A Gaigé se le ha puesto cara de vacaciones, pero la realidad es que pocos se atreven a tomarse ese asueto. Porque no faltan preocupaciones importantes, en el orden interno e internacional, que invitan a permanecer en casa e incluso con las persianas bajas. Para protegerse del calor y de la tormenta que se supone estallará en cualquier momento (amenaza de ampliación de la guerra en Ucrania a territorios de la Unión, invasión de Taiwan por China y, como más verosímil aún, la reducción de los suministros eléctrico y de agua en Gaigé).
Voy por partes: la familia real se ha desplazado a Mallorca, fijando su residencia de verano por unos días en Marivent, el palacete estatal en donde ya se encontraba la reina de antes, Doña Sofía. Sigue en paradero conocido pero con orden de no volver a España, el denostado rey Juan Carlos, cada vez más asediado por las amistades peligrosas que puede suponer su largo afincamiento en Abu Dahbi, donde continúa purgando desde hace dos años su poco juicio con las faldas y con las comisiones por las que se le premió su mediación para conseguir contratos de ensueño para las constructoras españolas.
Las fotografías difundidas por la prensa oficial muestran, entre otras instantáneas, a las cuatro mujeres de la familia real (las reinas de antes y de ahora, Sofía y Leticia, la princesa de Asturias, Leonor y la infanta Sofía) luciendo palmito y pierna bronceada (las tres últimas citadas). No me parece oportuno el despliegue de ebúrnea naturaleza castigada por el sol o por las pócimas de la reina plebeya, pues aunque nadie puede prohibirle mostrar hasta donde le peta sus encantos, alguien debiera pensar que esa demostración de lozanía y bien pasar no ayuda a aumentar el amor por la monarquía en el país del Gaigé donde, a despecho de las cifras que se difunden por el Gobierno de forma triunfalista, hay sentimiento de crisis avanzando.
El rey Felipe, cumpliendo con su misión de hacer de tripas corazón aparecer allí donde se le invite, incluso para recoger improperios, se fue a la toma de posesión de Petro ( Gustavo), presidente de Colombia y terrorista arrepentido del M-19-según dice-. Le acompañaba el ministro Albares (José Manuel).
Horas bajas para la Ministra de Energía, Ribera (Teresa), que acapara titulares en los periódicos de Gaigé por su decreto-ley en el que en 80 páginas desarrollar las medidas ordenadas para reducir el consumo energético. La oposición popular y también algunos presidentes autonómicos acusan de no negociada y en algunos puntos desorbitada la redacción, que, sin embargo, los especialistas coinciden en estimarla necesaria y urgente en su concepción. Porque se aproximan, a toda velocidad, un otoño y un invierno muy exigentes, con el grifo del gas ruso cerrado, y Alemania en situación de desesperación energética por el cierre de nucleares y plantas de carbón ordenado por Merkel (Angela) en su despedida como canciller.
El enfado de Argelia con Gaigé por la cercanía expresada con Marruecos en una carta ininteligible en semántica e incomprensible como estrategia en política exterior, se mantiene. El gas argelino que se nos niega marcha ahora en dirección a la Italia donde Draghi (Mario), en un último acto de servicio como Presidente del Consejo de Ministros, negoció unas condiciones favorables para el país que mejor partido sabe sacar a la Unión de Comerciantes europeos.
Siguen ardiendo los bosques y campos de Gaigé, reclamando recursos, agua y medidas urgentes. Cada día, varios fuegos se desatan en la geografía de este castigado país, que parece destinado a sufrir las plagas del deterioro ambiental con especial virulencia. Se sigue apreciando que demasiados de esos focos de destrucción son provocados por vecinos despechados o locos y favorecidos porque nadie cuida ahora los bosques (no son rentables) y los efectivos en los cuerpos de bomberos ni dan abasto ni tienen equipamiento de última generación. Me temo que, si han sido provocados algunos de esos incendios que tanto daño causan, los culpables no serán detectados y, si lo son, recibirán escasas penas o aparecerán como orates ocasionales para acabar yéndose de rositas para seguir incendiando.
Núñez Feijóo (Alberto) tiene dificultades para consolidar un discurso coherente y la fuerte personalidad de Ayuso (Isabel) no desaprovecha ocasiones para rivalizar con el presidente Sánchez (Pedro), cuyo carisma se apaga a ojos vistas. El viaje de consolación a Cáceres no ha aumentado su popularidad precisamente y hasta en Ucrania han empezado a dudar de su palabra.
Tiene apoyo esta última frase en que el asediado Zelenski (Volodomir) se queja de que el material prometido por el presidente de Gaigé en su viaje a Kiev no llega. Se sabe que los tanques Leopard que iban a ser entregados a Ucrania han sido rechazados en origen por la ministra Robles (Margarita), que los encontró inservibles y solo aptos para desguace. Se ofreció como alternativa mandar prendas de abrigo y bufandas, gesto cuya valoración por los bravos combatientes que están dándolo todo por su patria invadida, no se conoce.
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