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Hay otro mundo cuando me transporto
de la mano de disfrute y fantasía
y el ánimo raptado queda absorto
dejando a imaginación que se extravía.
Seré fiel deudor de Euterpe y de Talía
cuya magia revierte el tiempo en corto
y ora tenaces o con más suave porfía
domeñan las angustias que soporto.
De la música entrando en sintonía
a mi alma sosegada reconforto
y recargo nuevas fuerzas y energía.
Cuando trama horizonte un nuevo orto
yo me entrego a imaginar con alegría
que soy niño y acorde me comporto.
3 de mayo de 2020
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El plan ansiaba la ocasión perfecta;
la instrucción, tal vez, fuera imprecisa;
mensajes raudos e intención directa
obviaron que la gente tenía prisa.
Se dijo proteger la edad provecta
y se hizo con el caso mucha risa;
pensó la juventud que no me afecta
sin llegar a entender ni la premisa
Arriesgamos volvernos al principio
y con la misma explicación dilecta
asomarnos de nuevo al precipicio.
Retornarán las curvas y la recta,
el pasear de hospitales al servicio,
y entronizar al virus como secta.
(@angelmanuelarias, sonetos desde la crisis)
Paseando un atardecer por Tirana, en las escasas horas de distracción que nos permitía el apretado programa del Banco Mundial, sorprendí a un grupo de jóvenes que estaban dibujando, en láminas sobre tablas que tenían apoyadas en las rodillas, la fachada del hotel donde nos hospedábamos. Sin poder contener mi curiosidad, les pregunté qué encontraban de valioso -como para dibujarlo con tal detenimiento y atención- en el edificio moderno y ecléctico de la multinacional, y me contestaron, casi al unísono: “Somos estudiantes de segundo de arquitectura y nos encargaron como ejercicio de fin de semestre representar ese edificio”.
Tomé mi cuaderno de apuntes y las dibujé, con cuatro rasgos, a ellas. Jóvenes, hermosas, diligentes. Era, para mi juicio, lo que merecía la pena de ese momento. Lo titulé “Jóvenes estudiantes de arquitectura en Tirana”. Una de ellas, cuando ya me marchaba, me preguntó si podía darle el dibujo. Arranqué la hoja, diciendo: “Por supuesto. Yo ya me he examinado de todo lo que tenía que examinarme”.
Luego, en la página siguiente, volví a dibujar la escena, que, ya en el estudio, terminé en formato grande y, como la anécdota me pareció representativa de mi manera de mirar siempre que puedo desde otra perspectiva, incluí la reproducción como Lámina III en Sonetos desde el Hospital.
Vida vivida