Al socaire

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Asturias, el paisanaje

13 agosto, 2020 By amarias 2 comentarios

El reconocimiento de la gravedad de la situación asturiana, con un tejido industrial y una base de generación de actividad y empleo crudamente dañadas por la pérdida de los sectores básicos que propiciaron un falso éxtasis de bienestar, vuelca la atención en prácticamente todos los análisis sobre la “reinvención”, la “reconstrucción” o “el nuevo resurgir” de la región sobre su capital humano.
Este énfasis sobre la calidad de la población, en mi opinión, no deja de ser una carga trasladada a quien no tiene capacidad para resolver el problema. Equivale a la  típica frase de ánimo (no niego que bien intencionada) con la que intentamos estimular al enfermo de un mal grave, presuntamente incurable: “Animo, tú puedes”. O la medicina y la terapéutica acuden a la operación de salvamiento, o, si la enfermedad es  letal, solo se conseguirá agravar la tensión emocional sobre el paciente, culpabilizándolo de su desgracia.

Tiene Asturias un aceptable capital humano, sin duda, pero ese factor clásico de la función del trabajo, debe ser activado y canalizado en emprendimientos productivos. Si consideramos únicamente la actividad empresarial, no discuto la calidad de la formación técnica y, en general, la universitaria, de los egresados de las muchas ramas del saber que tienen enclave formativo en la región.

He escrito muchas veces -sin éxito, porque, sin duda, resolver la cuestión, no por necesaria, es sencilla- que tenemos una disparidad y densidad excesiva en centros de formación técnica. Todos ellos cuentan con profesionales cualificados, y exigencias formativas muy altas. El número de ingenieros de minas o industriales,  en las modalidades actuales de grado o máster, es, sin duda, excesivo para la capacidad de absorción de la región. En consecuencia, desde hace ya décadas, se están formando profesionales para que busquen su empleabilidad fuera de la región.

Sucede lo mismo en las facultades literarias, desde Derecho a Filosofía e incluso sicología. No es distinta la situación en Medicina y Enfermería. En todos los casos, quienes acaban su cualificación se ven forzados, en gran número, a marcharse de la región si quieren encontrar aplicabilidad a sus estudios. Eso sí, la buena fama de la mayoría de las carreras asturianas, muy exigentes, favorece la empleabilidad.

Creo que debería atenderse con máxima intensidad a apoya trabajos de investigación, tesis doctorales y trabajos fin de grado que tengan orientación preferente, ya que no exclusiva, al desarrollo regional. Y, en esa línea, habría de apoyarse, con subvenciones e impulsos públicos sin reticencia, a la formación de empresas en las que participen, como socios, jóvenes egresados, sus profesores, e inversores asturianos.

He enunciado en otras ocasiones que debería estimularse la creación de empresas en las que los aportadores de capital fueran jubilados con esa disponibilidad económica y los proyectos, construidos con ideas y patentes surgidos de las Universidades asturianas. Se trata de orientar la formación académica hacia la aplicabilidad regional. ¿De qué nos sirve saber que la densidad de abogados en Asturias es de las más altas de España, y que hay más ingenieros por metro cuadrado que en cualquier otro punto del mapa nacional?

En relación con la mano de obra cualificada de formación profesional, la situación es especialmente urgente. Tenemos ya pocos especialistas mineros, mantenedores de centrales térmicas, caldereros, operadores de laminación, instrumentistas, etc., jubilados la mayoría. Sucede lo mismo que, en otros sectores y regiones españolas, con los especialistas en mantenimiento de centrales nucleares, prospección profunda, expertos en resistencia de materiales o producción farmacéutica, entre otros campos, porque se han dejado caer o han cerrado las empresas matrices sostenedoras de la necesidad.

Animo, pues, a la revisión de la formación de grado medio, recuperando la vieja pero vigente teoría de las escuelas de formación profesional. No necesitamos tantos ingenieros de formación (en este estado de desarrollo) y sí más especialistas en máquinas herramientas, control numérico, robótica, telecomunicaciones, informática. Es decir, con aplicaciones trasversales a la mayor parte de las necesidades empresariales, cualesquiera que sea su rubro de actividad.

No concibo, y apelo a mi propia experiencia, que las pequeñas empresas, producto de iniciativas individuales, florezcan y triunfen sin apoyos públicos y privados. Puede que siete de cada diez mueran, en intentos fallidos. Pero la formación de quienes las emprendieron servirá para otros emprendimientos y la experiencia adquirida no tiene desperdicio. No creamos que los catalanes y vascos -por poner un ejemplo- son más listos ni más emprendedores que los asturianos. Quiá. Les apoya el entramado generado en estas regiones, de apoyos públicos sin rubor, de fronteras de nacionalismos embutidos a la gente desde las escuelas. Aunque el tamaño de estas regiones es superior al de Asturias, la falta de conciencia regional aquí pesa como un lastre. Cada vez que veo en un comercio, por ejemplo, que Lentejas la Asturiana, proviene de Canadá o Estados Unidos, me pregunto si basta creer que la faba asturiana es la mejor del mundo, cuando nuestros fértiles valles están perdiéndose, faltos de cuidado, sin remedio.

Hay que generar empleo con urgencia, porque los subsidios que se reciben en la región por la vía de las jubilaciones, se perderán a corto plazo, al fallecer sus detentadores. Y hay bolsas tremendas de posible actividad, que se deben cubrir: recuperación de edificios históricos, abandonados en la desidia de la ausencia de mantenimiento, bosques sin aprovechamiento cabal, pasto periódico de incendios provocados o no, antiguos campos de labor ahora sin otro destino que las zarzas. Solo la eliminación de esos miles de ruinas que pueblan nuestra geografía regional, o la recuperación de estos centenares de edificios en lugares nobles de nuestros pueblos, que se caen a pedazos, ya generaría muchos puestos de trabajo. ¿Quién lo ha de pagar? Desde luego, el propietario; y si no lo hace, la administración pública, previo expediente.

Tenemos que convencernos que Asturias, el Paraíso Natural de nuestros cuentos, tiene, como lo imaginamos desde los sueños de grandeza regional, los días perdidos.

Caminamos hacia una región con poco más de seiscientos mil habitantes, quizá como deseable lugar de residencia para eficientes y dichosos propietarios de un puesto decente de teletrabajo. Pero no lograremos la recuperación de un tejido industrial suficiente para mantener la actual población y el nivel de bienestar de que disfrutamos, solo mirando con avidez hacia el turismo.

Se me objetará que podía ser más optimista. Tal vez. Aunque para alimentar el optimismo, desde hace ya décadas, se bastan los centenares de acomodados estudiosos y expertos que, desde sus atalayas, animan a cambiar el “paradigma regional”.

Y juro que no tengo ni idea de lo que eso significa.

Publicado en: Actualidad, Asturias Etiquetado como: Asturias, desarrollo regional, Formación Profesional, industria, Universidad

Cultura de ofensa

30 noviembre, 2018 By amarias 4 comentarios

Pertenezco a una generación de españoles que tuvimos  que examinarnos de Historia Sagrada y Formación del Espíritu Nacional. Estudiamos Filosofía y Latín (habiendo elegido la rama de Ciencias) y hubo que superar un examen de  ingreso y dos reválidas, asi como dos cursos selectivos en una Escuela técnica Superior, a la que fuimos con traje y corbata y en donde nos pasaban lista. Al entrar el profesor nos poníamos en pie y lo tratábamos de Usted y por su nombre de pila, precedido de Don o Doña.

Pasaron muchos años hasta que hubo televisión en casa, se superaron los cortes casi diarios de agua y luz o  la cocina dejó de ser de carbón, el sereno guardaba la llave del portal y el cartero hacia sonar su silbato tantas veces como fuera la altura del piso donde residía el destinatario de la carta.

Casi todos los días de la semana -domingos incluidos-eran distintos, por razones impredecibles.

Si, hice la Milicia Universitaria, juré bandera y tuve mis prácticas como alférez en Palma de Mallorca, en donde enseñé inglés (y a manejar el Mauser y el Cetme, de paso) a reclutas de varias regiones españoles; sobre todo, catalanes e isleños de las Baleares, entre los que hice algunos amigos que conservo.

Crecí y consumí la juventud en una dictadura y, aunque luego me enteré que nos faltaban muchas libertades, no las eché de menos. No tenía mucho tiempo para elucubrar sobre mundos mejores ni información para valorarlos.

Fue hacia 1968 cuando descubrimos que en otros países de Europa gozaban de ciertas ventajas, que tardamos en clasificar entre importantes, falsas o, simplemente, circunstanciales.

Si, estuve en manifestaciones callejeras, evité enfrentamientos con los “grises “, organicé asambleas, participé en la creación de un sindicato de profesores, fui presidente de una Asociación universitaria, leí a Mao, Marx, Bakunin o Gramsci, …, hasta hartarme de rojerío. Ah, y tengo una Biblia en la mesita, entre otras decenas de libros aptos para la duermevela.

¿A qué viene todo esto (y más que podría contar)? Pues para dejar manifiesto que he sido conformado, a trancas y barrancas, en la Cultura del respeto a las creencias y devociones de los demás. De tanto ajetreo, incluidos decenas de viajes fuera del país y un sexenio en Alemania, me quedó un poso de escepticismo acerca de los maximalismos, las soluciones mágicas y las creencias intangibles.

Cuando percibo que lo que ahora se pretende apoyar como forma de estar saludable y contagiosa es la Cultura de la ofensa, de la descalificación sin fundamento, de la protesta sin razones, me siento desplazado. Suelto.

No, no me ofende exactamente (no sería la palabra adecuada) que un cómico oficial se suene de mentirijillas sus mocos en la bandera que representa a mi Patria; no me enzarzaré a puñetazos con energúmenos que creen hacerlo bien pitando el himno de España o a su Jefe de Estado, antes de un partido de fútbol o al comienzo de un acto oficial. No sacaré mi rabia a pasear por advertir cómo independentistas de salón insultan a los que no piensan como ellos, ni mesaré mis cabellos en trance bíblico cuando percibo que nuestros representantes políticos se dedican a insultarse en lugar de reflexionar seriamente acerca de cómo generar empleo y riqueza.

No me ofende, porque me he instalado en la Cultura de la Defensa. De los valores, de la tradición, de la Patria, de la solidaridad, del empleo, de la creatividad, de la investigación, del respeto.

Si, también de las instituciones, de la Jefatura del Estado, de las gentes que proyectan imagen positiva, moderna y eficaz de España. Si, también de Fuerzas Armadas concienciadas y bien pertrechadas, de la Universidad eficiente y abierta, de la empresa dirigida por ejecutivos concienciados con el valor social, ambiental y económico, de los emprendimientos.

En el fondo, lo que hago es ponerme del lado de lo valioso que tenemos. Desconfío de los que nos jalean para que lo destruyamos o quieren avergonzarnos despreciando y tratando de destruir lo que  merece la pena defender, porque forma parte de nuestra naturaleza, de lo que somos.

De esa forma, me justifico a mi mismo, me realizo en la coherencia de lo que quiero mantener como propio, junto a los que amo y respeto.

 

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De faroles, oscuridades y fantasmas

12 septiembre, 2018 By amarias Deja un comentario

La Doctora -en el sentido de licenciada en Medicina- Carmen Montón ha dimitido ayer, 11 de septiembre de 2018, de su cargo de Ministra de Sanidad, en el que, según el líder de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, “estaba haciéndolo bien, ya que había recuperado la asistencia sanitaria universal”. (1)

Tenemos muchos temas sustanciales por resolver en este país -los dos más importantes son, ya no sé porqué orden, la cuestión de la generación de empleo de calidad y la cuestión del separatismo catalán-, pero el personal tiene cuestiones intrascendentes con las que distraerse, y los políticos disfrutan alimentando esos temas inanes, como fórmula para no abordar lo sustancial y, abotargando las opiniones, consumir el tiempo de juego tanteando el balón en medio campo. (Ya que el equipo español, que ahora entrena el asturiano Luis Enrique, ha cosechado dos triunfos inesperados en sus enfrentamientos internacionales, utilizo términos de ese argot, indicando de paso, que el fútbol es uno de los placebos más socorridos, y que la temprana eliminación del equipo nacional de la Copa del Mundo ha supuesto un jarro de agua fría sicológica sobre los primeros cien días del gobierno de Sánchez)

Una de las cuestiones intrascendentes que ocupa hasta la exasperación el doctrinario mediático, es el traslado de los restos del otrora Generalísimo y Caudillo de España por la G. de Dios, Francisco Franco, hoy denostado dictador y despreciado guerrero, desde su auto erigido mausoleo en el Valle de los Caídos. Una mega obra, visible para todos los que salen de Madrid hacia el norte como un permanente testimonio de que hubo una guerra civil que ganaron los de derechas, o sea, los buenos y que el jefe de Estado que implantó, entre otras cosas, el sindicato vertical,  en su visión partidaria y megalómana, pretendió convertir en un monumento a la reconciliación nacional.

Aunque la cuestión es bien conocida, no está de más repetir aquí que en ese cementerio forzado, junto a Franco y José Antonio (Primo de Ribera, cofundador de la Falange) hay miles de cuerpos de republicanos, -anónimos o identificados como fallecidos en juicios sumarísimos, represaliados en la postguerra, y prisioneros que sufrieron en la construcción del monumento la expiación por muerte en accidente-. No están solos, pues también se enterraron, algunos igualmente sin identificar o sin hacerlo correctamente, miles de cuerpos de aquellos fallecidos en la contienda incivil,  que estaban defendiendo, ya por convicción o porque les tocó en suerte ser reclutados en territorio dominado por los rebeldes, el Alzamiento contra la República.

La decisión expresada por el presidente Sánchez de mover los restos de la momia franquista (es momia, pues fue embalsamado, según consta) a otro lugar, y hacer del lugar un centro de meditación por la memoria de la guerra que significó la consolidación de la separación de las dos Españas, unido a la intención expresa de generar un documento sobre la verdad de esa lucha fratricida, es un ejemplo reciente de la incomodidad que supone mover la mierda, lo que, como es bien sabido, genera mal olor y fuerte repugnancia, indiferentemente, a espíritus delicados y a los que no lo son tanto. Estoy de acuerdo con Francisco Maruenda (sin que sirva de precedente) en que hay mucho escrito sobre esa batalla gigante de destrucción nacional, para todos los gustos, y que cualquiera puede documentarse como le venga en gana en los miles de libros publicados.

El otro tema de distracción es el de los máster, ya sean de Pablo Casado, de Cristina Cifuentes, o incluso de la tesis doctoral de Pedro Sánchez (aunque ésta parece que sí, que existe y que, además, sirvió de base a un libro con coautor que se puede adquirir aún en las librerías) . Supongo que hasta el ministro Pedro Duque sabe ya que la Universidad necesita una urgente  y profunda reforma, lo que no tiene nada que ver con el prestigio de los títulos. Las carreras que se pueden cursar en España han crecido de forma desmesurada, a razón de la obsesión de las autonomías y los departamentos universitarios por engordar sus nóminas, y han disminuido, paralelamente, el prestigio de muchos centros docentes y, claro, de sus titulaciones. No de todos, me apresuro a puntualizar.

Que haya alumnos que hayan obtenido sus títulos con menor esfuerzo que otros compañeros, no es lo habitual, pero sospecho que siempre ha sido así. No rebaja el nivel del título el que algún enchufado lo consiga por la puerta de atrás, sino que -en mi lectura- lo que revela que algunos con acción de poder sobre los docentes lo obtengan sin el mismo curro, es que ese título da prestigio.

Lo miserable es que existan profesores que se dobleguen ante demostraciones del poder o concesión de privilegios a ellos mismos, otorgando titulaciones y firmando aptos y hasta sobresalientes a quienes no han cursado las enseñanzas a cuyo control estaban obligados. Las defensas de quienes obtuvieron, a todas luces, por sus cortas explicaciones, sin merecerlo, esos títulos, mueve a lástima; por ellos mismos, por su estúpida obsesión por adornarse con plumas falsas; y levanta la indignación contra sus mentores, sus protectores, aquellos que fueron los cómplices necesarios para que salieran con el penacho en la cabeza, con los laureles que no merecían.

Pero el mérito de los que cursaron, -seguramente, además, con altísimas exigencias -esos mismos máster o esas carreras, sin ayudas de nadie más que las de su saber y entender y la eventual coincidencia con un azar generalmente nada propicio, debe quedar incólume. Ellos han contribuido al prestigio del título que otros han querido obtener sin sudar la camiseta.


(1) Me parece muy bien, aunque lo que hay que conseguir es que esa asistencia médica universal no se siga deteriorando. Quienes tenemos, por desgracia, que acudir con regularidad a ese servicio, hemos visto cómo ha venido perdiendo calidad, y de forma acelerada, en estos últimos años: no se han renovado plazas de personal, se han perdido facultativos experimentados (que se han jubilado, muchos de ellos, de forma forzosa, después de alargar irregularmente su contratación, superada ampliamente la edad), no ha habido tiempo para forma a sustitutos, existen excesivas pruebas -muchas, innecesarias, lo que colapsa los servicios auxiliares- debido a la disminución del “buen ojo clínico” y, sobre todo, al temor que tiene el personal sanitario a ser acusado de negligencia o no haber cubierto todas las opciones.

Y aún más: ¿se puede creer que la cobertura farmacéutica de la Seguridad Social no sea general en España? Ver para creer: en Cataluña no se dispensa a los titulares de tarjeta sanitaria de las autonomías de Madrid o Andalucía “porque no se han firmado los acuerdos”. Eso lo viví personalmente; me temo que en el País Vasco será parecido.


La foto es de una de las aves más atractivas y, por ello, fotografiadas con mayor frecuencia, allí donde se hallan. En España hay varias colonias de flamencos (Doña y el Delta del Ebro, las más conocidas; esta segunda, sedentaria desde hace unos años).

 

 

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Hércules y la reforma de la Universidad

4 julio, 2018 By amarias Deja un comentario

Mi admirable colega Pedro Duque (Ministro de Ciencia, Innovación y Universidades) se ha propuesto reformar la manera de hacer Investigación en España, elevar el nivel de la formación universitaria y, en suma, impulsar el país hacia las estrellas and beyond.

No lo tiene fácil, porque: a) en España nada es sencillo, dada la especialidad de muchos en poner palos a las ruedas y b) el Ministro astronauta viene de la estratosfera formativa y, aunque se esfuerce en aprenderlos, ni conoce ni le dará tiempo a desentrañar los entresijos educativos de nuestro país, en el que llevamos muchos años de desmantelamiento sistemático de la enseñanza de calidad.

En su visita a la Universidad de Salamanca (el 21 de junio de 2018) ha reconocido que, de entre los muchos temas que se le ocurre renovar, de momento, “solo puede mantener las expectativas”, por ejemplo, de duplicar el gasto en investigación y desarrollo. Tampoco pudo anunciar, aunque hubiera querido, un Pacto de Estado por la Ciencia, que, por supuesto, aplicaría criterios de excelencia, porque para ello se necesitarían recursos que no tiene su Ministerio, que está -lo apunto yo- “a la cuarta pregunta”.

El discurso de réplica del rector, ese día viajero, puso de relieve que la USAL (Universidad de Salamanca, para los amigos) es un ejemplo a seguir. Sus elogios a la institución, decana de los centros de docencia de las élites académicas hispanas, “Universidad literaria” que no presta lo que natura no da, fueron rayanos en lo apologético.

Doy por seguro que cuando el buen Duque vaya de visita a otras Universidades se encontrará con los mismos o parecidos cantos de autosatisfacción, con el riesgo claro de que se deje confundir por lo deseos sin penetrar en los abismos de la realidad.

Para reformar la Universidad hay que meterse muy hondo, con escafandra para aguantar fuertes presiones y con el machete imprescindible para liberarse de las algas correosas que cercan cualquier intento de avanzar entre las matas de posidonia complaciente y endogamia aberrante.

Para conseguir calidad de verdad, habrá que revisar las competencias del profesorado, romper clanes claustrales, borrar asignaturas sin sentido, desmadejar carreras sin profundidad, poner en solfa títulos sin valor de mercado. Hay que volver seguramente a tiempos anteriores a Bolonia, no tener pavor a incorporar profesorado no titular y sí experimentado para que imparta otras visiones, y en fin, recuperar la ordenación universitaria como algo propio del Estado central, de las competencias que nos afectan a todos, y no dependiente de los caprichos, veleidades y desinformación de las autonomías y sus intereses por el yo más y no importa lo que cueste.

Para conseguir que la Universidad se relacione de tú a tú con las empresas (y no solo con los grandes grupos empresariales), hay que revisar los acuerdos de colaboración, el destino que se haga de las dotaciones, y evaluar con serenidad e independencia la realidad de lo conseguido y su aplicación práctica.

Para conseguir una Universidad eficiente hay que eliminar la presión del (mal) alumnado sobre los títulos, elevar sin miedo los niveles de exigencia, proteger a los profesores eficaces y serios y aparcar a los adormecidos e indolentes, y, por supuesto, defender a los alumnos que desean ser formados en calidad y no ser aprobados por conmiseración, atendiendo, por medida de resultados, a la empleabilidad de los egresados y al éxito de sus trayectorias curriculares posteriores.

Pedro Duque sabe lo que hay que hacer, pero quizá ignora que no le van a dejar hacerlo. Hay demasiados intereses en juego.

Y, por cierto, debería ponerse de acuerdo con la Ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, que también tiene las ideas muy claras y que igualmente quiere lograr la excelencia, e incluso que los alumnos aprendan inglés (¿por qué no chino?). Como quiere impulsar la formación dual (que llevamos teóricamente empujando en este país de conceptos desde hace varios años sin que se noten los efectos), tendrá que dialogar, y mucho, con las empresas y con los profesores, y realizar en conjunto el cuadro de lo necesario antes de lanzarse por lo vistoso. Tarea de titanes.

Por cierto que la Ministra Celaá ha reconocido que en estos días de intensa actividad del nuevo Gobierno han trabajado sin descanso (lo que me creo a pies juntillas) y que, contrariamente a lo que la gente cree, ya tienen un programa de Gobierno completo. Sería, en mi opinión, conveniente que lo divulguen.

Y repito, sin ánimo de disculparme: el mío es fuego amigo, y disparo, por tanto, con cartuchos de salva.


Esta foto corresponde a un escarabajo pelotero (onthophagus taurus), al que rescaté de una piscina en la que se había deslizado la noche anterior. La instantánea es de mala definición, (está tomada con un móvil y baja luminosidad) pero creo que se trata de una hembra. Mi débil convicción proviene de que no le distingo los cuernos con los que defienden los machos su deseo sexual. Claro que lambién puede tratarse de un macho que haya nacido sin ellos o los haya perdido, traicionando así el nombre específico que le han puesto los naturalistas: más que toro, coleóptero mocho, novillo de boñigas.

 

Publicado en: Economía, Política, Sociedad Etiquetado como: Celaá, coleóptero, escarabajo pelotero, formación dual, Ministerio de Formación Profesional, Ministerio de Innovación, Pedro Duque, reforma, Universidad

Máster a comanda

17 abril, 2018 By amarias 2 comentarios

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, otrora admirada -en círculos incluso extraños a su partido- por su talante resolutivo y su capacidad de mangonear a diestro y siniestro, ostenta en su amplio currículum un título que la prestigiosa Universidad Rey Juan Carlos le otorgó con amplias facilidades, y que el indomable y sagaz ánimo inquisitorial de Ignacio Escolar jr. y su equipo han dejado al descubierto.

El máster en Derecho Público de Cifuentes, de la que tiene el título oficial correspondiente, fue obtenido en circunstancias extraordinarias. Y lo que es más extraordinario, para arropar lo irregular de tales circunstancias, un equipo de diligentes funcionarios, se han dedicado a cubrir con sus burdas hilaturas, emponzoñando el caso hasta enmerdarlo sin solución, y siguiendo instrucción de quién sabe quién y por qué, los huecos procedimentales del singular íter académico.

En resumen: el máster iba desnudo. Se pagaron, sí,  las tasas, y no seré yo quien dude que con dineros del mismo bolsillo de la Presidenta, pero no hubo asistencia a las clases y, al parecer, ni fue necesaria la comparecencia para los exámenes reglados, ni aparece el reglamentario trabajo de fin de título, que debiera cerrar con broche de oro o plata los desvelos del aprendizaje.

La Presidenta defiende su honradez, en una carta dirigida al rector de la URJC, el ingeniero naval Javier Ramos,  con argumentos de gran peso: hizo lo que se le pidió, y si se le hubiera pedido más, no hubiera cursado un máster que no añade nada a su currículum. Es licenciada en Derecho, tienen otro Máster equivalente y ostenta una experiencia profesional que ya quisieran otros. Así que devuelve la titulación, y aquí paz y después gloria, porque no está dispuesta a dimitir, como lo pide la desleal oposición, de su posición como Presidenta de la Comunidad.

Me duele el caso, que viene a perjudicar a la Universidad española, además de especialmente a la URJC, concediendo pábulo a la especie tan querida por quienes carecen de títulos académicos o los tienen de medio pelo, de que el saber se regala a quien tiene dinero y que los méritos son adornos de los que poseen medios para emplumarse con ellos. Como titulado doble que soy, como profesor que fui, como estudiante en varias Universidades en las que cursé decenas de asignaturas por el placer de aprender, y defensor a ultranza de la importancia de conocer, y conocerlo bien, me parece deplorable que se esté utilizando el caso para despreciar a la Academia, y aprovechar que este río suena para ver que toda el agua está viciada.

No es así, ni es momento para dejar al descubierto las miserias de la Universidad, que son muchas, pero de otro percal. Si a Cifuentes le han regalado el título, le doy la razón: la culpa no es suya, sino del dadivoso. No hagamos más daño, apuntando al que recibió la prebenda, y sí analicemos con rigor quiénes y por qué andan usando el sello prestigioso de la autoridad del saber oficial para favorecer a unos y poner muy alto el listón a los demás, que somos mayoría.

No creo, en resumen, que deba dimitir Cifuentes, aunque sí deberían dimitir, por vergüenza, quienes se ofrecen a cambiar las normas para favorecer a algunos, con su nepotismo servil, dándoles más plumas con la que pavonearse delante de los demás, pobres diablos, que tenemos que sudar la camiseta para avanzar cada peldaño.

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Este bello pájaro es un moscón europeo (remiz pendulinus) macho, sorprendido a orillas del Guadalquivir, en Sevilla. Un dichoso polígamo que fabrica un nido en forma de bolsa plumosa, colgando de una rama fina de sauces o álamos, principalmente. Le delata, más que su pico puntiagudo de insectívoro (también le gustan las arañas), el antifaz oscuro (no negro), más ancho en el macho que en la hembra. .

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La influencia de la iniciativa privada en el desarrollo de Asturias

6 octubre, 2016 By amarias 2 comentarios

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Organizado por la Real Academia de Ingeniería de España, el día 27 de septiembre de 2016 tuvo lugar en Oviedo, en el Salón Covadonga del Hotel de la Reconquista, un HOMENAJE A LOS INGENIEROS DE MINAS LUIS ADARO Y MAGRO Y JERONIMO IBRAN Y MULA, que desarrollaron su actividad profesional en la región en la segunda mitad del siglo XIX y primera década del XX.

Fui invitado a intervenir en el segundo de los Paneles, que respondía al propósito de analizar la: “Situación actual y posibilidades de futuro: qué pueden hacer la ingeniería, la minería y la industria para el crecimiento económico”.

Titulé a mi ponencia: “La influencia de la iniciativa privada en el desarrollo de Asturias”, y este fue el texto que preparé para la ocasión.

A la entrada de la catedral de Oviedo, según cuenta en su libro Northern Spain -publicado en 1897-, el etnógrafo y taxónomo alemán Hans Gadow, que había realizado un detallado viaje por el norte de España durante los dos años anteriores, figuraba el letrero: “Se prohíbe entrar con madreñas”.

Las fotografías de la época no muestran, desde luego, a los pragmáticos ovetenses utilizando zuecos para andar cómodamente por las embarradas calles, por lo que la advertencia a los visitantes del lugar de culto iría destinada a aquellos pocos que, posiblemente, irían directamente del trabajo del campo a la devoción.

Pero la imagen me sirve como metáfora para ilustrar la dicotomía entre progreso y resistencia, entre crecimiento industrial frente a los principios de tradición, costumbre, comodidad e independencia que siguen siendo, en mi opinión, una característica de la ciudadanía de Asturias, y que la entiendo vinculada a la tierra más que a la persona, porque actúa como un elemento de contagio tanto para los nacidos aquí como para los venidos de fuera.

Esta combinación hace a Asturias especialmente atractiva al tiempo que, actuando como una tenaza, la dificulta para lanzarse hacia el riesgo y la aventura de incorporar lo ajeno en beneficio de lo propio.

La iniciativa privada en Asturias se ha movido históricamente, salvo escasas excepciones, en un marco de subsidiaridad respecto a los emprendimientos de Gobierno, ya fueran promovidos directamente desde la Jefatura del Estado y su entorno, como desde las empresas públicas.

Desde la llamada primera revolución industrial esta situación consolidada ha generado una macrocefalia de la que le es imposible desprenderse ni curarse, pues también le ha reportado importantes beneficios colectivos y está en la esencia de su actual fisonomía como región única en el contexto industrial y sociológico español.

Dos momentos industriales diferentes. Dos personalidades irrepetibles

Es interesante comparar la situación industrial en Asturias en la segunda mitad del siglo XIX con el esquema de producción y perspectivas actuales de crecimiento que tiene la región. Servirá, por una parte, como contribución al homenaje a dos ilustres ingenieros de minas que ejercieron su actividad profesional en Asturias  en prometedoras, aunque difíciles circunstancias. Por otra, me resulta de imprescindible apoyo para destacar las sustanciales diferencias en las estructuras económica y social del Principado entre dos épocas separadas siglo y medio y, sobre todo, para poner de relieve las especiales características de las tecnologías dominantes en la actualidad, atendiendo a su naturaleza, y a sus formas de origen, control y difusión del momento presente.

Ibrán y Adaro fueron dos personajes excepcionales que actuaron de catalizadores de una oportunidad que estaba latente, desperdiciada. Como algunos otros pocos elegidos tenían una capacidad especial para poner en práctica lo que sabían, aprender rápidamente la utilidad de lo que aún ignoraban para poder aplicarlo, y tenían el empeño necesario para sacar adelante sus propósitos contra toda dificultad.

No eran genios, eran ingenieros. Modelo, por tanto, de lo que debe ser, hoy también, como siempre, un ingenioso, un creativo con los pies en el suelo. La combinación idónea de emprendedor y gestor.

Nacidos ambos fuera de Asturias, en gran medida autodidactas, imaginativos y tenaces, poseían también una sensibilidad social que contrastaba con la tendencia dominante de los poseedores del capital a menospreciar al obrero, al que consideran un mero instrumento de la producción. Esto no les impedía, desde luego ser conscientes de la necesidad de apoyar con inteligencia y tacto a quienes detentaban el poder económico y político, de los que fueron empleados eficaces.

Resalto en ambos su carácter estudioso y su curiosidad. Como empresarios, estaban atentos a los desarrollos ajenos para incorporarlos a las empresas de las que fueron responsables. No es que, realmente, les interesara todo: su curiosidad no era universal, aunque sí muy amplia. Se focalizaban a lo que tenía aplicación práctica, no solo inmediata, sino en el medio plazo, a la mejora del rendimiento de las empresas de las que eran responsables. Tomaban decisiones arriesgadas, aunque técnicamente solventes, para mejorar los márgenes económicos.

Volvamos a la realidad actual. Por las circunstancias esencialmente distintas de la región, en un mundo globalizado y con otras exigencias y sensibilidades, me expongo hoy a afirmar que, fuera de admirar ese talante en nuestros homenajeados, la copia ciega del modelo resultaría, sino imposible, inútil. Otras son las necesidades de la población, la cultura; distinta la forma de valorar la rentabilidad e interés de los recursos, más dura y general la competencia.

Pero, sobre toda consideración, lo que me parece fundamental es que sectores crecientes de la sociedad están reconociendo que el mejor recurso del que puede disponer es la formación y creatividad individual y que es imprescindible para dinamizar ese recurso, llevar la ilusión, la competencia, el estímulo a todos los agentes.

Reconozcamos que la época en que vivieron Ibrán y Adaro, fue muy interesante, pero tampoco resultaba fácil. A ambos, su intensa dedicación, su compromiso personal, su visión adelantada, acabó pasándoles factura física y no dejó de proporcionarles algunos serios desengaños.

La semilla, sin embargo, quedó sembrada. Los hijos -al menos, una parte de ellos- continuarían en el empeño de explotar nuevas actividades, en beneficio tanto de la familia como, sobre todo, de la región. Porque quiero enfatizar algo que se ha puesto aparentemente de moda: eran verdaderos emprendedores sociales, enfocaban sus emprendimientos, por encima del enriquecimiento personal, hacia el beneficio colectivo. Las vicisitudes de los distintos miembros de la saga merecerían también un análisis especifico.

Recordemos, con unos breves apuntes biográficos, que la presencia física en Asturias de Ibrán y Adaro aparece y se extingue prácticamente de forma simultánea. Es su huella la que perdura y se engrandece con el tiempo.

Luis Adaro y Magro, nacido en 1849, mantuvo su actividad profesional en Asturias hasta 1909, en que, después de la quiebra de su proyecto más singular, la entidad de Promoción Crédito Industrial Gijonés, dimite de la dirección de Duro Felguera y se reintegra a Madrid como funcionario, siendo nombrado para el importante cargo de Presidente de la Comisión Nacional que se encargaría de completar el mapa geológico de España.

La trayectoria profesional de Ibrán es más opaca, aunque aparece vinculada a las actividades económicas del duque de Riánsares (1) y al banquero Numa Guilhou (2) y principalmente circunscrita al desarrollo de la comarca del Nalón (Langreo).

Los ingenieros de la época eran funcionarios, servidores del Estado. Solo unos pocos pedían la excedencia, pasando a la categoría de supernumerarios, para dedicarse a actividades privadas. En ese caso, las características del trabajo del ingeniero del siglo XIX, que había decidido suspender la posición que le correspondía por escalafón, para convertirse en ordenado y fiel gestor al servicio del capital, o entregarse a sacar adelante sus propios emprendimientos, manteniendo en ambos casos la independencia de actuación que surgía de sus especiales conocimientos técnicos, están manifiestas en la vida de Ibrán en momentos cruciales.

En 1897, Ibrán tenía 55 años. Había superado ampliamente la media de vida de los españoles, que era de sólo 38 años. Ese año, dejó la Fábrica de Mieres, empresa cuya escritura de constitución ante Notario había revalidado con su firma el 23 de marzo de 1879, junto a los propietarios Numa Guilhou (hijo) y Protasio García Bernardo (3), en calidad de director de la misma. Llevaba trabajando desde 1.873 con Numa Guilhou padre, que le había encomendado la renovación de las instalaciones y la organización de nuevos talleres. Jerónimo Ibrán había cumplido el encargo con dedicación, pero, además, puso especial interés en mejorar la formación de los trabajadores y sus condiciones laborales, mecanizando los procesos allí donde era factible.

España era un pueblo en crisis política e institucional, a punto de perder Cuba y Filipinas.  Tenía una población de 19 millones de personas de las que casi el 40% no sabían leer ni escribir. Los ingenieros eran una clase profesional y social muy especial. En 1913, por la Memoria que presenta Gámir en el homenaje póstumo a Ibrán, nos enteramos que en España había solo 254 ingenieros de minas. Las promociones en la escuela de Madrid, eran de 10 a 20 miembros, e incluso algún año no había egresado ningún alumno. No pensemos solo en la dificultad de las enseñanzas (cuyos contenidos nos harían sonreír hoy día), sino en las exigencias para el acceso al cuerpo, porque se trataba, ante todo, de proveer funcionarios para el Estado y ajustarse a los presupuestos y a otros intereses menos claros.

En ese año de 1897 Ibrán pareció desprenderse de previas ataduras. Incorporado a Duro Felguera, como consejero con Luis Adaro, manifestó una gran actividad diversificadora, tratando de aprovechar oportunidades de mercado ajenas a la minería. Creó azucarera de Lieres, en 1898, cuando el azúcar proveniente de Cuba dejó de llegar a España, e intensificó relaciones con otras familias foráneas inversoras, como los Tartiere y los Masaveu. Fallecería el 21 de marzo de 1910 en Oviedo.

Una visión retrospectiva: el precedente

Nuestros homenajeados tienen un predecesor también eminente en la figura de Guillermo Schultz. Este geólogo y minero alemán no estará ya en Asturias cuando aparecen ambos en la escena regional, pues se había ido en 1854, iniciada la puesta en marcha la Escuela de capataces de Mieres, que había identificado como clave para el desarrollo de la región. Se había retirado a Aranjuez, en donde fallecería el 1 de agosto de 1877, a los 72 años. Fuertes intereses políticos inconciliables y la tensión entre las burguesías de Gijón y Oviedo, habrían provocado la decepción de Schultz, que había visto que sus propósitos se convirtieron en irrealizables.

Cito el antecedente de Schultz, porque opino que sirve para resaltar la idea de continuidad en los propósitos, aunque hayan aparecido como fallidos. El desarrollo industrial no se improvisa, porque es, sobre todo, obra de persistencia, de objetivos a medio y largo plazo, y hacen falta actores para ese camino, que pueden convertirse, también, en sus víctimas. En la tumba de Shultz, siguiendo sus indicaciones, se puso un epitafio que refleja bien a qué conduce tanto esfuerzo en ocasiones: “Murió pobre, pero sin deudas”. En su testamento, en donde declaraba carecer de antecedentes y descendentes, manifestaba haber fijado su objetivo vital en “buscar el bien público, servir a los amigos y conocidos y socorrer a los necesitados”. Un ideal propio para un monje.

Schultz se había incorporado de forma natural a la línea argumental de Jovellanos y otros ilustrados, asumiendo una concepción pragmática respecto a lo que correspondía hacer en Asturias. Porque la región aparecía, al iniciarse la segunda mitad del siglo XIX, con un importante porvenir industrial. Tenía carbón y hierro, con numerosos afloramientos detectados, aunque carecía de infraestructuras para dar salida al material. Los mimbres estaban allí, para quien tuviera la capacidad de verlos.

A Schultz le parecía que lo más urgente era crear una estructura ferroviaria que conectara Mieres con el puerto de Avilés, para reducir costes de transporte (se hacía a hombros de porteadores y en carros tirados por acémilas) y favorecer la exportación del carbón hacia Inglaterra, que era el mercado predominante. Habría que estar preparados para la salida de los materiales hacia el interior de España, si se producía la previsible activación propia. Un ramal secundario enlazaría, además, las cuencas carboníferas centrales (Riosa, Llanera -Santo Firme, Ferroñes-, etc.) para conducir el material a Avilés o Luanco (puerto éste que se estimaba más conveniente, por estar más protegido que el primero). En fin, según las ubicaciones de las minas, la infraestructura ferroviaria enlazaría con el ferrocarril de Langreo-Gijón.

Esta visión integradora de los focos de producción asturianos, tropezó con las rivalidades de la burguesía regional y, sobre todo, con la visión egoísta de los capitales que habrían de involucrarse en las explotaciones mineras, que sería la base por la que se apoyó con subvenciones el ramal Langreo-Gijón, que era lo que beneficiaba a Riansares y a sus socios, aislando a Mieres y, por elevación, a Asturias.

Asturias estaba, ignorantes de ello sus habitantes, en venta. Sus factores naturales permitían prever que, si se movilizaban los capitales necesarios, los emprendimientos tendrían éxito asegurado. Había financieros e inversores extranjeros que estaban dispuestos a explotar las cesiones de los recursos mineros, que se concedían arbitrariamente desde el Estado, para el que primaba, no precisamente el interés público, sino los de las personas próximas al gobierno y a la misma familia real.

La movilización de capitales en torno a los recursos de Asturias fue relativamente importante. A mediados de 1830 se creó en Arnao la Real Compañía Española de Minas de Carbón, la primera gran empresa con apariencia asturiana, aunque, en realidad, estaba impulsada por empresarios belgas y capitalistas  vinculados al Gobierno, (Joaquín María Ferrer, Presidente de las Cortes y senador vitalicio y Felipe Riera Rosés, marqués de Casa Riera desde 1834). Se esperaba explotar el carbón de Arnao para fabricar armamento con destino a la Marina pero la materia prima resultó inadecuada. La compañía no consiguió la esperada rentabilidad hasta que Jules Hauzeur, ingeniero belga sobrino del propietario principal, la transformó en un establecimiento metalúrgico para fabricar zinc, explotando la calamina de Santander y la blenda guipuzcoana. El puerto de Avilés quedó al servicio de esta compañía. (Para obtener detalles de esta historia, imprescindible el libro de Germán Ojeda, que investigó, entre otras fuentes, en los archivos de Duro Felguera)

La rivalidad empresarial de Adaro e Ibrán converge en su visión social y la voluntad de entregarse a la mejora del saber hacer

Jerónimo Ibrán y Luis Adaro llegaron a Asturias poco después de terminar su carrera, y sus trayectorias tendrían, muy pronto, el trasfondo de una estimulante rivalidad profesional. Se llevaban solo siete años y el primero había sido profesor de Metalurgia del segundo, en la Escuela de Minas de Madrid, que, como las enseñanzas entonces, tenían un enfoque modesto, pero práctico. Suficiente para estimular las mentes más audaces al conocimiento tecnológico de los avances que se estaban produciendo -en su mayoría, fuera de España- con gran rapidez.

Del conocimiento que tengo de sus biografías -imprescindible la lectura reposada de los libros de Ramón Mañana, cuidadoso y serio historiador de sus vidas-, no me atrevería a caracterizarlos como empresarios, al menos, en la mayor parte de su actividad profesional. Fueron excelentes dirigentes de empresa.

Adaro, calificado por Germán Ojeda en su libro Asturias en la industrialización española, 1833-1907. (Edit. siglo XXI, 1985) como ”la combinación del ingeniero más inteligente y el empresario con más iniciativas que tuvo la historia industrial asturiana”) llegó a la región con 24 años, en 1873, para hacerse cargo de la jefatura del distrito minero. Pronto pasaría a la dirección de la empresa D´Eichtal y Cía., empresa de capital francés que tenía minas en Asturias.

Entregado a una visión de conjunto, apoyaba Adaro la fusión de los dispersos emprendimientos mineros y un enfoque derivado hacia la producción de acero en hornos y con procedimientos nuevos, utilizando el mineral de hierro vasco y aprovechando el flete de retorno para enviar a Bilbao el carbón excedentario. En 1895, la empresa de Pedro Duro entra en grave crisis (Duro falleció en 1886), incapaz de competir con la siderurgia vasca, y la necesidad de un drástico reajuste se hacía evidente. Como está documentado, Ibrán estaba en el consejo con Luis Adaro desde 1897, aunque dedicado con intensidad a sus actividades particulares. En 1906, con 57 años, Adaro sería nombrado el primer director general de Duro Felguera, constituida en 1900, y que se acababa de fusionar con la Unión Hullera y Metalúrgica, propiedad de los Urquijo.

El futuro de las cuencas del Nalón y del Caudal estaba trazado en sus líneas gruesas.

Algo de teoría sobre la iniciativa privada y su aplicación práctica a la realidad asturiana

El concepto de iniciativa privada ha evolucionado hasta el punto de que no es admisible identificarlo con la idea primigenia del extremismo liberal, de que hay que dejar en entera libertad a los individuos particulares para generar actividad económica. Existen importantes limitaciones a la iniciativa privada que, al menos en la teoría de las economías socialmente avanzadas, se reconocen como esenciales: el respeto a los principios éticos y a la ley, pero, sobre todo, la necesidad de contribuir al soporte de la carga social a las actuaciones del Estado, no ya solamente desde el punto de vista fiscal (impuesto de sociedades, etc.) como, incluso, de compromiso social, en lo que se ha dado en llamar responsabilidad social corporativa, que incorpora elementos intangibles y externalidades económicas. Se reconoce, pues, en ese contexto, que desde la libertad individual no es posible optimizar el bienestar para toda la población, y que debe existir una cierta orientación y, desde luego, un control sobre las actuaciones y beneficios, que no solo corresponde al Estado, sino al conjunto de la sociedad y que puede y debe ser ejercido por los particulares, las organizaciones no gubernamentales, etc. Se trata de valorar desde el mercado incluso el cumplimiento de normas voluntarias de calidad, seguridad, ambientales, de vinculación al territorio en la generación de empleo y actividad, o a su desarrollo, etc.

Se puede, sobre el papel, detectar el interés en orientar las iniciativas privadas en sectores que pueden aparecer, a priori, como preferentes para el desarrollo regional o nacional.  Existen múltiples estudios, algunos dirigidos especialmente hacia la región asturiana, con teorías brillantes acerca de lo que debería hacerse. Mi opinión personal es que, fuera de los círculos académicos y políticos, han tenido poco efecto. La iniciativa privada no se deja motivar ni conducir por estudios académicos.

En 1994, bajo la dirección de Manuel Castells, y la coordinación de Juan Vázquez, -catedrático de la Facultad de Economía aplicada de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Oviedo, se publicó el Libro Estrategias para la reindustrialización de Asturias (Biblioteca Civitas, Economía y Empresa, Serie Especial) , con  consejos generales que, por su amplitud y su propio carácter, pueden estimarse parte del fondo de comercio intelectual para  iniciativas de desarrollo, en cualquier región del mundo: necesidad de modernización empresarial, impulso a la promoción de nuevas actividades, recurso complementario a la atracción de inversión extranjera, y potenciación del papel de la gran empresa y, paralelamente, mejora del entramado propio formado por las pymes regionales.

Se concedía en aquel análisis, énfasis especial a la necesidad de impulsar el turismo regional como una de las actividades con mayor futuro para Asturias, propugnando el esfuerzo inmediato de comercialización de lo que se valoraba como principal producto turístico de la región: Picos de Europa y costa oriental.

Algunos años antes, en julio de 1989, yo había leído mi tesis para obtener el título de Doctor, dedicada al desarrollo industrial, “Planteamiento de una estrategia de futuro industrial para Asturias a partir de la experiencia reciente (1983-1988)”. Aunque, por su índole, no era estrictamente un trabajo de investigación, sino que recogía mi experiencia práctica como Director de la Sociedad Regional de Promoción de Asturias, combinaba la apreciación de lo que habían sido factores de éxito en las regiones alemanas afectadas por la crisis del carbón y la siderurgia que conocía bastante bien, porque hacía poco tiempo había retornado de una estancia de más de cinco años en Alemania.

Mi tesis era crítica respecto al interés de la empresa privada asturiana por el desarrollo tecnológico, y, como resultado de mi experiencia acerca de la actividad regional, reflejaba que las empresas asturianas habían surgido y cobrado impulso por el aprovechamiento de mercados cautivos o variables locales con escasas posibilidades de crecimiento, buscando beneficios con bajo riesgo y a corto plazo.

Hoy, en apreciación que admito puede estar equivocada, el panorama industrial ha cambiado, pero para peor. Los datos son incontestables. En 1988 existían 7.600 industrias en Asturias (concentradas en los sectores de transformados metálicos, edificación y obras públicas y sector maderero, que suponían más del 70 % de los establecimientos).

Pues bien, según datos que tomo de un reciente estudio de Joaquín Lorences (Catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad de Oviedo), sobre la estructura empresarial asturiana, la industria estaría hoy formada por 3.186 empresas, en la que un 84% tiene menos de 10 trabajadores, y solo el 3% (94 empresas), superarían los 50 empleados.

En 1988, Ensidesa tenía 17.600 empleados y Hunosa casi 26.000. El tamaño medio de las 277 empresas que Asturias veían situadas en ese momento entre las 5.000 mayores de España (según el Anuario de Duns 15.000, consultado como uno de las fuentes de datos para mi tesis) era de 263 empleos/empresa, empleando a 73.000 personas en empleo directo y con una facturación de 642.200 Mill. Ptas. (9.132 Mill. euros, a valor actual, según índices del INE), que se reducía a solo 99 empleos/empresa si se eliminaba el efecto de los dos gigantes públicos. Es decir, se trataba, estrictamente, de pymes, según la definición comunitaria.

La industria manufacturera estaría generando actualmente, siguiendo a Lorences, poco más de 1.800 Mill. euros/año y emplearía a 42.000 personas (valor aportado por persona: 42.857 euros). Una situación minifundista que sería deseable, pero en absoluto sencillo, corregir. (4)

No quiero entrar en un baile de cifras. Según el INE, Asturias tenía, a principios de 2016, y según 67.675 empresas, de las 37.139 carecían de empleados y 28.132 tenían menos de 9 trabajadores. La estadística del INE eleva a 3.421 empresas las dedicadas al sector industrial, apuntando que son 15.117 las dedicadas al comercio y que el peso fuerte de la actividad económica asturiana la detenta en la actualidad el sector servicios, con 40.687 empresas.

La cuestión de generación de empleo, entendido como objetivo social más acuciante en la región, como fórmula que permitiera la incorporación de los jóvenes, no pocos de ellos, sobre cualificados, es, sin embargo, más importante que los análisis de la estructura empresarial actual.

El declive en la cuantía y calidad del empleo es innegable. Con una población empleada de 520.000 personas, en 2015 el Ministerio de Hacienda destacaba que en Asturias había 57.692 empleados públicos, de los que 36.422 trabajaban en las dependencias autonómicas y que la tasa de funcionarios y personal contratado por la Administración respecto a la población activa era del 16%.

No parece que pueda esperarse, por su propia situación, que el crecimiento en el empleo de Asturias provenga de las mayores empresas existentes, al menos, en cifras significativas.

 

Mayores Empresas asturianas Empleos en Asturias Observaciones
ArcelorMittal España 5.800 (3.800 fijos, 2.000 temporales y 1.750 en subcontratas) El residuo de la antigua Ensidesa
Alimerka 4.460 (y 1.150 fuera de la región) Sector de distribución
Lacera servicios y mantenimiento 2.000 Dedicada a trabajos de limpieza
Duro Felguera 1.900
Hulleras del Norte 1.750 El residuo de Hunosa
Daorje 1.500
Corporación Alimentaria Peñasanta 1.400
Hijos de Luis Rodriguez 1.100 Alimentación minorista
Imasa Ingeniería y Proyectos 1.080
Merkarecio 900
Azvasa (Asturiana de Zinc) 900
TSK electrónica y electricidad 800
EDP 800 Antigua HEC

 

En lo relativo a las pequeñas empresas, tanto la FADE (Federación Asturiana de Empresarios) como el Gobierno Regional y el Consejo Asesor de Estudios Económicos han puesto de manifiesto la necesidad de aumentar el tamaño de las empresas, favoreciendo procesos de fusión y adquisición.

La propuesta es interesante, pero, como ante cualquier opción voluntarista, cabe preguntarse cómo conseguir plasmarla en cifras concretas. En un ejercicio de interés académico, el citado catedrático Lorences elucubra, incluso, qué sucedería en Asturias, en relación con el empleo, si se aplicase a la media por empresa el patrón alemán, indicando que se podrían  alcanzar los 112.405 empleos. Lamentablemente, conseguir propiciar el crecimiento de las iniciativas presentes en una región periférica, y en declive, reviste innegables dificultades.

Iniciativas con perspectiva de acudir en ayuda del desarrollo regional

Porque ahora no se trata de explotar los recursos naturales o mejorar su aprovechamiento. Demostrada fehacientemente la falta de competitividad del carbón asturiano, admitido que las decisiones en el sector siderúrgico adoptadas desde un objetivo de rentabilidad y desde una sede distante de la problemática regional, las iniciativas con perspectiva se concentran en muy pocos sectores:

– el sector turístico, para el que la región, especialmente para el turismo interior, que es un mercado con base coyuntural, favorecido por la circunstancia de la peligrosidad de los más apetecidos destinos extranjeros y la disminución de la capacidad media adquisitiva del viajero español. Los empleos que crea, sin embargo, tienen una fuerte componente temporal y siendo la cualificación precisa para desarrollarlos, en general, baja, las remuneraciones son acordes a la formación y la competencia desde la base de la pirámide laboral, muy alta.

-la potenciación en los mercados exteriores a partir de la resistente estructura de producción metalmecánica, que está consistiendo ya en la entrega de piezas de calderería sofisticadas o en instalaciones llave en mano, como complemento cada vez más determinando del mercado interior, que no despega. Las obras en el extranjero están, en general, dirigidas por técnicos cualificados de las empresas asturianas, y, desde luego, hay un mercado creciente que, forzoso es decirlo, no generará puestos de trabajo regionales, aunque favorecerá el sostenimiento de las cifras de negocio. La competencia, además, es fuerte y aumentará en la medida en que, en los países en desarrollo, se incrementen las capacidades técnicas locales. Hay que seguir en la senda de la alta cualificación y asumir riesgos de ejecución y precios crecientes.

– aparece, en este contexto, como objetivo que demanda un interés y apoyo especiales, el impulso decidido a la mejora de la capacitación del recurso humano. Hay que extremar la calidad de la formación académica, haciéndola alcanzar, no ya niveles de máxima eficiencia, sino involucrándola en la generación de la actividad empresarial. Con nuevos emprendimientos, en nuevas tecnologías y asumiendo el riesgo de que no pocas de esas empresas quizás fracasen a los pocos meses o años de vida, pero supondrán la elevación de los niveles de cultura empresarial adaptada al nuevo entorno global.

Motores teóricamente potenciales de la creación de empleo

En mi tesis de 1989, al analizar el acceso a las tecnologías, ponía de manifiesto la especial dificultad que se presentaba en las regiones en declive industrial, como era, desde luego, el caso de Asturias, por la resistencia al desmoronamiento que provenía de los sectores tradicionales (especialmente desde la fuerza laboral, pero también desde el factor capital), y las dificultades intrínsecas para erigir nuevos modelos de desarrollo de forma autónoma. Apoyaba, por ello, que Asturias debería preocuparse por la implementación vertical de las nuevas tecnologías, es decir, en su aplicación y no en su implementación horizontal, es decir, en su fabricación, porque entendía que ello correspondía a una estrategia suprarregional, que debería descansar en una decisión de Estado.

Pasó bastante tiempo, pero mantengo mi simpatía hacia la propuesta de apoyar la industria de bienes de equipo y la fabricación de piezas con nuevos materiales, creando una estructura micelar, que vinculase industria y Academia, en torno a ese sector motriz. Todos los medios regionales, y en especial -escribía- los técnicos y los informativos, escribía, deberían apoyar este lanzamiento, modificando los planes de estudio para que incluyeran nuevas especialidades y facilitase el conocimiento en áreas mixtas. Porque la política industrial de Asturias habría de concentrarse en el desarrollo de productos comercializables que pudieran ser rápidamente rentabilizables por empresas de pequeño y medio tamaño.

Las iniciativas público-privadas se han ido clarificando con el tiempo, y de la panoplia de elementos de ayuda a la reindustrialización (PAUR, ZUR, SRP, SRR, etc.), las propuestas aparecen hoy concentradas en el IDEPA (Instituto de Desarrollo Empresarial para Asturias, antiguo IFR) y en el Parque Tecnológico de Llanera, puesto en funcionamiento en 1991, socio fundador de la APTE (Asociación Nacional de Parques Científicos y Tecnológicos).

La información pública lo define como un Parque consolidado, con 130 empresas instaladas en él, 2.500 empleados y una ampliación en perspectiva. Algunas de los componentes del Parque presentan un indudable interés como empresas innovadoras e incluso, en algún caso, como ejemplo de spin-off desde la Universidad.

Sigue hablándose en Asturias de una Estrategia de Planificación Inteligente, y, en efecto, el RIS3 realizado por la Administración del Principado, pretende recuperar el liderazgo industrial a través de la tecnología y la generación de un nuevo modelo de gestión del territorio articulado en torno a seis prioridades: 1) materiales avanzados; 2) nuevos modelos de predicción; 3) tecnología para redes, 4) polo industrial del acero; 5) mercado agroalimentario y 6) envejecimiento y calidad de vida.

Hay que admitir que el modelo tiene hondas raíces teóricas e históricas. Ya a finales de la década de los ochenta del siglo XX. Florencio Ornia, entonces Director General de Innovación Industrial y Tecnología, al definir el modelo industrial que se propugnaba desde el Ministerio, definía tres direcciones para España: desarrollar sectores polivalentes con alto valor estratégico; incorporar nuevas tecnologías a los sectores tradicionales y permitir la entrada selectiva de multinacionales.

La tercera de las propuestas de Ornia se topó con dificultades prácticas importantes, además de con la explosión de la globalidad, que trazó una tendencia a la ubicación de las multinacionales allí donde existieran recursos y mano de obra barata cuando se trataba de producir y focos importantes de consumo cuando se trataba de vender. La implantación de empresas multinacionales en Asturias y otras regiones sin mercado propio de importancia se reveló, por tanto, con escasas posibilidades y en lo tecnológico, el pretendido estímulo a la Universidad tradicional y a la industria local, apareció como limitado.

Aparición de un nuevo elemento a considerar: La Tercera revolución industrial

La situación de declive industrial de Asturias parece haber alcanzado fondo, pero eso no deja de ser un espejismo, porque la Tercera revolución industrial no ha hecho más que empezar. La generalización de la aplicación de tecnologías aún poco implementadas o en desarrollo –sobre todo, robótica, telecomunicaciones, informática, con nuevas creaciones continuas en el contexto del llamado Internet de las Cosas – elimina continuamente mano de obra que difícilmente será compensada, y en ningún caso de forma inmediata, por el nacimiento de nuevas empresas.

En los países y regiones más avanzados tecnológicamente y con fuerte capacidad exportadora debería ser posible, teóricamente al menos, combinar la cantidad de empleo sostenible suficiente para que la presión fiscal sobre empresas y empleados permita soportar las necesidades de la población inactiva, muy probablemente creciente (estudiantes, jubilados, desempleados, etc.). No será sencillo, pero debería ser factible. En todo caso, no aparece como una medida que se pueda adoptar a nivel de región.

Desde las regiones como desde los países hay que estar atentos, y con especial sensibilidad de los agentes socioeconómicos, para prepararse para un cambio sociológico que se adivina brutal, y que aparecerá en pleno desarrollo en solo un par de décadas.

Se estima que en menos diez años 2022 el 25% de los trabajadores industriales -unos 18.000-, alcanzarán en Asturias la edad de jubilación, por lo que, en teoría, deberán ser sustituidos con anterioridad. Es imposible ignorar que, por lógico final vegetativo, desaparecerán la mayoría de las rentas obtenidas por jubilados y prejubilados (y, por tanto, el consumo que propician). La mitad de la población asturiana tendrá más de 45 años al comenzar la segunda década de este siglo.

La revolución industrial provocada por las Tics presenta, sin embargo, algunas ventajas. La creación de empresas industriales demanda fuertes inversiones y, por tanto, reclama una estabilidad a medio plazo. Las empresas de servicios, los emprendimientos nacidos de la imaginación, en particular, no suponen apenas inversión: tiempo del creador, ideas a desarrollar, apoyo inicial para que la iniciativa prenda y alcance un tamaño mínimo que permita vender el producto.

Referencia al papel de la Universidad en el impulso a las iniciativas privadas, junto a otras cuestiones relacionadas

Desde una región como Asturias no cabe plantearse un cambio de modelo general. Es una ilusión creer que se puede influir en el paradigma (o como quiera llamarse) dominante. Hay que acomodarse a él, saber aprovecharlo. La oferta de empleo global disminuirá, en tendencia natural, y una parte de él se hará más exigente en calidad. En los sectores de servicios, también, porque las máquinas y los recursos de comunicaciones y programas informáticos permitirán reducir personal, especialmente del menos cualificado, disminuyendo la duración de las jornadas y, seguramente, por tanto, su la remuneración.

No puedo menos que reconocer que mantengo una querencia positiva al impulso que debe sostenerse y potenciarse desde la Universidad.

Por supuesto, la creatividad no es precisamente monopolio en la Universidad, y ni siquiera está muy presente en las Facultades o Escuelas tecnológicas. Tradicionalmente, los doctores obtienen su grado exclusivamente en caso de que deseen dedicarse a la docencia y hacer carrera universitaria y la polarizan hacia materias y temas que son elegidos en relación con líneas de investigación del interés de las cátedras, o por la facilidad de enlazar la investigación con anteriores trabajos de otros miembros del departamento al que se adscriben. Las empresas no incorporan doctores a sus plantillas, porque no consideran que les aporten valor añadido. Un doctor, directivo de una empresa española, confesaba que había quitado de sus tarjetas, la referencia al título: “Es equivalente a ofrecer a tu interlocutor un bolígrafo Bic”, se justificaba.

Para mayor reconocimiento de la dificultad de la situación, España no está bien situada en el reconocimiento oficial del nivel de su formación universitaria. No se corresponde con la valoración de los egresados que se deciden a trabajar en el extranjero, muy apreciados. Me parece, por tanto, que esa minusvaloración tiene una base injusta, aunque el desbarajuste provocado por la peculiar implantación de los acuerdos de Bolonia a la enseñanza superior y media, no creo que haya venido a mejorar la perspectiva. Cualquiera que sea la crítica que quiera hacerse a la fórmula de posicionamiento, la tradicional clasificación de Shanghái, que evalúa varios parámetros para definir la calidad de los establecimientos académicos, solo hay 12 Universidades españoles en 2015 entre los 500 mejores, y la más alta, en el ranking 151-200, es la de Barcelona.

La contención de la tendencia negativa implica incorporar sectores preferentes acomodados a los nuevos desarrollos y necesidades. Alguna referencia he hecho ya a la selección de las líneas de desarrollo preferentes que pudieran servir para Asturias, Creo que hay que reclamar un apoyo en este sentido desde el Gobierno central, para que se concentren en la región los recursos y estímulos sobre uno o varios sectores estratégicos. El impulso a un Centro específico de desarrollo de nuevos materiales (en especial, en torno al grafeno) sería esencial.

Y la Universidad tiene que estar en primera línea en ese apoyo a la generación de iniciativas empresariales, motivando a los egresados e involucrando al profesorado y a los demás agentes sociales en la presentación de oportunidades.

Otra cuestión a analizar y corregir, es el escaso interés por las actuaciones colectivas

En España y, no hay que dudarlo, en Asturias, se constata un bajo nivel asociativo. Es imprescindible vencer esa inercia que propende al individualismo, y ha de conseguirse, ante todo, mediante la introducción en la educación, incluso en fase muy cercana, de principios de solidaridad, respeto a la autoridad y a la norma, potenciación de la imaginación, y apoyo a la generación de foros en donde se discutan las propuestas con seriedad y serenidad, acostumbrando a los colectivos a saber elegir los mejores, y a los que propongan soluciones, a defenderlas con coherencia y claridad, y no solo con vehemencia.

Es necesario apoyar todo tipo de tareas en colaboración, y, con carácter especial, a los clusters tecnológicos, es decir, agrupaciones complementarias de empresas, Universidad y grupos empresariales grandes, -reales o virtuales, con presencia física en una zona o inter relación por la vía de las comunicaciones- que desarrollen nuevos proyectos. El apoyo no ha de ser únicamente económico, también organizativo y los medios no deben ser solamente los que se controlan desde el propio clúster, sino que debe estimularse el intercambio de capacidades, tanto de personal como de medios físicos, avanzando en la mejora colectiva sin reservas de dominio egoístas.

Me parece también detectar que, en la incorporación de mejoras al diseño de piezas, elementos, aparatos, mecanismos (no solo estéticas, sino fundamentalmente, al amparo de la revisión técnica o tecnológica) hay un campo de trabajo importante para Asturias, tanto a nivel de particulares especializados en ese campo, como de las empresas.

Y, finalmente, teniendo en cuenta el aumento de la edad de las poblaciones, hay que considerar la aparición de nuevas necesidades y posibilidades vinculadas a la gerontología, al disfrute del ocio en las edades pos jubilación, la movilización de recursos creativos, formativos y de inversión o financiación ahora ociosos de ese sector de la población. Su análisis profundo debe servir para promover iniciativas y soluciones que, dada la generalidad de los problemas, son exportables por su misma esencia.

Relación del crecimiento endógeno con los mercados exteriores y su aprovechamiento

Hago aquí una primera referencia a la forma de evaluar la eficacia de las medidas e incluso para diagnosticar la situación. Porque no me parece correcto fijar en el aumento del pib o en indicadores económicos globales la valoración de que se está ante un “aumento colectivo del bienestar”. Los riesgos de estabilidad parecen claros y hay que prepararse para analizar la manera de sostener el actual bienestar con otros índices (reconociendo que el bienestar tiene una base tecnológica ineludible y que está en crecimiento de sus potencialidades).

Mirando hacia fuera, puesto que la población potencialmente activa mundial es de 3.150 millones de los que solo 650 millones se encuentran en los países desarrollados, se deduce de inmediato que la capacidad potencial laboral (medida exclusivamente en horas de actividad disponibles) es de 4:1 a favor de los que, en este momento, tienen menor capacidad tecnológica. Considerando que las horas de trabajo potenciales por persona son de 2.000/año, llegamos a la cifra abrumadora de 5 billones (millones de millones) de horas/año disponibles en los países menos desarrollados en tecnología, de los que, desde luego, China, India y Brasil concentran la mayor parte.

Un gran potencial que puede y debe ser también aprovechado por las regiones más eficaces. Existen modelos de éxito que evidencian ventajas respecto a nuestro modelo actual de producción y consumo. Son nuestros competidores de alto nivel (Alemania, Francia, en especial, a los que cabe añadir, a su escala, Suecia, Noruega, Holanda o Dinamarca, por no hablar de Estados Unidos o Canadá). Como es bien conocido, Alemania y Francia compiten con éxito tecnológico respecto a nuestras empresas, pues son nuestros principales proveedores extranjeros de mercancía con mayor valor añadido.

Pero existe otro grupo de países, conformado por quienes tienen necesidades tecnológicas, de infraestructuras, de fabricación, de mejora e implantación, aún importantes en relación con sus expectativas de crecimiento, y que se podrían cubrir desde nuestro nivel tecnológico, y que constituyen y constituirían el principal destino exportador de nuestras mercancías (China, India, Corea del Sur, Indonesia, Brasil, Chile, Colombia, México, entre otros ejemplos).

Es una situación boomerang, sin duda. China, por ejemplo, país-continente que aparece como interesante destino para nuestros productos tecnológicos (por supuesto, en competencia con los demás productores, incluidas las propias empresas chinas), se está convirtiendo en principal productor de mercancía de baja y media tecnología, que desplazan, por falta de competitividad, a las empresas españolas.

Finalmente, existe un tercer grupo de países que, por proximidad, relaciones históricas u otras razones –incluso humanitarias- puede ser la base para cimentar una tercera línea de crecimiento exportador, con beneficios a medio o largo plazo (Marruecos, países centroamericanos, la región del Sahel, Etiopía, Bangla Desh, Pakistán, etc.)

Esquema colectivo de desarrollo

No se puede alimentar un sistema de actuación tan complejo confiando únicamente en las iniciativas individuales. Por una parte, el apoyo con información y conocimiento es imprescindible para los pequeños inversores: la sociedad debe avanzar en conjunto en su modelo productivo. El individuo está desvalido frente a la vorágine tecnológica. No se puede confiar, como durante el siglo XX y anteriores, en que las iniciativas individuales servirán, actuando independientemente, para generar un modelo estable y auto sostenido.

Es una cuestión ligada a la supervivencia colectiva. Se trata de implantar un modelo mucho más solidario, en el que el reconocimiento a las medidas sociales o altruistas sea visto como algo natural y prestigioso.

Hace algunos años que el doctrinario para alimentación cultural colectiva y, en especial, el catecismo empresarial, incorporó la “creación de valor” como objetivo.  La creación de valor no está vinculada a la especulación, ni a las burbujas económicas, ni siquiera a la explotación de los recursos naturales de aquellos países o zonas más atrasadas tecnológicamente, con legislaciones más permisivas o administraciones más complacientes.  Esa forma de creación de valor falsaria tiene un desplazamiento continuo por el planeta, como una plaga de langostas, que cuando agotan o creen haber agotado una zona, se desplazan a otra de inmediato.

En la verdadera creación de valor están los empresarios solidarios, los centros de investigación, los laboratorios y fundaciones públicos y privados, los departamentos universitarios y de Escuelas Técnicas, etc. Esa creación de valor está vinculada a la generación de mejoras tecnológicas, no a especulaciones financieras.  Por eso, hay que convencer a los responsables universitarios, a los profesores y a los propios alumnos, de que son parte sustancial de la necesidad de cubrir el espacio de la creación de valor.

Vuelvo pues, a una idea ya esbozada con anterioridad. Para Asturias, me parece muy necesaria la coordinación entre las Escuelas de Ingeniería y las facultades técnicas. A todos los niveles.

La diferenciación entre las carreras no puede ser ficticia, la competencia de los egresados se desarrolla con gran frecuencia en campos trasversales o ajenos a la formación académica. Hay que crear, además, una Plataforma de Investigación regional, definir líneas de investigación y desarrollo práctica, en relación con las empresas, y, sobre todo, tuteladas por expertos independientes.

Me parece, también, esencial, incorporar a expertos a la Universidad. Siento decirlo, pero las enseñanzas técnicas se han ido desconectando de la realidad práctica, convirtiéndose en nichos altamente endogámicos. He dado una fugaz revista a los títulos de las tesis recientes (en la Universidad asturiana, pero también en el conjunto de las Universidades españolas) y me atrae cada vez más el modelo de la Politécnica de Catalunya: los temas de tesis se proponen contando con la opinión y necesidades empresariales y del contexto socioeconómico.

No hago el menor menosprecio, muy al contrario, los sitúo en el foco de especial atención, a esos miles de personas, básicamente jóvenes, no pocos sin formación universitaria, que se afanan en sus espacios en generar soluciones informáticas, basadas en las tics, en la esperanza de que tengan una idea y un desarrollo genial que les proporcione éxito y, tal vez, la recompensa económica a su esfuerzo.

Hay que proteger y estimular a estos creativos, en la confianza de que surgirán de sus trabajos, cientos de start-ups de las que, convenientemente apoyadas y dirigidas, decenas de entre ellas tendrán éxito, sobrevivirán, crecerán y formarán parte del nuevo tejido empresarial.

Consideración especial a dos sectores de interés

Incorporo a mi desordenado análisis una valoración personal respecto a dos sectores de gran interés y su importancia para el desarrollo de Asturias.

El medio ambiente es, sin duda, uno de los sectores de dedicación preferente: el control general y la presión normativa para proteger mejor el ambiente generan, sin duda, empleo. Para las empresas existentes, el camino hacia la sostenibilidad ambiental, generará extra costes, por la incorporación de las externalidades, que antes eran desconocidos o, simplemente, asumidos por toda la sociedad y que también presionará sobre el empleo, pero negativamente.

El mejor cuidado del medio ambiente generará cantidad de puestos de trabajo, aunque se debe analizar el efecto neto. A nivel global, y para una región eficiente como Asturias, la implantación de las nuevas tecnologías no solo en España, sino, sobre todo, en los países menos desarrollados –en particular, la producción de energía con métodos renovables-  ayudará a la generación de empleo y actividad local. El estudio de todas las posibilidades de cooperación con los países en desarrollo o menos desarrollados exige, por sí mismo, un Libro blanco de las actuaciones: en producción y distribución de energía, mejora de gestión de recursos –hídricos, mineros, agrarios, forestales, etc.-, acceso general a la electricidad y las comunicaciones, incorporación de mejores prácticas disponibles en procesos, etc.

El cambio climático es una amenaza grave y, a tenor de los principios de acuerdo de la COP 21 de Paris una oportunidad para poner en práctica soluciones eficientes, que es imprescindible desarrollar o perfeccionar. Está vinculada la corrección de la tendencia al calentamiento global irreversible a muchas tecnologías en las que Asturias, y sus agentes creativos, deberían posicionarse: el desarrollo de coches híbridos, el impulso al transporte colectivo, la mejora de la eficiencia energética, la implementación de energías verdes, las técnicas de ahorro y reutilización del agua, aprovechamiento de residuos, etc.  Incluso el análisis y propuestas de corrección o amortiguación de los previsibles impactos del calentamiento global para España, deberían ser materia de generación de actividades para Asturias. Existe un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático –nacido en 2006- del que se han derivado, hasta el momento, tres Programas de Trabajo (el vigente, con validez 2014-2020), y se ha creado un Grupo de Trabajo de Impactos y Adaptación al Cambio Climático coordinado por la OECC, con participación de las Comunidades Autónomas.

Consideración particular en este contexto que pretende analizar posibles medidas de aplicación general relacionadas con la actividad económica y el empleo, ha de concederse a la energía. La energía es un input básico para una gran parte de los procesos productivos y es un elemento coadyuvante principal hacia el objetivo de bienestar. Las directrices de la Unión Europea imponen el uso masivo de energías limpias en la generación, y se inclinan por un énfasis mayor, y progresivo, en mejora la eficiencia energética.

En lo que respecta a la generación eléctrica, las energías denominadas renovables han conseguido, especialmente en el caso de las eólicas, una creciente competitividad que las hace, a corto plazo incluso, preferibles a la producción con centrales convencionales de gas o carbón.  La producción discontinua de la energía producida con ellas, sin embargo, obliga a mantener generaciones de apoyo y la localización de su producción en determinadas zonas (crestas montañosas, áreas de mayor insolación, por ejemplo), dirige la atención hacia los métodos de almacenamiento de la no consumible y su distribución.

La generación renovable distribuida, -ya sea como paneles fotovoltaicos, generadores eólicos, centrales de biomasa, fuentes geotérmicas, etc.- pone el acento sobre la funcionalidad actual de las redes de distribución y abre líneas de investigación y actividad que podrían ser abordadas desde Asturias.

También se avanzará, con seguridad, en la necesidad de aumentar la seguridad de suministro energético, la implantación de generadores destinados al autoconsumo, de origen en la energía renovable, combinados con redes inteligentes que optimicen la distribución de las necesidades y los sobrantes. La aplicación de nuevas tecnologías en este sector repercutirá en la creación de empleo.

Mejora de la empleabilidad como objetivo social

Para cumplir estos objetivos generales, se ha puesto énfasis en muchos foros en la importancia de la enseñanza dual, y la necesidad de impulsar la formación profesional con Programas específicos, que revisen su adecuación con la demanda actual y previsible, para aquellos trabajos que impliquen aprendizaje práctico o habilidades manuales o físicas que hay que detectar y fomentar.

El Programa ha de hacerse en coordinación con los sectores profesionales, puesto que la formación ha de cubrir previsiones globales de necesidad de técnicos especializados en resolver problemas concretos, ya sean de montaje de mecanismos, mantenimiento de equipos, manejo de maquinaria, instalación de sistemas de producción energética, control de aparatos de telecomunicaciones, etc. Su capacidad generadora de empleo, medida correctora de la crisis y estímulo a la actividad emprendedora de la población más joven aparece como muy positiva.

No es posible tampoco ignorar que, siendo grave la situación de desempleo a todos los niveles formativos, cuantitativamente, el problema mayor se encuentra en los estratos con menor formación, escasos medios económicos y deficiente base cultural, a los que habría que dedicar atención especial, si el objetivo es la reducción directa y masiva, del paro existente. No nos parece, por ello, que la eliminación de los empleos que subyacen en la economía sumergida, haciéndolos aflorar, mediante incremento de la presión inspectora, a la economía contabilizada, sea, por sí mismo, una medida concluyente. Se trataría de cambiar empleo real (aunque irregular) por empleo regular (aunque más reducido).

Por su parte, la búsqueda del incremento de la empleabilidad de quienes tienen una formación universitaria (ingenieros egresados de las Escuelas técnicas, en particular) no tiene las mismas dificultades, ni puede resolverse con el mismo enfoque, que la de quienes no tienen ninguna formación académica o muy escasa. Aumentar la empleabilidad de esos titulados superiores, es especialmente urgente y exige programas específicos. Las razones son prácticas: por una parte, el desembolso realizado en ellos es alto, y debe hacerse recuperable; hay que evitar que se rentabilice esa formación solo en el extranjero, aumentando la competitividad ajena a nuestro modelo de desarrollo.

Se debería también incentivar el retorno de los expatriados, estimular su retorno, al cabo de corto tiempo, con nuevos conocimientos y experiencias, y no solo esperar pasivamente en que lo hagan, por su propia voluntad, al cabo de los años.

Las medidas a adoptar no pueden ser promovidas desde las instancias públicas, en mi opinión. Es necesario crear un clima de cooperación y solidaridad regional, que premie, por la vía del reconocimiento y el apoyo al consumo y a la difusión de sus logros, a las empresas comprometidas y a los particulares eficaces. Prejubilados y jubilados, dispuestos a convertirse en business angel o en monitores y coucher eficientes tienen ahí también su lugar preminente.

La crisis ha provocado, entre otros efectos perversos, uno muy significativo. La tendencia observable en este momento es que se han generado “maxijobs”. El maxijob es, como se sabe, un empleo, remunerado como trabajo normal (e incluso menos), que exige al empleado cumplir un horario de trabajo excesivo, ante el riesgo de perderlo. La extensión del problema del maxi-job afecta especialmente a los trabajadores más cualificados, y tiene como beneficiario exclusivo, al empresario.

Hay que recuperar en esto como en todo, la senda de la trasparencia, allí donde se hubiera perdido. Y admitir que la puesta en pie de un modelo de desarrollo regional consistente, en este nuevo escenario de la Tercera revolución industrial y la apreciación de un mundo global y con nuevos parámetros de competitividad y bajo un marco irrenunciable, y exigente, de responsabilidad social, supone la incorporación de la solidaridad como premisa esencial al que debe acomodarse, pero desde la independencia creativa, la iniciativa privada.

Los tiempos han cambiado, aunque el ejemplo de personalidades como Ibrán y Adaro perdurará en lo esencial como modelo siempre adaptable.

Muchas gracias por su atención, y confío en haber aportado algunas ideas al debate.

Oviedo, 27 de septiembre de 2016

Notas

(1) Agustín Fernández Muñoz y Sánchez, primer duque de Riansares, título creado en 1844 por la reina Regente María Cristina en favor de su segundo marido, con el que se había casado en secreto en 1833 y con el que tuvo ocho hijos, había invertido como accionista en varias empresas de Langreo, lo que favoreció el que se diera la prioridad política -por la vía de créditos, y subvenciones del estado, apoyando la construcción de las vías férreas adecuadas- a la Cuenca del Nalón frente a la del Caudal. Esta línea de apoyo fue seguida por la reina Isabel II, su hijastra.

Fernando María Muñoz y de Borbón (1838-1910), II duque de Riánsares emparentó con la alta burguesía asturiana, Estuvo casado con Eladia Bernaldo de Quirós y González de Cienfuegos, hija del VII marqués de Campo Sagrado y de María Josefa Antonia González de Cienfuegos y Navia Osorio, hija por su parte de los condes de Marcel de Peñalba, señores de Allande.

(2) Aunque habrá sido glosado por otros conferenciantes y, en todo caso, está ampliamente reflejado tanto en la excelente biografía que realizó Ramón Mañana como en la brillante tesis doctoral de Germán Ojeda, de los que tomo referencias, en 1861 se había creado en París la sociedad Houilliere et Metallurgique des Asturies, teniendo por socios al banquero parisino Numa Guilhou y a Charles Louis Bertiere. Estos habían asumido una compañía al borde de la quiebra y adquirido también las minas de hulla del duque de Riansares y la mayoría de las acciones del Ferrocarril de Langreo. Cuando en 1868 la Houilliere entra en crisis -los vaivenes económicos eran constantes, porque variaban las condiciones de contorno de los negocios, por los avances tecnológicos y otros factores, con extraordinaria fluidez- fue subastada en París y, en 1870, la compañía fue adquirida nuevamente por Numa Guilhou, con todas sus concesiones y emprendimientos.

(3) Se ha especulado respecto a la entidad de este firmante con nombre propio tan poco común, asumiéndose que debería ser un hombre de paja del segundo duque de Riánsares, ya que en 1873 había fallecido el primer duque. Un Protasio García Bernardo, Teniente fiscal de la Audiencia de Santander con antigüedad 2 de enero de 1883 aparece citado en la Gaceta de Madrid del 1º de febrero de 1885, en concurso de traslado para la provisión de la misma plaza en la Audiencia de Valladolid, que obtendría Tomás de Zumalacárregui y Arrúe.

(4) Según información del IDEPA, la participación industrial al conjunto regional en estos últimos años sería de 3.300 Mill. euros. Soy incapaz, con la información disponible, de avanzar en valorar la coherencia de las cifras disponibles. Las tomo como órdenes de magnitud. Apunto también que, según datos de 2012, el empleo industrial representaba solo el 15% del empleo total, aunque superaba en poco el 20% de aportación al PIB regional. La caída en el empleo comparado con 1980 es impresionante. Entonces había 117.000 empleos industriales (datos de SADEI), que, en 2012, habrían bajado de 55.000. Según SADEI, en enero de 2013, había en Asturias 66.900 empresas, de las que 3.705 pertenecían al sector industrial y solo 122 tenían una plantilla de más de 50 trabajadores.

 

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Sexta carta a Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid

11 junio, 2016 By amarias 1 comentario

Alcaldesa,

Esta será mi última carta, al menos, por ahora. No quiero que se interprete, como algunos de los que se asoman a estas páginas están haciendo, como que defiendo una opción política determinada y que critico su gestión o la de su equipo de Gobierno municipal por ello. No es el caso.

Además, mi actitud personal es conocida por personas de su entorno y se conoce mi disposición permanente a colaborar. Con todas las Administraciones, independiente de su signo ideológico, siempre que sea por la evolución de la sociedad. No tengo por qué justificarme.

Le quiero hablar hoy, en fin, de los ingresos del Ayuntamiento de Madrid. Tomo como punto de partida los Presupuestos de la ciudad. También pretendo aprovechar que el Manzanares pasa por Madrid para expresar algunas ideas acerca de la reactivación de la ciudad en aquellos sectores a los que concedo mejores perspectivas de futuro, a medio plazo.

Ese futuro al que, por nuestra edad, ni Vd. ni yo -mal que nos pese- puede que no alcancemos a ver ni disfrutar pero del que todos debemos sentirnos, en la medida de nuestra capacidad de actuación y dirección, responsables.

Poco se puede hacer con un presupuesto tan exigüo como el de Madrid, y tan comprometido para mejorar la preparación ante ese futuro. Durante una década larga de bonanza (que resultó aparente, pues hubo que pagar la mayor parte de las cuentas atrasadas, y con intereses), se hicieron nuevas infraestructuras viarias sin estudios de rentabilidad y uso, se compraron terrenos y levantaron edificios para dependencias administrativas que luego no fueron trasladadas, se contrató personal o se firmaron contratos de servicios con alegrías que se hicieron rémoras.

Un predecesor suyo que quiso modernizar la ciudad para comodidad de un medio de transporte que el tiempo está próximo a sancionar con crudeza -tal vez con el ojo bizco mirando a Carlos III, “el mejor alcalde de Madrid” (pro cierto: ¿qué le parece que un Rey, con el apoyo de reformistas ilustrados, lleve ese título honorífico, justo antes de la Revolución francesa?)-  Alberto Ruiz Gallardón, invirtió en Madrid 10.000 millones de euros de los que no se disponía, con el ladino principio político de “quien venga detrás, que arree”.

Unos llevan la fama y otros cardan la lana. Tenemos que agradecer -qué cosas- a la sucesora de aquél, Ana Botella, de la saga de los Aznar, que, aguantando el tipo de su incompetencia, bajara esa deuda, a base de inhibición que no precisamente de eficacia gestora, hasta poco más de 4.600 millones. Así que cuando su equipo de “fuerzas del cambio” se hizo cargo de la alcaldía, con la ayuda de un genio de la informática presupuestaria apellidado Sánchez Mato,  al que veo sentado ante un ordenador haciendo simulaciones como loco con un mapa de la ciudad y algunos datos del consumo por áreas del agua y del vino, hizo posible que solo precisara en 2016 dedicar un 12% del presupuesto (560 millones de euros) a la amortización de la deuda, la mitad que lo dedicado en 2015.

Aparte de los impuestos y tasas, la partida más importante de los ingresos de Madrid son las llamadas Trasferencias corrientes, que resultan de la participación en los tributos que recauda el Estado central y de la ayuda por el fondo complementario de Financiación. Para la ciudad, este montante alcanza los 1.420 Mill. de euros, y permanece prácticamente constante desde hace años (depende de la población, de la recaudación total y de fórmulas imaginativas para llegar a una cantidad adelantada que se liquida posteriormente con datos reales, y que ha abierto, por supuesto, una vía permanente de litigio entre las Administraciones).

No me voy a calentar la cabeza (ni la suya) calculando cuánto queda libre por madrileño para inversiones reales en cada Ejercicio. Nada. Podemos encubrir el carácter de las partidas dedicadas a mantenimiento, conservación y renovación presentándolas como inversión, pero la realidad será que si Madrid puede invertir algo (poco) será detrayéndolo de otras necesidades. Y si en época de crisis económica -situación que, no por pesimista, sino por haberlo analizado, considero irrecuperable- se decidiera aumentar los impuestos o tasas, habrá que actuar con sumo cuidado para no provocar mayores desigualdades aún o un airado levantamiento de patas de la clase media, que es la que sostiene en este país, el edificio de la solidaridad.

Permítame lo que parece una boutade, pero saldría con más cuenta ponerse de rodillas ante la presidente del Banco de Santander, entidad que ha declarado 6.000 Mill. de euros de beneficio en 2015, para que movilizase una parte de esa cantidad en Madrid, que hacer elucubraciones sobre cómo rascar unas decenas de euros de un presupuesto de la ciudad para acometer nuevas inversiones. Teniendo ya detectadas bolsas de miseria y precariedad tan importantes, y contando con la presión tabanera de los movimientos sociales, cualquier dinero que pueda reajustar a base de encaje de bolillos, entre partidas, desaparecerá en su mayor parte en el camino intrincado que va desde el estudio de oportunidad hasta las áreas de necesidad.

Incluso los 725 millones de euros de beneficio en 2015 declarados por ACS, propiciarían más de una charla con Florentino Pérez, que podría servir, de paso, para convencerle de la necesidad social de que dedicara a actuaciones conjuntas los casi 60 millones de euros de beneficio que prevé en la temporada actual ese gran club que lleva el nombre de la ciudad por el mundo y, de paso, que tome ejemplo de equipos más modestos que no necesitan fichar a atletas de museo que cobran como dioses para divertir al personal.

¿Líneas de futuro para la ciudad? Creo que nadie como el Ayuntamiento con mayor poder de convocatoria como para reunir a un grupo de analistas, empresarios, profesores, economistas, informadores, etc., para que debatan sobre el impulso conveniente a la ciudad. La Universidad sería uno de esos ejes, en efecto, aunque hay que revisar tanto la composición como los resultados de su Consejo Económico Social. Queremos ver sus conclusiones.

La CEOE sería otro eje de aportación de iniciativas e ideas: hay que estudiar, con decisión y transparencia, qué se imaginan como desarrollo para Madrid: ¿más restaurantes? ¿espacio para zonas comerciales y de ocio? ¿intensificación en la formación en fontanería, cocina y jardinería? ¿aumento de la productividad laboral con incremento de la amenaza al despido?…tal vez…¿ayudas a la rehabilitación energética de edificios? ¿inversiones públicas de apoyo a los sectores en situación delicada? ¿mayores incentivos a la investigación aplicada?

Mi propuesta es mucho más sencilla: transparencia y honestidad ante los demás agentes sociales.

No faltarán bancarios a las  reuniones: ellos deben saber dónde circula el dinero y a qué huele. Ni, claro, dejarán de estar invitados: asociaciones de vecinos y padres, ni representantes de partidos políticos, ni empresarios autónomos, portavoces de colegios profesionales, responsables de enseñanza pública y privada, gerentes de Hospitales, responsables de oficinas de desarrollo local y de empleo, etc.,

Me apunto, si me lo permite. Y, si no molesta a nadie, me apunto también para invitar, si nadie quiere hacerlo, eso sí, amablemente, a que ceda su sitio a otro, si alguno de los convocados en primer lugar no aporta nada, y solo se contenta con calentar su silla y tomar notas.

Necesitamos gentes que, en el plato común de los huevos con chorizo, aporten tanto un ingrediente como otro, aunque merecen mucho más respeto los que entreguen parte de su esencia, se comprometan.

Tambié le doy una pista de por dónde van a ir los tiros del futuro, aunque seguro que pensó Vd. o alguien de su equipo más de una vez en ello.

No son buenas noticias. Habrá más necesidades y será cada vez más difícil sostener el estado de bienestar. Qué digo: imposible. Habrá menos trabajo a repartir, de más cualificación y más apuntados a los beneficios sociales. El número de empleos destinados al servicio asistencial o de terceros dependerá, exclusivamente, de la fortaleza y cuantía de los empleos de alto nivel.

Madrid precisará, por tanto, conectarse -de verdad, no de mentirijillas, desarrollando toda una red de interacción- con la élite mundial del desarrollo tecnológico (en biomedicina, en nuevos materiales, en robótica, aviónica, farmacia, biotécnica, etc.) o no será más que una ciudad en rápido retroceso y con graves tensiones sociales.

Confío bastante en la Universidad y en la colaboración con las empresas, si bien dándole un giro sustancial. Tan sustancial que o se consigue incorporar como catedráticos y profesores a gentes con verdadera experiencia empresarial, aunque no sean doctores ni hayan tenido currículum docente, o la Universidad no saldrá de su círculo vicioso.

Hay que conseguir que los egresados universitarios sepan cómo crear empresas. Las tesis doctorales han de tener aplicación práctica, no responder a una reproducción harto endogámica y sin destino extraacadémico. En este sentido de activación, me parece notable el modelo de la Politécnica de Catalunya. ¿Lo conoce?.

No niego que en Madrid seguirá habiendo un hueco para la sociedad de servicios, y se mantendrá, en competencia dura, como foco turístico (sobre todo, interior), pero…el espacio para esas actividades tiene una tendencia de cuarto menguante.

Me alegra haberla conocido, alcaldesa. Sí, ahora que lo pienso, también estoy muy satisfecho de ser como soy.

Angel, un ciudadano de Madrid

 

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Exámenes

27 mayo, 2015 By amarias Deja un comentario

Estamos en época de exámenes. Para casi todo el mundo, aunque me voy a referir especialmente a aquellos que, atendiendo a esa bella categoría que caracteriza su situación de aprendices de ciencia y conocimientos, denominamos estudiantes.

Para este colectivo, fundamentalmente formado por niños y jóvenes, son momentos importantes, porque los exámenes son aquellas pruebas por las que sus educadores -los docentes- determinan si han alcanzado la suficiencia, es decir, han asimilado los conocimientos suficientes para ser aprobados de una materia.

Esa es la teoría. La práctica ha quedado de tal forma desdibujada que, seguramente consciente del despropósito en que esta sociedad se ha dejado guiar en todo lo que signifique calificar a otros, pocos están enterados de cómo se realiza en la actualidad esa evaluación, y a qué conduce. No pretendo explicarlo en detalle con este sucinto comentario, sino descorrer, desde mi información, algunos velos que ocultan la realidad de la situación y aportar, de paso, mis reflexiones al respecto.

Para empezar, debe el lector ignorante desechar la idea que seguramente pervive en su subconsciente, a partir de su propia experiencia pasada, de que existen exámenes de junio y, para los que han suspendido o no se han presentado a esa primera convocatoria del curso escolar, subsiste la posibilidad de volver a intentarlo en septiembre. Quiá. La mayor parte de las pruebas que se llevaban a cabo en junio, se harán en mayo; y los exámenes de septiembre, no serán tales, sino que los que no superen la prueba de mayo tendrán una segunda opción en junio. Ha leído bien: un mes después.

Es evidente que esta secuencia tan próxima de pruebas no está hecha en beneficio concreto de los alumnos, sino, sobre todo, de dejar un panorama vacacional hasta principios de octubre suficientemente expedito de pruebas académicas a los docentes. No me parece que un mes sea tiempo suficiente para preparar unos exámenes que no se ha conseguido superar -particularmente, si han quedado suspensas varias asignaturas- y, por tanto, el azar juega un papel importante en la posibilidad de que esa segunda prueba permita al alumno encontrarse con la oportunidad de que se le pida responder a alguna de las cuestiones que mejor tenía preparadas, y que no se le propusieron en el examen inmediatamente anterior.

Las opiniones de los docentes -universitarios tanto como de primera o segunda enseñanza- son coincidentes en que los alumnos están peor preparados cada año, tienen menos interés por aprender, y son más contestatarios que nunca ante la perspectiva de ser suspendidos. Por supuesto, los mejores de cada curso destacan mucho, demasiado, en relación con un pelotón cada vez más numeroso, no de torpes, sino de pasotas, de rebeldes en relación con el aprendizaje.

Esta dicotomía creciente entre los que aprecian el saber y los que, despreciándolo, se centran en demandar que se les conceda la superación de las pruebas apelando a la indulgencia del examinador, o, aún mejor, sin ser sometidos a prueba alguna, me lleva de la mano, a otra cuestión.

Me parecen fundamentales los exámenes y las reválidas. Son tanto más importantes, en tanto que la masificación de las aulas no permite diferenciar a los alumnos durante el curso. En cuanto a las reválidas, es decir, los exámenes que permiten apreciar la asimilación de conjunto -lo que antes se llamaba “madurez”- son esenciales para conocer si, después de los estudios, queda un poso duradero suficiente.

Participo con asiduidad en foros de opinión, escucho con atención la forma de expresarse de nuestros estudiantes -y también, ay, de muchos de sus profesores- y puedo constatar que estamos generando una subespecie de indocumentados: una parte nada despreciable de nuestros discentes saben poco, lo poco que saben lo saben muchas veces, mal, y lo que saben mal, creen que es la verdad absoluta.

Si nuestra sociedad quiere reflexionar seriamente acerca de lo que puede esperar del futuro, me parece imprescindible que consiga separar, y con rapidez, la paja del heno formativo. No valen igual todos los títulos, no se exige lo mismo en todos los centros docentes y no cuenta igual un aprobado conseguido con esfuerzo y asimilación personal que el logrado por cansancio, desesperación del examinador (o la necesidad de mejorar su ranking de aceptación para cobrar un plus de docencia). Habría que detectar en los currícula estudiantiles los “aprobados generales”, no poco frecuentes.

Me parece necesario que los programas educativos, en lo que respecta a la formación reglada, se realicen por el más amplio consenso. La dirección seguida es la contraria, con desmesurada e indescifrable proliferación de titulaciones, plagadas de imaginativas asignaturas a la medida del gusto de los docentes o de las arbitrarias políticas universitarias (por llamarlas de algún modo) de las Comunidades Autónomas y todo al amparo de un mal entendido derecho a la libertad de cátedra, que tenía otro propósito y no el de dejar con la rienda suelta al que define los programas.

El futuro de un país se construye en la enseñanza de sus jóvenes. Con rigor, con exigencia, con honestidad, con visión de lo que esta sociedad necesita para mejorar lo que tiene hoy y preparar sus opciones -las colectivas junto a las individuales- para acometer los retos venideros. No se está haciendo. Se está de espaldas a que la tecnología es exponencialmente más compleja a cada paso, la necesidad de adaptación a un entorno cambiante y en parte impredecible -pero sobre el que se puede y debe actuar- supone un tipo de enseñanza que se oriente a la resolución de problemas complejos y no a la idea feliz o a la memorización de materias que servirán para poco.

Es muy cómodo corregir exámenes tipo test, hacer pruebas escritas en lugar de orales, juzgar por una sola prueba sin conocer personalmente al alumno, y retirarse a la cueva profesoral lamentando que los alumnos sean cada vez más torpes. Demasiado cómodo. Para la sociedad que consiente este estado de cosas, la responsabilidad es terrible, porque se está propiciando profundizar en la dicotomía del que sabe para qué, y el que no sabe ni para qué, ni tiene ganas de saberlo algún día.

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Creo en la competencia más que en la competitividad

2 julio, 2014 By amarias Deja un comentario

(Continúa de los dos Comentarios inmediatamente anteriores, con los que forma una unidad)

3. Urgencia de aumentar la inversión neta en investigación y mejorar el control de su eficacia

Todo el mundo parece estar de acuerdo en la importancia de la investigación, y empeñado en ponerle adjetivos y apéndices, aunque la realidad es que no se le presta atención, confiando más en la aparición del genio aislado que en el resultado de los trabajos en equipo, con orientaciones en sectores o líneas preferentes.

Se acostumbra, además, a reducir la valoración del esfuerzo en investigación a porcentajes referidos al presupuesto público anual o del producto interior bruto del país: un 1,3% del PIB parecería poco y un 2%, suficiente, por ejemplo. No hay necesidad de engañarse. Si se pretende analizar nuestras posibilidades competitivas en el marco internacional, habrá que referirse a cifras absolutas.

Los datos disponibles -manejo las grandes cifras, importando menos al respecto de mi razonamiento, el detalle exacto- indican que el gasto absoluto en i+d en Estados Unidos es 25 veces superior al de España y el de China, por ejemplo, 10 veces más alto. Países próximos, como Alemania o Francia, lo cuadriplican.  Podemos ser escépticos respecto  a la homogeneidad con la que han sido obtenidos los datos (estoy convencido de que en España se han inflado, en tanto que en Estados Unidos se subestiman…y pongo en duda cualquier dato que provenga de China), pero no debemos dejar de captar el mensaje de que las opciones para competir en resultados investigadores con países que dedican medios muy superiores a los nuestros son comparativamente ridículas.

Debemos, en consecuencia,  concentrar los recursos en algunas áreas concretas, siendo, además, conscientes, de nuestra condición genérica de país tecnológicamente dependiente. Es decir, desde la perspectiva de la mercadotecnia de productos que precisen alta tecnología , estamos del lado de los consumidores y no de los productores, de la demanda y no de la oferta. Solo nos falta -ni más ni menos- que tener con qué pagar lo que nos gusta consumir.

Los 13.000 millones de euros anuales que se dedican, según los datos, en España, a actividades de i+d+i son escasos, y,  por si fuera poco, están distribuidos heterogéneamente entre nuestras regiones (tres regiones concentran el 80% del gasto total innovador) y presentan múltiples duplicidades y ocasión de despilfarros y muestras de descoordinación. Con un gasto privado de 150 euros por habitante (nuevamente, se repiten ratios de proporción similares a los que nos separan de los países más avanzados), tampoco cabe esperar que nuestras empresas den la campanada tecnológica. (1)

(c0ntinuará)

—-

(1) Según el Estudio de una Escuela de Negocios, al que concedo un carácter fundamentalmente académico, hay unas 40.000 empresas innovadoras, y que tenemos algo más de 200.000 empleados, en ellas y en los centros públicos, dedicados a idear, todo el tiempo o a ratos: me pregunto dónde están y lo que hacen, si bien el análisis expresa que se concentran en farmacia, electrónica, química y automóvil, espacios tan imprecisos y genéricos que se me antojan equivalentes a música celestial o a aplicaciones de la cultura general.

Si el lector quiere datos para profundizar en lo pesimista del análisis, puede recorrer las páginas del Informe de la COSCE (Confederación de Sociedades Científicas de España).

 

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Cuento de otoño: Pura filosofía

18 octubre, 2013 By amarias2013 Deja un comentario

Si destacaba a simple vista por algo de entre sus compañeros, era por ser el más feo. Corto de estatura, demasiado gordo y fofo, pelo largo grasiento (con permanente aspecto sucio). Además, olía mal: sus glándulas sebáceas mantenían una secreción incontrolable, apestosa.

Se llamaba Anastasio Plínton, pero en la Universidad lo conocían como Platonín, por su afición a elucubrar.

Todas estas características negativas no le impedían sostener un interés general por todo el sexo femenino, ofreciendo un espectáculo más bien lamentable. Perseguía a sus colegas de clase de Filosofía con un encono admirable, tratando de seducirlas con la única arma que controlaba: su capacidad intelectual.

Se consideraba sin duda, el más inteligente de su grupo.

Aunque no los conocía a todos, estaba persuadido de ser el más listo de toda la Facultad. Puede que incluso fuera una de las personas más inteligentes de su generación, si es que se pudiera realizar una prueba comparada de los coeficientes intelectuales que resultara objetivamente neutral.

-He estado pensando toda la noche en mi teoría general -era, por ejemplo, la manera que había elegido aquel día para acercarse a Lolita Preciosa, una morena jacarandosa, que tomaba apuntes de Historia de los Pensamientos Frustrados en una libreta con las tapas ilustradas con fotos de Ricky Mortesten, el capitán de la selección de rugby de Malagascar.

-¿Y? ¿Has conseguido con ello aliviar tu tensión sexual? -podía ser la observación pertinente/impertinente de la señorita Preciosa, mientras se cambiaba de sitio, sentándose en un banco varias filas atrás, dejando tras sí un hálito a agua de colonia bendecida por sus hormonas.

Por esta razón y otras similares, conducido de la mano por su obsesión de desechar las opciones menores, dado el escaso tiempo disponible en una vida humana para llegar a conclusiones, Platonín no perdía el tiempo entablando conversación con sus colegas masculinos.

En verdad, lo perdía pretendiendo captar la atención de sus jóvenes compañeras, porque estaba convencido de que para la excitación intelectual de las terminaciones neurológicas que discurren por el cerebro, se precisa contar con estímulos sexuales, y, cuanto más intensos sean éstos, mejor.

Poco a poco, sin embargo, Platonín parecía estar consiguiendo perfeccionar su teoría general del orbe, a pesar de las antedichas limitaciones conductuales. Así lo había anunciado varias veces a lo largo del curso, a sus admiradas, sin que ninguna le prestara la menor atención.

A Marisa Tabernáculo le contó que estaba poniendo por escrito sus conclusiones, blanco sobre negro, pé sobre pá, como suele decirse, para que sirviera de guía con la que encontrar la salida del cosmos, el agujero de la eterna sabiduría.

-He descubierto algo muy curioso. Cuanto más avanzo en el saber, menos ideas necesitaba para expresarlo. Por eso, las quinientas páginas de que constaba mi teoría, en este momento, las tengo reducidas a cientoventisiete.

Si la señorita Tabernáculo le hubiera dedicado un minuto, solo un minuto, durante las semanas siguientes, habría podido enterarse de que el número de páginas con las que Platonín trataba de expresar su teoría se reducía a pasos agigantados.

-En este momento, trabajo en solo diez páginas -contó un orgulloso Anastasio Plínton a una displicente Merche Parodontosia, algunas quincenas más tarde.

Nadie pudo contrastar la poderosa construcción intelectual, porque no hubo ocasión de conocer ese documento que tan velozmente adelgazaba su espesor, mientras (todo hay que decirlo) Platonín engordaba.

Para sorpresa de algunos, Platonín no pudo terminar la carrera de Filosofía, que tan brillantemente había comenzado (había obtenido dos Matrícula de Honor, sin necesidad de examinarse, por asistencias, preguntas pertinentes y puntos de buena conducta, respectivamente, en Las Construcciones Subliminales Espinocianas y en Pensamiento Colateral Restringido).

Cuando se estaba ya a punto de convocar los exámenes finales, entró en una profunda depresión, desapareciendo de las aulas. El rumor era que su tensión por saberlo todo lo había conducido a La Cadellada, manicomio local del que, como se conoció años más tarde, no consiguió salir más que con los pies por delante.

Nadie pudo valorar, pues, las conclusiones del pobre recluído (diagnosticado, como tantos otros que confiaron excesivamente en sus propias posibilidades, del mal de “haberse pasado” -pasóse, como dicen en Asturias-; en este caso, por su extema dedicación a las redes de la filosofía).

Por casualidad, hojeando el otro día los libros más polvorientos de la Biblioteca de la Facultad (cuyo nombre actual es, para ser exactos, Universidad del Pensamiento Unico Polivalente), con la intención de preparar unas lecciones sobre La Autosuperación de los Déficit Cognoscitivos, que estoy invitado a pronunciar en la Universidad Internacional de Sama de Langreo, encontré en uno de ellos una hoja plegada por su mitad.

Estaba escrita a máquina, y en los caracteres tipográficos reconocí, sin posibilidad de confusión, la manufactura de Anastasio Plínton, porque todas las eñes tenían la tilde primorosamente superpuesta a mano, debido a que el frustrado filósofo todo lo escribía con una máquina alemana que perteneciera a su abuelo, y que éste había comprado en Leipzig a un violinista.

Sin que nadie lo advirtiera, asombrado de la intensidad que me provocó su lectura, bastante asustado, recogí el papel, y lo introduje al desgaire en mi mochila campera, ahí junto a la fiambrera con el sándwich de queso y anchoas y la manzana reineta que llevaba aquella mañana para el almuerzo, que suelo tomar en los bancos del Paseo de los Patos, en el Campo de San Francisco.

Lo guardo, como oro en paño, entre mis documentos más preciados: las cartas de amor que intercambié con Lolita Preciosa, el recorte de un periódico en el que se reseñó mi primera conferencia sobre las Cosas que Verdaderamente Interesan Y Las Que Tampoco, y una colección de noticias curiosas, que espero poder ordenar algún día.

Quién lo hubiera dicho de Platonín. Todos hubiéramos jurado que estaba loco.

FIN

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado como: Anastasio, angel arias, Campo de San Francisco, cuento de otoño, fórmula magistral, inteligencia, inteligencia emocional, La Cadellada, Platonín, Plínton, Preciosa, pura filosofía, Sama de Langreo, Universidad

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