Al socaire

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Fervor republicano e independentista

28 agosto, 2018 By amarias 6 comentarios

Estoy pasando unos días en un pueblo costero de Catalunya, cuya Casa Consistorial ostenta la bandera independentista y a la entrada de la población se advierte que el mismo forma parte de los municipios de la República catalana.

No estamos en guerra, no hay síntomas de encontrarnos en un estado de alarma (oficial). Es cierto que las farolas de las calles principales están adornadas (?) con unos mugrientos lazos amarillos y que, aquí y allá, en algún balcón se tiende una toalla con la enseña de las barras y el triángulo azul estrellado y que se pueden avistar azoteas con esa bandera. Pero, fuera de la ostentación de fervor independentista que salta a la vista en los edificios oficiales, en los letreros indicativos y en las plazas públicas , se respira sosiego y normalidad.

He comprado todos estos días un periódico en español (generalmente, El País, a cuyos titulares estoy acostumbrado y me voy directamente a algún artículo de opinión de los amigos) y El Punt AVUÍ. Así que he podido disponer de una guía para interpretar el hecho diferencial catalán desde el presente, a la luz de los pequeños acontecimientos de la realidad cotidiana.

No hay nada nuevo, en verdad: los revolucionarios independentistas siguen con lo suyo, reclamando libertad para los presos políticos, y denunciando que en España no existe democracia, ni justicia, ni calidad intelectual ni moral, que, por mor de la casualidad cósmica, se ha concentrado en los Países Catalanes, incluida la Occitania. Los defensores del orden constitucional siguen puliendo y dando brillo a la necesidad de un diálogo con la facción catalana, en el que se puede hablar de todo menos de independencia, y lo argumentan jurídicamente de forma contundente.

Doy fe que en este hermoso pueblo tarraconés, la lengua que se oye hablar fundamentalmente en la calle, en los bares y playas, es el español. En todos los establecimientos, se habla español sin problema, incluso en los supemercados de Bonpreu, que pertenecen, me dicen, a un independentista que apoya financieramente la insurrección. Digo más: los turistas que disfrutan del paisaje, del mar y de la hospitalidad, son sevillanos, gaditanos, extremeños, aragoneses, asturianos,…Los comerciantes se lamentan de que este año ha venido mucha menos gente.

No se hacia dónde quieren llevar los independentistas oficiales a Catalunya, aunque tiendo a reafirmarme de que hay intereses muy oscuros detrás de tanto despliegue y que no van en el sentido de hacer más felices a la mayoría, ni catalana, ni española.

Permítame el lector, que desde este escrito de distensión veraniega, haga una introducción por el paisaje. En un bello paraje del Delta del Ebro, hay un mirador sobre una laguna donde crían centenares de aves. La indicación de la Generalitat de Catalunya, en ese lugar, nominado Bassa de l´Alfacada, expresa que hay que respetar la naturaleza (“Respeteu la natura” dice).

Al subir por la torreta de observación ornitológica del mencionado lugar, me topé con un mensaje, escrito en letras mayúsculas sobre una de las placas que deberían servir de protección visual. ESPAÑOLES, HIJOS DE PUTA, FORA!

Una segunda mano, diferente del autor/a, como se ve por la fotografía, que incluyo, borró parte del insulto, con un par de brochazos que parece querrían replicar el mismo color del fondo. No es un trabajo fino de limpieza, y el mensaje principal quedó patente: Españoles, fuera de Cataluña. No quiero pensar torcido, aunque no me quito de la cabeza la imagen de un funcionario de la Generalitad, repintando con una brocha la palabra malsonante, tomando la pintura de un bote en el que habría mezclado azul y blanco para conseguir, más o menos, el mismo color del cartel.

En una situación normal, la interpretación segura sería que se trata de un exabrupto producto de un adolescente desquiciado, uno de esos pobres muchachos que protestarían contra todo, y dispararían lexicográficamente como víctimas de su propia estulticia a todo valor, a falta de la madurez que aún no les ha llegado.

Quisiera borrar el mal pensamiento de que esta provocación permanente al distanciamiento con el resto de España, argumentando con mentiras y medias verdades y, sobre todo, sin perspectiva de un futuro mejor para nadie, esté  propiciado desde las instituciones catalanes, secuestradas por arribistas sin formación intelectual ni decencia moral, y se halla aplaudido por algunos funcionarios de la Administración de la región, temerosos de perder su puesto de trabajo o complacientes con la perspectiva de mejorar en él. No puedo.

Como no  puedo tampoco entender el silencio cómplice de una parte importante de la sociedad catalana, que renuncia a hablar de política con los exaltados, ni soy capaz de abstraer seriedad y no folclore instrumental de un supuesto mensaje de solidaridad de una toalla expuesta en un balcón con la expresión Libertad presos políticos.

Se ha tenido demasiada tolerancia con una forma de terrorismo instrumental y no es fácil ya detener las consecuencias sin causar destrozos en los monumentos erigidos a las deidades de la fantasía independentista, republicana y falsamente global y moderna. No es tolerable que desde la tv3 se insulte a los españoles, se haga sátira de los principios constitucionales por los que nos regimos todos los demás (y debieran hacerlo ellos), se ridiculice al ciudadano no catalán como si fuera tonto de baba o se vea a los que opinan en contrario como secuestrados ideológicamente.

No es tolerable que exista una prensa subvencionada que menoscabe la unidad de España e interprete los hechos, adulterándolos como le venga en gana, para que encajen con una filosofía de rebelión. No es posible ver tranquilamente cómo quienes deben defender las instituciones de todos y los principios de la convivencia, las mancillen con intereses partidistas y odios de clase trasnochados y rencores de patio de colegio,

Claro que las cosas se hubieran solucionado, y se solucionan, con información, diálogo y educación. Ojalá no sea tarde, después de reconocer que se ha dejado que la tensión subiera por dejación de responsabilidades y tolerancia culpable, en creencia de libertad mal entendida.

No lejos de San Carles, en Tortosa, hay un monumento que la población ha resuelto mayoritariamente, hace un par de años, conservar y que conmemora la batalla del Ebro, con un águila imperial remontando el vuelo, testimonio estéticamente hermoso aunque con resonancias dolorosas de lo que sucede en España cuando la situación de los que tienen poderes o intereses muy particulares desemboca en dos opiniones irreconciliables para ellos y las inmensas mayorías, apresadas en la escalada de tensiones,  ya no tienen opción de elegir dónde alinearse, sino solo les queda lanzarse a la batalla.


He elegido esta foto de un fumarel cariblanco (chlidonias hybrida) alimentando a su cría ya talludita. No resulta fácil identificar a los fumareles, charranes e incluso algunas gaviotas, diferenciables apenas por el color del pico o de las patas, el tamaño de los mismos o la mancha en la cabeza y garganta, según que parezca un capirote o se prolongue a lo largo de la nuca.

En fin, el observador de aves puede también contentarse con el placer de observar escenas como ésta, captada con ayuda de un teleobjetivo no muy potente, en este caso. El fumarel cariblanco es el mayor de los fumareles (24 cm). Tiene las patas relativamente más largas, y pico fuerte como los charranes. El juvenil tiene el pico rojo, como el adulto, aunque menos intenso. El plumaje nupcial se caracteriza por el vientre gris oscuro. Su voz es un grito seco, fuerte, áspero, parecido a un “crrrc”.

Publicado en: Actualidad, Sociedad Etiquetado como: bandera republicana, Catalunya, españa, fervor, fumarel cariblanco, independentista, republicano

Encallados

10 abril, 2018 By amarias Deja un comentario

No tiene gracia. La posición de credibilidad internacional de nuestro país -una democracia seria y consolidada- va perdiendo enteros a velocidad que resulta insoportable. El conflicto generado por una facción secesionista catalana, utilizando las estructuras institucionales contra el Estado central, y que ha levantado en pie de guerra formal a una parte importante de la ciudadanía de esa región contra el resto de la población -regional y nacional- es, sin duda, un elemento coadyuvante para alimentar esa sensación de descontrol.

Es penoso el espectáculo del desentendimiento entre los responsables del gobierno central y el autonómico, pero la situación alcanzó ribetes de mala ópera bufa, gracias al afán protagonista de algunos personajes, a sus aficiones histriónicas, a su descaro irresponsable, saltándose el respeto que merecen las instituciones -las que representan y las que critican-, la ciudadanía -a la que dicen defender y la que ofenden-, las empresas interesadas en hacer las cosas bien -y las que apoyan la imposición revolucionaria, creyendo tal vez que el mar revuelto les puede beneficiar-, y el orden jurídico, al que apelan con desfachatez, para destrozarlo con desenvoltura.

Que un Tribunal alemán regional intermedio se atreva a enmendar la plana a un magistrado del Tribunal Supremo español (que ha actuado siempre refrendado por la Sala de apelaciones) es increíble. Que una ministra de ese país de la Unión Europea se atreva a interferir, con su opinión, en la vida política de otro Estado miembro, es inaceptable. Que se aireen discrepancias en la interpretación de los Tratados de extradición dentro de la Europa común, es increíble. Que existan graves diferencias en los Códigos penales de países que mantienen libre circulación de personas y bienes -en los tipos delictivos y en las sanciones previstas-, cuestión de la que quienes tenemos en el ejercicio de derecho nuestra profesión ya habíamos advertido, es intolerable.

El asunto del máster conseguido, presuntamente, por la cara, de la presidenta de la Comunidad de Madrid ha subido, por su parte, muchos enteros, la escalada de los despropósitos por el que algunos, desde distintos ángulos de la versión política, nos empujan para convertir la imagen del país en objeto de risión. Se sabe ahora, además, que ese título universitario no era un adorno más en el currículo de la empecinada política, sino que resultaba la consecuencia de un contubernio entre amigos del partido para otorgarle una titulación que le sería imprescindible para poder ejercer la docencia, a la que parecía vocacionalmente destinada, cuando dejase de dirigir los destinos colectivos de la región madrileña.

Este máster maldito está emponzoñando, de refilón, la credibilidad de otra institución necesitada de consolidar su prestigio, la Universidad española, perjudicando la trayectoria profesional y curricular de quienes han obtenido sus títulos con trabajo y dedicación, y no como resultado de contubernios de despachos.

Podía poner, lamentablemente, otros ejemplos del descalabro en el que se encuentra nuestra vida socio-política. La pareja dominante del partido que estaba autoproclamado para hacer una revolución salutífera, el clan Iglesias Montero, no da ejemplo precisamente de democracia, conocimiento de mundo real y serenidad pragmática. Las pullas desde el decaído partido de gobierno contra un eternamente bisoño, pero tenaz, Alberto Ribera, no mueven tampoco a la devoción política. Y el partido en el que vegeta Pedro Sánchez y una vieja guardia decaída, más bien parece guardián del cementerio antes que alternativa creíble,

Me detengo aquí. Da asco el panorama. Y lo que más me duele es que esa falta de originalidad, de decencia política, de objetivos y programas de gobierno o alternativa, nos esté perjudicando a todos, dando mecha a una posición antiespañola, despreciativa, de la Europa centralista, clasista, hispanófoba por vocación, que gusta de utilizar nuestro descontrol para ocultar sus graves lacras. Nuestra guerra incivil les sigue pareciendo mucho más grave a algunos europeos de mentirijillas, que una guerra mundial posterior en la que mataron sin piedad a quienes fijaron como objetivo de su rapiña y sin apelar a la defensa ni del orden institucional ni de los intereses de clase.

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: antiespañolismo, Catalunya, credibildiad, empecinados, master, Pedro Sánchez, perjuicio, Puigdemont

Marciano el que no vote

20 diciembre, 2017 By amarias Deja un comentario

El 21 de diciembre de 2017 (o sea, mañana, respecto al día en que esto escribo) los residentes en Cataluña está convocados a votar sobre la composición de su Parlament, que elegirá al President de la Generalitat. No serán unas elecciones normales, ni mucho menos, porque se realizarán como consecuencia de la disolución del Parlament que fue aprobada, por aplicación del artículo 155 de la Constitución, por consenso entre los representantes del Partido Popular, PSOE y Ciudadanos, que tienen mayoría en la Cámara de Diputados de la Nación española, además de en el Senado (donde el PP en solitario ya gozaría de mayoría simple), autorizando al gobierno del PP a realizar la adopción de medidas extraordinarias, incluida la destitución del Gobierno regional.

La atipicidad de las elecciones catalanas se justifica por muy diversas razones. La población se encuentra dramáticamente dividida entre las opciones independentista o constitucionalista.

Además de la gravedad de una situación que ha causado la ruptura emocional en el seno de la región catalana, la incertidumbre mayor acerca del resultado de las elecciones proviene, justamente, del origen de la disolución acordada por los grupos políticos que son minoría en Cataluña. Al menos, hasta mañana.

La legitimidad defendida por la hipotética mayoría independentista, eje de los debates electorales, se fundamenta en que el President y su gobierno han sido destituidos por haber declarado la independencia de la Comunidad Autónoma, y lo hicieron siguiendo el mandato otorgado por unas elecciones que han sido declaradas ilegales por el Tribunal Constitucional y prohibidas por la judicatura, a instancias del Gobierno Central. Este último las boicoteó, utilizando advertencias y movilizando fuerzas de orden, que, aunque actuaron con extraordinario moderación, no evitaron que se produjeran algunas escenas violentas, ante la oposición beligerante de algunos ciudadanos, y que fueron ampliamente difundidas por los partidos independentistas.

Los encausados por esta posición de rebeldía, acusados del muy grave delito de sedición (entre otros), se encuentran en la actualidad, bien huídos de la justicia (el President despojado, Carles Puigdemont, y varios de sus Consellers, refugiados en Bélgica), o en la cárcel (el vice President, Oriol Junqueras, algunos otros Consellers, y los directores de las agrupaciones para-políticas Acció Nacional Catalana y Ómnium). Su situación personal o procesal no les está impidiendo participar en la campaña electoral, defendiendo la República y la independencia de Catalunya y reiterando los argumentos de que España (esto es, las demás regiones) maltrata a las instituciones catalanas y se aprovecha fiscalmente de la Comunidad, además de marginarla en la toma de decisiones que la podrían favorecer.

Sin embargo, la campaña electoral ha puesto de manifiesto tensiones entre los propios independentistas, generando una incertidumbre adicional sobre las opciones y coaliciones postelectorales, si fueran necesarias para recuperar para su posición ideológica la primacía del espectro catalán.

Para quienes vivimos la situación desde fuera de Cataluña, y escuchamos los argumentos de los representantes de las diferentes fuerzas políticas, la campaña nos aparece como una pesadilla, una invasión de despropósitos. Los dos bloques entre los que se dirimen fundamentalmente las elecciones, no están discutiendo cómo hacer las cosas mejor, cómo mejorar la gestión de la autonomía o cómo plantear su relación con el resto de España. No.

Lo que se decidirá es si los llamados constitucionalistas, esto es, quienes están decididos a respetar la Constitución vigente, y no solo de boquilla o mentirijillas, obtienen suficientes escaños para elegir al President, o si los partidos que abogan por el secesionismo, aunque se hayan manifestado -es obligatorio- que acatan la Constitución, resultarán quienes se alcen con la mayoría simple y traicionarán, por segunda vez, su promesa.

Las encuestas realizadas hasta el día de ayer (hoy, por capricho de la Ley electoral, su difusión está prohibida, al ser un día de reflexión), demuestran que ambas posiciones están, técnicamente, igualadas. Puede salir lo mismo Cé que No-Cé. En cualquier de los casos, la presión de la calle, esto es, de los que están a favor de una u otra opción, se manifestará, con seguridad, en concentraciones de apoyo o repulsa. Nada habrá sido, pues, resuelto.

Pero la pérdida para Catalunya es inmensa. Ha perdido, como colectivo, el carácter de región serena, seria, constructiva, creíble, imaginativa y trabajadora. Han crecido, en el que era envidiable vergel de ideas y actividad, los monstruos de la deslealtad, la insolidaridad, la fantasía sin base, la protección de la corrupción de los politicastros, entremezclados con la ingenuidad, la ignorancia, la creencia en un mundo mejor, soñado con el tejido de los nacionalismos más rancios y antihistóricos.

Esos catalanes que mañana están llamados  a votar son hijos y nietos de la burguesía que construyó una próspera Catalunya, de los obreros y braceros que se acercaron, atraídos por la posibilidad de trabajo, desde las regiones más pobres y marginadas de España. Esos catalanes son emigrantes venidos del Magreb que han conseguido tarjeta de residencia después de años de asumir tareas mal pagadas y marginación. Esos catalanes son nacionales de otros países -Europa, Latinoamérica- que conservan también con orgullo su nacionalidad de nacimiento y origen. Esos catalanes son profesores, licenciados, trabajadores de todo tipo, que han tenido que estudiar catalán, aunque nacidos en esa región, para no verse marginados en sus puestos de trabajo o ver truncadas sus aspiraciones.

Esos catalanes tienen en común aspirar a una Catalunya mejor, más justa, más capaz, más fuerte. Esos catalanes son españoles.

Y como españoles queremos verlos y que así permanezcan. Porque una Cataluña fuerte nos beneficia a todos. También a los catalanes, quizá incluso, más, porque siempre han sabido sacar más ventaja -por su imaginativa coherencia empresarial y su capacidad negociadora- que otras regiones.

Nos beneficia a todos, como nos beneficia una Extremadura grande, una Asturias próspera, una Andalucía llena de oportunidades, un País Valenciano industrioso, una Galicia renovada y pujante, unas dos Castillas superando con fuerza el ostracismo y marginación, una Rioja y una Navarra potenciando su singularidad, un País Vasco en paz y solidario, una Murcia y una Comunidad alicantina con máxima productividad y empuje, unas Islas Canarias o Baleares con impecable atractivo para propios y turistas, una Cantabria ingeniosa y bien comunicada, una región-capital del Estado como máximo ejemplo de coordinación y solidaridad equitativa, y, en fin una Ceuta y Melilla como enlace con el escenario africano de nuevos desarrollos.

Permítaseme el chascarrillo juguetón: Marciano, el que no vote. Que voten todos los catalanes, y estén seguros que desde el resto de España estaremos conteniendo la respiración hasta conocer el resultado. Por eso, que el catalán que vote separarse de España, que se lo piense, no una, mil veces. Respetaremos su voto, pero no permitiremos la secesión. Porque esta vez no se trata de ideologías, sino de legalidad mezclada con el único sentimiento que no debiera perecer jamás: la solidaridad para mejorar.


Este magnífico ejemplar de buitre leonado  (gyps fulvus), fotografiado en Monfragúe, a finales del verano, despliega toda su belleza y características diferenciadoras. Unas coberteras más palidas que las rémiges, el borde inferior de las alas -de anchura menos uniforme que la especie leonada- en dientes de sierra, dedos (en número de seis, relativamente más largos); el pico, amarillento,…

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Acció Nacional Catalana, ACN, artículo 155, buitre leonado, cárcel, Catalunya, Constitución, elecciones, fuga, Omnium, Oriol Junqueras, Partido Popular, PSOE, Puigdemont, secesión, Trubunal Constitucional

Emprendedores

4 diciembre, 2017 By amarias 1 comentario

La ausencia, absoluta, de un debate abierto, serio, cualificado, acerca de lo que significa económica y técnicamente ser empresario, y -aún con mayor medida, de los riesgos, necesidad de estímulos y apoyos institucionales y sociales que implica-, ha introducido incertidumbres y riesgos innecesarios en el escenario de la creación de empleo.

Hemos pasado en España -en menos de cuarenta años- desde abominar del empresario, como explotador y acaparador de plusvalías, a difundir la creencia, absolutamente falsaria, de que cualquiera sirve para serlo. En una réplica reciente en sede parlamentaria, el exótico diputado Gabriel Rufián (de Esquerra Republicana), minimizando el impacto de la crisis independentista catalana, por la que se estaba produciendo un cambio importante de sede social a otras regiones de España de empresas cuyos consejos de administración estaban en desacuerdo, vino a decir que “no le preocupaba, porque la inmensa mayoría de empresas catalanas estaban creadas por autónomos”, por lo que, no resultaba significativa esa marcha.

Qué error, qué inmenso error. El tejido económico, que mezcla aspectos industriales y comerciales,  se construye con una base sólida en la que, contrariamente a lo que puede creerse comúnmente, la pirámide está invertida. Son necesarias empresas suficientemente grandes en la cúspide, para que, como una tela de araña hacia abajo, se rellenen huecos de producción y servicios que vengan en apoyo, complementen o sirvan, generando múltiples enlaces que garantizarán su supervivencia. La gran mayoría de las pymes de una estructura industrial no surgen de la nada, y no construyen la base del edificio, sino que se apoyan en la generación de necesidades, actividad y empleo subordinado que se ha generado desde la cumbre, colgadas de ella.

En España tenemos ejemplos bien conocidos, en los que la existencia de una o varias grandes empresas actuó de impulso al desarrollo local, regional, e incluso nacional. Es el caso de Ensidesa en Asturias, la minería del plomo en Linares o, en la actualidad, la explotación de la faja pirítica en Andalucía. ¿Cómo negar la importancia del sector conservero en el área de Vigo, de la industria del automóvil en Zaragoza, o de la exportación coordinada de cítricos, frutas y legumbres en Almería, o Lérida?.

Cataluña debe su bienestar fundamental a las grandes empresas como Gas Natural, Seat, Endesa, Nissan, Lidl, Volkswagen, FCC, Nestlé, Corporación Guisasola, … cuyos centros de producción y administrativos generan una estructura de empleo, que, por la vía de salarios y, por tanto, del consumo, se mueve por la región como una corriente salutífera.

Tampoco cuestiono que el impulso emprendedor de algunas familias catalanas y mallorquinas (sobre todo, a principios del siglo XX y finales del XIX) haya conseguido hacerse con una parte de las oportunidades industriales, actuando, en general, de forma concertada con los poderes políticos, y que su visión oportunista de entonces mantenga huella y poder en la España actual. Solo que las circunstancias, necesidades y forma de abordar los ritmos y veleidades del mercado han cambiado.

Cuestión distinta es, sin duda, centrándonos en el momento actual es la generación de nuevas actividades por particulares, que descansa fundamentalmente en dos actitudes, que no me atrevería, sin más, a llamar genuinamente empresariales, aunque sí son legítimamente, emprendimientos.

Por una parte, están aquellos que, llevados generalmente por la necesidad, más que por la inspiración del negocio, abren una peluquería, un bar, una mercería, una tienda de alimentación, …Se trata de una situación en la que, como medida de autoempleo (a veces, coordinando pequeñas aportaciones económicas de varias personas) se genera una actividad que da servicio inmediato a terceros, para cubrir primeras necesidades: alimentación, ocio básico, cuidado personal… En estos casos, la competencia de las grandes superficies y, en tiempos recientes, de las franquicias que acercan el negocio al cliente, haciendo que los riesgos los asuma en buena medida el concesionario, forman parte de un paisaje en le que no son infrecuentes los fiascos y, a la postre, la pérdida de la inversión o del patrimonio de los avalistas.

Por otra parte, en el mismo campo de las iniciativas personales se encuentran aquellos que, llevados generalmente por el conocimiento específico, (principalmente en nuevas tecnologías y, típicamente, las de comunicaciones o informáticas), se deciden a crear una empresa, inicialmente de pequeño tamaño y con mínimos recursos, con la que se animan a ofrecer la solución más eficaz, más rápida, más barata, para necesidades de segundo orden, que, hasta entonces, vienen cubiertas por empresas de tamaño grande o pequeño (en general), por medios que pasan a ser considerados tradicionales. Las cifras que registran la evolución de esos negocios ponen de manifiesto que solo una de cada diez alcanzan la mayoría de edad, y las nueve restantes se quedan en el camino…con la pérdida de la inversión y de las ganas de meterse en siguientes aventuras, ya que en España se penaliza definitivamente al emprendedor particular fracasado.

(continuará)


Incluyo la fotografía de un rascón  (rallus aquaticus), ave escurridiza de los carrizales y cañaverales de Eurasia y norte de Africa, que se deja ver muy difícilmente. Tiene un conspicuo pico rojo, y cuando se aventura a salir en busca de alimento fuera del tupido marco protector de cañas, lo hace corriendo como si la empujara el diablo, para volver de inmediato a su refugio en la espesura de cañizos de ribera. Este ejemplar del grupo llamado gruiforme (que incluye grullas y rascones) lo detecté en Menorca, en la albufera des Grau. Visto y no visto.

——

Nota de última hora: Oriol Junqueras, (vicepresidente de Catalunya) Joaquim Forn (ex consejero de Interior de la Generalitat). Oriol Junqueras, los Jordi (Sánchez y Cuixart) permanecerán en prisión provisional, por decisión del día de hoy, 4 de diciembre, día de Santa Bárbara, del Juez de Instrucción del Tribunal Supremo, Pablo Llanera. Los demás encarcelados por el Procès, cuando abonen los cien mil euros en que cifra la responsabilidad individual, eludirán la prisión provisional. Las decisiones son recurribles, y se valorarán siempre que cambien las circunstancias, ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.

Magnífica y ponderada decisión del representante judicial, cuyos efectos sobre la tensión que se vive en Catalunya, por parte de los partidarios del independentismo y sus detractores, es fácil de prever. Más de lo mismo.


 

Publicado en: Actualidad, Economía, Empresa Etiquetado como: cárcel, Catalunya, consellers, emprendedores, emprendimiento, grandes empresas, necesidades, negocio, Oriol Junqueras, rascón

Catatonia. Octubre de 2017

3 octubre, 2017 By amarias 11 comentarios

Nada más lejos de mi intención que ridiculizar la situación por la que atravesamos España y Catalunya. Pero con el título de este Comentario quiero referirme al estado de postración ineficaz, estéril, al que se ha conducido a estas dos entidades abstractas, inventos de la naturaleza humana para organizar la convivencia, y que, por incompetencia de quienes las dirigen, no solo incumplen su objetivo sino que lo han emponzoñado hasta límites que, a mí como a millones de españoles (esto es, también millones de catalanes) me resultan insoportables.

Me refiero, por supuesto, a las actitudes que han propiciado el desencuentro, y aún lo siguen alimentando y profundizando, entre los Gobiernos del Estado español y de la autonomía catalana. La ausencia de diálogo institucional ha sido clamorosa. Tampoco se ha actuado con honestidad con la población, tanto para advertir de la magnitud de la disidencia como de las consecuencias de aplicar, no contra el gobierno secesionario, sino contra la población civil, los instrumentos de acción policial. Y, en fin, se ha obviado un debate serio, completo, objetivo, neutral, sobre la realidad económica y social del conjunto del Estado, y de todas las regiones, y no solo Catalunya.

El pasado 1 de octubre, día ominoso para la Historia de España y Cataluña, se celebró, contra vientos y mareas, una consulta ilegal, animada por un gobierno autonómico, descalificado por las instituciones judiciales del Estado. Cientos de miles de residentes en Cataluña fueron animados a participar como comparsas en un simulacro de referéndum sin capacidad decisoria real alguna sobre una cuestión sustancial para la convivencia, como es la secesión, vinculada al cambio de régimen en la forma de gestión del Estado.

Decenas de miles de guardias civiles y miembros de la policía nacional, fueron enviados a la región catalana para desarbolar la convocatoria, cerrar los centros donde se previera realizar las votaciones ilegales y confiscar las urnas -con o sin papeletas- allí donde se encontraran.  Deberían reforzar la actuación de las fuerzas de orden locales -los mossos d´esquadra-. No tuvieron aquellos la deseada, y ordenada, colaboración de éstos, que asumieron una posición de clara dejación, cuando no de connivencia con aquellos ciudadanos que se prestaron a incumplir las órdenes del Gobierno central, apoyando por el contrario, persistente voluntad de seguir adelante con la convocatoria ilegal, que el Gobierno catalán y su órgano mediático secesionista, la TV3, presentaron como un acto de democracia y de compromiso cívico.

Separarse de España, constituir una república independiente, con una sociedad civil dividida en dos mitades a las que se convirtió, contra su naturaleza e Historia, en irreconciliables, y a despecho de las advertencias de inconstitucionalidad, de soledad internacional, y navegando en desarrollo de una actuación contra lo pactado, calificable sin tapujos de delictiva, y muy grave, por parte de sus instigadores, no parecieron argumentos de peso para que esos cientos de miles de ciudadanos residentes en Cataluña desistieran de convertirse, ofreciendo como pantalla exhibicionista incluso sus cuerpos (¡y los de algunos niños!), en paladines de una nueva libertad inexplicable. Se postulaba así como migrantes hacia la tierra ignota que una variopinta colección de personajes -unos, anacrónicos y esperpénticos, pero otros, serios y carismáticos- proclamaban como prometedora de felicidad y riqueza. Sin fundamento cabal y, desde luego, bajo un marchamo insolidario con los catalanes no secesionistas y con la inmensa mayoría de españoles.

En estos días, he seguido la evolución del desgraciado acontecimiento -que no ha hecho más que iniciarse en sus consecuencias- por varios media: televisivos (Antena 3, la Sexta, TV3, 24 horas, la SER, Radio Nacional, El País, La Razón, El Mundo, …). Escuché a mucha gente y procuré no polemizar. Mi opinión, en realidad, es incontrovertible: no a la secesión, sí al diálogo (aunque no solamente con catalanes ni, desde luego, para afrontar voluntades secesionistas), sí a mantener una democracia que costó construir -que nos costó construir- y, por más que opino que la monarquía es una forma obsoleta de jefatura de Estado, apoyo a Felipe VI. No creo en la fuerza de las revoluciones y sí en la vía del orden, que proporciona el Derecho.

Vamos a vivir un octubre 2017 muy desgraciado. Afrontémoslo. Pero no con la cabeza bajo el ala del miedo.

No tengo ninguna capacidad de influencia, pero quiero dejar constancia, para mí mismo, mi familia y amigos, de mi propuesta:

  1. Convocatoria inmediata de elecciones generales. Disolución de las Cortes, fijación de fecha para las votaciones en todo el Estado. Crucemos los dedos para que los partidos constitucionales ganen por amplia mayoría. También deseo que esos partidos se pongan de acuerdo en reformar la Constitución, pero en el sentido de dar  más poder al Estado central y revisar el reparto de dineros y competencias a las Autonomías. Y si se decidiera avanzar hacia un estado federal, que no sea asimétrico, ni considere a los ciudadanos de distinta categoría según su lugar de residencia.
  2. Aplicación del art. 155 de la Constitución vigente. No veo remedio alternativo. Disolución del Parlamento catalán y convocatoria de elecciones autonómicas. El Senado, que ha sido tan inoperante, tiene aquí una especial responsabilidad, aunque al encontrarse en él el Partido Popular en mayoría, debiera contar con apoyo de otras fuerzas políticas. No comprendo la actitud de los actuales líderes del PSOE, con una meliflua actuación y oscuras propuestas respecto al mantenimiento del Estado de Derecho. Ya no se trata de reconstruir la socialdemocracia -si es que algo así puede reclamar su persistencia-.  Corregir la situación no tiene que ver con la izquierda, pues el movimiento secesionista combina malévolamente posiciones del más oscuro capitalismo con las de la izquierda anarquista.
  3. No se trata de apoyar a quienes quieren romper la baraja. Hay que atajar, y de inmediato, las manifestaciones populacheras a favor de la independencia en Cataluña. Se alimentan con represión inexplicable sobre la población: si algunos quieren ser independientes de España, que lo manifiesten libremente. Pero se debe apoyar a las mayorías. Y reformar la Constitución o cualquiera de las leyes fundamentales de la convivencia pacífica exige mayorías cualificadas. Se ha propiciado una funesta confusión, Las mayorías simples no sirven para tomar decisiones fundamentales: atentan contra la convivencia, favorecen las posiciones dictatoriales, animan a la rebelión.
  4. Exigencia por parte de los representantes de los partidos constitucionalistas de que se retracten los representantes de aquellos partidos o instituciones que han actuado o han hecho declaraciones vulnerando la ley: Entre otros: Puigdemont, Junqueras, Tardá, Mas, Iglesias, Rufián…  En caso de que no lo hagan públicamente (y temo que no lo harán), que se abra un proceso penal por los delitos de sedición, instar a cometer actos vandálicos o terroristas, etc. Es una decisión muy delicada, pero inevitable. La ley ha de ser igual para todos. Un sistema judicial que ha sentado en el banquillo a miembros de la Familia real, que ha enviado a cualificados empresarios a prisión, no puede flaquear.
  5. Abrir un procedimiento de investigación sobre la actuación de los Mossos d´esquadra el día 1 de octubre de 2017. Aplicación, si se confirma que no acataron las órdenes superiores, del reglamento disciplinario y de las disposiciones legales pertinentes. El estado de derecho no se defiende solo con buenas palabras. No se puede ser indulgente con la sedición de miembros de las fuerzas del orden.
  6. En fin, debemos exigir calma, sensibilidad y diálogo. También firmeza. Hay que sacar el foco de atención de la calle, y ponerlo en los Parlamentos. También deben hablar los empresarios, los intelectuales, además de los expertos en sociología y en derecho. Me gustaría que se eliminaran las falsedades y las vehemencias del marco de diálogo  . La responsabilidad de  los medios de difusión, actuando algunos de ellos (tal vez todos, incluso por inercia) como medios de confusión, en este litigio social, es tremenda.
  7. Párese ya este despropósito. Porque en Catalunya hay una situación revolucionaria, de confrontación civil, preludio de una explosión de consecuencias muy graves, si no se actúa con rapidez y determinación.
  8. Octubre de 2017. La Historia se repite. Como caricatura de sí misma.

    (Nota: Incorporo la fotografía de un zorro, que tomé junto al río Jándula, en el Parque Natural Sierra de Andújar. Tiene el ojo derecho casi perdido, seguramente perdido en una disputa con otro animal más fuerte por el territorio. )

Publicado en: Actualidad, Cataluña Etiquetado como: Catalunya, Catatonia, Iglesias, Mas, Puigdemont, secesión, Tardá

Demasiada Cataluña

24 septiembre, 2017 By amarias 2 comentarios

Ayer escuché por la TV3 a Tardá y a Nart hablar sobre el simulacro de referéndum al que el gobierno de la Generalitat Cataluña ha empujado a los residentes en esa región española. El debate fue muy aplaudido en las redes sociales como ejemplo de diálogo entre dos posiciones contrapuestas, realizado por dos contertulios inteligentes y serenos.

Nart habló en español y sus comentarios, en un medio televisivo que apoya el referéndum ilegal y el separatismo, estaban destinados, sobre todo, a quienes, no están de acuerdo con la sedición, tanto catalanes como españoles. No era tanto una cuestión de hacerse entender por quienes no dominan la lengua catalana, como poner de manifiesto la contraposición entre lo constitucional y la rebeldía. Por eso, me sorprendió que se prestara el avezado jurista a ser parte principal de un mensaje subliminal, aunque tan transparente.

Hubiera yo preferido que todo el debate se hubiera desarrollado en catalán. No es la lengua la que marca la diferencia, sino la diferencia de posición ante los conceptos de: democracia, historia de España, marginación, explotación por una clase dominante, izquierdismo, apoyo al régimen constitucional, memoria del pasado, etc.

Me ha hecho daño ver a unos cientos de universitarios tomando el paraninfo de la universidad de Barcelona y reclamar democracia, al tiempo de anunciar que la region catalana es ya una Republica.

Me ha hecho daño ver que al gobierno de España -que lo es también de Cataluña- no se le haya ocurrido nada mejor, completando las actuaciones judiciales, que enviar tres buques de recreo cargados de guardias civiles para dejar claro su propósito de sofocar la realización del simulacro de referéndum con la fuerza.

Me hace daño la falta de entendimiento entre las gentes de este país, en una demostración tumultuaria de incomprensión recíproca, animadversión soterrada, ilusionismos sin fundamento y odios, envidias, falsedades o cerrazones mentales aflorando como setas en el ejercicio intelectual.

No me esconderé, pero sabed, unos y otros -independentistas y nacionalistas- que lo que percibo os iguala es vuestra cerrazón para ver en el otro, no un enemigo, sino sólo un diferente.

Publicado en: Actualidad, Cataluña, España Etiquetado como: Cataluña, Catalunya, debate, independiente, Nart, secesión, Tardá, TV3

La caspia

15 enero, 2016 By amarias Deja un comentario

Aunque escribo en castellano -me gusta más decir, español, pero se va imponiendo esta forma limitante de denominar a nuestra hermosa lengua-, quiero dedicar este Comentario a un vocablo del bable que me retrotrae a los tiempos de mi niñez.

Contaba mi padre que, en los tiempos de escasez derivados de la guerra incivil (y durante ella), los chavales le pedían, a quien estaba comiendo una manzana, que les dejase la caspia, es decir, el corazón de la fruta. Así, alguno de los que no había podido disfrutar de la carne, al menos alcanzaba el regusto de la pulpa.

Bien, pues resulta que los asturianos parecemos habernos especializado en comer las caspias, que se nos entregan después de hacérsenos creer que es la parte más jugosa, mientras otros se deleitan atracándose con lo enjundioso.

No estoy hablando de política (aunque podría aplicar la reflexión a este ámbito sin mayor esfuerzo), sino de economía, que es su hermana mayor.

Asturias ha soportado, con valorable gallardía, la implantación durante más de dos siglos de una industria hullera y otra siderúrgica fatalmente sobredimensionadas y altamente ineficientes; no por la incapacidad de quienes las dirigieron y aún menos de quienes trabajaron en ellas, sino por su intrínseca naturaleza: pobre materia prima, situación deslocalizada, equipamiento insuficiente, inadecuado u obsoleto.

Los asturianos estuvimos convencidos, y lo hemos agradecido, de que esa dinámica industrial benefició a la región, obviando que el objetivo principal era ayudar a la recuperación y sostenimiento de la economía nacional, y al enriquecimiento de algunos grupos empresariales.

Cuando la situación desembocó en una crisis imparable, que redujo el empleo y la actividad en la región a límites de caricatura y dejó en Asturias una herencia de pasivos ambientales que no es posible poner en valor ni con la mejor imaginación, pasamos a comernos la caspia de una hipotética reconversión industrial imposible, con unas subvenciones que tenían un carácter fundamentalmente simbólico, y tragándonos la desubicación en objetivos empresariales, el paro masivo repentino,  y la falta de futuro convincente para los más jóvenes, mientras otras regiones gozaban de la mejora de sus comunicaciones y el impulso de nuevas inversiones con futuro creíble.

Nuevamente, los asturianos agradecimos disciplinadamente las promesas continuas de reactivación, las alardeadas pero pequeñas nuevas inversiones, los planes de regulación de plantillas que descapitalizaron de conocimientos técnicos al tejido industrial propio. Lo que obtuvimos a cambio fueron miles de jubilaciones anticipadas y pensiones contributivas o fantasiosas que durarán lo que los cuerpos aguanten, y que se traducen en consumo precario pero no en producción sustentable.

Ahora, mientras la atención general española -y parte de la internacional- está centrada en el movimiento del siempre perspicaz para atender a lo suyo, capitalismo catalán -que no otra cosa es lo que veo moverse en las bambalinas del independentismo, con su obsesión de pedir con la amenaza de irse-, los asturianos, y específicamente, el empresariado asturiano, tienen, de nuevo, la esperanza de comerse la caspia, mientras otros se comen la pulpa de la manzana.

Si alguno se pregunta sobre qué diablos estoy escribiendo, le invito a leer los Informes del BBVA (por ejemplo), que reflejan las perspectivas de crecimiento de las regiones españolas, y aportan una visión forzadamente optimista de la recuperación.

Atribuyen estos trabajos bancarios a Asturias la posible creación de 16.000 puestos de trabajo en el bienio 2015-2016 (no preciso recordar que solo Hunosa contaba en 1967 con 27.000 empleados y hoy tiene 1.600) y a Cataluña, para el mismo período, le vaticina 167.000 nuevos.

Para encajar algo mejor estas previsiones, conviene apuntar que, mientras Asturias perdió, desde que comenzó la crisis agro-sidero-carbonífera-naval, más de 250.ooo habitantes, navegando ahora por el declive que le llevará por debajo del millón de residentes (incluidos los jubilados retornados a la tierrina), Catalunya no ha parado de crecer en población y reivindicaciones, desde los 6 millones que era la cifra de la primera de ambas variables, hasta los 7.250.000 catalanes de asiento del último censo. De ganar por seis a uno, ha pasado, pues, a adelantarnos por más de siete y pico.

Y antes que lo digan otros, por lo menos, bienvenida sea la caspia.

Publicado en: Actualidad, Asturias, Sociedad Etiquetado como: Asturias, campo, carbón, caspia, Catalunya, crisis, habitantes, jubilados, reconversión, siderurgia

On va? D’on ve Catalunya?

9 enero, 2016 By amarias Deja un comentario

Hoy, 9 de enero de 2016, quienes desde Cataluña apoyan la separación de su territorio respecto al resto de España, en una actuación al margen de la Constitución y de las leyes, ven más cerca la consecución de esa independencia. En una operación en la que es imposible no ver la mano conductista del desprecio a las instituciones del Estado español, y a punto de terminar el plazo para votar el President de la Generalitat, se comunicó haberse logrado un pacto por el que el actual alcalde de Girona, Carles Puigdemont, obtendrá el número mínimo de apoyos para su investidura.

La comunicación puede que haya cogido por sorpresa a algunos, aunque desde que la CUP realizó una votación vinculante, cuyo resultado fue difundido el día 28 de diciembre (festividad de los Santos Inocentes), por la que 1515 compromisarios votaron a favor y un  número idéntico en contra, de apoyar al candidato Artur Mas, -de la estrambótica plataforma Junts Pel Sí-, todas las opciones quedaban abiertas.

Cuando Antonio Baños, portavoz de la agrupación tenida por antisistema, licenciado en ciencias exactas, y difusor radiofónico, con Toni Garrido, de los recovecos mágicos de las matemáticas, explicó el resultado, atribuyéndolo a que “la aritmética es diabólica”, las probabilidades y la estadística descendieron a las profundidades tenebrosas donde reina Plutón, que, con solo ponerse el casco que le regalaron las Cíclopes, tiene la facultad de hacerse invisible a su antojo.

No dudo, pues, que mañana, a las cinco de la tarde, con la atención del resto de España (aún) puesto sobre el Parlament, Puigdemont pasará a ser Honorable y Mas, mártir del independentismo. Y no faltará quién, recordando el brete en el que se vio metido Felipe IV, allá por 1640, y cuya resolución fue confiada al Conde Duque de Olivares, lamente, una vez más, que el valido hubiera mandado concentrar las fuerzas militares en defender Cataluña contra los franceses, en lugar de dedicarse a sofocar la revuelta portuguesa, con lo que ahora tendríamos una Iberia más homogénea y los catalanes estarían negociando la salida de Francia, apoyándose, cómo no, en la revuelta de los Segadores.

Como se me da mal llevar la ironía hacia el sarcasmo, me detengo ahí, para expresar que el movimiento de ficha de la extraña familia de independentistas catalanes, obliga a jugar más fuerte de lo que se había tal vez imaginado, en este lado del tablero (que, en realidad, debiera ser, el de la Banca, en sentido real y figurado). Me parece que lo que hay que poner sobre la mesa desde la acción constitucional es un pacto de Gobierno que reúna al PP, PSOE y Ciudadanos (y los demás que quieran unirse), con un programa concreto que suponga una reforma constitucional en plazo corto, que nos alivie, para siempre, o al menos, por un buen período, de estos furores separatistas que les dan a algunos políticos catalanes cuando creen llegada su oportunidad de ocupar un hueco en los libros de Historia.

Companys, lo tuvo, desde luego. Sin llegar a tanto sacrificio, convendría dejar a Mas un par de líneas y concentrarse en generar cuanto antes una alianza de interlocución fuerte con el Gobierno catalán, para enterarse de una vez, si van, o vienen. Que, por cierto, distinguir entre un verbo y otro es dificultad que, aunque suele endosarse a la capacidad de los gallegos para disimular por dónde andan, es genuinamente catalana. Aquellos que han tenido que desentrañar si un catalán nos invita a ir a su casa o vendrá a la nuestra, sabrán de lo que hablo.

 

 

Publicado en: Actualidad, Política, Sociedad Etiquetado como: Artur Mas, autonomía, Catalunya, Companys, futuro, gobierno, independencia, Puigdemont

Barajar y volver a repartir las cartas, pero…¿cuál es el juego?

4 enero, 2016 By amarias 1 comentario

La consolidación de la sospecha de que la fragmentación de las preferencias manifestadas en las elecciones generales y catalanas hace inviable la formación de un gobierno con las mínimas garantías de estabilidad, empuja hacia la convocatoria de unas nuevas elecciones.

Cuando escribo este Comentario, hay aún voces que defienden que es posible llegar a algún acuerdo, prendido con alfileres de voluntarismos esencialmente frágiles, para investir, respectivamente, a un Presidente de Gobierno y a un President de la Generalitat de Catalunya. Con parecida panoplia imaginativa que la que se utiliza para prever la evolución de la situación económica cuando se estanca la crisis, se especula sobre posibles coaliciones, incluso con cambio de candidatos presidenciables.

Así, según el color del comentarista, o los intereses de los portavoces de partido, los nombres de Rajoy y Sánchez iluminan la pirinola o Mas se desdibuja del panel como el gato de Chehshire y parecida sonrisa.

Me parece muy grave que, en esta pugna por reparto de un poder cuyos efectos para el ciudadano normal (el no politizado) se han convertido en una mera especulación, no se esté hablando de programas de gobierno, sino de melifluas líneas rojas.

¿Es importante, de veras, realizar un referéndum en Catalunya, para que se vuelva a votar acerca de su independencia? ¿Va a obtenerse un resultado que no signifique -además de la obvia creciente abstención, dimanante del desinterés galopante por la cuestión- sino que la sociedad está dividida, que es lo mismo que confusa?

¿Importa mucho, con serenidad, que creamos que la tenue (por imperceptible y frágil) recuperación de la economía que dice haber conseguido el Gobierno ahora en funciones, necesita, para eclosionar, más dosis del mismo placebo?

Estoy entre los que defienden que, tanto si han de convocarse -como parece- nuevas elecciones, como si no, lo que interesa es lo que van a hacer los gobiernos que se constituyan. Qué actuaciones concretas, con qué medios, a qué coste. Y, por supuesto, con qué cuentan -en personas, relaciones, ideas- para llevarlas a cabo.

Porque si solo se trata de barajar una y otra vez las cartas, sin cambiar ni rostros ni concretar los programas (no fantasías, por favor: acciones específicas, indicando cómo se van a llevar a cabo, con qué apoyos, y de dónde sacarán los dineros y las capacidades), será tiempo perdido. Peor aún: ahondaremos en la miseria, por mucho que nos la quieran revestir de fantasía.

Cómo crear empleo para los jóvenes (y es justo que protesten indignados los que no lo tienen, pero eso no mejorará si situación). Repartir mejor y de forma más eficiente las partidas de gasto público (y habrá que llamar a capítulo a los despilfarros autonómicos, regenerando economías de escala). Apoyar a las empresas más eficientes e impulsar la generación de otras nuevas en sectores estratégicos y de futuro (y, para eso, habrá que combinar sabiamente la economía de mercado con la de Estado); etc.

Me repito, lo sé. Lo preocupante es que no seamos muchos los que tenemos la sensación de clamar en el vacío.

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Catalunya, crisis, elecciones, empresas, gobierno, Mas, Pedro Sánchez, plan, Podemos, PSOE, Puigdemont, reactivación

Espíritu grupal, objetivos y liderazgos

14 septiembre, 2015 By amarias Deja un comentario

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Tinta china y acuarela: “Expedición de buscadores de nada” (oct 1987, @angelarias)

La idea no es nueva, y no es el único dibujo con el que la expresé. Un grupo heterogéneo de gentes, con banderas, símbolos y bagajes, avanzando por un terreno desértico. No falta un vigía que parece señalar, como renovado Rodrigo de Triana, un destino invisible; hay musicantes, danzarines, avasallados por la turba, amantes, niños…Alguien mira hacia atrás, tal vez incluso añorando el desperdicio que se abandona.

En estas mismas páginas, en la serie “Cuadros comentados”, glosé el significado de otro dibujo satírico, trasunto en aquel caso del famoso de Lecroix “La libertad guiando al pueblo”, al que no puedo sino remitir al lector curioso.

Me han preocupado siempre los liderazgos sin razones, los seguidores sin crítica, los objetivos sin futuro, los argumentos sin matices. A lo largo de mi vida, he tenido múltiples ocasiones de observar el comportamiento de líderes y guías y, cómo no, de analizar los de sus seguidores, ya sean subordinados, colaboradores, fieles, devotos, y hasta esbirros. De una manifestación grupal, me interesa estudiar el resultado pretendido: para el que promueve el objetivo, para los que lo apoyan convencidos, para quienes esperan conseguir, a cambio de su apoyo, prebendas y dádivas.

Es muy difícil conseguir seguidores; no digamos ya, adeptos. Quienes escribimos, por ejemplo, en un blog, -sin padrinos, desde la independencia de partidos, grupos o sectas, sin nada que ofrecer a cambio más que el eventual producto de nuestro reflexión cultivado en el terreno ignoto del parecer peculiar de cada lector-, sabemos cuánto cuesta que te lean, qué riesgo supone que te malinterpreten los que te lean, que milagro se tiene que producir para que los que te hubieran leído, y te hayan interpretado sin sesgos, intervengan. Qué pocas opciones hay de que los otros se manifiesten contigo, aunque sean en tu contra, en desacuerdos fundados.

Por eso, cuando veo a varios cientos de miles, parece incluso que millones, siguiendo un objetivo que no alcanzo a comprender, en pos de uno o varios líderes que no comprendo lo que dicen (igual me da que se expresen en español que en inglés o en su prístina lengua vernácula), vuelvo la vista a este cuadro que cuelga de una de las paredes de mi casa, y me pregunto: “¿quo vadis?”. Porque, estas huestes a las que me refiero hoy, no huyen de nada ni de nadie, -no las persiguen por sus creencias, no hay guerra en sus predios, no les amenazan de muerte por existir a su manera-.

A esas gentes, no les caracteriza ni su lengua, ni su pasado histórico común, ni la mayor eficacia presunta de sus capacidades y estructuras propias. Si tal creyeran, estarían ahondando únicamente en sus limitaciones: porque hablar un idioma particular, anclarse en la Historia pasada, pretender que se tienen inteligencias superiores, no son más que argumentos de los que no se puede comer ni con ellos disfrutar de una vida mejor.

Así que a esas gentes las guía solamente la promesa de que alguien -atribuyéndose una credibilidad mesiánica, una portavocía sideral-  les ha dicho que tendrán una existencia más feliz si se separan del grupo en el que, juntos, íbamos. Les han hecho incluso creer, trileros del lenguaje y del pasado común, que les hemos estado quitando algo que era suyo.

Dejemos a los aguirres con su cólera de dioses ultrajados, y a los que le siguen, con firmeza, cariño o despecho, según cuadre, vayámosles quitando sin tapujos las vendas que tapan sus ojos, para que, pudiendo mirar en rededor sin anteojeras, abandonen esa expedición de buscadores de nada. Persuadidos de lo que nos es a todos útil, únanse a nosotros, a todos nosotros. Les estaremos esperando allí donde se dejaron seducir por adormecedores cantos de faunos, trasgos,  mendaces sabihondos y mórbidos sirenos.

Publicado en: Actualidad, Economía, Sociedad Etiquetado como: Arias, buscadores, Catalunya, españa, grupos, líderes, nada, sectas, separatismo, Spain

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