Al socaire

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Trigésima octava Crónica desde el Pais de Gaigé

31 octubre, 2022 By amarias Deja un comentario

La semana de Gaigé ha tenido dos elementos especialmente significativos, por su reflejo como exponente de la compleja situación que están sufriendo las instituciones.

Como asturiano y respetuoso con la Constitución, la ceremonia de otorgamiento de los Premios Princesa de Asturias, ocupa en mi simpatía un lugar especial. Fue un acto simpático, en el que, sobre todo los asturianos y en particular los ovetenses, mostraron su curiosidad, afecto y complicidad con los Reyes y sus hijas. Los premiados con los prestigiados galardones lo fueron todos merecidamente, aunque el mayor valor del acto para el público general lo concentró el discurso leído de la Princesa Leonor (aplaudido hasta por ella misma hasta que fue advertida de su desliz por Felipe VI) y las palabras, más densas e intencionadas, del propio Rey.

Para un Monarca que tiene que moverse de puntillas por algunas esquinas de su Reino de mentirijillas, encontrarse con el momento feliz en que la gente de la calle le victorea, las autoridades locales le guardan pleitesía y los ministros y otras autoridades de postín mantienen un discreto segundo plano, han de parecerle dias de misterios gloriosos.

Fue una lástima que, al día siguiente, cuando la Princesa tenía programado pronunciar unas palabras en Cadavedo, una indisposición dejara a ella y a la Infanta fuera de juego y tuvieran que volver a Madrid. Leyó el mensaje la reina Letizia, que juega en casa, pero el acto quedó si  la misma chicha. Me gustó que la reina astur se refiriera a sus hijas por sus nombres de pila, sin ponerles título nobiliario.

El otro acto de masas lo protagonizó, entre los suyos, la otra cabeza más visible del Estado, Sánchez (Pedro), presidente del Gobierno de Gaigé pero, ante todo, secretario general del Partido mayoritario en la coalición  que  nos dirige. Se trataba de celebrar los cuarenta años de la primera victoria del PSOE. Estuvo como invitado especial González (Felipe) que cumplió con  el consejo de apoyar al presidente en funciones de militante, dar un pescozón a Núñez Feijoo (Alberto) insinuando que no respeta la Constitución y recordar con añoranza impostada a Guerra (Alfonso), al que no se le había invitado inicialmente y, por último, éste decidió pasarse por el forro de la indiferencia la posibilidad de asistir.

La ventaja que venían dando sistemáticamente las encuestas de opinión (después de la defenestración de Casado -Pablo) al Partido Popular se diluye lenta pero firme. El argumentario oficialista esgrime que el presidente popular no controla su Partido y no resulta fiable cuando negocia, junto con otros hándicaps menores (no habla inglés y no sabe de economía). No resulta sencillo prever hoy el resultado que ofrecerán las urnas en las generales, pero las votaciones locales y autonómicas (allí donde se produzcan) tienen sesgo hacia las derechas.

En Brasil, Da Silva (Lula) ganó con estrecha ventaja las elecciones del domingo, resultado que Bolsonaro (Jair) el Presidente actual, aún no reconoció.  Quien si lo hizo, y por adelantado, fue nuestro Presidente de Gobierno, que apoyó temerariamente el cambio, en una manifestación pública a favor del ex-presidiario ex-presidente.

 

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Vigésimo Octava Crónica desde el País del Gaigé

15 agosto, 2022 By amarias 4 comentarios

Llevo algo más de medio año escribiendo estas Crónicas, que título desde el País de Gaigé, un heterónimo de España. Gaigé (ponúnciese Caiché) es una transcripción fonética en hanyu pinyin (chino) de una palabra compuesta que significa en “despropósito, desconcierto”, y otras acepciones similares.

En esta semana, Gaigé intensifica sus vacaciones oficiales. Madrid anticipa la celebración de las fiestas de la Virgen de la Paloma, una de las numerosas versiones milagreras de la madre de Jesús el Dios encarnado para la religión católica, que tienen su festividad reconocida en el 15 de agosto, en que se conmemora la asunción al cielo místico, en cuerpo y alma, de María.

La advocación mariana a que hago referencia es la patrona popular de los madrileños, cuya patrona oficial es la virgen de la Almudena, otro heterónimo. Pónese así de manifiesto el carácter contestatario del pueblo de Gaigé, poco dado a admitir sin discusión imposiciones desde lo alto de las instituciones, ya vengan de la Iglesia o de cualquier otro gobierno. La sentida devoción fue premiada numerosas veces por la Paloma, que cuenta con incontables milagros, empezando por la curación del futuro Rey Fernando VII, allá en el siglo XVIII, que fue cuando empezó su actividad.

Esta semana de agosto es pródiga en fenómenos atmosféricos y astrales. Siguen los incendios de carácter pavoroso jalonando el territorio de la piel de toro, causando conmoción y pérdidas duras de restañar. Esta semana le tocó arder a los alrededores del parque natural del Moncayo. Nuevamente, la Unidad Militar de Emergencias tuvo que actuar, apoyando a las unidades locales. Tanta presencia de esos militares anómalos, con solo 1.500 efectivos fijos (y otros tantos de reserva) en las decenas de focos por donde arden los bosques de Gaigé, parece milagrosa.

Sigue sin llover en la mayor parte del país, que se va convirtiendo en secarral en muchas zonas; los pantanos están a mínimos, algunos a punto de desaparecer (por debajo del 10% de su capacidad). En épocas de la dictadura, cuando había más fe, se sacaban las imágenes en procesión, pidiendo que lloviera. Ahora, se es más prudente en incomodar a los altísimos. Resulta por ello conmovedora la anécdota que cuenta Erwan de la Villeon (ceo, es decir, consejero delegado, de Puy de Fou, el parque de Toledo que está haciendo furor), por la que, cuando hace ahora un par de años un incendio rodeaba la instalación y amenazaba con llevarse todo por delante, sacaron del recinto a los animales y los principales enseres, y el devoto francés dejó a la Virgen del Arrabal -cuya imagen venera- encargada de salvar el resto. Y así sucedió: el fuego se contuvo sin tocar un pelo del Parque.

La escasez de agua, el precio de la energía y la amenaza de que pueda faltar suministro si el invierno viene crudo (especialmente en la crédula Alemania, que quemó sus naves para abrazarse al oso ruso), ha puesto de moda a la ministra de Transición Energética y otras hierbas, la del rostro impenetrable Ribera (Teresa). Bajo su docta dirección, el Gobierno ha decretado que los locales comerciales no puedan bajar la temperatura más allá de 27 ºC, lo que ha motivado protestas de los empresarios de restauración, bares y locales de venta de artículos de primera y segunda necesidad. La siempre atenta a marcar el paso en dirección contraria, si le ve hueco, Ayuso (Isabel), la jefa de la Comunidad de Madrid, se ha declarado insumisa, posición que no parece compartida por el alcalde de la capital, Martínez Almeida (José), más prudente en manifestarse contrario a la aplicación de una Ley vigente, aunque la impugne en los Tribunales.

Este pequeño rifirrafe (sin mucho efecto práctico, pues las temperaturas han bajado, por fin, en este lunes 15 de agosto) ha servido para que las baterías antipopulares del partido que gobierna en coalición, acusen a Núñez Feijóo (Alberto) de ser un calzonazos que se doblega a la dama que, según ellos, dicta lo que hay que hacer en el Partido que está llamado, todavía, a hacerse con el poder de las urnas, si mantiene el pulso al deterioro que provoca el tiempo en las ilusiones repentinas.

Sigue la guerra en Ucrania, enquistada y con torpeza dialéctica por ambos bandos, aunque se alzan algunas esperanzas por la mediación del turco Erdogán, quién lo diría.

La posición de China respecto a Taiwan se ha encrespado, por culpa de la visita a ese país reconocido solo a medias, de la presidenta de la Cámara norteamericana Pelosi (Yansi), que el Gobierno de Jin-Pin ha considerado una provocación y argumento suficiente para hacer una exhibición de su potencia armamentística, rozando peligrosamente los argumentos para una confrontación de gran alcance. Como en el gobierno insolidario de Gaigé hay pacifistas, si los interesados en prender la mecha de la tercera guerra mundial aciertan con el mechero, la destrucción mutua asegurada nos pillará discutiendo si enviamos ropas de abrigo o tanques averiados al lugar donde se inicio el conflicto.

Sigue manifestándose algo de polvareda porque SM el Rey Felipe VI, de viaje protocolario por Colombia, no se levantó al paso de una de las espadas atribuídas a Bolívar (Simón). Cuando falleció el héroe que inspiró la revolución que tanto daría que hablar en los países hermanos de América (hoy, familia pobre y descarriada en su mayoría), no le enterraron con la legítima, sino con una copia, que es la que ahora veneran los líderes tupamaros, Farc o M-19 incrustados en el gobierno de Bogotá. Hizo bien el Monarca, si lo hizo a sabiendas como si no. Y esas voces, algunas en el desgobierno, que critican a Felipe VI por falta de respeto a un acero herrumbroso, harían mejor en mirarse sus propias faltas, condenando que sus adeptos quemen fotos del Rey y banderas patrias o ellos mismos se nieguen a acudir para hacer el rendevous oficial al Jefe de Estado cuando visita alguna de las regiones a las que quieren imbuir de intenciones separatistas.

Nota final: Mi respeto, simpatía y admiración a Salman Rushdie, a quien un fanático de mal nombre Matar (Hadi) envió al hospital de varias cuchilladas alevosas, cumpliendo los designios de un tal Jomeini que le impuso una fatua y ofreció una recompensa a quien asesinara al polémico escritor. La culpa: haber interpretado las razones por las que se suprimieron unos versos del Corán, en lo que se estimó por los iluminados exégetas del libro sagrado de los musulmanes, una afrenta merecedora de la muerte.

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Vigésimo Séptima Crónica desde el País del Gaigé

8 agosto, 2022 By amarias Deja un comentario

A Gaigé se le ha puesto cara de vacaciones, pero la realidad es que pocos se atreven a tomarse ese asueto. Porque no faltan preocupaciones importantes, en el orden interno e internacional, que invitan a permanecer en casa e incluso con las persianas bajas. Para protegerse del calor y de la tormenta que se supone estallará en cualquier momento (amenaza de ampliación de la guerra en Ucrania a territorios de la Unión, invasión de Taiwan por China y, como más verosímil aún, la reducción de los suministros eléctrico y de agua en Gaigé).

Voy por partes: la familia real se ha desplazado a Mallorca, fijando su residencia de verano por unos días en Marivent, el palacete estatal en donde ya se encontraba la reina de antes, Doña Sofía. Sigue en paradero conocido pero con orden de no volver a España, el denostado rey Juan Carlos, cada vez más asediado por las amistades peligrosas que puede suponer su largo afincamiento en Abu Dahbi, donde continúa purgando desde hace dos años su poco juicio con las faldas y con las comisiones por las que se le premió su mediación para conseguir contratos de ensueño para las constructoras españolas.

Las fotografías difundidas por la prensa oficial muestran, entre otras instantáneas, a las cuatro mujeres de la familia real (las reinas de antes y de ahora, Sofía y Leticia, la princesa de Asturias, Leonor y la infanta Sofía) luciendo palmito y pierna bronceada (las tres últimas citadas). No me parece oportuno el despliegue de ebúrnea naturaleza castigada por el sol o por las pócimas de la reina plebeya, pues aunque nadie puede prohibirle mostrar hasta donde le peta sus encantos, alguien debiera pensar que esa demostración de lozanía y bien pasar no ayuda a aumentar el amor por la monarquía en el país del Gaigé donde, a despecho de las cifras que se difunden por el Gobierno de forma triunfalista, hay sentimiento de crisis avanzando.

El rey Felipe, cumpliendo con su misión de hacer de tripas corazón aparecer allí donde se le invite, incluso para recoger improperios, se fue a la toma de posesión de Petro ( Gustavo), presidente de Colombia y terrorista arrepentido del M-19-según dice-. Le acompañaba el ministro Albares (José Manuel).

Horas bajas para la Ministra de Energía, Ribera (Teresa), que acapara titulares en los periódicos de Gaigé por su decreto-ley en el que en 80 páginas desarrollar las medidas ordenadas para reducir el consumo energético. La oposición popular y también algunos presidentes autonómicos acusan de no negociada y en algunos puntos desorbitada la redacción, que, sin embargo, los especialistas coinciden en estimarla necesaria y urgente en su concepción. Porque se aproximan, a toda velocidad, un otoño y un invierno muy exigentes, con el grifo del gas ruso cerrado, y Alemania en situación de desesperación energética por el cierre de nucleares y plantas de carbón ordenado por Merkel (Angela) en su despedida como canciller.

El enfado de Argelia con Gaigé por la cercanía expresada con Marruecos en una carta ininteligible en semántica e incomprensible como estrategia en política exterior, se mantiene. El gas argelino que se nos niega marcha ahora en dirección a la Italia donde Draghi (Mario), en un último acto de servicio como Presidente del  Consejo de Ministros, negoció unas condiciones favorables para el país que mejor partido sabe sacar a la Unión de Comerciantes europeos.

Siguen ardiendo los bosques y campos de Gaigé, reclamando recursos, agua y medidas urgentes. Cada día, varios fuegos se desatan en la geografía de este castigado país, que parece destinado a sufrir las plagas del deterioro ambiental con especial virulencia. Se sigue apreciando que demasiados de esos focos de destrucción son provocados por vecinos despechados o locos y favorecidos porque nadie cuida ahora los bosques (no son rentables) y los efectivos en los cuerpos de bomberos ni dan abasto ni tienen equipamiento de última generación. Me temo que, si han sido provocados algunos de esos incendios que tanto daño causan, los culpables no serán detectados y, si lo son, recibirán escasas penas o aparecerán como orates ocasionales para acabar yéndose de rositas para seguir incendiando.

Núñez Feijóo (Alberto) tiene dificultades para consolidar un discurso coherente y la fuerte personalidad de Ayuso (Isabel) no desaprovecha ocasiones para rivalizar con el presidente Sánchez (Pedro), cuyo carisma se apaga a ojos vistas. El viaje de consolación a Cáceres no ha aumentado su popularidad precisamente y hasta en Ucrania han empezado a dudar de su palabra.

Tiene apoyo esta última frase en que el asediado Zelenski (Volodomir) se queja de que el material prometido por el presidente de Gaigé en su viaje a Kiev no llega. Se sabe que los tanques Leopard que iban a ser entregados a Ucrania han sido rechazados en origen por la ministra Robles (Margarita), que los encontró inservibles y solo aptos para desguace. Se ofreció como alternativa mandar prendas de abrigo y bufandas, gesto cuya valoración por los bravos combatientes que están dándolo todo por su patria invadida, no se conoce.

 

 

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La cumbre de la OTAN nos acerca a la guerra de Ucrania

29 junio, 2022 By amarias 2 comentarios

Era de esperar, y el éxito deseado consistía en eso. La cumbre de la OTAN en Madrid que reunió a prácticamente todos los líderes del mundo occidental (y a algunos invitados con los que se quiere estar de buen rollito) se está desarrollando conforme a lo esperado: Rusia se recupera como enemigo y a China se le somete a un  estricto seguimiento, como sospechoso principal.

No parecía posible escuchar a Stoltenberg, el secretario general y portavoz de la Alianza, desgranar las conclusiones del primer día de reuniones, sin sentir un escalofrío: el apoyo decidido a Ucrania, la condena firme a la invasión rusa, el aumento del despliegue armamentístico en la base de Rota, dibujaban un sombrío panorama, a pesar de las sonrisas de satisfacción de los convocados y, en particular, de nuestros Jefes de Estado y de Gobierno, anfitriones de una reunión que discurre conforme a un impecable protocolo y un estupendo programa.

La afirmación oficial de que el mundo vuelve a la situación de tensión que creíamos no volveríamos a vivir cuando la antigua URSS y la vieja Norteamérica rivalizaban  en conmover los cimientos de la paz conseguida luego de la segunda guerra mundial no es una buena noticia. Si se creía que los jefes de Estado de este lado de la tensión iban a ofrecer algún cable al que Putin pudiera agarrarse para llegar a un acuerdo con Zelenski que terminara con la contienda, el deseo era erróneo.

Estamos más metidos que antes en la guerra contra Rusia. Incorporación de Suecia y Finlandia a la Alianza, más y mejor armamento y más ayuda económica a Ucrania para que resista en su holocausto heroico, una demostración de solidez y confianza en las fuerzas propias y más fuerte condena al jerarca ruso (criminal contra la Humanidad), además de poner en funcionamiento un disco ámbar para regular a China.

No parece, ni mucho menos, una bravuconada. Aunque la OTAN sigue delimitando con precisión el marco de la guerra, es imposible no entender que, aún utilizando el territorio del país amigo para depositar sobre él todo tipo de armas, cada vez más sofisticadas, pero sin poner (aún o sin que se sepa) las botas propias sobre la Ucrania invadida, la OTAN y la Unión Europea están en preguerra con Rusia. Falta solo una pequeña chispa para que el polvorín estalle.

Cierto que no tenemos otra opción. Ayer, en 24H, un desconocido, desmemoriado y rancio Jorge Verstringe (¿o era un sosias?) elucubraba sobre guerra evitables, egos dolidos y no se qué opinión de que la OTAN era un Organismo agresor, gringófilo y prepotente. El que, se jactó, se había abstenido de votar a favor de la entrada en la Alianza, votando en contra -fue el momento álgido de la estupidez con la que obsequió al programa- defiende ahora la posición de Unidas-Podemos en el Gobierno de España. No a la OTAN, no a la guerra, no a dotar de más presupuesto a los Ejércitos, no a las Bases norteamericanas y, en fin, ¡viva la paz!. Si nos atacan, ya lo han advertido: saldrán a parar los misiles con banderas blancas.

Con estos mimbres en el Gobierno, y a pesar del indudable éxito de Pedro Sánchez y la magnífica actuación de Felipe VI (¡y de Doña Letizia!) como anfitriones de la Cumbre, no se entiende que el Presidente del Gobierno de coalición siga criticando al Partido Popular por su falta de apoyo y no tenga el coraje de disolver la Legislatura y convocar elecciones, sacudiéndose -a cara de perro- esa incómoda lepra que corroe su credibilidad y emponzoña sus logros.

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Décimo octava Crónica desde el País de Gaigé

6 junio, 2022 By amarias Deja un comentario

El 5 de junio de 2022, el deportista más laureado de Gaigé, Nadal (Rafael) ha conseguido la décimo cuarta victoria en el campeonato de un juego antes de minorías, llamado tennis. Fue en el escenario parisino del Roland Garros, ante un alevín de gran atleta, por nombre Ruud (Kasper), noruego voluntarioso que no pudo ganar ni uno solo de los tres sets (series) en los que se decidió el envite.

Estuvieron presentes en el estadium, sus Majestades reales los reyes de Noruega y Gaigé. Felipe VI, el jefe de Estado del País de los Despropósitos (Gaigé), dedicó unas elogiosas palabas al atleta, al que (casi) todo el mundo está de acuerdo en caracterizar como un modelo a seguir, en especial, por la juventud. De “líder mundial” ha sido definido por algún comentarista.

Aunque cada vez estoy menos convencido de que en las facultades de Ciencias de la Información (antes Periodismo) se enseñe suficiente cultura general -ya se sabe, gramática, historia, filosofía y ciencias de la naturaleza- la influencia de los media escritos y hablados (sobre todo, hablados) no puede ser puesta en duda. En este terrorífico momento en el que estamos ayunos de liderazgo, no resulta molesto que una persona humilde de talante, con capacidad probada de superación ante la adversidad física y que ha hecho del perfeccionamiento de una excelente facultad física un excelente modus vivendi, sea presentado como ejemplo.

Nos han fallado otros modelos y siguen fallando de continuo: en Gaigé, el rey de antes, que nos había librado de una nueva dictadura -así nos lo presentaron, al menos- se reveló en su senectud con pies de barro y bolsillos ávidos. El Honorable President de la Generalitat, Pujol (Jordi) y su familia numerosa anda huido de la justicia, esperando que le llegue la hora final sin pasar por el oprobio de ser encarcelado por latrocinios muy sonoros de las arcas públicas.

No son pocos (más bien, muchos) los presuntamente honorables que han caído en las garras de la ambición personal -combinada o no con las ayudas económicas a los partidos políticos a los que han dedicado sus carreras en pos del dinero y la fama-. Los tribunales, los prestigiosos bufetes de abogados especializados en sacar castañas del fuego de las vanidades, y hasta de las cárceles, se han convertido en centros de expiación/escarnio y mal fario para muchos de los que pretendieron convencernos de su honradez ejemplar mientras nos hurtaban de la cazuela común para su beneficio.

La prensa francesa, cumpliendo con el indudable esfuerzo por presentar a la decadente Francia como ombligo del mundo, presentó la victoria del héroe Nadal -más próximo y nuestro, desde luego, que el francés-marroquí Benzemá o el belga Courtois (Thibaut)-como “XIV Soleil Nadal”. Se combinaba así la referencia a la décimo cuarta victoria de Rafael con la de Louis XIV, le roi Soleil. Me alarmó oir a una periodista obviar la relación, interpretando que el tenista era calificado de “sol”. Infiero que nunca había oído hablar del poderoso y longevo personaje que mantuvo, aliado con Inglaterra, una disputa duradera -y fructífera para él- con la decadente saga de los Austrias.

En el orden interno de lo que se está revolviendo en Gaigé, es digno de registro la pérdida de pie firme de la coalición gubernamental, sumergida en disputas internas, desorientación y falta de criterios. La vicepresidenta Díaz (Yolanda) no convence en su liderazgo de lo que subsiste a izquierda del Partido Socialista y el presidente Sánchez (Pedro) pierde credibilidad y solvencia a ojos vistas, justamente cuando pretende recuperar la línea tradicional de la socialdemocracia, que ha convertido en sanchismo puro y duro.

Las elecciones andaluzas, convocadas para el 19 de junio, significarán,  según los pronósticos, el afianzamiento de la simpatía hacia el Partido Popular de una parte suficiente del electorado. Moreno (Juanma) será reelegido presidente de la Autonomía andaluza, sin que parezca necesitar el auxilio de Vox, lo que, por otra parte, cada vez alarma menos al electorad0, pues su apoyo en las urnas se mantiene estable en votos y sus ideas -algunas, desde luego, estrafalarias y repugnantes- contienen propuestas básicamente sensatas.

A final de junio tendrá lugar la cumbre de la OTAN en Madrid. Lo que debería ser una oportunidad para afianzar la proyección internacional de Gaigé, arriesga convertirse en un escaparate de la desunión gubernamental. La ausencia de coherencia en la posición exterior es clamorosa. Hasta el gobierno marroquí, fiel portavoz del cacique Mohamed VI, hace mofa de la posición del Ministro de Exteriores de Gaigé, desacreditado por el pequeño y pobre país, que se siente apoyado por los Estados Unidos de Norteamérica. El presidente Zelenski, soportando la tremenda tensión de ver cómo su país es despedazado por el oso ruso, se queja, me temo con razón, de que el gobierno sanchista promete envío de armas y medios que luego no cumple.

Necesitamos más victorias que en el terreno del deporte.

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Un rey superviviente

21 mayo, 2022 By amarias Deja un comentario

El 19 de mayo de 2022, el rey de antes, Don Juan Carlos, decidió reaparecer físicamente por el país en el que fungió como Jefe de Estado durante más de cuarenta años y del que, mal aconsejado, se vio impulsado a abandonar hace casi dos. Tenía entonces, perdida su inviolabilidad jurídica, algunos asuntos pendientes con la Justicia española, promovidos por Corinna, su amante despechada, que levantó la colcha que le dejó desnudo, apaleado y metafóricamente, cornudo.

Demasiados adjetivos indeseables que suponían una carga difícil de soportar,  no ya para un Monarca jubilado que había defendido la honestidad y la eficacia como elementos de renovación en los que apoyar el resurgir del régimen monárquico después de la guerra incivil, sino para su hijo bien amado, Felipe VI, en el que el pueblo español y él mismo tenían puestas todas sus complacencias.

Podía haber elegido quien fuera Juan Carlos Primero quedarse en España mientras se ventilaban esos feos asuntos legales y cruzaba los dedos para que sus abogados le sacaran del embrollo judicial sin mordeduras ni lobanillos. Podría haber ido a Inglaterra, en donde seguro que la reina Isabel le podía prestar algún palacete en el que dedicarse a leer y, entre semana, cazar faisanes o cérvidos.

Pero, metido en el berenjenal, escogió o le impulsaron a hacerlo, uno de los países con peor fama, en donde impera el lujo, la corrupción sin medida y el machismo de diente afilado: Abu Dahbi. El emir de ese pequeño país, respetado por su inmensa capacidad económica, lo acogió, le dejó un palacete y le quitó de la curiosidad ajena hasta que resultó que los supuestos delitos prescribieron, se estimaron improbados o la denuncia de la despechada no prosperó, al menos ante la Justicia española.

Es una historia muy triste, en la que se dan los elementos propios de una inmolación autoinflingida junto al lanzamiento al escarnio por una parte del gobierno del país que hasta hacía poco besaba por donde pisaba y sacaba pecho por su regia galanura.

Fue un desastre anunciado, una sucesión de tormentas sobre su imagen: yerno encarcelado -por un juicio mediático que propició una sentencia ejemplarizante y, por ello, injusta-, hijo varón que se distancia para salvar el pellejo de la institución monárquica y que admite que la Casa Real quede restringida a su quintaesencia, esposa obligada a extraer dosis de dignidad del exigüo coleto del despecho, hijas que se separan de sus galanes y que pierden títulos y reconocimiento público, nietos influyentes en las redes sociales que tratan de encontrar vida fuera de la Casa Real, etc.

Volvió el Rey de antes entrando por la puerta de atrás, utilizando el falso pretexto de una regata en Sanxenxo y abusando de la pretendida hospitalidad de -se dice- uno de sus mejores amigos, el empresario gallego Pedro Campos, quien lo recogió en el aeropuerto de Peinador y lo hospeda en su casa el par de días que estará en España. En el apretado y ridículo programa, se acercará el lunes a la Zarzuela, en donde tendrá un encuentro privado con su hijo Rey y su nuera Reina. No ha trascendido cómo hará el viaje, aunque se descarta que Sánchez disponga de uno de los Falcon que utiliza para sí con tanta libertad.

Alegan los que le odian desde el Gobierno y fuera de él que “ahora es un ciudadano normal y es libre de hacer lo que le plazca”. No, no puede hacerlo, porque la Constitución establece su condición imperecedera de prerrogativas propias del Monarca que fue y del sitio que ocupa en la Historia de este país. Y siempre será observado, escudriñado, analizado, donde quiera que vaya, incluso hasta después de su muerte. Ciudadanos normales son Jordi Pujol y  Marta Ferrusola, Junqueras y los Panchos, Chanel, Griñán o Chaves, Rodríguez Zapatero, Florentino Pérez  o Alfonso Guerra. Don Juan Carlos no.

Es un situación esperpéntica, propia del ridículo que es consustancial a un país que es incapaz de valorar, proteger y respetar sus recursos. El Rey de antes fue intocable mientras se mantuvo como Jefe de Estado y cuando dimitió, por propia voluntad, al quedar sus carnes humanas -carnestolendas- al descubierto, quedó expuesto a la crítica, al ridículo y a la posibilidad de ir a la cárcel. Porque, presuntamente entonces, había actuado de intermediario o conseguidor para algunos proyectos en los que competían empresas españolas y, se le habría entregado una comisión. No quedó probado y el dinero que la amante Corinna recibió del emirato en donde acabaría don Juan Carlos refugiando su real vergüenza, era un regalo, una dádiva, un don.

No soy monárquico, y me gustaría vivir en un Estado republicano, con un jefe de Estado elegido por votación entre insignes ciudadanos, de esos que tienen el pelo cano o la calva dilecta y acreditan una trayectoria personal llena de triunfos por la Patria.

Pero nací en una dictadura, viví en ella casi toda mi juventud y aplaudí hasta con las orejas cuando se aprobó, por votación mayoritaria, un texto constitucional que debía garantizar paz y prosperidad para un país en permanente amenaza de espadones, pucherazos y guerras civiles. La monarquía era la forma de Estado como cualquier otra y un tal Juan Carlos, educado a la sombra del dictador, pero con ganas de demostrar su independencia y alta formación (que nos había costado bastante), se encargó de hacernos creer en que era posible la homologación de España en Europa y en el mundo. De decirle a Chaves, “¿Por qué no te callas?” en lugar de “¿Qué puedo hacer por tí, querido Maduro?”

Gobiernan ahora este país personas que no han vivido la postguerra. Algunos no han sido educados en las Universidades españolas sino en prestigiosas Universidades inglesas, alemanas o norteamericanas en donde les han dado títulos pomposos que les acreditan en funciones que nos resultaban desconocidas para quienes tuvimos que superar pruebas selectivas hacinados en aulas en donde se nos recomendaban libros en francés o inglés y teníamos apuntes a cicloscil.

Algunos de esos nuevos mandarines no creen en la Constitución, sino en la necesidad de cambiarlo todo. No son monárquicos, pero no han vivido el nacimiento de la Monarquía, sino su caída, y conviven ahora con el placer de querer destruir esa institución, para festejar el advenimiento de una forma sustituta: el gobierno de todos, es decir, no la democracia, sino allí donde todos mandan igual, la anarquía.

Nunca creí que el rey Juan Carlos fuera a figurar junto a Santiago Apóstol o la Virgen María, en el pedestal de las entidades sobrenaturales. Pero advierto a los especialistas en coprofagia, empeñados en vociferar que el rey de antes es indigno, y que debe explicar hasta la eternidad sus andanzas y tejemanejes con el dinero, el sexo y la verdad y la mentira, que no habrá paz en esa búsqueda.

No estoy defendiendo al rey Juan Carlos y, puesto a ser sincero, no creo que lo necesite. No me pidió ni el ni sus asesores consejo alguno. Tampoco el rey de ahora, don Felipe. Y les voy a dar un consejo que no me han pedido y que, con seguridad, nunca leerán: no tengan vergüenza de aparecer como humanos. La jefatura de Estado monárquica fue y es una fórmula de conveniencia para sostener nuestra democracia. Ella es la intocable. Dentro del ropaje, hay seres humanos.

 

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Décimo Quinta Crónica desde el País de Gaigé

15 mayo, 2022 By amarias 2 comentarios

Está ya vencida la primera quincena de mayo en Gaigé, el país de los Despropósitos, y no faltan temas que comentar en esta Crónica singular. En primera página ha de figurar la sustitución-destitución-despido de Paz Esteban, la jefa de los espías de Gaigé y encargada, por tanto, de salvaguardar las intimidades del edificio de la gestión de lo público, esos subterráneos que Rufián (el valido de Junqueras) se obstina en llamar las “cloacas del Estado”.

Pretende con ello, junto a  los portavoces y palmeros de los partidos que pretenden dinamitar la democracia (una débil figura de entendimiento colectivo que en Gaigé parece que hoy solo puede ser defendida desde dentro, como una fortaleza en la que los asediados han conseguido entrar) hacer una llamada a la transparencia total. Un oxímoron sin recorrido práctico, que Rufián, Iglesias jr, Montero, Echenique, Colau, Torras, Otegui, Puigdemont, entre otros -secesionistas y antimonárquicos incrustados en el Gobierno- se encargan de adornar con tinta de calamar y grandilocuentes falsedades, acompañándose de gritos desaforados, con el único objetivo de ahuyentar a quienes osen acercarse a su imitación de burda kaaba, en donde se venera el dios de la confusión.

Andalucía, la región más extensa de Gaigé, está en campaña electoral para renovar el 19 de junio la presidencia de la autonomía y la falta de entendimiento entre los partidos y formaciones de la extrema izquierda permite pronosticar que la anunciada coalición para sacar a la derecha del gobierno regional, sufrirá un duro descalabro. La inscripción de Podemos a la plataforma electoral que registraron Izquierda Unida y Más País, Equo e Iniciativa del Pueblo Andaluz, llegó fuera de plazo, al no haberse conseguido el acuerdo sobre el candidato (Delgado, Juan Antonio) antes de que el período para presentar candidaturas conjuntas se cerrase. Así que será Nieto (Inmaculada) la candidata a quitarle el puesto a Moreno (Juan Antonio) o las ilusiones a Espadas (Juan). Será una campaña en la que es muy posible que, a medida que se acerque el momento de elegir, habrá sobre el escenario más sangre que carne. No se eligen programas, que se parecen mucho en lo sustancial y difieren solo en la fantasía de sus redactores y el actual presidente (en funciones) de Andalucía es maestro en ofrecer ambigüedad, que el votante interpreta, en general, con promesa de tranquilidad.

Tanta falsa disputa ideológica, con descalificaciones cansinas sobre corrupciones y malas gestiones del pasado -pendientes de resolución en los tribunales o caídas en los agujeros del olvido- robustece, sin pretenderlo, la coherencia del partido de Abascal, que ha conseguido disfrutar de la mejor propaganda imaginable al ser presentado como anticonstitucional y ultraderechista desde la cúpula del PSOE, abrazo del oso que el candidato socialista Espadas no debiera agradecer demasiado. Tampoco la medida ambigüedad de Núñez Feijóo (Alberto), es aliño de gusto para Moreno que, como todos los líderes regionales que confían sobre todo en conocer su percal, prefieren organizar la campaña por su feudo con sus criterios. Aunque pocos se acuerdan ya de Casado, la sede de Génova alberga aún fantasmas de una guerra fratricida en la que la sangre de las paredes no se limpió del todo.

Gaigé ha celebrado como si fuera un triunfo el tercer puesto de Chanel (cantante y bailarina cubana) en el Festival de Eurovisión. El esfuerzo gimnástico de la artista y de su coreografía no guardaba relación con la letra de una canción ininteligible, más propia de un país caribeño y que, mirada con espíritu crítico, podría ser calificada de hortera y vulgar. Ganó Ucrania, al recibir los votos sentimentales de las redes sociales, y queda en el aire el aprovechado e incomprensible ofrecimiento de TVE (con la aquiescencia del Gobierno, dicen) de ofrecer a Madrid como sede suplente si el pais invadido aún estuviera en guerra o no hubiera alcanzado su plena reconstrucción el próximo año.

El rey de antes, Juan Carlos, liberado de responsabilidades legales que nunca hubieran debido gravitar sobre su cabeza desplumada y coronada, quiere volver, y quisiera hacerlo a la Zarzuela, y aprovechar el momento de gozo y confusión para congraciarse con la sufrida reina Sofía y, con algo de retraso, tal vez celebrar los sesenta años de su irregular matrimonio reintegrado a los rediles del afecto popular. El pueblo de Gaigé, experto en aguantar traiciones, dictadores, guerras civiles, democracias débiles y falsos mesías, estará siempre dispuesto a disculpar amoríos, extramatrimoniales devaneos y, rodeado de corruptos y proclive a utilizar ventajas él mismo, entendería  hasta recogida y reparto de coimas, pues sabe en sus carnes lo difícil que es medrar entre falsarios.

Regresa don Juan Carlos a un país que en poco se parece al que abandonó hace casi dos años en contra de su voluntad, secuestrada la de la Casa Real y la suya por un gobierno republicano, que estuvo y estará siempre atento a aprovechar la ocasión para darle pasaporte también al rey Felipe. No lo tiene fácil, pues Felipe VI ha revelado un talante correoso y dispuesto a mantener la silla del falso privilegio real contra vientos y mareas. Casado con una plebeya que, con su buen hacer (a pesar de críticas mordaces que muerden siempre en el hueso de la profesionalidad de la asturiana), la reina Letizia ha puesto de manifiesto que para ser rey o reina puede servir teóricamente mucha gente. Desde fuera, parece simple. Pero hace falta al menos, inteligencia emocional y capacidad de adaptación, formación de base y voluntad de seguir aprendiendo, sentido de la sobriedad, resistencia y buen aspecto físico. Para ser buen presidente de Gaigé, la cosa se presenta muy distinta y, a pesar de supuestos caminos de selección democrática, lo más seguro es el fracaso al analizar el resultado.

La guerra rusa por anexarse Ucrania (o un buen trozo de ese Estado) sigue causando daños, y no solo en el terreno invadido. La petición de Finlandia de unirse a la Alianza Atlántica, a la que seguirá de inmediato la de Suecia, ha enfadado al osezno del Kremlin, que amenaza con duras represalias si se lleva a cabo la adhesión. Erdogán, el exótico presidente de Turquía, atento a rentabilizar sus noes con divisas, ha dicho que no lo ve bien, pero quienes lo conocen mejor afirman que está de acuerdo siempre que se negocien los términos.

Publicado en: Actualidad, País de Gaigé, Política Etiquetado como: Abascal, Adalucía, Delgado, elecciones, Espadas, felipe VI, Inmaculada Nieto, Juan Carlos, Letizia, Moreno, Núñez Feijóo, País de Gaigé, Ucrania

Elogio de la intolerancia

29 noviembre, 2021 By amarias 2 comentarios

No pretendo poner el énfasis en la necesidad general de ser intolerate. Al contrario, como pacífico, mi actitud general es de tolerancia; prefieron no verme involucrado en disputas sin sentido. Por ello, no comprendo en lo más mínimo a esos individuos que se dicen defensores a ultranza de los colores de un club deportivo y llevan su enajenación al terreno de enzarzarse a porrazos con los partidarios de otro equipo, al que ven como contrario.

Una vez establecido el marco general de invocación y fidelidad a la tolerancia como principio general, quisiera meterme en la harina de las conscuencias de la excesiva tolerancia, que lleva a aquél al que se la dispensamos, sin estar obligados a ello, a creer que tiene la razón, que le asiste el derecho para auparse sobre el nuestro.

En el tema de las vacunas para superar la pandemia, encuentro un ejemplo claro de tolerancia excesiva. Cierto que ni los expertos oficiales ni las autoridades han ayudado mucho establecer un régimen de confianza respecto a la manera de combatir el virus, pero, en este momento, se ha aclarado de forma científica y con suficiente respaldo que las vacunas ayudan de manera decisiva a defendernos individual y colectivamente y que la mascarilla es una forma de protección, elemental, pero segura, para evitar contagios.

Por consiguiente, no entiendo la tolerancia para aquellos que no se vacunan ni se ponen la mascarilla, porque “no se fían”. Deben implantarse de inmediato medidas claras de restricción de espacios públicos para esos negacionistas que, amparándose en nuestra tolerancia, aumentan nuestro peligro de ser contagiados. (Ah, y por supuesto, no entiendo por qué no se están enviando masivamente dosis a los países menos desarrollados para que vacunen a su población. Hemos oído miles de veces que el virus no admite fronteras, ¿a qué se espera, pues, desde los países más ricos, o también hay negacionistas en la cúpula del poder mundial?)

Voy con otro ejemplo de tolerancia excesiva, siempre en mi opinión, claro está. El debate político en el hemiciclo (me refiero al Congreso, ya que ignoro si en el Senado existe algún debate) se concentra en poner en prueba la capacidad de tolerancia del pueblo llano, hurtándonos la discusión y acuerdo en aspectos cruciales para nuestra convivencia y nuestra economía y distrayéndonos en otros. que no sería admisible plantear, como presión para llegar a acuerdos de gobernanza.

No es tolerable el planteamiento sobre el desmembramiento de España. No hay ninguna razón ni histórica, ni cultural, ni linguística, para abrir ese debate en el Congreso y mucho menos, para convertirlo en fundamento para la toma de decisiones políticas. No hay más frontera entre determinadas regiones y el resto del país, que las propias de la conveniencia administrativa general. Todas las regiones forman parte de la unidad indisoluble de España.

Tampoco hay que tolerar la falta de respeto por algunos de los que ostentan cargos públicos, pagados con el dinero de todos, para insultar o vejar a la Monarquía, que es la forma de Estado legítima, el símbolo de esa unidad. Algunos parecen estar persuadidos de que, cuando se pretende hacer a un lado a Felipe VI, solo se dirigen contra él. No, van contra todos. Porque hemos elegido mayoritariamente, con aplastante mayoría, tener como forma de Estado la Monarquía.

No necesito disculparme, porque ya he dicho muchas veces, en este foro y en otros, que entiendo que la República es la forma teóricamente mejor de conformar la autoridad máxima de un Estado. Pero no encuentro que, para este momento de España, sea la mejor. Seguro que todos podemos encontrar razones, sin que sea necesario explicitarlas. En ese contexto pragmático, quien encarne la figura de Jefe de Estado, desprovisto de poderes reales más allá del simbolismo y cuestiones de puro refrendo, es lo de menos. Y si lo está haciendo bien -muy bien, diría yo- pasa a se parte de “lo de más2.

Hay muchos otros temas en los que nos podemos estar mostrando demasiado tolerantes. Basten éstos. Por eso, desde mi pequeño atril, permítaseme el elogio de la intolerancia. Porque hay actitudes, posturas y movimientos que no deberían ser tolerados. Para no convertirnos en cómplices del desaguisado.

 

Publicado en: Actualidad, Sociedad Etiquetado como: Constitución, covid, felipe VI, forma de Estado, independentismo, Monarquía, negacionista, regiones, República, tolerancia, vacuna, virus

Pido perdón por haber nacido varón

9 noviembre, 2021 By amarias Deja un comentario

El actual Gobierno de España, preocupado hasta la obsesión por encontrar motivos de distracción que nos desvíen de los principales problemas del país, ha sometido, a propuesta del Ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, al visado simbólico de Felipe VI, el Real Decreto  918/2021 del 19 de octubre  (publicado en el BOE el 2o siguiente) por el que se nombra Embajadora en Misión Especial para la Política Exterior Feminista a María Jesús Conde Zabala.

No es la primera vez que, para justificar una actuación gubernamental, el Ejecutivo echa mano del argumento de que “con esta decisión, España se sitúa en consonancia con los países más avanzados”. Se trata de una obsesión que adquiere ribetes de esquizofrenia colectiva, puesto que, cuanto más nos separamos en lo fundamental de los Estados de cabeza, más uso encuentran esos argumentos de alineación con ellos en los detalles intrascendentes.

Porque si lo que “se pretende hacer de las cuestiones de igualdad de genero domésticas y globales un objetivo central de los gobiernos”, en la terminología oscura que adquirió relevancia en círculos del fetichismo feminista cuando en 2014 la ministra sueca Margot Wallströn, empleó el mismo por primera vez, la aplicación práctica de ese desiderátum resulta imposible. Porque, por ejemplo: ¿Se va a boicotear la relación con los países árabes y, en general, con todos los regímenes en donde se margina a la mujer de manera harto evidente? ¿A dónde se pretende llegar, en el ámbito propio, en el impulso discriminatorio frente al varón, no solo a las mujeres, sino a cualquiera que milite, por devoción o por naturaleza, en alguna de las múltiples opciones de explorar la sexualidad?

¿Habrá que pedir perdón por haber nacido varón?

Una gran mayoría de los españoles, nacidos en las dos o tres décadas primeras de la postguerra, hemos tenido la magnífica oportunidad de poder decidir en temas sustanciales, a veces a nivel incluso individual, porque así lo permitió la libertad que, a veces peldaño a peldaño, conseguimos implementar. Hemos podido así elegir entre religión, incredulidad y agnosticismo, fascismo decadente o democracia ilusionada, populismo obrerista y respeto al empresario eficaz. Dejó de ser elitista la enseñanza universitaria, se potenció hasta hacerlo modelo mundial la sanidad pública, implantamos la tolerancia como forma de vivir,

Si hay algo de lo que podemos sentirnos especialmente orgullosos, hombres y mujeres, es en haber impulsado nuestra sociedad hacia la igualdad de oportunidades, independiente del sexo. Contribuyeron a ello, de manera decisiva, las mujeres, por supuesto -demostrando, sin el menor problema, cuando se le abrieron las puertas a la opción de demostrar sus cualidades, su capacidad comparable a la del varón en los ámbitos intelectuales-, pero el mérito de acceder, desde la posición inicial dominante, a que se abrieran esas puertas, hay que concedérselo a los varones.

No es una construcción estúpida, ni pretende ser machista ni ignorante. La prueba de que la revolución que significa en una sociedad la instauración de la igualdad efectiva de sexos la tenemos, expuesta a diario y de forma sangrante, en las sociedades islámicas, No son las mujeres de esos países, claro, menos inteligentes que  los varones. Pero no se les da la oportunidad de formarse, se las restringe en sus libertades de manera brutal, se las convence con argumentos falsarios -desde la religión hasta la ley- de que son seres inferiores. Y no es la presión de las mujeres la que consigue romper el círculo vicioso, sino la ostentación de poder que realizan los varones, actuando como opresores de la libertad de las mujeres.

Yo no voy a pedir perdón por haber nacido varón. Estoy muy orgulloso, como muchos otros, especialmente de los que ya somos ancianos, de haber entendido que la mayor felicidad consistía en compartir el espacio con nuestras mujeres, Y, codo a codo con ellas, haber contribuido, facilitando la mejor formación a nuestros hijos, con sacrificio a menudo de espacios de nuestro bienestar, con estímulo, tolerancia y apoyo, según fuera el caso, a que las mujeres fueran ocupando, de manera natural y legítima, sitio de igualdad con los varones.


Casi invisible por su pequeñez y mimetismo, en las ramas extremas de un tejo, un reyezuelo listado (regulus ignicapilla), que se puede distinguir del “sencillo” (regulus regulus) por la lista ocular negra. Se alimenta de insectos y, en menor medida, de los últimos frutos que han resistido a la voracidad de los túrdidos. Foto tomada a principios de noviembre de 2021, en el occidente de Asturias.

Publicado en: Actualidad, Mujer Etiquetado como: embajadora de la femineidad, felipe VI, igualdad hombres y mujeres, Margot Wallströn, María Jesús Conde Zabala, Ministro de Exteriores, mujer, politica exterior feminista

Falsa alocución de Navidad de Felipe VI en 2020

24 diciembre, 2020 By amarias 2 comentarios

La Casa Real, como cada año, de esa manera discreta que rige los comportamientos de la delicada institución, ha solicitado de varios ciudadanos (de los estamentos civil y militar y supongo que religioso) sugerencias de contenidos para la alocución navideña de S.M. El Rey, que será difundida el día 24 a esa hora perdida entre la merienda y la cena, en la que -antes de la emancipación de la mujer- los varones tomábamos una copa con los amigos mientras ellas ultimaban el ataque a nuestra hipertensión y glucemia.

En fin: tampoco me llamaron este año para interesarse por mis ideas acerca de lo que podía tratarse en un día tan especial para el Jefe de Estado. Lo que no me ha impedido  dedicar algo de mi tiempo (del que ando sobrado) a preparar el texto siguiente y difundirlo en este medio de amplia audiencia, para general consideración.

Esta hubiera sido mi propuesta:

“Ciudadanos y ciudadanas:

Como todos los años, desde hace ya siete, siguiendo la tradición que implantó el jefe de Estado Francisco Franco después de una sangrienta guerra civil que frustró  la segunda República de España, me dirijo a vosotros. No lo hago con la intención, como han sugerido desde una de las vicepresidencias del Gobierno, de que tengáis ocasión de discutir en familia sobre si la forma de Estado más conveniente: Monarquía parlamentaria, República federal o Dictadura, sino para ayudaros a comprender mi posición como ser humano revestido de un ropaje institucional singular ajeno a mi naturaleza y a la de cualquiera.

No quiero parecer trascendente, aunque hay momentos en la vida en que conviene parecerlo. Empiezo por ello aclarando, a aquellos que se pregunten cuál es mi papel, que soy una persona física, no una entelequia ni una reliquia de tiempo pasado. Soy  Jefe de Estado de una de las mayores naciones europeas y responsable legítimo, por mandato constitucional, de mantener la unidad entre todos los españoles.

Aunque no lo expresé en mi alocución del pasado diciembre, estaba convencido de que el 2019, sería el último año en que me dirigiría a vosotros como Rey por Navidad. El cambio ideológico de la mayoría que eligió al presidente del Gobierno, incorporando a partidos que estaban en contra de la Constitución, en temas tan sustanciales como la forma de Estado y sobre la persona y legitimidad de quien debería ostentar la Jefatura del mismo, me hizo creer que la Monarquía tenía sus días contados.

Después, el cerco mediático y fiscal a las actuaciones del Rey, mi padre, que obligaron a aconsejar  su marcha de España para reducir, en lo posible, el acoso crítico a su persona, me vino a confirmar que el tiempo de la Monarquía en nuestro país se había terminado. Tampoco podía olvidar, que mi cuñado, Ignacio Urdangarín, seguía padeciendo una singular situación penal, que, según juristas a los que he consultado, es comparativamente desigual y, por tanto, a nivel coloquial al menos, injusta.

Pues bien: ha pasado el año y me encuentro con agradables sensaciones. El aprecio y calor afectivo que se dispensó, a mí y a toda la Familia, en momentos singulares, como la entrega de los Premios Princesa de Asturias, y el aplauso casi unánime de las personas que acudieron a los pocos actos que fueron programados por el Gobierno a los que pudimos acudir, compensa la tensión institucional, alimentada por un sector de la población, que se genera contra la Monarquía en Cataluña y el País Vasco. He tenido que moverme en ocasiones singulares. como la entrega del Premio Cervantes al poeta Joan Margarit en Bacelona, por citar solo la última, de manera subrepticia, para evitar manifestaciones agresivas  contra mi persona o la princesa de Asturias. Ha sido una gran alegría conocer que una reciente encuesta prueba que la Monarquía, es decir, la forma de Estado, no figura entre las preocupaciones principales de los españoles.

Yo no soy defensor de la Constitución de 1978. Ni la voté, ni debo manifestarme sobre ella. He sido educado para ser rey de España, y mi formación, intensa, costosa sin duda para la Hacienda Pública, me ha orientado inexcusablemente hacia ese trabajo. Es un oficio singular, único. Tiene aspectos muy arcaicos,  insostenibles para la razón, ridículos para muchos, pero no tengo la culpa de haber nacido para ese destino. No lo escogí, y solo me puedo liberar de este noble trabajo si la inmensa mayoría de los españoles lo deciden así o si -no lo quiera Dios- caigo víctima de un atentado.

Mi singular formación ha traído como consecuencia que no conozco muchas cosas de la realidad española que para muchos de vosotros son obvias; mis amigos estaban controlados rigurosamente por los asesores de mi padre, y estaba llamado a ser jefe de los Ejércitos, por lo que tuve una educación militar paralela a la civil y, aunque somera, suficiente para darme un barniz amplio de las peculiaridades de las instituciones de este país. Se poco de casi todo, aunque no creo que deba preocuparos. Salvo como Jefe Superior de los Ejércitos, no debería tomar decisiones y estaría, en todo caso, siempre asesorado y respaldado por las medidas adoptadas por el Gobierno de turno, a las que yo debía aportar, solo formalmente, mi refrendo.

Casarme con una plebeya, una profesional del periodismo, se ha desvelado como una decisión magnífica, que no gustó en su momento ni a mi padre ni a quienes le asesoraban entonces, que le proponían que debería mantener la idea de una Monarquía por encima del bien y del mal, una estirpe de sangre azul, vinculada a las élites. La reina Letizia me ha dado una serenidad, un conocimiento del país, me aportó unas relaciones nuevas. Tiene unas cualidades excepcionales. Gracias a ella, he adquirido mayor confianza en mí mismo, he aprendido a vocalizar correctamente, a encontrar el tono adecuado en mis alocuciones.

Y tenemos dos hijas preciosas, voluntariosas, aplicadas. Saben catalán, euskera y gallego. La princesa de Asturias sigue aprendiendo, además de inglés, chino y árabe. El dominio de varios idiomas es fundamental. El actual presidente de Gobierno, Pedro, sabe bastante bien inglés y algunos ministros conocen ese y otros idiomas y es motivo de orgullo para todos conocer que pueden hablar y discutir con homólogos europeos y no solo darse palmadas en la espalda o esperar a que les digan ellos algo en español o con intérpretes.

Podéis entender que me ha dolido profundamente tener que distanciarme oficialmente de mi padre. Está padeciendo mucho con sus achaques seniles y no entiende en absoluto la corriente de odio y rencor que algún sector, por fortuna poco significativo pero muy vociferante, ha despertado contra él. Parece que se olvidó lo que significó para consolidar la democracia, y solo se piensa en él como si fuera un ladrón o un libertino. Acostumbrado a mandar, a que  se le obedezca y a no hacer caso de consejos, su actual demencia, que progresa rápidamente, es motivo para todos de disgusto y preocupación. La cesión de la Corona, a la que no estaba obligado, aconsejada como medida preventiva por los médicos que le atienden, le honra.

Hemos perdido mucho todos con su ausencia, con su distanciamiento obligado. No sé adónde quieren llevar su asedio los enemigos de la Monarquía, pero debería de pararse esa persecución judicial y mediática que nos hace daño a todos, y especialmente, al país. Mi padre siempre tuvo una magnífica relación con los hermanos árabes, porque le gusta vivir bien, ser agasajado y resulta, cuando se muestra relajado, ocurrente y simpático. Alguna vez se desvelará cuántos contratos ha conseguido para empresas españolas, en qué conversaciones, secretas pero muy eficaces, ha sido el motor principal. A él le ha decepcionado que no salieran en su defensa los responsables de las empresas a las que ayudó a conseguir contratos, en su beneficio y el de todos.

La gran crisis del coronavirus ha generado y genera incertidumbre, dolor, más paro y nuevas dificultades económicas. No me corresponde a mí juzgar ni proponer ni decidir qué medidas serían las más adecuadas para superar o antes posible el grave panorama. Temo, como todos, que la recuperación económica será difícil y lenta. Me gustaría ayudar en lo posible. No tengo las buenas relaciones de mi padre con los jeques árabes, cuyos Estados disponen de fantásticas riquezas naturales y que tienen, personalmente, fortunas increíbles. Los Borbones somos, comparativamente, pobres. Nada que ver con las riquezas de los Windsor, por ejemplo, que, como sabéis, figuran entre los más ricos del mundo.

Pero si hay algo en lo que puedo ayudar, y creo que mucho, es a demostrar imagen de estabilidad y serenidad a inversores y a empresas. Cuando se ataca a la Monarquía, que es la forma de Estado que tenemos, quienes lo hacen, se atacan a sí mismos, destruyen confianza, asustan a terceros.

No me gusta la caza, me entusiasma disfrutar de la naturaleza, pasear y hacer deporte. Quisiera, claro, que el mundo fuera igualitario, feliz, y se eliminaran de un plumazo todas las guerras y los que sufren dejaran de hacerlo de repente. Pero soy consciente de que estamos en país pequeño, con pocos recursos, limitado en su influencia. A veces pienso que no todos, incluso algún miembro del Gobierno, son conscientes de nuestra reducida capacidad.

Por eso, me siento europeo, además de español hasta la cepa, feliz de nuestra historia y de contribuir a sus mejores momentos. Es motivo de orgullo reconocer que somos un país solidario, acogedor y alegre. No hace falta, me parece, que saquemos pecho en cada ocasión, que nos creamos los más ingeniosos, que llevemos nuestra voluntad de sacrificio hasta la extenuación. A veces, conviene permanecer en segunda línea, seguir el rebufo. No lo digo yo, lo saben los mejores de nuestros ciudadanos, que se esfuerzan cada día, con pocos medios, en trabajar en investigación, en mejorar la asistencia sanitaria, en ayudar a crear empresas y formar a niños y jóvenes.

Esperemos que el dinero prometido por la Unión Europea nos llegue a tiempo y sin grandes obligaciones y que sepamos cómo emplearlo bien, sin despilfarrarlo, con consenso.

No quiero cansaros en esta noche especial. Sigo a disposición de cumplir con lo que queráis que sea la Monarquía, de la que yo soy solo su rostro, como nuestra bandera es el símbolo de la Patria. Si decidiérais un día, por esa mayoría que indica la Constitución -o la que aprobéis en su momento- que debo retirarme, lo haré sin problemas. Mi Familia y yo estamos preparados, también para pasar a disfrutar de una vida civil satisfactoria, como ciudadanos normales. Pero, si ese momento no llega, y no parece probable que llegue en los próximos años, no os hagáis daño tirando piedras contra el Jefe de Estado. Soy un símbolo de vuestra unidad, no solo una persona real, de carne y hueso.

Como soy creyente, y católico, os deseo una Feliz Navidad. Que el niño Dios os traiga, a cada uno, la paz y la inteligencia que necesitamos para no confundir el camino que nos queda por recorrer juntos con el lugar donde poner el pie para dar el siguiente paso.

Buenas noches”

—

La fotografía es la de un reyezuelo listado (regulus ignicapilla) , magnífica ave minúscula, de plumaje y comportamientos singulares, que, aunque raro de ver, es huésped de nuestro país, en donde acude a reproducirse

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: alocución, falso discurso, felicitación, felipe VI, Navidad, Pedro Sánchez, Reina Letizia, rey juan carlos, urdangarín

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