Cuando habían terminado su exposición los dos conferenciantes invitados por el Colegio de Geólogos para hablar de “El fracking y la explotación de los recursos naturales” (6 de junio 2013), la joven que estaba a mi lado formuló una pregunta muy pertinente: Vds. nos han hablado de las ventajas, ¿tiene el fracking alguna desventaja, en su opinión?
Ambos ponentes habían estado brillantes. Juan García Portero, geólogo, responsable de exploración de SHESA (Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi) nos había contado la forma en que se realiza la perforación (de 3 a 5 km), y el cuidado exquisito que se observaría en caso de que se tuviera que atravesar un acuífero, para evitar toda contaminación, sellando completamente la entubación. Había concretado las necesidades de agua por etapa de fracturación a 1.000/3.000 m3, esto es, para las 10 etapas que supondría la explotación de un pozo entero, un máximo de 30.000 m3 de fluído (las necesidades aproximadas de abastecimiento para una población de 1.000 personas). Y se recupera el 70-80%.
Había dado Portero muchos datos: la perforación de 20 a 30 pozos implicaría ocupar unas 2,5 Ha de terreno, pero solo en la fase previa, no en la de explotación, en la que solo se verían sobre el terreno las cabezas de los pozos, que ocupan unos pocos metros. No se emplean más de 10 a 12 aditivos (menos del 1% del volumen de fluído, 0,5-2 l/Kl): son bactericidas, reductores de fricción, inhibidores de corroxión, antioxidantes, …que serán sustituídos por geles y espumas de Co2, N2 y sustancias gelificantes en el futuro.
Sostiene Portero que la sismicidad inducida es imperceptible: de 1 a 3 en la escala de Richter, y a un máximo de 4 km. El único incidente monitorizado fue el de Blackpool, en 2011, con dos seísmos de 2,3 y 1,5 Richter, debidos a la inyección en una falla activa. Y, en fin, que la emisión de metano solo se produciría inmediatamente después de la fracturación (minutos, máximo unas pocas horas).
(continuará)