Como ya comenté en otras ocasiones, el fallecimiento de mi madre en 1966 señaló un hito especial en mi vida, que afectó, también, al tono de mi producción poética, que se tiñó con tonos grises. Aunque el paseo entre el amor y la muerte no deja de ser una constante de los temas líricos, tardé en desprenderme de ese barniz tremendista acerca de la vida.
Tengo pocos Sonetos de “aquella época” (digamos, antes de cumplir los veinte/veintiún años), y este es uno de ellos. Está escrito el 3 de enero de 1968… Hace casi, justamente, 52 años. Yo tenia 19.
Están tocando a muerto por mi culpa
en todas las iglesias de la tierra.
Tocando van, haciendo irá la sierra
mi cajón. Avisad a alguien que esculpa
mi rostro con ceniza y, hecho pulpa,
dejadme cara a cara con la tierra.
No interpongáis labores de una sierra
entre su cuerpo y el mío. Sin disculpa,
sin disculpa y en paz, llevadme la emoción
(¡cuánta gallardía! ¡Qué íntima riqueza!).
Con paz, sin pena, buscadme el corazón
(aún estará preñado de tristeza).
Sin pena ni gloria, por última ocasión,
y sin respeto, apartad a la belleza.
(3 de enero 1968, Poemas inéditos sin clasificar)
De la misma época es este otro Soneto que publiqué en “Absueltos de todo don (Diversas intimaciones a las formas)”, Edición KRK 1991, con el número 7. Este sería, por tanto, uno de los que Carlos Bousoño, a quien le pedí temerariamente que prologara mi libro en 1970, juzgó como “inmaduros”. Por supuesto, no le guardo el menor rencor. Como poeta, sigo siendo un valor por descubrir.
7
Me está creciendo el alma, una riada
de hacerme más y más humanitario
se esfuerza dejándome sin nada,
dejándome dolor de escapulario. (1)
Alma en almenas, alma destinada
a trenzar penas. Apenas un rosario
que no te da consuelo, no me agrada
pero aumenta en surtido mi muestrario.
Alma a punto de pena, ésta es la mía.
Se me hace impotente el alma para tanto,
se me desborda de tanto pan para este cesto.
Tallo de alma que crece, ¡qué manía!
Como las plantas buscando el sol, yo el llanto,
no acertando a aguantarme con lo puesto.
(aprox. 1969)
(1) En otra versión: “dejándome dolor por el contrario”
—
He querido unir a este “viejo poema”, un dibujo mucho más reciente, que refleja la imagen de la melancolía juvenil. “Tarde de domingo con pequeñas percepciones de futuro”, realizado a lápiz y acuarela (en tamaño DIN A3, en junio de 1999. Las “percepciones de futuro” de ese joven que lleva una camiseta con la frase “Save the saver” (salve al salvador, aunque puede tener otros sentidos), están borrosas, aunque se adivinan túneles que horadan una mole pétrea.
Un recuerdo cariñoso, esta Navidad. La Esperanza es lo único que merece la pena, en estos momentos. Para todos.
El romanticismo positivo, ese me convence:
Era bellísima y comenta, con sus 17 años, que aun es virgen y que no piensa perder esa maravilla si alguien no merece la pena para un plan de por vida. Mirando al cielo azul. Como sus ojos.
Tengo un gran recuerdo de tu persona allá en los años 68.
Un fuerte abrazo, al poeta, al buen poeta.
Gracias, Pepe. Yo tengo también un gran recuerdo de aquellos años de estudiante en la Escuela de Minas. Después, nuestros caminos divergieron. Creo que no he cambiado tanto. La poesía sigue significando, para mí, una forma de expresión de sentimientos, a medio camino entre la autobiografía y la búsqueda de la complicidad con el otro. No me calificaría de romántico; la vida me ha golpeado suficiente para volcarme del lado pragmático.
La historia de la virgen de 17 años me suscita una reflexión que omito en este Comentario, que, como el blog, es público.
Un abrazo al amigo de finales de los sesenta. Seguro que sigue ahí.