Fue todo algo improvisado, pues pretendí aprovechar mis desplazamientos desde Madrid, para participar en dos actos cuya programación me venía impuesta -el día 15 de octubre en Zamora y el 29 en Oviedo- y cumplir con el compromiso de presentar mi libro de Sonetos desde el Hospital en Avilés, que se había visto impedido por la pandemia de la COVID 19, y que tenía fijado, con el apoyo de Armando Arias (presidente de la Asociación Cultural La Serrana) y Joaquín de la Buelga (La Caravana del Verso) para el día 28 de octubre.
Entre medias, tenía que volver a Madrid para recibir el día 25 la sesión correspondiente al tratamiento oncológico que me han pautado y asistir el 26 a una reunión de trabajo.
Se me ocurrió que podría ser una buena ocasión para presentar mi intención de publicar un libro que recogiera todos mis poemas, y hacerlo en mi ciudad natal. Con la ligereza, rayana en la desfachatez, de los que vivimos fuera, que nos hace pretender que las puertas de donde provenimos estarán siempre abiertas para acogernos, pedí a María José Iglesias (gerente del Club de Prensa de Asturias) que me dijera si me podía conceder un espacio en el codiciado Salón de Actos de la Nueva España. Resultó imposible. Oviedo estaba, justo en esas fechas, orientado a los fastos por la entrega de los Premios Princesa de Asturias y proliferaban actos por doquier.
Tuve suerte. El siempre atento Joaquín de la Buelga, me advirtió de la posibilidad de hacer la presentación en la Biblioteca Pública Pérez de Ayala, en el Fontán, el lunes, 18 de octubre y me gestionó con los responsables de su Salón de Actos los permisos pertinentes. Como resultado, contando con la presentación del gran periodista Carlos Rodríguez y la colaboración como lectores de mis poemas de muy buenos amigos, cogidos prácticamente a lazo (Sara Murias, Ana Arguelles, Margarita Collado, Juan Secades, Carlos Ibarguren, Joaquín de la Buelga, Tachi Oviedo y Miguel Alarcos) celebré la comunicación de la primicia, con casi todas las plazas de la sala ocupadas. No fue mi poder de convocatoria el que obró el milagro, ya que no hubo mayor difusión del acto -salvo la entrevista matinal de José Miguel Echéver, de la Voz de Asturias- sino el buen hacer de familia y conocidos a los que invité directamente.
Venía yo de haber conmemorado, el 15 de octubre, en MontelaReina (Zamora), la terminación, hacía 51 años, del segundo campamento de milicias. Los cuarenta compañeros de entonces hicimos la obligada visita a las abandonadas instalaciones y, luego, nos fuimos a comer al restaurante El Castillo, un complejo hotelero que subsiste, seguramente, a base de alimentar las nostalgias cuarteleras. Invitamos al delegado del Ministerio de Defensa en Zamora, coronel González Martín, que, junto al que fue teniente de uno de los campamentos, hoy coronel retirado, Magín Alvarez, fueron la presidencia militar de la comida. El alcalde de Toro, Tomás del Bien, nos acompañó en la visita al Campamento y disculpó su ausencia en el yantar, por ineludibles obligaciones.
La organización, presidida por Antonio Fernández Peña, me concedió el privilegio de pronunciar unas palabras, que improvisé, pasando por alto que llevaba unos folios preparados, que no me pareció adecuado leer.
De vuelta desde Madrid, cumplí con el compromiso de presentar mi libro Sonetos desde el Hospital en la villa del Adelantado el 28 de octubre. Joaquín de la Buelga leyó siete sonetos, con acompañamiento musical, y la emoción que pone a todas las cosas. Hubo un coloquio, moderado por Armando Arias, que sirvió para aclarar algunos aspectos de mi actividad como poeta enfermo de cáncer (que me precio en distinguir de la opción enfermo de cáncer que escribe versos, con la que estoy lejos de identificarme).
Al día siguiente, en la Escuela de Minas y Materiales de Oviedo, con la presencia del director actual, Javier Iglesias y del anterior, Francisco Blanco, celebramos el 50 aniversario de haber terminado la carrera, en donde tuve también ocasión de pronunciar unas palabras que igualmente improvisé. Javier Iglesias preparó un magnífico parlamento y mi compañero José Carrasco nos obsequió con varios libros, editados por él, sobre el estado de la metalurgia y la minería en el siglo XV, incluida una brújula magnética primorosamente reproducida.
Mi periplo por Asturias terminó en Oviedo, el día 3 de noviembre en el salón de Actos del Club de Prensa asturiano (La Nueva España), en la que la presidente saliente de la AECC de Asturias (Margarita Fuente) y su vicepresidenta (Margarita Collado) presentaron los resultados de ocho años de trabajo al frente de la Asociación que da servicio y apoyo a los pacientes oncológicos asturianos. Me cupo el honor de ser invitado para dar una conferencia sobre “Convivir con un cáncer, instrucciones de uso”. Era un resumen de mi libro con ese título, en donde recojo consejos para pacientes, familiares y personal facultativo.
Esperaba una asistencia masiva al acto de Oviedo y, para mi sorpresa, a la convocatoria solo acudieron miembros de mi familia y varios amigos íntimos. Porque no hubo publicidad en prensa y, al parecer, los 14.000 socios de la AECC asturiana tenían tentaciones más fuertes que escuchar lo que podía decirles la directiva saliente.
En resumen, unas jornadas intensas, que me han cansado físicamente -no estoy para muchos trotes- y me han dejado un agradable sabor de misión cumplida.