Al socaire

Blog personal de Angel Arias. La mayor parte de los contenidos son [email protected], aunque los dibujos, poemas y relatos tienen el [email protected] del autor

  • Inicio
  • Sobre mí

Copyright © 2023

Usted está aquí: Inicio / Archivo de alergia

Cuento de primavera: Lo que faltaba

9 mayo, 2014 By amarias Deja un comentario

Cucusfato, agradecido a la par que confuso, no estaba decidido a intercambiar muchas más palabras con el desconocido que le había pagado el billete del autobús, amén de ser el causante indirecto del regalo de la vestimenta que llevaba.

Pero el trayecto entre Guadalatejo y la capital de la comarca, aunque de apenas setenta kilómetros, que hubieran podido cubrirse a buena marcha en poco más de una hora, se alargaba durante dos y media, debido a las paradas que el vehículo se veía obligado a hacer en cada pueblo del recorrido.

-Así que eres un escapado de la clausura -le provocaba el benefactor-. ¿No te gustaba la carne que tenías a disposición? ¿Preferías el pescado?

Cucusfato callaba.

-Mi hijo estaba ya terminando el bachillerato cuando se le presentó una alergia de la que no teníamos ni idea que podía existir. La llaman alergia acuagénica. ¿Sabes lo que es? -Cucusfato negó con la cabeza, viéndose incapaz para evadir la explicación. El otro prosiguió:

-Parece que estaba provocada por un medicamento que le dieron para curarse de las anginas.  Fue a más, cada vez. No podía ni ducharse, ni bañarse. Se hizo sensible hasta sus propias lágrimas o el sudor.  ¿Te imaginas lo que puede ser eso?

Cucusfato no se lo imaginaba, pero sí entreveía al pobre primer poseedor de la chaqueta que portaba, muriéndose de un grave disgusto, que le habría provocado un mar de lágrimas. Así que, curioso y comprensivo por una vez con el caso, expresó, con lástima:

-¡Qué muerte tan terrible!

-No, no. No murió de eso. La alergia estaba controlada, por fortuna. Murió por unas fiebres reumáticas, como te dije, que se complicaron con una afección cardíaca. Padecía del corazón desde niño, el pobre.

Por fin, el autobús de línea llegó a las cocheras de la ciudad, en donde tenía su última parada. Cucusfato se despidió del amable pasajero que le había estado dando tan sutilmente la tabarra, y se encaminó a la dirección que correspondía a la Notaría.

Era cierta la sospecha de que el Notario titular había cambiado. Pero en los protocolos de la Notaría subsistían los archivos que correspondían a las disposiciones testamentarias de sus padres que, previsoramente -y por presagios de lo que podía sucederles que no viene al caso detallar- habían dejado escritas para el momento en que pudiera sucederles algo.

La titular de la Notaría acogió al muchacho con simpatía.

-¿Cucusfato García, dices que te llamas? ¿Tienes algún documento de identidad contigo?

Cucusfato le enseñó el Libro de Familia que llevaba, y la funcionaria lo analizó con detalle profesional.

-¡Ah, sí, está claro¡ -dijo, tendiéndole el documento-. Pero aquí dice que los hijos de tus padres se llamaban Teodofrosio y Cucusfata. Tu no puedes se Cucusfato, sino Teodofrosio, el mayor.

Cucusfato-Teodofrosio se agarró instintivamente a la silla.

-¿Cómo así?

-Aquí puedes verlo, muchacho. Aunque con letra casi ilegible, pone “varón” -bueno, en realidad, solo se distingue la “v” de todos estos signos caligráficos indescifrables. Así que tú tienes que ser Teodofrosio, y tu hermana, la menor, Cucusfata.

-Quiere esto decir…-elucubró el muchacho.

-Es evidente que tú tienes en este momento dieciocho años y siete meses, es decir, estás perfectamente en plazo para tomar posesión de la herencia que te corresponde.

Teodofrosio dio gracias a Dios por haberle concedido la gracia que le había pedido de manera tan singular.

-Llamaré de inmediato al albacea, para que comparezca y te explique las gestiones que ha llevado a cabo en este tiempo con el patrimonio, y puedas tomar posesión de él.

No fue compleja la localización del albacea, que resultó ser un amigo del Notario que había ocupado la plaza anteriormente, hombre de extremada pulcritud en las cuestiones de los negocios,  quien expresó, luego de las presentaciones, un alivio de trasladar el resultado de sus gestiones a quien era legítimo titular de esos desvelos.

-Fue cuestión de suerte, sin duda, más que de perspicacia -explicó al muchacho, que estaba ya repleto de las emociones que la salida del convento le estaba deparando-. He invertido la mayor parte de los dineros y rentas derivadas de las posesiones de tus difuntos padres en acciones de una compañía de tecnología coreana, y, como no deseaba complicaciones, he ido suscribiendo todas las ampliaciones de capital. En este momento, eres propietario mayoritario de la sociedad, que tiene sus tentáculos en todo el mundo y es uno de los líderes mundiales.

Teodofrosio no pudo evitar derramar algunas lágrimas de alegría y, llevado de un impulso repentino, se levantó del asiento y abrazó al albacea, que, igualmente sensible con el afecto manifestado, lo acogió entre sus brazos, conmovido.

Siendo hombre devoto, por otra parte, no olvidó confesar su pecado de haber creído que las monjas y, en particular, su hermana Cucusfata -ahora, de novicia, Hermana María Indulgente de los Desamparados-, le habían hecho una jugada.

FIN

 

 

 

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias, Sin categoría Etiquetado como: acuagénica, agua, albacea, alergia, clausura, condición, cuento, cuento de primavera, edad, notario

Cuento de primavera: Síndrome y Alergia

10 abril, 2014 By amarias Deja un comentario

Al llegar cada primavera, Alergia salía de su letargo. Los muchos días que había pasado en su guarida invernal, sin apenas comer ni beber, le desarrollaban un feroz apetito, que procuraba saciar como podía. Le gustaban mucho, en especial, algunas partes sensibles de los humanos, siendo las narices, los ojos y la piel de las mujeres y niños, el bocado o exquisitez por antonomasia.

Síndrome era un joven apuesto y versátil -para ser lo que era-, que habitaba también en el Paraje, llamado de Las Molestias, Enfermedades y Catarros Apestosos por los humanos. Contrariamente a lo que pudiera parecer a primera vista, no era un Paraje siniestro -a pesar del nombre- pues había multitud de lugares encantadores, en los que se podía disfrutar de momentos muy apacibles y satisfactorios.

Uno de esos lugares era, sin duda, el Paraíso de la Inocencia, en el que se encontraban habitualmente la inmensa mayoría de los niños humanos. También pasaban por allí, de cuando en vez, algunos adultos, que se olvidaban, chapoteando en las tranquilas aguas de la Ignorancia Supina o de la Laguna de la Buena Fe, de sus problemas y dificultades.

Alergia estaba buscando niños en el Paraíso de la Inocencia, con la intención de tocarles un poco las narices y ponerse morada llenando de granos la cara a unos cuantos infelices, cuando se encontró con Síndrome.

-¡Eh! ¿Qué haces aquí? -le chilló, con su voz bastante desagradable- ¡Esta zona es mía! ¿No me ves que estoy cazando y me estás espantando mis presas?

-Aquí no hay exclusivas -explicó Síndrome, que la miró con desprecio (había oído hablar antes de Alergia y no le caía simpática, y se había hecho a la idea de que era barullera y enredadora)-. Además, no somos incompatibles. Podemos chuparles la sangre y las ideas a los mismos, aunque lo normal sería que tú, que eres casi omnívora, te dedicases a otros animales y me dejases a mí libre el campo de los humanos , que es. en realidad, mi especialidad. Además, he quedado en verme con Tourette, Asperges, Down, West y otros sabios en Estocolmo antes de que caiga el día, y tengo prisa.

-Tururú, corneta. No quiero compartir víctimas contigo , por si te cabían dudas, te diré que  me gustan, como a ti, los humanos más que a una mosca la mierda. Mi fórmula de trabajo es, además, similar a la de las hormigas cuando crían con los pulgones. Cuando me dedico a una víctima, la ordeño. La tengo ya como cliente para toda la vida -se explicó Alergia, que tenía una idea más bien confusa de cómo sucedían las cosas en el Paraje de las Molestias, o había sido contagiada por la Ignorancia Supina, sin saberlo (y, además, como se habrá podido comprobar, era un tanto bruta y mal hablada).

-Mira, Alergia, soy yo quien no quiere discutir -dijo Síndrome-. Al fin y al cabo, somos colegas, si bien cualquier que nos vea de forma objetiva, reconocería que, si fuéramos equipos de fútbol, tú jugarías en regional y yo en primera división -(Alergia torció la cabeza)-. Voy a tomar para mí cuatro o cinco grupos de niños de este Paraje y me dedicaré, el resto de mi tiempo, a alimentarme fundamentalmente de los adultos.

-Haz como quieras -concluyó Alergia-. Después de todo, a mí no me faltan recursos, porque a cada instante se me ocurren nuevas formas de apropiarme de la salud de los humanos, hasta el punto que hoy por hoy casi nadie deja de ser cliente, quiero decir, víctima, mío.

Dicho y hecho, Síndrome se dio un paseo por el Paraíso de la Inocencia y, sin importarle un comino el daño que estaba haciendo, tomó unos cuantos niños y se implantó en ellos, causándoles terribles daños a algunos y a otros, una notable desorientación que se derivó en un gran disgusto para sus papás, cuando fueron a recogerlos.

Y luego de haber clavado su mala uva en aquellos infantes a los que marcó para siempre, se fue tan campante hasta las Marismas de la Mala Suerte, en donde se lió con Complejos, una arpía de finísimo olfato y gran actividad sexual, con la que tuvo una descendencia casi infinita.

Esta es la razón por la que en el Paraje de las Molestias, cada vez hay más variantes de Síndromes, Complejos y Alergias. Aunque los humanos se esfuerzas en poner barreras de tranquilidad en algunos sitios -uno de los más defendidos es el Castillo de las Pastillas y Placebos-, no han conseguido gran cosa, relativamente hablando, pues lo que recortan por un lado, los monstruos malignos amplían con creces por otro. Por cierto, enfrente de ese Castillo está situado la Fortaleza de las Intervenciones Quirúrgicas, y los guardianes de ambas tienen, a veces, unos encontronazos de tomo y lomo, defendiendo cada uno su parcela.

De cualquier manera, más tarde o más temprano, todos los humanos (como los demás seres vivos), llega un momento en el que, al menor descuido, caen en las garras de monstruos mucho más dañinos, de rostros variadísimos, a los que han puesto los nombres de Tumor Maligno, Infarto de Miocardio, Choque Anafiláctico, Septicemia, etc., que les conducen, de manera más o menos acelerada, a los umbrales de La Muerte, que rodea, sin que nadie haya encontrado hasta ahora la salida, todo el Paraje.

FIN

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias, Sin categoría Etiquetado como: alergia, cuento, cuento de primavera, molestias, muerte, síndrome

Entradas recientes

  • Cuentos para Preadolescentes (12)
  • Cuentos para preadolescentes (11)
  • Cuentos para preadolescentes (10)
  • Cuentos para Preadolescentes (9)
  • Cuentos para preadolescentes (7 y 8)
  • Por unos cuidados más justos
  • Quincuagésima Segunda (y última) Crónica desde Gaigé
  • Quincuagésima primera Crónica desde el País de Gaigé
  • Cuentos para Preadolescentes (6)
  • Cuentos para preadolescentes (5)
  • Cuentos para preadolescentes (4)
  • Cuentos para Preadolescentes (3)
  • Quincuagésima Crónica desde el País de Gaigé
  • Cuentos para preadolescentes (2)
  • Cuentos para preadolescentes

Categorías

  • Actualidad
  • Administraciones públcias
  • Administraciones públicas
  • Ambiente
  • Arte
  • Asturias
  • Aves
  • Cáncer
  • Cartas filípicas
  • Cataluña
  • China
  • Cuentos y otras creaciones literarias
  • Cultura
  • Defensa
  • Deporte
  • Derecho
  • Dibujos y pinturas
  • Diccionario desvergonzado
  • Economía
  • Educación
  • Ejército
  • Empleo
  • Empresa
  • Energía
  • España
  • Europa
  • Filosofía
  • Fisica
  • Geología
  • Guerra en Ucrania
  • Industria
  • Ingeniería
  • Internacional
  • Investigación
  • Linkweak
  • Literatura
  • Madrid
  • Medicina
  • mineria
  • Monarquía
  • Mujer
  • País de Gaigé
  • Personal
  • Poesía
  • Política
  • Religión
  • Restauración
  • Rusia
  • Sanidad
  • Seguridad
  • Sin categoría
  • Sindicatos
  • Sociedad
  • Tecnologías
  • Transporte
  • Turismo
  • Ucrania
  • Uncategorized
  • Universidad
  • Urbanismo
  • Venezuela

Archivos

  • marzo 2023 (1)
  • febrero 2023 (5)
  • enero 2023 (12)
  • diciembre 2022 (6)
  • noviembre 2022 (8)
  • octubre 2022 (8)
  • septiembre 2022 (6)
  • agosto 2022 (7)
  • julio 2022 (10)
  • junio 2022 (14)
  • mayo 2022 (10)
  • abril 2022 (15)
  • marzo 2022 (27)
  • febrero 2022 (15)
  • enero 2022 (7)
  • diciembre 2021 (13)
  • noviembre 2021 (12)
  • octubre 2021 (5)
  • septiembre 2021 (4)
  • agosto 2021 (6)
  • julio 2021 (7)
  • junio 2021 (6)
  • mayo 2021 (13)
  • abril 2021 (8)
  • marzo 2021 (11)
  • febrero 2021 (6)
  • enero 2021 (6)
  • diciembre 2020 (17)
  • noviembre 2020 (9)
  • octubre 2020 (5)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (8)
  • junio 2020 (15)
  • mayo 2020 (26)
  • abril 2020 (35)
  • marzo 2020 (31)
  • febrero 2020 (9)
  • enero 2020 (3)
  • diciembre 2019 (11)
  • noviembre 2019 (8)
  • octubre 2019 (7)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (4)
  • julio 2019 (9)
  • junio 2019 (6)
  • mayo 2019 (9)
  • abril 2019 (8)
  • marzo 2019 (11)
  • febrero 2019 (8)
  • enero 2019 (7)
  • diciembre 2018 (8)
  • noviembre 2018 (6)
  • octubre 2018 (5)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (5)
  • junio 2018 (9)
  • mayo 2018 (4)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (8)
  • febrero 2018 (5)
  • enero 2018 (10)
  • diciembre 2017 (14)
  • noviembre 2017 (4)
  • octubre 2017 (12)
  • septiembre 2017 (10)
  • agosto 2017 (5)
  • julio 2017 (7)
  • junio 2017 (8)
  • mayo 2017 (11)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (12)
  • febrero 2017 (13)
  • enero 2017 (12)
  • diciembre 2016 (14)
  • noviembre 2016 (8)
  • octubre 2016 (11)
  • septiembre 2016 (3)
  • agosto 2016 (5)
  • julio 2016 (5)
  • junio 2016 (10)
  • mayo 2016 (7)
  • abril 2016 (13)
  • marzo 2016 (25)
  • febrero 2016 (13)
  • enero 2016 (12)
  • diciembre 2015 (15)
  • noviembre 2015 (5)
  • octubre 2015 (5)
  • septiembre 2015 (12)
  • agosto 2015 (1)
  • julio 2015 (6)
  • junio 2015 (9)
  • mayo 2015 (16)
  • abril 2015 (14)
  • marzo 2015 (16)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (16)
  • diciembre 2014 (24)
  • noviembre 2014 (6)
  • octubre 2014 (14)
  • septiembre 2014 (15)
  • agosto 2014 (7)
  • julio 2014 (28)
  • junio 2014 (23)
  • mayo 2014 (27)
  • abril 2014 (28)
  • marzo 2014 (21)
  • febrero 2014 (20)
  • enero 2014 (22)
  • diciembre 2013 (20)
  • noviembre 2013 (24)
  • octubre 2013 (29)
  • septiembre 2013 (28)
  • agosto 2013 (3)
  • julio 2013 (36)
  • junio 2013 (35)
  • mayo 2013 (28)
  • abril 2013 (32)
  • marzo 2013 (30)
  • febrero 2013 (28)
  • enero 2013 (35)
  • diciembre 2012 (3)
abril 2023
L M X J V S D
 12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
« Mar