Se llama María Soraya Saenz de Santamaría Antón, y es la presidenta de facto del gobierno de España. Lo era ya, pero desde el último día de mayo de 2013, lo es, si cabe, aún más. A la vicepresidencia, el ministerio de Presidencia, la portavocía del Gobierno, acumula ahora la vicepresidencia para los asuntos económico-financieros de nuestro pequeño país.
No hace falta tener mucha imaginación para inducir las razones de esa concentración de responsabilidades. Son dos: 1) el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy no se fía de nadie salvo de ella, y 2) los que mandan en el mundo de las finanzas le han pedido a nuestro parco director de funciones en el carrusel circense, que mejore la coordinación entre Montoro y Guindos.
Así que tenemos servida una crisis en el Gobierno que, si se interpretara en chino (como suelen hacer, mal, los que no tienen ni idea de este idioma) sería equivalente a oportunidad. La oportunidad de mandar a Cristóbal Montoro para casa y dejar que Luis de Guindos demostrara, de una vez, si sabe algo de competitividad y si sus amistades con los tipos de la troika sirven para algo.
No ha se ha dado curso a esa opción. Montoro está en la cuerda floja, desde luego. No por hacerlo mal (que, como está en posesión sublime de la verdad, eso solo lo sabe él, que es quien tiene los datos), sino por haberse atrevido a puntualizar a José María Aznar, -el ex-presidente más activo en el propósito incomprensible de acabar de hundir este país-, de que no era lo mismo navegar en sus tiempos, en que bastaba ser políticamente solo capitán de yate y la navegación se hacía siguiendo la costera, con éstos, en los que el mar se ha embravecido, tiran con cañones desde los destructores alemanes y, además, hemos salido a zona abierta diciendo antes que éramos campeones mundiales de la navegación a vela, y que teníamos un sistema bancario ejemplar.
A Rajoy (con el que, aclaro, nunca crucé ni una palabra) le hubiera gustado seguramente poner a Montoro de coordinador, y cumplir de ee modo lo que le pidieron las troikas. Pero el grupo de aznaristas le ha debido poner una muralla de disentimiento. Nanay, por ahí no pasamos. Montoro no da el tipo. Pon a Guindos.
Por eso el presidente del Gobierno más sufrido de España ha puesto aún más sombreros en la cabeza de Soraya. La abogada del Estado en excedencia, casada con otro lumbrera del derecho administrativo (hoy asesor en Telefónica) sabe hablar en público, no se trabuca ni se le va la olla ante preguntas de los capciosos periodistas, manda y templa como si dirigiera un parbulario. No tiene mucha idea de economía ni de finanzas -dicen- ( desde luego, en las Facultades de Derecho, algo se estudia, aunque no de subprimes y política monetaria) peroe xpongo duramente: ¿alguien la tiene?
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No quiero que se me olvide nada. La decisión tomada por Rajoy y aconsejada por las troikas tiene un objetivo superior: convencer al pueblo llano de que, hágase lo que se haga, y como se haga, es lo que hay que hacer, e, incluso, lo único que se puede hacer. Y eso, no es economía ni finanzas. Es política, vaya; de la mala.
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