Utilizo el doble sentido de la palabra “paciente” (como sustantivo y como adjetivo) y empiezo recordando el título de la conocida obrita de Óscar Wilde que en España se tituló “La importancia de llamarse Ernesto” y que, en el original inglés rezaba “The Importante to be ernest”, esto es, “la importancia de ser sincero”.
Se que existe un Día de la Seguridad del Paciente (en septiembre) pero no me consta que exista, sencillamente, un Día del Paciente. De todo tipo de pacientes (clínicos), pero, sobre todo, del paciente oncológico. Nadie como él sufre la incertidumbre, la carga emotiva, el dolor de los padecimientos a veces difusos, la tensión ante el diagnóstico y la esperanza (a veces, vana) de que la enfermedad se cronifique.
Es importante ser paciente, siempre (para evitar decisiones precipitadas) pero si alguien tiene mayor necesidad de ser paciente es el paciente (clínico).
En pocas materias la incertidumbre se cierne sobre una situación humana vital, con tanta intensidad. El buen paciente debe confiar ciegamente en la ciencia médica y acatar las decisiones que toman sobre su cuerpo personas desconocidas de bata blanca y que pueden afectar, incluso definitivamente, a su vida, a la perdida de un órgano o una función. Lo hace y debe hacerlo en la esperanza de que esas actuaciones de las que carece del menor criterio muchas veces, tengan éxito: es decir, le curen.
Abogo porque se instaure, ya, El Día del Paciente.
Como siempre un.placer leer tus relatos filosóficos- metafisicos.
Ánimo y a seguir transmitiendo sabiduria.
Un abrazo
Toño
Gracias, Toño. No estoy seguro de transmitir sabiduría, pero sí estoy muy contento de que hayas advertido mi deseo de intentar comunicar lo que sé, para someterlo a la crítica de quienes me lean. Un abrazo