Organizado por la Real Academia de Ingeniería de España, el día 27 de septiembre de 2016 tuvo lugar en Oviedo, en el Salón Covadonga del Hotel de la Reconquista, un HOMENAJE A LOS INGENIEROS DE MINAS LUIS ADARO Y MAGRO Y JERONIMO IBRAN Y MULA, que desarrollaron su actividad profesional en la región en la segunda mitad del siglo XIX y primera década del XX.
Fui invitado a intervenir en el segundo de los Paneles, que respondía al propósito de analizar la: “Situación actual y posibilidades de futuro: qué pueden hacer la ingeniería, la minería y la industria para el crecimiento económico”.
Titulé a mi ponencia: “La influencia de la iniciativa privada en el desarrollo de Asturias”, y este fue el texto que preparé para la ocasión.
A la entrada de la catedral de Oviedo, según cuenta en su libro Northern Spain -publicado en 1897-, el etnógrafo y taxónomo alemán Hans Gadow, que había realizado un detallado viaje por el norte de España durante los dos años anteriores, figuraba el letrero: “Se prohíbe entrar con madreñas”.
Las fotografías de la época no muestran, desde luego, a los pragmáticos ovetenses utilizando zuecos para andar cómodamente por las embarradas calles, por lo que la advertencia a los visitantes del lugar de culto iría destinada a aquellos pocos que, posiblemente, irían directamente del trabajo del campo a la devoción.
Pero la imagen me sirve como metáfora para ilustrar la dicotomía entre progreso y resistencia, entre crecimiento industrial frente a los principios de tradición, costumbre, comodidad e independencia que siguen siendo, en mi opinión, una característica de la ciudadanía de Asturias, y que la entiendo vinculada a la tierra más que a la persona, porque actúa como un elemento de contagio tanto para los nacidos aquí como para los venidos de fuera.
Esta combinación hace a Asturias especialmente atractiva al tiempo que, actuando como una tenaza, la dificulta para lanzarse hacia el riesgo y la aventura de incorporar lo ajeno en beneficio de lo propio.
La iniciativa privada en Asturias se ha movido históricamente, salvo escasas excepciones, en un marco de subsidiaridad respecto a los emprendimientos de Gobierno, ya fueran promovidos directamente desde la Jefatura del Estado y su entorno, como desde las empresas públicas.
Desde la llamada primera revolución industrial esta situación consolidada ha generado una macrocefalia de la que le es imposible desprenderse ni curarse, pues también le ha reportado importantes beneficios colectivos y está en la esencia de su actual fisonomía como región única en el contexto industrial y sociológico español.
Dos momentos industriales diferentes. Dos personalidades irrepetibles
Es interesante comparar la situación industrial en Asturias en la segunda mitad del siglo XIX con el esquema de producción y perspectivas actuales de crecimiento que tiene la región. Servirá, por una parte, como contribución al homenaje a dos ilustres ingenieros de minas que ejercieron su actividad profesional en Asturias en prometedoras, aunque difíciles circunstancias. Por otra, me resulta de imprescindible apoyo para destacar las sustanciales diferencias en las estructuras económica y social del Principado entre dos épocas separadas siglo y medio y, sobre todo, para poner de relieve las especiales características de las tecnologías dominantes en la actualidad, atendiendo a su naturaleza, y a sus formas de origen, control y difusión del momento presente.
Ibrán y Adaro fueron dos personajes excepcionales que actuaron de catalizadores de una oportunidad que estaba latente, desperdiciada. Como algunos otros pocos elegidos tenían una capacidad especial para poner en práctica lo que sabían, aprender rápidamente la utilidad de lo que aún ignoraban para poder aplicarlo, y tenían el empeño necesario para sacar adelante sus propósitos contra toda dificultad.
No eran genios, eran ingenieros. Modelo, por tanto, de lo que debe ser, hoy también, como siempre, un ingenioso, un creativo con los pies en el suelo. La combinación idónea de emprendedor y gestor.
Nacidos ambos fuera de Asturias, en gran medida autodidactas, imaginativos y tenaces, poseían también una sensibilidad social que contrastaba con la tendencia dominante de los poseedores del capital a menospreciar al obrero, al que consideran un mero instrumento de la producción. Esto no les impedía, desde luego ser conscientes de la necesidad de apoyar con inteligencia y tacto a quienes detentaban el poder económico y político, de los que fueron empleados eficaces.
Resalto en ambos su carácter estudioso y su curiosidad. Como empresarios, estaban atentos a los desarrollos ajenos para incorporarlos a las empresas de las que fueron responsables. No es que, realmente, les interesara todo: su curiosidad no era universal, aunque sí muy amplia. Se focalizaban a lo que tenía aplicación práctica, no solo inmediata, sino en el medio plazo, a la mejora del rendimiento de las empresas de las que eran responsables. Tomaban decisiones arriesgadas, aunque técnicamente solventes, para mejorar los márgenes económicos.
Volvamos a la realidad actual. Por las circunstancias esencialmente distintas de la región, en un mundo globalizado y con otras exigencias y sensibilidades, me expongo hoy a afirmar que, fuera de admirar ese talante en nuestros homenajeados, la copia ciega del modelo resultaría, sino imposible, inútil. Otras son las necesidades de la población, la cultura; distinta la forma de valorar la rentabilidad e interés de los recursos, más dura y general la competencia.
Pero, sobre toda consideración, lo que me parece fundamental es que sectores crecientes de la sociedad están reconociendo que el mejor recurso del que puede disponer es la formación y creatividad individual y que es imprescindible para dinamizar ese recurso, llevar la ilusión, la competencia, el estímulo a todos los agentes.
Reconozcamos que la época en que vivieron Ibrán y Adaro, fue muy interesante, pero tampoco resultaba fácil. A ambos, su intensa dedicación, su compromiso personal, su visión adelantada, acabó pasándoles factura física y no dejó de proporcionarles algunos serios desengaños.
La semilla, sin embargo, quedó sembrada. Los hijos -al menos, una parte de ellos- continuarían en el empeño de explotar nuevas actividades, en beneficio tanto de la familia como, sobre todo, de la región. Porque quiero enfatizar algo que se ha puesto aparentemente de moda: eran verdaderos emprendedores sociales, enfocaban sus emprendimientos, por encima del enriquecimiento personal, hacia el beneficio colectivo. Las vicisitudes de los distintos miembros de la saga merecerían también un análisis especifico.
Recordemos, con unos breves apuntes biográficos, que la presencia física en Asturias de Ibrán y Adaro aparece y se extingue prácticamente de forma simultánea. Es su huella la que perdura y se engrandece con el tiempo.
Luis Adaro y Magro, nacido en 1849, mantuvo su actividad profesional en Asturias hasta 1909, en que, después de la quiebra de su proyecto más singular, la entidad de Promoción Crédito Industrial Gijonés, dimite de la dirección de Duro Felguera y se reintegra a Madrid como funcionario, siendo nombrado para el importante cargo de Presidente de la Comisión Nacional que se encargaría de completar el mapa geológico de España.
La trayectoria profesional de Ibrán es más opaca, aunque aparece vinculada a las actividades económicas del duque de Riánsares (1) y al banquero Numa Guilhou (2) y principalmente circunscrita al desarrollo de la comarca del Nalón (Langreo).
Los ingenieros de la época eran funcionarios, servidores del Estado. Solo unos pocos pedían la excedencia, pasando a la categoría de supernumerarios, para dedicarse a actividades privadas. En ese caso, las características del trabajo del ingeniero del siglo XIX, que había decidido suspender la posición que le correspondía por escalafón, para convertirse en ordenado y fiel gestor al servicio del capital, o entregarse a sacar adelante sus propios emprendimientos, manteniendo en ambos casos la independencia de actuación que surgía de sus especiales conocimientos técnicos, están manifiestas en la vida de Ibrán en momentos cruciales.
En 1897, Ibrán tenía 55 años. Había superado ampliamente la media de vida de los españoles, que era de sólo 38 años. Ese año, dejó la Fábrica de Mieres, empresa cuya escritura de constitución ante Notario había revalidado con su firma el 23 de marzo de 1879, junto a los propietarios Numa Guilhou (hijo) y Protasio García Bernardo (3), en calidad de director de la misma. Llevaba trabajando desde 1.873 con Numa Guilhou padre, que le había encomendado la renovación de las instalaciones y la organización de nuevos talleres. Jerónimo Ibrán había cumplido el encargo con dedicación, pero, además, puso especial interés en mejorar la formación de los trabajadores y sus condiciones laborales, mecanizando los procesos allí donde era factible.
España era un pueblo en crisis política e institucional, a punto de perder Cuba y Filipinas. Tenía una población de 19 millones de personas de las que casi el 40% no sabían leer ni escribir. Los ingenieros eran una clase profesional y social muy especial. En 1913, por la Memoria que presenta Gámir en el homenaje póstumo a Ibrán, nos enteramos que en España había solo 254 ingenieros de minas. Las promociones en la escuela de Madrid, eran de 10 a 20 miembros, e incluso algún año no había egresado ningún alumno. No pensemos solo en la dificultad de las enseñanzas (cuyos contenidos nos harían sonreír hoy día), sino en las exigencias para el acceso al cuerpo, porque se trataba, ante todo, de proveer funcionarios para el Estado y ajustarse a los presupuestos y a otros intereses menos claros.
En ese año de 1897 Ibrán pareció desprenderse de previas ataduras. Incorporado a Duro Felguera, como consejero con Luis Adaro, manifestó una gran actividad diversificadora, tratando de aprovechar oportunidades de mercado ajenas a la minería. Creó azucarera de Lieres, en 1898, cuando el azúcar proveniente de Cuba dejó de llegar a España, e intensificó relaciones con otras familias foráneas inversoras, como los Tartiere y los Masaveu. Fallecería el 21 de marzo de 1910 en Oviedo.
Una visión retrospectiva: el precedente
Nuestros homenajeados tienen un predecesor también eminente en la figura de Guillermo Schultz. Este geólogo y minero alemán no estará ya en Asturias cuando aparecen ambos en la escena regional, pues se había ido en 1854, iniciada la puesta en marcha la Escuela de capataces de Mieres, que había identificado como clave para el desarrollo de la región. Se había retirado a Aranjuez, en donde fallecería el 1 de agosto de 1877, a los 72 años. Fuertes intereses políticos inconciliables y la tensión entre las burguesías de Gijón y Oviedo, habrían provocado la decepción de Schultz, que había visto que sus propósitos se convirtieron en irrealizables.
Cito el antecedente de Schultz, porque opino que sirve para resaltar la idea de continuidad en los propósitos, aunque hayan aparecido como fallidos. El desarrollo industrial no se improvisa, porque es, sobre todo, obra de persistencia, de objetivos a medio y largo plazo, y hacen falta actores para ese camino, que pueden convertirse, también, en sus víctimas. En la tumba de Shultz, siguiendo sus indicaciones, se puso un epitafio que refleja bien a qué conduce tanto esfuerzo en ocasiones: “Murió pobre, pero sin deudas”. En su testamento, en donde declaraba carecer de antecedentes y descendentes, manifestaba haber fijado su objetivo vital en “buscar el bien público, servir a los amigos y conocidos y socorrer a los necesitados”. Un ideal propio para un monje.
Schultz se había incorporado de forma natural a la línea argumental de Jovellanos y otros ilustrados, asumiendo una concepción pragmática respecto a lo que correspondía hacer en Asturias. Porque la región aparecía, al iniciarse la segunda mitad del siglo XIX, con un importante porvenir industrial. Tenía carbón y hierro, con numerosos afloramientos detectados, aunque carecía de infraestructuras para dar salida al material. Los mimbres estaban allí, para quien tuviera la capacidad de verlos.
A Schultz le parecía que lo más urgente era crear una estructura ferroviaria que conectara Mieres con el puerto de Avilés, para reducir costes de transporte (se hacía a hombros de porteadores y en carros tirados por acémilas) y favorecer la exportación del carbón hacia Inglaterra, que era el mercado predominante. Habría que estar preparados para la salida de los materiales hacia el interior de España, si se producía la previsible activación propia. Un ramal secundario enlazaría, además, las cuencas carboníferas centrales (Riosa, Llanera -Santo Firme, Ferroñes-, etc.) para conducir el material a Avilés o Luanco (puerto éste que se estimaba más conveniente, por estar más protegido que el primero). En fin, según las ubicaciones de las minas, la infraestructura ferroviaria enlazaría con el ferrocarril de Langreo-Gijón.
Esta visión integradora de los focos de producción asturianos, tropezó con las rivalidades de la burguesía regional y, sobre todo, con la visión egoísta de los capitales que habrían de involucrarse en las explotaciones mineras, que sería la base por la que se apoyó con subvenciones el ramal Langreo-Gijón, que era lo que beneficiaba a Riansares y a sus socios, aislando a Mieres y, por elevación, a Asturias.
Asturias estaba, ignorantes de ello sus habitantes, en venta. Sus factores naturales permitían prever que, si se movilizaban los capitales necesarios, los emprendimientos tendrían éxito asegurado. Había financieros e inversores extranjeros que estaban dispuestos a explotar las cesiones de los recursos mineros, que se concedían arbitrariamente desde el Estado, para el que primaba, no precisamente el interés público, sino los de las personas próximas al gobierno y a la misma familia real.
La movilización de capitales en torno a los recursos de Asturias fue relativamente importante. A mediados de 1830 se creó en Arnao la Real Compañía Española de Minas de Carbón, la primera gran empresa con apariencia asturiana, aunque, en realidad, estaba impulsada por empresarios belgas y capitalistas vinculados al Gobierno, (Joaquín María Ferrer, Presidente de las Cortes y senador vitalicio y Felipe Riera Rosés, marqués de Casa Riera desde 1834). Se esperaba explotar el carbón de Arnao para fabricar armamento con destino a la Marina pero la materia prima resultó inadecuada. La compañía no consiguió la esperada rentabilidad hasta que Jules Hauzeur, ingeniero belga sobrino del propietario principal, la transformó en un establecimiento metalúrgico para fabricar zinc, explotando la calamina de Santander y la blenda guipuzcoana. El puerto de Avilés quedó al servicio de esta compañía. (Para obtener detalles de esta historia, imprescindible el libro de Germán Ojeda, que investigó, entre otras fuentes, en los archivos de Duro Felguera)
La rivalidad empresarial de Adaro e Ibrán converge en su visión social y la voluntad de entregarse a la mejora del saber hacer
Jerónimo Ibrán y Luis Adaro llegaron a Asturias poco después de terminar su carrera, y sus trayectorias tendrían, muy pronto, el trasfondo de una estimulante rivalidad profesional. Se llevaban solo siete años y el primero había sido profesor de Metalurgia del segundo, en la Escuela de Minas de Madrid, que, como las enseñanzas entonces, tenían un enfoque modesto, pero práctico. Suficiente para estimular las mentes más audaces al conocimiento tecnológico de los avances que se estaban produciendo -en su mayoría, fuera de España- con gran rapidez.
Del conocimiento que tengo de sus biografías -imprescindible la lectura reposada de los libros de Ramón Mañana, cuidadoso y serio historiador de sus vidas-, no me atrevería a caracterizarlos como empresarios, al menos, en la mayor parte de su actividad profesional. Fueron excelentes dirigentes de empresa.
Adaro, calificado por Germán Ojeda en su libro Asturias en la industrialización española, 1833-1907. (Edit. siglo XXI, 1985) como ”la combinación del ingeniero más inteligente y el empresario con más iniciativas que tuvo la historia industrial asturiana”) llegó a la región con 24 años, en 1873, para hacerse cargo de la jefatura del distrito minero. Pronto pasaría a la dirección de la empresa D´Eichtal y Cía., empresa de capital francés que tenía minas en Asturias.
Entregado a una visión de conjunto, apoyaba Adaro la fusión de los dispersos emprendimientos mineros y un enfoque derivado hacia la producción de acero en hornos y con procedimientos nuevos, utilizando el mineral de hierro vasco y aprovechando el flete de retorno para enviar a Bilbao el carbón excedentario. En 1895, la empresa de Pedro Duro entra en grave crisis (Duro falleció en 1886), incapaz de competir con la siderurgia vasca, y la necesidad de un drástico reajuste se hacía evidente. Como está documentado, Ibrán estaba en el consejo con Luis Adaro desde 1897, aunque dedicado con intensidad a sus actividades particulares. En 1906, con 57 años, Adaro sería nombrado el primer director general de Duro Felguera, constituida en 1900, y que se acababa de fusionar con la Unión Hullera y Metalúrgica, propiedad de los Urquijo.
El futuro de las cuencas del Nalón y del Caudal estaba trazado en sus líneas gruesas.
Algo de teoría sobre la iniciativa privada y su aplicación práctica a la realidad asturiana
El concepto de iniciativa privada ha evolucionado hasta el punto de que no es admisible identificarlo con la idea primigenia del extremismo liberal, de que hay que dejar en entera libertad a los individuos particulares para generar actividad económica. Existen importantes limitaciones a la iniciativa privada que, al menos en la teoría de las economías socialmente avanzadas, se reconocen como esenciales: el respeto a los principios éticos y a la ley, pero, sobre todo, la necesidad de contribuir al soporte de la carga social a las actuaciones del Estado, no ya solamente desde el punto de vista fiscal (impuesto de sociedades, etc.) como, incluso, de compromiso social, en lo que se ha dado en llamar responsabilidad social corporativa, que incorpora elementos intangibles y externalidades económicas. Se reconoce, pues, en ese contexto, que desde la libertad individual no es posible optimizar el bienestar para toda la población, y que debe existir una cierta orientación y, desde luego, un control sobre las actuaciones y beneficios, que no solo corresponde al Estado, sino al conjunto de la sociedad y que puede y debe ser ejercido por los particulares, las organizaciones no gubernamentales, etc. Se trata de valorar desde el mercado incluso el cumplimiento de normas voluntarias de calidad, seguridad, ambientales, de vinculación al territorio en la generación de empleo y actividad, o a su desarrollo, etc.
Se puede, sobre el papel, detectar el interés en orientar las iniciativas privadas en sectores que pueden aparecer, a priori, como preferentes para el desarrollo regional o nacional. Existen múltiples estudios, algunos dirigidos especialmente hacia la región asturiana, con teorías brillantes acerca de lo que debería hacerse. Mi opinión personal es que, fuera de los círculos académicos y políticos, han tenido poco efecto. La iniciativa privada no se deja motivar ni conducir por estudios académicos.
En 1994, bajo la dirección de Manuel Castells, y la coordinación de Juan Vázquez, -catedrático de la Facultad de Economía aplicada de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Oviedo, se publicó el Libro Estrategias para la reindustrialización de Asturias (Biblioteca Civitas, Economía y Empresa, Serie Especial) , con consejos generales que, por su amplitud y su propio carácter, pueden estimarse parte del fondo de comercio intelectual para iniciativas de desarrollo, en cualquier región del mundo: necesidad de modernización empresarial, impulso a la promoción de nuevas actividades, recurso complementario a la atracción de inversión extranjera, y potenciación del papel de la gran empresa y, paralelamente, mejora del entramado propio formado por las pymes regionales.
Se concedía en aquel análisis, énfasis especial a la necesidad de impulsar el turismo regional como una de las actividades con mayor futuro para Asturias, propugnando el esfuerzo inmediato de comercialización de lo que se valoraba como principal producto turístico de la región: Picos de Europa y costa oriental.
Algunos años antes, en julio de 1989, yo había leído mi tesis para obtener el título de Doctor, dedicada al desarrollo industrial, “Planteamiento de una estrategia de futuro industrial para Asturias a partir de la experiencia reciente (1983-1988)”. Aunque, por su índole, no era estrictamente un trabajo de investigación, sino que recogía mi experiencia práctica como Director de la Sociedad Regional de Promoción de Asturias, combinaba la apreciación de lo que habían sido factores de éxito en las regiones alemanas afectadas por la crisis del carbón y la siderurgia que conocía bastante bien, porque hacía poco tiempo había retornado de una estancia de más de cinco años en Alemania.
Mi tesis era crítica respecto al interés de la empresa privada asturiana por el desarrollo tecnológico, y, como resultado de mi experiencia acerca de la actividad regional, reflejaba que las empresas asturianas habían surgido y cobrado impulso por el aprovechamiento de mercados cautivos o variables locales con escasas posibilidades de crecimiento, buscando beneficios con bajo riesgo y a corto plazo.
Hoy, en apreciación que admito puede estar equivocada, el panorama industrial ha cambiado, pero para peor. Los datos son incontestables. En 1988 existían 7.600 industrias en Asturias (concentradas en los sectores de transformados metálicos, edificación y obras públicas y sector maderero, que suponían más del 70 % de los establecimientos).
Pues bien, según datos que tomo de un reciente estudio de Joaquín Lorences (Catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad de Oviedo), sobre la estructura empresarial asturiana, la industria estaría hoy formada por 3.186 empresas, en la que un 84% tiene menos de 10 trabajadores, y solo el 3% (94 empresas), superarían los 50 empleados.
En 1988, Ensidesa tenía 17.600 empleados y Hunosa casi 26.000. El tamaño medio de las 277 empresas que Asturias veían situadas en ese momento entre las 5.000 mayores de España (según el Anuario de Duns 15.000, consultado como uno de las fuentes de datos para mi tesis) era de 263 empleos/empresa, empleando a 73.000 personas en empleo directo y con una facturación de 642.200 Mill. Ptas. (9.132 Mill. euros, a valor actual, según índices del INE), que se reducía a solo 99 empleos/empresa si se eliminaba el efecto de los dos gigantes públicos. Es decir, se trataba, estrictamente, de pymes, según la definición comunitaria.
La industria manufacturera estaría generando actualmente, siguiendo a Lorences, poco más de 1.800 Mill. euros/año y emplearía a 42.000 personas (valor aportado por persona: 42.857 euros). Una situación minifundista que sería deseable, pero en absoluto sencillo, corregir. (4)
No quiero entrar en un baile de cifras. Según el INE, Asturias tenía, a principios de 2016, y según 67.675 empresas, de las 37.139 carecían de empleados y 28.132 tenían menos de 9 trabajadores. La estadística del INE eleva a 3.421 empresas las dedicadas al sector industrial, apuntando que son 15.117 las dedicadas al comercio y que el peso fuerte de la actividad económica asturiana la detenta en la actualidad el sector servicios, con 40.687 empresas.
La cuestión de generación de empleo, entendido como objetivo social más acuciante en la región, como fórmula que permitiera la incorporación de los jóvenes, no pocos de ellos, sobre cualificados, es, sin embargo, más importante que los análisis de la estructura empresarial actual.
El declive en la cuantía y calidad del empleo es innegable. Con una población empleada de 520.000 personas, en 2015 el Ministerio de Hacienda destacaba que en Asturias había 57.692 empleados públicos, de los que 36.422 trabajaban en las dependencias autonómicas y que la tasa de funcionarios y personal contratado por la Administración respecto a la población activa era del 16%.
No parece que pueda esperarse, por su propia situación, que el crecimiento en el empleo de Asturias provenga de las mayores empresas existentes, al menos, en cifras significativas.
Mayores Empresas asturianas | Empleos en Asturias | Observaciones |
ArcelorMittal España | 5.800 (3.800 fijos, 2.000 temporales y 1.750 en subcontratas) | El residuo de la antigua Ensidesa |
Alimerka | 4.460 (y 1.150 fuera de la región) | Sector de distribución |
Lacera servicios y mantenimiento | 2.000 | Dedicada a trabajos de limpieza |
Duro Felguera | 1.900 | |
Hulleras del Norte | 1.750 | El residuo de Hunosa |
Daorje | 1.500 | |
Corporación Alimentaria Peñasanta | 1.400 | |
Hijos de Luis Rodriguez | 1.100 | Alimentación minorista |
Imasa Ingeniería y Proyectos | 1.080 | |
Merkarecio | 900 | |
Azvasa (Asturiana de Zinc) | 900 | |
TSK electrónica y electricidad | 800 | |
EDP | 800 | Antigua HEC |
En lo relativo a las pequeñas empresas, tanto la FADE (Federación Asturiana de Empresarios) como el Gobierno Regional y el Consejo Asesor de Estudios Económicos han puesto de manifiesto la necesidad de aumentar el tamaño de las empresas, favoreciendo procesos de fusión y adquisición.
La propuesta es interesante, pero, como ante cualquier opción voluntarista, cabe preguntarse cómo conseguir plasmarla en cifras concretas. En un ejercicio de interés académico, el citado catedrático Lorences elucubra, incluso, qué sucedería en Asturias, en relación con el empleo, si se aplicase a la media por empresa el patrón alemán, indicando que se podrían alcanzar los 112.405 empleos. Lamentablemente, conseguir propiciar el crecimiento de las iniciativas presentes en una región periférica, y en declive, reviste innegables dificultades.
Iniciativas con perspectiva de acudir en ayuda del desarrollo regional
Porque ahora no se trata de explotar los recursos naturales o mejorar su aprovechamiento. Demostrada fehacientemente la falta de competitividad del carbón asturiano, admitido que las decisiones en el sector siderúrgico adoptadas desde un objetivo de rentabilidad y desde una sede distante de la problemática regional, las iniciativas con perspectiva se concentran en muy pocos sectores:
– el sector turístico, para el que la región, especialmente para el turismo interior, que es un mercado con base coyuntural, favorecido por la circunstancia de la peligrosidad de los más apetecidos destinos extranjeros y la disminución de la capacidad media adquisitiva del viajero español. Los empleos que crea, sin embargo, tienen una fuerte componente temporal y siendo la cualificación precisa para desarrollarlos, en general, baja, las remuneraciones son acordes a la formación y la competencia desde la base de la pirámide laboral, muy alta.
-la potenciación en los mercados exteriores a partir de la resistente estructura de producción metalmecánica, que está consistiendo ya en la entrega de piezas de calderería sofisticadas o en instalaciones llave en mano, como complemento cada vez más determinando del mercado interior, que no despega. Las obras en el extranjero están, en general, dirigidas por técnicos cualificados de las empresas asturianas, y, desde luego, hay un mercado creciente que, forzoso es decirlo, no generará puestos de trabajo regionales, aunque favorecerá el sostenimiento de las cifras de negocio. La competencia, además, es fuerte y aumentará en la medida en que, en los países en desarrollo, se incrementen las capacidades técnicas locales. Hay que seguir en la senda de la alta cualificación y asumir riesgos de ejecución y precios crecientes.
– aparece, en este contexto, como objetivo que demanda un interés y apoyo especiales, el impulso decidido a la mejora de la capacitación del recurso humano. Hay que extremar la calidad de la formación académica, haciéndola alcanzar, no ya niveles de máxima eficiencia, sino involucrándola en la generación de la actividad empresarial. Con nuevos emprendimientos, en nuevas tecnologías y asumiendo el riesgo de que no pocas de esas empresas quizás fracasen a los pocos meses o años de vida, pero supondrán la elevación de los niveles de cultura empresarial adaptada al nuevo entorno global.
Motores teóricamente potenciales de la creación de empleo
En mi tesis de 1989, al analizar el acceso a las tecnologías, ponía de manifiesto la especial dificultad que se presentaba en las regiones en declive industrial, como era, desde luego, el caso de Asturias, por la resistencia al desmoronamiento que provenía de los sectores tradicionales (especialmente desde la fuerza laboral, pero también desde el factor capital), y las dificultades intrínsecas para erigir nuevos modelos de desarrollo de forma autónoma. Apoyaba, por ello, que Asturias debería preocuparse por la implementación vertical de las nuevas tecnologías, es decir, en su aplicación y no en su implementación horizontal, es decir, en su fabricación, porque entendía que ello correspondía a una estrategia suprarregional, que debería descansar en una decisión de Estado.
Pasó bastante tiempo, pero mantengo mi simpatía hacia la propuesta de apoyar la industria de bienes de equipo y la fabricación de piezas con nuevos materiales, creando una estructura micelar, que vinculase industria y Academia, en torno a ese sector motriz. Todos los medios regionales, y en especial -escribía- los técnicos y los informativos, escribía, deberían apoyar este lanzamiento, modificando los planes de estudio para que incluyeran nuevas especialidades y facilitase el conocimiento en áreas mixtas. Porque la política industrial de Asturias habría de concentrarse en el desarrollo de productos comercializables que pudieran ser rápidamente rentabilizables por empresas de pequeño y medio tamaño.
Las iniciativas público-privadas se han ido clarificando con el tiempo, y de la panoplia de elementos de ayuda a la reindustrialización (PAUR, ZUR, SRP, SRR, etc.), las propuestas aparecen hoy concentradas en el IDEPA (Instituto de Desarrollo Empresarial para Asturias, antiguo IFR) y en el Parque Tecnológico de Llanera, puesto en funcionamiento en 1991, socio fundador de la APTE (Asociación Nacional de Parques Científicos y Tecnológicos).
La información pública lo define como un Parque consolidado, con 130 empresas instaladas en él, 2.500 empleados y una ampliación en perspectiva. Algunas de los componentes del Parque presentan un indudable interés como empresas innovadoras e incluso, en algún caso, como ejemplo de spin-off desde la Universidad.
Sigue hablándose en Asturias de una Estrategia de Planificación Inteligente, y, en efecto, el RIS3 realizado por la Administración del Principado, pretende recuperar el liderazgo industrial a través de la tecnología y la generación de un nuevo modelo de gestión del territorio articulado en torno a seis prioridades: 1) materiales avanzados; 2) nuevos modelos de predicción; 3) tecnología para redes, 4) polo industrial del acero; 5) mercado agroalimentario y 6) envejecimiento y calidad de vida.
Hay que admitir que el modelo tiene hondas raíces teóricas e históricas. Ya a finales de la década de los ochenta del siglo XX. Florencio Ornia, entonces Director General de Innovación Industrial y Tecnología, al definir el modelo industrial que se propugnaba desde el Ministerio, definía tres direcciones para España: desarrollar sectores polivalentes con alto valor estratégico; incorporar nuevas tecnologías a los sectores tradicionales y permitir la entrada selectiva de multinacionales.
La tercera de las propuestas de Ornia se topó con dificultades prácticas importantes, además de con la explosión de la globalidad, que trazó una tendencia a la ubicación de las multinacionales allí donde existieran recursos y mano de obra barata cuando se trataba de producir y focos importantes de consumo cuando se trataba de vender. La implantación de empresas multinacionales en Asturias y otras regiones sin mercado propio de importancia se reveló, por tanto, con escasas posibilidades y en lo tecnológico, el pretendido estímulo a la Universidad tradicional y a la industria local, apareció como limitado.
Aparición de un nuevo elemento a considerar: La Tercera revolución industrial
La situación de declive industrial de Asturias parece haber alcanzado fondo, pero eso no deja de ser un espejismo, porque la Tercera revolución industrial no ha hecho más que empezar. La generalización de la aplicación de tecnologías aún poco implementadas o en desarrollo –sobre todo, robótica, telecomunicaciones, informática, con nuevas creaciones continuas en el contexto del llamado Internet de las Cosas – elimina continuamente mano de obra que difícilmente será compensada, y en ningún caso de forma inmediata, por el nacimiento de nuevas empresas.
En los países y regiones más avanzados tecnológicamente y con fuerte capacidad exportadora debería ser posible, teóricamente al menos, combinar la cantidad de empleo sostenible suficiente para que la presión fiscal sobre empresas y empleados permita soportar las necesidades de la población inactiva, muy probablemente creciente (estudiantes, jubilados, desempleados, etc.). No será sencillo, pero debería ser factible. En todo caso, no aparece como una medida que se pueda adoptar a nivel de región.
Desde las regiones como desde los países hay que estar atentos, y con especial sensibilidad de los agentes socioeconómicos, para prepararse para un cambio sociológico que se adivina brutal, y que aparecerá en pleno desarrollo en solo un par de décadas.
Se estima que en menos diez años 2022 el 25% de los trabajadores industriales -unos 18.000-, alcanzarán en Asturias la edad de jubilación, por lo que, en teoría, deberán ser sustituidos con anterioridad. Es imposible ignorar que, por lógico final vegetativo, desaparecerán la mayoría de las rentas obtenidas por jubilados y prejubilados (y, por tanto, el consumo que propician). La mitad de la población asturiana tendrá más de 45 años al comenzar la segunda década de este siglo.
La revolución industrial provocada por las Tics presenta, sin embargo, algunas ventajas. La creación de empresas industriales demanda fuertes inversiones y, por tanto, reclama una estabilidad a medio plazo. Las empresas de servicios, los emprendimientos nacidos de la imaginación, en particular, no suponen apenas inversión: tiempo del creador, ideas a desarrollar, apoyo inicial para que la iniciativa prenda y alcance un tamaño mínimo que permita vender el producto.
Referencia al papel de la Universidad en el impulso a las iniciativas privadas, junto a otras cuestiones relacionadas
Desde una región como Asturias no cabe plantearse un cambio de modelo general. Es una ilusión creer que se puede influir en el paradigma (o como quiera llamarse) dominante. Hay que acomodarse a él, saber aprovecharlo. La oferta de empleo global disminuirá, en tendencia natural, y una parte de él se hará más exigente en calidad. En los sectores de servicios, también, porque las máquinas y los recursos de comunicaciones y programas informáticos permitirán reducir personal, especialmente del menos cualificado, disminuyendo la duración de las jornadas y, seguramente, por tanto, su la remuneración.
No puedo menos que reconocer que mantengo una querencia positiva al impulso que debe sostenerse y potenciarse desde la Universidad.
Por supuesto, la creatividad no es precisamente monopolio en la Universidad, y ni siquiera está muy presente en las Facultades o Escuelas tecnológicas. Tradicionalmente, los doctores obtienen su grado exclusivamente en caso de que deseen dedicarse a la docencia y hacer carrera universitaria y la polarizan hacia materias y temas que son elegidos en relación con líneas de investigación del interés de las cátedras, o por la facilidad de enlazar la investigación con anteriores trabajos de otros miembros del departamento al que se adscriben. Las empresas no incorporan doctores a sus plantillas, porque no consideran que les aporten valor añadido. Un doctor, directivo de una empresa española, confesaba que había quitado de sus tarjetas, la referencia al título: “Es equivalente a ofrecer a tu interlocutor un bolígrafo Bic”, se justificaba.
Para mayor reconocimiento de la dificultad de la situación, España no está bien situada en el reconocimiento oficial del nivel de su formación universitaria. No se corresponde con la valoración de los egresados que se deciden a trabajar en el extranjero, muy apreciados. Me parece, por tanto, que esa minusvaloración tiene una base injusta, aunque el desbarajuste provocado por la peculiar implantación de los acuerdos de Bolonia a la enseñanza superior y media, no creo que haya venido a mejorar la perspectiva. Cualquiera que sea la crítica que quiera hacerse a la fórmula de posicionamiento, la tradicional clasificación de Shanghái, que evalúa varios parámetros para definir la calidad de los establecimientos académicos, solo hay 12 Universidades españoles en 2015 entre los 500 mejores, y la más alta, en el ranking 151-200, es la de Barcelona.
La contención de la tendencia negativa implica incorporar sectores preferentes acomodados a los nuevos desarrollos y necesidades. Alguna referencia he hecho ya a la selección de las líneas de desarrollo preferentes que pudieran servir para Asturias, Creo que hay que reclamar un apoyo en este sentido desde el Gobierno central, para que se concentren en la región los recursos y estímulos sobre uno o varios sectores estratégicos. El impulso a un Centro específico de desarrollo de nuevos materiales (en especial, en torno al grafeno) sería esencial.
Y la Universidad tiene que estar en primera línea en ese apoyo a la generación de iniciativas empresariales, motivando a los egresados e involucrando al profesorado y a los demás agentes sociales en la presentación de oportunidades.
Otra cuestión a analizar y corregir, es el escaso interés por las actuaciones colectivas
En España y, no hay que dudarlo, en Asturias, se constata un bajo nivel asociativo. Es imprescindible vencer esa inercia que propende al individualismo, y ha de conseguirse, ante todo, mediante la introducción en la educación, incluso en fase muy cercana, de principios de solidaridad, respeto a la autoridad y a la norma, potenciación de la imaginación, y apoyo a la generación de foros en donde se discutan las propuestas con seriedad y serenidad, acostumbrando a los colectivos a saber elegir los mejores, y a los que propongan soluciones, a defenderlas con coherencia y claridad, y no solo con vehemencia.
Es necesario apoyar todo tipo de tareas en colaboración, y, con carácter especial, a los clusters tecnológicos, es decir, agrupaciones complementarias de empresas, Universidad y grupos empresariales grandes, -reales o virtuales, con presencia física en una zona o inter relación por la vía de las comunicaciones- que desarrollen nuevos proyectos. El apoyo no ha de ser únicamente económico, también organizativo y los medios no deben ser solamente los que se controlan desde el propio clúster, sino que debe estimularse el intercambio de capacidades, tanto de personal como de medios físicos, avanzando en la mejora colectiva sin reservas de dominio egoístas.
Me parece también detectar que, en la incorporación de mejoras al diseño de piezas, elementos, aparatos, mecanismos (no solo estéticas, sino fundamentalmente, al amparo de la revisión técnica o tecnológica) hay un campo de trabajo importante para Asturias, tanto a nivel de particulares especializados en ese campo, como de las empresas.
Y, finalmente, teniendo en cuenta el aumento de la edad de las poblaciones, hay que considerar la aparición de nuevas necesidades y posibilidades vinculadas a la gerontología, al disfrute del ocio en las edades pos jubilación, la movilización de recursos creativos, formativos y de inversión o financiación ahora ociosos de ese sector de la población. Su análisis profundo debe servir para promover iniciativas y soluciones que, dada la generalidad de los problemas, son exportables por su misma esencia.
Relación del crecimiento endógeno con los mercados exteriores y su aprovechamiento
Hago aquí una primera referencia a la forma de evaluar la eficacia de las medidas e incluso para diagnosticar la situación. Porque no me parece correcto fijar en el aumento del pib o en indicadores económicos globales la valoración de que se está ante un “aumento colectivo del bienestar”. Los riesgos de estabilidad parecen claros y hay que prepararse para analizar la manera de sostener el actual bienestar con otros índices (reconociendo que el bienestar tiene una base tecnológica ineludible y que está en crecimiento de sus potencialidades).
Mirando hacia fuera, puesto que la población potencialmente activa mundial es de 3.150 millones de los que solo 650 millones se encuentran en los países desarrollados, se deduce de inmediato que la capacidad potencial laboral (medida exclusivamente en horas de actividad disponibles) es de 4:1 a favor de los que, en este momento, tienen menor capacidad tecnológica. Considerando que las horas de trabajo potenciales por persona son de 2.000/año, llegamos a la cifra abrumadora de 5 billones (millones de millones) de horas/año disponibles en los países menos desarrollados en tecnología, de los que, desde luego, China, India y Brasil concentran la mayor parte.
Un gran potencial que puede y debe ser también aprovechado por las regiones más eficaces. Existen modelos de éxito que evidencian ventajas respecto a nuestro modelo actual de producción y consumo. Son nuestros competidores de alto nivel (Alemania, Francia, en especial, a los que cabe añadir, a su escala, Suecia, Noruega, Holanda o Dinamarca, por no hablar de Estados Unidos o Canadá). Como es bien conocido, Alemania y Francia compiten con éxito tecnológico respecto a nuestras empresas, pues son nuestros principales proveedores extranjeros de mercancía con mayor valor añadido.
Pero existe otro grupo de países, conformado por quienes tienen necesidades tecnológicas, de infraestructuras, de fabricación, de mejora e implantación, aún importantes en relación con sus expectativas de crecimiento, y que se podrían cubrir desde nuestro nivel tecnológico, y que constituyen y constituirían el principal destino exportador de nuestras mercancías (China, India, Corea del Sur, Indonesia, Brasil, Chile, Colombia, México, entre otros ejemplos).
Es una situación boomerang, sin duda. China, por ejemplo, país-continente que aparece como interesante destino para nuestros productos tecnológicos (por supuesto, en competencia con los demás productores, incluidas las propias empresas chinas), se está convirtiendo en principal productor de mercancía de baja y media tecnología, que desplazan, por falta de competitividad, a las empresas españolas.
Finalmente, existe un tercer grupo de países que, por proximidad, relaciones históricas u otras razones –incluso humanitarias- puede ser la base para cimentar una tercera línea de crecimiento exportador, con beneficios a medio o largo plazo (Marruecos, países centroamericanos, la región del Sahel, Etiopía, Bangla Desh, Pakistán, etc.)
Esquema colectivo de desarrollo
No se puede alimentar un sistema de actuación tan complejo confiando únicamente en las iniciativas individuales. Por una parte, el apoyo con información y conocimiento es imprescindible para los pequeños inversores: la sociedad debe avanzar en conjunto en su modelo productivo. El individuo está desvalido frente a la vorágine tecnológica. No se puede confiar, como durante el siglo XX y anteriores, en que las iniciativas individuales servirán, actuando independientemente, para generar un modelo estable y auto sostenido.
Es una cuestión ligada a la supervivencia colectiva. Se trata de implantar un modelo mucho más solidario, en el que el reconocimiento a las medidas sociales o altruistas sea visto como algo natural y prestigioso.
Hace algunos años que el doctrinario para alimentación cultural colectiva y, en especial, el catecismo empresarial, incorporó la “creación de valor” como objetivo. La creación de valor no está vinculada a la especulación, ni a las burbujas económicas, ni siquiera a la explotación de los recursos naturales de aquellos países o zonas más atrasadas tecnológicamente, con legislaciones más permisivas o administraciones más complacientes. Esa forma de creación de valor falsaria tiene un desplazamiento continuo por el planeta, como una plaga de langostas, que cuando agotan o creen haber agotado una zona, se desplazan a otra de inmediato.
En la verdadera creación de valor están los empresarios solidarios, los centros de investigación, los laboratorios y fundaciones públicos y privados, los departamentos universitarios y de Escuelas Técnicas, etc. Esa creación de valor está vinculada a la generación de mejoras tecnológicas, no a especulaciones financieras. Por eso, hay que convencer a los responsables universitarios, a los profesores y a los propios alumnos, de que son parte sustancial de la necesidad de cubrir el espacio de la creación de valor.
Vuelvo pues, a una idea ya esbozada con anterioridad. Para Asturias, me parece muy necesaria la coordinación entre las Escuelas de Ingeniería y las facultades técnicas. A todos los niveles.
La diferenciación entre las carreras no puede ser ficticia, la competencia de los egresados se desarrolla con gran frecuencia en campos trasversales o ajenos a la formación académica. Hay que crear, además, una Plataforma de Investigación regional, definir líneas de investigación y desarrollo práctica, en relación con las empresas, y, sobre todo, tuteladas por expertos independientes.
Me parece, también, esencial, incorporar a expertos a la Universidad. Siento decirlo, pero las enseñanzas técnicas se han ido desconectando de la realidad práctica, convirtiéndose en nichos altamente endogámicos. He dado una fugaz revista a los títulos de las tesis recientes (en la Universidad asturiana, pero también en el conjunto de las Universidades españolas) y me atrae cada vez más el modelo de la Politécnica de Catalunya: los temas de tesis se proponen contando con la opinión y necesidades empresariales y del contexto socioeconómico.
No hago el menor menosprecio, muy al contrario, los sitúo en el foco de especial atención, a esos miles de personas, básicamente jóvenes, no pocos sin formación universitaria, que se afanan en sus espacios en generar soluciones informáticas, basadas en las tics, en la esperanza de que tengan una idea y un desarrollo genial que les proporcione éxito y, tal vez, la recompensa económica a su esfuerzo.
Hay que proteger y estimular a estos creativos, en la confianza de que surgirán de sus trabajos, cientos de start-ups de las que, convenientemente apoyadas y dirigidas, decenas de entre ellas tendrán éxito, sobrevivirán, crecerán y formarán parte del nuevo tejido empresarial.
Consideración especial a dos sectores de interés
Incorporo a mi desordenado análisis una valoración personal respecto a dos sectores de gran interés y su importancia para el desarrollo de Asturias.
El medio ambiente es, sin duda, uno de los sectores de dedicación preferente: el control general y la presión normativa para proteger mejor el ambiente generan, sin duda, empleo. Para las empresas existentes, el camino hacia la sostenibilidad ambiental, generará extra costes, por la incorporación de las externalidades, que antes eran desconocidos o, simplemente, asumidos por toda la sociedad y que también presionará sobre el empleo, pero negativamente.
El mejor cuidado del medio ambiente generará cantidad de puestos de trabajo, aunque se debe analizar el efecto neto. A nivel global, y para una región eficiente como Asturias, la implantación de las nuevas tecnologías no solo en España, sino, sobre todo, en los países menos desarrollados –en particular, la producción de energía con métodos renovables- ayudará a la generación de empleo y actividad local. El estudio de todas las posibilidades de cooperación con los países en desarrollo o menos desarrollados exige, por sí mismo, un Libro blanco de las actuaciones: en producción y distribución de energía, mejora de gestión de recursos –hídricos, mineros, agrarios, forestales, etc.-, acceso general a la electricidad y las comunicaciones, incorporación de mejores prácticas disponibles en procesos, etc.
El cambio climático es una amenaza grave y, a tenor de los principios de acuerdo de la COP 21 de Paris una oportunidad para poner en práctica soluciones eficientes, que es imprescindible desarrollar o perfeccionar. Está vinculada la corrección de la tendencia al calentamiento global irreversible a muchas tecnologías en las que Asturias, y sus agentes creativos, deberían posicionarse: el desarrollo de coches híbridos, el impulso al transporte colectivo, la mejora de la eficiencia energética, la implementación de energías verdes, las técnicas de ahorro y reutilización del agua, aprovechamiento de residuos, etc. Incluso el análisis y propuestas de corrección o amortiguación de los previsibles impactos del calentamiento global para España, deberían ser materia de generación de actividades para Asturias. Existe un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático –nacido en 2006- del que se han derivado, hasta el momento, tres Programas de Trabajo (el vigente, con validez 2014-2020), y se ha creado un Grupo de Trabajo de Impactos y Adaptación al Cambio Climático coordinado por la OECC, con participación de las Comunidades Autónomas.
Consideración particular en este contexto que pretende analizar posibles medidas de aplicación general relacionadas con la actividad económica y el empleo, ha de concederse a la energía. La energía es un input básico para una gran parte de los procesos productivos y es un elemento coadyuvante principal hacia el objetivo de bienestar. Las directrices de la Unión Europea imponen el uso masivo de energías limpias en la generación, y se inclinan por un énfasis mayor, y progresivo, en mejora la eficiencia energética.
En lo que respecta a la generación eléctrica, las energías denominadas renovables han conseguido, especialmente en el caso de las eólicas, una creciente competitividad que las hace, a corto plazo incluso, preferibles a la producción con centrales convencionales de gas o carbón. La producción discontinua de la energía producida con ellas, sin embargo, obliga a mantener generaciones de apoyo y la localización de su producción en determinadas zonas (crestas montañosas, áreas de mayor insolación, por ejemplo), dirige la atención hacia los métodos de almacenamiento de la no consumible y su distribución.
La generación renovable distribuida, -ya sea como paneles fotovoltaicos, generadores eólicos, centrales de biomasa, fuentes geotérmicas, etc.- pone el acento sobre la funcionalidad actual de las redes de distribución y abre líneas de investigación y actividad que podrían ser abordadas desde Asturias.
También se avanzará, con seguridad, en la necesidad de aumentar la seguridad de suministro energético, la implantación de generadores destinados al autoconsumo, de origen en la energía renovable, combinados con redes inteligentes que optimicen la distribución de las necesidades y los sobrantes. La aplicación de nuevas tecnologías en este sector repercutirá en la creación de empleo.
Mejora de la empleabilidad como objetivo social
Para cumplir estos objetivos generales, se ha puesto énfasis en muchos foros en la importancia de la enseñanza dual, y la necesidad de impulsar la formación profesional con Programas específicos, que revisen su adecuación con la demanda actual y previsible, para aquellos trabajos que impliquen aprendizaje práctico o habilidades manuales o físicas que hay que detectar y fomentar.
El Programa ha de hacerse en coordinación con los sectores profesionales, puesto que la formación ha de cubrir previsiones globales de necesidad de técnicos especializados en resolver problemas concretos, ya sean de montaje de mecanismos, mantenimiento de equipos, manejo de maquinaria, instalación de sistemas de producción energética, control de aparatos de telecomunicaciones, etc. Su capacidad generadora de empleo, medida correctora de la crisis y estímulo a la actividad emprendedora de la población más joven aparece como muy positiva.
No es posible tampoco ignorar que, siendo grave la situación de desempleo a todos los niveles formativos, cuantitativamente, el problema mayor se encuentra en los estratos con menor formación, escasos medios económicos y deficiente base cultural, a los que habría que dedicar atención especial, si el objetivo es la reducción directa y masiva, del paro existente. No nos parece, por ello, que la eliminación de los empleos que subyacen en la economía sumergida, haciéndolos aflorar, mediante incremento de la presión inspectora, a la economía contabilizada, sea, por sí mismo, una medida concluyente. Se trataría de cambiar empleo real (aunque irregular) por empleo regular (aunque más reducido).
Por su parte, la búsqueda del incremento de la empleabilidad de quienes tienen una formación universitaria (ingenieros egresados de las Escuelas técnicas, en particular) no tiene las mismas dificultades, ni puede resolverse con el mismo enfoque, que la de quienes no tienen ninguna formación académica o muy escasa. Aumentar la empleabilidad de esos titulados superiores, es especialmente urgente y exige programas específicos. Las razones son prácticas: por una parte, el desembolso realizado en ellos es alto, y debe hacerse recuperable; hay que evitar que se rentabilice esa formación solo en el extranjero, aumentando la competitividad ajena a nuestro modelo de desarrollo.
Se debería también incentivar el retorno de los expatriados, estimular su retorno, al cabo de corto tiempo, con nuevos conocimientos y experiencias, y no solo esperar pasivamente en que lo hagan, por su propia voluntad, al cabo de los años.
Las medidas a adoptar no pueden ser promovidas desde las instancias públicas, en mi opinión. Es necesario crear un clima de cooperación y solidaridad regional, que premie, por la vía del reconocimiento y el apoyo al consumo y a la difusión de sus logros, a las empresas comprometidas y a los particulares eficaces. Prejubilados y jubilados, dispuestos a convertirse en business angel o en monitores y coucher eficientes tienen ahí también su lugar preminente.
La crisis ha provocado, entre otros efectos perversos, uno muy significativo. La tendencia observable en este momento es que se han generado “maxijobs”. El maxijob es, como se sabe, un empleo, remunerado como trabajo normal (e incluso menos), que exige al empleado cumplir un horario de trabajo excesivo, ante el riesgo de perderlo. La extensión del problema del maxi-job afecta especialmente a los trabajadores más cualificados, y tiene como beneficiario exclusivo, al empresario.
Hay que recuperar en esto como en todo, la senda de la trasparencia, allí donde se hubiera perdido. Y admitir que la puesta en pie de un modelo de desarrollo regional consistente, en este nuevo escenario de la Tercera revolución industrial y la apreciación de un mundo global y con nuevos parámetros de competitividad y bajo un marco irrenunciable, y exigente, de responsabilidad social, supone la incorporación de la solidaridad como premisa esencial al que debe acomodarse, pero desde la independencia creativa, la iniciativa privada.
Los tiempos han cambiado, aunque el ejemplo de personalidades como Ibrán y Adaro perdurará en lo esencial como modelo siempre adaptable.
Muchas gracias por su atención, y confío en haber aportado algunas ideas al debate.
Oviedo, 27 de septiembre de 2016
Notas
(1) Agustín Fernández Muñoz y Sánchez, primer duque de Riansares, título creado en 1844 por la reina Regente María Cristina en favor de su segundo marido, con el que se había casado en secreto en 1833 y con el que tuvo ocho hijos, había invertido como accionista en varias empresas de Langreo, lo que favoreció el que se diera la prioridad política -por la vía de créditos, y subvenciones del estado, apoyando la construcción de las vías férreas adecuadas- a la Cuenca del Nalón frente a la del Caudal. Esta línea de apoyo fue seguida por la reina Isabel II, su hijastra.
Fernando María Muñoz y de Borbón (1838-1910), II duque de Riánsares emparentó con la alta burguesía asturiana, Estuvo casado con Eladia Bernaldo de Quirós y González de Cienfuegos, hija del VII marqués de Campo Sagrado y de María Josefa Antonia González de Cienfuegos y Navia Osorio, hija por su parte de los condes de Marcel de Peñalba, señores de Allande.
(2) Aunque habrá sido glosado por otros conferenciantes y, en todo caso, está ampliamente reflejado tanto en la excelente biografía que realizó Ramón Mañana como en la brillante tesis doctoral de Germán Ojeda, de los que tomo referencias, en 1861 se había creado en París la sociedad Houilliere et Metallurgique des Asturies, teniendo por socios al banquero parisino Numa Guilhou y a Charles Louis Bertiere. Estos habían asumido una compañía al borde de la quiebra y adquirido también las minas de hulla del duque de Riansares y la mayoría de las acciones del Ferrocarril de Langreo. Cuando en 1868 la Houilliere entra en crisis -los vaivenes económicos eran constantes, porque variaban las condiciones de contorno de los negocios, por los avances tecnológicos y otros factores, con extraordinaria fluidez- fue subastada en París y, en 1870, la compañía fue adquirida nuevamente por Numa Guilhou, con todas sus concesiones y emprendimientos.
(3) Se ha especulado respecto a la entidad de este firmante con nombre propio tan poco común, asumiéndose que debería ser un hombre de paja del segundo duque de Riánsares, ya que en 1873 había fallecido el primer duque. Un Protasio García Bernardo, Teniente fiscal de la Audiencia de Santander con antigüedad 2 de enero de 1883 aparece citado en la Gaceta de Madrid del 1º de febrero de 1885, en concurso de traslado para la provisión de la misma plaza en la Audiencia de Valladolid, que obtendría Tomás de Zumalacárregui y Arrúe.
(4) Según información del IDEPA, la participación industrial al conjunto regional en estos últimos años sería de 3.300 Mill. euros. Soy incapaz, con la información disponible, de avanzar en valorar la coherencia de las cifras disponibles. Las tomo como órdenes de magnitud. Apunto también que, según datos de 2012, el empleo industrial representaba solo el 15% del empleo total, aunque superaba en poco el 20% de aportación al PIB regional. La caída en el empleo comparado con 1980 es impresionante. Entonces había 117.000 empleos industriales (datos de SADEI), que, en 2012, habrían bajado de 55.000. Según SADEI, en enero de 2013, había en Asturias 66.900 empresas, de las que 3.705 pertenecían al sector industrial y solo 122 tenían una plantilla de más de 50 trabajadores.
Leo detenidamente el texto de tu conferencia con retraso pero me parece un excelente trabajo de reflexión y aportación de ideas sobre la industria de la región, su pasado y, sobre todo, lo que cabe hacer para generar empleo y riqueza.
Lamento, que otros intervinientes te hayan “comido” buena parte del tiempo que te correspondía y hayas tenido que hacer un apurado resumen. Los asistentes nos lo hemos perdido. Ahora podemos leerla y espero que el colegio le dé la difusión que merece. Además, los que vivimos en Asturias sabemos cuál es el nivel general de las reflexiones y propuestas que se hacen en los seminarios que aquí se celebran y que hacen todavía más llamativo el valor y el interés que tiene tú trabajo.
Respecto a tu análisis sobre el sector industria estoy sustancialmente de acuerdo, aunque algunas ideas probablemente requerirían mayor extensión en su desarrollo. El efecto de la llamada globalización, la obligada internacionalización de los negocios que cada vez más significa tener que competir todos por todo en todas partes, los nuevos perfiles profesionales que la situación impone, la movilidad profesional, las estrategias ligadas a la internacionalización de cada actividad o producto, los ambientes o entornos que activan la necesaria innovación en la región…
Por eso da la impresión que habiendo iniciado un trabajo muy ambicioso el propio destino al que iba: una intervención corta para una jornada de homenaje a dos ilustres antecesores, te puso freno a un desarrollo más extenso de las ideas que planteas
Hola, Angel.
Déjate de decir que unos iban con madreñas y otros ponían los zuecos, porque gracias a los de las madreñas, los de los zuecos vivieron muy bien, muy tontamente bien, a mi parecer. Les madreñes son un símbolo que merecen un poema de alguien que sepa escribirlo.
De los personajes que tú elogias , no tengo nada que decir, así será. Pero a mi me parecía que Schultz había sido un elemento muy importante en el desarrollo industrial de Asturias. Igual que lo fue otro personaje del que no hablas que era belga y que no me acuerdo ahora como se apellidaba. Y sobre todo y en mi modesta opinión, el General Elorza, que fue un elemento muy importante en esa época, de la revolución industrial en Asturias.
Yo soy del PAS y veo a Asturias de otra manera, no desde el prisma de la burguesía, y no sigo. Estamos así, por culpa de ellos, según mi torpe opinión, y termino con una frase que escuché en relación a otro asunto : “En Asturias, morrió la vaca jodíose la leche.” Ellos se quitaron del medio, como hace siempre el capital, que va a donde le interesa.
Un abrazo/Un abrazu