En el brillante y concurrido acto de Inauguración del Año Académico 2013 en la Real Academia de Ingeniería (RAI), que tuvo lugar el 22 de enero, el profesor de la Universidad Carlos III y académico, Aníbal Figueiras Vidal, disertó sobre “De máquinas y humanos. El arte de la toma de decisiones”.
El propio enunciado de la conferencia, en la que el subtítulo parece haber usurpado su lugar a la enunciación principal del tema, puede dar idea de que el camino adoptado para explorar tan interesante tema, en el que el Excmo. Sr. Figueiras es un especialista, no iba ser, precisamente, de rosas y que el riesgo de perderse durante la singladura era alto.
Llegué algo tarde a la Sesión -justamente porque, como suelo hacer cuando creo tener tiempo, salí del Metro varias estaciones antes de la correcta, y una llamada al móvil me distrajo- y el Secretario de la RAI había empezado ya con la enumeración y glosa de las actividades realizadas por la rancia institución, a la que las últimas operaciones de lifting le dan un aire pizpireto.
Aunque no lamenté perderme parte de ese informe (soy asiduo a los actos de la RAI), sí me fastidió tener que seguir la lección inaugural por vídeoconferencia, pues el salón de actos se había llenado, por lo que perdí la sensación del directo y la opción de ser testigo de las siempre intneresantes reacciones físicosíquicas de los académicos y otros principales a las palabras de su colega.
La conferencia de Figueiras está impresa y, puesto que fue leída por el conferenciante, nada perdí de su contenido. Después del acto, había un cóctel, pero habida cuenta de la afluencia de oyentes adiviné lo que sería la de contendientes por las vituallas, y cuando, renunciando al papeo, descendía a la calle, me topé con el autor, que acababa de liberarse de algunos admiradores, y le felicité por su disertación, que me atreví a calificar de provocadora. “Eso pretendí”, sancionó el conferenciante, conciliador.
Ahora que la tengo leída serenamente, reposada y subrayada, añado nuevos adjetivos: interesante, desconcertante, reveladora, relativamente desordenada, parcialmente genial, petulante, ingenua, magnífica, a ratos trivial, por momentos confusa, prolija, generalmente entretenida, y…con unas Conclusiones que parecen extraídas de otra Conferencia y destinadas a otro contexto, más propio de seguidores de la escuela estructuralista, relacionando la fonética con la transmisión subliminal de mensajes.
Pero ¿quién soy yo para opinanr de ese modo? Mi mejor elogio es que, ayer por la noche, hasta que no terminé de leer el texto, no me animé a echarme a la cama. Y hoy, el día después, ardo en deseos de encontrar un momento de inquietud, para reflexionar sobre las combinaciones de máquinas y humanos en sistemas adaptativos, en las que cada interviniente asuma la tarea que mejor sepa hacer, en competencia perfecta, y los resultados se sometan a las consecuencias de aplicación del principio de indeferencia o del de parsimonia.
Pocos me entenderán este final -empezando por mí, víctima a veces del atractivo de la semántica-, pero, a lo mejor, el Dr. Figueiras Vidal o alguno de sus colaboradores o seguidores, sí, y abren, con la confusa idea, alguna nueva línea de investigación. El campo es inmenso.
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