A lo largo de más de quince años de alimentar, durante varios períodos, casi a diario, este blog (o su predecesor, Alsocaire, en la plataforma blogia), he publicado más de cinco mil entradas y, entre ellas, más de cuatrocientos poemas, extraídos de las docenas de libros que tengo escritos.
Hasta el momento, están impresos dos poemarios: “Absueltos de todo don” (1990) y “Sonetos desde el Hospital” (2019), y una recopilación de poemas realizada con ocasión de una conferencia -pronunciada por vez primera en el Ateneo de Madrid, hace once años- titulada “Metáfora, técnica y poesía”. La edición de Absueltos está agotada, y la mayoría de sus más de mil ejemplares andarán perdidos por las estanterías.
Me consta que, al menos, uno de los libritos de Absueltos, ¡y dedicado por mí!, llegó a la reventa de segunda mano, y fue adquirido por una de mis hermanas, satisfaciendo así, supongo, su curiosidad por saber si había sido musa, compromiso o pasión lo que me había inspirado tan descuidado destinatario.
La edición de Sonetos desde el Hospital no se agotó, a pesar de su benefactor propósito (todos los beneficios previstos los entregué a la Asociación Española Contra el Cáncer), porque se cruzó el coronavirus en el camino y tuve que suspender varios recitales de presentación.
Dejé veinte ejemplares en la Librería Cervantes, de Oviedo, y allí deben quedar aún algunos. Otros diez me los adquirió mi gran amigo Mario, el librero, escritor y sabio de la Librería Berceo de Madrid (al lado de la iglesia de San Nicolás de los Servitas), y supongo que no los vendió todos.
Así que, si alguien quiere hacer un regalo de Reyes con verso, solidario y barato (el libro se vende a diez euros), ya sabe dónde encontrarme. Yo también guardo casi cien ejemplares, que no me gustaría quedaran para la liquidación de existencias de mi librería, allá cuando me toque.
Si a alguien le gusta mi poesía, como ya escribí otras veces, puede encontrar decenas de poemas en este blog, bajo el apartado “Poesia”.
Este que ahora vuelvo a publicar, según expreso más abajo, vio la primera luz en 28 de diciembre de 2014. Se lo leí, en su casa de El Escorial, a mis buenos amigos Carmen Dolores y Carlos Zapata, y, escrito en 2009, integra el grupo de “Poemas de encargo”.
Para empezar, aconsejo un caldo calentito
Para empezar, aconsejo un caldo calentito
y por tropiezos, curruscos de pan y colas de marisco.
Si hubo mercado hoy, venga la sopa
con vegetales al huerto y, en la crema de puerros,
encurtidos de almendras en sartén puestas al fuego.
De beber, se escusa un vino joven
para atemperar el estómago, a la espera
de las delicias que atesora la bodega
que domina para nosotros la guardesa.
Los calamares en su tinta ordenados con la nuestra
traigan por compañía un arroz blanco
y hagan de preámbulo a carnes gobernadas
con buen saber, patatas cuadradillo.
Piénsolo mejor y estando a tiempo, me corrijo:
que la fabada sustituya, así haga frío o calor,
a cualquier otro entrante con ventaja, y sean morcillas,
los chorizos, el lacón, -todo el compango-,
de puercos criados en Belmonte, las Cangas o Tineo.
¿Las alubias? Para fabas de la vega,
tierras mejores son que otras, del Narcea.
Como segundos, depende. Si en el principio fue la carne,
sea ahora el verbo. caldereta; y si merluza, la del pincho.
De quedar resquicio, hágase sitio a la chopa, al sargo,
al san pedro, y como éstos van solos a la sidra,
en concierto, a la estaca, plancha de sardinas.
Ya que faltó al comenzar, momento es de capones,
paletas de cordero, solomillos de culón
y pitos tiernos de verbena,
pero si época fuera la de caza,
no falten ni el jabalí ni las arceas,
como la perdiz a la poca penitencia, ni escápesenos vivo
del corzo un chuletón a los higos, confitados.
Antes de todo el pernil, -capto la alarma-, se habrá cambiado
el vino tinto nuevo por otro de cuerpo añoso: Somontano,
Rioja, Ribera de Duero, valen para el caso,
sin desdeñar un Toro con la capa reservada por Zamora
ni frascos con las espadas del Coster en su tesela.
Y si en la mesa quedaran hembras por seducir, entren en juego
la ruleta del clarete, sírvanse cavas y espumosos,
giren los Rueda, tiéntese de blancos wurztraminer los paquetes,
pues, por respecto a Albariños, Sacros y celestiales Valmasías,
será mejor degustar en propia tierra, emparejados en sus plazas,
si se quiere a éstos gozar con gran provecho.
Condono por mi parte el postre, si bien dándoles gusto
a los que tengo por mis invitados a esta cena, mando
ponerles a las damas delante algún pestiño;
que nos traigan, portándolo una moza, el Carmen de los dulces,
y entre conversación, risas, cuentos, tentaciones,
no habrá quien se resista a requiebros, a flanes, cremas, quesos, polvorones,
al arroz con leche, a los elogios, bizcochos y cosquillas.
Si quieren tomar de más, tomen turrones, casadiellas, tartas, pescozones,
y exacerbando juntos motivos de pena y goce a golosos por diabéticos,
digo yo, que también, con pellizcos de monja, añadan tres profiteroles.
Dispongan, pues, hartándose de todo, los señores,
que para aposentar lo ingerido yo solo me contento
con un par de cafés y por rematar por lo alto la faena,
calentaré dos dedos de un coñá con más de diez
en la solera de mi mano, cerrando el coso por hoy hasta mañana.
No acaba el goce ahí. Superado que haya sido el primer paso
del ejercicio a placer, pasaremos diligentes al segundo,
precipitándonos al éxtasis de dormir como mejor, acompañados.
(Poemas de encargo, Angel Manuel Arias, nov.2009;
Publicado en mi blog https://angelmanuelarias.com el 28 diciembre, 2014)
)