Al socaire

Blog personal de Angel Arias. La mayor parte de los contenidos son [email protected], aunque los dibujos, poemas y relatos tienen el [email protected] del autor

  • Inicio
  • Sobre mí

Copyright © 2021

Usted está aquí: Inicio / Archivos paracrisis

Elogio y servidumbre del centro

4 enero, 2021 By amarias Dejar un comentario

El año que se nos ha ido (2020) nos ha dejado varias preocupaciones de entidad, que corresponderá resolver lo antes posible, para evitar que los daños sean tan profundos que haga irrecuperable, no ya la situación de partida, sino un nivel de satisfacción social y económico que no signifique la ruptura del modelo.

Por supuesto, la superación de la pandemia es la urgencia más acuciante. Hasta la aplicación masiva de las vacunas contra el virus invasor y alcanzar ese deseado “nivel de protección de rebaño”, no llegará a los mercados la tranquilidad suficiente para garantizar la recuperación.

Con un panorama tan grave, la economía no es actualmente el motivo principal de preocupación. A nivel tanto individual como colectivo (a salvo de algunos descerebrados) el temor a sufrir el ataque de la Covid y resultar gravemente afectado, cuando no pasar a engrosar el número de fallecidos gravita como un fantasma y cuestiona el alcance y calidad de la asistencia sanitaria, la capacidad organizativa de la administración para garantizarla y, en fin, el eficaz comportamiento protector frente a esa amenaza.

La multiplicidad de posturas de los gobiernos central y regional para defenderse de la pandemia, tratar reducir el número de contagios y, en lo posible, evitar el colapso de la economía, ha abierto debates, sobre lo que de hizo  bien, mejor, o muy mal. Los gansos de cada Capitolio, alzando su griterío,  siguiendo las directrices marcadas por el pesebre, han alabado unos gobiernos, denigrado otros y, en fin, contribuido a generar intoxicación sobre el ciudadano medio.

A salvo de aquellos cuya convicción ideológica sea tan fuerte que les impida valorar la realidad y analizar la calidad y eficacia de las alternativas, parece razonable concluir que carecemos, a estas alturas de la crisis pandémica, de un procedimiento realmente efectivo para garantizar con total seguridad que el virus no nos ataque individualmente. Y la incertidumbre se mantiene cuando todo parece anunciar que nos encontramos ante una tercera ola de la pandemia, de programación más veloz y capacidad de contagio mucho más agresiva.

No creo que nadie ponga en duda la poca información fidedigna sobre la forma de protegerse individualmente contra el virus. Me permito hacer unas pocas preguntas, para poner en evidencia que no existe una respuesta ciudadana única, en la interpretación individual de la ciencia oficial: 1) ¿Cada cuanto se debe cambiar la mascarilla y, por tanto, cada cuánto cambia su protección cada una de las personas con las que nos cruzamos en la calle o coincidimos en el restaurante o en el transporte público?  2) ¿A tenor de la variedad de mascarillas que se ofrecen en el mercado, cuáles son las realmente eficaces? ¿Cómo se controla y garantiza su homologación? 3) Admitiendo que lo importante es controlar la secuencia de contagios a partir de un foco ¿Por qué es más grave reunir a diez personas que a seis o a sesenta y siete?  4) ¿Cómo garantiza que los teatros, restaurantes y comercios, estén libres de virus? ¿Quién lo controla? 5) ¿Cuál es el actual procedimiento más eficaz para conseguir curar -si esta palabra puede usarse con propiedad- a un enfermo grave de Covid? ¿Existe un protocolo común a todos los centros hospitalarios? ¿Y para derivar a un paciente desde los centros de atención primaria? 6) ¿Cómo se lleva y llevará el control de los vacunados en primera y segunda dosis? 7) ¿Qué porcentaje de vacunas (actualmente, todas de doble implementación) y, en particular, la de Pfizer que debe conservarse a muy baja temperatura hasta ser administrada, pero no se puede volver a congelar, se pierde por falta de coordinación o por no acudir los convocados a la cita de vacunación? 8) ¿De verdad, es admisible aceptar que las mascarillas que llevan la ciudadanía, a parte de su homologación primaria, tienen el mismo grado protector? (algunas parecen haber criado hasta gusanos).

La terrible disparidad ideológica que sufrimos en España, con un gobierno central de izquierdas que, a cada paso, demuestra su carácter bicéfalo y algunos gobiernos regionales -los más significativos, el de Madrid y Galicia-, de orientación hacia la derecha, nos hace cuestionar, una vez más que significa realmente, ser de izquierdas o derechas. Es imposible identificar los viejos principios de acción ideológica en ninguno de ellos. A Ayuso y a sus consejeros les acusan quienes molesta que gobiernen en Madrid, de favorecer a la empresa privada. A Sánchez y a los ministros del PSOE sus detractores les tachan de mentirosos y falsarios. Hay que dejar aparte a Iglesias y a sus ministros (incluido el desvaído Garzón), por supuesto, cuyo único ideario parece ser conducirnos de forma rampante al modelo de una república cubano- bolivariana, con similar esquema de liderazgo.

Echo de menos al centro, ya sea centro izquierda o centro derecha. Políticos capaces de pensar y actuar de forma global, integral, sin estridencias y con eficacia. Gentes que no son devotas de Hayek ni de Marx, pero saben de qué se trata. Que conocen los entresijos de la economía y no espantan al potencial inversor. Que reconocen sus debilidades y potencian sus fortalezas, sin engañar ni engañarse. No me gustan los extremos, porque la polarización conduce -siempre, según la Historia- al desastre.

Ha sido una desgracia para España que Ribera (Alberto) y Sánchez (Pedro) hayan perdido el norte de la necesaria sintonía. Costará mucho recuperar ese centro sobre el que hacer pivotar la política y la economía, si es que se consigue.

Hasta entonces, aconsejo no quitarse las manos de la cabeza. Sí, cambiar cada cuatro u ochos horas las mascarillas, airear los espacios y aguardar pacientemente a que nos llegue el turno para ser vacunados…con suerte, dentro de un par de años, salvo cambio de estrategia.

 

Archivado en:Actualidad Etiquetado con:Ayuso, centro, covid, crisis, económica, Hayek, Marx, Podemos, PSOE, Ribera, Sánchez, vacuna

Transición patológica

18 noviembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

El mes de noviembre está dedicado a las patologías derivadas del cáncer genitourinario masculino y, concretamente, de los tumores malignos de próstata y testículo. En el marco de una corriente de concienciación hacia la necesidad de dedicar mayores recursos a la investigación del cáncer y, especialmente, de las modalidades específicas del varón, miembros afectivos a la plataforma virtual Movember, en número creciente desde hace ya 21 años,  recogen aportaciones en las cuentas corrientes abiertas al efecto. Como signo del compromiso, los participantes en este movimiento solidario se dejan crecer, a lo largo del mes, el bigote.

Cierto que, como enfermo grave de esta enfermedad, sometido a un tratamiento severo que me debilita en extremo, estas cuestiones de la patología médica me preocupan y hasta obsesionan a veces. Solo que, consciente de mi banalidad, de mi fragilidad y de la verdad de mi efímera existencia, en los momentos en que mi dolencia disminuye, no puedo evitar elucubrar sobre la evolución de esta grave crisis mundial, que parece estar abarcando, atenazándolos como una hidra de múltiples brazos, los principales elementos de nuestra sociedad.

Solidaridad, ética, sentido de la vida, evolución, desarrollo, medio ambiente, recursos, técnica… Pocos son los elementos que, si nos fijamos en ellos, no parezcan controvertidos. La situación general invita a pensar que nos encontramos en un período de transición, aunque resulta imposible saber hacia dónde. La pandemia de la Covid ha cambiado brutalmente nuestras vidas -al menos, en la parte occidental del globo terráqueo-, generando miseria, incertidumbre, enfermedad y muerte. Hemos modificado nuestra posición respecto a los demás. El otro ha pasado a ser visto como un peligro potencial, alguien del que conviene mantenerse alejado: puede aportar riesgo de contagio, incluso mortal. Como no sabemos exactamente cómo se propaga el maligno, los sistemas de protección aparecen confusos. Tampoco la posibilidad de una vacuna se acaba de concretar en el corto plazo, envuelta en inseguridades, especulaciones financieras, falsedades y prisas.

La situación en España no invita precisamente a mantener la calma. La población tiene otras preocupaciones al margen de la política; la necesidad de subsistir toma primeras plazas y son muchos -¿cuántos?- los que necesitan asistencia social, ayuda para aguantar. Miles de comercios han cerrado para siempre.

Es lamentable advertir que, lejos de servir para unir fuerzas ante la adversidad, la sociedad se ha polarizado. No culpo especialmente a la estrambótica coalición de gobierno, porque igual me parece deplorable el distanciamiento de los partidos de la llamada derecha entre sí y con la estrategia singular seguida por el equipo de Sánchez. Falta todo respeto a la palabra dada, al compromiso electoral, a la coherencia. El resultado es el progresivo endeudamiento del país, nuestro descrédito internacional, el avance hacia la ruina.

La necesidad de encontrarse cómodo en las soluciones y no recrearse en el problema, trae como consecuencia que muchas personas -no necesariamente por causas ideológicas, también por razones intuitivas- se aferren a una doctrina concreta, a un dogma, a una creencia, en la idea de que será salvífica. Encuentro más personas polarizadas que antes. Convencidos tanto de que algo está muy bien como de que lo contrario es abominable.

Tendamos puentes. Tenemos la obligación de tenderlos. Porque para pasar al otro lado distante de una barranca profunda, no sirve el salto. Arrojarse al vacío con solo el bagaje de una mochila con destornillador, martillo y sacacorchos, no garantiza más que el descalabro. Hay que generar pontones, tirar lianas, enlazar fortalezas,  desde ambos lados. Y cruzar con cuidado.

 

Archivado en:Actualidad, Medicina, Política Etiquetado con:crisis, enlaces, gobierno, liana, movember, Sánchez

¿A las puertas del infierno?

22 octubre, 2020 By amarias 8 comentarios

El Ministro Illa, responsable de la cartera de Sanidad en el todavía Reino de España, acaba de anunciar -en una corta entrevista radiofónica en Onda Cero, a las nueve de la mañana del 22 de octubre de 2020- que estamos a “las puertas del invierno” y que, según los expertos que le asesoran (propios y de ajenos), serán necesarios por lo menos seis meses, para que alguna de las vacunas que se investigan contra el coronavirus, superados los controles que demuestren su carácter eficaz y, al mismo tiempo, inofensivo, pueda ser distribuida entre la población en número suficiente.

Muy optimistas me parecen, dentro de su dramático contexto, esas previsiones, cuando no tenemos, ni de lejos, controlado el avance del virus estamos asistiendo a la imposición de confinamientos cada vez más severos. Y me parecen terriblemente precursoras de una crisis económica aún más profunda, de la que no van a salvarnos unos miles de millones de euros europeos, cuyo destino aún desconocemos y cuyo coste real ignoramos.

Me resulta fácil hacer el juego de palabras con las palabras de Illa y poner de manifiesto que nos esperan períodos aún más difíciles de lo previsto. Con más de un millón de personas ya contagiadas en España (un 2% de la población total) y en el grupo de cabeza de afectados, junto a países que nos superan ampliamente en población, seguimos preguntándonos, en realidad, porqué hemos sido distinguidos por la pandemia.

Nuestros sabios y políticos (desde a Luis Enjuanes a Margarita Del Val y desde Pedro Sánchez a Alberto Núñez Feijoo) ponen el énfasis en que parte de la población no respeta distancias, organiza fiestas multitudinarias sin llevar mascarilla y tenemos muchas más unidades familiares que agrupan a jóvenes y ancianos que el resto de países europeos, como consecuencia del alto paro juvenil y del carácter salvador de las pensiones a las maltrechas economías, que hace de aglutinador de entidades familiares con más miembros que la media europea.

No quiero que se me juzgue de conspiranoico ni escéptico integral, pero mis escasos conocimientos de sociología comparada me sugieren que deben existir más factores que nos empujan a los españoles al lado feo de la pandemia. La sobrecarga de la asistencia primaria (afición desmedida a visitar el centro de salud por ancianos) y de los servicios de urgencias (por catarros, luxaciones, otitis, fiebres infantiles y heridas superficiales), la escasez de facultativos de calidad por cada mil habitantes (no pocos de los mejores se han ido a los países ricos y ya no podemos convencerles de que vuelvan) han de contar entre los factores, supongo. (1)

Pero ni siquiera esa enumeración, bastante obvia de factores de culpabilidad no individuales, me satisface la inquietud por saber qué nos está pasando.

Y como no tengo perro que me ladre ni lazo que me sujete, echo a volar mi imaginación y atribuyo como causa principal de nuestra desgracia colectiva, esa que nos está sumiendo en la peor crisis económica y social desde la postguerra civil, el que somos un país desorganizado, desestructurado, inconsistente, falto de liderazgo y ayuno de ilusión colectiva.

Esto en estos momentos siguiendo (con una atención disminuida, desde luego) el Debate de la moción de censura de Vox. Oigo, sobre todo, insultos, descalificaciones, improperios. Falsedades. Distribuidas entre los intervinientes de todos los grupos, más concentrados, sí, en unos portavoces que en otros, aunque me parece detectar que, más que corresponder a un programa ideológico, a una coherencia, descansan en las habilidades dialécticas y en la capacidad para improvisar insultos.

Estamos a las puertas del infierno. Estoy mirando una reproducción del maravilloso complejo escultórico de August Rodin con ese nombre. Una obra inacabada, aunque nadie lo diría observando su fuerza. Una amalgama de cuerpos que se precipitan al vacío, arrojadas desde el Paraíso.

Me apetecería que los políticos a los que hemos tenido que votar para que nos guiasen a un mundo mejor, nos ofrecieran soluciones constructivas, hicieran desaparecer la crispación, impulsaran la creatividad y la formación de empleo, cumplieran con los propósitos de aumentar los esfuerzos en investigación y formación. Todos, en sus programas, defienden aparentemente lo mismo, aunque, por la experiencia ya amplia de su comportamiento, sabemos que muchos de ellos, desgraciadamente, solo pretendían su bienestar personal.

Me resisto a pensar que estemos a las puertas del Infierno. No podemos, no debemos estarlo. Que este Invierno nos saque a todos a una primavera radiante, solidaria, prometedora de una España seria, pujante, respetada internacionalmente, sin extremismos ni experimentos secesionistas ni comunistoides, más propios de paranoicos sociales que de experimentados e instruidos hombres y mujeres que, independientemente de sus profesiones y trabajos, de su formación y base ideológico, quieren avanzar unidos.

Me esperan a mi, personalmente, varios meses de duro tratamiento oncológico. Ignoro si podré superarlo, pero me aplicaré, con buen ánimo, a salir a flote de mi particular invierno. Espero encontrar, a la salida de este proceso, una España mejor, más unida, valorada internacionalmente, libre de todos los virus que ahora nos afectan y emponzoñan.


(1) Hago una precisión a posteriori, a las nueve del día 22.10.2020. Tenemos en España buenos facultativos, con una dedicación vocacional que, en especial en las dotaciones de la Sanidad Pública, se puede calificar de sacrificada hasta más allá de lo deseable, ya no solo por ellos mismos, sino por la atención que se ven obligados a proporcionar a los pacientes. Faltan profesionales, no andamos sobrados de medios ni los actualizamos en la medida deseable y, desde luego, necesitamos elevar sus salarios. No podemos sostener una Sanidad a base de sacrificios personales, presumir de su alta capacitación sin realizar suficiente investigación y sin darles tiempo y oportunidad para la continua formación que demanda el continuo incremento de la tecnología sanitaria. Creo que, dentro de las prioridades, aumentar los honorarios, eliminar su precariedad laboral y reducir su jornada de trabajo es imprescindible. Estamos invitando a médicos, enfermeras y ayudantes de enfermería a que, una vez que adquieran experiencia en la Sanidad Pública, se vayan a la empresa privada, emigren o disminuyan su dedicación y empatía con el paciente tratando de aplacar su malestar.

 

 

 

Archivado en:Actualidad, Personal, Política Etiquetado con:Abascal, Casado, coronavirus, crisis, españa, Iglesias, Illa, infierno, invierno, moción de censura, política, Sánchez, Vox

Nos guarde Dios

28 agosto, 2020 By amarias 5 comentarios

Está claro, incluso para el lector más distraído, que el titular de este comentario hace directa referencia a los conocidos versos de Antonio Machado: “Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios; una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.

La situación por la que atraviesa nuestro pequeño país -aún más recortado en su dimensión comparada por la terrible afición al genocidio cultural, empresarial y hasta afectivo que es marca de clase de nuestro empobrecido ambiente social- es muy dura. No necesito siquiera detallar los muchos problemas que nos acongojan, basta con enumerarlos para que cada uno ponga el énfasis donde le parezca mejor: crisis pandémica, económica, política, ética, médica, técnica, investigadora…

Pero, sobre todo, lo que más nos está afectando es el desánimo. Languidecen los ánimos generales, y los rostros, ocultos desde hace meses por las máscaras, nos convierten a la mayoría en extraños, en fantasmas que vagamos por las calles con miedo a encontrarnos con alguien conocido, porque cualquiera puede ser portador del virus que mata.

Nuestra sociedad está poseída por el desconcierto y el miedo, aunque lo principal que diagnostico es que se encuentra aletargada, desanimada hasta límite de la paranoia, exangüe como quien viene sin fuerzas de una batalla que ha perdido. Salimos de casa lo justo para comprar alimentos o para ir y venir del trabajo -quienes aún lo tienen-, pero hemos renunciado al abrazo de la familia y los amigos, a las salidas al teatro o al cine, al restaurante y al ocio.

Ah, no es esa limitación ambulatoria lo que me parece más importante. Lo grave es que se ha perdido fuerza para expresar las opiniones, han decaído los foros de discusión, vamos camino de la uniformidad viscosa que produce el estar cociéndonos en nuestra propia salsa ideológica y sentimental. Nuestra desorientación, lo monocromo de las opiniones que recibimos sobre los hechos nos está polarizando. La televisión y la radio, los únicos medios de información que entran en nuestras casas y monopolizan nuestros cerebros nos va uniformizando, agudizando la polaridad de las creencias. Estamos en el camino de ser A o B, favorables al Gobierno o contrarios, rojos o azules, monárquicos o republicanos, necios de un lado o del otro.

Es ya un tópico enunciar que tenemos un Gobierno falto de iniciativa e ideas, incompetente y falaz por parte de una sección importante de la población. Cierto que la papeleta con la que le ha tocado lidiar a este Gobierno frankestein, con más ministros que iniciativas, es dura. Ha cubierto la incapacidad y las dificultades de encontrar solución a los problemas, con ocultación y mentiras, ahorrando explicaciones y haciéndonos mirar al dedo antes que a la luna. No lo aplaudo sin más, porque, en lugar de tender puentes, buscando la colaboración con las fuerzas de los que disienten pero están dispuestos a colaborar, profundiza en el disenso, aumenta la concordia.

¿Estaríamos mejor si el manejo de la situación correspondiera a la oposición? No lo creo. El ánimo pendenciero es contagioso, se ceba en sí mismo, y en lugar de manejar ideas, se expresan improperios. Los partidos de la oposición -en especial, el Partido Popular- vociferan continuamente el “así no”, pero no oigo propuestas elaboradas, que sean válidas por la contundencia de su elaboración y  la fuerza de la idea que los impulsa. ¿Formas de crear más empleo? ¿Maneras de atajar el crecimiento de los casos de pandemia entre nosotros? ¿Vías de esperanza para soportar la tensión emocional que nos agarrota?. No las hallo, sólo ideas generales, peticiones de principio y de confianza en temas que supondrían cooperación y no esgrimir los garrotes.

La tensión recíproca llega hasta el punto de abandonar a su antojo, como apestados, a nivel regional e incluso municipal, a la corporación que tiene la responsabilidad de gobierno, criticando su incapacidad con saña. La fórmula es la misma: zaherir y menospreciar al que dirige, desde la oposición, del signo que sea ésta.

¿Ayuso y Almeida se equivocan en lo que hacen en la Comunidad y Ayuntamiento de Madrid?, ¿Illa y Celáa yerran y carecen de capacidad de liderazgo? La capacidad para generar críticas se autoalimenta incluso en la coalición de Gobierno de España, en donde parecen haber encontrado la forma de coexistir, para destruirse, maneras de gestionar España.

Estamos en épocas de mudanza, por decirlo de manera suave y la práctica teresiana y la costumbre aconsejan gran templanza. No es la prudencia lo que domina. Más bien, la voluntad de sacar la cabeza con el exabrupto correspondiente, para que los correligionarios aplaudan. En Barcelona, la corporación de la ciudad condal, como si no tuvieran problemas graves que resolver, han censurado al Rey de antes, eliminando sus honores y tratándolo de apestado, acogiéndose, supongo, al derecho que les da la pureza de su propia sangre y trayectoria. La república, como ente casposo y sin la pureza que debería acompañar a toda opción de gobierno seria y decente, toma posiciones aquí y allá, que e conducen, cada vez con más fuerza, a la anarquía y al desorden. El revisionismo incompetente domina la esfera política, mientras nos hundimos más hondo.

Después, o por encima de todo, está el virus. No quiere irse esta Covid 19, que está encantada de habernos conocido, de haberse encontrado con una colectividad amiga de la juerga, del jolgorio, del contacto social intenso, y que cuenta con suficientes individuos para mofarse de cualquier consejo o medida profiláctica. No vale lo que les digan ni expertos en virología, médicos, investigadores o pacientes. El empeño de esos pocos, pero suficientes, para conseguir que nos situemos en las primeras posiciones del ránking de contagios, de enfermos graves, de fallecidos es insuperable.

No soy un adivino, por supuesto, pero vaticino que con la vuelta al cole viviremos una escalada de casos de contagio, habrá que cerrar escuelas y colegios, uno tras otro, y tendremos un otoño-invierno vigilando nuevamente las cifras de evolución de la pandemia, hasta alcanzar esa cresta del pánico que, ojalá, nos coja mejor preparados sanitariamente.

Ayer, uno de los oncólogos del Ramón y Cajal donde me tratan de mi cáncer metastásico, me comunicaba que este mal que habita en mí, había empezado de nuevo a moverse, a reclamar su lugar en mis preocupaciones. Como en esas obras teatrales en los que todo va mal hasta que alguien llega con la varita mágica de la componenda feliz, sube para mí la tensión en este rompecabezas maligno.

Aunque, como hace décadas que no me creo el centro del mundo (abandoné la idea interesante cuando tenía cinco años), estoy seguro que, tarde o temprano, España encontrará una vía de escape de esta hiperpandemia, vírica, económica y social. Saldremos con heridas y destrozos, pero saldremos. Entretanto, mantengo helado el corazón, y confieso que no sé de qué lado cojeo. No es que una facción me guste más que otra; no me gusta ninguna. Los dos costados me duelen por igual. Las dos Españas me hacen daño.

Archivado en:Actualidad Etiquetado con:coronavirus, crisis, desorden, españa, gobierno

Demasiada incertidumbre

10 julio, 2020 By amarias Dejar un comentario

La situación española tiene tales incertidumbres que me parece un ejercicio de mínima responsabilidad social comentar aquellas que me aparecen como de mayor relevancia.

Desde luego, en primer lugar, por su carácter pandémico y su propagación aún misteriosa y sin tratamiento eficiente conocido, hay que situar al coronavirus. Se están produciendo nuevos brotes en casi todas las localidades españolas que hacen temer la difusión generalizada de los contagios, reproduciendo la situación que se generó en marzo de este año.

Ciertamente, se conocen algunas peculiaridades del comportamiento vírico, y se dispone de medios de detección precoz de la enfermedad. Posiblemente no se producirán ya muertes por trombosis (como sucedió, lamentablemente, por desconocimiento de la afección a la coagulación sanguínea), y no parece posible que se produzca el colapso de las unidades de vigilancia intensiva, porque se reducirá el número de intubaciones de los enfermos más graves. Tampoco es probable que los facultativos penalicen a los pacientes de más edad, en beneficio de los más jóvenes, si hubiera que elegir, por insuficiencia de medios hospitalarios.

Las vías de contagio son múltiples: reuniones familiares o sociales, ausencia o deficiencia en el uso de mascarillas y en los controles higiénicos en locales comerciales, menosprecio hacia las medidas sanitarias por muchas personas (de toda edad y condición, aunque reconociendo que mi observación no tiene valor estadístico alguno, principalmente, jóvenes, extranjeros, fumadores y grupos de amigos).

La crisis pandémica ha arrastrado la económica y su reincidencia hundirá aún más una economía que no se ha recuperado en absoluto, a pesar del desconfinamiento. El turismo, motor económico de primeras velocidades, no acaba de arrancar, y las ocupaciones en hoteles, restaurantes y lugares de ocio son muy bajas o nulas. Los sectores industriales, en especial los dependientes de los mercados exteriores, se encuentran aún paralizados o con un lento resurgir de la actividad anterior. En consecuencia, las cifras de paro se acercan a los cuatro millones y, de producirse el temido “rebrote”, aumentarán, con consecuencias sociales dramáticas.

En esta situación, sorprende que la posición del Gobierno esté orientada, en lo esencial, a la expectativa de fondos europeos, que no serán gratis, sino que obligarán a adoptar medidas muy duras en cuanto a impuestos, restricción de gastos público, pensiones y focalización de los apoyos a sectores productivos concretos. El necesario impulso a la investigación como motor de desarrollo, oxímoron clásico al que no se ha atendido nunca con seriedad, no producirá, obviamente, efectos a corto plazo y, por tanto, es muy probable que sea marginado -a pesar de las intenciones confesadas- dando ventaja a medidas de más inmediato efecto social.

La desconexión entre los miembros del gobierno, formado con representantes de dos facciones políticas con muy diferentes intenciones y argumentario, es un elemento más de incertidumbre. De muchos ministerios no se sabe nada relevante de su gestión. La parcelación de viejas carteras para atender a satisfacciones de egos y acuerdos carentes de propósito relativo al bien común, es motivo de desorden en las directrices (las que haya), falta de coordinación entre funcionarios, y desconcierto en los sectores que deberían impulsar y ordenar con su actividad.

Un elemento de incertidumbre adicional, cuyas consecuencias al respecto de la imagen de España es fácil deducir, afecta a la persecución política y mediática del anterior jefe de Estado. El “rey de antes” D. Juan Carlos, está sufriendo una grave exposición personal, que pretende hacer olvidar la excepcional función de valedor de la democracia, que representó, en lugar preferente, el establecimiento de la forma de Estado como monarquía parlamentaria .

La escalada del deterioro propiciado a la institución monárquica,  ha tenido elementos bien orquestados, no por la legítima opción republicana, sino por grupos que pretenden la destrucción del orden social, es decir, la revolución. Se une a esta situación, la hipocresía y egoísmo de la clase dirigente y un pésimo manejo de la crisis monárquica, por la propia Casa Real, el gobierno y la valoración de los principios éticos (o la falta de ellos) por los que se mueve nuestra sociedad.

Resultó ya sorprendente el juicio y encarcelamiento del yerno del Rey Juan Carlos, Ignacio Urdangarín, víctima de un encarnizamiento que, lejos de venir a reflejar la necesidad de puridad de las actuaciones de la Familia Real y sus adláteres, dejó al descubierto un flanco débil en el siempre misterioso mundo del uso de la influencia de quienes detentan poder para conseguir beneficios económicos. Nadie se alzó para defender a Urdangarín, y todos parecieron tirar piedras contra él, como si estuvieran libres de pecado.

(continuará)

 

Archivado en:Actualidad Etiquetado con:coronavirus, crisis, economía, Monarquía

Ahonda la crisis, que sea el Parlamento (Soneto)

28 mayo, 2020 By amarias 3 comentarios

95

Ahonda la crisis, que sea el Parlamento
incapaz de llegar a algún acuerdo,
absortos diputados en el cuento
de entrar a los temas con pie izquierdo.

No desperdician, tercos, el momento
de llamar al contrario torpe o lerdo,
satisfechos de un tono tan violento
que deja solo peleas de recuerdo.

Con tanto grito y bulla va en aumento
de nuestro pobre pueblo el desconcierto
y por causa del burdo ensañamiento

se desperdicia la ocasión de acierto.
y en los huecos que dejan toma asiento
el polvo que levantan del desierto.

28 de mayo de 2020

(@angelmanuelarias, sonetos desde la crisis)

Archivado en:Actualidad, Poesía, Política Etiquetado con:angel manuel arias, coronavirus, crisis, parlamento, sonetos desde la crisis

Necesito mirar con esperanza (Soneto)

18 mayo, 2020 By amarias Dejar un comentario

89

Necesito mirar con esperanza
el futuro que aguarda, no ya el mío
que tengo poca cuerda en esta danza:
el de juventud que bebe de este río.

Seguro que volverá la confianza
a resolver las crisis y el hastío,
pero no apuesto suceda sin tardanza
ya que en los medios dispuestos desconfío.

He tenido mucha suerte, y al costado,
pues, aunque me faltara patrocinio
no dudé en alcanzar buen resultado

al dar a fe y sudor el predominio
con que vería esfuerzo compensado.
Ignoro hoy los valores del dominio.

18 de mayo de 2020

(@angelmanuelarias, sonetos desde la crisis)

 

Archivado en:Actualidad, Personal, Poesía, Política Etiquetado con:angel manuel arias, coronavirus, crisis, sonertos, sonetos desde la crisis

Mejor vida disfruto cuando sueño (Soneto)

14 mayo, 2020 By amarias Dejar un comentario

86

A Gerardo Diego
“El ciprés de Silos
Enhiesto surtidor de sombra y sueño”,
Con sus mismas rimas

Mejor vida disfruto cuando sueño,
que, soñando, mi mente usa una lanza
de tanta precisión que todo alcanza
sin que sea necesario ponga empeño.

En los brazos de Morfeo vago isleño,
y como me baño en ríos de esperanza,
paso del Rubicón es del Arlanza,
pues soy del argumento único dueño.

Si expreso una opinión, la pongo firme;
mantengo la posición sin diluirme
y bailo con los pies sobre cristales.

Soñar y despertar entre dos filos.
Despierto, por abismos verticales;
dormido, por cavar profundos silos.

14 de mayo de 2020

(@angelmanuelarias, Sonetos desde la crisis)


 

Archivado en:Actualidad, Personal, Poesía Etiquetado con:angel manuel arias, coronavirus, crisis, sonetos desde la crisis

A muertos por el virus, en perversas (Sonetos)

16 abril, 2020 By amarias 2 comentarios

53

A muertos por el virus, en perversas
circunstancias, les falta un homenaje.
Asustados por causas tan diversas
tenemos el billete en mismo viaje.

Las peores circunstancias son adversas
para que lo principal adquiera el cuaje
porque las prioridades son inversas:
no importa el destino sino el bagaje.

Con cuentos italianos, chinos, persas
vamos haciendo a la medida un traje
que cada realidad al gusto tergiversa

y sucumbimos a ciegas al chantaje
que nos pone las defensas tiesas
y nada hay que por contra nos relaje.

16 de abril de 2020


Este dibujo, de especial complejidad -conceptual y pictórica, en lo que se refiere a mi limitado universo- lo titulo: “Campesinos y sus hijas repartiéndose los magros resultados de la cosecha de custodios y gustos”. La escena familiar tiene cuatro personajes: la pareja y sus dos hijas, una junto a su madre y la otra, escapándose por la ventana.

La idea de “escaparse de casa” y, con tono más extraño, hacerlo “por la ventana” hace referencia a un verso que me impresionó en mi adolescencia que concluía, desechando la opción “escaparse de casa lo hace solo un muchacho”…porque es evidente que no sirve de nada escaparse de la realidad, que nos obliga, tercamente, a volver. La muchacha que se escapa (una hija adolescente) quiere reflejar el ansia por huir de una situación de pobreza y crispación (una magra cosecha). Una cosecha, que el padre y la madre están repartiéndose con rostros preocupados (la madre acapara más producción, porque estamos refiriéndonos a la producción de sentimientos).

Un gato humanizado pone una nota cómica, pero también inquietante, en la parte inferior del cuadro. Es un mutante más, una versión animal de la preocupación por una magra cosecha, cuyos resultados físicos también le han afectado.

Archivado en:Actualidad, Dibujos y pinturas, Personal, Poesía Etiquetado con:angel manuel arias, coronavirus, crisis, Dibujos, poemas, sonetos, sonetos desde la crisis

Semana de Compasión

24 marzo, 2020 By amarias 2 comentarios

Si esto es una guerra contra el coronavirus y nuestro mando civil-militar tiene las cosas claras, estamos en la semana decisiva para vencer al invasor. No es que, con el despliegue de resistencia y sumisión de toda la población (salvo algunos, pocos, insolidarios y rebeldes), de los esfuerzos titánicos para tratar de paliar los déficits de previsión y equipos con dedicaciones extraordinarias de quienes pueden ofrecerlas desde su conocimiento, y de las medidas de emergencia, consejos de última hora, regates de opinión e interpelaciones al mal común, a la mala suerte y a la desorganización consuetudinaria, vayamos a derrotar esta misma semana al repelente inquilino de nuestra nave cósmica.

No. No caerá de inmediato. Alcanzará su pico de propagación, contagiando aún a más compatriotas, habrá una ascensión en el número de muertos y luego, bajará la cadencia hasta convertirse solo en un mal recuerdo. Para que eso suceda, habrá de pasar aún dos o tres meses, quizá incluso más.

Porque nos estamos mirando en el espejo roto de quienes dicen haber conseguido recuperar la normalidad (o casi): los dirigentes y personal facultativo de la lejana China, convertidos a un tiempo en denostados causantes de la aparición del coronavirus 19 y aplaudidos vencedores locales de la pandemia que nació en Wuhan, provincia de Hebei, lugar de ignota ubicación en nuestra mapa mental hasta enero de 2020, en donde -dicen- se comen pangolines (animales mitológicos, mitad armadillo y serpiente, mitad fantasía y superstición)- y donde -se comenta, se sospecha- hacen ensayos muy avanzados con microorganismos para estudiar los efectos (Confucio, Alá y Dios no lo quieran) de una guerra vírica que haga inútil el armamento nuclear.

Querido lector, estoy tan asustado, confuso, indignado, confiado, esperanzado, roto, alarmado, asqueado, tenso, incrédulo, …como tú.

No discuto que hemos llegado tarde para darnos cuenta de que se nos había colado el enemigo invisible. Me asombra que, sabiendo su peligrosidad y carácter letal, ministras de Gobierno y personas relevantes de nuestro mundo socio-político se embarquen en una manifestación para reivindicar ya no me acuerdo qué diablos, o que tipos curtidos en denunciar todo tipo de falsedades y verdades se contagien por celebrar con unos camaradas su triunfo en las urnas, en la que tampoco guardo memoria de lo que votamos.

Me enerva que en este país que ha presumido y presume de tener la mejor Sanidad de Europa y el mejor servicio asistencial del mundo, no tengamos suficiente capacidad y recursos para entender que una gran parte de ese orgullo institucional dependía y depende del esfuerzo personal del personal sanitario y de la capacidad acomodaticia de muchos pacientes.

He visto las imágenes de cuerpos de compatriotas entrando en la morgue improvisada del Palacio de Hielo, en donde tantas familias hemos ido a patinar en días de ocio y rosas. He oído que hay ancianos yertos en geriátricos, esperando que alguien levante sus cadáveres, envenenados por el coronavirus. Tengo mi atención puesta en los informes civil-militares del Comité de crisis, en donde hace días que no veo aparecer ni a Pedro Sánchez, el presidente de Gobierno (en cuarentena por el coronavirus, con su esposa infectada), ni el vicepresidente Pablo Iglesias (en cuarentena por lo mismo y por la misma razón), y no sé cuántos miembros más, incluido el incalificable Torra, desde su refugio mental en Cataluña, animando al suicidio colectivo.

Esto pasará, por supuesto. Nos dejará muchos esqueletos en los armarios. No solo, y por desgracia que pudimos evitar y eso pesará en nuestras conciencias, de los que fallecieron por el coronavirus, y a los que tendremos/tendréis que dar una despedida como debiera haber sido, multitudinaria y silente. Son los esqueletos de nuestro viejo sistema socioeconómico, nuestra economía de mercado, nuestras relaciones con las Autonomías, nuestra colaboración en el seno de la Unión Europea y demás instituciones, nuestra defensa de un mundo en paz. nuestra voluntad de atajar (y de qué manera) el cambio climático, y, en fin, la generación de un modelo de cooperación internacional que garantice trabajo y distribución del mismo para todos, porque todos debemos vivir en paz.

Mucha tarea por delante. De momento, tenemos una semana complicada.

Archivado en:Sin categoría Etiquetado con:coronavirus, crisis, economía, futuro, guerra, semana complicada, superación

  • 1
  • 2
  • 3
  • …
  • 5
  • Página siguiente »

Entradas recientes

  • Nací con vocación de emigrante (Poema)
  • Del Diario de un Hombre Educado (Poemas)
  • Salvados por la UME
  • Frail democracies (Débiles democracias)
  • Elogio y servidumbre del centro
  • No hay mejor momento (Poema)
  • Son todos muy jóvenes (Poema)
  • Entendiendo mejor el Cáncer de vejiga
  • Un soneto tempranero
  • Si no me conocéis, este es mi nombre (Poema)
  • Falsa alocución de Navidad de Felipe VI en 2020
  • ¿Qué fue del grafeno?
  • Para empezar, aconsejo un caldo calentito (Poema burlesco)
  • Escribiría un poema de amor esta noche (Poemas)
  • Infantilismo, pasotismo y Alzheimer en la política española

Categorías

  • Actualidad
  • Administraciones públcias
  • Administraciones públicas
  • Ambiente
  • Arte
  • Asturias
  • Aves
  • Cartas filípicas
  • Cataluña
  • China
  • Cuentos y otras creaciones literarias
  • Cultura
  • Defensa
  • Deporte
  • Derecho
  • Dibujos y pinturas
  • Diccionario desvergonzado
  • Economía
  • Educación
  • Ejército
  • Empleo
  • Empresa
  • Energía
  • España
  • Europa
  • Filosofía
  • Fisica
  • Geología
  • Industria
  • Ingeniería
  • Internacional
  • Investigación
  • Linkweak
  • Literatura
  • Medicina
  • mineria
  • Mujer
  • Personal
  • Poesía
  • Política
  • Religión
  • Restauración
  • Sanidad
  • Seguridad
  • Sin categoría
  • Sindicatos
  • Sociedad
  • Tecnologías
  • Transporte
  • Turismo
  • Uncategorized
  • Universidad
  • Urbanismo
  • Venezuela

Archivos

  • enero 2021 (5)
  • diciembre 2020 (17)
  • noviembre 2020 (9)
  • octubre 2020 (5)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (8)
  • junio 2020 (15)
  • mayo 2020 (26)
  • abril 2020 (35)
  • marzo 2020 (31)
  • febrero 2020 (9)
  • enero 2020 (3)
  • diciembre 2019 (11)
  • noviembre 2019 (8)
  • octubre 2019 (7)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (4)
  • julio 2019 (9)
  • junio 2019 (6)
  • mayo 2019 (9)
  • abril 2019 (8)
  • marzo 2019 (11)
  • febrero 2019 (8)
  • enero 2019 (7)
  • diciembre 2018 (8)
  • noviembre 2018 (6)
  • octubre 2018 (5)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (5)
  • junio 2018 (9)
  • mayo 2018 (4)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (8)
  • febrero 2018 (5)
  • enero 2018 (10)
  • diciembre 2017 (14)
  • noviembre 2017 (4)
  • octubre 2017 (12)
  • septiembre 2017 (10)
  • agosto 2017 (5)
  • julio 2017 (7)
  • junio 2017 (8)
  • mayo 2017 (11)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (12)
  • febrero 2017 (13)
  • enero 2017 (12)
  • diciembre 2016 (14)
  • noviembre 2016 (8)
  • octubre 2016 (11)
  • septiembre 2016 (3)
  • agosto 2016 (5)
  • julio 2016 (5)
  • junio 2016 (10)
  • mayo 2016 (7)
  • abril 2016 (13)
  • marzo 2016 (25)
  • febrero 2016 (13)
  • enero 2016 (12)
  • diciembre 2015 (15)
  • noviembre 2015 (5)
  • octubre 2015 (5)
  • septiembre 2015 (12)
  • agosto 2015 (1)
  • julio 2015 (6)
  • junio 2015 (9)
  • mayo 2015 (16)
  • abril 2015 (14)
  • marzo 2015 (16)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (16)
  • diciembre 2014 (24)
  • noviembre 2014 (6)
  • octubre 2014 (14)
  • septiembre 2014 (15)
  • agosto 2014 (7)
  • julio 2014 (28)
  • junio 2014 (23)
  • mayo 2014 (27)
  • abril 2014 (28)
  • marzo 2014 (21)
  • febrero 2014 (20)
  • enero 2014 (22)
  • diciembre 2013 (20)
  • noviembre 2013 (24)
  • octubre 2013 (29)
  • septiembre 2013 (28)
  • agosto 2013 (3)
  • julio 2013 (36)
  • junio 2013 (35)
  • mayo 2013 (28)
  • abril 2013 (32)
  • marzo 2013 (30)
  • febrero 2013 (28)
  • enero 2013 (35)
  • diciembre 2012 (3)
enero 2021
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031
« Dic