Al socaire

Blog personal de Angel Arias. La mayor parte de los contenidos son [email protected], aunque los dibujos, poemas y relatos tienen el [email protected] del autor

  • Inicio
  • Sobre mí

Copyright © 2021

Usted está aquí: Inicio / Archivos paraKobe

Cómico o ridículo (3)

12 enero, 2017 By amarias Dejar un comentario

carbonero comiendo loncha de chorizo

Tenemos una capacidad excepcional para olvidar aquellas situaciones en las que hicimos el ridículo. Esta acción de borrado actúa como una protección de nuestro ego, de la autoestima. Nos viene bien, para convivir con nuestra pequeñez.

Sin embargo, “haber hecho el ridículo” es una apreciación básicamente subjetiva que nos lleva a imaginar (y casi siempre, de manera equivocada) que una actuación, voluntaria o involuntaria, nuestra indumentaria o una circunstancia tenida por anómala,  es sancionada por los demás menoscabando la consideración que tienen de nosotros.

Los adolescentes sufren mucho al pasar ese campo sembrado de inseguridades. El termómetro interior es el sonrojo. Ningún adulto está libre de ese temor, sin embargo, aunque, como siempre que opera el consciente, no todos tenemos la misma sensibilidad al respecto (algunos simulan no tener ninguna).

La experiencia demuestra que no solo nosotros olvidamos nuestros actos ridículos, sino que, por fortuna, los demás también los entregan rápidamente al olvido, e incluso lo hacen antes que nosotros, y puede que ni los detecten. En caso de que alguien mantenga presentes, y difunda nuestras actuaciones ridículas, debemos sospechar que tiene razones personales para ello,  no necesariamente negativas.

En el tiempo que estuve como delegado de Ensidesa en Alemania, viví ciertamente momentos peligrosos para mi ego. Al inicio, ni sabía suficiente alemán, ni tenía experiencia alguna como vendedor (venía de la investigación pura y dura). Disponía de un antídoto contra cualquier depresión: una esposa infatigable. Con dos hijos que aún estaban en su primer lustro y la ilusión de mis 31 años, tenía aún, como se suele decir, el mundo por delante.

Aprendí a convivir con mis limitaciones y a reirme con ellas. Al hacer balance cada día, sentía haber hecho varias veces el ridículo. Tenía una grabadora asociada al teléfono con la que repasaba, estudiándolas, las conversaciones que mantenía con los clientes. Mis “wiederholen Sie, bite” y mis “Entschuldigen, aber ich habe nicht verstanden” se repartían a partes iguales las primeras semanas.

Mi primera secretaria, Thirza, alemana, me adoptó como hijo. Hacía de Dante y de Pigmalión, y de lo que fuera. En Zum Schiffchen (la catedral del codillo y la cerveza negra), hice amistad con uno de los camareros (se llaman allí Kobe), que cam paba por el local con su particular campechanería, no exenta de insolencia. Me servía el Schweine haxe más grande y  la alt en jarra doble. Una vez que ella llevaba un abrigo de pieles para proteger del frío exterior su cuerpo más bien rollizo (yo me mantenía delgado tendiendo a demacrado) nos llevó a la mesa con un saludo general: “Hier kommen die Löwin und ihr Junge!.” (aquí vienen la leona y su retoño)

Como país tercero que era España entonces, las huestes de Eurofer estaban ávidas a obtener tajada de los precios de nuestros productos siderúrgicos y de la situación económica española. Apenas llegado al país, la dirección de Carl Spaeter, que veía con recelo que tuviéramos una delegación en el país, propuso a la dirección de Ensidesa mantener una reunión en un lugar adecuado en el que se pudiera pactar el documento de cooperación futura (la palabra cooperación, que se magnifica en alemán, es una de las más utilizadas comercialmente).

Muy posiblemente en el programa secreto de la reunión figuraba mi inmolación.

El lugar previsto era Frankfurt, y yo, que aún vivía de hotel,  me desplacé desde Dusseldorf el día anterior con lo puesto. No fui advertido, o si hubo intención, como era fin de semana, nadie cogió el teléfono en mi oficina, de que se decidió cambiar a última hora el sitio de concentración de fuerzas a un recoleto Hotel en Baden Baden, en la Selva Negra. Allí aparecí, pues, impecablemente vestido de traje, corbata a tono y mis zapatos con suela de cuero, en un áspero día de febrero en el que la temperatura exterior se mantuvo algunos grados bajo cero.

Al dar los primeros pasos sobre el hielo, resbalé y pude matarme. “¡Herr Arias! ¿Viene Vd. para enrolarse a la División Azul?¡¡El equipamiento es inadecuado!” -me saludó, enfatizando las palabras, con su rostro impenetrable (que, más tarde, descubriría que protegía a un tipo estupendo), el Sr. Stachelhaus.

La reunión no cumplió sus objetivos previstos, y yo me aferré al Jägermeister para sobrevivir. A pesar de la medicina, estuve varios días con fiebre alta.

Unas semanas más tarde, cumpliendo con el rito de llevar a los clientes distinguidos a conocer la factoría de Avilés, acompañé en su periplo hispano a los directores de una empresa naval, y, como no sabía qué hacer con ellos luego de la visita a la fábrica, la comida, el paseo por la ciudad y la cena, queriendo sacar nota en mi inmersión como comercial, en lugar de llevarlos al hotel, había preguntado a un experto en la cuestión comercial sobre lo que sería lo más top.

“Llévalos de cachondeo; les gustará”, me aconsejó (no exactamente con estas palabras, que el lector avezado sabrá sustituir, si le apetece).

Oviedo no es precisamente la ciudad más alegre del mundo (no le era entonces), pero en la zona de Los Monumentos (prerománicos) del Naranco había (y creo que sigue habiendo) concentración de Night Clubs y otros lugares de los llamados de alterne. Nunca había estado allí, y le pedí al taxista que nos llevase a uno que tuviera animación.

Cuando bajamos del taxi, llamé decidido al timbre del que me fue recomendado, poniendo aire de experto. Me abrió un tipo raro (todos me lo hubieran parecido, desde luego) y me pareció que se encendían algunas luces. Estuvimos más solos que la una hasta que aparecieron, por fin, unas mujeres, que nos pidieron, como corresponde, que las invitáramos a beber.

Resultaba un lugar deprimente y una situación auténticamente ridícula, aunque mis clientes eran gente de buen humor y, para mi tranquilidad, no deseaban más que tomar una copa (o dos) sin  mayores complicaciones ni excesos.

Si el lector/lectora tiene otras sospechas, ruego que se me respete la presunción de inocencia. De pronto, miré el reloj, y entendí que se estaba haciendo tarde y que debía avisar a casa. Cogió el teléfono mi suegra. “Dígale a María Jesús que estoy en Los Monumentos con unos clientes y que ya nos vamos”.

Mi mamá política, que era una mujer encantadora y más buena que el pan -aunque no inocente-, cuando le trasladó el mensaje a mi esposa, que estaba dando la papilla a Miguel, mi hijo menor, no pudo refrenar una curiosidad: “Hija, esto de los Monumentos donde está Angel, ¿no será ese sitio dónde dicen que hay mujeres de mala fama? ¿Vais bien?”

Mi mujer tuvo una salida inteligente: “Mamá, ya sabes cómo es Angel de bromista. Está con unos amigos de la Universidad cenando en el Reconquista”.

Aún me suenan hoy los oídos al recordar el discurso que tuve que escuchar cuando llegué a casa.


Reconozco que sentí emoción cuando me topé con este carbonero común que llevaba una loncha de chorizo en el pico. Era pesada para él, así que le cayó después de un corto vuelo. Viendo que volvía sobre ella, me acerqué, y lo fotografié varias veces, mientras le daba frenéticos picotazos al embutido, con evidente deleite.

Los libros de aves de los que dispongo en mi biblioteca (y tengo algunas decenas), coinciden en afirmar que los “parus major” se alimentan, fundamentalmente, de semillas e insectos, aunque no dudan, llegado el caso, en atacar a polluelos de los pequeños herrerillo común o agateador.

Lo que no leí en ninguna parte es que les gustase el chorizo. Queda registrado.

 

 

 

 

(1) Se que teutón y alemán no son sinónimos, e incluso que a los alemanes no les agrada la identificación, pero a los españoles esta distinción nos suele importar un carajo.

 

 

Archivado en:Actualidad, Sociedad Etiquetado con:Alemania, cómico, Kobe, Monumentos, ridículo, Schiffchen, sociedad, Stachelhaus, Thirza

Entradas recientes

  • Nací con vocación de emigrante (Poema)
  • Del Diario de un Hombre Educado (Poemas)
  • Salvados por la UME
  • Frail democracies (Débiles democracias)
  • Elogio y servidumbre del centro
  • No hay mejor momento (Poema)
  • Son todos muy jóvenes (Poema)
  • Entendiendo mejor el Cáncer de vejiga
  • Un soneto tempranero
  • Si no me conocéis, este es mi nombre (Poema)
  • Falsa alocución de Navidad de Felipe VI en 2020
  • ¿Qué fue del grafeno?
  • Para empezar, aconsejo un caldo calentito (Poema burlesco)
  • Escribiría un poema de amor esta noche (Poemas)
  • Infantilismo, pasotismo y Alzheimer en la política española

Categorías

  • Actualidad
  • Administraciones públcias
  • Administraciones públicas
  • Ambiente
  • Arte
  • Asturias
  • Aves
  • Cartas filípicas
  • Cataluña
  • China
  • Cuentos y otras creaciones literarias
  • Cultura
  • Defensa
  • Deporte
  • Derecho
  • Dibujos y pinturas
  • Diccionario desvergonzado
  • Economía
  • Educación
  • Ejército
  • Empleo
  • Empresa
  • Energía
  • España
  • Europa
  • Filosofía
  • Fisica
  • Geología
  • Industria
  • Ingeniería
  • Internacional
  • Investigación
  • Linkweak
  • Literatura
  • Medicina
  • mineria
  • Mujer
  • Personal
  • Poesía
  • Política
  • Religión
  • Restauración
  • Sanidad
  • Seguridad
  • Sin categoría
  • Sindicatos
  • Sociedad
  • Tecnologías
  • Transporte
  • Turismo
  • Uncategorized
  • Universidad
  • Urbanismo
  • Venezuela

Archivos

  • enero 2021 (5)
  • diciembre 2020 (17)
  • noviembre 2020 (9)
  • octubre 2020 (5)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (8)
  • junio 2020 (15)
  • mayo 2020 (26)
  • abril 2020 (35)
  • marzo 2020 (31)
  • febrero 2020 (9)
  • enero 2020 (3)
  • diciembre 2019 (11)
  • noviembre 2019 (8)
  • octubre 2019 (7)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (4)
  • julio 2019 (9)
  • junio 2019 (6)
  • mayo 2019 (9)
  • abril 2019 (8)
  • marzo 2019 (11)
  • febrero 2019 (8)
  • enero 2019 (7)
  • diciembre 2018 (8)
  • noviembre 2018 (6)
  • octubre 2018 (5)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (5)
  • junio 2018 (9)
  • mayo 2018 (4)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (8)
  • febrero 2018 (5)
  • enero 2018 (10)
  • diciembre 2017 (14)
  • noviembre 2017 (4)
  • octubre 2017 (12)
  • septiembre 2017 (10)
  • agosto 2017 (5)
  • julio 2017 (7)
  • junio 2017 (8)
  • mayo 2017 (11)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (12)
  • febrero 2017 (13)
  • enero 2017 (12)
  • diciembre 2016 (14)
  • noviembre 2016 (8)
  • octubre 2016 (11)
  • septiembre 2016 (3)
  • agosto 2016 (5)
  • julio 2016 (5)
  • junio 2016 (10)
  • mayo 2016 (7)
  • abril 2016 (13)
  • marzo 2016 (25)
  • febrero 2016 (13)
  • enero 2016 (12)
  • diciembre 2015 (15)
  • noviembre 2015 (5)
  • octubre 2015 (5)
  • septiembre 2015 (12)
  • agosto 2015 (1)
  • julio 2015 (6)
  • junio 2015 (9)
  • mayo 2015 (16)
  • abril 2015 (14)
  • marzo 2015 (16)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (16)
  • diciembre 2014 (24)
  • noviembre 2014 (6)
  • octubre 2014 (14)
  • septiembre 2014 (15)
  • agosto 2014 (7)
  • julio 2014 (28)
  • junio 2014 (23)
  • mayo 2014 (27)
  • abril 2014 (28)
  • marzo 2014 (21)
  • febrero 2014 (20)
  • enero 2014 (22)
  • diciembre 2013 (20)
  • noviembre 2013 (24)
  • octubre 2013 (29)
  • septiembre 2013 (28)
  • agosto 2013 (3)
  • julio 2013 (36)
  • junio 2013 (35)
  • mayo 2013 (28)
  • abril 2013 (32)
  • marzo 2013 (30)
  • febrero 2013 (28)
  • enero 2013 (35)
  • diciembre 2012 (3)
enero 2021
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031
« Dic