Escribí el Soneto hoy, pero la intención viene ya de antiguo. Meses, sin duda. Es cierto que mis últimos Comentarios tienden a hablar de política y que, ahora que proliferan los especialistas en algo, yo no lo soy en nada, y menos en esta materia.
Solo que, como ciudadano, siempre me interesó aprender de la gestión que los responsables de su Administración hacen de la “cosa pública” y que, de ese análisis, he forjado un espíritu crítico que no creo que haga mal a nadie.
Después de todo, me atrae el futuro como reto colectivo y aunque tengo mis días contados en él, me preocupa el que estamos forjando para nuestros descendientes.
Este Soneto puede tener varias interpretaciones. La que me gustaría que el lector generara es la de que debemos recuperar el diálogo, abandonar el elogio sin posibilidad de crítica al que manda (a la espera de quién sabe qué) y, en fin, asumir como verdad que la discrepancia enriquece.
Hay muchas cosas, sin duda, que el actual Gobierno de Sánchez está haciendo bien. Es su trabajo. Pero resplandecen como bolas de fuego las que carecen de virtud. El gobierno de coalición se desmorona (por el lado independentista como por el del populismo de izquierdas). Varios Ministros han demostrado sobradamente su falta de capacidad, incluso intelectual. El presidente de Gobierno está superado por el exceso de trabajo y ego. La falta de apoyo a la Monarquía constitucional es tan evidente que produce enojo.
No estoy a favor, ni es tiempo, de un cambio de gobierno, sino de sus formas y métodos. Y a la oposición, aunque también a la ciudadanía silenciosa, le pediría opciones, alternativas concretas y no gritos. Hay mucha gente sabia, bien preparada, trabajadora, eficiente en el país. Necesitan que se les conozca, porque eso nos animará a todos. Désele publicidad, por favor
Soneto contra el sectarismo
Hay un brote de pasión que razón ciega
y cualquier argumento desbarata.
Sin entrar al fondo con desprecio anega
la contraria opinión, necia o sensata.
Al que se opone, el fanático restriega
catecismo y simplezas; sin oír, mata
alternativas cuya vida niega
y solo crispación en vez desata.
Si el uno recibe de secuaz el nombre,
sirve a la virtud de aquel que brega
por avanzar sin dogmas. Gloria al hombre
que a la crítica sagaz fiel se entrega,
sin que el grito le amedrente o asombre,
que, del sectario, ni a indignarle llega.
9 de julio de 2021