La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, otrora admirada -en círculos incluso extraños a su partido- por su talante resolutivo y su capacidad de mangonear a diestro y siniestro, ostenta en su amplio currículum un título que la prestigiosa Universidad Rey Juan Carlos le otorgó con amplias facilidades, y que el indomable y sagaz ánimo inquisitorial de Ignacio Escolar jr. y su equipo han dejado al descubierto.
El máster en Derecho Público de Cifuentes, de la que tiene el título oficial correspondiente, fue obtenido en circunstancias extraordinarias. Y lo que es más extraordinario, para arropar lo irregular de tales circunstancias, un equipo de diligentes funcionarios, se han dedicado a cubrir con sus burdas hilaturas, emponzoñando el caso hasta enmerdarlo sin solución, y siguiendo instrucción de quién sabe quién y por qué, los huecos procedimentales del singular íter académico.
En resumen: el máster iba desnudo. Se pagaron, sí, las tasas, y no seré yo quien dude que con dineros del mismo bolsillo de la Presidenta, pero no hubo asistencia a las clases y, al parecer, ni fue necesaria la comparecencia para los exámenes reglados, ni aparece el reglamentario trabajo de fin de título, que debiera cerrar con broche de oro o plata los desvelos del aprendizaje.
La Presidenta defiende su honradez, en una carta dirigida al rector de la URJC, el ingeniero naval Javier Ramos, con argumentos de gran peso: hizo lo que se le pidió, y si se le hubiera pedido más, no hubiera cursado un máster que no añade nada a su currículum. Es licenciada en Derecho, tienen otro Máster equivalente y ostenta una experiencia profesional que ya quisieran otros. Así que devuelve la titulación, y aquí paz y después gloria, porque no está dispuesta a dimitir, como lo pide la desleal oposición, de su posición como Presidenta de la Comunidad.
Me duele el caso, que viene a perjudicar a la Universidad española, además de especialmente a la URJC, concediendo pábulo a la especie tan querida por quienes carecen de títulos académicos o los tienen de medio pelo, de que el saber se regala a quien tiene dinero y que los méritos son adornos de los que poseen medios para emplumarse con ellos. Como titulado doble que soy, como profesor que fui, como estudiante en varias Universidades en las que cursé decenas de asignaturas por el placer de aprender, y defensor a ultranza de la importancia de conocer, y conocerlo bien, me parece deplorable que se esté utilizando el caso para despreciar a la Academia, y aprovechar que este río suena para ver que toda el agua está viciada.
No es así, ni es momento para dejar al descubierto las miserias de la Universidad, que son muchas, pero de otro percal. Si a Cifuentes le han regalado el título, le doy la razón: la culpa no es suya, sino del dadivoso. No hagamos más daño, apuntando al que recibió la prebenda, y sí analicemos con rigor quiénes y por qué andan usando el sello prestigioso de la autoridad del saber oficial para favorecer a unos y poner muy alto el listón a los demás, que somos mayoría.
No creo, en resumen, que deba dimitir Cifuentes, aunque sí deberían dimitir, por vergüenza, quienes se ofrecen a cambiar las normas para favorecer a algunos, con su nepotismo servil, dándoles más plumas con la que pavonearse delante de los demás, pobres diablos, que tenemos que sudar la camiseta para avanzar cada peldaño.
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Este bello pájaro es un moscón europeo (remiz pendulinus) macho, sorprendido a orillas del Guadalquivir, en Sevilla. Un dichoso polígamo que fabrica un nido en forma de bolsa plumosa, colgando de una rama fina de sauces o álamos, principalmente. Le delata, más que su pico puntiagudo de insectívoro (también le gustan las arañas), el antifaz oscuro (no negro), más ancho en el macho que en la hembra. .
Admitiendo el fondo de la conclusión, de que en general si me dan algo que no merecería por méritos propios el problema no es mio, si no del que me lo da, hay matices y formas que hacen de este caso un tanto curioso, motivo para que la tal Cifuentes habría de volver a su trabajo de funcionaria dejando liberada de semejante esperpento la Puerta del Sol.
Me explico:
Desde que el Escobar Jr. sacó la noticia, de cada 3 palabras de Cifuentes 2 fueron mentira. Las más llamativas que se presentó a un tribunal a defender su TFM en unos 15 minutillos, mientras no se que partidazo de futbol se iba a celebrar con un despliegue inmenso de policía a su cargo se estaba coordinando desde su Delegación de Gobierno. Mintió por que ningún tribunal se formó y las pobres cuasiprofesoras que firmaron como tal ni siquiera reconocen su firma y la 3ra si lo hizo, lo hizo bajo presión máxima de o firmas o te hundimos tu carrera (muy probablemente a la vista de lo escuchado de unos y otros y de como funciona la Universidad). Es decir hubo fraude y ella mintió descaradamente en la TV, y en la Asamblea de Madrid, diciendo que defendió su TFM que ni aparece ni aparecerá, ni fue nunca defendido.
Si se hubiera callado y explicado que ni se examino ni se le requirió TFM, aplicaría lo de soy inocente pues simplemente no le hice asco a semejante linea en su CV, y se acabó su responsabilidad.
En todo caso y desde mi punto de vista aún disculpandola y eximiendola en este caso de dimitir, a posteriori y como máxima responsable-pagadora de los costos de la Universidad URJC una vez fué nombrada Presidenta de la CM, debería haber exijido a su Consejero/a de Educación que limpiara semejante Universidad de estos chanchullos pues parece ser que no solo le cocinaban a ella Máster a demanda. La responsabilidad le alcanzó por hacer la vista gorda como Presidenta.
Por ello y por la necesidad de que no solo se ha de ser honrado si no parecerlo, pues desconocemos tantas conversaciones y tejemanejes en los despachos durante aquel fatídico día, que mejor no nos cansemos imaginando quién hablo con quién y de que cosas.
Perdoneseme por mi exceso de celo en esta exigencia, pero alguno despues de oir al ex-Presidente Ignacio González hablando con el exMinistro Zaplana que se lo estaban trabajando para nombrar a Moix como Fiscal anticorrupción, o que el Ministro del Interior, Fernández, dijera sobre un asunto ‘esto te lo afina fiscalía’, ufff, con perdón, no podemos perdonar ni media pues hay un mega iceberg opaco a nuestros ojos y esto evidentemente es una minucia.
Conclusión, si a Alcapone lo ajusticiaron por no pagar impuestos siendo mafioso-asesino-contrabandista, Cifuentes debe ser dimitida o censurada no por ser la que falsificó nada, si no por mentirosa, pues en España no cabe una más, en un cargo público!!.
Y evidentemente otro vendrá que la hará buena, pero eso es otra historia, creo yo.
Un saludo.
En el texto de mi Comentario había pretendido poner el énfasis en lo que parece probado: Cifuentes obtuvo un título universitario, que fue refrendado por los responsables de la entidad pública capacitada para emitirlo. Lo consiguió de forma irregular, según se va sabiendo, sin cumplir con los mismos requisitos que la mayoría -¿todos?- los demás discentes que lo cursaron con éxito. Le dieron muy especiales facilidades.
Carlos, con muy buen tino y amplia argumentación (que le agradezco) pone la luz en otro aspecto del caso, que considero mucho menos claro. Cifuentes ocultó datos de cómo lo obtuvo y, en su deseo de justificar la irregularidad creyendo que no se descubriría el favoritismo que le había dispensado el equipo rector del máster, inventó pormenores o los adornó a conveniencia de lo que deseaba proteger. ¿Mintió y, si lo hizo en cuanto mintió? No lo sé. Pero su comportamiento, en todo caso, merece un reproche mucho menor que quien alardea de tener un título oficial que, en realidad, se ha inventado.
Y concluyo con una reflexión de otro alcance: tenemos tantas cuestiones abiertas, y mucho más graves, que todo este jaleo en torno al master de Cifuentes tiene, para mí un carácter deplorable: distraer la atención de lo importante.