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Cuadragésima Nona Crónica desde el País de Gaigé

8 enero, 2023 By amarias Deja un comentario

Gaigé empieza 2023 juntando alegría, tensión y desconcierto. La situación internacional permanece muy complicada: la guerra en Ucrania confirma su tendencia a enquistarse, cuando se acerca el primer año de la invasión rusa. Una nueva variante del coronavirus amenaza con  colapsar la opaca sanidad china y, en lo que a Occidente afecta, constituye un motivo serio de preocupación ante el temor de que se produzca un rebrote incontrolado de contagios debido a los viajeros del inmenso país, que pueden volver a salir al extranjero sin restricciones. El ministerio de Sanidad de Gaigé, capitaneado por la canaria Darias (Carolina), ha impuesto medidas de control muy estrictas, aunque testigos presenciales del control en los aeropuertos afirman que solo se les toma la temperatura corporal.

La alegría en Gaigé es consustancial con el temperamento colectivo, entendido como un karma dulcífico y embriagador. Está identificado en la capacidad colectiva para minimizar los riesgos, despreciar los avisos de peligro y desatender cifras y datos (buenos o malos), confiando en utilizar los recursos ocultos para salir adelante.

Como en el cuento del niño yuntero, si vienen mal dadas, se llama a Necesidad y se sacan fuerzas de lo hondo para provocar que la burra se levante y enderece su rumbo.

Ha muerto un Papa -Benedicto XVI- y sus exequias han concentrado la atención de la comunidad cristiana. Gaigé envió en su representación a Albares (José Manuel), ministro de Asuntos Exteriores y etc., que coincidió allí con Da. Sofía, la Reina de antes, en su camino hacia Grecia, donde se unirá a su hermano, Constantino, gravemente enfermo. Con su sentido de lo oportuno, nuestro ministro ha mostrado su plena sintonía con Francisco, el Papa argentino, que goza de gran predicamento entre la izquierda populista.

La fiesta de la Pascua militar ha servido para subrayar la sintonía prebélica entre la Monarquía y el ministerio de Defensa (en el que la magistrada Robles -Margarita- abunda en su vocación de aparentar ser mejor verso libre en un Gobierno con tantos candidatos). Ambos estamentos están de acuerdo en que la guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la necesidad de invertir más en defensa. Por supuesto, la siempre atenta oposición (incluso desde dentro del Gobierno) ha aprovechado para censurar el aumento del esfuerzo militar. Echenique (Pablo) encontró palabras duras contra “ese hombre” que siempre habla para apoyar al Gobierno de turno. Gran descubrimiento sobre la actuación de quien está obligado, por Ley, a discurrir así.

Menos ácido fue el mensaje en su red de admiradores de la médico Casado (Elena), anestesióloga activista contra los escépticos de la pandemia vírica, preguntándose si ésta no ha puesto de manifiesto la necesidad de invertir más en Sanidad.

Las cabalgatas por la noche de Reyes han concitado los esfuerzos de la imaginación y el desembolso de dineros en prácticamente todos los municipios de Gaigé. En momento de inflación y escasez, la apelación a la necesidad da aportar alegría a los niños y espectáculo a sus mayores, ha llenado las calles de titiriteros, dromedarios, carrozas con duendes, Reyes magos de todos los semblantes y muchas luces.

A la mañana siguiente, cumpliendo con un ritual, los infantes han visto poner en solfa su credibilidad al comprobar que los compis con padres más ricos reciben siempre los mejores regalos. Práctica enseñanza de lo que les espera a partir del momento en que se les caiga el velo de la inocencia.

Publicado en: País de Gaigé Etiquetado como: Carolina Darias, Elena Casado, Margarita Robles, Pascua Militar, Reina Sofía, rey Felipe, reyes magos

El Mensaje de Navidad de Felipe VI que no pudo ser

24 diciembre, 2022 By amarias 2 comentarios

Como otros años, he confeccionado este improbable Mensaje de Navidad para Su Majestad El Rey Felipe VI. Soy consciente de las tremendas limitaciones constitucionales, políticas y prácticas que impiden que el Monarca y la Casa Real construyan y difundan un discurso que refleje, con libertad, la valoración de Felipe VI sobre la situación actual del país y las instituciones, incorporando aspectos de su propio estado anímico y de las complicadas relaciones familiares.

Esta es mi propuesta:

Ciudadanos:

Este año que ha sido bastante malo para casi todos, no lo ha sido tanto para mí. Es cierto que tuve momentos delicados, pero debo agradecer a mi sicóloga y a los ejercicios de distensión oriental el que me ayudaran a ver las cosas que me suceden y suceden a mi alrededor como si se tratara de una película, de la que fuera espectador y no agente.

Esta técnica del distanciamiento, aplaudida también por expertos juristas constitucionalistas a los que consulté -y cuya efectividad confirmaron algunos gurús y videntes- supone el estricto cumplimiento de lo que está indicado como comportamiento adecuado para la Jefatura del Estado, según la Constitución.

Reconozco que me costó algo entenderlo, aunque finalmente, lo comprendí y tengo asumido. Soy un personaje etéreo cuando represento al Estado. Existo, pero no existo para nada de lo que se quiera ver en mí fuera de mi papel institucional. Soy como un ser extraterrestre, una imagen de lo divino o extraterrenal, lo que, como sucede con Dios, algunos me quieran ver como una figura innecesaria, prescindible, inútil.

Se que algunos de vosotros os alarmasteis e incluso disgustasteis cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez -Perico para los amigos-, pareció ningunearme cuando, hace días, en la inauguración de un nuevo trayecto del ave, entró en un vagón mirando su móvil, pasando por delante de mi. No fue tal. No quiso ofenderme ni, mucho menos, a lo que represento.

Tampoco es que no me haya visto. Me vio, claro. Quiso dejar claro ante todos vosotros esta idea: que yo soy etéreo, de naturaleza impropia, que no existo como mortal, sino solo como personaje de los cuentos de hadas y que no sirvo para nada, salvo para dar lustre a los actos con uniforme y bandera.

Fiel al mandato constitucional, soy un Jefe de Estado de una monarquía parlamentaria en la que cada partido defiende cualquier idea que se le pase por la cabeza a sus dirigentes, ya sean separatistas, republicanos, liberales, comunistas o revolucionarios. Yo los represento simbólicamente a todos, luego no existo.

Debo aclarar, para quienes no estéis muy duchos en la Historia de España reciente, que la invisibilidad del Rey no es consecuencia directa de la Constitución, sino de su cabal y progresiva interpretación por eminentes exégetas y, últimamente, por los independentistas catalanes y los terroristas vascos.

El primer intérprete, fue mi padre, hoy exiliado, viviendo en un pequeño país,  a cuerpo de emir. El fungió como Jefe de Estado simbólico hasta que decidió abdicar en mi persona, suicidándose oficialmente y abriendo la oportunidad de que se le pusiera a caldo.

Mucho antes, aconsejado por expertos que buscaban lo mejor parael país, admitió que, en lugar de los poderes omnímodos que le corresponderían como hijo adoptivo y sucesor de Franco -el primer ganador de la guerra civil, al que siguieron otros, en otros bandos-, estaría en la cúspide de un sistema democrático, parlamentario, representativo, plural, en el que los poderes de las instituciones del Estado -de gobierno, judicial y legislativo en particular- fueran independientes. Le dieron un gorro grande y una patada en el culo.

Mi padre sigue siendo, para mí, un modelo. Siempre se tomó los sucesos a la ligera, por graves que fueran y supo disfrutar de los mejores placeres de la vida, que ya imagináis cuáles son.

Cuando le pidieron participar en un golpe de Estado, preparado para que los militares tomaran otra vez el poder -porque la situación se había complicado y estaba amenazada la unidad sentimental del Reino-, consolidó lo que sería su norma de actuación: hacer como que no se enteraba de nada hasta que las aguas volvieron a su cauce. Es decir, aparentar que era transparente, oficialmente inexistente. Vaya si lo consiguió. Quienes lo veían, aparentaban no verlo. Como en el cuento del Rey que va desnudo, pero vestido.

No quiero hacer un juicio sobre mi padre, porque admito que nunca estaré a su altura. Lo intenté. Como ya comenté en otros Mensajes, quise acercar la Monarquía al pueblo, cuando mi augusto progenitor me confesó que pensaba abandonar la Corona para construir una nueva familia y, por eso, me casé a tiempo, por amor y por convicción con una plebeya, a la que daba gusto oir hablar. Por cierto, gracias a ella, manejo el telepronter de manera formidable…ya quisieran Sánchez y Bolaños tener esa destreza.

Me preocupa, como a vosotros, la guerra en Ucrania. Me han dicho que Putin tiene un misil apuntando hacia la Zarzuela y he enviado un mensaje claro a sus asesores de que, si quiere causar algún impacto real, llegado el caso, apunte hacia la Moncloa. Como soy etéreo, simbólico, no tengo efectos terrenales. Quien concentra todos los poderes visibles, carnales, del Estado es Sánchez, por su gracia.

No tengo problemas económicos, ni los preveo. Somos muy ahorradores, y reciclamos mucho. Siendo la familia real más pobre del planeta, si hubiera necesidad, podríamos emplearnos en una multinacional. Mi esposa y mis hijas saben idiomas y tenemos experiencia en nadar y guardar la ropa. Varios jeques se han ofrecido a acogernos, si vinieran mal dadas y dejaran de consignar nuestra asignación, anual para mantenimiento de la Casa Real , dedicando el dinero  crear un nuevo Ministerio.

Este Mensaje de Navidad es algo más corto que en años anteriores, porque la Reina y yo hemos decidido que ya está bien de paripé. Si queréis leer los lugares comunes y los consejos melifluos de siempre, repasad cualquiera de los anteriores.

Me vuelvo al estado de confort. Mío y vuestro. El tipo alto y guaperas que acompaña al ministro de turno, acude a la Pascua Militar hecho un pincel, saluda a las banderas (y espadas) de los países a donde me llevan y aguanta con una sonrisa los insultos de algunos catalanes aparentando, con mi presencia, que este país está en orden.

¡Salud y cerveza, amigos!

Publicado en: Actualidad, Monarquía Etiquetado como: Mensaje de Navidad, rey Felipe

EL Discurso de Navidad falso de Felipe VI

24 diciembre, 2017 By amarias Deja un comentario

Tampoco este año la Casa Real me ha pedido sugerencias para el discurso de S.M. Felipe VI en Nochebuena. Se trata de un hábito inherente a la jefatura de los Estados cristianos, aprovechando que, debido a la antigua conmemoración de la injerencia de la divinidad más elaborada sobre la humanidad descarriada para proporcionarle un modelo de vida alternativo, las familias suelen reunirse para actualizar sus afectos. Como las alocuciones no son escuchadas, aunque en los hogares se mantengan las televisiones encendidas y, dado que el poder de esos máximos dirigentes es, en la práctica, nulo, las alocuciones suelen ser las mismas cada año.

Este es el discurso que he preparado.

“Españoles:

Como todos los años, aparezco en vuestras casas con un mensaje de Navidad. Quisiera, ante todo, aclarar posibles confusiones. No soy un anuncio, no vendo colonias ni coches.

Aunque soy una persona de carne y hueso, como vosotros, estoy representando a un personaje y, si bien en una amplia medida puede interpretarse que soy un actor, desde que asumí la jefatura del Estado español, los sucesos más importantes de vuestro país formarán parte de su Historia, y se atribuirán a mi reinado.

Es una paradoja, porque mi capacidad real de influencia sobre lo que hacéis es nula, y si alguna vez expreso algo en público, que no sean obviedades, me lo han enviado ya redactado desde la Moncloa, y solo puedo poner las comas que faltan y tres o cuatro adverbios de modo. Según la Constitución que aprobasteis en 1978 y que ahora os parece llegada la hora de cambiar, mi papel fundamental es estampar mi firma en las leyes que desea promulgar el Gobierno de turno y aparecer sin mover una pestaña en ciertos actos llamados oficiales.

Después de esta introducción, quisiera referirme a una persona a la que desde hace unos años se le están dedicando muchos chistes y chascarrillos, pretendiendo sepultar la gran labor que hizo por nuestro país. Mi padre, el rey emérito Juan Carlos.  Me gusta mucho el discurso que alguien entregó a mi padre, como sugerencia, el 25 de diciembre de 2013. No llegó a emitirse, pero estaba entre los papeles que había en el secreter.  Si alguien siente curiosidad por leerlo, encontrará el enlace al final de este mensaje.

No se si debo aclarar, antes de seguir hablando, que bajo el término “españoles” comprendo a todos los que habitamos en la parte de la Península Ibérica que no es Portugal, y que incluye, por supuesto, las islas Baleares y Canarias, además de Ceuta y Melilla y el peñón de Alhucemas, superficie a la que hay que deducir el peñón de Gibraltar y Andorra y no se si algún trozo de tierra en manos de Francia.

Se que, desde hace algunos años y, especialmente, en los últimos dos, la mitad aproximada de los catalanes mayores de edad y la mayoría sus hijos menores,  se empeñan en decir que no se sienten españoles. Por ese lado, no tengo nada que objetar, ya que sentirse español es bastante doloroso, como lo demuestra que a muchos ilustres antepasados de los vuestros, no de los míos, les dolió España . Pero lo que no puedo entender  es que quieran cambiar la forma del Estado, y convertirlo en una República.

Uno de mis mentores, Sabino Fernández Campo, solía decir que la forma del Estado era lo de menos y que lo que tenía que convencer a la gente era que yo era mejor alternativa que cualquier posible presidente de la República. Fijáos que no se trata de competir con jefes de gobierno, que eso es otra cosa y que implica una gran responsabilidad (y para la que no me resisto a opinar que los españoles tenéis bastante mal ojo para elegirlos).

Puede parecer que si opino sobre la forma del Estado soy parte interesada y que debería callarme. Cuando mi padre me comentaba que la consolidación de la legitimidad de su Corona se produjo cuando un grupo de militares entró en el Congreso de diputados allá por 1981 y él se mantuvo firme en defender la  Constitución que, prácticamente, se acababa de votar, yo creía que, gracias a esa actuación suya, yo quedaría libre de hacer gestos de ese tipo. No fue así, y casi cuarenta años después me vi en la necesidad de volver a defenderla.

No fue lo mismo. En esta ocasión, el levantamiento secesionista vino desde el propio Parlament catalán y no fueron los militares, sino unos civiles. No había armas, salvo palabras. Fue muy duro para mí, porque tuve que leer el discurso que me había preparado el Gobierno, que era el mismo que inicialmente habían previsto que leyera el Primer ministro Mariano Rajoy, aunque la Reina, me aconsejó que no hiciera nada que era, por cierto, lo que me habían pedido otros especialistas en analizar conflictos.

Cada día que pasa me hace menos ilusión ser Rey de los españoles. Es cansino. La reina Letizia que, como sabéis, es asturiana y plebeya, le ha encontrado un cierto gustillo a la cosa.  Yo pienso, por el contrario -y no es que esté en desacuerdo con ella, si alguna vez discutimos, es por otras cosas- que seríamos más felices retirándonos a Gijón o a Tapia de Casariego, en donde se pueden encontrar casas con jardín cerca del mar. Las niñas, a las que habría que desintoxicar de infantas,  podrían estudiar Historia o Filosofía en Oviedo, que son carreras que, como no tienen porvenir, encajarían perfectamente con mis deseos.

Esto dicho, no me planteo dimitir. Me mantendré como Rey porque, como español, me gustaría seguir contribuyendo a que las gentes sencillas me vean como encarnación del Estado, a dar buena imagen física en el exterior, y, ocasionalmente, a ayudar a los jefes de gobierno que no sepan idiomas en algunos momentos en que no tienen a los intérpretes cerca.

Fui preparado para ser Rey desde mi tierna infancia, y esa inversión tiene que ser rentable. Hablo idiomas, tengo presencia, y, aunque no tengo competencias, soy el generalísimo de los Ejércitos.

Ahí quería yo no llegar. Porque no es sencillo ser Rey de España. Envidio a la Reina de Inglaterra que, aunque tampoco manda nada en realidad, todos los ingleses le desean a cada momento que Dios la guarde. Los españoles no somos capaces de ponernos de acuerdo en nada, y los ingleses están de acuerdo incluso en aquello en lo que discrepan. No tienen problemas de idiomas, porque aunque el inglés que hablan ellos apenas se entiende por los que no son nativos, está reconocido como lengua franca.

Veo mucha televisión últimamente, porque salimos menos fuera de casa. Letizia pasa desapercibida con una peluca o quitándose la máscara del lifting, pero y soy más difícil de disimular. Solemos reunirnos con los amigos en casa (los que nos quedan porque algunos de los que eran íntimos están desaparecidos) y yo preparo si no estoy de viaje una musaka con la receta de mi madre.

Termino aquí mi alocución. Mi mensaje, como habrán advertido los que me han escuchado, es que soy un tipo normal, que no tengo nada especial, salvo haber sido educado para ser abeja reina del enjambre de locos que es España. En cierto modo, soy como el protagonista de aquella película que interpretaba Jim Carrey, The Truman show.

Buenas noches a todos y, si me es admisible daros un consejo: dejad de daros bastonazos entre vosotros. ¿No advertís cómo se ríen los de fuera de aquí de la pérdida de energía que se os va en criticar y echar abajo lo que hacen los mejores? No tengo nada que ganar ni perder para mi mismo o mi familia, pues tenemos bastante patrimonio para poder vivir cómodamente en el extranjero, si llega el día en que os apetezca derrocarme. Aunque no estoy libre de que un enajenado quiera pegarme un tiro en uno de mis imprescindibles baños de multitud, que sirven para consolidar la popularidad de la Monarquía, no olvidéis que soy un símbolo. La realidad, la ponéis vosotros.


El enlace al que hace referencia este Comentario es:

El texto perdido del Discurso de Navidad del Rey Juan Carlos

La foto de portada es un carbonero garrapinos (periparus ater) en vuelo. No tiene la franja ventral negra que es característica de la especie afín (carbonero común), y es más pequeño en  tamaño. El negro capirote se rompe con una mancha blanca en la nuca y tiene dos bandas alares, también blancas. Aunque la foto no es determinante para detectar todas estas características de la especie…me gusta.

 

 

 

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: discurso, Navidad, rey Felipe, rey juan carlos

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