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Catatonia. Octubre de 2017

3 octubre, 2017 By amarias 11 comentarios

Nada más lejos de mi intención que ridiculizar la situación por la que atravesamos España y Catalunya. Pero con el título de este Comentario quiero referirme al estado de postración ineficaz, estéril, al que se ha conducido a estas dos entidades abstractas, inventos de la naturaleza humana para organizar la convivencia, y que, por incompetencia de quienes las dirigen, no solo incumplen su objetivo sino que lo han emponzoñado hasta límites que, a mí como a millones de españoles (esto es, también millones de catalanes) me resultan insoportables.

Me refiero, por supuesto, a las actitudes que han propiciado el desencuentro, y aún lo siguen alimentando y profundizando, entre los Gobiernos del Estado español y de la autonomía catalana. La ausencia de diálogo institucional ha sido clamorosa. Tampoco se ha actuado con honestidad con la población, tanto para advertir de la magnitud de la disidencia como de las consecuencias de aplicar, no contra el gobierno secesionario, sino contra la población civil, los instrumentos de acción policial. Y, en fin, se ha obviado un debate serio, completo, objetivo, neutral, sobre la realidad económica y social del conjunto del Estado, y de todas las regiones, y no solo Catalunya.

El pasado 1 de octubre, día ominoso para la Historia de España y Cataluña, se celebró, contra vientos y mareas, una consulta ilegal, animada por un gobierno autonómico, descalificado por las instituciones judiciales del Estado. Cientos de miles de residentes en Cataluña fueron animados a participar como comparsas en un simulacro de referéndum sin capacidad decisoria real alguna sobre una cuestión sustancial para la convivencia, como es la secesión, vinculada al cambio de régimen en la forma de gestión del Estado.

Decenas de miles de guardias civiles y miembros de la policía nacional, fueron enviados a la región catalana para desarbolar la convocatoria, cerrar los centros donde se previera realizar las votaciones ilegales y confiscar las urnas -con o sin papeletas- allí donde se encontraran.  Deberían reforzar la actuación de las fuerzas de orden locales -los mossos d´esquadra-. No tuvieron aquellos la deseada, y ordenada, colaboración de éstos, que asumieron una posición de clara dejación, cuando no de connivencia con aquellos ciudadanos que se prestaron a incumplir las órdenes del Gobierno central, apoyando por el contrario, persistente voluntad de seguir adelante con la convocatoria ilegal, que el Gobierno catalán y su órgano mediático secesionista, la TV3, presentaron como un acto de democracia y de compromiso cívico.

Separarse de España, constituir una república independiente, con una sociedad civil dividida en dos mitades a las que se convirtió, contra su naturaleza e Historia, en irreconciliables, y a despecho de las advertencias de inconstitucionalidad, de soledad internacional, y navegando en desarrollo de una actuación contra lo pactado, calificable sin tapujos de delictiva, y muy grave, por parte de sus instigadores, no parecieron argumentos de peso para que esos cientos de miles de ciudadanos residentes en Cataluña desistieran de convertirse, ofreciendo como pantalla exhibicionista incluso sus cuerpos (¡y los de algunos niños!), en paladines de una nueva libertad inexplicable. Se postulaba así como migrantes hacia la tierra ignota que una variopinta colección de personajes -unos, anacrónicos y esperpénticos, pero otros, serios y carismáticos- proclamaban como prometedora de felicidad y riqueza. Sin fundamento cabal y, desde luego, bajo un marchamo insolidario con los catalanes no secesionistas y con la inmensa mayoría de españoles.

En estos días, he seguido la evolución del desgraciado acontecimiento -que no ha hecho más que iniciarse en sus consecuencias- por varios media: televisivos (Antena 3, la Sexta, TV3, 24 horas, la SER, Radio Nacional, El País, La Razón, El Mundo, …). Escuché a mucha gente y procuré no polemizar. Mi opinión, en realidad, es incontrovertible: no a la secesión, sí al diálogo (aunque no solamente con catalanes ni, desde luego, para afrontar voluntades secesionistas), sí a mantener una democracia que costó construir -que nos costó construir- y, por más que opino que la monarquía es una forma obsoleta de jefatura de Estado, apoyo a Felipe VI. No creo en la fuerza de las revoluciones y sí en la vía del orden, que proporciona el Derecho.

Vamos a vivir un octubre 2017 muy desgraciado. Afrontémoslo. Pero no con la cabeza bajo el ala del miedo.

No tengo ninguna capacidad de influencia, pero quiero dejar constancia, para mí mismo, mi familia y amigos, de mi propuesta:

  1. Convocatoria inmediata de elecciones generales. Disolución de las Cortes, fijación de fecha para las votaciones en todo el Estado. Crucemos los dedos para que los partidos constitucionales ganen por amplia mayoría. También deseo que esos partidos se pongan de acuerdo en reformar la Constitución, pero en el sentido de dar  más poder al Estado central y revisar el reparto de dineros y competencias a las Autonomías. Y si se decidiera avanzar hacia un estado federal, que no sea asimétrico, ni considere a los ciudadanos de distinta categoría según su lugar de residencia.
  2. Aplicación del art. 155 de la Constitución vigente. No veo remedio alternativo. Disolución del Parlamento catalán y convocatoria de elecciones autonómicas. El Senado, que ha sido tan inoperante, tiene aquí una especial responsabilidad, aunque al encontrarse en él el Partido Popular en mayoría, debiera contar con apoyo de otras fuerzas políticas. No comprendo la actitud de los actuales líderes del PSOE, con una meliflua actuación y oscuras propuestas respecto al mantenimiento del Estado de Derecho. Ya no se trata de reconstruir la socialdemocracia -si es que algo así puede reclamar su persistencia-.  Corregir la situación no tiene que ver con la izquierda, pues el movimiento secesionista combina malévolamente posiciones del más oscuro capitalismo con las de la izquierda anarquista.
  3. No se trata de apoyar a quienes quieren romper la baraja. Hay que atajar, y de inmediato, las manifestaciones populacheras a favor de la independencia en Cataluña. Se alimentan con represión inexplicable sobre la población: si algunos quieren ser independientes de España, que lo manifiesten libremente. Pero se debe apoyar a las mayorías. Y reformar la Constitución o cualquiera de las leyes fundamentales de la convivencia pacífica exige mayorías cualificadas. Se ha propiciado una funesta confusión, Las mayorías simples no sirven para tomar decisiones fundamentales: atentan contra la convivencia, favorecen las posiciones dictatoriales, animan a la rebelión.
  4. Exigencia por parte de los representantes de los partidos constitucionalistas de que se retracten los representantes de aquellos partidos o instituciones que han actuado o han hecho declaraciones vulnerando la ley: Entre otros: Puigdemont, Junqueras, Tardá, Mas, Iglesias, Rufián…  En caso de que no lo hagan públicamente (y temo que no lo harán), que se abra un proceso penal por los delitos de sedición, instar a cometer actos vandálicos o terroristas, etc. Es una decisión muy delicada, pero inevitable. La ley ha de ser igual para todos. Un sistema judicial que ha sentado en el banquillo a miembros de la Familia real, que ha enviado a cualificados empresarios a prisión, no puede flaquear.
  5. Abrir un procedimiento de investigación sobre la actuación de los Mossos d´esquadra el día 1 de octubre de 2017. Aplicación, si se confirma que no acataron las órdenes superiores, del reglamento disciplinario y de las disposiciones legales pertinentes. El estado de derecho no se defiende solo con buenas palabras. No se puede ser indulgente con la sedición de miembros de las fuerzas del orden.
  6. En fin, debemos exigir calma, sensibilidad y diálogo. También firmeza. Hay que sacar el foco de atención de la calle, y ponerlo en los Parlamentos. También deben hablar los empresarios, los intelectuales, además de los expertos en sociología y en derecho. Me gustaría que se eliminaran las falsedades y las vehemencias del marco de diálogo  . La responsabilidad de  los medios de difusión, actuando algunos de ellos (tal vez todos, incluso por inercia) como medios de confusión, en este litigio social, es tremenda.
  7. Párese ya este despropósito. Porque en Catalunya hay una situación revolucionaria, de confrontación civil, preludio de una explosión de consecuencias muy graves, si no se actúa con rapidez y determinación.
  8. Octubre de 2017. La Historia se repite. Como caricatura de sí misma.

    (Nota: Incorporo la fotografía de un zorro, que tomé junto al río Jándula, en el Parque Natural Sierra de Andújar. Tiene el ojo derecho casi perdido, seguramente perdido en una disputa con otro animal más fuerte por el territorio. )

Publicado en: Actualidad, Cataluña Etiquetado como: Catalunya, Catatonia, Iglesias, Mas, Puigdemont, secesión, Tardá

Cuento de invierno: El referéndum

11 enero, 2014 By amarias2013 Deja un comentario

Un buen día, los habitantes de la industriosa, fiel y también leal, población de Catatonia -títulos que le habían sido concedidos en el mercado de las banalidades-, se despertaron con la incalificable sorpresa de que el regidor-comendador del Reino de Uishbatcant, Vizconde de Menosumos, había tomado la inesperada decisión de convocar un referéndum.

Era un acontecimiento insólito para todos, pero especialmente para los jóvenes de menos de cincuenta años, que ni siquiera conocían la palabra. A los mayores de cincuenta años, que habían subsistido a multitud de crisis y problemáticas y, por tanto, venían de vuelta de todo, se les había pedido una sola vez que expresaran su acuerdo con una cuestión muy importante (que no recordaban, dado el tiempo transcurrido). Lo que sí recordaban es que no habían tenido más remedio que estar de acuerdo.

Fuera de esa situación de la que no se guardaba memoria, nunca jamás se había preguntado al pueblo, tanto llano como picudo, su opinión sobre nada. Las autoridades y los representantes de ellas mismas suponían, sin que nadie osara llevarles la contraria, que, si se hicieran consultas sobre aquello que, siendo posible, resultara más conveniente para el pueblo, para distinguirlo de lo superfluo o equivocado, se abrirían inútiles debates en los que surgirían todo tipo de análisis y discrepancias, perdiéndose un tiempo precioso para empezar a hacer de inmediato lo que fuera más conveniente para ellos. Por eso, hacían lo que les venía en gana cuando les parecía bien.

No se debe, sin embargo, minimizar el contexto de esta historia que, siendo inventada, tiene muchos visos de ser verdadera. Debido a los malos tiempos, la situación económica de Catatonia se había deteriorado bastante, y resultaba imprescindible poder echarle la culpa a alguien para que no se la echaran a los que la tenían. Por añadidura, no era tolerable que desde varias comarcas del país de Uishbatcant, de razas e historias inequívocamente inferiores, y con culturas obsoletas que no habían podido resistir el paso implacable del tiempo, se mirase a los catatonenses de tú a tú.

La historia local de Catatonia, escrita por expertos que solo bebían en las fuentes propias, para no contaminarse, dejaba muy claro del lado de quién se había manifestado, en su momento, la voluntad de los dioses y otros seres sobrenaturales.

En fin. Después de un tan intenso como escaso debate, el vizconde de Menosumos, auxiliado por sus consejeros expertos en reírle las gracias, dorarle las píldoras y hacerle las pelotas, se había quedado profundamente convencido de que un referéndum era la medida adecuada para que la población expresara su descontento y, así, no tener necesidad de tomar ninguna otra medida.

Convenientemente orientada la consulta, serviría para demostrar, sin necesidad de demostración, que si la calificación de Catatonia había caído desde la categoría de totalmente envidiable a la de quejica vergonzante, no era por culpa del vigoroso impulso centrífugo del vizconde, sino por la meliflua obstinación centrípeta del país de Uishbatcant.

Como los hechos naturales deben reforzarse con espejismos sobrenaturales, se difundió por los voceros de la comarca de Catatonia que el vizconde de Menosumos había tenido una revelación. En esa visión sorprendente, habían intervenido los tres jinetes de la Apocalipsis, el pajarillo de Chaves, una imagen desmontada de Santiago Matamoros, las vírgenes de Níger y Sudán del Sur y San Raimundo, descubridor de un sucedáneo del queso de Gruyere, que se habían aunado para decirle:

-Hay que romper amarras con Ushbatcant. Es la única forma de que el buque de Catatonia pueda cumplir con su destino, y Taberlona, su capital, sea admirada por el orbe como legítima heredera de Utopia, Bizancio y la Roma de los viejos césares, terminándose, de paso, la torre de Babel, gracias a la adopción del catatonense como lenguaje universal.

Quedaba mucha tela que cortar, sin embargo. Las élites empresariales de Catatonia, especializadas en extraer el zumo de las piedras de otras regiones del país de Uishbatcant, no estaban para nada de acuerdo:

-Es como separar una pierna del tronco. Peor aún: es como plantar el dedo gordo en un tiesto de estiércol creyendo que va a crecerle la pierna. -fue lo mejor que se le ocurrió decir al presidente de la Unión de Emprendedores Catatonenses (CEU, en inglés).

El resto de la nobleza del país de Ushbatcant y, por supuesto, los comendadores reales y hasta el mismo Rey, habían puesto el grito en el cielo, exponiendo a las claras que jamás autorizarían un referéndum. Había muchas razones, pero la más importante era que no iban a consentir que se perdieran los papeles, ni se arrumbaran sus encomiendas, ni se eliminaran sus prebendas, conseguidas por los cauces legalmente establecidos, según las leyes que ellos mismos habían promulgado.

-Al fin y al cabo, lo que la Historia Universal ha unido, no lo separe el vizconde -era la versión oficial.

De la vecina república de Metredimón, con la que algunos catatoneses se consideraban muy emparentados, los emisarios enviados al efecto habían retornado con el mensaje de que ni fu ni fa, pasando por alto que compartían muchas palabras, como pormoné, sambla, encara y, en otras, se podía encontrar algún parecido, como en veste’n a tomar per cul y va te faire enculer. De la mayoría de las otras repúblicas, reinos y principados, a las que se habían enviado peticiones de apoyo, se habían devuelto, sin abrir, los sobres y telegramas.

Por hacer aún más breve el cuento, la pregunta que el Vizconde de Menosumos había previsto realizar en el referéndum, eran, exactamente dos preguntas: “Estimado catatonés, ¿deseas que Catatonia sea un estado independiente del Reino de Uishbatcant, sí o no?” y : “En caso de que hayas contestado que no a la pregunta anterior, ya puedes ir preparando las maletas; pero, si has contestado que sí, mi muy querido amigo, ¿deseas que el Vizconde de Menosumos pase a denominarse Rey de Catatonia, con los atributos propios de su alta dignidad?

Entre los muchos inmigrantes que procedían de las más variadas comarcas de Uishbatcant, y que, por residir en Catatonia eran considerados, en principio, catatoneses, por pagar allí sus impuestos y levas, había uno, de nombre Tinín Avlano, proveniente del viejo Reino de los Bravucones, sito en el ala centroizquierda del mapa de Uishbatcant, titulado en telecomunicaciones esporádicas.

Avlano, que era serio, industrioso, fiel y también leal, había encontrado en Catatonia su seguro hogar, estando casado desde hacía tiempo con una catatonesa de árbol genealógico intachable, proveniente, según se creía, del mismísimo pi de las tres ramas. De aquella unión, demostrando la viabilidad de la mezcla de sangres, habían conseguido engendrar dos catatoneses de pura cepa, uno moreno como Abderramán y la otra rubia como el hada de Blancanieves.

Tinín Avlano había conseguido, hasta entonces, disimular su oscura procedencia, haciéndose pasar por catatonés, y llamando al pan, pá, al vino, ví, e incorporando, cuando había lugar, a las pertinentes conversaciones, las palabras de portmoné, sambla, encara y veste,n a tomar per cul.

Tinín Avlano, cuando se convocó el referéndum, estaba decidido a votar “sí a todo”, porque no quería problemas y no deseaba por nada del mundo que le devolvieran al reino de los Bravucones, en donde lo estaban pasando, por las noticias que le llegaban de allá, mucho peor aún, y, en donde, por más que le daban vueltas a la pirinola, las opciones válidas para salir del bache eran solo tres: emigrar, vivir de la pensión de jubilación o darse a la bebida.

Sin embargo, antes de depositar su voto en la urna, cuando se encontraba haciendo la cola, le dio por telefonear a su esposa, que se había quedado cuidando los niños.

-Aunque el voto es secreto, me muero de curiosidad: Tú, catatonense de pro, ¿qué vas a votar, corazón? -le preguntó, con el acento que le salía cuando le chupaba la oreja.

-¿Yo? -le contestó su esposa, mientras se oía el ruido de fondo de una sartén en donde estaba friendo pimientos rellenos de butifarra y berenjenas embutidas de chocolate-. Los catatonenses de toda la vida siempre hemos sabido lo que nos conviene. Por eso, yo no pienso votar. Este referéndum no va con nosotros. Es solo para vosotros, los inmigrantes,

Tinín Avlano se quedó mirando la papeleta. Llevado por una súbita decisión, la rompió en pedazos y se salió, raudo, de la cola.

-¡Anda la porra! -pensó, lúcido, para sí- ¡Así que era una trampa para saber si estábamos integrados!

Al salir por la puerta del edificio en donde estaban situadas las urnas, con carteles que separaban, por letras, los apellidos de los votantes, advirtió, en efecto, que las colas de la F, la G, la L y la P, en donde se apiñaban los Fernández, los García, los González, los López y los Pérez, daban varias vueltas a la manzana.

Sin que supiera explicarlo, le espetó al guarda de la entrada, que se estaba limpiando de residuos una caries con un palillo o mondadientes:

-¡Pormoné, sambla y ancara! ¡Viva por siempre el Reino de Uishbatcant!

Aunque esa será otra historia, lo que no había considerado Tinín Avlano era que en el Reino de Uishbatcant, por razones que no son del caso, se estaba cocinando otro referéndum, y a muy alta temperatura.

FIN

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado como: Catatonia, cuento de invierno, referéndum, Uishbatcant

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