Han aparecido demasiados grupos de gentes interesadas en hacernos la pascua, en la acepción de fastidiarnos a quienes deseamos vivir en paz y concordia. Tal parece que mantener el orden (constitucional, ético, social) fuera obstáculo para alcanzar cotas más altas de bienestar mejor distribuido.
Como es sabido, la Pascua tiene su origen en la celebración judaica del Éxodo hacia la Tierra prometida, que el calendario Cristiano, utilizando el sentido de la palabra greco-Latina aplicó al misterio gozoso por excelencia, la supuesta Resurrección de Jesús, y su aplicación a la redención de los humanos.
No está claro por qué decimos que alguien nos hace la pascua cuando nos desbarata una ilusión, salvo que el pueblo llano generador de palabros se haya situado en la posición del cordero pascual, inmolado para satisfacer los apetitos festivos de la especie humana.
Pues bien: aquí nos han surgido unos cuantos visionarios que nos toman por corderos, animales mansos y tontorrones, aunque muy ricos de comer.
En la cada vez más alejada Cataluña, los Puigdemont, Torra, Pujol, Rufián, Mas y otros cientos de listos de manual, campan con sus incongruencias delictivas (desde reales a presuntas, juicios mediante), haciendo la pascua a millones de españoles (catalanes o no, que de regionalismos yo no quiero entender como actitud separadora).
En la muy acrisolada Andalucía, por la gracia y saber vivir de sus habitantes -contagiosos, por lo demás-, la disputa política por desbancar a Susana Díez de su trono regional, ha dado nacimiento a un equipo ideológico destinado a hacer la pascua al Partido Popular y, especialmente, a Ciudadanos, que se creían ya con el cetro de la autonomía sevillana. De las marismas de la extrema derecha (equivalente, ay, al ala Republicana en USA) ha surgido Abascal y un conjunto de duros defensores de la contracorriente insolidaria (Ortega, Bardají y otros prófugos del PP)
Mientras el equilibrio inestable del gobierno de la Nación se deshace en un clamor a favor de elecciones, los españoles de a pie somos testigos de cómo se nos hace la pascua por doquier, y, lo que es muy grave, se nos miente al querer presentarnos la realidad con falsos paños. Esto no mejora, porque no se está remando en la misma dirección.
Dentro de este desorden pascual, debo resaltar dos comportamientos ejemplares, en cuanto a transmitir serenidad y buen juicio. El del Rey Felipe VI, oportuno en recordar lo que significa la celebración el seis de enero de la Pascua militar y el de la alcaldesa Manuela Carmena, aprovechando la recepción a los Reyes Magos en Madrid (“los de verdad” sentencia una de mis nietas), para dar un mensaje de cordialidad con calado social.
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Vuelvo a poner como imagen de un Comentario de este blog, a mi dibujo “La falsa libertad guiando al pueblo”, que acompaña mis escepticismos crónicos.
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