El 3 de febrero de 2020 ha dado comienzo a la legislatura más compleja de la democracia española, con un acto de solemne apertura en la que, como es costumbre, diputados y senadores ocuparon los lugares del hemiciclo, más apretados que de costumbre. La ceremonia se realizó bajo la presidencia del rey Felipe VI que pronunció un discurso meditado, serio, en el que puso énfasis sobre una frase fundamental, ya muy repetida y analizada -a pesar de su significado inequívoco-: Los españoles debemos estar unidos en la aventura común y no enfrentados unos con otros.
No lo estamos, lamentablemente. Ni siquiera para guardar las más elementales formas de cortesía. Algunos representantes del pueblo no se han dignado comparecer en la apertura de las Sesiones, porque son republicanos e independentistas, es decir, no constitucionales. Que se cuenten entre estos incómodos compañeros de nuestro viaje democrático los que soportaron, con su abstención, la investidura de Pedro Sánchez, felicitado públicamente por el Monarca por haber obtenido la presidencia del Gobierno, no debe tranquilizar a nadie.
Al Rey, símbolo del Estado, se le aplaudió durante más de cuatro minutos, una vez finalizado su discurso institucional que, supongo, fue sustancialmente preparado por el Gobierno. No aplaudieron, en una manifestación de su desapego y falta de educación parlamentaria, algunos senadores y diputados, incluso pertenecientes al grupo Unidas Podemos, que forma coalición con el PSOE en el Gobierno de nuestro sufrido país.
La legislatura se abrió, en fin, con un tono más bien triste. Estuvo, en mi opinión, magnífico, el discurso de Meritxel Batet, presidente de la Cámara, con mensajes de unión, diálogo y genuina ponderación. Nada que ver con el talante rebelde del todavía presidente de la Generalitat, el funambulista Torra, que sigue propagando, utilizando el apoyo para sus desvaríos que le dan los medios oficiales (además de la tendenciosa TV3), que España no es una democracia y que mantiene a presos políticos.
Nada me tranquiliza que, cuando compareció en el Parlamento catalán, en no se qué Comisión de Investigación de no se qué causas, el penado Junqueras, con difusión mediática ad hoc, manifestara que su procesamiento y actual encarcelamiento (por sentencia firme) fue fruto de la venganza y no de la justicia. Espero que algún jurista con más tiempo y ganas que yo, anime a la fiscalía a que investigue si su excitada frase es motivo para imputarle un presunto delito de calumnia agravada (atribuir la comisión de un delito al Tribunal que lo juzgó).
Por cierto: una gran decepción me produjo el programa de Evole, el periodista a la busca de autor, que se pasó toda la semana anunciando que iba a entrevistar a Junqueras y que en la noche del 2 de febrero, en su programa, se limitó a presentar sus inquietudes como periodista, faltando a la inmediatez y claridad que exige la actual situación política y convirtiendo en el primer capítulo de una serie lo que debería ser un programa de actualidad y no una exhibición de su capacidad para adornar el presente. La entrevista a Junqueras se la guardó para la próxima semana, por lo que ya no me interesa nada.
El carbonero garrapinos (parís ater) es bastante más pequeño que el carbonero común (parus major), con el que está fuertemente emparentado. Los jóvenes del común tienen una mancha blanca en la nuca que puede llevar a confusión con el garrapinos, que tiene la coronilla y la pechera también negras, pero que mantiene en la edad adulta una amplia franja de pluma blanca en la nuca. El fondo amarillo de la fotografía sirve para dotar de un falso color pardo amarillento al plumaje del vientre de nuestro fotografiado, que lo tiene, en realidad, muy claro, a diferencia del otro párido, que la tiene francamente amarilla en el adulto y surcado por una lista negra central