Al socaire

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El futuro y los políticos

13 febrero, 2021 By amarias 2 comentarios

Tenemos nuestro futuro en muy malas manos. Nos lo demuestran cada día, por acción o por omisión. Y lo peor, es que están convencidos de que los hemos elegido nosotros y que nos representan. Me refiero a los políticos, es decir, a los que viven de alimentar el engaño de que recogen nuestras inquietudes y nos orientan hacia un futuro mejor.

En la cúspide de los despropósitos a que nos ha llevado la mala suerte con nuestros representantes en la política,  se encuentran personajes incalificables con adjetivos elegantes, como Pablo Iglesias Turrión, Irene Montero, Carles Puigdemont o Jordi Pujol. Que los dos primeros, además de pareja sentimental, sean miembros del actual gobierno  oportunista y traidor a sus votantes, formado por retales de seudo-demócratas y sumisos, que dirige Pedro Sánchez, no es casual. Que los dos últimos sean los cabezas más visibles de la deriva separatista de la región catalana, tampoco: ambos están fugados de la Justicia, conspicuos delincuentes que utilizaron las esencias elitistas de la burguesía de Cataluña para meterlas en un frasco populachero independentista.

De todos los citados, es el vicepresidente segundo del Gobierno de España el que merece especial reprobación, por su capacidad letal para hundir el país, aupado a una posición mediática que utiliza sin reparos para vendernos su deplorable filosofía destructiva.

Iglesias es capaz de afirmar, sin que se le mueva un ápice de su casposa coleta, que el país, en el que ostenta posiciones de Gobierno relevantes, no es una democracia. No se arredra tampoco para arremeter contra el poder judicial, acusándolo de elitismo y discutiendo la legitimidad de las decisiones del Tribunal Supremo, revisándolas con el baremo de su amiguismo con condenados por separatistas. Desprecia a los empresarios, especialmente a los de mayor facturación y generación de empleo, a los que insulta y recrimina, señalándolos como si fueran bandoleros. A sus opositores políticos, -aunque también, cuando se le llena la boca, a sus mismos socios de gobierno-, no tiene problemas en condenarlos por fascistas. Se diría que no ha superado la etapa infantil, que sigue creyendo ser el centro del mundo, jaleado en su visionaria locura por revolucionarios de pacotilla.

Pero es una afirmación de Iglesias, realizada en el fragor de la campaña catalana, -en la que no tiene empacho en participar, desde su pedestal de capitoste de un Gobierno a la deriva-, la que me llama a la especial atención. Ha venido a decir que hay gentes que, como no se han presentado a unas elecciones, están carentes de representación y, despechados, utilizan otros caminos distintos de la política para manifestar sus opiniones. En su discurso falaz, considera esas opiniones ilegítimas, ya vengan de los medios periodísticos, de los empresarios y sus representaciones, de los analistas de opinión, de los colegios profesionales o de cualquier sector que no esté de acuerdo con su discurso totalitario.

Ya no se en dónde nos encontramos exactamente en la vía del despropósito continuado que nos conducirá, sin remedio, al descalabro total. Guardo, sin embargo, la sensibilidad suficiente para recordarle a Iglesias a quienes han perdido el rumbo de lo que es la sociedad civil, que las vías de representación de los agentes sociales son muy  diversas y que, sin duda, el futuro es demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos. De estos políticos, en particular.

Afirmaciones como la de Pablo Iglesias nos sumen aún más en el descrédito, espantan inversiones, ridiculizan nuestro sistema de valores, emponzoñan la calma civil, desorientan al más pintado. Nos hacen más difícil la recuperación económica, más grave el deterioro, crispan las entrañas de nuestra convivencia.

Parece que, en su función de aplicadores de pegamento a la espuria coalición de Gobierno, y ante el innominoso silencio de Pedro Sánchez, algunos ministros procedentes de la debacle socialista han recibido instrucciones de repetir que tenemos una “democracia plena”, en tanto que la facción podemista ratifica la estupidez destructiva de su gallo alfa.

Las elecciones catalanas, convocadas anómalamente en plena pandemia, que decidirán mañana la incuestionable verdad de que tenemos un país dividido y una democracia secuestrada, volverán a confirmar que separatistas-oportunistas y constitucionalistas-marginalistas forman dos grupos irreconciliables entre sí y solamente justificados en sus alianzas por el ansia de poder de sus representantes.

Me hace gracia (aún tango ganas de sonrisa) que Vox suba drásticamente en sus expectativas de voto, que Ciudadanos se hunda en sus miserias, que el PP casi desaparezca y que el PSOE de Illa (Isla)-Sánchez afirme sin rodeos, como clave de su obvia campaña, que tiene en Común Podems los aliados naturales. Nada es gratuito. Es la consecuencia del silencio de los corderos. Que se confunde con que, al callar, otorgamos.

El futuro, perdóneseme la repetición, es demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos.

 

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Hacia las profundidades, y más allá: Cuartas elecciones

21 diciembre, 2019 By amarias 1 comentario

Puede que sean buenos tiempos para la lírica, pero la complejidad de la situación española en este final de 2019 precisa dosis doble de valeriana.

Seguimos, mal que nos pese, mirando mucho al guirigay de Catalunya, estrujada por un liderazgo multicéfalo empeñado en destruir con soflamas, desprecios y bravuconadas lo que hemos conseguido entre todos -por supuesto, con catalanes empujando entre los mejores-, en la versión más cutre del mozo del martillo.

Con un President de la Generalitat sin otro carisma que su indolencia, inhabilitado -in tramitando- por desacato a la Junta Electoral, teledirigido por un prófugo de la justicia y aplaudido por una caterva de irresponsables políticos, el paso de los días no hace sino empeorar la situación de conflictividad, confusión y miserias, dentro de la región catalana y aumentar su distancia patológica con el resto del país.

Posiblemente estemos más cerca que nunca de perder el norte. La voluntad del presidente en funciones del Gobierno central, el supremacista Sánchez, insólitamente expresada al día siguiente de conocerse el resultado de las terceras elecciones generales, formando coalición espuria con el aglomerado de aluvión de Unidas Podemos, ha dejado sin otras opciones al PSOE que lanzarse en los manostijeras de ERC, la facción independentista más ladina de los secesionistas catalanes.

No va a haber gobierno, vaticino -y me alegro-, debido a las propias dificultades de una negociación con un partido en el que su líder está en la cárcel, condenado en firme a 13 años por gravísimo incumplimiento de la Constitución (esa Norma Suprema que -por imperativo legal, desde luego, con los adornos verbales que se quiera admitir en demostración demencial de tolerancia- estamos todos obligados a acatar, obedeciendo lo pactado como regla básica de convivencia.

Como a camarón que se duerme se lo lleva la corriente, y la Unión Europea esta en liquidación, el Tribunal de Luxemburgo (la Corte Suprema de la Justicia Europea) ha aportado su bloque de conglomerado jurídico de pacotilla a la apestosa situación de desentendimientos, que tiene el mal tufo de lo que nos lleva a la catástrofe periódicamente a los españoles, al dar un golpe de tuerca a favor del despropósito independentista catalán, para complacencia y experimentación de bárbaros. Como sucede con los débiles, los que manejan la paleta nos utilizan para escarmiento en mejilla ajena de los más fuertes, con los que no se atreven, sin importarles (al contrario) que nos empeoren la situación y nos estén empujando a liarnos a porrazos entre nosotros y a desear no pertenecer a un núcleo duro europeo que no nos quiere más que como comparsas del bailongo.

No se entiende bien, tampoco, por qué ese gusto de nuestras instituciones por orillar los peligros. El magistrado Marchena (al que el contertulio Maruenda llama por su nombre de pila coloquial, Manolo, en manifestación infeliz de no se qué simpatía), gozoso sin duda por haber tejido una sentencia condenatoria a los levantiscos, que la mayoría ha juzgado impecable, se metió en el berenjenal de preguntar al Pontificado jurídico si se podía fumar mientras se reza, o era mejor rezar mientras se fuma. En lenguaje algo más jurídico, el Presidente del Tribunal Supremo, que el pueblo creía poseedor de la verdad última, se interesó por conocer, a desmano, si el hoy condenado Junqueras, siendo aún preso cautelar, debería ser autorizado a desplazarse a Bruselas para tomar posesión de su acta de diputado europeo, ganada en la penosa lid de los desencuentros catalanes. Fue así que el altísimo tribunal de la moribunda Unión Europea, formado por doctísimos juristas independientes de toda mácula y poseedores de variopinta condición ideológica, dictaminaron que no hacía falta que hiciera viaje alguno el revolucionario, porque desde el mismo momento en que los resultados de las elecciones son firmes, ya gozan los diputados europeos de tal condición y de la derivada inmunidad. Ergo, si aún no estaba condenado el procesado, su enjuiciamiento debería contar con autorización del Tribunal europeo, vía el correspondiente suplicatorio. Horror.

La cuestión es muy divertida, si uno fuera teutón, belga o francés, pero tiene tintes burlescos si uno es amigo de que las cosas se hagan bien, pero que no te toquen los pinreles gentes ajenas al fregado que nos traemos. Desde luego, se trata de una victoria de la abogacía de tomo y lomo, defensora del delincuente Junqueras, encontrando una vía procesal para generar barullo y conseguir el aplauso de los seguidores del secesionista y, aún más fuertes, los del prófugo Puigdemont y demás mafiosos de la cuadrilla partidaria de dividir España, aunque sea a costa de hundir Cataluña.

Si estamos abocados a unas cuartas elecciones, lamentaremos carecer de un partido a quien votar que nos aporte algo de tranquilidad externa a los pacíficos (el gran triunfo de la izquierda mediática -El País y la SER a la cabeza- ha sido hundir a Ciudadanos, arrinconando su antiguo líder Ribera a la confusión con la masa uniformizada de la derecha, en la que se decía había entrado en el panel de mando un demonio carpetovetónico llamadoVox-.

Solo nos queda confiar en que el triunfo en las elecciones del Partido Popular, servido en bandeja por el PSOE y una izquierda populista sin ideología ni programa, no nos descalabre aún más en una falta de entendimiento sin mesuras.

Ah, y no podemos olvidarnos del deterioro climático. La COP 25, de Chile-Madrid, ha venido a demostrar que no seremos capaces de detener el avance de la temperatura global, si es que los especialistas en predecir catástrofes del Panel Climático tienen razón. Desearía que no la tuvieran, porque, como ya vaticiné desde mi percha, los países más desarrollados y los que no lo son tanto, pero aún tienen carbón y bosques que consumir, no se pondrán de acuerdo. Que Estados Unidos, Rusia, China o la India sean reticentes a firmar acuerdos de contención de la piromanía es anécdota. Lo más importante es que estamos en la filosofía del “sálvese quien pueda” y, por supuesto, ni miles de adolescentes Greta Thumberg podrán salvarnos del naufragio con sus mecánicas proclamas tremendistas.

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Votar a ciegas

8 noviembre, 2019 By amarias Dejar un comentario

El 10 de noviembre de 2019 los españoles tenemos que votar nuevamente, para elegir la composición de representantes en el Congreso y en el Senado. No nos han ayudado a la definición de nuestro voto las ideas y posicionamientos expresados por los cabezas de lista de los partidos.

La sensación general, que confirman las encuestas publicadas (aunque no resulten éstas precisamente coincidentes, poniendo en evidencia el sesgo ideológico de los media que los difunden), es que, no solo ningún partido alcanzará la mayoría suficiente para gobernar en solitario, sino que no será posible formar gobierno estable, porque las posibles coaliciones de partidos con supuestas simpatías de fondo, no alcanzan a generar una mayoría suficiente.

Esta situación de aparente bloqueo, y que obligaría a convocar nuevas elecciones (llevamos una por año de media en este sufrido país), reproduciendo un día de la marmota sin visos de culminación, surge como consecuencia de la confluencia de varias “líneas rojas” absolutamente injustificables, en los planteamientos programáticos de los cinco partidos principales que concurren a las urnas.

  1. Se ha construido la fantasía de dos bloques antagónicos: el de la derecha, conformado por el PP, Ciudadanos y Vox; y el de izquierda, al que se adscriben PSOE y Unidas-Podemos. Estos partidos, sin embargo, no forman entre sí coaliciones naturales, pues en los debates públicos y en los muchos mítines en donde se han expresado las ideas principales en liza, se ha puesto de manifiesto que no comparten sustanciales aspectos de gobierno y que las tensiones personales son altas. Si se trata de un recurso mediático, resultaría que juegan con nuestra atención emocional, y que mienten en sus enfrentamientos para entretenernos o prerender confundirnos.

    Por la derecha, hay discrepancias en la configuración del mapa autonómico, el aumento de la centralidad, la política migratoria, el incremento de los recursos del Estado o la actuación para paliar la despoblación de ambas áreas del país. Desde luego, poco se ha hablado del impulso a la investigación y a la creación de empresas, al sostenimiento de la economía de bienestar sin subir impuestos o a la reforma de la Ley Universitaria, por dar solo algunas pinceladas sobre las carencias.Además, la consistencia ideológica del grupo de Vox, combinando retazos de la nostalgia de los tiempos franquistas, revisión de líneas básicas de la Constitución y de los Estatutos autonómicos, impregnados de xenofobia y argumentos de trasnochado catolicismo carpetovetónico, empaña de tremendas dudas el tipo de acuerdo que pudiera aglutinar a esta formación con los otros dos partidos de signo conservador. Para quienes, en su momento, valorando sobre todo el programa económico de Luis Garicano, habíamos creído en las ventajas de una coalición PSOE-Ciudadanos, la deriva de Albert Rivera, condenándose al suicidio político y malversando el caudal político que poseía la formación naranja, no dejará de sorprendernos.

    En la zona de las esencias de la izquierda, terriblemente adulteradas por abandono ideológico y oportunismo político, figuran dos formaciones que aparecen como irreconciliables, como, por otra parte, siempre lo han sido socialistas y comunistas. Ahora, además, los comunistas se han unido al populismo menos fiable, por lo que se puede vaticinar que surgirán tremendos choques ideológicos si, necesitado de ayudas para conseguir la mayoría, el grupo de Pedro Sánchez pretende el apoyo de la pareja Iglesias-Montero, arrastrando éstos últimos de sus pelos al difuminado Garzón hacia  una frágil coalición de circunstancias. Nada cuento para el caso, en que,  como parece previsible, se precisara para terminar la extraña amalgama de cohesión imposible a los partidos nacionalistas de las dos regiones constitucionalmente preferidas, aumentando el panorama variopinto de intereses del capital  en España. El cóctel destructivo parece garantizado y unas nuevas elecciones, en puertas.

  2.  La única opción viable, dando por presupuesto que debe contar con estabilidad suficiente y sin saltarse la necesidad de un respeto constitucional básico (a la Monarquía, a la democracia establecida, a la atención social y al respeto al orden y a la ley), manteniendo o recuperando la credibilidad internacional y con la posibilidad de contar con claro apoyo de los grandes grupos empresariales y, de paso,  gozar de suficiente calma social,  sigue siendo el apoyo de Ciudadanos a un PSOE que obtuviera suficientes votos. Si el PSOE obtiene una mayoría insuficiente, que no le permita gobernar en coalición con Unidas-Podemos (combinación ideológicamente inestable, como tengo escrito, y terrible para nuestra economía), la mirada tendría que dirigirse hacia la abstención del PP y el apoyo de Ciudadanos. Desde esta perspectiva, el voto útil para mí sería votar a Ciudadanos, aún cerrando los ojos a la pésima campaña y a los riesgos de que ese voto engorde la opción PP-Ciudadanos-Vox, igualmente inestable y peligrosa en extremo para la tranquilidad social que debería pretenderse.
  3. Me temo, sin embargo, que la abstención el día 10 de noviembre será muy alta, y que los votantes potenciales más desengañados (y que no acudirán, por tanto, a la llamada a las urnas, serán, precisamente, los que podrían optar por Ciudadanos y el PSOE.

    A esto hemos llegado. Acudamos a votar, aunque debamos cerrar los ojos y tapar las narices ante el oscuro panorama.
    —

Tengo que insistir, y lo haré hasta agotar existencias (tengo editados 1.000 ejemplares, de los que, por el momento, llevo vendidos unos 300 ejemplares), para que mis lectores se animen a comprar el libro Sonetos del Hospital, que espero sepan apreciar no solo como aceptable literatura, sino, también porque estarán apoyando con 5 euros por cada compra a la Asociación Española contra el Cáncer.

Aquí tienen el enlace, amigos.

Compra el libro “Sonetos desde el hospital”

La voraz avispa asiática (vespa velutina) es una invasora que mata y devora incluso a las abejas domésticas (vespa melífera), convirtiendo las entradas de sus colmenas en un campo de batalla con final predecible. Estos gigantes de entre los véspidos, de tamaño tres veces superior al de las industriosas abejas, ávido por su miel, no concede tregua ni compasión y acaba matando a todas las que se oponen a su intromisión, por lo que están desapareciendo las melíferas allí donde se van implantando.

Dicen que el avispón autóctono (vespa cabro), de aproximadamente el tamaño de la velutina, es la esperanza para vencer esta calamidad biológica que azota a abejas y colmeneros. Me permito dudarlo. He presenciado algunas luchas entre los dos pesos pesados y la alóctona sale vendedora, dejando un cadáver o un cuerpo muy maltrecho por testigo del lance, salvo en los casos en que el confiado avispón levantó el vuelo a tiempo.

Tengo para mí que la única forma de combatir eficientemente a esta especie que nos va tomando el terreno de las que nos son beneficiosas, ya que no valen medias tintas ni se puede parlamentar con las velutinas, es destruirlas en sus nidos, capturando vivas a sus congéneres y haciéndolas portadoras de veneno hasta sus nidos, que contagie del mismo a todas las que habitan con ellas, matándolas.

 

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Viaje al Centro

19 septiembre, 2019 By amarias Dejar un comentario

Los partidos con representación parlamentaria han querido volver al principio, aunque con las plumas muy desgastadas, particularmente, después de un verano fatigante. El candidato a la presidencia de gobierno, el socialista Pedro Sánchez, no consiguió cerrar con sus “socios preferentes” -la polícroma coalición [email protected] Podemos, las cláusulas de un acuerdo que le permitiera pasar de gobernar en funciones a funcionar con garantía de estabilidad.

La resistencia férrea a mantener el no a la investidura del “bloque de las derechas” (PP, Cs y Vox), insuficiente por sí mismo a conformar alternativa, quedó, en ese contexto de desencuentro entre las llamadas “izquierdas”, como una posición testimonial -en este envite-.  Por otra parte, el sospechoso apoyo -un término medio entre abstención y concordia- al empecinado Sánchez por parte del grupo que lidera desde la cárcel Oriol Junqueras, una especie de abrazo del oso a la espera de la Sentencia por el Procès, quedó, junto al comprometido sin fisuras por parte del simpático charlatán Revilla, convertido en un portavoz externo del candidato, se suman a la tragicocómica parafernalia que se generó en la toma de posiciones tras los resultados electorales.

Se puede (y debe) analizar las razones del fracaso de los partidos de la izquierda parlamentaria en ponerse de acuerdo en una magnífica oportunidad para consolidar la imagen de formaciones maduras y democráticamente comprometidas, a pesar de la discrepancia ideológica de intensidad. No ha sido así, y quedó puesto de manifiesto, con absoluta claridad, que existe una tensión irresoluble entre el PSOE y lo que quede de la izquierda irredenta, contaminada por un atroz populismo revolucionario.

Tal como lo veo, la oportunidad de gobierno se ha desplazado ahora, y se consolidará con el resultado de las elecciones que han sido convocadas para el 10 de noviembre de 2019, hacia la derecha. El responsable de esta deriva es, en mi opinión, Albert Rivera, que se ha autoproclamado líder de la oposición y que ha desdibujado, hasta convertirlo en una sombra de lo que era, el programa con toques socialdemócratas que había conseguido ilusionar, no ya a sus votantes, sino a algunos de los militantes más cualificados que, cuando advirtieron lo que su capitán traía entre manos, luchando a brazo partido con Pablo Casado y negándole el pan y el agua a Pedro Sánchez, se salieron dando gritos de “¡Fuego, fuego!” por las ventanas de la agrupación naranja.

Como observador desde la distancia que proporciona la neutralidad y la independencia de cualquier partido, aunque comprometido con el deseo de que nuestro país tenga las mejores opciones, debo reconocer que la persona que ha tenido un comportamiento, en todo este proceso, de mayor coherencia y transmitiendo las mejores sensaciones de hombre de Estado, ha sido Pedro Sánchez. Cuando, ya introducido en el inicio de la nueva campaña electoral, en respuesta al portavoz de ERC, Gabriel Rufián, sobre lo que iba a hacer al respecto de Cataluña, afirmó que aplicaría la Constitución, con todas las consecuencias, vi claro que dejaba sus opciones en manos de las fuerzas de la derecha y, en particular, en conseguir apoyos desde Ciudadanos.

Ya que Sánchez no va a tener la mayoría suficiente para ser investido en solitario, sin otros apoyos, y las negociaciones con [email protected] Podemos han dejado tierra quemada entre los propios negociadores y, lo que es más duro, entre los votantes de ambas agrupaciones, lo que intuyo mucho más probable es que tengamos un gobierno a partir de febrero de 2020 con aquel de los dos capitanes de los partidos PP o Cs que se alce con el mayor número de diputados.


Los papamoscas cerrojillo (ficedula hypoleuca), en tránsito migratorio hacia las zonas del Africa trasahariana, han tomado en Madrid algunas plazas. Entre ellas, se pueden detectar algunos ejemplares, en el magnífico Parque Quinta de los Olivos, donde se alimentan de los insectos que pululan en torno a los almendros y olivos del parque, desplazándose de un árbol a otro con un vuelto característico, que parece indicar “aquí estoy y, pero no me cogerás”.

 

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Dana

15 septiembre, 2019 By amarias Dejar un comentario

Algunas palabras técnicas, que son desconocidas para la mayoría no especializada, se cuelan de pronto, con intensidad, en el lenguaje común, incluso con sus valoraciones eruditas. Es el caso, pongo por ejemplos, de la fractura hidráulica (“fracking”), el índice de referencia de prestamos hipotecarios (“IRPH”), los fibromas y carcinomas (y sus diagnósticos diferenciales), o la “eutanasia pasiva”, la “prisión permanente revisable o la “renta mínima universal”.

Estas últimas semanas, hemos oído hablar mucho de la DANA (depresión aislada en niveles altos), término del argot meteorológico que ha venido a sustituir con fuerza al popularmente asimilado concepto de “gota fría”. En regiones del Mediterráneo español, especialmente en Alicante, Albacete, Murcia, Granada y Valencia, se han sufrido las consecuencias del fenómeno con inmensas pérdidas materiales. Orihuela y su entorno han sido gravemente castigadas.

El fenómeno atmosférico ha supuesto, como cúmulo de desgracia, la pérdida de seis vidas humanas; personas que se encontraron atrapadas en su camino habitual, por rieras rebosadas o aguas fluviales crecidas que, en pocos minutos, anegaron carreteras, derribaron muros, desbordaron alcantarillados y penetraron en las casas aledañas a cauces y calles convertidas en anómalas salidas para el agua torrencial.

La intención inmediata de espectadores y sufridores del fenómeno de achacar al cambio climático los desastres provocados por la dana, ha sido desmentida por historiadores, meteorólogos y climatólogos. Este fenómeno natural no se debe a la elevación de temperatura media del planeta, ni es la primera vez que se presenta en nuestras latitudes. Es más: se produce todos los años, como consecuencia del choque de aire frío polar con el frente cálido y húmedo del Mediterráneo. Varía solo su intensidad como resultado combinado de múltiples circunstancias, y sus efectos pueden aparecer menos dramáticos si no afectan directamente a grandes poblaciones o -como es el lamentable caso actual- se cobran vidas y generan pérdidas graves a particulares.

No quiero sacar punta al lápiz rojo de la desventura, pero la situación sufrida me hace recalar, una vez más, en el problema fundamental de nuestra manera colectiva de abordar la prevención. Prácticamente, ninguna. Estamos poco inclinados a disponer de medios de cobertura, nos acogemos al rito de alertar, incluso con exageración,cuando el peligro es inmediato. Pasamos de actuar para paliar o evitar sus efectos cuando el riesgo es solo una posibilidad. Ya llegará el momento de preocuparse, parece decirnos la voz interior. Y, empeñados en ignorar los equilibrios ante el precipicio, preferimos dedicar nuestro tiempo a disfrutar del presente o, si el cabecilla de turno nos anima, nos entregamos a elucubraciones con poco sentido práctico, adoptando no pocas veces medidas y decisiones fuera de nuestras posibilidades.

No importa ahora discutir sobre el cambio climático, su verdad o sus consecuencias previsibles. El tema que el dana ha vuelto a poner sobre la mesa es inmediato, crucial. Debemos adoptar con urgencia medidas correctoras, preventivas y no solo paliativas, para proteger a las poblaciones en riesgo y a sus bienes de los peligros reales que ya conocemos, porque se han manifestado con anterioridad y tienen caracteres cíclicos o repetitivos.

Pregunto, pues: ¿Por qué se siguen consintiendo, autorizando y, en todo caso, utilizando sin pudor ni castigo las rieras y cauces secos como lugares de aparcamiento? ¿Por qué se construyen y mantienen casas -legales e ilegales- junto a arroyos, márgenes de ríos y zonas costeras y deltas, sin respetar terrenos demaniales, prohibiciones, y pasando por alto la atención a la más elemental prudencia? ¿No hay nadie responsable de limpiar regularmente imbornales y atender a sistemas de alcantarillado o a la recogida de aguas separativa, con la construcción de diques de choque para atender a lluvias torrenciales? ¿Se han calculado bien y se revisan regularmente los estados de acequias, presas, azudes, imbornales, taludes, puentes y sotopuentes, así como lugares de escorrentía? ¿Por qué no se atiende sistemáticamente a la limpieza de orillas de ríos, arroyos y viejos cauces, convertidos muchos de ellos en basureros impúdicos? ¿No es importante atender al desbroce y cortes de maleza de carreteras y vías, eliminando árboles y cualesquiera elementos que puedan significar obstáculos al tránsito?

No estoy hablando del comportamiento frente a la catástrofe. La capacidad de nuestro pueblo para volcarse ante la desgracia no tiene parangón. Se nos despierta, colectiva e individualmente, el ánimo solidario para ayudar a cualquiera que se vea afectado por una fatalidad, en especial si es una catástrofe colectiva. Merece todo aplauso.

Pero como planificadores, y como ejecutores de medidas preventivas, no estamos a esa altura. Desde la calma entre tempestades, nos entretenemos en discutir y proponer teorías fantasiosas sin estudio suficiente, gastamos dineros en acciones desproporcionadas, sin relación con nuestra capacidad económica o técnica, y optamos por ser campeones de las medidas restrictivas y adalides de las inversiones desmesuradas en lugar de preocuparnos por los problemas que demandan atención para que el lobo de la realidad no nos vuelva a morder con su despiadada dentadura.

Busco culpables de la falta de planificación no en el pueblo llano, poco apto para adoptar decisiones colectivas, sino en quienes nos dirigen y han dirigido. Si atiendo a la increíble disputa por sillones, que no por programas, con la que nos han martirizado los representantes que hemos elegido para gobernarnos en el futuro inmediato, me temo que la falta de planificación nos seguirá acompañando. Lástima.


Una abeja (apis mellifica) libando de la flor del limonero puede ser, en este momento, el símbolo de la calidad que hay que proteger y defender del ataque que está sufriendo. La terrible vespa velutina (avispa asiática) se propaga con descontrol por las regiones del norte de España, matando sin piedad a nuestras productoras de miel, causando estragos en sus colmenas. Esta imagen me sirve para recordar que tenemos la obligación de defender lo que nos es propio.

No me parece que en la lucha contra la avispa asiática se esté en el camino de vencer a ese feroz enemigo de la abeja autóctona. Porque el mal no apareció este año ni en nuestro territorio. Los primeros ejemplares se encontraron en Burdeos hace ya una decena de años y son varios desde que se conoce aquí la presencia de este depredador de la cabaña melífera. He leído que se está estudiando la acción del avispón autóctono como enemigo de la avispa asiática, y que se especula sobre la potenciación de la cría de cualquier ave insectívora (desde el halcón y aguilucho abejeros hasta el carbonero común).

Quizá quienes están analizando el problema con seriedad e inmediatez conocen los experimentos realizados en Francia con la mosca conops vesicularis, que anida en el abdomen de la avispa asiática y se alimenta de ella, o del  gusano pheromermis vesparum, que tiene un comportamiento similar. Aquí se están ensayando líquidos dulquérrimos, barreras de alambre y se ataca a los nidos detectados con fungicidas. Está muy bien. ¿Ha pensado alguien en la opción de hacer que las avispas asiáticas captadas vivas se conviertan en portadoras a sus nidos de algún veneno específico, que actúe sobre sus congéneres, en lugar de matarlas una a una?

Supongo que sí.

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Semana decisiva

9 septiembre, 2019 By amarias Dejar un comentario

 

La semana que empezó el 9 de septiembre de 2019 ha sido calificada como “decisiva” por quienes atienden al negocio de llegar a un consenso sobre el coste y la manera que supondría el apoyo de Unidas Podemos al Partido Socialista Obrero Español para que nos gobierne durante algún tiempo. Periodistas, dadores de opinión y los propios negociadores coinciden en la apreciación. La semana será decisiva.

Decisiva, ¿por qué y para quién? Desengañados la mayoría de los electores respecto a la capacidad de nuestros representantes políticos para entenderse, no la consideraríamos como tal quienes hemos visto que, prácticamente todos aquellos que dicen mirar por los intereses generales (y deberían hacerlo, por mandato constitucional), atienden más a sus intereses particulares, el reparto de puestos y el tamaño de los gorros con los que ocultarán o ensalzarán sus ambiciones y desconocimientos.

Se ha polarizado la cuestión mediática en las conversaciones atormentadas de los dos partidos que dicen estar a la izquierda del espectro político, para lograr que la plataforma heterogénea de Unidas Podemos apoye al candidato Pedro Sánchez. Los líderes oficiales de ambas agrupaciones han dejado en sus segundas fuerzas la espinosa tarea de negociar lo infumable, entregando, respectivamente,  a la voluntariosa Adriana Lastra (magnífico acervo dialéctico y porte oratorio el de la asturiana) y al correoso e imprevisible Pablo Echenique (siempre doctoral, a ratos cansino), el peso de aguantar el fracaso.

Coincido en apreciar que, dadas las magníficas expresiones de disenso con que nos han obsequiado desde que fue conocido el resultado de las últimas elecciones generales, lo mejor es que desistan de limar sus diferencias. Sus supuestos ideológicos son incompatibles y solo nos garantizarían un período de dramática inestabilidad, tanto si fueran socios en un ya reconocido como inviable gobierno de coalición, como si se mostraran aptos para pactar varios puntos programáticos y, con ese papel prendido con alfileres en la solapa, se decidieran a avanzar para evitar unas nuevas elecciones.

Los apoyos incondicionales, “gratuitos”, en la terminología esperpéntica que se ha introducido en nuestro vocabulario post electoral, que prestarán al postulante Sánchez las facciones independentistas no deben tranquilizar en absoluto, ni al candidato ni, por supuesto, a los expectantes ciudadanos de a pie, suficientemente ilustrados para saber que cuando se publique la sentencia del Procés, prepararán el escenario para armarla. Y como para armarla, según docta opinión, solo basta un 3% de revoltosos, el tumulto está garantizado tan pronto como el honorable juez Marchena dé a conocer su resolución, que -por más dibujos que se intenten-, tiene que ser condenatoria.

Lamentable ha sido también el comportamiento de los partidos que se alinean con la derecha ideológica, en una pugna incalificable por alzarse con el pendón de líder de la oposición. El suicidio de Ciudadanos, guiado por un ciclotímico Albert Rivera, conduciendo al otrora interesante vocacional partido charnela, cual nuevo Aguirre -sin la cólera de Dios-, por el Amazonas de la derecha del todo me vale, es digno de figurar en los Anales de la política trapacera. Los intentos de recuperación del norte perdido por parte de Pablo Casado, molestado a su flanco más vulnerable por los dípteros de buen decir que conforman el equipo de Santiago Abascal, tampoco merecen el aplauso de quienes desean/deseamos que se nos gobierne, no ya en paz, sino con buenas y contrastadas ideas.

Estamos asistiendo, con la boca abierta de estupor, a la decadencia del saber político. Ha muerto, por consunción, el proyecto socialdemócrata -que, no se equivoquen los amigos de la cúpula del PSOE, ya no representan-. La incorporación tardía del matiz ambientalista no convence más que a crédulos de que lo que es bueno o interesante no cuesta dinero. El proyecto federalista necesita mucho más que buenas palabras. La recuperación económica no se desarrolla con un lápiz sobre una servilleta de papel.

Sí, la semana será decisiva. Pero no por lo que se decida en los despachitos del Congreso de Diputados. Alemania no encuentra su fórmula de reactivación del motor industrial. China le planta cara a la bravuconada de Estados Unidos con una patada en la espinilla. Irán se revela contra cualquier control occidental y Egipto (y Túnez) se sumen en la pobreza y el desorden, mientras Arabia y los Emiratos siguen amontonando dineros del petróleo y negocios derivados (y no tanto), como el tío Gilito del cuento.

Además, qué caramba: el Real Oviedo no encuentra su forma como equipo de Segunda y parece destinado a las catacumbas del descenso a Segunda B. La vuelta ciclista pasó por mi pueblo y yo estaba en Madrid, pendiente de la enésima revisión médica.

Esta semana decisiva, me iban a entregar los mil ejemplares de mi libro de poemas, Sonetos desde el Hospital, para que empezara mi ronda de recitales desde los que pediré urbi et orbe que me compren ejemplares a diez euros, para que pueda destinar toda la recaudación, una vez cubierto el coste de la edición, a la Asociación Española Contra el Cáncer (de Asturias). Pues acabo de hablar con la imprenta y parece que se retrasa la entrega por “problemas de encuadernación”.

Así que era eso.


La agachadiza común (gallinago gallinago), con su característico pico largo, tiene una pauta de alimentación característica, pues, cuando realiza el calado en el barro con él, para buscar el alimento, lo mueve de un lado para otro con delicadeza, ya que el extremo es muy sensible y, con él sumergido, puede succionar los invertebrados que detecta.

La agachadiza chica (lymnocrytes minimus) es, desde luego, más pequeña, y de pico más corto. Ambas son aves bastante reservadas, pero aún lo es más la agachadiza chica, que es capaz de mantenerse agazapada procurando que su mimetismo la libre de ser vista, hasta que casi se encuentra bajo el pie del caminante sobre los bordes de la marisma o los pantanos de la tundra-

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Aires de Vacaciones

7 agosto, 2019 By amarias 8 comentarios

Habrá que admitir, como punto de partida, que quienes tienen derecho a vacaciones son los que disfrutan de un puesto de trabajo asalariado. Además, las actuales disposiciones legales no permiten que los días que correspondan -de acuerdo con los convenios, ya sean sectoriales o particulares del grupo empresarial- se cambien por emolumentos. Hay que disfrutarlos, sí o sí.

Los prejubilados y jubilados disfrutan de unas “merecidas vacaciones” hasta el momento de su fallecimiento (lo que los anglosajones llaman golden years), si bien el empleo de ese tiempo libre de obligaciones ajenas puede ser ocupado de múltiples maneras; desde hacer deporte, cuidar nietos o animales domésticos, hasta ayudar a los necesitados o dar clases gratuitas bajo el cobijo de alguna organización no gubernamental. Todo ello, en tanto que las enfermedades propias y otras pejigueras no empañen el panorama con penosas servidumbres.

También existen casos documentados (pocos) de jubilación activa -renunciando a la mitad de la pensión que corresponda- y aún menos, de quienes, estimando que en vida profesional o por otras razones, ya han acumulado suficientes medios de subsistencia, renuncian a su pensión.

Si Vd. tiene el derecho a unas vacaciones, y tiene la oportunidad y el dinero para marcharse del lugar de residencia habitual por unos días, no tengo duda de que lo hará. Sea por una semana, quince días o un mes, hacia ese lugar o lugares alternativos se marchará, en solitario, con la pareja, la familia más cercana o un grupo de amigos o conocidos. Volverá tal vez al lugar de sus correrías infantiles, emprenderá una excursión a un lugar apetecido, visitará a un conocido que le ofreció su casa por esas fechas o, más probable, alquilará por un par de semanas un pisito o un chalet (de acuerdo con sus posibilidades) cerca de una playa.

No se qué idea tiene Vd. de vacaciones. Pero no se las amargue pensando que podían ser mejores. No las empañe llevando montones de impedimenta. No las ensucie generando tensiones con sus acompañantes. Ayude a que todos se sientan mejor, porque ese esfuerzo personal le será recompensado con alegría y buen rollo.

En España, dos de cada tres habitantes no trabajan, según las estadísticas. Entre ellos, están los niños y los jóvenes que aún se encuentran en formación. Están las llamadas antes “amas de casa”, ésas a las que se les atribuía el epígrafe de “sus labores” (puede que haya algunos amos de casa).

Piense también, cuando tal vez algún momento se le caiga encima, en todos aquellos que no pueden tener vacaciones, porque carecen de puesto de trabajo aunque lo buscan y, seguramente, con desesperación; piense en los autónomos sin derecho a detener su actividad o por adición; piense en los que trabajan en negro y como negros.

Ah, y se me olvidaba. Piense que este agosto, los que se dedican a la política como profesionales están nerviosos como pocas veces antes. Tienen mucho que hacer para despejar las nubes de su horizonte profesional. ¿Les votaremos otra vez? ¿Les botaremos? ¿Podrán convencernos de su utilidad como gestores de la cosa pública para el próximo cuatrienio? Tienen que aplicarse, desde luego.


 

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Mitos, realidades y creencias

5 agosto, 2019 By amarias 2 comentarios

No resulta sencillo distinguir entre mitos, realidades y creencias. Elucubrar sobre una posible diferenciación es materia de análisis obligada para filósofos, ya sean laureados, aprendices o simples aficionados.

Debería  interesarnos a todos, establecer una escala personal entre lo que hemos comprobado o podido demostrar por nuestros medios, aquello que aceptamos en reconocimiento a la autoridad ajena, o cuanto situamos en los baúles de la superchería, la ficción o la propia conveniencia.

Es ley de nuestra naturaleza convivir con esa triada. Mantener creencias compartidas nos hace sentir el pulso social, unirnos al clan o a la tribu. Cuestionar ante terceros si las verdades admitidas por la mayoría  son solo mitos o falsas percepciones puede situarnos en riesgo de ser considerados infieles al grupo.

La historia de los pueblos, está soportada por héroes, víctimas, brujas y visionarios, construidos con base en mitos, creencias y percepción de realidades. Muchos más lo intentaron. Algunos resultaron ensalzados a la gloria sin haber ganado una batalla ni inventado el menor artilugio. Otros fueron llevados a la hoguera, por su destiempo, antes de que se comprobara que lo que habían postulado era verdadero, útil o  necesario.

Nada cambió desde tiempo inmemorial, como el arcipreste de Hita puso de manifiesto: queremos paz, buena comida y alguien que nos haga fiel compañía. Pero algunos se empeñan en conducirnos a Tierras más fértiles, alegando haber recibido designios peculiares. Aquí, ahora, los profetas se llaman Pedro, Pablo (tenemos dos), Albert y Santiago, entre otras figuras menores.

No se ponen de acuerdo en el camino revelado  unos señalan la luna, otros su dedo o el ojo del contrario y todos, al parecer, engordan sus bolsillos o los de quienes les son más fieles.

Tienen agosto para elegir la vía más favorable. No para llegar a Arcadia, sino para sacarnos del atolladero en el que nos han metido con sus tejemanejes.

—

Un herrerillo capuchino (parus cristatus), cogido al trasluz, atrapa al vuelo un insecto.

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Las estrategias peligrosas

29 julio, 2019 By amarias 3 comentarios

¿Y si todo ha sido un juego de estrategia? No un juego de los que suman cero, o de esos en que todos ganan, sino un juego perverso en el que todos pierden y, en especial, pierden más los que más ponen. Me refiero, claro debía estar, al período de alta intensidad mediática que hemos padecido en España. a la espera de que sus Señorías se pongan de acuerdo sobre el próximo presidente de gobierno para el país.

Habiendo sido testigos en la distancia (o sea, haciendo seguimiento ocasional del suceso gracias al tubo catódico o a los transistores) de la representación del debate de investidura fallida del candidato Pedro Sánchez, puede ser el momento, mientras se prepara el segundo acto de la representación política, de comentar en los vestíbulos, mientras tomamos una cerveza, la valoración que nos merecen el guión de los autores y la actuación de los actores (y actrices, por supuesto) de este sicodrama con tintes cómicos en el que tenemos la opción, como espectadores, no de votar al final si nos ha gustado, sino al principio de la obra, si nos va a gustar.

He leído en el periódico al que se atribuye la representación oficial del Partido socialdemócrata (El País, 28 de julio de 2019) que los Sres. Pablo Iglesias e Iván Redondo son los principales autores del libreto a cuya representación hemos tenido el tedioso privilegio de asistir en vivo y en directo. Sobre la cualificación personal y profesional de Iván Redondo es posible que no todos hayan oído hablar, por lo que convendrá únicamente aclarar que se trata del jefe de Gabinete de Sánchez, y que, según la crónica, éste bebe los vientos por él y le come de su mano (no lo dice así, pero la semántica fuerza entendederas).

La trama se entrelaza con tintes más bien oscuros si se combina con la constatación que Iglesias y  Redondo no tienen rencores en su trastienda (como parece el caso de Sánchez con Rivera), sino que se aprecian mucho al margen de posiciones ideológicas, son aficionados a ver series de esas largas con muchos muertos y traidores, y que, aficionados a todo enredo, les gusta jugar al ajedrez aleatorio (una modalidad de ese suplicio mental que implica situar las fichas en el tablero prácticamente al azar, manteniendo solo unas mínimas reglas para evitar desequilibrios aparentes en el inicio del juego).

Por si sirve más al juicio valorativo, añado de mi cosecha que Redondo e Iglesias tienen estupendos egos, producto de floridas formaciones académicas, nutridos por el aplauso de admiradores y la envidia de detractores, y que, como medida de cambio más al uso, gozan de una experiencia dialéctica culmen de los cúlmenes, impropia de humanos, curtida en terrenos  mediáticos en donde en teoría te despellejan a preguntas capciosas y te defiendes en la práctica con respuestas ininteligibles.

El resultado del primer acto del docudrama es conocido por todos. La única sorpresa que contenía este acto demasiado largo, más soporífero que enjundioso, fue que el Unidas-Podemos de “solo” Iglesias y el PSOE de Sánchez no han llegado a un acuerdo para investir con el gorro de capitán del buque España al segundo, después de haber consumido meses de nuestra espera y horas de su negociación, habiéndose reconocido como socios idóneos, Cuando creíamos que estaban repartiéndose los ministerios y los sillones y las cajas de reparto del dinero de la administración pública, su desacuerdo no fue por culpa de Esquerra Republicana y su voluntad de hacer nuestra España un desbarajuste republicano repartido en taifas.

Esta facción minoritaria llama por azar ER, conformada por seguidores de una troupe de amigos de hacer bulla y tirar de navaja lenguaraz, que estaba magníficamente representada por el Sr. Rufián (al que hay que aconsejarle que utilice el privilegio legal de cambiar su apellido, para darle un tono más acorde con su maleabilidad discursiva sobrevenida) ¡estaba a favor de que pactasen!, de que se subieran como fuera al podio de la gestión del Estado, y habían ofrecido ponerse de lado, incluso estaban a favor de votar el programa que saliera de su parto de consenso.

Así que saco una consecuencia desde mi silla de gallinero, donde solo veo un trozo del escenario y me llegan mal los sonidos de todos los cantábile: que este acto haya salido tan zafio, no es culpa de los actores.

Ellos no saben, a priori, el papel que les va a tocar representar. Se ven en la obligación de escenificar un guión que se les entrega desde bastidores en tiempo real, y del que desconocen todo, incluso si han de ser ellos u otros quienes encarnen a los buenos, a los malos, al hada maléfica o al chico que cambia los decorados y se encarga de hacer zumbar las caracolas.

Reconozcamos que lo que no tengan el ánimo para aburridos, estarán al menos desconcertados, amén de atónitos. Hubo algunos momentos, sí, entretenidos. Quizá el mejor fue cuando el indicado Rufián aleccionó a Iglesias y a Sánchez sobre la necesidad de que se pusieran de acuerdo sobre la marcha, como “ventana de oportunidad” y en atención a las “ganancias marginales” porque en septiembre ya no podrían apoyar la investidura de Pedro Sánchez, previsiblemente ocupados en organizar revueltas callejeras.

Otro momento digno de recuerdo fue la apelación de Adriana Lastra, en su monólogo final, sugiriendo que algunos de los personajes no tenían alma, con tiros a derecha como a izquierda, en plan [email protected] [email protected] Notable fue, también,  la discordancia entre el traje de malo de western de Abascal y el papel de novicia que le asignó el letrista. Del antaño sólido Rivera ya queda más bien poco, en relación con la fama que traía. Y por no dejar a ninguno de los cinco magníficos sin calificación, Casado ha desempeñado bien el papel de segundo tenor, con una dicción clara y fraseo comedido, con los que en el anfiteatro de la derecha despertó algunos aplausos, porque debieron pensar que robaba escenario al primer espada, aunque la letra que le asignaron carece de contenido relevante, y suena mejor en los solos desde detrás de bambalinas.

Sucede que no me apetece ver el final de la obra. Quiero que ver otro libreto, que se conceda protagonismo a otros actores y actrices. Tiene que haberlos, que los busquen, que salgan a la palestra. Y que cambien el decorado, por favor, que es de otra época. Que los escribas y los que se ocultan tras los negros -me refiero a los que no dan la cara- den pie a que se luzcan otros, que pongan más realidad social en los fraseos y que , por favor, si se eligen jóvenes para la representación (que es lo que mola acá) que les instruyan que dejen de introducir morcillas presumiendo que son jóvenes y que su momento ha llegado para cambiar España.

No es cuestión de gustos ni de ideologías, no. Solo que he percibido, con claridad meridiana, que el horno no está preparado para estos bollos, ni los bollos tienen la levadura y la mezcla de harina precisas (menos fuerza y más espelta) para que el producto no nos reviente en el hogar o salgan panes duros como un cuerno.

Les doy unas pistas a los escribas: en septiembre, la estrategia deberá consistir en contener los ímpetus secesionistas de la mitad de una Catalunya oficialmente descontenta con la dura sentencia contra los cabecillas de la secesión; en septiembre, habrá que empezar a digerir la fuga del Reino Unido en un Brexit salvaje; en septiembre nos daremos cuenta, luego de un tórrido verano, que somos un poco más pobres, algo más desorientados, que tendremos menos superficie arbórea, más empleo -tal vez- pero estacional y de peor calidad, menos empresas de valor, y más capital extranjero en las que lo tenían; seremos. sí, menos ingenuos, pero estaremos más cansados para aguantar elucubraciones de gabinetes mediáticos.

Resumen: hay estrategias muy peligrosas porque tratan de separar en vez de unir. Y como decía mi tío Carrio, “si te engañan una vez, la culpa la tiene el mentiroso; pero si te engañan dos veces, la culpa será tuya”. No tenemos un país de reserva, señores diputados. No nos lo conviertan en un campo de minas mientras ustedes se ríen o se pelean de mentirijillas desde el escenario.


El zorzal común (turdus philomelos) es muy aficionado a comerse los frutos del tejo. Es un pájaro más pequeño que el mirlo, y de costumbres parecidas, si bien más tímido que éste y, aunque habitual en la invernada en territorio de la península ibérica, es más raro en las regiones al sur de la cordillera cantábrica.

Su reclamo es un corto “zipp”, emitido generalmente en vuelo. El canto, inconfundible una vez que se le ha oído alguna vez prestándole atención, posee una musicalidad especial, que puede ser tenido por variado en tonos y hasta lleno de matices. Sin embargo,  como se suele repetir dos o tres veces, enlazando estrofa tras estrofa, a los que entienden de trinos, y lucen buen oído, e incluso a los que se pasan el tiempo embelesados con su gorgoritos, les acaba pareciendo más bien soso.

 

 

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Lentejas a la greña

23 julio, 2019 By amarias 1 comentario

La propuesta de investidura de Pedro Sánchez como Presidente de Gobierno está deparando incómodas sorpresas, en relación, no ya con las opciones del candidato a obtener una mayoría suficiente, sino, y esto es mucho más grave, como demostración de la incapacidad para dialogar serenamente, respetarse recíprocamente y facilitar entre los distintos partidos puntos de encuentro común que garanticen la gobernabilidad en España.

Las intervenciones de los portavoces parlamentarios han sido lamentables. Desde luego, el primer responsable de que la singladura del debate fluctuara entre lo inane y lo aparatoso, ha sido el candidato. Consciente, en su primer discurso, de que la negociación con su “socio natural”, Unidos Podemos estaba encallada y amenazada de una ruptura total, se limitó a repasar conceptos y cifras en tonos y acentos propios de un opositor a cátedra de Bachillerato, pero lejanos de lo que cabe desear de la aparición pública, en momento estelar, de un futuro presidente de Gobierno de un país que quiere ser modelo para el mundo.

Las réplicas y contraréplicas de los líderes de los partidos que se han definido, y así lo han reconocido el candidato y sus teóricos apoyos, como “oposición”, se han desenvuelto por los terrenos esperados: la justificación de su rechazo al candidato y, en el caso de Pablo Casado, creo no desviarme de la apreciación de los que vimos el debate sin dogmatismos ni aprioris, con un discurso brillante. Me gustaría decir algo parecido de la locución de Albert Rivera, pero la facción naranja ha perdido fuelle, con tantas idas de militantes de relieve, y eso se nota en los ánimos del portavoz.

Lo que resultó insólito fue asistir en directo a la escenificación de los desencuentros -que juzgo insuperables. entre Sánchez y Pablo Iglesias. Si ambos personajes de nuestra política actual pretenden convencerse y convencernos a todos de que, con esos mimbres y talantes, van a ser capaces de conformar un gobierno estable, necesitan nuevas gafas para entender la política y las necesidades de nuestro país.

Si tengo que apostar, apuesto porque ayer -y, definitivamente, hoy, 23 de julio de 2019- se han confirmado la inviabilidad de la candidatura de Pedro Sánchez. Las tres “derechas” (los trillizos, se les llama ahora) no van a cambiar el sentido de su voto, por mucho que el candidato les pida, les sugiera, les implore, su abstención: no tendría sentido sociopolítico que concedas carta de naturaleza para gestionar el país quienes han sido desplazados del gobierno por socialistas, podemitas e independentistas, o quienes han sido y están siendo insultados permanentemente como apestados.

Ah, pero lo que resulta novedoso es que, luego de haber consumido tres meses (si no más) en negociaciones de hipotético entendimiento y cordial preparación para gobernar conjuntamente, saltándose las sustanciales diferencias entre la visión anticapitalista y la prudente concesión a la economía social y de mercado, cuando se ponen a explicarnos en la tribuna pública del Parlamento a todos los españoles lo que van a hacer y lo contentos que están de haberse conocido, nos obsequien con un plato de lentejas cocinado a la greña, servido a navajazos, condimentado con patadones bajo y sobre la mesa.

Votad, malditos. Si algo podemos agradecer es la claridad con la que habéis conseguido mostrarnos las bajezas con las que sois capaces de defender vuestros intereses. Los nuestros, los del pueblo, han quedado arrumbados en las urnas, perdidos en la maraña de votos, inutilizados porque se nos ha pedido que expresáramos lo que nos gustaba más de las diferentes propuestas, todas ellas, lentejas cocinadas y empaquetadas desde los partidos, y resulta que hemos elegido lo que nos pareció mejor a cada uno.

Y ahora, cuando el pueblo ha expresado su parecer, ¿venís vosotros, los representantes del pueblo, para decirnos a la brava que no podéis poneros de acuerdo porque nosotros no supimos ponernos de acuerdo antes, votando mayoritariamente a un partido que le diera la opción de gobernar en solitario?

Que os zurzan.


No estoy seguro, porque no lo había observado nunca antes y la visión no fue perfecta. Iba paseando por la orilla del Tajo, bajo un sol abrasador, más atento a golondrinas, vencejos, jilgueros, garzas reales, fochas comunes, andarríos y martinetes que a otra cosa, despreciando por conocido el brusco batir de alas de las palomas emboscados entre los álamos, cuando, de pronto, atisbé una sombra desconocida.

No era una paloma, aunque tenía aparentemente el tamaño de una torcaz. Disparé cuatro fotos, sin tiempo para enfocar. Ya en casa, consultando las decenas de libros de ornitología que mantengo en una biblioteca donde no cabe más, me pareció que podría tratarse de un avetorillo común (ixobrychus minutus), macho. Las alas, rosas y negras, con ese dibujo del plumaje, que se presenta como característico, junto con la caperuza oscura, parecen dar las claves. El ave está fotografiada de espaldas, y no se perciben las patas amarillas y la cola, achaparrada contra el cuerpo rechoncho, no se percibe con claridad.

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