Al socaire

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Homilía y lecturas del funeral de Angel Arias – Viernes 14 abril

21 mayo, 2023 By amarias 3 comentarios

Estimados lectores y amigos de Angel Arias,

después de que muchos nos pidierais las bellas palabras que nuestro gran amigo, el Padre Javier de la Orden de los Servitas, nos regaló en su homilía durante el funeral por mi padre, en la Iglesia de San Nicolás, las queríamos publicar aquí.

También hemos incluido el resto de lecturas de sus nietas, peticiones y sonetos del abuelo y las palabras que compartí para agradecer la presencia de amigos y el apoyo a mi padre y la familia.

Un abrazo fuerte a todos,
Miguel

Homilía del Padre Javier:

“Davide Turoldo, fraile poeta, escribió esta poesía pocos meses antes de su muerte:

Oh, estos hermanos que no saben nada
de la Muerte, verdadero anillo
de unas bodas más profundas, donde
cada uno entra en el gran tálamo
y es alcanzado
por el afanoso amor.

Es por la muerte que Cristo ha nacido
por el gozo de morir, para sentir
este dulcísimo retorno.

Difícilmente pensamos y hablamos así de la muerte. Yo todavía estoy lejos de hablar así de la muerte: la muerte como dulcísimo retorno.

Fatigosa cada celebración de exequias que tengo que presidir, y anunciar que «La muerte es un encuentro…». ¿Cómo dejarnos seducir por el deseo de ese encuentro? ¿Anhelamos ese encuentro?

Sí, nos cuesta ver así la muerte. Incluso para los que lo hemos dejado todo, y, ligeros de equipaje, queremos preparar el encuentro  con el Señor de la Vida. ¡Cuánto me hubiese gustado leer con Ángel este texto!… posiblemente me hubiese ofrecido uno de sus sonetos.

La muerte es la experiencia más sobrecogedora y tremenda de la vida, quizá más sobrecogedora que el mismo amor. Es por lo que los poetas, como Ángel, que miran la realidad con otros ojos, -ojos no distraídos-, miran los intrincados vínculos e incluso las sutiles analogías que existen entre el amor y la muerte. [En efecto], sin el amor, la muerte sería un acontecimiento biológico sin ninguna importancia; sin la muerte, el amor sería un juego inconsciente. El amor da a la muerte una dramática consistencia, un rostro, una voz, hoy la de Ángel. La muerte da al amor su tierna y frágil desesperación. Amar es morir un poco en los demás. Morir es perpetuar el amor. Amor y muerte, los hilos rojo y negro que tejen la vida.

Por eso, desde experiencias que nos acomunan (todos vamos sumando ausencias y vacíos en nuestras vidas), me atrevo a interpretar los sentimientos de María Jesús (que has vivido puertas para adentro la parte más difícil de este viaje [sic]) y de sus hijos Miguel y David, de sus queridas nietas: Carlota, Alejandra, Sofía y Claudia, de sus hermanos. Estamos aquí por muchas razones: la primera que nos llena la mente y el corazón, es el agradecimiento. Estoy seguro que debéis mucho a Ángel, esposo, padre, abuelo, hermano, amigo: si sois capaces de amar es porque él os ha amado intensamente; si sabéis dar mucho es porque él os ha dado mucho.

Pero hay otro sentimiento, el de vacío, el estremecimiento de algo que se os han quitado, os han arrebatado algo que era carne de vuestra carne, hueso de vuestros huesos, y que os había dado lo mejor de sí mismo, lo mejor de su vida. Y después hay otra razón por las que estamos aquí, algo que se parece al remordimiento, al pesar. Seguramente durante estos días, después  de su muerte, habéis pensado al bien que le pude haber hecho y al final no lo hice, pensáis a las palabras buenas que le podíais haber dicho y no se las dijisteis, a las atenciones que le podíais haber ofrecido y no ofrecisteis. Un poco de tristeza, porque se nos ha hecho tarde y ella ya no está. Estamos aquí porque pensamos que es posible reparar: queremos remediar, de alguna manera… sí, reparar, es en la Santa Misa donde el tiempo se anticipa y se hace presente, donde se fragua lo que la Iglesia ama llamar la comunión de los Santos, en efecto, existe entre nosotros y nuestros seres queridos difuntos una maravillosa solidaridad: nuestra oración por ellos, su valiosa intercesión por nosotros.

Y estamos aquí esta tarde porque necesitamos una palabra que confirme nuestra fe, la fe que Ángel también ha buscado y acariciado. Así lo he visto en las palabras de Miguel, en el obituario que ha escrito en el periódico La Nueva España “El cáncer reforzó aún más su cruzada por la trascendencia, por entenderlo todo….”

Escribía bellamente Bonhoefer, aquel gran cristiano de confesión luterana que  padeció y murió en los campos de exterminio nazis:

“no hay nada que pueda sustituir la ausencia de una persona querida; ni siquiera hemos de intentarlo. Hemos de soportar sencillamente la separación y  resistir. Al principio eso parece muy duro, pero, al mismo tiempo, es un gran consuelo. Porque al quedar el vacío sin llenar nos sirve de nexo de unión. No es cierto que Dios es quien llena este vacío. Dios no lo llena sino que, precisamente, lo mantiene vacío, con lo cual nos ayuda a conservar- aunque con dolor- nuestra unión con el que se ha ido. Por otra parte, cuanto más hermosos y ricos son los recuerdos, más fuerte resulta la separación y más permanente se hace su memoria”

Esta tarde, en esta santa Misa queremos hacer memoria de Ángel. Hablaremos de la muerte hablaremos de nuestros muertos, de Ángel. Los haremos con mucha sobriedad, casi con una especie de modestia, como corresponde cuando tocamos temas que superan con creces nuestros conocimientos y envuelven demasiado nuestras emociones.

La sabiduría humana ha dicho todo lo que se puede decir de la muerte. Pero queremos ponernos en la perspectiva de la fe, por eso estamos aquí, es la fe de los cristianos. La muerte no es solo una puerta que se cierra, también es una puerta que se abre.

No es solo un final, sino un comienzo. La muerte, como decían los primeros cristianos, es el dies natalis, el día del nuevo nacimiento. Hay otra imagen que se suele recordar al reflexionar sobre vivir y morir. Pensamos en la existencia como si fuera un libro. ¿Qué representa la vida aquí abajo?

Para muchos representa la historia principal del libro, mientras que la vida futura, si existe, sería solo un apéndice. Para el verdadero creyente, las cosas son diferentes. Esta vida es solo un prefacio que te presenta la historia principal.

¿En qué se basa esta creencia?

Sobre el hecho de que Dios, a través de la muerte y resurrección de Cristo, forzó las puertas de la muerte y se reveló como un amante de la vida. Es bueno que una vez más nos digamos clara y contundentemente que Dios no quiere la muerte.

No entiendo cómo, en determinadas celebraciones de funerales, todavía se pueden decir palabras como estas: “Dios nos lo dio, Dios nos lo quitó”, “es voluntad de Dios”, “Dios se lleva siempre a los mejores “… No es Dios el que arrebata la vida de aquellos a quienes amamos. Al contrario, Dios es la fuerza que lucha contra la muerte desde los orígenes de los tiempos.

Y Cristo, resucitado de entre los muertos, llama a los cristianos a participar de su resurrección. Como confesamos en el Credo, esperamos “la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Por tanto, nuestra relación con la muerte, por muy lacerante que sea en muchos aspectos, encierra este secreto: vamos hacia la vida, nos preparamos para la plenitud de la vida, así lo anuncia la Iglesia.

Esta vida, es cierto, no somos capaces de imaginarla …

¿Qué podemos saber?

Basta que sepamos —como se nos ha revelado— que estaremos en el corazón de la vida de Dios, respiraremos el amor de Dios, disfrutaremos de la ternura reservada a cada uno de nosotros. Es lo que estamos hoy celebrando ya en Ángel , en esta misa.

La vida eterna que Jesús ofrece se llama así, no porque tenga una duración indefinida (eterna), sino por la calidad de esa vida: la duración de la vida eterna es  consecuencia de su calidad, por eso Jesús habla de la vida eterna al presente.

No habla de una vida al futuro, como si fuese un premio que hay que conseguir después de la muerte, sino de una calidad de vida que ya está a disposición en esta vida, ahora mismo, para todos cuantos acepten su mensaje y con Jesús colaboren en la transfiguración de este mundo y de esta vida,  como ha querido vivir Ángel; transfigurar el mundo y la vida no sólo desde su competencia profesional de ingeniero, economista, abogado, sino también con la poesía, con la pintura…“una aproximación renacentista a las artes y las ciencias”. [sic]

En efecto, la vida propuesta por el Señor Jesús para todos aquellos que le escuchan, es de una calidad tal, que cuando se encontrarán con la muerte la superarán: si uno observa mis palabras no conocerá la muerte [Jn 8, 1 5]. Jesús asegura que el que vive como él ha vivido, es decir, haciendo siempre el bien, no hará la experiencia del morir. «Hacer el bien» todos los que hemos conocido a Ángel podemos asegurar que era un hombre de bien, su profesionalidad, su inteligencia la ha puesto al servicio de los demás, de hacer el bien “marcando las fronteras entre lo que está bien y lo que está mal, con su ejemplo” [sic]. En el derecho se usa esa bella expresión “pro bono ” (publico) para el bien público….que en Ángel se puede decir que era una actitud que iba más allá del ámbito del derecho.

Ángel ha sido un hombre íntegro «pro bono»; Un día un maestro de ley preguntó a Jesús «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» y Jesús entonces le contó la parábola del buen samaritano: tiene y hereda la vida eterna aquel que se hace cargo y ayuda a su prójimo; según las palabras del Señor Jesús, la vida eterna no es un premio para el futuro sino una condición del presente que yo he visto en Ángel. [Jesús siempre habla de la vida eterna en presente]. Jesús no resucita a los muertos sino que comunica a los vivientes una vida capaz de superar el umbral de la muerte.

Me ha parecido oportuno leer el texto de las Bienaventuranzas, no son un código conducta, sino la forma de manifestarse de Dios en nuestra historia. Por eso hay hombres y mujeres, entre los que está Ángel, que, como Jesús, viven únicamente mandando señales de la presencia de Dios entre nosotros, —mandando señales de vida—, son los hombres y las mujeres de las bienaventuranzas. No hay nada que sea pequeño para el Evangelio, porque todo gesto realizado con todo el corazón te acerca al absoluto de Dios. Ángel ha encarnado sílabas del texto deslumbrante y paradójico de las bienaventuranzas con sus palabras, su buen juicio, en su preocupación por los demás y en evangelio se puede sintetizar con esa frase dulcísima de Jesús: «Y cualquiera que como discípulo dé de beber aunque sólo sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, en verdad os digo que no perderá su recompensa.» Un vaso de agua fría, que quiere decir el agua buena para el bochorno, atenta a la sed del otro, agua fresca conseguida con premura, la mejor agua que hay, casi un agua afectuosa que lleva dentro el eco del corazón. No hay nada que sea pequeño para el Evangelio, porque todo gesto realizado con todo el corazón te acerca al absoluto de Dios, y Ángel ha estado más cerca del Absoluto, de Dios, de lo que quizá él no habría pensado.

“Cuando desaparece un ser querido, pagamos el pecado de existir con mil añoranzas desgarradoras”. Así escribió Simone de Beauvoir en su libro Una muerte dulce donde narra los últimos días de la vida de su madre. Estoy seguro, que no obstante el dolor que nos produce la separación de nuestros seres queridos, no obstante los años difíciles de la enfermedad de Ángel, volveríais a sufrir, a padecer el amor por él.

Ahora Ángel ves por encima del tiempo, por eso, enseña a tus seres queridos, miradas profundas, luminosos gestos de paz, sensibles, cálidos; enséñanos a distinguir entre la ilusión y la realidad, entre lo temporal y lo eterno, lo superfluo y lo necesario; enséñanos miradas profundas, a no caer en el engaño de que la realidad sea esto que ven nuestros ojos.

Ya no eres de los nuestros Ángel ya eres de Dios. Tu familia depositará tus cenizas en compañía de tus seres queridos, en el seno de la madre tierra, pero sobretodo deposita tu vida en las manos de Dios; con Él vives ya en la espera de encontrarnos juntos, en ese otro abrazo, del que los de la tierra —los abrazos que nos damos aquí— son solo parábola y nostalgia.

Ángel está vivo, no solo porque vive en nuestra memoria y en nuestro afecto, sino porque respira asociado al eterno respiro de Dios.

Ángel descansa en Dios.

2. Peticiones de Alejandra y Claudia

Por el abuelo Angel. Para que Jesús le acoja con los brazos abiertos y disfrute de la vida eterna junto a sus padres, familiares y amigos, cuidando de todos nosotros.
Roguemos al Señor   

Por todos los que sentimos especialmente la muerte de nuestro abuelo Angel, su familia, sus amigos, para que a pesar del dolor, sigamos amando la vida, confiando en Dios y para que encontremos consuelo en estos momentos difíciles.
Roguemos al Señor  

Por los enfermos, en especial los de cáncer. Para que encuentren consuelo y esperanza, y consigan enfrentarse a la enfermedad como hizo el abuelo.
Roguemos al Señor  

Por la Iglesia, recinto de amor, justicia y paz. Para que podamos afrontar situaciones dolorosas en comunidad y fortalecer nuestra ayuda fraternal.
Roguemos al Señor  

Porque consigamos asimilar las nuevas tecnologías, que tanto impulsó nuestro abuelo, para que sirvan como fuente de unión y solidaridad, al servicio de la educación y el medio ambiente.
Roguemos al Señor 

Por la cordialidad política y social, en España y en el extranjero, para que encontremos modo de resolver los conflictos y alcancemos la paz en el mundo.
Roguemos al Señor

3. Sonetos de Angel Arias, leídos por Carlota y Sofía


De formas de morir, la de repente
prefiero con ventaja, y si ello fuera
imposible, elijo el que me  muera
luchando con honores en el frente.

Que sea en toda forma que presente,
-en guerra como en paz- corta la espera,
que la mano del verdugo sea certera
y quien haya de llorar, antes se ausente.

Para mi funeral, venga la gente
con ganas de reír y armar bullicio,
porque, aunque ya conmigo nadie cuente,

de combinar amor, virtud y vicio
y disfrutarlo en paz, tal vez mi mente
aún pueda encontrar poso o resquicio.


Siempre vendrá la muerte muy temprana
aunque no llegue en plena juventud
y abrirá con un golpe la ventana
trayendo la oscuridad a humana luz.

Nacimos en tiempos de miedo y avestruz
sin barruntar que en esperanza vana
se disolverían fe, deseos y virtud.
Pusimos nuestro esfuerzo en el mañana

sin preocuparnos la gloria ni la cruz.
Fue la vida, contra los vientos, sana,
aguantando en pie el traicionero alud

que si impidió lucir edad anciana,
nos servirá de adorno en la quietud,
limpios de culpa al paso de la aduana.

4. Palabras de Miguel Arias

Quería daros las gracias en nombre de la familia por acompañarnos hoy y sobre todo por el apoyo que le habéis dado a mi padre. He podido escuchar a varios amigos en una tribuna como ésta durante los últimos años, y siempre he temido ser yo el que esté aquí, como estoy ahora.

Seguramente voy a llorar hoy y creo que eso está bien. Forma parte de ese cariño que se ha quedado sin expresar y quiero que me siga pasando esto mucho tiempo.

El Padre Javier nos dice que nuestro padre sigue aquí, y seguirá siempre, acompañando a sus nietas. Aunque hoy, solo siento el abismo insondable del cariño perdido, y nada podrá reemplazarlo. Seguro que Papá querría que nos prestemos esa atención los unos a los otros, para mantener el equilibrio.

Llevo escribiendo distintas versiones de esta elegía hace años, y conociendo a mi padre, como tantos aquí le conocíais, estuve tentado en ocasiones de leérsela para que pudiera corregirla, para mejorarla, como hacía con tantas cosas.

Hoy no voy a hablar mucho de la enfermedad, bastante espacio ha ocupado ya en nuestras vidas. El cáncer no es una lucha, es una convivencia cruel, con un monstruo que lo va arrebatando todo. Lo que no consiguió el monstruo fue quitarle a mi padre la dignidad, ni las ganas. Bueno era él. 

Incluso en los momentos más duros, daba lecciones a los doctores sobre estudios clínicos experimentales o regalaba un libro de Sonetos a sorprendidas enfermeras.

El cáncer reforzó más aún, si cabe, su cruzada por la trascendencia. Por entenderlo TODO, con mayúsculas, implicarse a conciencia y explicarnos un poco el mundo. Y sobre todo, marcar las fronteras entre lo que está bien y lo que está mal, con su ejemplo. 

Javier González Canga, nos dijo en una cena hace años, que siempre pensó que sus hijos estudiarían a Angel Arias en el Colegio. No ha sido así, y no sé si mis hijas o nietas estudiarán a su abuelo en la escuela algún día, aunque seguro que lo harán en casa. 

Papá ejercitó a diario su mente superlativa, dirigiendo su pasión y dedicación a tareas tan diversas como estudiar la carrera de derecho en tres años, mientras trabajaba, dejándonos a David y a mí un poco mal la verdad, o aprender chino en el metro. Y siguió hasta el último día, venciendo a la morfina. 

Me lo imagino ahora en su despacho, rodeado de libros y papeles desordenados, enfrascado en una de sus aficiones, como si no hubiera nada más en el mundo. Y huele a pipa en esos recuerdos, aunque estuviera apagada.

Nuestro padre fue un consejero altruista de muchos, en momentos clave de su vida, con su influencia tranquila y su valoración ecuánime de las cosas. Aunque vengan mal dadas, porque las curvas también le llegaron…

Y si mi padre estuviera aquí hoy, a estas alturas ya me habría hecho una caricatura en uno de sus cuadernillos. Y habría escrito un par de sonetos perfectamente cuadrados, incluso estaría levantando la mano para hacer una larga pregunta. Que en realidad sería, en sí misma, una respuesta.

La gente le adoraba. Sus nietas por supuesto, sus padres, sus sobrinos, sus hermaninos del alma, los amigos nuevos y de añares. Mi padre tenía un carisma particular que hacía que cuando hablaba, todo el mundo escuchase, fuera en una reunión familiar en el Rozo o en una tertulia. Y desde esa atalaya se ocupaba de dar voz y respeto a todos los presentes.

Entregó su tiempo y conocimientos para otros y vaya si ayudó a los demás. A los ingenieros de minas, a los enfermos de cáncer a los que donó las ventas de su libro, a los amigos a los que ofrecía asesoría legal pro bono, a los lectores que entendieron cómo tratar enfermos con algo de humor o se animaron con sus poesías y conferencias.

Quería aprovechar esta tribuna tan difícil, pero tan importante, para dar las gracias a la Doctora Alonso y su equipo del Hospital Ramón y Cajal, con su dedicación, conocimientos y ganas de apostar por la vida, aunque cueste.

Y sobre todo, a mi madre. La mejor compañera que ha podido tener Papá durante casi cincuenta años, la fuente de inspiración de su arte y el pilar sólido, sobre el que ha podido, hemos podido, alcanzar tanto.

Decía Silvia Murias, cómo, Angel y María Jesús habéis estado presentes en su vida, como una parte muy importante de lo que ella es ahora. Siendo un referente como pareja, saliéndose del molde social de una manera maravillosa. Y sé que muchos los reconocéis en estas frases.

Mi madre ha vivido puertas para adentro la parte más difícil de este viaje, pero también hermosa en su intimidad, cuidando y cuidando, con miedo y siempre con esperanza. Sin perder la sonrisa y la capacidad de hacer las cosas como tienen que ser hechas, incluso las más pequeñas. Gracias mamá. 

En fin, no sé cuánto de la personalidad de mi padre está en mí, en nosotros. Pero me siento mejor esposo, mejor padre cuando recuerdo cómo nos guiabas con ternura, cómo querías a mamá y el espectacular proyecto que habéis construido juntos.

Nos toca ahora a nosotros ser transmisores de esa visión lúcida, abierta y generosa de un mundo que recompensa el trabajo y el respeto por todo y por todos. 

Y dentro de 100 años, algún sociólogo que busque entender la realidad de nuestro mundo entre siglos, encontrará Alsocaire, su blog, que prometo preservar, con cientos de textos lúcidos y afilados, se reirá con los comics del antihéroe Linkweak, disfrutará de poesías y dibujos, leerá los cuentos para pre-adolescentes y tendrá, de golpe, todas las respuestas.

 

 

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Santos Castro, filósofo

25 agosto, 2016 By amarias 7 comentarios

SANTOS Y ALEJANDRA

Cuando hace tres años, el 21 de julio de 2013, celebramos el primer cumpleaños de mi nieta Alejandra, Santos Castro estaba ya tocado por el ala del cáncer, pero se encontraba bien. Para la pequeña, comparar con la suya la mano grande del amigo del abuelo fue una experiencia divertida, que repitieron una y otra vez, para regocijo de ambos y de los que estábamos presentes.

Hoy, de las fotos que guardo de Santos, he seleccionado ésta, aunque, técnicamente, es muy deficiente. Refleja o quiero que refleje algo de lo que ambos hablamos muchas veces, en distintos momentos y circunstancias, durante las muchas décadas en que fuimos amigos: la importancia de ceder el testigo de nuestra búsqueda, a quienes tengan interés en mejorarlo, evaluarlo, criticarlo o incluso potencialidad para destruirlo.

Porque estábamos de acuerdo en que, como seres humanos contingentes, efímeros, tenemos la responsabilidad individual de avanzar en el conocimiento colectivo, tratando, en la medida de nuestras capacidades, de ayudar a desgranar el sentido, no ya de nuestra existencia sino de todo lo existente. Somos por lo que compartimos, para que el conjunto pueda crecer, pasito a pasito, en encontrar respuesta a lo que aún nos es ajeno. Esa es la fuerza de nuestra anomalía cósmica, que nos permite pensar con independencia de la materia.

Santos tenía varias carreras, pero lo más interesante de su personalidad era su permanente curiosidad, robustecida por una inteligencia que se puede valorar sin reticencias como superdotada y aderezada por una excepcional capacidad de síntesis y un poder de comunicación envidiable. De todos aquellos estudios académicos, siempre que me pedía (él era también licenciado en Derecho pero “nunca ejercí”, se justificaba) que le ayudara a redactar un escrito jurídico, a la hora de seleccionar la profesión, me apuntaba, con precisa satisfacción, que indicara que era “filósofo”.

Ayer, día 24 de agosto de 2016, Santos Castro falleció, a la edad de sesenta y seis años. Habíamos planificado lo que haríamos cuando nos jubiláramos: más  viajes por la Europa que él conocía tan bien (con mayor énfasis puesto en Italia), mayor participación en tertulias, escribir algún libro con las mejores ideas puestas a limpio, agotar la lectura -si fuera posible- de los imprescindibles de las bien surtidas bibliotecas, propias y ajenas, que se reproducían a mayor velocidad que nuestra capacidad de lectura.

Seguí, a su lado, los altibajos de una enfermedad que no perdonó resquicios, en cuatro años de destrucción física, pero que no pudo con su resistencia psíquica. No me puedo olvidar de aquel momento en que fuimos a recoger el resultado de su primer TAC, que le entregaron en sobre cerrado para su oncólogo -con el que hablaba fundamentalmente de la Historia de Roma-, y que abrimos, sentados en un banco del Hospital. Me pidió que se lo leyera en voz alta, y cuando llegué a la escueta frase final “Se detectan nódulos en el pulmón izquierdo indicativos de metástasis”, murmuró, sin perder la compostura. “Mal diagnóstico”.

No tiene sentido recordar ahora especialmente esos últimos años de duro paréntesis, convertido hoy en punto final, en una vida llena de tareas cumplidas, éxitos sonantes o solitarios, alegrías y dificultades compartidas con sus numerosos amigos o con destinatarios seleccionados. Santos, Técnico de la Administración Civil del Estado, fue en ella todo, menos Ministro. Y si no lo fue, creo que se debió simplemente a un exceso de capacidad. Era demasiado bueno para ese cargo, y muy útil en un segundo escalón. Su paso por los Ministerios de Defensa, Cultura, Industria, así lo atestiguan.

Fue consejero de Ensidesa, secretario general de la Sociedad General de Autores, directivo expatriado de la FAO…no se cuántas cosas y no quiero consultar su currículum oficial. Era conmigo poco expresivo acerca de su trabajo, separando conscientemente ante mí su perfil laboral de los otros de los que sí quiso hacerme partícipe, aunque estoy seguro de que hizo bien cuanto se le encomendó. Me confiaba un papel especial como ingeniero -admiraba la técnica, con un respeto de lego insigne- y lo pasábamos muy bien poniéndonos a conciliar asuntos dispares con visiones desde ángulos diferentes pero interés coincidente.

En las tertulias que organicé en el restaurante AlNorte, Santos era pieza imprescindible. Cuando la reunión languidecía, le sacaba punta a cualquier pregunta que yo, como provocador moderante, pudiera lanzar a la concurrencia. Hacía magia de la vacuidad, potencia de la sencillez.

Sus mejores amigos creen que yo era/fui su mejor amigo, y la distinción me honra. Pero tengo que aclarar: Santos tenía decenas de mejores amigos (y amigas) a los que distribuía sus papeles con la sabiduría y la autoridad del que domina su entorno. Cuando hoy nos reunimos en el Tanatorio de la Paz (Tres Cantos) unos cuantos de entre ellos -malas fechas las de agosto para morirse-, echamos de menos, de entre los muy próximos, al zambranista Jesús Moreno, que anda este trimestre paseando a Espinoza por Argentina. No hubo tiempo para avisar a todos, y habrá que hacer un homenaje más intenso a la memoria de Santos, dentro de unas semanas que, como todo homenaje póstumo, será también un tributo a nosotros mismos, los que quedamos.

Cuantos estábamos allí, teniéndolo por una vez callado, silente, quizá sorprendidos por su mutismo forzado. convenimos en poner de manifiesto la sabia manera en que nos distribuía los roles, según su exclusivo e intransvasable criterio, reconociendo que a todos nos podía tener de buen grado para lo que necesitara, a la hora que le conviniera. Su conversación estimulaba nuestra propia creatividad, forzaba lo que teníamos más desconocido de nuestra mente.

Sí es cierto, con todo, que, en estos últimos cuatro años, dos personas estuvimos especialmente al lado de Santos. Elena Domínguez -una ex esposa singular por cientos de conceptos- y yo mismo. No lo podrá contradecir nadie. Para acompañarle al médico, para buscar la heparina un aciago fin de año cuando le anunciaron que se le había formado un trombo, para sacrificar nuestras vacaciones, traerlo de Salamanca, para sacarlo de casa, invitarlo a comer o cenar,  estar simplemente a su lado o traerlo al nuestro, provocándolo, animándolo o dejándonos querer.

Había, claro, muchas más personas próximas a Santos -los de Comillas, los militares, los funcionarios, la familia, otros amigos, mujeres y hombres, a los que quería-, pero Elena y yo, por muy distintas razones, estábamos siempre para él, en su imaginación, en situación de disponibles. Y claro que lo estábamos. Sin remedio, con placer, sin excusas.

Cuando hace un año me diagnosticaron mi cáncer, le di un disgusto terrible. Desde entonces, a quien le visitara que me conociera, le indicaba: “El que está mal es Angel” o preguntaba, sin ocuparse de la fiabilidad de mi propia respuesta. “¿Cómo lo véis?”. En la UCI, después de la operación para extirparle el tumor que se le presentó en el cerebelo -ya tocaban a rebato las campanas de la despedida-, pero estaba perfectamente lúcido, le preguntaba a mi mujer, María Jesús : “¿Qué tal está Angel?”

Querido Santos, estoy bien. Me reconfortó encontrarme entre tus amigos, y zambullirme en el cariño que destilaban hacia ti. Me precio de que una buena parte de ellos son también amigos míos; muy buenos amigos. Porque lo que has hecho como nadie ha sido compartir. Y en esta hora final para tí, te recordamos compartiendo.

Aunque, si lo pienso mejor, prefiero recordarte palmeando la pequeña mano de Alejandra. que hoy ya tiene cuatro años y una vida por delante, y lanzándonos un mensaje a los que aún estamos aquí, que dirá algo así: “Seguid, tenéis que seguir”.

Descansa en Paz, amigo.

 

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: amigos, in memoriam, obituario, Santos Castro, subsecretario de Estado, TAC, tanatorio

Julio Gavito Omaña, inteligencia emocional cum laude

13 mayo, 2013 By amarias2013 2 comentarios

Acabo de enterarme de que Julio Gavito Omaña, compañero en la ingeniería de minas y en varias vivencias, ha fallecido ayer, 12 de mayo de 2013. Creo que no tengo forma mejor de expresar mis sentimientos, que trasladar aquí la entrevista completa que le hice hace cuatro años, en junio de 2009, y que fue publicada, con el mismo título que este Comentario, en la revista ENTIBA.

—–

Quedo con Julio Gavito para cenar en el restaurante la Misión, en Madrid, y llega algo tarde. Nos aposentamos en la terraza, entre ejecutivos y señoras de buen ver, que disfrutan del alivio de la temperatura en un día cálido de mediados de junio.
No nos lleva mucho tiempo elegir de la carta. Canelones con rabo de toro y Solomillo de ibérico; como entrada, compartiremos croquetas de calamares y alcachofas. Lo acompañamos con un vino cosechero riojano, servido frío.

La vida de Julio Gavito es intensa y daría para varias entrevistas como ésta. Tengo que acallar la posible tentación de caer en el detalle, de pormenorizar. Es obligado contentarse con hacer un cuadro a pinceladas, saltar de un tema a otro. Conozco bastante bien la historia de Julio y tenemos varios puntos de coincidencia, personal y profesional.

Nuestras biografías se han cruzado varias veces. Al tiempo en que Gavito fue nombrado Consejero de Industria, yo acepté asumir la Dirección de Proyectos en la Sociedad Regional de Promoción de Asturias. Ambos hemos vivido nuestra infancia en Oviedo, fuimos vecinos en la calle Matemático Pedrayes. Tenemos más o menos la misma edad, estudiamos el primer curso de ingeniería en las mismas aulas. Nos mantuvimos expatriados durante años, retornamos a Asturias, y volvimos a marchar. Hemos cambiado varias veces de empresa…

Julio tiene también experiencia como restaurador. “Invertí todo el dinero de la emigración, que ahorré cuando estuve en Arabia Saudí y Kuwait con Schlumberger, en Valentino, un restaurante que monté con unos viejos amigos en Oviedo, en la calle de Marqués de Pidal “. Perdió toda la inversión. “Se cometieron todos los errores posibles”.

Entre las simpatías comunes, se encuentra nuestro interés por Bolivia, país en el que Julio vivió casi dos años y en donde le hicieron protagonista de una historia rocambolesca.
Le recuerdo que debe entregarme algunas fotografías para ilustrar este reportaje, mientras una camarera atiende mi solicitud –que repetiré a lo largo de la cena- de que nos fotografíe. “En internet se pueden encontrar muchas fotos mías. Incluso hay alguna que estoy detrás de los barrotes, en Bolivia”.

Pero de eso hablaremos luego.

La experiencia asturiana: entre la técnica y la política

Julio niega que sea un ingeniero metido a político. “Me parece demasiado simplificador. Siempre tuve, y la mantengo, preocupación por la política. Casi al mes de la muerte de Franco, dimití de mi trabajo en Arabia Saudita y quise venirme a España. No quería perderme lo que entendía que iba a pasar aquí. El 20 de noviembre de 1975 me encontraba en Londres, de vacaciones. Varios españoles lo festejamos juntos: Laura García Lorca, José Martín Artajo, Lucy Durán, -su mujer, hija del coronel republicano Gustavo Durán-,…La limpiadora nos hizo una foto”.

Gavito fue invitado por Pedro de Silva, en 1984, a participar en el Gobierno regional de Asturias, en la primera legislatura socialista. Ocupó la Consejería de Industria y Comercio hasta 1987. Mantiene desde entonces una amistad estrecha con Pedro de Silva, que le permite juzgar sus virtudes con ironía. “Pedro era el Príncipe del Colegio, y ya se sabe los jesuítas no hacen Príncipe a cualquiera. Fue posiblemente el mejor presidente de Asturias y no creo que sea ya posible que haya otro igual. Sintetiza muy bien, es trabajador, tiene alto coeficiente intelectual”.

Julio estudió bachillerato en el Instituto Alfonso II, de Oviedo, influencia que “cree determinante” en su vida. Aprovecha el recuerdo de aquellos años para lanzar un dardo azucarado: “Los que no tenemos tan alto coeficiente intelectual como otros, debemos suplirlo con inteligencia emocional, que suele faltarles a los príncipes”.

Los tiempos en la Consejería fueron intensos. “El problema mayor era la falta de competencias, lo que te convertía en un mero catalizador con escasa capacidad para resolver. Dedicabas mucho tiempo a mediar en los conflictos”. Fue época de alta conflictividad: Talleres Moreda, Confecciones Gijón, Naval Gijón, son algunos ejemplos. La industria regional ardía en dificultades económicas y tensiones laborales, generadas en torno a la reconversión drástica de los sectores siderúrgico, naval y carbón, que arrastraron a las empresas de montaje y a las industrias transformadoras y de equipos.

“Me hubiera gustado tener más participación en algunos temas. Por ejemplo, en la reestructuración de la Fábrica de Armas. En otros, traté de impulsar las ideas que se me presentaban. Así, presté mi apoyo a la agrupación de fundidores asturianos, que deseaban mejorar su capacidad para exportar a todo el mundo; incluso a Italia. También traté de potenciar Exportastur”.

No tenía la Consejería competencias respecto a Hunosa y Ensidesa. “A poco de llegar, se presentó un problema con la máquina de extracción de la Camocha. Allí fui con toda ilusión, y me puse a hablar en inglés con el técnico que estaba al cargo del equipo. Me dejaron claro mi sitio de inmediato: Yo tenía que ser ahora un político, no un técnico”.

Las relaciones con Madrid y con los sindicatos

Por entonces era ministro del área Carlos Solchaga, con el que dice haber tenido una relación fluida. Con su estilo gráfico, cuenta: “En Madrid nos creíamos que éramos catalanes. La gente de la Administración central nos hacía mucho caso, a pesar de que en población Asturias tenía más o menos el tamaño de Vallecas”.

Gavito es modesto al juzgar su papel. “La importancia regional de la época se debía a la delicada coyuntura y, especialmente, a una persona: Pedro de Silva. Imponía respeto, porque daba la sensación de superioridad moral y descolocaba a los interlocutores. Cuando ibamos a pedirle algo a Solchaga, me sacaba recurrentemente el tema de Hunosa. Era un problema estatal, pero nos veía como observadores de confianza.”
De la relación con los poderosos sindicatos de la época, recuerda que “tenía mejor sintonía con las secciones del metal, tanto de UGT como de Comisiones. Me encontraba mejor con ellas que con el SOMA.”

Aunque no especifica si se refería al entonces poderoso líder del Sindicato Minero, José Angel F. Villa –en la entrevista pasaríamos revista a muchos conocidos comunes, empresarios, políticos, compañeros, periodistas, amigos, etc. – apunta una frase que pone en boca de Manuel Fernández López “Lito”, de UGT-Metal. “Las personas pasan, pero los sindicatos duran toda la vida”

La buena sintonía con los sindicatos la rememora Julio, en particular, en relación con los conflictos en el naval. “Pasé muchas horas con los gestores de Cantábrico y Riera, como mediador cualificado”. Además de con Amalio Muñoz, recuerda los contactos con Félix Mazón, las peculiaridades de Leonardo A. de Diego, las entrevistas con los Sitges, con los M. Carrillo, …, en una catarata de personajes y circunstancias. No destaca a nadie en particular, si yo no se lo pido, aunque parece tener siempre a punto un comentario en su memoria: “Al frente de Mefasa se encontraba Alperi, muy listo, que encajaba dentro del esquema modernizador; la empresa fabricó algunos grandes barcos competitivos, a cuya botadura, realizada con gran despliegue, fui invitado”.

Dimisión: “No sin haberlo meditado largamente”

Recordamos el proyecto de la Factoría Cultural, del que Ingeniería y Diseño (y su centro de Cad-Cam) sería, a la postre, la única realización visible. “Cuando llegué a la Consejería ya existía ese proyecto, que era fruto de la capacidad de seducción de Juanjo Cueto y de Chus Quirós, reforzados por Víctor Manuel, Ana Belén y Rodrigo Uría…Porque Pedro de Silva era seducible. “

El proyecto “fracasó por razones que no se controlaban desde Asturias. Pero no hay de qué arrepentirse. Se debe intentar siempre lo que se crea que merece la pena. Otra cosa sería dejar triunfar la filosofía pancista. Hay que arriesgar. En España, por ejemplo, hay tantos restaurantes que no parecería que montar un restaurante sea buena idea. Muchos lo hacen, sin embargo, y algunos funcionan bien. El proyecto de la Factoría Cultural pudo haber salido adelante, y no lo hizo, no por ser bueno o malo, sino porque la coyuntura y los apoyos no fueron los adecuados.“

Julio dimitió de la función de Consejero de Industria por escrito. Le sustituiría Paz Felgueroso, hoy alcaldesa de Gijón. “Tomé algunas decisiones probablemente precipitadas, que fueron desautorizadas, con buen criterio, por Pedro de Silva. Pedro tardó un año en aceptar mi dimisión. Cuando se acabó la legislatura sacó mi carta del cajón.”

En un acto de Tribuna Ciudadana, en el que fue presentado por el ex-Presidente como conferenciante, contó “que esa carta estaba redactada exactamente en los mismos términos que la de mi dimisión de Shlumberger. La había copiado de un libro de cartas de inglés comercial y empezaba así: No sin haberlo meditado largamente, he llegado a la conclusión final…” Gavito se ríe, como si fuera una travesura.

La experiencia boliviana: los idus de marzo

A Julio Gavito le gusta escribir y leer. Tuvo ocasión excepcional de desarrollar esa habilidad para contar una parte de su propia vivencia, al final de su estancia en Bolivia, como Presidente de Andina, la empresa mixta de Repsol-YPF y el gobierno boliviano.

Andina daba empleo a unas 100 personas y a otras 300 indirectamente. Estaba capitalizada al 51% por Repsol-YPF; el resto pertenecía al gobierno boliviano. La responsabilidad de Gavito incluía también varios campos de gas en los que Repsol era operador o socio.

“Cuando Repsol compró YPF, incorporó todos los activos de esta compañía, de los que fue desinvirtiendo con diversos criterios. Antes de irme a Santa Cruz estuve en Boston, como consejero delegado de Global Companies LLC, de la que YPF había adquirido el paquete de control, porque se deseaba participar en alguna empresa de downstream.”

Julio recogió la experiencia de sus últimos días en Bolivia, en varios artículos periodísticos, alguna conferencia, y un relato inédito titulado “Los idus de marzo”. Su imagen y peripecias judiciales ocuparon titulares en la prensa de varios días de 2006.

La cosa fue así: La fiscalía cruceña, movida al parecer por el ex-Presidente Mesa, pretendía que Andina había cometido irregularidades fiscales, de las que imputó a Julio Gavito y a Pedro Sánchez, los máximos responsables del momento en la empresa, aunque no habían sido empleados de la compañía en los años investigados.

La situación puso nuevamente a prueba la capacidad de Julio para contemplar desde alguna distancia sus propias vicisitudes. Por cierto, el comportamiento de algunos de los altos directivos de Repsol en aquella época no le despierta buenas emociones. “Hasta el final, cuando el juzgado boliviano dió por sobreseído el caso, Repsol no realizó ni una sola nota de prensa defendiendo a sus directivos imputados. La que apareció, la redacté yo mismo. El interés del responsable de comunicaciones estaba más enfocado en cuidar la imagen del presidente del grupo que la de la compañía”.

Orden de desarraigo, paletadas y nombres propios

El momento más delicado de la aventura de Bolivia fue la salida subrepticia del país, en marzo de 2006, porque la fiscalía había dictado una orden de arraigo (prohibición de abandonar Bolivia). Lo hicieron en un viaje rocambolesco, por una frontera apenas transitada, en un peligroso itinerario, ocultándose en Argentina durante un par de días.

Con el paso del tiempo, la cuestión ha adquirido para Gavito una visión aún más nítida, incorporándose nuevos datos. “Carlos Mesa, que fue presidente en Bolivia cuando Sánchez Losada huyó por las grandes revueltas del final de la época liberal, sostiene en uno de sus libros que un tal Manuel Suárez (boliviano, que había estudiado en la complutense) y yo conspirábamos para derrocarlo. En aquella noche larga de la fiscalía, todos me repetían que si yo hubiera sido norteamericano no estaría allí. “

La política española se involucró para negociar. El embajador Juan Francisco Montalbán y el secretario de Estado Bernardino León, e incluso el ministro de Exteriores Moratinos, mediaron en la cuestión. Pero Julio tenía tan claro entonces como lo tiene ahora que el camino de negociar a los altos niveles resultaría equivocado: “Se mantuvieron conversaciones con el nuevo presidente Evo Morales, lo que era un error. Porque no había que negociar con el poder político, ya que el gobierno no iba a intervenir corrigiendo decisiones de la fiscalía. Cualquier orden desde el ejecutivo hubiera apoyado la convicción de quienes pensaban que Bolivia no era una democracia formal, sino un cachondeo, en donde los políticos controlan a los jueces…lo que era, por supuesto, cierto”.

Su aprehensión y el paso fugaz por la cárcel, en fin, la ve Gavito como “una gran paletada, propia de gentes poco viajadas. Yo tenía las claves básicas, sabía cómo habría que actuar, pero nadie me preguntó nada. Las instrucciones venían desde Madrid. Genéricamente decidí denominar a estar fuentes de instrucciones, Moscú . “¿Qué dice Moscú?” nos preguntábamos en broma.”

“Siguiendo órdenes de Madrid, que entendía que estaba todo resuelto, me presenté voluntariamente en el Juzgado de Santa Cruz, por la tarde, para sorpresa de los funcionarios, pues no podían hacer otra cosa que encarcelarme, dado que tenía sobre mí una orden de busca y captura. Así pasé una noche entre rejas, porque el único que podía ordenar mi inmediata puesta en libertad era el juez, que no trabajaba por las tardes. En consecuencia, -cuenta- la prensa gráfica obtuvo la imagen que los fiscales deseaban: Los ejecutivos de Andina tras las rejas”.

No guarda Julio, en absoluto, mal recuerdo de Bolivia, ni de sus gentes. Al contrario. “A mi despedida de Bolivia acudió mucha gente. Entre ellos, mi buen amigo Salvador Rich Riera, ministro de Obras Públicas con Morales, hoy embajador en Uruguay”.

Tiene el entrevistado clara opinión sobre un buen número de políticos bolivianos, a los que conoció personalmente. Por ejemplo: “Evo es un listo de la calle que ha sabido ignorar a todos los partidos, presentándose como un indígena, a pesar de que su apellido delata su origen mestizo. El presidente Paz Zamora supo que era imprescindible incorporar a la población mestiza al gobierno, pero el Movimiento de izquierda revolucionaria (MIR) se fue al traste por la corrupción, ligada a la coca. Tuto Quiroga es un gran funcionario, que tiene el estado en la cabeza, como Fraga Iribarne…”

El futuro de Bolivia y las trampas para osos de Muniellos. However

Las perspectivas de futuro de Bolivia, no las hace descansar Julio solamente en el petróleo. “Las riquezas mayores están en el gas, la soja, la plata, el estaño, la madera y el litio (muy abundante en el salar de Oyuni). Pero hay que estructurar el país, que tiene doble superficie que España y solo 8 millones de habitantes.”

“Tiene Bolivia que olvidar el racismo y apoyarse en la realidad del mestizaje, alejándose de las posiciones de Chavez y Castro y acercándose a las de Lula y Bachelet. Porque yo sigo siendo marxista en cuanto que estoy convencido de que la economía precede a la cultura. Las trampas para osos son iguales en China que en Muniellos. Hay que superar la filosofía del oenegero. Ayudemos a que los países pobres aumenten su pib y a que lo repartan mejor.”

Julio recuerda con especial afecto a Dionisio Sierra, que estaba de director general en Eniepsa-Hispanoil, con el que había coincidido en Schlumberger y que fue Director de Repsol Exploración. “Dionisio fue importante para mi entrada en el mundo petrolífero; quería que aportara modernidad, y fue quien me asignó al proyecto Gaviota de Bermeo. “

También tiene palabras encomiásticas para Miguel Ángel Remón. “Miguel Ángel tuvo el papel del funcionario diligente que escuchaba pacientemente las ideas de cada recién nombrado presidente de Repsol, para acabar indicándoles, como en aquella serie de la televisión inglesa de los 80, “Yes minister”, hacía Bernard Woolley, el respetuoso e irónico Secretario Personal: “Yes, minister, however…”

La experiencia árabe. Irán y su revolución pendiente

En Oriente Medio trabajó Gavito en Kuwait, Dubai, Iraq, Irán y Arabia Saudita. En Irán estuvo año y medio. “Intentamos incluso comprar un campo petrolífero en el golfo Pérsico, pero acabó yendo a parar a manos de Shell”. Fue su primer trabajo, y coincidió con el final de la época del Shah Reza Pahlevi.

“Me enerva la actual situación en Irán, -dice-, lo que no me sucede cuando pienso en Arabia Saudí o en Kuwait. Siempre tuve la esperanza de que la contrarevolución la hicieran las mujeres, y que un millón o más salieran de pronto a las calles, quitándose los velos. Muchas mujeres iraníes son universitarias, y la mujer acude allí la Universidad desde los cincuenta. “

Opina que la solución para Irán depende de la liberación de la mujer iraní. “No son raras las mujeres iraníes que han leído a Shakespeare y a Proust. Se las trata como ciudadanas de tercera. pero muchas son muy cultas. Un reformador debe apoyarse en ellas. La segunda mujer del Shah, Soraya, era estudiante de arquitectura. Mientras no se libere esa fuerza, habrá una revolución latente en Irán, que se encuentra bajo un régimen teocrático inventado sin contar con la mitad de la población. Recuerdo que cuando salíamos del país en el avión con la British Petroleum, ya en la escalerilla del avión, las mujeres se quitaban la pañoleta. Era espectacular, una sensación muy erotizante. Se despedían del chador, de la pañoleta de Hermés, en un gesto de libertad”.

“Por eso, Musavi pretende cambiar el sistema desde dentro, siguiendo el modelo Adolfo Suárez. Y como Irán es fundamental para el equilibrio de la zona, Obama pactará con quien gobierne allí”, concluye.

La planificación energética y la gasificadora de El Musel

Julio se confiesa partidario probablemente de la energía nuclear. “No haría nunca una central, pero si Garoña puede durar diez años más, no tendría duda en mantenerla. Porque, además, la polémica que se está viviendo es falsa: el juego de alternativas a las nucleares no son las energías renovables, sino el carbón, el gas y el petróleo.”

“Cuando fui Consejero, la opción que defendimos como mejor era acercar a Asturias el gasoducto de Enagás, a pesar de que la demanda aparecía como insuficiente para los criterios de entonces. Fui a ver a Oscar Fanjul con el consejero de Cantabria para que el gasoducto llegara a Cantabria y a Asturias, y lo convencimos, enumerando las empresas que se beneficiarían.”

La cuestión, como otras, está clara en la mente de Julio Gavito. “En realidad, la idea de la gasificadora en el Musel no es nueva. Creo recordar que ya fue propuesta, en mi época, por los consignatarios del puerto. Actualmente no se necesitan son más gasificadoras en España. Estados Unidos tiene solo cuatro instalaciones, mientras aquí tenemos 8. Ningún país tiene tantas. No hay ningún argumento serio para defender una gasificadora como imprescindible. Por la ley de Boyle Mariotte, todos sabemos que si se necesita más volumen de gas, bastaría aumentar la presión de suministro, y si fuera imprescindible, sustituir la conexión por otra de mayor diámetro. Es falaz apoyar la necesidad de la gasificadora en los proyectos de ciclo combinado, porque no hace falta producir kilowatios para exportar sino se negocian contraprestaciones”.

Generación perdida, ilusiones frescas. Privatizaciones precipitadas

Le pido que hable de su visión de la generación de los nacidos a finales de los cuarenta, principios de los cincuenta. “Somos una generación, digamos, perdida. Nuestros mayores no nos dejaron incorporarnos fácilmente al sistema. Fuimos respetuosos, y cuando creímos llegado nuestro turno, los más jóvenes ya habían ocupado con rapidez los puestos que nos debieran haber correspondido.”

“La verdadera ocasión la tuvimos en los 80. Pocos podían decir entonces que habían estado en el extranjero, y algunos volvimos a España perdiendo dinero. Mirando hacia el presente, queda mucho por hacer. Desde la gestión de la coyuntura, cambiar el sistema financiero, potenciar la investigación, etc. No parece haber la sensación de que exista un buen plan ni por la izquierda ni por la derecha. “

Tiene Julio ideas, -cómo no-, respecto a las opciones para salir de la crisis. “No se debería desincentivar la compra de viviendas. La economía ha estado basada en la construcción, y no se puede dar un giro a la industria por decreto. Los ayuntamientos dependen para subsistir de las obras de nuevos edificios, de las recalificaciones de los terrenos. Les faltaría el medio de financiación, porque los gastos corrientes se cubren con la construcción. Hay que tener claro el modelo al que se desea ir, antes de destruir lo que se tiene.”

Y formula un reproche: “Nos hemos precipitado en las privatizaciones de las empresas públicas. Fuimos bastante ingenuos. Ni Italia ni Francia lo hicieron. Por eso, hoy, en Italia, uno de los firmes instrumentos de poder de Berlusconi es el IRI.”

Respecto al cambio en Estados Unidos, comenta que “Obama es hoy la mejor noticia en nuestro mundo global. Dábamos por perdido todo en la pendiente, y no se sabía si la estábamos subiendo o bajando. Obama trae aire fresco, y da igual lo que haga. Ni siquiera haría falta que hiciera algo, en realidad…Para un ciudadano europeo es muy importante la política económica de Estados Unidos. Zapatero podrá realizar alguna actuación aspirínica, pero la mayor capacidad de influir en nuestra cotidianidad la tiene Obama y no él. En esta crisis, nos han metido los americanos, y nos van a sacar ellos. Sin olvidar que la globalización es incuestionable, y hay que superar la visión demasiado transitiva de los hechos. Todos se influyen. Irán no puede pretender ignorar el Nimex, porque le afecta para su supervivencia lo que se decida allí “

Añoranza de Asturias

Cuando le pregunto sobre su ocupación actual, Julio me dice que trabaja en el proyecto Escal UGS, concesionaria de la explotación que convertirá un antiguo pozo petrolífero submarino, a 21 kilómetros de la costa de Vinaroz, en un gran almacén submarino de gas y que aprovecha el yacimiento explotado por Shell en los setenta. Y reconoce: “No he vuelto a Asturias, sinceramente, porque nadie me ha llamado para volver a trabajar allí”. Lo que no le impide ir frecuentemente a la tierrina, para conversar con viejos y nuevos conocidos y amigos y, tal vez, arañar algunas horas para escribir unas memorias antes de que las historias vividas se cubran de olvido o sean tergiversadas por otros intereses .

Le acompaño hasta su coche. Han sido dos horas y media de conversación intensa y entretenida. Se ha levantado algo de fresco, que se agradece en este final de primavera. Al llegar a casa, miro las fotos que nos han sacado en el restaurante. Todas mal. Con el fotoshop, consigo salvar una, para dejar al menos testimonio gráfico de esta cena.

FIN de la Entrevista. Junio 2009, ENTIBA

Descansa en paz, Julio. No quisiste que casi nadie se enterase de tu enfermedad, descubierta cuando ya estaba muy avanzada y te parecía irreversible. Eras, también para lo tuyo, perspicaz. Siempre fuiste divertido, ingenioso, con un punto iconoclasta; y atrevido para tomar decisiones cuando otros se limitaban a ver el obstáculo. Así te recordaré.

Publicado en: Ingeniería, Personal, Política Etiquetado como: Asturias, Bolivia, consejero, fallecimiento, idus, industria, Julio Gavito, obituario, Principado, reconversión, Repsol

A Celestino López Fernández

23 abril, 2013 By amarias2013 5 comentarios

23 de abril de 2013

Querido Tino:

Tengo en mis manos varias cartas en las que, entre marzo  de 1964 y mayo de 1967, un chaval de quince años (tú) le contaba a otro de la misma edad (yo) lo que se le pasaba por la cabeza.

No estábamos lejos en la distancia, porque tu vivías en San Bartolomé de Miranda -aunque algunas cartas me las enviabas desde Las Agüeras (Quirós)- y yo estudiaba en Oviedo. Pero entonces no era tan sencillo moverse por las carreteras y, por eso, solo nos veíamos por los veranos.

Gracias sobre todo a tí y al tiempo en que pasamos juntos durante muchas temporadas de nuestra niñez y adolescencia, aprendí algunas técnicas que no recogían los libros de texto, pero, sobre todo, me resultó más fácil integrarme en un pueblo que desarrollaba sus vivencias, pujante, más allá de los muros de la casa familiar  en donde pasaba mis vacaciones.

Siempre fuiste un habilidoso. Hacías, por ejemplo, unas trampas magníficas, irresistibles para cualquier pajarillo, al que, una vez atrapado,  atábamos, cubierto con plástico para darle más duración, un papel con la palabra “Saludos”, por si alguien volvía a encontrarlo.

Cuando me decías que querías ser un buen palista, o el mejor tornero, o un gran soldador, admiraba secretamente la fuerza de tus propósitos, mientras modelaba, aparentemente, siguiendo caminos diferentes, los míos.

En realidad, aquellas cartas a las que me refiero nacen de una idea bastante descabellada que se me había ocurrido: hacer una revista  que sirviera para que los jóvenes de España, independientemente del lugar donde estuvieran, tuvieran un medio en el que exponer sus ideas y preocupaciones,  intercambiaran experiencias, contaran sus cosas, se acercaran para comprenderse mejor y trabajar juntos por un mañana más productivo.

Se llamaría JX (Juventud, Incógnita) . Tenía la intención de presentar un número Cero, para optar a una subvención del Ministerio de Información y Turismo, siendo el editor  de este propósito Richard Grandío, amigo de mi tío Justo, quien se brindó a poner su nombre en el proyecto.

Me parecía estupendo que ese número de referencia tuviera como elemento central una entrevista con mi amigo Tinín, y te envié un cuestionario que me contestaste, con la ilusión que ponías en todo, a vuelta de correo. Una exhibición de honestidad, socarronería, inteligencia natural, ambición tranquila y voluntad de no escatimar esfuerzos para mejorar lo que la vida te había puesto entre las manos.

El otoño pasado, como me venías diciendo que te apetecería recibir algunas lecciones prácticas de alguien experto en setas, subimos juntos a uno de los montes que rodean San Bartolomé. La tierra estaba seca y no encontramos ninguna, aunque -como sospechaba- me sirvió para conocer que sabías mucho de setas, porque habías leído de ellas lo que no está escrito, como suele decirse. Te indiqué algunos sitios, te describí características, confirmé o descarté ciertas dudas. “Ahora ya me siento seguro”, dijiste. “El próximo verano, volvemos”.

Fue una tarde muy entretenida para mí. Mientras subíamos y bajábamos por aquellos andurriales, repasamos creencias, intercambiamos opiniones sobre la situación, compartimos, renovándolas, ilusiones y preocupaciones. Eras el encargado de la gestión del agua del pueblo y, cuando ya bajábamos con las cestas vacías pero con ímpetu juvenil, quisiste comprobar la entrada al depósito, y revisar de paso no se qué avería, y me hiciste volver a subir un trecho, evidenciando una excelente condición física. Estabas muy fuerte. Seguías siendo un baluarte.

Tengo un terrible disgusto, Tino, al saber que no te voy a encontrar este verano, cortando leña en la antojana de tu casa, regando los tomates, llevando pienso a los ponis que acababas de comprar, interesado -también- en saber si hay algo de trabajo para tu hijo Tino (por ejemplo), orgulloso, por supuesto, de tus nietos y de tu familia.

No vamos a hablar de Agromán, ni de Ferrovial, ni de FCC, ni de tus amplios conocimientos sobre la forma práctica de resolver problemas de agua, -es decir, de cualquier tipo de cuestiones- enseñándome de paso a mí, experto oficial, porque, respetuoso como eras, aunque irónico siempre , no descuidabas poder cazarme en un renuncio, preguntándome por lo que sabías mejor que nadie…

Estás, desde ayer, muerto. Y yo, con esa sensación amarga de estar cada vez más solo, sin saber por qué nos lo han puesto tan bonito para llegar a esta respuesta poblada de vacíos.

Un abrazo muy fuerte, Tino. Y dile a Josefina, y a todos los tuyos, que lo siento, que lo siento en el alma. No pude hacer nada. Solo puedo llorar, y esperar a que un día nos puedan explicar lo que está pasando, si alguien lo sabe de verdad, sin cuentos ni rodeos. Como te gustaba a tí que se supiera.

Publicado en: Personal Etiquetado como: cartas, Celestino López, obituario, recuerdos, San ´Bartolomé de Miranda. JX

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