De vuelta en Madrid, después de la presentación de mi poemario “Sonetos desde el Hospital” de ayer, 12 de diciembre de 2019, en Gijón, quiero agradecer a todas las personas que han adquirido el libro su gesto con la Asociación Española Contra el Cáncer, del que yo me he constituido en simple transmisor de su generosidad. Como saben los lectores regulares de este blog, ya que he dedicado varias entradas al tema, soy el autor y editor de ese libro, con una edición de mil ejemplares. El volumen se vende a 10 euros, y todos los beneficios se destinan a la Asociación Española Contra el Cáncer de Asturias.
Tengo que agradecer su apoyo a los Colegios de Ingenieros de Minas del Noroeste y del Sur de España, a la Librería Cervantes, a la Librería Berceo, al Club de Prensa de la Nueva España, a la Casa de Cultura de Gijón, a la Escuela de Minas de Madrid, en la persona de sus responsables e interlocutores directos conmigo (Juan José, Vicente, Felipe, Daniel, Concha, Carlos, Verónica, Mario, Teresa, …)y a todos cuantos se involucraron en la venta -amigos, conocidos, aficionados a la poesía, pacientes, facultativos o cuidadores-, con una dedicación ejemplar.
A falta de la liquidación final y cuando ya se han vendido unos 800 ejemplares (la imprecisión procede de que tengo varios puntos de venta, además de los propios recitales y conferencias que he promovido: mis hermanos y cuñados, algunos amigos, internet y, no en último lugar,…mi apreciada oncóloga Teresa Alonso), he entregado ya 3.000 euros a esta Asociación, en cumplimiento del Contrato de Colaboración que tengo suscrito con ella.
Gracias a todos. A Margarita Collado y a Margarita Fuente, de la AECC, a Carlos Rodríguez, Joaquín de la Buelga, Luisa Alvarez de Toledo, Tachi García Oviedo, Conchita Fernández García,… que repitieron alineación en Oviedo y Gijón, leyendo cada uno dos sonetos del libro y ofreciendo comentarios sobre él y el autor que concedieron momentos de máxima emoción. Miguel Ángel de Diego puso las notas musicales en ambas localidades.
Gracias a Juan Carlos Rodríguez Ovejero, César Murias Pérez , José Manuel Pérez Díaz, que se brindaron igualmente para leer en Oviedo o Gijón, con la misma intensidad y generosidad. Orestes Barbachán acompañó con su magia percusionista a Miguel en Oviedo, y un acontecimiento luctuoso le impidió hacerlo en Gijón.
Gracias a José Luis Parra, Rafael Fernández Rubio, Jesús Atienza Serna, Maite González Aguado, Elena Domínguez Cañas, Eloy Alvarez Pelegry, Mercedes Alvarez Sierra, y a Guillermo Koerting, que conformaron el realce especial de la presentación en la Escuela de Minas de Madrid.
Gracias especiales, cómo no, a mis nietas Carlota y Sofía y a Enol, hijo y nieto de grandes amigos, que pusieron la simpatía desde sus ocho años, para leer un soneto cada uno, con una dicción y un gracejo insuperables.
Gracias con especial complicidad a Miguel Alarcos, que no solo hizo un serio estudio desde su visión de docto filólogo del poemario – no por ello falto de emotividad, por la relación personal que tenemos los Arias con la familia Alarcos-Martínez-, y que se involucró personalmente hasta el punto de poner propio fondo musical (es un compositor y músico de altura) a la Presentación de los Sonetos en la librería Cervantes y me dedicó, para cierre de su intervención, un acróstico pleno de calor e ironía, ¡con estructura de liras!, que guardo, junto con el análisis literario, como oro en paño.
En fin, que estoy satisfecho por los resultados y agradecido a tantos desinteresados coadyuvantes.
En el acto de Gijón leí un Soneto que compuse en el viaje en tren desde Madrid, que ofrezco aquí para el curioso:
Ignora, Asturias, al necio corifeo
que tus problemas deja sin respuesta,
y saca el espolón y aparta cresta
para que no te la corten de trofeo.
Te sobran amarguras en la cesta
y piedras en los zapatos de paseo.
Ya es hora que despiertes de la siesta;
deja para luego juergas y recreo,
porque cambiar el ritmo ya es urgente,
dado el poco tiempo que nos resta
para cubrir carencias de la gente,
y, -puesto que exigir siempre nos cuesta-,
mejor que ir de bueno, es ser valiente,
que solo consigue algo el que molesta.