El día 14 de noviembre de 2019, con ambiente invernal en Oviedo, mi ciudad natal, presenté en la librería Cervantes mi libro Sonetos desde el Hospital.
Por la mañana, mi compañero de profesión de ingeniero, Luis Toyos, amigo de esos que se asoman desde las profundidades de la edad y se enraízan con más fuerza con el paso del tiempo, me preparó una entrevista en Radio Asturias (hoy adscrita a la cadena SER), que dirigió con empatía el gran periodista radiofónico José Luis Echever. En el curso de esa entrevista, en la que tuve ocasión de leer dos de los sonetos, animaba a los radioyentes a acudir al acto en la Cervantes y al que tendrá lugar el próximo lunes, en el Club de Prensa Asturiano.
No quiero referirme aquí ni a mi libro ni a mis circunstancias vitales, que han sido prolijamente contadas en este blog. Quiero dejar testimonio especial de mi agradecimiento a Miguel Alarcos, quien presentó el poemario, hizo un análisis tan serio como emotivo de mi poesía y, por si no fuera bastante, generó una atmósfera musical específica con una grabación de su propia creación al piano, “pretendiendo trasladar (…) la tonalidad y mensaje de los poemas “ange-rienses”, (…) con la dificultad añadida de que los poemas seleccionados” (por el autor) “son los más crudos y aciagos de todo el conjunto, y más encarnizados en la lucha contra el cáncer, los que permiten luego el desarrollo de la esperanza vivida como mensaje nuclear y definitivo de todo el libro”.
No conocía personalmente a Miguel Alarcos. Ni siquiera había pensado en él para presentar mi libro que, desde la visión borrosa que adquirimos los emigrados temprana y definitivamente de las cosas de Asturias, relacionándolas empecinadamente con nuestra juventud, seguimos vinculándola con las personas que conocimos entonces y con las que creemos mantener los mismos lazos.
Había pedido, por mediación de mi hermana Ana, que Josefina Martínez, viuda de Emilio Alarcos, quienes habían sido ambos profesores míos en mi frustrada inmersión en la carrera de Filosofía y Letras, me hiciera la presentación. Cuando recibí de Josefina la indicación, amistosa pero firme, de que ella no lo haría, pero que su hijo Miguel podría hacerlo y de buen grado, alumbré los lógicos recelos.
Qué error, qué inmenso error. En los dos meses previos al acto en la Cervantes, Miguel Alarcos me demostró no ya que podría hacer de mi Poemario y de mi manera de entender la poesía y la vida, la mejor de las presentaciones imaginadas por mí, sino que era un serio analista del ars poética y, en el plano de su propia creación personal, además de notable poeta. un músico (creador e intérprete) original y excelente.
La presentación de mis poemas en la Cervantes fue un éxito. Agradezco el préstamo del marco (recoleto y chic) a Conchita Quirós y a su equipo. Estoy de corazón entregado al afecto y aprecio de los miembros de familia, amigos y algún desconocido para mi, que asistieron y fueron cómplices de ese momento.
Pero lo relevante del acto lo puso, para mí al menos, Miguel. Los nombres de Miguel Alarcos Martínez y de Angel Manuel Arias estuvieron unidos ese día y estoy seguro que esa relación de amistad se mantendrá ya para siempre, a pesar de la diferencia de edad y las distintas trayectorias curriculares y personales, con la fuerza intensa que proporciona la complicidad en la valoración de la poesía y la música, dos de las ciencias místicas, junto con la filosofía, el teatro y la pintura que nos acercan a la metafísica de la existencia.
Guardo como oro en paño lo que Miguel Alarcos escribió y leyó en la Cervantes sobre mi poesía: “Un estilo transparente, claro, preciso, exacto, elocuente, desnudo en apariencia de figuras retóricas, y especialmente denso en el significado (…)”. ¡Cómo no me iba a emocionar un análisis tan potente de mi “ars celare artem”!
Cuando. finalizado el acto, en un aparte, agradecía la asistencia al mismo de Josefina Martínez, y le dedicaba uno de mis libros -que acababa de adquirir-, no pude menos que decirle: “Miguel me dijo que iba a tratar de hacer un análisis de mi poesía como lo hubiera hecho su padre”. No sé, obviamente, lo que podría haber escrito Emilio Alarcos sobre mí. Pero lo que escribió y musicó Miguel Alarcos es tan personal e intenso como solo lo puede hacer un artista, un poeta, un serio filólogo, un amigo.
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Sigo incluyendo en los Comentarios el enlace para comprar el libro. No quedan muchos ejemplares, pero quiero alcanzar los mil vendidos antes de final de año. ¡Y si lo compráis por medio de este enlace, lo recibiréis en casa y, si lo deseáis así, con mi dedicatoria!