Acabo de enterarme de que Julio Gavito Omaña, compañero en la ingeniería de minas y en varias vivencias, ha fallecido ayer, 12 de mayo de 2013. Creo que no tengo forma mejor de expresar mis sentimientos, que trasladar aquí la entrevista completa que le hice hace cuatro años, en junio de 2009, y que fue publicada, con el mismo título que este Comentario, en la revista ENTIBA.
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Quedo con Julio Gavito para cenar en el restaurante la Misión, en Madrid, y llega algo tarde. Nos aposentamos en la terraza, entre ejecutivos y señoras de buen ver, que disfrutan del alivio de la temperatura en un día cálido de mediados de junio.
No nos lleva mucho tiempo elegir de la carta. Canelones con rabo de toro y Solomillo de ibérico; como entrada, compartiremos croquetas de calamares y alcachofas. Lo acompañamos con un vino cosechero riojano, servido frío.
La vida de Julio Gavito es intensa y daría para varias entrevistas como ésta. Tengo que acallar la posible tentación de caer en el detalle, de pormenorizar. Es obligado contentarse con hacer un cuadro a pinceladas, saltar de un tema a otro. Conozco bastante bien la historia de Julio y tenemos varios puntos de coincidencia, personal y profesional.
Nuestras biografías se han cruzado varias veces. Al tiempo en que Gavito fue nombrado Consejero de Industria, yo acepté asumir la Dirección de Proyectos en la Sociedad Regional de Promoción de Asturias. Ambos hemos vivido nuestra infancia en Oviedo, fuimos vecinos en la calle Matemático Pedrayes. Tenemos más o menos la misma edad, estudiamos el primer curso de ingeniería en las mismas aulas. Nos mantuvimos expatriados durante años, retornamos a Asturias, y volvimos a marchar. Hemos cambiado varias veces de empresa…
Julio tiene también experiencia como restaurador. “Invertí todo el dinero de la emigración, que ahorré cuando estuve en Arabia Saudí y Kuwait con Schlumberger, en Valentino, un restaurante que monté con unos viejos amigos en Oviedo, en la calle de Marqués de Pidal “. Perdió toda la inversión. “Se cometieron todos los errores posibles”.
Entre las simpatías comunes, se encuentra nuestro interés por Bolivia, país en el que Julio vivió casi dos años y en donde le hicieron protagonista de una historia rocambolesca.
Le recuerdo que debe entregarme algunas fotografías para ilustrar este reportaje, mientras una camarera atiende mi solicitud –que repetiré a lo largo de la cena- de que nos fotografíe. “En internet se pueden encontrar muchas fotos mías. Incluso hay alguna que estoy detrás de los barrotes, en Bolivia”.
Pero de eso hablaremos luego.
La experiencia asturiana: entre la técnica y la política
Julio niega que sea un ingeniero metido a político. “Me parece demasiado simplificador. Siempre tuve, y la mantengo, preocupación por la política. Casi al mes de la muerte de Franco, dimití de mi trabajo en Arabia Saudita y quise venirme a España. No quería perderme lo que entendía que iba a pasar aquí. El 20 de noviembre de 1975 me encontraba en Londres, de vacaciones. Varios españoles lo festejamos juntos: Laura García Lorca, José Martín Artajo, Lucy Durán, -su mujer, hija del coronel republicano Gustavo Durán-,…La limpiadora nos hizo una foto”.
Gavito fue invitado por Pedro de Silva, en 1984, a participar en el Gobierno regional de Asturias, en la primera legislatura socialista. Ocupó la Consejería de Industria y Comercio hasta 1987. Mantiene desde entonces una amistad estrecha con Pedro de Silva, que le permite juzgar sus virtudes con ironía. “Pedro era el Príncipe del Colegio, y ya se sabe los jesuítas no hacen Príncipe a cualquiera. Fue posiblemente el mejor presidente de Asturias y no creo que sea ya posible que haya otro igual. Sintetiza muy bien, es trabajador, tiene alto coeficiente intelectual”.
Julio estudió bachillerato en el Instituto Alfonso II, de Oviedo, influencia que “cree determinante” en su vida. Aprovecha el recuerdo de aquellos años para lanzar un dardo azucarado: “Los que no tenemos tan alto coeficiente intelectual como otros, debemos suplirlo con inteligencia emocional, que suele faltarles a los príncipes”.
Los tiempos en la Consejería fueron intensos. “El problema mayor era la falta de competencias, lo que te convertía en un mero catalizador con escasa capacidad para resolver. Dedicabas mucho tiempo a mediar en los conflictos”. Fue época de alta conflictividad: Talleres Moreda, Confecciones Gijón, Naval Gijón, son algunos ejemplos. La industria regional ardía en dificultades económicas y tensiones laborales, generadas en torno a la reconversión drástica de los sectores siderúrgico, naval y carbón, que arrastraron a las empresas de montaje y a las industrias transformadoras y de equipos.
“Me hubiera gustado tener más participación en algunos temas. Por ejemplo, en la reestructuración de la Fábrica de Armas. En otros, traté de impulsar las ideas que se me presentaban. Así, presté mi apoyo a la agrupación de fundidores asturianos, que deseaban mejorar su capacidad para exportar a todo el mundo; incluso a Italia. También traté de potenciar Exportastur”.
No tenía la Consejería competencias respecto a Hunosa y Ensidesa. “A poco de llegar, se presentó un problema con la máquina de extracción de la Camocha. Allí fui con toda ilusión, y me puse a hablar en inglés con el técnico que estaba al cargo del equipo. Me dejaron claro mi sitio de inmediato: Yo tenía que ser ahora un político, no un técnico”.
Las relaciones con Madrid y con los sindicatos
Por entonces era ministro del área Carlos Solchaga, con el que dice haber tenido una relación fluida. Con su estilo gráfico, cuenta: “En Madrid nos creíamos que éramos catalanes. La gente de la Administración central nos hacía mucho caso, a pesar de que en población Asturias tenía más o menos el tamaño de Vallecas”.
Gavito es modesto al juzgar su papel. “La importancia regional de la época se debía a la delicada coyuntura y, especialmente, a una persona: Pedro de Silva. Imponía respeto, porque daba la sensación de superioridad moral y descolocaba a los interlocutores. Cuando ibamos a pedirle algo a Solchaga, me sacaba recurrentemente el tema de Hunosa. Era un problema estatal, pero nos veía como observadores de confianza.”
De la relación con los poderosos sindicatos de la época, recuerda que “tenía mejor sintonía con las secciones del metal, tanto de UGT como de Comisiones. Me encontraba mejor con ellas que con el SOMA.”
Aunque no especifica si se refería al entonces poderoso líder del Sindicato Minero, José Angel F. Villa –en la entrevista pasaríamos revista a muchos conocidos comunes, empresarios, políticos, compañeros, periodistas, amigos, etc. – apunta una frase que pone en boca de Manuel Fernández López “Lito”, de UGT-Metal. “Las personas pasan, pero los sindicatos duran toda la vida”
La buena sintonía con los sindicatos la rememora Julio, en particular, en relación con los conflictos en el naval. “Pasé muchas horas con los gestores de Cantábrico y Riera, como mediador cualificado”. Además de con Amalio Muñoz, recuerda los contactos con Félix Mazón, las peculiaridades de Leonardo A. de Diego, las entrevistas con los Sitges, con los M. Carrillo, …, en una catarata de personajes y circunstancias. No destaca a nadie en particular, si yo no se lo pido, aunque parece tener siempre a punto un comentario en su memoria: “Al frente de Mefasa se encontraba Alperi, muy listo, que encajaba dentro del esquema modernizador; la empresa fabricó algunos grandes barcos competitivos, a cuya botadura, realizada con gran despliegue, fui invitado”.
Dimisión: “No sin haberlo meditado largamente”
Recordamos el proyecto de la Factoría Cultural, del que Ingeniería y Diseño (y su centro de Cad-Cam) sería, a la postre, la única realización visible. “Cuando llegué a la Consejería ya existía ese proyecto, que era fruto de la capacidad de seducción de Juanjo Cueto y de Chus Quirós, reforzados por Víctor Manuel, Ana Belén y Rodrigo Uría…Porque Pedro de Silva era seducible. “
El proyecto “fracasó por razones que no se controlaban desde Asturias. Pero no hay de qué arrepentirse. Se debe intentar siempre lo que se crea que merece la pena. Otra cosa sería dejar triunfar la filosofía pancista. Hay que arriesgar. En España, por ejemplo, hay tantos restaurantes que no parecería que montar un restaurante sea buena idea. Muchos lo hacen, sin embargo, y algunos funcionan bien. El proyecto de la Factoría Cultural pudo haber salido adelante, y no lo hizo, no por ser bueno o malo, sino porque la coyuntura y los apoyos no fueron los adecuados.“
Julio dimitió de la función de Consejero de Industria por escrito. Le sustituiría Paz Felgueroso, hoy alcaldesa de Gijón. “Tomé algunas decisiones probablemente precipitadas, que fueron desautorizadas, con buen criterio, por Pedro de Silva. Pedro tardó un año en aceptar mi dimisión. Cuando se acabó la legislatura sacó mi carta del cajón.”
En un acto de Tribuna Ciudadana, en el que fue presentado por el ex-Presidente como conferenciante, contó “que esa carta estaba redactada exactamente en los mismos términos que la de mi dimisión de Shlumberger. La había copiado de un libro de cartas de inglés comercial y empezaba así: No sin haberlo meditado largamente, he llegado a la conclusión final…” Gavito se ríe, como si fuera una travesura.
La experiencia boliviana: los idus de marzo
A Julio Gavito le gusta escribir y leer. Tuvo ocasión excepcional de desarrollar esa habilidad para contar una parte de su propia vivencia, al final de su estancia en Bolivia, como Presidente de Andina, la empresa mixta de Repsol-YPF y el gobierno boliviano.
Andina daba empleo a unas 100 personas y a otras 300 indirectamente. Estaba capitalizada al 51% por Repsol-YPF; el resto pertenecía al gobierno boliviano. La responsabilidad de Gavito incluía también varios campos de gas en los que Repsol era operador o socio.
“Cuando Repsol compró YPF, incorporó todos los activos de esta compañía, de los que fue desinvirtiendo con diversos criterios. Antes de irme a Santa Cruz estuve en Boston, como consejero delegado de Global Companies LLC, de la que YPF había adquirido el paquete de control, porque se deseaba participar en alguna empresa de downstream.”
Julio recogió la experiencia de sus últimos días en Bolivia, en varios artículos periodísticos, alguna conferencia, y un relato inédito titulado “Los idus de marzo”. Su imagen y peripecias judiciales ocuparon titulares en la prensa de varios días de 2006.
La cosa fue así: La fiscalía cruceña, movida al parecer por el ex-Presidente Mesa, pretendía que Andina había cometido irregularidades fiscales, de las que imputó a Julio Gavito y a Pedro Sánchez, los máximos responsables del momento en la empresa, aunque no habían sido empleados de la compañía en los años investigados.
La situación puso nuevamente a prueba la capacidad de Julio para contemplar desde alguna distancia sus propias vicisitudes. Por cierto, el comportamiento de algunos de los altos directivos de Repsol en aquella época no le despierta buenas emociones. “Hasta el final, cuando el juzgado boliviano dió por sobreseído el caso, Repsol no realizó ni una sola nota de prensa defendiendo a sus directivos imputados. La que apareció, la redacté yo mismo. El interés del responsable de comunicaciones estaba más enfocado en cuidar la imagen del presidente del grupo que la de la compañía”.
Orden de desarraigo, paletadas y nombres propios
El momento más delicado de la aventura de Bolivia fue la salida subrepticia del país, en marzo de 2006, porque la fiscalía había dictado una orden de arraigo (prohibición de abandonar Bolivia). Lo hicieron en un viaje rocambolesco, por una frontera apenas transitada, en un peligroso itinerario, ocultándose en Argentina durante un par de días.
Con el paso del tiempo, la cuestión ha adquirido para Gavito una visión aún más nítida, incorporándose nuevos datos. “Carlos Mesa, que fue presidente en Bolivia cuando Sánchez Losada huyó por las grandes revueltas del final de la época liberal, sostiene en uno de sus libros que un tal Manuel Suárez (boliviano, que había estudiado en la complutense) y yo conspirábamos para derrocarlo. En aquella noche larga de la fiscalía, todos me repetían que si yo hubiera sido norteamericano no estaría allí. “
La política española se involucró para negociar. El embajador Juan Francisco Montalbán y el secretario de Estado Bernardino León, e incluso el ministro de Exteriores Moratinos, mediaron en la cuestión. Pero Julio tenía tan claro entonces como lo tiene ahora que el camino de negociar a los altos niveles resultaría equivocado: “Se mantuvieron conversaciones con el nuevo presidente Evo Morales, lo que era un error. Porque no había que negociar con el poder político, ya que el gobierno no iba a intervenir corrigiendo decisiones de la fiscalía. Cualquier orden desde el ejecutivo hubiera apoyado la convicción de quienes pensaban que Bolivia no era una democracia formal, sino un cachondeo, en donde los políticos controlan a los jueces…lo que era, por supuesto, cierto”.
Su aprehensión y el paso fugaz por la cárcel, en fin, la ve Gavito como “una gran paletada, propia de gentes poco viajadas. Yo tenía las claves básicas, sabía cómo habría que actuar, pero nadie me preguntó nada. Las instrucciones venían desde Madrid. Genéricamente decidí denominar a estar fuentes de instrucciones, Moscú . “¿Qué dice Moscú?” nos preguntábamos en broma.”
“Siguiendo órdenes de Madrid, que entendía que estaba todo resuelto, me presenté voluntariamente en el Juzgado de Santa Cruz, por la tarde, para sorpresa de los funcionarios, pues no podían hacer otra cosa que encarcelarme, dado que tenía sobre mí una orden de busca y captura. Así pasé una noche entre rejas, porque el único que podía ordenar mi inmediata puesta en libertad era el juez, que no trabajaba por las tardes. En consecuencia, -cuenta- la prensa gráfica obtuvo la imagen que los fiscales deseaban: Los ejecutivos de Andina tras las rejas”.
No guarda Julio, en absoluto, mal recuerdo de Bolivia, ni de sus gentes. Al contrario. “A mi despedida de Bolivia acudió mucha gente. Entre ellos, mi buen amigo Salvador Rich Riera, ministro de Obras Públicas con Morales, hoy embajador en Uruguay”.
Tiene el entrevistado clara opinión sobre un buen número de políticos bolivianos, a los que conoció personalmente. Por ejemplo: “Evo es un listo de la calle que ha sabido ignorar a todos los partidos, presentándose como un indígena, a pesar de que su apellido delata su origen mestizo. El presidente Paz Zamora supo que era imprescindible incorporar a la población mestiza al gobierno, pero el Movimiento de izquierda revolucionaria (MIR) se fue al traste por la corrupción, ligada a la coca. Tuto Quiroga es un gran funcionario, que tiene el estado en la cabeza, como Fraga Iribarne…”
El futuro de Bolivia y las trampas para osos de Muniellos. However
Las perspectivas de futuro de Bolivia, no las hace descansar Julio solamente en el petróleo. “Las riquezas mayores están en el gas, la soja, la plata, el estaño, la madera y el litio (muy abundante en el salar de Oyuni). Pero hay que estructurar el país, que tiene doble superficie que España y solo 8 millones de habitantes.”
“Tiene Bolivia que olvidar el racismo y apoyarse en la realidad del mestizaje, alejándose de las posiciones de Chavez y Castro y acercándose a las de Lula y Bachelet. Porque yo sigo siendo marxista en cuanto que estoy convencido de que la economía precede a la cultura. Las trampas para osos son iguales en China que en Muniellos. Hay que superar la filosofía del oenegero. Ayudemos a que los países pobres aumenten su pib y a que lo repartan mejor.”
Julio recuerda con especial afecto a Dionisio Sierra, que estaba de director general en Eniepsa-Hispanoil, con el que había coincidido en Schlumberger y que fue Director de Repsol Exploración. “Dionisio fue importante para mi entrada en el mundo petrolífero; quería que aportara modernidad, y fue quien me asignó al proyecto Gaviota de Bermeo. “
También tiene palabras encomiásticas para Miguel Ángel Remón. “Miguel Ángel tuvo el papel del funcionario diligente que escuchaba pacientemente las ideas de cada recién nombrado presidente de Repsol, para acabar indicándoles, como en aquella serie de la televisión inglesa de los 80, “Yes minister”, hacía Bernard Woolley, el respetuoso e irónico Secretario Personal: “Yes, minister, however…”
La experiencia árabe. Irán y su revolución pendiente
En Oriente Medio trabajó Gavito en Kuwait, Dubai, Iraq, Irán y Arabia Saudita. En Irán estuvo año y medio. “Intentamos incluso comprar un campo petrolífero en el golfo Pérsico, pero acabó yendo a parar a manos de Shell”. Fue su primer trabajo, y coincidió con el final de la época del Shah Reza Pahlevi.
“Me enerva la actual situación en Irán, -dice-, lo que no me sucede cuando pienso en Arabia Saudí o en Kuwait. Siempre tuve la esperanza de que la contrarevolución la hicieran las mujeres, y que un millón o más salieran de pronto a las calles, quitándose los velos. Muchas mujeres iraníes son universitarias, y la mujer acude allí la Universidad desde los cincuenta. “
Opina que la solución para Irán depende de la liberación de la mujer iraní. “No son raras las mujeres iraníes que han leído a Shakespeare y a Proust. Se las trata como ciudadanas de tercera. pero muchas son muy cultas. Un reformador debe apoyarse en ellas. La segunda mujer del Shah, Soraya, era estudiante de arquitectura. Mientras no se libere esa fuerza, habrá una revolución latente en Irán, que se encuentra bajo un régimen teocrático inventado sin contar con la mitad de la población. Recuerdo que cuando salíamos del país en el avión con la British Petroleum, ya en la escalerilla del avión, las mujeres se quitaban la pañoleta. Era espectacular, una sensación muy erotizante. Se despedían del chador, de la pañoleta de Hermés, en un gesto de libertad”.
“Por eso, Musavi pretende cambiar el sistema desde dentro, siguiendo el modelo Adolfo Suárez. Y como Irán es fundamental para el equilibrio de la zona, Obama pactará con quien gobierne allí”, concluye.
La planificación energética y la gasificadora de El Musel
Julio se confiesa partidario probablemente de la energía nuclear. “No haría nunca una central, pero si Garoña puede durar diez años más, no tendría duda en mantenerla. Porque, además, la polémica que se está viviendo es falsa: el juego de alternativas a las nucleares no son las energías renovables, sino el carbón, el gas y el petróleo.”
“Cuando fui Consejero, la opción que defendimos como mejor era acercar a Asturias el gasoducto de Enagás, a pesar de que la demanda aparecía como insuficiente para los criterios de entonces. Fui a ver a Oscar Fanjul con el consejero de Cantabria para que el gasoducto llegara a Cantabria y a Asturias, y lo convencimos, enumerando las empresas que se beneficiarían.”
La cuestión, como otras, está clara en la mente de Julio Gavito. “En realidad, la idea de la gasificadora en el Musel no es nueva. Creo recordar que ya fue propuesta, en mi época, por los consignatarios del puerto. Actualmente no se necesitan son más gasificadoras en España. Estados Unidos tiene solo cuatro instalaciones, mientras aquí tenemos 8. Ningún país tiene tantas. No hay ningún argumento serio para defender una gasificadora como imprescindible. Por la ley de Boyle Mariotte, todos sabemos que si se necesita más volumen de gas, bastaría aumentar la presión de suministro, y si fuera imprescindible, sustituir la conexión por otra de mayor diámetro. Es falaz apoyar la necesidad de la gasificadora en los proyectos de ciclo combinado, porque no hace falta producir kilowatios para exportar sino se negocian contraprestaciones”.
Generación perdida, ilusiones frescas. Privatizaciones precipitadas
Le pido que hable de su visión de la generación de los nacidos a finales de los cuarenta, principios de los cincuenta. “Somos una generación, digamos, perdida. Nuestros mayores no nos dejaron incorporarnos fácilmente al sistema. Fuimos respetuosos, y cuando creímos llegado nuestro turno, los más jóvenes ya habían ocupado con rapidez los puestos que nos debieran haber correspondido.”
“La verdadera ocasión la tuvimos en los 80. Pocos podían decir entonces que habían estado en el extranjero, y algunos volvimos a España perdiendo dinero. Mirando hacia el presente, queda mucho por hacer. Desde la gestión de la coyuntura, cambiar el sistema financiero, potenciar la investigación, etc. No parece haber la sensación de que exista un buen plan ni por la izquierda ni por la derecha. “
Tiene Julio ideas, -cómo no-, respecto a las opciones para salir de la crisis. “No se debería desincentivar la compra de viviendas. La economía ha estado basada en la construcción, y no se puede dar un giro a la industria por decreto. Los ayuntamientos dependen para subsistir de las obras de nuevos edificios, de las recalificaciones de los terrenos. Les faltaría el medio de financiación, porque los gastos corrientes se cubren con la construcción. Hay que tener claro el modelo al que se desea ir, antes de destruir lo que se tiene.”
Y formula un reproche: “Nos hemos precipitado en las privatizaciones de las empresas públicas. Fuimos bastante ingenuos. Ni Italia ni Francia lo hicieron. Por eso, hoy, en Italia, uno de los firmes instrumentos de poder de Berlusconi es el IRI.”
Respecto al cambio en Estados Unidos, comenta que “Obama es hoy la mejor noticia en nuestro mundo global. Dábamos por perdido todo en la pendiente, y no se sabía si la estábamos subiendo o bajando. Obama trae aire fresco, y da igual lo que haga. Ni siquiera haría falta que hiciera algo, en realidad…Para un ciudadano europeo es muy importante la política económica de Estados Unidos. Zapatero podrá realizar alguna actuación aspirínica, pero la mayor capacidad de influir en nuestra cotidianidad la tiene Obama y no él. En esta crisis, nos han metido los americanos, y nos van a sacar ellos. Sin olvidar que la globalización es incuestionable, y hay que superar la visión demasiado transitiva de los hechos. Todos se influyen. Irán no puede pretender ignorar el Nimex, porque le afecta para su supervivencia lo que se decida allí “
Añoranza de Asturias
Cuando le pregunto sobre su ocupación actual, Julio me dice que trabaja en el proyecto Escal UGS, concesionaria de la explotación que convertirá un antiguo pozo petrolífero submarino, a 21 kilómetros de la costa de Vinaroz, en un gran almacén submarino de gas y que aprovecha el yacimiento explotado por Shell en los setenta. Y reconoce: “No he vuelto a Asturias, sinceramente, porque nadie me ha llamado para volver a trabajar allí”. Lo que no le impide ir frecuentemente a la tierrina, para conversar con viejos y nuevos conocidos y amigos y, tal vez, arañar algunas horas para escribir unas memorias antes de que las historias vividas se cubran de olvido o sean tergiversadas por otros intereses .
Le acompaño hasta su coche. Han sido dos horas y media de conversación intensa y entretenida. Se ha levantado algo de fresco, que se agradece en este final de primavera. Al llegar a casa, miro las fotos que nos han sacado en el restaurante. Todas mal. Con el fotoshop, consigo salvar una, para dejar al menos testimonio gráfico de esta cena.
FIN de la Entrevista. Junio 2009, ENTIBA
Descansa en paz, Julio. No quisiste que casi nadie se enterase de tu enfermedad, descubierta cuando ya estaba muy avanzada y te parecía irreversible. Eras, también para lo tuyo, perspicaz. Siempre fuiste divertido, ingenioso, con un punto iconoclasta; y atrevido para tomar decisiones cuando otros se limitaban a ver el obstáculo. Así te recordaré.
Se fue un amigo. Con la inteligencia de pocos, la desafiante ironía del incrédulo y el sarcasmo de menos. Con la valentía de quien enfrenta la maquinaria del poder desatada en ajustes de cuentas. Con la sabiduría de quien pasó una vida leyendo y preguntando. Mi despedida a un ciudadano del mundo incomprendido por las pequeñas ambiciones del poder primerizo. Antes de su fallecimiento dejo claras sus circunstancias ante sus propios. Saldo positivo de la vida singular de un personaje inolvidable.
Alfredo, la emoción que reflejan tus palabras, es un homenaje personal a Julio Gavito, pero son muchos los que compartiríamos tu mensaje. Hay una parte de ese mensaje que no tiene que ver con lo que Julio hizo sino con lo que no pudo hacer, porque no le dejaron, ¿Se darán por aludidos, si lo leen, sus destinatarios? Sospecho que no, e incluso que algunos estarán junto a nosotros, lamentando su pérdida.