El equipo de investigación, formado por una excelente combinación de expertos internacionales y locales, entregó, en el plazo acordado, el informe que se le había encargado. Su título era, por demás, significativo respecto al objetivo que se pretendía y que debería ser convenientemente glosado en la propuesta : “Plan estratégico para generación de empleo en el país de Valgamediós”.
Para su presentación pública, habían sido convocados en el Hotel Pritz, en la capital del mirífico país, representantes de los más diversos estamentos. La sala estaba llena.
Junto a ministros, empresarios, profesores universitarios, jueces, banqueros, periodistas, se sentaban, en lo que se había denominado modestamente “desayuno informativo”, destacados miembros de la sociedad civil, elegidos por sorteo: amas de casa, parados, jubilados, políticos, religiosos, enfermos de larga duración, ecologistas, y hasta eran distinguibles, por su color y fachenda, un inmigrante clandestino y un pobre de solemnidad, incorporados en el último momento como nota aún más exótica.
La Dra. Cristopherinda Krubber, PhD. en Sociología y Desarrollo Corporativo (Soziologie und korporative Entwicklung), MSc. en Optimización de Recursos Ociosos por la Universidad de Cowford, se encargó de hacer la exposición del Resumen Ejecutivo del Informe, seguido con el obvio interés por el público asistente. Se había también previsto la trasmisión por internet (hash-tag #Jobcreation), aunque, lamentablemente, la instalación dejó de funcionar a los pocos instantes de iniciada la transmisión, por causas que se están investigando.
“Hemos analizado todas -bueno, casi todas- las posibilidades de creación de empleo para un país de tamaño medio, como Valgamediós, y comparádolas con las de un país de tamaño adecuado, es decir, grande. Desgraciadamente, no se cumplen las condiciones necesarias para emularlos. Valgamediós no tiene la masa crítica ni en empresas, ni en empresarios, ni en capital, ni en técnicos, ni en investigadores, ni en ganas, para poder competir con los países más desarrollados, teniendo en cuenta, además, que la tecnología avanza a un ritmo exponencial. -dijo la Dra. Krubber, mientras en la sala se oía el ruido de las cucharillas de batir el café y del delicado masticar de los pastelillos con crema y bocaditos de jamón york que se habían dispuesto en el centro de cada mesa.
“Lamento no tener un proyector para ilustrarles sobre esta idea -se excusó la dama, que utilizaba gafas de concha y llevaba un collar de perlas artificiales sobre un sueter demasiado apretado para su corpulenta factura.
“El equipo de expertos, que me he honrado en presidir, ha establecido como primera y fundamental conclusión, que, aunque se empezara ahora mismo a tratar de cubrir el gap existente con los países avanzados y el crecimiento fuera exponencial, no se les alcanzaría jamás -al menos, en un tiempo finito-, ya que ellos están a un nivel demasiado alto y como sus descubrimientos también avanzan exponencialmente, la distancia tecnológica con ellos es cada vez mayor.”
Hubo un movimiento de intranquilidad en la sala, debido a que uno de los asistentes recibió una llamada al móvil, que se había olvidado cambiar a “modo avión”. Se le oyó decir: “Te llamo luego. Estoy en una reunión”, antes de apagarlo.
La Dra. Krubber se quitó las gafas, para enfatizar mejor, y las mantuvo en su mano izquierda como ariete simbólico.
“El comité ha estudiado, por supuesto, las posibilidades de generar empleo verde. Sin embargo, al comparar la creación de empleo que se obtendría en Valgamediós por empresas que se dedicaran al cuidado y protección ambiental, presionando desde la legislación y las multas a infractores ecológicos, así como a la implantación de tecnologías de las llamadas “Green”, el efecto conjunto, sería la generación neta de desempleo, pues la incorporación de las externalidades ambientales a los costes internos de las empresas, causaría, en una buena parte de ellas, su inviabilidad. A este fenómeno hemos dedicado el capítulo de “desempleo verde”, que es obra personal del experto en paradojas, Dr. Andreas Cipote…perdón, Dr. Capirote.
Los asistentes habían sido invitados a realizar preguntas por escrito a la ponente y algunos -profesores universitarios en especial- garabateaban frenéticamente en las hojas preparadas al efecto, demandando a las azafatas que recogieran sus intervenciones, deseando en secreto que fueran seleccionados por el moderador para exponerlas de viva voz, ya que eso les daría visibilidad posterior para ser convocados a otros debates y mejorar su currículum académico.
“Muy interesante, y con esto ya termino -carraspeó la conferenciante- ha sido el estudio de la opción de generar empleo en el sector armamento. Es, sin duda, la propuesta más esperanzadora. Por una parte, el diseño y fabricación de armas, no importa su nivel de sofisticación, ayudaría a crear empleos en Valgamediós y podrían ser exportadas a países con un nivel de desarrollo aún inferior, y, muy especialmente, a aquellas zonas en las que existen conflictos bélicos, que, dicho sea de paso, no creemos factible provocar desde un país como éste, aunque se puede conseguir ayuda de algún otro más grande, en condiciones a analizar que se salen del marco de este informe.
En la sala se había creado real expectación, pues había entrado un equipo de televisión y estaba enfocando a las mesas sucesivamente
“Por otra parte, si se llegara a participar directamente en un conflicto armado, y hubiera bajas propias, los huecos generados podrían ser cubiertos por los que aún estuvieran vivos, que se incorporarían de esta forma inmediata al mundo laboral.
Se habían acabado los pastelillos de crema y en algunas mesas se reclamó por la escasez de las vituallas, impropias de un hotel de tal categoría. Sin esperar al debate, los asistentes que pertenecían a los principales sectores económicos y sociales de Valgamediós, salieron de la sala, ya que tenían programadas reuniones de trabajo.
“La mesa ha recibido muchas preguntas escritas, y no habrá, por desgracia, tiempo para formularlas a la ponente, pero podrán hacerlo a la dirección de correo electrónico que se les proporcionará a la salida.
Un tipo con cara de estar de vuelta de muchas cosas, y que estaba escuchando de pie la disertación, preguntó con voz potente, como quien hace música a capela:
-¿Alguien de ese grupo de expertos se molestó en analizar a dónde queremos ir en Valgamediós? ¿Solo se puede ser feliz si se tiene trabajo?
El silencio creado pareció a algunos una respuesta.
FIN
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