En una actuación sin precedentes en la trayectoria de las diferentes dinastías reales que han ocupado la jefatura del Estado español, la Casa Real ha pedido a varios ciudadanos, incluso republicanos confesos, ideas para el Discurso de investidura que tendrá que pronunciar S.A.R. el Príncipe de Asturias, cuando sea investido Rey, con el nombre de Felipe VI de España y nada de Alemania.
Por su indudable interés, reproduzco aquí la propuesta de uno de los elegidos, que ruega mantenerse en el anonimato:
“Españoles, catalanes, vascos, gallegos, valencianos, andaluces, inmigrantes con alguna de esas nacionalidades, naturalizados actuales y futuros, residentes todos :
“Ante todo, quiero deciros que no pretendí dejar de nombrar a nadie. Si alguien no se siente identificado con los que nombré expresamente, pido disculpas. Me equivoqué. No volverá a suceder.
“Se que algunos de vosotros, quizá un veinte por ciento de los que tenéis más de dieciocho años, quizá la mayoría de los que tenéis menos de treinta y cinco, desearías que este país fuera una república, en sus variadas formas -desde el modelo norteamericano al chino o bolivariano, o, tal vez, una república balcánica o, incluso, centroafricana.
“Quiero deciros a vosotros, los republicanos convencidos y conversos, que estoy de acuerdo con todos y cada uno. He aceptado ser príncipe y ahora Rey, pero me equivoqué, y si tuviera ocasión de repetir la historia, no volvería a suceder.
“A aquellos de vosotros que pensáis en la necesidad de cambiarlo todo, incluso en la revolución, os confieso que no tengo ni idea de conseguir eso sin repetir la historia de mi bisabuelo, marcharme del país y dejar que allá os entendierais entre vosotros. A los que hubierais preferido que me sometiera al refrendo de las urnas para competir con otros candidatos, ya fueran de casas reales, como el Príncipe de Mónaco, el rey Mohamed VI, el monarca saudí, la Reina Isabel II de Inglaterra, o gente del pueblo, como Pablo Iglesias júnior, José María Aznar, Felipe González senior, Susana Díaz o Isabel Lopez -qué más dará, somos todos tan parecidos-, os agradecería que os creyerais que iba a ganarles. Estoy preparado desde que nací para ser el rey de España, soy el único que cursé la carrera completa y no estoy en edad de jubilación.
“En fin, pido disculpas si ofendo a alguien. No desearía que volviese a suceder nada de lo que sucedió antes, pero qué le vamos a hacer si sucede lo que tiene que suceder. Pido perdón, otra vez, por mí, por todos los que antes que yo se han aprovechado de sus cargos y posiciones, por todos los que lo harán en el futuro. Volverá a suceder.
“Para aquellos de vosotros que, os confesáis como monárquicos por respeto a las tradiciones, sean las que sean, que decís que, no siéndolo, lo sois, por respeto a una Constitución que habéis dicho múltiples veces que había que cambiar, a vosotros que os reconocéis juancarlistas pero no felipistas, o felipistas que no juancarlistas, porque no tenéis mucha idea del mínimo margen que tiene el Rey en este país, a vosotros, los que confundís la gestión de gobierno con la jefatura del Estado, a los que tenéis miedo a una revolución, o a la República en sí misma, o, tal vez, a que os gobiernen los marxistas y os quiten vuestras propiedades, quiero manifestar tanto mi profunda simpatía como también mi más honda preocupación.
“Gracias a vosotros he llegado hasta aquí y por culpa de vosotros ni yo ni vosotros sabemos cómo va a terminar todo esto, es decir, no solo mi reinado, sino vuestra trayectoria ciudadana. Si os equivocasteis, creyendo que ibais a evitar lo inevitable, y vuelve a repetirse lo que la Historia ha enseñado tantas veces que tiene que pasar, estoy educando a mis hijas, con ayuda de los conocimientos populares de mi actual esposa, para que se empapen bien de lo que significa ser plebeyo, es decir, una persona normal.
Porque os aseguro que, desde hoy, no voy a pedir más disculpas, en especial si sucede lo que no está previsto que vaya a suceder, -es casi improbable-, pero que, según me ha dicho mi padre que le explicaron, en su día, en el cursillo de acceso a Generalísimo en el Estado Mayor de la Defensa, es un recurso que supondría mi aceptación general por unos cuarenta años, más o menos.”
La propuesta de discurso a la que hemos tenido acceso termina ahí, aunque posiblemente tuviera más hojas.