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Décimo tercera Crónica desde el País del Gaigé

1 mayo, 2022 By amarias Dejar un comentario

  1. Y+

Empieza mayo y aumenta la densidad de incongruencia en Gaigé. Los precios de casi todo han subido -entre un 10 y un 40%- como consecuencia directa e indirecta de la guerra en Ucrania, que ha venido a introducir más incertidumbre en la recuperación esperada después de los dos años de pandemia.

En el punto de mira mundial se encuentra la incertidumbre respecto al final del duelo sin cuartel que enfrenta a Rusia y Ucrania. La afectación de este desgraciado conflicto al coste de la energía y a algunos productos agrarios no es el único elemento de preocupación. Existe una clara amenaza de escasez en Europa del gas a corto plazo, si Alemania se ve obligada, a su pesar, a suprimir la compra de ese recurso a Rusia. Los ucranios que han buscado refugio por la guerra en otros países superan ya los cinco millones, (a los que hay que sumar otros once millones, por lo menos, de desplazados en el interior de Ucrania, forzados a abandonar sus viviendas y enseres para salvar la vida) y su sostenimiento detraerá recursos a las economías propias.

Debe contarse también con el efecto de las medidas de apoyo a la recuperación de Ucrania, que deberán provenir de las ayudas europeas y norteamericanas, ya que no parece factible que al régimen del Kremlin, presunto ganador de la contienda, pueda hacérsele responsable de restañar la destrucción provocada. Sin entrar en mejor análisis, la ruptura de los bloques occidental y oriental (Rusia y China a la cabeza en ese lado) provocará reajustes económicos y tendrá efectos sobre los acuerdos anteriores, incluidos los que afectan a la defensa contra el calentamiento global.

Escaso efecto tienen estas amenazas sobre Gaigé, que ha entrado en zona de fiestas. Empieza la feria de abril en Sevilla y son muchas las localidades que se entregan a la diversión y, felizmente para hoteleros, al consumo. Se agradece que los turistas vuelvan a hacer reservas a la búsqueda del sol y el buen ambiente y cordialidad que caracteriza al Pais de los Despropósitos, aunque se echará de menos a los rusos, que eran los visitantes que mayor gasto por cabeza hacían aquí. Acuciados por la congelación de sus cuentas, los amigos de Putin, a los que se había dado abierta acogida en el litoral de Gaigé, para que pudieran invertir en fabulosas mansiones y yates formidables el producto de sus operaciones de blanqueo, están desaparecidos y sus testaferros venden las propiedades que no les han sido incautadas, en una operación cuya objeción de ilegalidad será objeto, previsiblemente, de demandas posteriores.

El país se entrega sin reparos al jolgorio y la diversión, que son el pan y el circo con el que se alimenta la enajenación popular A la alegría del comienzo de la primavera se une desde el 20 de abril la decisión gubernamental de levantar la obligación de llevar mascarillas en interiores, salvo en transporte público, residencias de mayores y hospitales. En Gaigé, en donde el fútbol es tema central de estudio y discusión, la afición madrileña ha tomado el 30 de mayo la plaza de Cibeles, en la capital, para celebrar que el Real Madrid ha obtenido el título de campeón de liga. El aplauso por esta hazaña de deportistas millonarios en nómina del club cuyo presidente comparte ese honor con la mayor constructora de Gaigé, ha sido infinitamente  superior a reconocimiento de méritos por cualquier trabajo académico o de investigación a un científico con salario mínimo legal, cuyo destino es pasar  desapercibido.

En el gobierno de coalición que resistió hasta este momento, gracias al pegamento que significó el reparto de prebendas entre los socios y la debilidad de la oposición, se advierten tales grietas que es fácil pronosticar que el precario edificio que dio cobijo ideológico al pacto de investidura se vendrá abajo en cualquier momento. Aunque los portavoces de las diferentes ramas políticas del engendro manifiestan que nada corre peligro, son tantas las discrepancias entre ministros, jefes de fila, portavoces en las cámaras o en la calle, e incluso desde el exilio voluntario que, si se admitieran apuestas, habría que colocar todo el dinero del Monopoly al descalabro.

El peligro no proviene de la parte ideológica, sin embargo, sino, sencillamente, de la desfachatez con la que se manifiestan los egos de los politicastros que se han adueñado del escenario político. Conscientes la mayoría de quienes se dedican a este ganapán de mantener una carrera política de que la muchedumbre no se fija en la luna, sino en el dedo, y de que no cuentan propuestas sensatas y elaboradas, sino que basta dar voces en cualquier sitio en donde se adivine un huevo, no se puede hablar de programas, sino de ocurrencias. Si la frase con la que el político que encuentra cancha momentánea en cualquier medio nos fuera comunicada sin indicar el nombre de quien a emitió, nos sería imposible saber con qué base ideológica fue emitida.

Feijóo (Alberto Núñez) se despidió de su feudo gallego con lágrimas que pusieron emotividad a su pesar. Estaba tan deseoso de manifestar que hubiera preferido quedarse a seguir disfrutando de los encuentros entre zamburiñas y parrochas con los compañeros de distracción, que cometió el error de expresar que llevaba a Galicia en el corazón y que siempre pensaría en esa tierra desde su destierro a Madrid. Le hubiera sentado mejor cambiar el chip de la morriña por el de la firme voluntad de acometer el enorme trabajo de enderezar España. Su alter ego con olor a azufre, Abascal (Santiago) repite, con razón, que si quiere gobernar desde Moncloa, están obligados a entenderse.

Como Gaigé es el país de la improvisación y el reino del ir por libre, desde Murcia han levantado la bandera de independencia respecto a la LOMLOE, las siglas terribles de la reforma educativa del Gobierno. No cabe un despropósito mayor que el que parece haber sido el guión para esa Ley que pretende (no cabe suponerle otra intención) mejorar la capacidad de los educandos para resolver problemas reales, conseguir empleo por sus capacidades y ayudarnos a todos a progresar. El gobierno murciano ha recuperado algunos elementos lógicos, que da cierta vergüenza tener que aplaudir como si se tratara de brillantes hallazgos: premiar y estimular el esfuerzo, exigir como forma de aprendizaje y obligar a los educandos a que entiendan que saber ocupa lugar y, por tanto, implica dedicarle tiempo para que se asiente en los cerebros.

Tema aparte es la situación de la jefatura del Estado en Gaigé. El Rey, convertido en un títere de los revolucionarios republicanos y separatistas incrustados en el Gobierno, y a pesar de su esfuerzo por mantener una trayectoria ejemplar (incluido su casorio con una plebeya, de indiscutible nivel cultural y buen juicio), sufre vejaciones continuas. Su padre es tratado como un delincuente, sus hermanos y ex cuñados ridiculizados, sus sobrinos, objeto de burla y cachondeo. Esta semana ha publicado la Casa Real su patrimonio, Es el jefe de Estado más pobre del planeta, y lo que acredita como su fortuna personal es producto de su ahorro como empleado del Estado. Esta claridad en las cuentas sería de agradecer  a todos los que alimentamos para que nos gestionen la cosa pública; no será el caso y, por lo poco que sabemos de las relaciones que ligan a ministros y altos cargos centrales y regionales, responsables de empresas, alcaldes, terratenientes, fortunas embozadas, ladrones de guante blanco y oscuro, solo podemos intuir que el entramado que se mueve en Gaigé es muy oscuro.

El caso Pegasus, de supuesto espionaje a independentistas catalanes, rentabilizado por ellos mismos, como instigadores de la trama, ha puesto contra las cuerdas la continuidad de la ministra Robles (Margarita), responsable del CNI (Centro Nacional de Inteligencia, núcleo legal de los espías). Se ha creado una comisión para esclarecer quién ordenó el seguimiento de las actuaciones de delincuentes que están en el gobierno o lo apoyan. El discursito de la ministra de Defensa en el Congreso, preguntando qué habría que hacer cuando se sabe que existen individuos que pretenden destruir el Estado, resultaría patético, sino fuera porque estamos en Gaigé, el País de los Despropósitos.

Nota adicional.- De manera sorprendente, en la mañana de hoy, en que se conmemora el levantamiento del pueblo de Madrid contra la invasión francesa -más de 200 años han transcurrido de esa gesta, que tiene en la aguerrida defensa de Ucrania contra la agresión rusa su parangón igualmente heroico-, el ministro de Presidencia y portavoz del Gobierno ha convocado de urgencia una rueda de prensa. Ha anunciado, en tono grave, que el presidente Sánchez y la ministra Robles llevan más de un año siendo espiados con el programa Pegasus. El CNI, por lo que entendí, descubrió la grave situación, cuya responsabilidad atribuyó a una entidad “exterior”, hacía solo 24 horas. Esto es Gaigé.

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Duodécima Crónica desde el País de Gaigé

24 abril, 2022 By amarias Dejar un comentario

La semana que termina el 24 de abril ha sido pródiga en pequeños acontecimientos a los que se ha dado una gran trascendencia en Gaigé.

En mi opinión, el más significante de entre los protagonizados por el presidente Sánchez ha sido la visita a Kiev, en donde se encontró con el presidente ucranio, metido éste de hoz y coz, después de dos meses de defenderse de la invasión del sátrapa Putin, en una guerra sin fin. Sánchez, ya en campaña electoral frente al crecimiento del nuevo PP de Feijóo, ha prometido camiones y vehículos ligeros.

El rostro cansado de Zelenski agradeció el detalle, pero volvió a pronunciar su deseo explícito de lo que necesita su país: Más armas. No solo se enviará material de transporte, sino también especialistas en neutralización de minas y en la identificación de señales de tortura o trato vejatorio en los cadáveres que la retirada (momentánea) de las tropas rusas, bielorusas y chechenas han dejado al descubierto en Buscha y otras ciudades abismadas por la furia expansionista del loco del Kremlin y sus secuaces.

Por cierto, que se ha juzgado en círculos militares como un desliz imperdonable desde el punto de vista de la estrategia militar, un crecido presidente de Gaigé haya filtrado que el envío de apoyo bélico se realizará por medio del buque Ysabel y a través de la frontera con Polonia, en un viaje que iniciará de inmediato y que durará una semana, pues expone a éste a un ataque ruso.

La tensión política en Gaigé suben enteros cada día. La amenaza de ruptura de la coalición de gobierno parece ya un leit motiv del panorama. Por una parte, se debe registrar la oposición de algunos miembros del Gabinete a enviar armamento y apoyo estratégico (y hasta sicológico) a Ucrania. Muy expresivamente, ante esa resistencia expresada por ministros como Montero y Garzón, la ministra de Defensa (convertida, a su pesar, en ministra de la Guerra) Margarita Robles, ha indicado que “si alguien cree que se puede negociar con Putin por la vía diplomática, que lo haga”.

El otro y nuevo punto de tensión lo conforma el “caso Pegasus”, por presunto  espionaje (según indicios, por el CNI) a los independentistas catalanes, hoy socios de gobierno.

Como era de sospechar, el asunto de las comisiones lujuriosas por mascarillas y guantes al inicio de la pandemia, entra en la fase del “y tu más”.

El nuevo Presidente del PP se ha aupado a su puesto con tanta energía que parece haber estado allí toda su larga vida política. Sin sentirse frustrado por la reunión sin acuerdos que mantuvo con Sánchez hace apenas una semana, ha elegido la vía singular de enviarle una carta al “Querido Presidente”, con más de cien puntos, entre los que destaco la exigencia de reducción de impuestos, la prolongación de la vida de las centrales nucleares y la renta mínima a las clases más necesitadas. Un golpe  bajo la línea de flotación de la incómoda singladura que se prevé para el resto de la legislatura.

La victoria de Macron en Francia sobre Le Pen, que le garantiza cinco años de presidencia pero no un Paramento a la medida (al contrario), abre incógnitas sobre el liderazgo en la Unión Europea, perdida para la Historia la canciller alemana Merkel, que ha cedido los trastos de ordenar el girigay europeo en un gris Scholz y, sobre todo, habiendo recibido un golpe irrecuperable por su amistad con Putin, en el que confió el futuro energético de Alemania.

 

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Carta abierta a la Ministra Margarita Robles

22 enero, 2019 By amarias Dejar un comentario

Querida Ministra de Defensa:

Te ruego, ante todo, disculpas por el tratamiento confianzudo. No nos conocemos más que “de vista”, pero prefiero no encabezar mi carta con el formulismo de “estimada”, pues, tratándose de alguien ahora dedicada a la política, no deseo ser interpretado (ni bien ni mal) por razón de un ambiguo adjetivo calificativo.

Más justificada está la proximidad gramatical entre colegas al ser yo también licenciado en Derecho, aún reconociendo que mi currículum no soportaría la comparación con el tuyo, plagado de reconocimientos y méritos.

Parece ser que, además de por tu excelente trayectoria profesional, entre las razones no curriculares que contaron para tu designación como Ministra de Defensa por el actual presidente español, Pedro Sánchez, se encontraba la de tu calidad de persona ajena al escalafón militar. Después de siete meses de ejercer la más alta posición sobre las delicadas cuestiones que afectan a las Fuerzas Armadas y a la Inteligencia, pocas cosas te serán ya ajenas, dada tu capacidad y perspicacia.

Permite, sin embargo, que desde los entresijos de la llamada sociedad civil, en la que los militares suelen situarnos a los que no tenemos ni tuvimos vinculación laboral, funcionarial ni política, con los Ejércitos, exponga mi posición respecto a algunas cuestiones que afectan a la organización de la Defensa española.

No pretendo ser original. Me guía el deseo de expresar las inquietudes y reflexiones propias de un ciudadano preocupado por las cuestiones que afectan al devenir de las guerras  y la defensa de la población y territorio en el que  desea mantenerse con libertad y sin sobresaltos, frente a los enemigos (reales, potenciales o imaginados) de ese orden. También me interesa expresar cómo entiendo que esos valores deberían ser apreciados por el ciudadano desarmado.

Creo que estamos todos de acuerdo en que la organización y gestión de las Fuerzas Armadas no puede ser enfocada desde una posición de partido político. La Política de Defensa ha de ser apolítica, consensuada por la mayoría ciudadana y, en la medida de lo posible, transparente.

En relación con ello, he escuchado muchas veces -seguro que tú, miles de ellas- que es importante que la ciudadanía tenga una “cultura de Defensa”. El término no es una entelequia, pero me parece que no existe  consenso en lo que significa la aplicación práctica de este concepto y, por ello, supongo que tampoco existe acuerdo sobre lo que implica definir los dos elementos que lo componen: “cultura” y “defensa”.

Si se refiere el término a la traslación a la ciudadanía, con trasparencia, de los asuntos que podrían afectar a la independencia del país, a su seguridad interna y externa, a los riesgos detectados o futuros para la paz, al número y dotación de los efectivos humanos y medios materiales para la defensa de la población y territorio ante los peligros que la puedan perturbar y, en fin, a la identificación de las tecnologías, procedencia de las mismas, y dotación para las inversiones que permitan abordarlos con solvencia, seguramente todos estaríamos de acuerdo en que hay que conservar alguna reserva.

Si se tiene consciencia de que el enemigo potencial existe y tiene los medios para eventualmente poner en riesgo la paz y la seguridad que queremos mantener, resulta obligado un cierto nivel de secretismo. No se deben enseñar las cartas propias a quien puede hacernos daño. El enemigo potencial debe saber que tenemos forma de defendernos a nivel igual o superior al de su capacidad para atacarnos.

La cultura de defensa habrá de referirse, pues, a propiciar aquellos elementos de simpatía y confianza hacia quienes se ocupan y ocuparán de defender ese orden. Y ello pasa por la creación y mantenimiento de un alto nivel de empatía con las fuerzas de seguridad del Estado, trasmitiendo la tranquilidad a la población de que nuestros representantes, políticos y funcionariales, saben cómo actuar ante los riesgos y amenazas.

Me gusta, como a ti, la teoría, pero mucho más aún me atrae la realización práctica de las ideas. Puedo imaginar unas Fuerzas Armadas ideales, a nivel de las mejores del mundo (aunque me faltaría conocimiento concreto de las tecnologías más avanzadas) y, por eso, soy consciente de que nos encontramos en la necesidad de definir nuestra posición, no como país intermedio, sino como un país pequeño, con menos de cincuenta millones de habitantes y cuyo atractivo estratégico para terceros es su ubicación en el extremo occidental de Europa y su cercanía al Africa magrebí.

Desde esa perspectiva, el riesgo de conflicto podría venir del vecino del que nos separa una corta distancia geográfica y una gran diferencia en PIB (Marruecos), país en el que tenemos dos enclaves geográficos históricos (Ceuta y Melilla, “ciudades autónomas”), y desde el que incluso la visión de las Islas Canarias podría aparecer como una ambición territorial apetitosa.

Si a alguien le parecen elucubraciones estas reflexiones, le recordaría las dificultades de la metrópoli para defender agresiones territoriales de las posesiones alejadas, ya fueran Cuba, Puerto Rico o Filipinas, o, en órdenes no solo militares, la desastrosa gestión de los intereses de la población local en el Sáhara occidental, el abandono apresurado de la “provincia de ultramar” -así la estudiábamos los ancianos de la tribu- que fue la región de Sidi Ifni, y, como ejemplo traído con alfileres, pero posiblemente significativo de la ignorancia de las distancias que separan la falsa creencia de la realidad factual, la chusca e inexplicable referencia al meridiano de Greenwich al que el ex ministro de Industria Soria hizo pasar por Canarias.

No dudará nadie que debemos disponer de unas Fuerzas Armadas suficientes para cumplir con el objetivo que se acuerde. ¿Cuál es ese? Me da la impresión de que en relación con este asunto se actúa desde la inercia o, peor aún, desde el inmovilismo. No se quiere reconocer, menospreciando que la situación mundial ha cambiado, que los riesgos para la paz no son los mismos que hace una década y, que los bloques económicos -que son los que, a la postre-, determinan los intereses y, en consecuencia, señalan la dirección para las amenazas, se están reorganizando.

Un país pequeño debe contar con alianzas estables y firmes con los poderosos. No tengo duda de que, por razones históricas, geográficas y económicas, la Unión Europea es esa referencia. Pero si falta la unión económica o está debilitándose la que había, la situación de vulnerabilidad aumenta y, desde ella, no puede construirse una Unión de Defensa. En el fortalecimiento de la unión económica ha de verse la base para una política de defensa común europea, en la que, por supuesto, debe haber una jefatura única, subordinada al poder político europeo, una distribución de responsabilidades y una total coordinación respecto a las inversiones, tipo de armamento, investigación tecnológica y efectivos humanos. También, coordinación absoluta en la diplomacia internacional.

Estamos lejos de ese desiderátum y, por lo tanto, somos colectivamente, vulnerables y, en lo que a España se refiere, particularmente frágiles. Nuestra fragilidad se incrementa desde la percepción de que es precisa una dotación importante en armamento y equipamiento relativamente avanzado, que no producimos, que no podemos pagar y, lo que es más grave, no tenemos dotación para mantener.

Te pediría, ministra, que exijas a quienes saben del tema, que te concreten, sin ambages, sin circunloquios, desde la total libertad pero con la máxima seriedad, qué tipo de equipamiento (humano, material, tecnológico), se necesita para responder ante aquellos riesgos concretos que los expertos en defensa y diplomacia internacional hayan detectado. Que esos expertos trabajen en sus recomendaciones en dos niveles: la consecución de una autonomía suficiente frente a las amenazas más singulares y cuyo riesgo se vea como más personalizado, y la integración de los medios propios en la defensa frente a los peligros y actuaciones que se consideren europeos.

No es asunto menor el análisis profundo de la situación del personal de las Fuerzas Armadas. La carrera profesional del personal de tropa y marinería, de los oficiales y jefes, exige una revisión que es urgente abordar. Para hacer esta afirmación tan delicada me baso, sobre todo, en la rápida evolución tecnológica, que ha hecho aparecer nuevas oportunidades y riesgos, y que supone un entronque, muy superior al tradicionalmente admitido, entre la estructura empresarial civil y la militar. La gran mayoría de las tecnologías son ya, irreversiblemente, de doble uso: las comunicaciones, los materiales, la energía, el transporte…no pueden considerarse ni militares ni civiles.

Las amenazas no vendrán, con mayor probabilidad, sobre el terreno: serán aéreas, se transmitirán como virus informáticos, captación de información, mensajes encriptados, drones, misiles teledirigidos e indetectables. El desarrollo y conocimiento preciso de la energía nuclear -para usos pacíficos como militares- obliga a convencer a la población de que no podemos abandonar su control, desarrollo y uso. Lo mismo cabría decir de la imperiosa necesidad de coordinar las investigaciones y desarrollos en materiales especiales, transporte híbrido, reutilización de residuos, aprovechamiento máximo de recursos, etc.

Y sí, es necesaria la concienciación y participación de la población civil en este esquema. Hay que educar, en particular a los jóvenes, en los conceptos de solidaridad, seguridad, patriotismo, valores. No se está haciendo bien, y no soy derrotista al expresar esa tremenda carencia. Si no sabemos apreciar lo que tenemos, lo que cuesta mantenerlo, no podremos defenderlo. Me parece imprescindible el encaje entre lo militar y lo civil. En todos los órdenes. Se que muchos militares de carrera hablan de la vocación militar, y lo hacen con orgullo, pero no me parece que exista tan diferenciada. No creo en las vocaciones. No puedo imaginar que exista una vocación para defender la Patria y, en su caso, morir por ella.

Nadie desearía morir por defender unos valores ambiguos, indefinidos, pero seríamos capaces de defender con uñas y dientes lo que afecta a la integridad de nuestra familia, a lo que perjudicaría nuestro bienestar de manera irreversible, lo que impediría nuestro desarrollo como personas, lo que nos supusiera la pérdida de esferas de libertad que consideráramos sustanciales. Y tú, como jurista, como magistrada, sabes bien que el derecho fija un marco de convivencia pactado o impuesto desde la autoridad, pero, en su aplicación, debe ser la última ratio: lo deseable es que todo ciudadano cumpla la ley sin necesidad de que se le sancione.

Querida ministra, tienes un trabajo importante ante ti y no vas a tener tiempo para acometerlo. Sin embargo, te cabe la opción y tienes por ello la responsabilidad, de abrir el camino para que se logre un consenso en el papel a desarrollar por las Fuerzas Armadas, en la definición de las bases de la carrera profesional de sus funcionarios (sin fantasías, con salarios dignos, con objetivos claros), en la apertura pública de una discusión sobre lo que es una cultura de defensa (sin teoricismos, sentimentalismos, ni medias verdades) y, en fin, en la imperiosa necesidad de integrar la política de defensa en una política de Estado.

Gracias por haber llegado hasta aquí, ministra. He dejado muchos temas en el tintero, de ellos, una buena cantidad también importantes. Los expertos de verdad te ampliarán, con seguridad, ese elenco de asuntos que deben figurar en la cartera de Defensa e Interior. Si no les estás preguntando, hazlo y, por favor, cuando se convoque un debate en el que participen sobre cuestiones que atañen a esas cuestiones clave de tu departamento, no te vayas después de inaugurar la Jornada, quédate a la discusión o promuévela desde tu despacho.

Con todo respeto


La fotografía, tomada en otoño en Villafáfila (Zamora) recoge a un grupo de grajillas (corvus monedula) en vuelo hacia los dormideros comunales. Tienen el pico grueso de los córvidos y son gregarias y estridentes. Se distinguen de otros córvidos de color negro (chovas, cornejas, cuervos, grajas, etc.) por su menor tamaño y, sobre todo, por el ojo blanco. También, vistas de cerca, por su plumaje gris plateado en la nuca.

 

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