Gaigé tiene sus propios problemas, pero la situación provocada por la guerra de Putin (Vladimir) al invadir Ucrania en febrero pasado impone sus ritmos y aumenta las preocupaciones. Esta semana, el sátrapa ruso ha anunciado la movilización de 300.000 reservistas y amenazado con la utilización inmediata de misiles de cabeza nuclear.
El reclutamiento forzoso de jóvenes (según parece, con especial predilección hacia las minorías étnicas rusas) está provocando conatos de resistencia en la población, con manifestaciones violentamente reprimidas y algunas detenciones.
La amenaza de lanzar ojivas con cabeza nuclear ha conseguido provocar una dualidad de análisis por parte de los expertos en interpretar los movimientos del Kremlin.
En general, se está de acuerdo en que Rusia está perdiendo la guerra, sorprendida por la capacidad de resistencia ucraniana -potenciada sin rodeos por la OTAN y la mayoría de los Estados Europeos-. A esta situación inconcebible en origen, dada la desigualdad primaria de las fuerzas presentes en el conflicto, se ha unido la notable -y sorprendente- incapacidad de los Ejércitos rusos para moverse en una guerra convencional, con material obsoleto y militares mal preparados.
Hay quienes opinan que las amenazas de Putin serán cumplidas y que debería Europa prepararse para afrontar la catástrofe derivada de recibir en su suelo (se supone que, con mayor probabilidad, en una ciudad ucrania, pero no se debe descartar el ataque nuclear a otras metrópolis intermedias , si Putin pretende monitorizar la escalada de tensión, atenazando a Europa) la terrorífica bomba capaz de provocar una mortandad superior a 300.000 personas. La respuesta y la escalada que se derivaría entonces apuntan a un escenario muy sombrío.
Mucho más esperanzadoras son las elucubraciones de los que aseguran que el jerarca ruso no tomará tan cruel decisión, cuyos contraefectos debe valorar y que, siguiendo su curso relativamente plácido, la guerra se prolongará durante varios meses, manteniendo el itinerario de la confrontación tradicional, de desgaste y destrucción del contrario asediado. Por parte ucrania, se anuncia que los aliados enviarán material más sofisticado y que no dejarán al asediado país en la estacada, lo que garantiza el mantenimiento de un statu quo beligerante, un tira y afloja imposible de asimilar desde la sensatez, hasta que el desgaste ruso obligue a abandonar su presa o el líder chino -que se mantiene en la sombra- imponga su criterio intrigante de que “no es el momento”.
Aparentemente lejos del conflicto, en Gaigé han sucedido cosas que aventuran un otoño políticamente muy activo. Olona (Macarena), la líder de VOX que parecía formar uña y carne con sus colegas de partido, ha sido expulsada de esa formación -en un oscuro episodio de enfrentamiento transversal con Abascal (Santiago)- creando una grieta difícil de salvar en la tercera fuerza política de Gaigé.
No mejoran significativamente las expectativas de voto hacia el Partido dirigido por Núñez Feijóo (Alberto), si bien se consolidan los liderazgos regionales de Moreno (Juanma) y Ayuso (Isabel). En Castilla y León, la coalición de gobierno entre el PP y Vox sufre por la beligerancia verbal manifiesta en el hemiciclo vallisoletano del vicepresidente contra el diputado Igea, resto vivo y vivaz de aquel Ciudadanos que tuvo el sueño de gobernar España cuando Rivera (Alberto) y Arrimadas (Inés) creían tener carisma indestructible entre los habitantes de Gaigé.
Las fiestas de la virgen de la Merced han revelado que en Barcelona, la ciudad condal, campan unos cuantos centenares de delincuentes que aprovechan la debilidad en el ejercicio de su autoridad, por parte del gobierno municipal, para generar caos, destruir propiedades y robar géneros. Esperan a que la inmensa mayoría se retire pacíficamente para tomar la calle, contando con que los Mossos llegarán tarde a cumplir con su deber de garantizar el orden o serán prudentes en aplicar medidas contundentes para no perturbar el silencio cómplice de los partidos de la izquierda ácrata que sostiene a Colau (Ada).
A nivel regional, Cataluña sigue perdiendo peso económico frente a Madrid y, más recientemente, frente a Andalucía. La soflama de Moreno (Juanma) animando a los empresarios con sede en Cataluña para que se cambien a Andalucía y aprovechen de las anunciadas rebajas fiscales que han anunciado, tiene un carácter simbólico, pero es cierto que las algaradas callejeras y el planteamiento independentista del Gobierno regional catalán, no cuentan como atractivo para inversores.
Más sagaz, el gobierno vasco, beneficiaria esta región -junto a Navarra- de una injusticia fiscal consolidada por el franquismo, guarda silencio independentista, ahoga pasando rápidas las páginas, los afectos hacia terroristas excarcelados y confesos y camina sobre el bienestar del trato preferente por encima de la crisis que agarrota a otras regiones españolas.
La polarización politica en Gaigé alcanza ya muy altas cotas. Las redes socials se llenan de insultos a líderes de uno y otro palo, junto a descalificaciones a periodistas a los que se atribuye sesgo e intencionalidad ideológica. Son exabruptos sin mayor fundamento,, alejados de cualquier debate constructivo, demostrativos de que, una vez más, se busca la confrontación y el insulto, como fórmula banal para ocultar las carencias propias.