“Yes, a violent quarrel was in progress. There were shoutings, bangings on the table, sharp suspicious glances, furious denials. The source of the trouble appeared to be than Napoleon and Mr. Pilkington had each played an ace of spades simultaneously” (*)
(George Orwell, Animal Farm, 1944, Penguin Books, pag. 120 /Ed. 1971)
En este paseo virtual por la Granja Humana he recalado en la jaula hispánica, en la que yo mismo habito y, como no es cosa de reclamar indefinidamente la atención del lector -que puede que tenga otras preocupaciones-, me apresto a sacar algunas Conclusiones. Porque cualquier ensayo, por modesto que sea, debe tenerlas.
Supongo que quien haya seguido el paseo hasta aquí habrá detectado que no soy de los que animarán a hacer revoluciones. Me gustaría aquí decir que coincido con Keyness cuando escribió: “Puedo estar influido por lo que me parece ser justicia y buen sentido, pero la guerra de clases me encontrará del lado de la bourgeosie educada”, aunque debo expresar de inmediato que, si esa frase representa los principios ideológicos keynessianos , discrepo de forma radical. Mi educación burguesa y mi formación académica tradicional, son solo parte de la base sobre la que he construido una visión de la Granja que es, sobre todo, experimental.
Al haber sido configurada mi visión a partir de experiencias propias -y, dado el período tan corto de la vida humana, en relación con la Historia de la Granja, “recientes” y “limitadas”- no desdeño que se pueda converger -actualmente, de forma pragmática, desde posiciones de fondo aparentemente muy alejadas.
Los ejemplos en el conjunto de la Granja son muchos y, en nuestra jaula, no faltan. La política llevada a cabo por el primer gobierno de Jose María Aznar no se separaba mucho, por la cuenta que le tenía a los intereses económicos y sociales, de la línea de los gobiernos de Felipe González: los logros de la economía del bienestar eran intocables. Tampoco cabría explicar de otra forma que como producto de un utilitarismo rentable para las propias formaciones políticas, que, para ahogar al PSOE, el PCE, bajo la dirección de Julio Anguit, hubiera planteado sin rubor acuerdos con Alianza Popular, en la primera aplicación española de la técnica italiana del sorpasso (adelantamiento) político.
La presentación conjunta en las elecciones del 27-J de 12016, por parte de Izquierda Unida y Podemos es, nuevamente, un intento de apariencia juguetona pero de alto calado en términos de rentabilidad para sus dirigentes, de estrechar el cerco a los del Partido Socialista, aprovechando la grave crisis de la identidad socialdemócrata. No veo claro, y no descarto que sea por mis gafas ahumadas, la utilidad para el pueblo llano de esos tejemanejes en la jaula (1)
El pragmatismo implica, ante todo, no ser ingenuo, no confiarse, no dejarse engatusar por luces y abalorios. En la Granja global, los latrocinios han sido la clave del desarrollo de los pueblos, no la inteligencia ni la perspicacia. A poco que te descuides, te roban la cartera.
El propio Keyness recuerda que “los comienzos de la inversión británica en el extranjero se hallan en el tesoro que Drake robó a España en 1560. Aquel año regresó a Inglaterra trayéndose con él el prodigioso botín del Golden Hind. La reina Isabel era una accionista importante de la empresa que había financiado la expedición. Con su parte, la reina Isabel pagó la totalidad de la deuda exterior de Inglaterra, equilibró su presupuesto y se encontró con unas 40.000 libras en su mano (…)” ¿Cabe una prueba más sólida sobre las raíces de la prosperidad de Inglaterra? ¿Imaginamos lo que hubiera significado “el prodigioso botín” para la corona española? Y…¿somos capaces de vislumbrar lo que supuso arrebatar esa prodigiosa riqueza a sus anteriores propietarios? ¿Nos detenemos ahí, o seguimos la traza hasta su posible principio? (2)
Por supuesto, no estoy de acuerdo en absoluto que desde esta jaula hispánica se puedan/deban iniciar o apoyar movimientos con la intención ingenua de subvertir el “orden mundial” -y menos en una alianza con los rectores de otras jaulas de descamisados, tanto económica como políticamente (Irán, Grecia, Venezuela, Bolivia, etc.). No me refiero a falta de solidaridad con los pueblos, sino a extremar la prudencia en la connivencia con sus poderes actuales.
No veo el menor recorrido a los impulsos apocalípticos ni a esos propósitos mesiánicos de apoyar la redención global con soflamas. Como a muchos de mis colegas, me gustaba mucho leer a K. Marx cuando era joven, y a otros teóricos anticapitalistas.
Hoy soy incapaz de leer de corrido más de media página de cualquiera de ellos, si bien tengo acotados múltiples párrafos para citarlos cuando me apetezca. Su música me sigue sonando bien, pero la letra es muy aburrida. Y lo que tengo anotado en mi memoria personal es que no pocos de aquellos jóvenes que se decían dispuestos a cambiar el mundo, -que dirigían las asambleas en las Facultades, que militaban en los partidos de la ultraizquierda en el tardofranquismo- evolucionaron rápidamente en la dirección particular que más les interesaba -a ellos y a sus familias-, sin que encontraran, al parecer, dificultades insalvables en acomodar sus ideas juveniles al nuevo ritmo de los tiempos.
No fueron malos tiempos en la jaula. Como cuando nos ordenaban quitar el machete del mosquetón, la mayor libertad y la apertura internacional, vinieron bien, porque el peso de la impedimenta se tornó más ligero. Salvo los últimos diez años -la década maldita de 2007 a 2016-, hubo momentos muy buenos para todos los habitantes de la jaula: comimos mejor alpiste, volamos con más garbo, nos pintaron de dorado los barrotes y hasta nos sentimos muy orgullosos de ser admitidos como iguales (creíamos) por los más presumidos de la Granja, que nos permitieron hacernos fotos con ellos en las perchas más altas de sus gallineros.
Dejo, pues, el rollo ideológico y apunto unas cuantas orientaciones que tienen poco que ver con la ideología de quien gobierne, sino que dependen de los apoyos que pueda conseguir para hacerlas realidad, de la manera más eficiente, en estos momentos de la jaula y de la Granja. Si alguien los considera como de izquierdas, es que no tiene ni idea de qué va esta vaina.
Primera orientación: Educación de élites de máximo nivel, revisión general del enfoque educativo, mejora de la formación práctica
El primer punto irrenunciable para romper barrotes en la jaula hispánica es la de crear -no muchos, uno o dos bastarían- centros de formación de élites económico tecnológicas y de manera inmediata. Basta ya de juegos, hay que romper la brecha tecnológica y es imprescindible acercarse a la frontera del máximo nivel, combinando dos saberes: saber hacerlo bien y saber cuánto cuesta y cómo conseguir la financiación. El modelo ENA francés es la inspiración.
¿Cómo poner ese cascabel al gato de la jaula? Sabemos hacerlo para algo no rentable (salvo para algunos de sus agentes), como el fútbol, la ignorancia que expresa la pregunta, suena a ridícula. Contratando a los mejores, donde estén y sin importar lo que cuesten.
No por espectáculo, es por razón de tener el huevo. Agrupando las mejores experiencias, involucrando lo más granado de los intelectuales bien dotados, exprimiendo el jugo salutífero de los más experimentados de nuestros profesionales, para que expongan, condensen y transmitan el conocimiento que poseen, tendremos la sustancia para formar las élites eco-tecnológicas.
No tenemos el modelo aquí, porque no se trata de una nueva Escuela de negocios, ni de mejorar una Escuela de Ingeniería -ahora, con los nuevos planes, abocadas a su autoinmolación-, ni de agrupar Facultades de Económicas, Derecho o Políticas para que se enseñen en ellas teorías de juegos malabares que no sirven más que para llenar horas de clase. Tampoco hay que obsesionarse porque los centros que se creen con el objetivo indicado actúen de forma excluyente, aunque hay que darles algunas ventajas, ya que se les exigirá mucho.
La jaula hispana precisa generar un par de Centros de formación de funcionarios de élite, que posean conocimientos completos del real funcionamiento del mundo. No solo de política, que, para el caso, sería lo de menos: de la situación tecnológica, de los enlaces económicos, con un conocimiento completo de las necesidades concretas de desarrollo eficiente en nuestro país dentro el marco global, de los medios que tenemos a disposición o podemos alcanzar, con capacidad para proponer objetivos sólidos, creíbles, prácticos. Deberán ser ingenieros-economistas con una educación complementaria en derecho y sociología y lo que haga falta. Por supuesto, deben estar imbuidos de la necesidad de sostener una ética inquebrantable, de los principios de transparencia y servicio público como premisas.
Deberán ser pocos, muy buenos, espléndidos. Seleccionados entre los mejores de la tribu, con criterios duros y, claro, objetivos. Serán nuestras futuras abejas reina. Trabajarán para la Adminstración por un período largo (los egresados de ENA están obligados a hacerlo por diez años) y cobrarán de ella desde que sean admitidos como estudiantes. Han de saber, preferiblemente, cuatro idiomas a la perfección: inglés, chino, alemán y francés. (El francés podría sustituirse por el ruso y el alemán, por el árabe estándar moderno: nunca simultáneamente).
Como se repite desde el imaginario de una Europa sólida y eficaz, para que esas aves de nuestra jaula, como de cualesquiera otras del recinto europeo, puedan ser candidatas serias para la Presidencia de la Europa federal, o de sus puestos de máxima relevancia, deberían conocer, además del español, otras tres lenguas comunitarias (las más habladas: inglés, alemán y francés).
Por supuesto, la formación de esa “fuerza de choque”, a la que vengo dedicando tanto espacio, será independiente de la obligación de orientar la formación general de los jóvenes hacia aplicaciones realmente útiles para las necesidades de la jaula hispánica. No dejemos a la “iniciativa del mercado” el futuro de nuestra juventud. Es una trampa para ellos. Sobran peluquerías, expertos en jardinería, semiduchos en albañilería, mecánicos de las cuatro reglas del automóvil, chapuceros del serviprisa, diplomados en programas informáticos obsoletos, master en hostelería y cocineros de saloncito de estar. Necesitamos jóvenes seguros de que tienen la base para hacer muchas cosas bien, porque podrán aprenderlas en poco tiempo, ya que saben lo fundamental. Ni modelo francés, ni inglés, ni norteamericano o chino.
Necesitamos implantar un modelo español, el que nos conviene. Estuvimos a punto de lograrlo hace no mucho tiempo. Técnicos bien formados, unos, con base ancha. Especialistas intermedios, otros, prácticos de verdad en los niveles y sectores que se consideraban necesarios. Hay propuestas muy interesantes de orientaciones formativas en campos de desarrollo concretos. Este gallo viejo que escribe tiene algunas circulando por ahí; no soy el único.
Se deben revisar, y también de inmediato, todos los programas académicos. Habrá sorpresas al conocer lo que se está ofreciendo, de veras, en los centros educativos. ¡Homologuemos todas las enseñanzas que conducen a un título! ¡Fuera la confusión! La libertad de cátedra ha sido penosa, egoistamente interpretada y precisa una urgente revisión. Las autonomías regionales han deshecho, a conciencia, la calidad de la oferta formativa, generando un desorden académico que se debe corregir de inmediato.
Pero un Plan de estudios general no se improvisa: exige un trabajo serio, independiente, leal. Para analizar lo que se enseña, no solo hay que oir a los docentes, sino dejar expresarse a los discentes; en particular, los recién egresados; específicamente, los mejores de entre ellos. ¿Qué han aprendido?. He aquí algo que no tiene que ver con la ideología; es más, si se pretende que tenga algo que ver con ella nacerá viciado, será inútil.
La igualdad de oportunidades tiene su origen en las escuelas, no en la calle.
Segunda orientación: La Unión Europea es el marco natural de nuestro desarrollo y la opción federalista, la única rentabilizable
Unión Europea como plataforma de acción y que sea fuerte. No tenemos otra opción viable desde la jaula hispana y debemos aplaudir todo lo que suponga avanzar desde las otras jaulas europeas en esa dirección. Una Unión Europea fuerte, hará fuertes a todos los países que la integran (y viceversa). Hay que ser europeísta por serena convicción y estar presente, con personalidad, en todos los foros, tratando de tú a tú a los estados más fuertes de esa original agrupación de comerciantes, imprecisa y vacilante, que debe evolucionar hacia una auténtica Unión Federal para afianzar su identidad.
Por eso, no solo hay que asumir las condiciones pactadas en su seno (de política económica, de circulación interna de personas y mercancías, etc.), sino obligar a que sean cumplidas por los demás, detectando con igual fuerza las irregularidades de otros.
No es sencillo, porque los egoísmos imperan en las actuaciones, y la presentación sesgada de lo que sería más rentable o más perjudicial para cada jaula, es moneda común. Las elecciones locales son buena muestra de que hay mucho que hacer, y de que los poderes económicos no quieren perder espacios de acción, y, por eso, se apoyan en lo que tienen más cerca: generar miedo en las clases burguesas respecto a cualquier apertura de las jaulas. Pintan continuamente los barrotes de dorado.
Política económica y financiera común, por supuesto que es imprescindible. No se puede sostener como objetivo una Europa de varias velocidades; ni con diferenciales en los tipos de interés según países; ni protegiendo a unas entidades financieras o a unos grupos de capital nacionales en detrimento de otros; sí a la agilización del crédito; sí al endeudamiento responsable, pero sin cortapisas impuestas por los que más tienen; sí a la financiación de proyectos de investigación que, en lugar de favorecer a las grandes empresas, se destinen a las pymes y a impulsar la colaboración entre Universidades y empresas; sí a la rebaja fiscal de las inversiones en i+d, en particular, en sectores preferentes; sí a favorecer emprendimientos de jóvenes; sí a inversiones público-privadas, que promuevan crecimiento en las líneas más intensivas en mano de obra; sí al control del gasto público con férreas medidas de exigencia de la eficiencia como valor irrenunciable; sí a…
Me parece íntimamente vinculado a ese robustecimiento de la Unión Europea la generación de una Política exterior común y de una estructura propia de Defensa. Seguridad y defensa propias no pueden confiarse a terceros y, en este sentido, la subordinación de ese objetivo a la OTAN por parte de Europa es una dependencia infantil procedente de la postguerra, que debería entenderse superada. Estados Unidos ha manifestado -con la boca pequeña- varias veces su incomodidad en soportar la mayor parte de los costes de esa estructura, aunque es su principal beneficiario.
Para la jaula hispánica, abrir el debate interno de la salida de la Alianza Atlántica es inoportuno, además de temerario, pues somos un país frontera. A nivel europeo, la salida de la OTAN sería una grave temeridad. Por el contrario, apoyar la necesidad de sustituir, en medida suficiente, el apoyo de la estructura atlántica por otra de control propio desde los centros de mando de la Unión es…imprescindible para obtener una verdadera identidad de contrapeso en la Granja global.
Tercera orientación: Cuidar las relaciones internacionales fuera de la Unión Europea
Desde un país intermedio, no se puede abarcar todo y, además, habrá que distinguir entre las relaciones a nivel institucional y las de las empresas. La necesidad de mantener cifras de negocio anteriores a la “crisis del ladrillo” -que ha sido, también, de paralización de las inversiones públicas en infraestructuras- ha llevado a los grupos empresariales vinculados de manera sustancial a la construcción a salir fuera, asumiendo riesgos nuevos.
No quiero ser alarmista respecto a la solidez financiera del resultado de esas huídas hacia adelante. Las obras deben cobrarse y, además, realizarse de forma impecable, sometidas a escrutinios de calidad no siempre honestos ni fáciles de superar desde la distancia. Pero si en algo quiero llamar atención especial es que los trabajos en el extranjero no crean apenas puestos de trabajo en la jaula hispánica, y los desplazados para ser integrados en los equipos ejecutores de esas obras, responden a cualificaciones muy especiales. Pocos y, además, con buen currículum. Pan para mañana.
La enseñanza que deduzco de este análisis de los mercados exteriores es que deben ser acometidos sin descuidar la posición diplomática -involucrando a las instancias de los países a los que van destinadas las obras y los trabajos- y, de forma preferible, en conjunción con otros grupos empresariales europeos. Es un mensaje para las empresas, aunque es también un punto de reflexión, en mi opinión, para el apoyo a prestar desde las estructuras del Estado de la jaula hispánica.
Cuarta orientación: Preparar las estructuras sociales y asistenciales para el nuevo orden económico
Podría haber puesto esta Conclusión en primer lugar, pero es que considero a todas igualmente importantes. No se ha comprendido por los agentes sociales y económicos la consecuencia de la aplicación de las tecnologías digitales. Se puede decir más alto, pero no más claro: No crearán empleo positivo. Por mucho que proclamen los falsarios optimistas, no hay una Tercera Revolución Industrial, ni la habrá. En lugar de grandes cantidades de puestos de trabajo, se generarán inmensas bolsas de paro.
No puedo entender por qué se oculta esta realidad. Cualquiera de las grandes empresas de las llamadas “nuevas tecnologías de información y comunicación” es incapaz de crear más puestos de trabajo de los que destruye.
Y es lógico: donde antes se necesitaban decenas, o miles de personas para manejar la información, y tomar decisiones o ejecutar las actividades necesarias en los campos de comercio, turismo, periodismo, ingeniería, cartografía, etc., etc. ahora se necesitan buenos equipos de tratamiento de datos, conexiones de fibra óptica y el mantenimiento de las redes de comunicación para que unos pocos técnicos y cuatro especialistas mantengan en funcionamiento la estructura. Se beneficiarán miles, millones de usuarios -productos más eficientes, más rápidos, más baratos- con un pequeño problema: no podrán pagarlo, porque no tendrán ingresos.
(continuará)
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(1) Keyness, J.M. Texto extraído de la Conferencia pronunciada en la Escuela de Verano del Partido Liberal, Cambridge, 1925. “I can be influenced by what seems to me to be justice and good sense; but the class war will find me on the side of the educated bourgeoisie.”
(2) Copio este párrafo truncado del ensayo de Keyness “Posibilidades económicas de nuestros nietos”, con traducción de Jordi Pascual, que forma parte de la selección hecha por Joaquín Estefanía, (Edit. Taurus, 2015), y que incluye una Introducción de este periodista, viejo amigo, con el título “Keynes lives!” en la que glosa, con agudeza, el alcance de términos como la “revolución pasiva” o el “laissez faire” del capitalismo, entre otros. De él tomo la cita de Martín Quetgals (EP, 6 de enero de 2015) que, ni qué decir tiene, no solo comparto, sino que -modestia aparte- contiene la esencia del riesgo de la falsamente llamada “Tercera Revolución Industrial”, que vengo denunciando desde hace más de una década, en multitud de artículos, y que adelantaba en mi tesis doctoral, ya en 1989.
(*) “En efecto, tenía lugar una violenta disputa. Había gritos, golpetazos en la mesa, lanzamiento de miradas sospechosas, mentís furibundos. El origen del problema parecía estar en que Napoleon y el Sr. Pilkington habían jugado cada uno un as de espadas al mismo tiempo”