La primavera la sangre de los animales jóvenes altera. Es época de cortejos, romances, apareamientos, anidamientos, partos o puestas, para las especies con diferenciación de sexos (1).
Estas operaciones biológicas se realizan -con pocas excepciones- en pareja, aunque la organización anterior y posterior al acto principal -que no es propiamente la coyunda, sino, por este medio, la procreación y, por tanto, la continuidad de la especie-, puede involucrar la agrupación de miles de individuos.
Se sentirán así, nos cuenta la etología, más protegidos durante las labores de cría, prodrán elegir pareja entre más candidatos y, por supuesto, se beneficiarán de las condiciones climáticas o de procura de alimento más propicias, pues los lugares adecuados son transmitidos´, con el ejemplo modeladore del instinto, de generación en generación.
El 15 de marzo de 2013 más de 20.000 jóvenes españoles se reunieron en Granada, en la Fiesta de la Primavera. El día anterior, unos cuantos centenares de estudiantes (todos los adolescentes lo son) lo hicieron en Toledo (inolvidable la explicación de su alcalde, García-Page, de que no había que oponerse a los movimientos juveniles, sino observarlos para cuidar que no se conviertan en desmadre).
Seguro que, en muchas otras localidades, de este país y de los otros, las hormonas cumplieron con lo suyo.
Justamente en Toledo, en donde me encontraba ese día, pude contemplar cómo miles de pájarillos, de vuelta de su migración anual, al atardecer aún frío, ocupaban algunos de los árboles de las orillas del Tajo y hasta del centro de la ciudad, alborotando el ambiente con sus píos y jolgorios. No dejé de asociar a ambas comunidades embandadas, faltas tanto la una como la otra de su reina o guía, pero fieles al mismo impulso o ardor sanguíneo.
Un joven entrevistado de entre los que se arracimaban en Granada, botella de calimocho en mano, explicaba con tranquila desfachatez su razón para participar de aquel su enjambre: “No venimos a beber y a emborracharnos, sino por el ambiente, aquí se puede conocer a mucha gente”. Y aclaraba, para mayor precisión, que habían sido convocados por internet.
En parte, se equivocaba el palomo. Porque hay cosas que no se pueden lograr (¿aún?) por internet. Se pueden tener muchos amigos en facebook o en tuenti, pero las feromonas son las feromonas, y hay que darles la importancia que corresponde, distinguiendo entre razón e impulsos naturales.
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(1) No es mi intención entrar en mayores profundidades en este Comentario, aunque no está de más recoger que los comportamientos sexuales de muchos animales – incluída la especie humana-, al menos, en lo formal, no están necesariamene vinculados a que la pareja sea del otro sexo.