Tú y yo que apenas necesitamos las palabras
muchas veces,
porque son insuficientes, lentas, frágiles,
se escurren, introducen nuevos elementos escondidos,
tú y yo que ya tenemos tradición de querer para leernos el silencio,
interpretamos sueños, mezclamos realidad con mentiras,
y al llegar a ese punto en que la conversación prescinde de todo intermediario,
tenemos un acopio
de frases más sencillas, tiernas mensajeras de efectos retardados,
aves cuyo sentido no se nos oculta, pero duerme.
Esas voces tuyas, mías, ciertas
como nosotros, que exigen existir, quieren vivencia
y no pueden crecer al margen nuestro,
se quedan retenidas no sé donde, ocultas,
y aparecen después llenando los resquicios,
atrasando los trabajos importantes,
los imprescindibles informes donde quemo mi vida,
y al destruir cosas tan inútiles, gatita,
testigos de tiempos más urgentes, me buscan,
me precipitan de nuevo hacia nosotros,
dejando al descubierto mi verdadera desgana antes oculta,
haciéndome perder una energía
que no puedo recuperar más que en tu boca.
@angelmanuelarias, del Libro “Absueltos de todo don”, KRK, 1990 (Poema nº 25)
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