparentemente lo mismo, aunque, por la experiencia ya amplia de su comportamiento, sabemos que muchos de ellos, desgraciadamente, solo pretendían su bienestar personal.

Me resisto a pensar que estemos a las puertas del Infierno. No podemos, no debemos estarlo. Que este Invierno nos saque a todos a una primavera radiante, solidaria, prometedora de una España seria, pujante, respetada internacionalmente, sin extremismos ni experimentos secesionistas ni comunistoides, más propios de paranoicos sociales que de experimentados e instruidos hombres y mujeres que, independientemente de sus profesiones y trabajos, de su formación y base ideológico, quieren avanzar unidos.

Me esperan a mi, personalmente, varios meses de duro tratamiento oncológico. Ignoro si podré superarlo, pero me aplicaré, con buen ánimo, a salir a flote de mi particular invierno. Espero encontrar, a la salida de este proceso, una España mejor, más unida, valorada internacionalmente, libre de todos los virus que ahora nos afectan y emponzoñan.


(1) Hago una precisión a posteriori, a las nueve del día 22.10.2020. Tenemos en España buenos facultativos, con una dedicación vocacional que, en especial en las dotaciones de la Sanidad Pública, se puede calificar de sacrificada hasta más allá de lo deseable, ya no solo por ellos mismos, sino por la atención que se ven obligados a proporcionar a los pacientes. Faltan profesionales, no andamos sobrados de medios ni los actualizamos en la medida deseable y, desde luego, necesitamos elevar sus salarios. No podemos sostener una Sanidad a base de sacrificios personales, presumir de su alta capacitación sin realizar suficiente investigación y sin darles tiempo y oportunidad para la continua formación que demanda el continuo incremento de la tecnología sanitaria. Creo que, dentro de las prioridades, aumentar los honorarios, eliminar su precariedad laboral y reducir su jornada de trabajo es imprescindible. Estamos invitando a médicos, enfermeras y ayudantes de enfermería a que, una vez que adquieran experiencia en la Sanidad Pública, se vayan a la empresa privada, emigren o disminuyan su dedicación y empatía con el paciente tratando de aplacar su malestar.

 

 

 

Publicado en: Actualidad, Personal, Política Etiquetado como: Abascal, Casado, coronavirus, crisis, españa, Iglesias, Illa, infierno, invierno, moción de censura, política, Sánchez, Vox

Nos guarde Dios

28 agosto, 2020 By amarias 5 comentarios

Está claro, incluso para el lector más distraído, que el titular de este comentario hace directa referencia a los conocidos versos de Antonio Machado: “Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios; una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.

La situación por la que atraviesa nuestro pequeño país -aún más recortado en su dimensión comparada por la terrible afición al genocidio cultural, empresarial y hasta afectivo que es marca de clase de nuestro empobrecido ambiente social- es muy dura. No necesito siquiera detallar los muchos problemas que nos acongojan, basta con enumerarlos para que cada uno ponga el énfasis donde le parezca mejor: crisis pandémica, económica, política, ética, médica, técnica, investigadora…

Pero, sobre todo, lo que más nos está afectando es el desánimo. Languidecen los ánimos generales, y los rostros, ocultos desde hace meses por las máscaras, nos convierten a la mayoría en extraños, en fantasmas que vagamos por las calles con miedo a encontrarnos con alguien conocido, porque cualquiera puede ser portador del virus que mata.

Nuestra sociedad está poseída por el desconcierto y el miedo, aunque lo principal que diagnostico es que se encuentra aletargada, desanimada hasta límite de la paranoia, exangüe como quien viene sin fuerzas de una batalla que ha perdido. Salimos de casa lo justo para comprar alimentos o para ir y venir del trabajo -quienes aún lo tienen-, pero hemos renunciado al abrazo de la familia y los amigos, a las salidas al teatro o al cine, al restaurante y al ocio.

Ah, no es esa limitación ambulatoria lo que me parece más importante. Lo grave es que se ha perdido fuerza para expresar las opiniones, han decaído los foros de discusión, vamos camino de la uniformidad viscosa que produce el estar cociéndonos en nuestra propia salsa ideológica y sentimental. Nuestra desorientación, lo monocromo de las opiniones que recibimos sobre los hechos nos está polarizando. La televisión y la radio, los únicos medios de información que entran en nuestras casas y monopolizan nuestros cerebros nos va uniformizando, agudizando la polaridad de las creencias. Estamos en el camino de ser A o B, favorables al Gobierno o contrarios, rojos o azules, monárquicos o republicanos, necios de un lado o del otro.

Es ya un tópico enunciar que tenemos un Gobierno falto de iniciativa e ideas, incompetente y falaz por parte de una sección importante de la población. Cierto que la papeleta con la que le ha tocado lidiar a este Gobierno frankestein, con más ministros que iniciativas, es dura. Ha cubierto la incapacidad y las dificultades de encontrar solución a los problemas, con ocultación y mentiras, ahorrando explicaciones y haciéndonos mirar al dedo antes que a la luna. No lo aplaudo sin más, porque, en lugar de tender puentes, buscando la colaboración con las fuerzas de los que disienten pero están dispuestos a colaborar, profundiza en el disenso, aumenta la concordia.

¿Estaríamos mejor si el manejo de la situación correspondiera a la oposición? No lo creo. El ánimo pendenciero es contagioso, se ceba en sí mismo, y en lugar de manejar ideas, se expresan improperios. Los partidos de la oposición -en especial, el Partido Popular- vociferan continuamente el “así no”, pero no oigo propuestas elaboradas, que sean válidas por la contundencia de su elaboración y  la fuerza de la idea que los impulsa. ¿Formas de crear más empleo? ¿Maneras de atajar el crecimiento de los casos de pandemia entre nosotros? ¿Vías de esperanza para soportar la tensión emocional que nos agarrota?. No las hallo, sólo ideas generales, peticiones de principio y de confianza en temas que supondrían cooperación y no esgrimir los garrotes.

La tensión recíproca llega hasta el punto de abandonar a su antojo, como apestados, a nivel regional e incluso municipal, a la corporación que tiene la responsabilidad de gobierno, criticando su incapacidad con saña. La fórmula es la misma: zaherir y menospreciar al que dirige, desde la oposición, del signo que sea ésta.

¿Ayuso y Almeida se equivocan en lo que hacen en la Comunidad y Ayuntamiento de Madrid?, ¿Illa y Celáa yerran y carecen de capacidad de liderazgo? La capacidad para generar críticas se autoalimenta incluso en la coalición de Gobierno de España, en donde parecen haber encontrado la forma de coexistir, para destruirse, maneras de gestionar España.

Estamos en épocas de mudanza, por decirlo de manera suave y la práctica teresiana y la costumbre aconsejan gran templanza. No es la prudencia lo que domina. Más bien, la voluntad de sacar la cabeza con el exabrupto correspondiente, para que los correligionarios aplaudan. En Barcelona, la corporación de la ciudad condal, como si no tuvieran problemas graves que resolver, han censurado al Rey de antes, eliminando sus honores y tratándolo de apestado, acogiéndose, supongo, al derecho que les da la pureza de su propia sangre y trayectoria. La república, como ente casposo y sin la pureza que debería acompañar a toda opción de gobierno seria y decente, toma posiciones aquí y allá, que e conducen, cada vez con más fuerza, a la anarquía y al desorden. El revisionismo incompetente domina la esfera política, mientras nos hundimos más hondo.

Después, o por encima de todo, está el virus. No quiere irse esta Covid 19, que está encantada de habernos conocido, de haberse encontrado con una colectividad amiga de la juerga, del jolgorio, del contacto social intenso, y que cuenta con suficientes individuos para mofarse de cualquier consejo o medida profiláctica. No vale lo que les digan ni expertos en virología, médicos, investigadores o pacientes. El empeño de esos pocos, pero suficientes, para conseguir que nos situemos en las primeras posiciones del ránking de contagios, de enfermos graves, de fallecidos es insuperable.

No soy un adivino, por supuesto, pero vaticino que con la vuelta al cole viviremos una escalada de casos de contagio, habrá que cerrar escuelas y colegios, uno tras otro, y tendremos un otoño-invierno vigilando nuevamente las cifras de evolución de la pandemia, hasta alcanzar esa cresta del pánico que, ojalá, nos coja mejor preparados sanitariamente.

Ayer, uno de los oncólogos del Ramón y Cajal donde me tratan de mi cáncer metastásico, me comunicaba que este mal que habita en mí, había empezado de nuevo a moverse, a reclamar su lugar en mis preocupaciones. Como en esas obras teatrales en los que todo va mal hasta que alguien llega con la varita mágica de la componenda feliz, sube para mí la tensión en este rompecabezas maligno.

Aunque, como hace décadas que no me creo el centro del mundo (abandoné la idea interesante cuando tenía cinco años), estoy seguro que, tarde o temprano, España encontrará una vía de escape de esta hiperpandemia, vírica, económica y social. Saldremos con heridas y destrozos, pero saldremos. Entretanto, mantengo helado el corazón, y confieso que no sé de qué lado cojeo. No es que una facción me guste más que otra; no me gusta ninguna. Los dos costados me duelen por igual. Las dos Españas me hacen daño.

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: coronavirus, crisis, desorden, españa, gobierno

Terapias contra virus

11 marzo, 2020 By amarias Deja un comentario

Bueno, pues ya la tenemos aquí. Me refiero a la discusión acerca de si las medidas adoptadas por el Gobierno central y por las Comunidades más afectadas (por ahora) en España han sido tardías, y si resultan timoratas, correctas o, sencillamente, imitación de otras cuyos efectos reales aún son desconocidos.

Como tengo el gimnasio cerrado, me dirigí a buen paso hacia la Biblioteca Municipal en donde me tocaba devolver varios libros y películas, y me la encontré cerrada, con un cartelito en la puerta en la que se me anuncia que la situación se mantendrá hasta el 26 de marzo. Vaya, había creído que si las instrucciones oficiales son las de estar confinados en casa durante, al menos, dos semanas, se nos facilitaría la impaciente espera con la evasión que proporciona la lectura.

Tenía que pedir cita en el Instituto de la Seguridad Social -para saber, de una vez, cómo puedo variar mi situación de jubilado activo-, pero la web de esta sacrosanta institución sigue colapsada, y no proporciona citas. Deseando aprovechar mejor la mañana, antes de encerrarme en mi despacho, me encaminé -porque se trata de evitar el transporte público, según recomiendan los expertos sanitarios- hasta la oficina de Correos, en donde entregué algunos ejemplares de mi libro Sonetos desde el Hospital. La funcionaria, que manejaba los paquetes y dineros sin protección, se me quejó dulcemente (es una mujer encantadora) de que no se les había suministrado mascarillas ni guantes, y que, además, el número de usuarios había crecido ostensiblemente.

En Mercadona y en el comercio de cercanías en donde me introduje, por curiosidad, para conocer de primera mano el ambiente, constaté que no había colas. También que faltaban algunos productos en las estanterías (no muchos, debo reconocer). Mi amigo el pescadero me informó de que ayer la gente arrasó llevándose todo tipo de vituallas, y que las colas que se formaron eran tales que algunos clientes, nerviosos por la espera, había abandonado sus carritos de la compra repletos, y salido sin comprar. En las zonas de frutería y legumbres, algunas personas seguían cerciorándose, sin guantes, de la madurez y estado de hortalizas y manzanas.

No había papel higiénico, por el momento. Una señora me explicó que la “mieditis había generado colitis”.

En fin: anulada mi Conferencia en el Instituto de Ingeniería de España, y reducida mi actividad exterior (reuniones y Consejos, anulados), tengo más tiempo libre. Me dedicaré a completar mi libro “Cómo convivir con un cáncer: Instrucciones de uso”, con nuevas ideas.

Pero como quiero aportar algo de claridad respecto a cómo entendérselas con el coronavirus, por si sirve de algo, recojo algunos datos: Si el lector quiere enterarse de cómo progresa esta endemia, puede dirigirse a esta web, que proporciona datos actualizados: https://thewuhanvirus.com/119209

A la hora de escribir este Comentario (14h 31 del día 11de marzo), el número de infectados en todo el mundo era de 121.249 con 4.378 fallecidos y 66.908 recuperados, en un total de 119 países. Los países con mayor virulencia de afectación, son Italia, con 10.149 pacientes con virus (y un incremento diario de 10,7%), irán, con 9.000 pacientes y España, con 2.067 infectados, de los que 421 lo han sido en el día de ayer (lo que supone un incremento del 25,6%).

En los gráficos de evolución, China parece haber contenido la propagación, pues la curva de incremento de casos permanece horizontal, en tanto que en el resto de países (incluído España), la curva tiene un aspecto rampante, exponencial.

Las medidas preventivas que, por el momento, se están aconsejando (y, en algún caso, ordenando), son: evitar las aglomeraciones, los transportes públicos, en caso de dudas respecto a los síntomas, no acudir a urgencias sino llamar a un teléfono -que ayer estaba colapsado, por exceso de llamadas entrantes-, y -o más importante. lavarse las manos con frecuencia. También, en lo posible, acudir al teletrabajo y no dedicarse a comprar vituallas ni medicamentos, porque el Gobierno garantiza que no se producirán fallos en la cadena de suministro, y, por otra parte, la toma de medicamentos no sirve contra los virus y puede debilitar el organismo.

En la farmacia a donde acudí, no había mascarillas “porque la gente había arrasado con ellas”.

Espero. La buena noticia es que, en la evolución del virus a escala mundial, se observa que se está separando la curva de evolución y peligrosidad, claramente, del SAR, al que se parecía tanto. En China, después de todo, han muerto 3.200 personas (cito de memoria), lo que es una cifra desproporcionadamente baja respecto a los infectados y, sobre todo, si se relaciona con las tremendas medidas de aislamiento, con su brutal repercusión económica, que se han tomado en ese país-continente.

Sigo sin poder contestar a algunos preguntas clave: ¿Cómo se propaga, en verdad, el coronavirus? ¿Por qué no estamos todos infectados, si el período de incubación es de quince días, y dado que no se adoptaron medidas con anterioridad? ¿Cuál es, sin rodeos, la verdadera población de riesgo? ¿Los ancianos? ¿Los que tienen patologías previas? Y, en fin: De verdad, los microbiólogos y virólogos creen que con solo lavarse las manos de vez en cuando se está combatiendo a un “virus letal”?

Alguien nos está tomando el pelo.

Publicado en: Actualidad, Política, Sanidad Etiquetado como: cifras, coronavirus, españa, evolución, mortandad

¡A techado!

10 marzo, 2020 By amarias Deja un comentario

La sociedad española ha entrado en un bucle de desasosiego, intranquilidad e intoxicación informativa, que es sinónimo de desconfianza. Los supermercados se enfrentan a colas de gentes que acaparan productos con la intención vana de protegerse ante un eventual desabastecimiento. Se anulan convocatorias de conferencias, reuniones, congresos y exposiciones.

Desde mañana, miércoles, día 11 de marzo de 2020, los colegios, Universidades, guarderías y centros públicos de las Comunidades de Madrid y del País Vasco, cerrarán sus puertas. Será un sálvese quien pueda, puesto que a pesar de las llamadas a la calma, la repetición como en un disco rayado de que todo está bajo control y de que los estudiantes no perderán sus clases discentes, los docentes deberán acudir a los lugares de escolarización y las empresas facilitarán medios para que se pueda trabajar desde casa, sabemos bien que esa situación apacible no se producirá.

Habremos avanzado un poco más hacia el caos, porque los niños sin clase se irán a jugar a jardines y parques infantiles, los universitarios de asueto organizarán reuniones privadas de relajación y divertimento, y los profesores liberados se irán a sus segundas residencias o al pueblo de los papás.

Me gustaría decir que estoy tranquilo, que puedo contribuir modestamente a saber qué es lo que nos pasa. No sé, no puedo, ignoro razones y alcance de medidas. Me importan poco las estadísticas y creo que las cifras que se están difundiendo hasta la exasperación confirman que los casos detectados por el coronavirus -la enfermedad de este siglo, la plaga del Génesis actualizada, el mal selectivo de Gedeón y sus ejércitos- tienen un alto índice de mortalidad. Mi instinto de investigador ante una enfermedad que, hasta ahora, se ha propagado sin medidas de contención y que tiene un período de incubación (dicen) de más o menos dos semanas, es que el número de infectados debería ser, ya, mucho más alto.

Pero me voy a detener en intuir las razones por las que se está apoyando la creación del pánico. ¿A quién beneficia? ¿A quién perjudica? ¿Estamos en una situación de riesgo global y las acciones que se están presentando como necesarias, tienen la posibilidad de ser eficaces?

Acabo de escuchar por la Sexta (la TV que difunde pensamientos de la izquierda ácrata, republicana y revolucionaria, en el mejor estilo de los años setenta del pasado siglo, dicho sea escrito de paso), a un investigador de algún lugar de Cataluña, revestido con la autoridad de su bata blanca, anunciar que se nos avecinan tiempos peores y que él (y otros) ya venían avisando de que el gobierno debería haber tomado medias mucho antes.

Me pongo a techado mientras llueven chuzos de punta. En el gimnasio, hoy éramos tres. Mi conferencia de mañana, once de marzo, en el Instituto de Ingeniería de España, sobre “El cáncer, instrucciones de uso” ha sido anulada (reconozco que me preguntaron si quería mantenerla, pero no me vi con fuerzas para enviar al patíbulo del contagio viral a mi familia, amigos y simpatizantes). Fui a dar un paseo a media mañana por el Retiro y estaba lleno como un día de fiesta, con gentes de todo tipo que manejaban al azar los términos de: coronavirus, riesgo, mascarillas, farmacia, comida y qué se puede hacer.

Por cierto: si alguien ha llegado hasta aquí en la lectura y quiere que le envíe las notas que tengo preparadas para la Conferencia, e incluso, del libro “Convivir con un cáncer”, cuya redacción está en proceso de revisión pero del que agradezco sugerencias de mejora y comentarios, estoy a la orden.

Publicado en: Actualidad, Sanidad Etiquetado como: alarma, coronavirus, efectos, españa, Madrid, medidas

  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • Página siguiente »

Entradas recientes

  • Quincuagésima primera Crónica desde el País de Gaigé
  • Cuentos para Preadolescentes (6)
  • Cuentos para preadolescentes (5)
  • Cuentos para preadolescentes (4)
  • Cuentos para Preadolescentes (3)
  • Quincuagésima Crónica desde el País de Gaigé
  • Cuentos para preadolescentes (2)
  • Cuentos para preadolescentes
  • Cuadragésima Nona Crónica desde el País de Gaigé
  • Muerte de un Papa
  • Cuadragésima Séptima Crónica desde el País de Gaigé
  • 2022: Momento de un Balance
  • Cuadragésima Sexta Crónica desde el País de Gaigé
  • El Mensaje de Navidad de Felipe VI que no pudo ser
  • Cuadragésima quinta Crónica desde el País de Gaigé

Categorías

  • Actualidad
  • Administraciones públcias
  • Administraciones públicas
  • Ambiente
  • Arte
  • Asturias
  • Aves
  • Cáncer
  • Cartas filípicas
  • Cataluña
  • China
  • Cuentos y otras creaciones literarias
  • Cultura
  • Defensa
  • Deporte
  • Derecho
  • Dibujos y pinturas
  • Diccionario desvergonzado
  • Economía
  • Educación
  • Ejército
  • Empleo
  • Empresa
  • Energía
  • España
  • Europa
  • Filosofía
  • Fisica
  • Geología
  • Guerra en Ucrania
  • Industria
  • Ingeniería
  • Internacional
  • Investigación
  • Linkweak
  • Literatura
  • Madrid
  • Medicina
  • mineria
  • Monarquía
  • Mujer
  • País de Gaigé
  • Personal
  • Poesía
  • Política
  • Religión
  • Restauración
  • Rusia
  • Sanidad
  • Seguridad
  • Sin categoría
  • Sindicatos
  • Sociedad
  • Tecnologías
  • Transporte
  • Turismo
  • Ucrania
  • Uncategorized
  • Universidad
  • Urbanismo
  • Venezuela

Archivos

  • enero 2023 (11)
  • diciembre 2022 (6)
  • noviembre 2022 (8)
  • octubre 2022 (8)
  • septiembre 2022 (6)
  • agosto 2022 (7)
  • julio 2022 (10)
  • junio 2022 (14)
  • mayo 2022 (10)
  • abril 2022 (15)
  • marzo 2022 (27)
  • febrero 2022 (15)
  • enero 2022 (7)
  • diciembre 2021 (13)
  • noviembre 2021 (12)
  • octubre 2021 (5)
  • septiembre 2021 (4)
  • agosto 2021 (6)
  • julio 2021 (7)
  • junio 2021 (6)
  • mayo 2021 (13)
  • abril 2021 (8)
  • marzo 2021 (11)
  • febrero 2021 (6)
  • enero 2021 (6)
  • diciembre 2020 (17)
  • noviembre 2020 (9)
  • octubre 2020 (5)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (8)
  • junio 2020 (15)
  • mayo 2020 (26)
  • abril 2020 (35)
  • marzo 2020 (31)
  • febrero 2020 (9)
  • enero 2020 (3)
  • diciembre 2019 (11)
  • noviembre 2019 (8)
  • octubre 2019 (7)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (4)
  • julio 2019 (9)
  • junio 2019 (6)
  • mayo 2019 (9)
  • abril 2019 (8)
  • marzo 2019 (11)
  • febrero 2019 (8)
  • enero 2019 (7)
  • diciembre 2018 (8)
  • noviembre 2018 (6)
  • octubre 2018 (5)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (5)
  • junio 2018 (9)
  • mayo 2018 (4)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (8)
  • febrero 2018 (5)
  • enero 2018 (10)
  • diciembre 2017 (14)
  • noviembre 2017 (4)
  • octubre 2017 (12)
  • septiembre 2017 (10)
  • agosto 2017 (5)
  • julio 2017 (7)
  • junio 2017 (8)
  • mayo 2017 (11)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (12)
  • febrero 2017 (13)
  • enero 2017 (12)
  • diciembre 2016 (14)
  • noviembre 2016 (8)
  • octubre 2016 (11)
  • septiembre 2016 (3)
  • agosto 2016 (5)
  • julio 2016 (5)
  • junio 2016 (10)
  • mayo 2016 (7)
  • abril 2016 (13)
  • marzo 2016 (25)
  • febrero 2016 (13)
  • enero 2016 (12)
  • diciembre 2015 (15)
  • noviembre 2015 (5)
  • octubre 2015 (5)
  • septiembre 2015 (12)
  • agosto 2015 (1)
  • julio 2015 (6)
  • junio 2015 (9)
  • mayo 2015 (16)
  • abril 2015 (14)
  • marzo 2015 (16)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (16)
  • diciembre 2014 (24)
  • noviembre 2014 (6)
  • octubre 2014 (14)
  • septiembre 2014 (15)
  • agosto 2014 (7)
  • julio 2014 (28)
  • junio 2014 (23)
  • mayo 2014 (27)
  • abril 2014 (28)
  • marzo 2014 (21)
  • febrero 2014 (20)
  • enero 2014 (22)
  • diciembre 2013 (20)
  • noviembre 2013 (24)
  • octubre 2013 (29)
  • septiembre 2013 (28)
  • agosto 2013 (3)
  • julio 2013 (36)
  • junio 2013 (35)
  • mayo 2013 (28)
  • abril 2013 (32)
  • marzo 2013 (30)
  • febrero 2013 (28)
  • enero 2013 (35)
  • diciembre 2012 (3)
enero 2023
L M X J V S D
 1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031  
« Dic