Cumple hoy, 30 de enero, S.A.R. Don Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias y muchos otros títulos nobiliarios más, 45 (cuarenta y cinco) tacos. Es, según su padre, el Rey D. Juan Carlos, todos sus hagiógrafos y la inmensa mayoría de quienes lo han tratado “el Príncipe de Asturias” (o sea, el heredero del Trono) “mejor preparado de la Historia de España“.
Pertenezco a un selecto (por reducido) grupo de escépticos respecto a la capacidad de la naturaleza humana para avanzar hacia objetivos comunes. Estoy convencido -intuición, exclusivamente- de que los principios de selección natural de las especies no han conducido, en lo que se refiere a los seres humanos, a que nos dominen ni los mejores, ni los más hábiles, ni los más fuertes.
Y aunque se hayan introducido impecables teorías para, desde la ética más que desde la racionalidad, introducir elementos correctores a lo que parece desviación humana hacia la perversión, contrariando lo que para el resto del mundo animal parece ser un principio oportunista para susbsistir -lamento haberme explicado de forma algo confusa-, entre nosotros, los que están arriba, no importa cómo hayan llegado allí, tratan de impedir el acceso a todos los que estén en el camino, y especialmente, a los que serían más idóneos.
Si hicieran falta ejemplos, dejo constancia de que quienes fueron descubridores de la mayoría de lo que consideramos grandes avances de la Humanidad, son desconocidos, murieron en la pobreza o el olvido, o fueron víctimas de crueles engaños y suplantaciones.
Aunqe la historia particular de algunas familias concretas se encuentre mejor documentada que la de la inmensa mayoría, no por ello me parece más ejemplar, ni me suscita más respeto que cualquier otra. Las hazañas bélicas, las conquistas -incluso tecnológicas- de pueblos más pobres, la acumulación de riqueza a despecho de la miseria, ignorancia o necesidad de otros, no me mueve más que al espanto, a la descalificación o a la lástima.
No me voy a enrollar más, porque lo tengo ya todo dicho en otros lugares. Feliz cumpleaños, Felipe. A pesar del boato que te rodea, de las expectativas generadas a tu alrededor, de la chismología que te encierra o te recubre, de los deslices de alguno de tus familiares y tus esfuerzos por recomponer destrozos regionales, políticos o internacionales, te considero uno más. Uno de los nuestros.
Un hombre maduro bien preparado. Conocedor de idiomas, serio, con muy buena imagen física, discreto. Seguramente, trabajador normal, fiel a la familia y amigos.
No te veo como Rey de España. Por supuesto, no veo a nadie como Rey ni como Reina, ni admitiría que alguien se pusiera por encima solo por pertenecer a una familia, una saga, una tradición. No quisiera verte como Rey de este país, y no solo porque sea un convencido republicano, sino porque imagino la forma más brillante, para un país en la que lo ingenioso tiene siempre lugar, de acabar con una falsedad histórica.
Propón tú mismo la eliminación de esa trampa constitucional que nos conecta con la incongruencia que supone que España sea, hoy, una Monarquía Constitucional. Prepara el tránsito a una democracia completa, también en lo formal, a una República federal.
Tú puedes tener sitio en ella, desde luego, como persona madura y bien formada. Tenemos ejemplos -¿en tu familia también?- de reciclado desde lo público a lo privado.
Pero no quiero, en lo más mínimo, amargar tu cumpleaños, con un escrito que, además, no vas a leer jamás. Debes saber también que muchos de los que piensan como yo, somos pragmáticos, posibilistas, leales a la mayoría.
Por eso, aunque no te veo ni te veamos como Rey de España, me sumo a los que te consideran el Príncipe de Asturias mejor preparado de la Historia. No tienes competencia en ese asunto, desde luego. Pero si hay que mantener a la Monarquía como fórmula para presidir nuestro Estado decadente, y convertirte en Rey, yo apoyo la moción.
Hoy por hoy, no tengo alternativa mejor.
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