Al socaire

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Guerras

18 febrero, 2022 By amarias Deja un comentario

En lo que parecia el momento más dulce de la historia reciente del Partido Popular, con un PSOE debilitado por el contagio ideológico y las zancadillas, pescozones y puntapiés de sus compañeros de Gobierno, se desata una incomprensible situación en la cúpula del partido, con agrias descalificaciones y fatales desencuentros entre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Ayuso y el presidente del partido, Pablo Casado.

El papel de secundarios activos en esta refriega del alcalde de Madrid, Martínez Almeida, portavoz parlamentario de la formación y del secretario de Organización del PP, García Egea, viene a confirmar una crisis sin precedentes en la cúpula de la derecha española, que pierde su apariencia de civilizada (si alguna vez la tuvo en tiempos recientes) para convertirse, sin paliativos, en una jaula de grillos, un girigay de egos de bajo nivel. Inaceptable cuando se está ventilando el futuro de la formación que, hasta ayer mismo (17 de febrero de 2022) era una firma opción para provocar el cambio ideológico en la gestión de nuestro país.

Como se conocen suficientemente los elementos que han provocado el enfrentamiento entre Ayuso y Casado, tenemos material para concretar un juicio independente de lo sucedido. El contrato de compra de varios cientos de miles de mascarillas FFP2 para la Sanidad de Madrid, en momento álgido de la pandemia, en plena desorientación de la ciudadanía y del Gobierno central sobre lo que había que hacer, y a un precio que, por cierto, no parece excesivo a tenor de lo que se estaba cobrando en las farmacias (cuando tenian el género), parece ser que benefició indirectamente, como inrermedario comercial, a un hermano de Ayuso.

Que una parte de la dirección del PP, con Casado a la cabeza (aunque él ha negado en entrevista en la  COPE su participación directa, lo que no resulta creíble) haya querido ver en esa adquisición causa de culpabilidad suficiente para investigar y presionar sobre su activo más valioso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, resulta inconcebible. Que la envidia, la tensión de los egos, los grupos de poder dentro de un partido que tiene la obligación legal de ser democrático, hayan desembocado en una guerra pública, mediáticamente muy atractiva por lo inusual, es la demostración palpable de que el PP no estaba preparado para ser alternativa.

Ignoro cómo se podrá recomponer el destrozo, pues los daños causados son múltiples. Para el votante y simpatizante del PP el desconcierto será, supongo, máximo. Los participantes en esta disputa de niños de colegio -nada que ver con una supuesta corrupción, que, de tener material fundamentado, habría de desembocar en la fiscalía y no en la plaza pública. han quemado su futurp político, su credibilidad o la capacidad de ser aglutinadores de todas las facciones presentes en el Partido.

La unidad se ha roto, y con ello, la opción de ser oposición creíble al PSOE y a la izquierda ideológica. Ha sido puesta de manifiesto la incapacidad de Casado y Rodríguez Ejea para dirigir el Partido con solvencia. Y aunque Ayuso salga vencedora (si bien, tocada del ala, lo quiera o no, pues la mierda mancha aunque se pueda limpiar en la tintorería) y Almeida haya querido aparecer como prudente en el arte de nadar y guardar la ropa, los dos más aparentes (y respetados) gestores de la vida pública que tiene el PP tendrán que verse las caras en el espejo de sus filias y fobias y, entre el estupor general, asearse y limpiarse los plumajes de esta guerra de gallos y gallinas.

Nota: Sobre la otra guerra, la seria, la que Rusia está propiciando en Ucrania con el beneplácito de Estados Unidos y la cara de memos de la diplomacia europea, habrá que escribir mañana. Pero estoy con José María Aznar, la guerra más importante es la del PP, no la de Ucrania.

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Los futuros perdidos y el futuro que espera

26 noviembre, 2021 By amarias 2 comentarios

Hace algo más de un mes (octubre de 2021), Eduardo Madina y Borja Sémper, como resultado de una larga conversación con Lourdes Pérez, han situado en el convulso mercado de opinión español un libro singular, titulado “Todos los futuros perdidos (conversaciones sobre el final de ETA)”.

Vengo siguiendo con decreciente interés y en la medida en que mis ocupaciones profesionales y oncológicas me lo permiten, las intervenciones de Madina y Sémper en el espacio “La ínsula”, los viernes, en la emisora Onda Cero que dirige Alsina. Me parece que aportan una visión fresca y lúcida sobre el deterioro de la política española actual, aunque su tono conciliador y sus críticas al estilo de caballero gentilhombre, resultan demasiado discordantes con el girigay falto de elegancia y altura intelectual de nuestros representantes en el hemiciclo. Por eso, me han llevado hacia la sensación de cansancio a fuerza de oírles. La situación se encamina hacia la batalla campal y el Gobierno sanchista y sus palmeros están pidiendo a gritos una oposición de rompe y rasga, que les convenza de que la inmensa mayoría de los españoles no están/estamos dispuestos a seguir aplaudiendo, ni manteniendo el silencio, ante su manejo grandilocuente y suicida.

El libro es un testimonio de alto voltaje. Su título refleja un pesimismo alarmante, viniendo de dos jóvenes -en plena madurez- que tienen la edad de mis hijos. En verdad, el ejemplar que tengo en mis manos está dedicado por Eduardo Madina a mi hijo Miguel, quien me consta que tiene una relación de amistad y bastantes dosis de recíproca complicidad con los autores.

No puedo decir que me leí el libro de un tirón, porque su estructura no se presta a ello y, además, mi curiosidad me llevó a consumir en primer lugar alguno de sus capítulos más llamativos.

Comencé a leer el libro por el Capítulo 5, “Llega el dia. La conciencia de ser un superviviente”. Primero, se cuenta la amenaza de muerte comprobada que pendía sobre Borja Sémper; luego, con más detalle y tintes especialmente emotivos, el atentado contra Eduardo Madina, en el que perdió su pierna izquierda.

Me daría cuenta después, al repasarlo con método, que la factura del relato pretende trazar el testimonio de dos vidas paralelas, cada una convergiendo desde una hipotética divergencia política y con el tremendo trasfondo de una sociedad, la vasca, con una capacidad probada para la enajenación colectiva. No es fácil, en este momento, discernir quién está a la derecha y quién a la izquierda del espectro político, aunque Borja se define como liberal y Eduardo como socialdemócrata y, como ratificación de ese sesgo, el uno milita (o, por lo menos, ha militado) en el Partido Popular y el otro en el Partido Socialista, en el que llegó a postularse contra Pedro Sánchez, y perdió. En este momento, no se dedican a la política, aunque…la hacen, al juzgarla.

Es muy emocionante leer que sería mucho más interesante conocer las razones por las que, tipos maduros, -de cuarenta o cincuenta años (como los autores ahora)- organizaron  el entramado de ETA,  que pretender analizar los móviles de los que colocaban bombas y asesinaban a bocajarro, jovenzuelos descerebrados que obedecían instrucciones sin plantearse porqués.

Me gustaría admitir que ETA está derrotada, y que “los niños y niñas de España deben crecer sabiendo que” lo está (pág. 209). También quisiera creer que el fantasma de una guerra civil -pocos pueblos han decidido a lo largo de la Historia, dirimir sus diferencias matándose entre sí- ha desaparecido. Pero, cuando atiendo a lo que se expresa en la Cámara de Diputados y fuera de ella, por individuos que se dicen representantes del pueblo y que tienen la obligación de atender a intereses generales, y advierto su incapacidad para encontrar el punto de acuerdo en la negociación y el pacto, y su gozo por la descalificación y el aspaviento, removiendo ascuas de un pasado que no conocieron en primera persona o que lo protagonizaron en mala hora, no puedo menos de lamentar que muchos hombres y mujeres jóvenes, pero ya en plena madurez, como Borja y Eduardo, puedan pensar y tengan serias razones para creerlo, que “todos los futuros están perdidos”.

Coño, no. Vuestro presente, la experiencia acumulada, la sensatez manifiesta, ha de conducirnos a un futuro mejor. Tenéis, junto a los mejores de vuestra generación, la capacidad, el empuje y el discurso para ser los timoneles. No nos dejéis en la estacada. Los mayores, hemos podido llegar hasta aquí (la paz, la democracia, una España unida con vibrantes realizaciones, con un lugar de privilegio en el mundo) superando muchos obstáculos para dejarnos abrazar por el pesimismo o la tristeza. Debemos empujar fuera del estrado a los que solo saben hablar desde el odio, la ignorancia, la falsedad y el menosprecio a la inteligencia.  Son un estorbo, una lacra remanente.

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Impuestos e imposiciones

13 mayo, 2021 By amarias Deja un comentario

Si hubo algún conato de debate entre los principales candidatos a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, que tan brillantemente ganó Isabel Díaz Ayuso a principios de este mayo, la cuestión relevante gravitó respecto al asunto de si era necesario elevar a mantener (e incluso bajar) los impuestos.

Aunque la eventual polémica se limitó entonces al reducido campo de los gravámenes que se encuentran bajo el campo de acción del Gobierno regional, el asunto adquiere toda su importancia cuando se traslada al ámbito estatal. ¿Se deben aumentar los impuestos, y a qué sujetos obligados, para incrementar con ello los ingresos del Estado? ¿Y con qué fin?

Puede creerse que la controversia está resuelta académicamente: la derecha liberal no debe aumentar impuestos (en el marco ideológico de que la presencia del Estado en la vida económica ha de ser  mínima), en el convencimiento  de que una menor carga fiscal -sobre todo, a las empresas- se traduce en activación de la economía,  y la izquierda se acoge al axioma de que los impuestos deben grabar las rentas y los beneficios empresariales , especialmente los más altos, para que el Estado pueda asumir con solvencia la mejora continua de las prestaciones sociales e impulsar la creación de empleo y actividad económica con subvenciones y estímulos localizados.

En mi opinión, el debate es estéril ya que, en términos más concretos, está planteado con falsedad. Un Estado eficiente y socialmente responsable puede justificar un incremento impositivo, siempre que se explique a la ciudadanía cuál es el destino de la recaudación, de forma clara y precisa. Un Estado eficiente mantiene un equipo funcionarial justo, limita a lo imprescindible el número de Ministerios y cargos públicos y evita la redundancia de cometidos entre las Autonomías. Un Estado eficiente es transparente en cuanto a las actividades desarrolladas por las entidades de dependencia pública (Universidades y otros centros de enseñanza, Hospitales, centros de investigación, etc.) y , obviamente de aquellas empresas de capital público o mixto que operan en sectores estratégicos (defensa, tecnologías que deben ser desarrolladas para alcanzar rentabilidad, prospección espacial, etc.). Un Estado eficiente, en todas las manifestaciones públicas de su presidente de Gobierno, Ministros y miembros cualificados de la Administración, ofrece tranquilidad a la ciudadanía de que se está actuando con conocimiento, solvencia y seriedad, en la gestión y mejora de los bienes y servicios comunes.

No tenemos un Estado eficiente, ni en lo que se refiere a la Administración central ni tampoco a las Administraciones autonómicas y locales. No hay por que negar la voluntad de querer hacerlo bien, pero se echa en falta coordinación, vigilancia y control, así como transparencia. En muchos de  sus representantes, asoma la escasa formación, brilla la prepotencia y se echa de menos la ilusión y el empuje, en tanto sobra el clientelismo, la devoción sin fisuras al líder, la sustitución del programa de actuación por la improvisación y el abuso de poderes. Habría que echar la culpa a muchos factores, propios de nuestra falta de tradición de buen control administrativo y de la forma como se seleccionan los que arriban a la política. De forma más importante que a los elementos ideológicos.

Las últimas elecciones regionales han alimentado una peligrosa deriva sentimental, que ha avivado el sentido localista en detrimento de la idea de comunidad estatal. Quizá por efecto contagio, la recién nombrada delegada del Gobierno, María González, en una presentación conjunta con el alcalde de Madrid, de las medidas de coordinación para que las fiestas de San Isidro de este año de 2021 se desarrollen sin problemas, argumentó, en réplica a la argumentación de José Luis Martínez Almeida acerca de la marginación de Madrid por el Gobierno central, y que debería criticar, como “alcalde de todos los madrileños”, que ella “siempre defendería al Gobierno”.

He aquí, en fiel caricatura, una de las claves de la actual situación política: al elegir el gobierno de Madrid como objetivo de las críticas, demorando actuaciones y restándole apoyos económicos, ha sensibilizado al pueblo madrileño del ataque.

La regionalización de la política nos está haciendo mucho daño colectivamente. La situación catalana, de extrema ravedad y difícil solución, tuvo orígenes triviales.  Lo comenté hace ya más de dos años, al referirme a una inscripción que ví en uno de los observatorios ornitológicos de la Bassa de l´Alfacada, 

Ni Cataluña afecta solo a los catalanes ni Madrid es reducto de los madrileños. Ambas comunidades son tierra de acogida y no existe espacio para un nacionalismo reduccionista. Ni España nos roba, ni Madrid está siendo atacada, ni Cataluña será mejor independiente y libre, porque esos términos no tienen realidad fuera de la política. De la mala política. No pueden, ni deben tenerla, además. Significaría desligarse de la solidaridad que está expresa en nuestra Constitución como un mandato ineludible, marcando el camino de la vocación de un futuro mejor conjunto, como un solo Estado, un solo país, una sola dirección.

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Almeida, Cataluña, delegada del Gobierno, España nos roba, españoles, fora, hijos de puta, imposiciones, impuestos, independentismo, liberalismo, Madrid, María González Fernández, Partido Popular, política, PSOE

Desgobernados

17 noviembre, 2019 By amarias Deja un comentario

Aunque no tenga el empaque y aptitud para la representación pictórica que alcanzó el abrazo de Vergara, el que se prodigaron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias jr. tiene visos también de convertirse en un apretón histórico.

Se anunciaba con él el final de las hostilidades en el espectro de la izquierda española, al menos entre los dos equipos que conforman la mayor parte del rompecabezas en que se ha convertido el gallinero de la progresía pseudocomunista, en su pugna interna por hacerse con el pendón que lo confronta con los pseudoliberales neocapitalistas.

No me parece que la formación de gobierno sea cosa fácil para Pedro y Pablo y, si lo consiguen (con los apoyos de los acomodaticios regionalistas de derechas cántabros y vascos) y la abstención de los separatistas catalanes, más el voto con ojos cerrados y la bolsa presta de otros partídulos, el mantenimiento del gobierno con mínimas condiciones de estabilidad, será cosa prácticamente imposible.

Este largo proceso electoral habrá tenido consecuencias muy dolorosas y costosas, en todo caso, para nuestra economía y la serenidad y solidaridad (más o menos ajustadas) que nos habían acompañado desde 1978 hasta 2019.

Se ha roto la izquierda, tanto por la parte populista como por la histórica facción comunista; el partido socialista, al abrigo de la capacidad camaleónica de Pedro Sánchez y sus inmediatos colaboradores, se han despojado de casi todos los restos del pacto de Suresnes; Alberto Garzón ha destrozado el PC; Iñigo Errejón se separó de la pareja Unidas Podemos (Iglesias-Montero) para “dignificar la izquierda” y se encontró con la pared de enfrente.

Se ha roto la derecha, aunque se nos quiera convencer que el PP está nuevamente fuerte. Pero Pablo Casado no tiene el empaque intelectual de Fraga ni el atractivo chulanesco de Aznar, o la socarronería simpaticona de Rajoy; le ha salido un grano por el flanco más débil que se ha convertido en alternativa para los amantes de la gresca política y, además, Abascal ha reunido un trío de disidentes del Partido troncal que tienen labia y capacidad de convicción entre los votantes descontentos de toda condición; el caso de Albert Rivera es de los que mueven a la lástima, pero el resultado está ahí, siguiendo el manual del desquiciado: Cómo dilapidar en pocos meses un inmenso caudal de credibilidad, apareciendo con el paso cambiado en cada aparición pública televisiva.

Sigo sin ver claro el futuro, y no descarto unas nuevas elecciones. Pero el abrazo de Moncloa, con dos personajes en salto mortal al vacío, apoyándose cada uno en el hombro del otro, pasará a la historia como una voluntad de quererse políticamente entre dos personalidades incompatibles, con el deseo de obtener, por fecundación artificial, un gobierno que, al menos, dure mientras se firmhttps://angelmanuelarias.com/libro-sonetos/a el reparto de los gorros de plumas, digo, los ministerios.


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Publicado en: Actualidad, Poesía, Política Etiquetado como: Abascal, firma, gobierno, Iglesias, Montero, Partido Popular, Rivera, Sánchez

¿Más España o menos crispación?

30 septiembre, 2019 By amarias Deja un comentario

El desmembramiento de Unidas Podemos se va consumando, como una de las posibles formas de consunción de un partido político que, con seguridad, son estudiadas en las Facultades de Ciencias Políticas. A saber, por la voladura descontrolada de sus propios fundadores. El experimento ha durado algunos meses, ha servido para rellenar mucha tinta y movilizar intereses de todo tipo en torno al proyecto y ahora, mientras los fuegos fatuos se apagan, ha surgido, como un ave Fénix, de las cenizas y derrumbes, un nuevo partido: Más España.

Debo reconocer que el movimiento popular -demasiado rápidamente convertido en populachero- de Podemos, me atrajo inicialmente. Por su frescura, por la calidad oratoria de sus cabezas más visibles, y porque parecían dispuestos a mover el sueño de las izquierdas patrias, incluido el despertar de su sopor al viejuno partido obrero marxista que se había trasmutado en PSOE y que andaba a la búsqueda de un líder.

Iñigo Errejón, coautor de aquel invento académico que fue Podemos, junto a Monedero, Echenique e Iglesias, es ahora el artífice intelectual de un giro hacia la sensatez de esa facción de la izquierda, segregando sus muebles de lo que el presidente en funciones (por poco tiempo) Pedro Sánchez llama ahora, después del frustrado intento de que lo apoyaran por la cara, “extrema izquierda”.

Me parece un error que Errejón y sus seguidores, disidentes con la posición estratégica de Iglesias (Pablo)-Montero (Irene),acompañados por un silente y empequeñecido Garzón (Alberto) y dirigidos por el brillante petulante Echenique (Pablo), hayan elegido como nombre a su invento el de Más España. Pero yo no soy ni político ni estratega. Solo que me suena muy, pero que muy raro, en un momento en que la unidad de España está amenazada por revisionistas y secesionistas, el partido haga apelación a que necesitamos “más” de esa España.

Lo que necesitamos, seguro, es menos crispación, más trabajo, mejores ideas y, sobre todo, más voluntad de entendimiento a todos los niveles. En especial, claro, entre los políticos. He visto publicada  en la prensa la fotografía de los actuales representantes de los partidos principales (a nivel de Estado) y me sugiere, junto a lo que sabemos de ellos, que todos coinciden en algunos cosas: son varones, jóvenes (aunque ya no inmaduros), engreídos, bien parecidos, petulantes, verborreicos, vacuos, vociferantes, más dados a hablar que a escuchar, ignorantes del mundo empresarial y del mercado, listos y también listillos.

Por favor, Iñigo Errejón, ya que pretende Vd. traer sensatez a este guirigay de machos alfa (así se dicen y así actúan), y puesto que ha de saber, desde su indudable perspicacia política que no va a ser presidente de gobierno, pónga a su equipo a trabajar en la confección de un buen programa. Y, como seguro que se habrá leído la propuesta última de Sánchez a su antiguo jefe Iglesias, y que, en mi opinión, tiene mucho de aceptable, trate de mejorarla y completarla.

Han abierto Vds. un portalón para que la derecha retorne al Gobierno de España y les servirá para que, desde una sensata oposición, aspiren dentro de cuatro años a desbancar a Pablo Casado de la presidencia del Gobierno.


Este mirlo de agua acaba de sacar del río en que habita como señor de sus aguas, un plecóptero.

 

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Errejón, Iglesias, Más España, nuevas elecciones, oposición, Partido Popular, Pedro Sánchez

Viaje al Centro

19 septiembre, 2019 By amarias Deja un comentario

Los partidos con representación parlamentaria han querido volver al principio, aunque con las plumas muy desgastadas, particularmente, después de un verano fatigante. El candidato a la presidencia de gobierno, el socialista Pedro Sánchez, no consiguió cerrar con sus “socios preferentes” -la polícroma coalición [email protected] Podemos, las cláusulas de un acuerdo que le permitiera pasar de gobernar en funciones a funcionar con garantía de estabilidad.

La resistencia férrea a mantener el no a la investidura del “bloque de las derechas” (PP, Cs y Vox), insuficiente por sí mismo a conformar alternativa, quedó, en ese contexto de desencuentro entre las llamadas “izquierdas”, como una posición testimonial -en este envite-.  Por otra parte, el sospechoso apoyo -un término medio entre abstención y concordia- al empecinado Sánchez por parte del grupo que lidera desde la cárcel Oriol Junqueras, una especie de abrazo del oso a la espera de la Sentencia por el Procès, quedó, junto al comprometido sin fisuras por parte del simpático charlatán Revilla, convertido en un portavoz externo del candidato, se suman a la tragicocómica parafernalia que se generó en la toma de posiciones tras los resultados electorales.

Se puede (y debe) analizar las razones del fracaso de los partidos de la izquierda parlamentaria en ponerse de acuerdo en una magnífica oportunidad para consolidar la imagen de formaciones maduras y democráticamente comprometidas, a pesar de la discrepancia ideológica de intensidad. No ha sido así, y quedó puesto de manifiesto, con absoluta claridad, que existe una tensión irresoluble entre el PSOE y lo que quede de la izquierda irredenta, contaminada por un atroz populismo revolucionario.

Tal como lo veo, la oportunidad de gobierno se ha desplazado ahora, y se consolidará con el resultado de las elecciones que han sido convocadas para el 10 de noviembre de 2019, hacia la derecha. El responsable de esta deriva es, en mi opinión, Albert Rivera, que se ha autoproclamado líder de la oposición y que ha desdibujado, hasta convertirlo en una sombra de lo que era, el programa con toques socialdemócratas que había conseguido ilusionar, no ya a sus votantes, sino a algunos de los militantes más cualificados que, cuando advirtieron lo que su capitán traía entre manos, luchando a brazo partido con Pablo Casado y negándole el pan y el agua a Pedro Sánchez, se salieron dando gritos de “¡Fuego, fuego!” por las ventanas de la agrupación naranja.

Como observador desde la distancia que proporciona la neutralidad y la independencia de cualquier partido, aunque comprometido con el deseo de que nuestro país tenga las mejores opciones, debo reconocer que la persona que ha tenido un comportamiento, en todo este proceso, de mayor coherencia y transmitiendo las mejores sensaciones de hombre de Estado, ha sido Pedro Sánchez. Cuando, ya introducido en el inicio de la nueva campaña electoral, en respuesta al portavoz de ERC, Gabriel Rufián, sobre lo que iba a hacer al respecto de Cataluña, afirmó que aplicaría la Constitución, con todas las consecuencias, vi claro que dejaba sus opciones en manos de las fuerzas de la derecha y, en particular, en conseguir apoyos desde Ciudadanos.

Ya que Sánchez no va a tener la mayoría suficiente para ser investido en solitario, sin otros apoyos, y las negociaciones con [email protected] Podemos han dejado tierra quemada entre los propios negociadores y, lo que es más duro, entre los votantes de ambas agrupaciones, lo que intuyo mucho más probable es que tengamos un gobierno a partir de febrero de 2020 con aquel de los dos capitanes de los partidos PP o Cs que se alce con el mayor número de diputados.


Los papamoscas cerrojillo (ficedula hypoleuca), en tránsito migratorio hacia las zonas del Africa trasahariana, han tomado en Madrid algunas plazas. Entre ellas, se pueden detectar algunos ejemplares, en el magnífico Parque Quinta de los Olivos, donde se alimentan de los insectos que pululan en torno a los almendros y olivos del parque, desplazándose de un árbol a otro con un vuelto característico, que parece indicar “aquí estoy y, pero no me cogerás”.

 

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Prendido con alfileres

21 julio, 2019 By amarias Deja un comentario

Parece que, al fin, después de múltiples desencuentros, descalificaciones y hasta insultos -aunque esa calificación parece tener distinta acepción entre gentes de la política-, los equipos del PSOE y Podemos se han puesto de acuerdo en que los diputados de este segundo partido apoyen al candidato Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno de España.

El peaje: incorporar unos cuantos ministros podemitas -el número aún está por precisar, por será “proporcional” a los votos obtenidos- al gobierno de Sánchez, si consigue éste, finalmente, arrancar de los independentistas y anticonstitucionales de Ezquerra Republicana, la abstención o incluso el voto favorable que le de, en segunda votación, la mayoría suficiente.

Si esta situación se confirma, los que deseamos un gobierno estable, competente, serio, para nuestro país no estamos de enhorabuena. Cierto que la culpa de este despropósito gubernamental no es exclusiva de los partidos firmantes de la coalición gubernamental que se perfila, sino que han cumplido con su misión de desbarajuste todos los que se han presentado a las elecciones, independientemente de programas, ideologías o temperamentos de sus líderes.

Por supuesto, ninguna estabilidad cabe dar a un gobierno en el que se incrusten personalidades e intenciones que no resultan conciliables. Por mucha mano izquierda que pueda desplegar Sánchez, el lidiar con ministros que pertenecen a dos facciones tan diferentes (y que deben fidelidad a órganos de dirección incompatibles) devendrá imposible.

Solo un apunte: la sentencia del Tribunal Supremo sobre los separatistas, que, por supuesto, será dura con los sublevados contra el orden constitucional, abrirá no ya una brecha en el seno del Gobierno, sino que trasladará a la ciudadanía una tensión incontrolable, entre quienes aboguen por el acatamiento de la pena impuesta, manteniéndose al margen y quienes defiendan la amnistía. Con o sin consulta a las bases, que no deja de ser un timo sociológico asimilable al de la estampita.

Nuestro país no tiene arreglo, y ahora también sabemos, en esta generación que se ha mantenido pacífica y que se cree con fidelidad constitucional, que los españoles somos maestros en dilapidar oportunidades. Vamos, pues, camino de unas elecciones generales a corto plazo -con o sin acuerdo de coalición-, aunque lo que más me duele es que en ese sendero lleno de piedras hay desencuentros, tensiones, desgracias, que podrían haberse evitado. ¡Ay, si se pudiera volver atrás con la moviola!


Dos jilgueros (carduelis carduelis) en vuelo a contraluz, a la busca de otro matojo de cardencha o cardo, con el que saciar su hambre en una mañana de calor. Todos identificamos bien a los jilgueros adultos, con su antifaz de color rojo vivo, aunque he oído decir a algún falso entendido que los machos se diferencian de las hembras en que éstas no tienen el rostro rojo carmín ni la vistosidad de las plumas, en contraste de negros y amarillos, de los machos.

Pues esa afirmación es falsa: los dos sexos son prácticamente indistinguibles en la observación visual, y quienes carecen de la careta roja son los juveniles. Eso sí, los machos son quienes poseen un canto muy musical, con notas suipsit-suipist, entrelazadas con otros tonos y trinos alegres.

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Distanciamientos

25 junio, 2019 By amarias 2 comentarios

Han transcurrido dos meses desde las elecciones generales de 28 de abril de 2019, y más de un mes desde las locales y europeas, y el panorama político, lejos de clarificarse, se complica por momentos.

Poniendo orden a mis particulares impresiones de la forma en que se produjo el proceso electoral, el contenido de las campañas de los diferentes partidos, los resultados producidos por la asunción desconcertada por la ciudadanía de los planteamientos expresados por quienes se dicen profesionales de la política y, en fin, por el lamentable desarrollo de las negociaciones posteriores para intentar (supongo) formar gobiernos y no, como pudiera interpretarse, tendentes a desbaratar cualquier intento de alcanzar la calma y la cooperación necesarias entre los agentes económicos y sociales, extraigo las siguientes conclusiones:

  1. Los representantes de los partidos no han querido, interpretar los resultados electorales. No ha ganado ninguna propuesta de partido, y ha quedado demostrada la desorientación de los votantes a la hora de elegir opciones. Salvo en Cataluña, en donde subsiste una importante facción independentista (y para durar), en el resto del país los partidos constitucionalistas, que se habían unido para aplicar el art. 155 y, subsidiariamente, propiciar el proceso penal que ha conducido a la presión preventiva (y que, con seguridad, es preludio de una dura condena) a los organizadores no fugados del intento de secesión, han obtenido un respaldo muy amplio, prácticamente uniforme. Pero el relativo aumento de votos que ha recogido el partido del gobierno en funciones, el PSOE, no le autoriza para verse como exclusivo ganador. Porque ningún partido ha obtenido votos suficientes para gobernar en solitario; ni siquiera los autodenominados “bloques” (de izquierda o derecha del espectro) pueden jactarse, dada su falta de uniformidad, de haber ganado nada.En conclusión, no cabría otra opción que calmar los ímpetus de convertirse en amos de un cotarro en el que, para mandar, solo pueden aportar sus ganas de hacerlo. Si no quieren conducir la situación a nuevas elecciones, y, si rechazan andar a mamporros durante toda la legislatura con falsos acuerdos de cooperación o apoyos precarios para la investidura. Para que pueda gobernar Sánchez y designar a un equipo estable y con capacidad de acción, es imprescindible un acuerdo amplio de concertación. No con Unidas Podemos (o no solo, y no con las premisas ahora conocidas), ya que su posición como candidato a cogobernar está contaminada por su falta de sintonía en temas cruciales (el juicio a la secesión y la reforma económica y social, por ejemplo), sino contando con el apoyo -no solo la abstención- de otras fuerzas con visión de futuro factible y no obsesionadas con elucubraciones propias de debates parauniversitarios.

    Si Sánchez no logra agrupar junto a sus propios diputados a otros de centro y centro derecha, para unir a los eventuales de un Unidas Podemos rebajado en humos y crecido en sentido práctico (dentro de un programa claro de Gobierno, con un concierto básico en los grandes temas (económico, ambiental, industrial, defensa, laboral, social, asistencial, etc.), no le queda más remedio que convocar nuevas elecciones. Costará dinero al país, pero más nos está costando este suplicio del disentimiento prolongado. Mejorará algo el PSOE, bajarán los demás, se elevará a un clamor la abstención, pero aprenderemos todos el valor de negociar con la cabeza y no con los genitales.

  2. La irrupción del partido VOX, al que, sobre todo desde los partidos de la izquierda teórica, se ha calificado de anticonstitucional, ha significado un refuerzo potente para las agrupaciones con tendencias derechistas, que se han presentado en coalición aparente, con el objetivo de “echar a Sánchez” del Gobierno de la Nación. Ha sido un grave error, en especial para Ciudadanos, sin ventaja para la ciudadanía que quiere, por encima de todo, resultados prácticos.Esta aparición de un partido con líderes mediáticos, bien preparados dialécticamente, provocada por el desgajamiento de descontentos procedentes del Partido Popular,  ha sabido, con sus posturas extremistas y la atención despertada, llegar al ánimo de votantes radicales, firmes en temas como el aborto, devotos teóricos del catolicismo carpetovetónico (hoy ya bastante cutre, por trasnochado), atentos al mensaje de la Patria amenazada, gozosos de ver el Ejército como salvación ante la deriva secesionista, etc. Postureo mediático bien adobado de palabras con tonos catastrofistas de doble sentido, apto para interpretaciones al gusto de cada cual, recogiendo lo que le apetezca.
  3. El partido Ciudadanos, esperanza casi preconsolidada para construir o reconstruir la posición liberal (o de centro), ha perdido su entidad ideológica y su carisma neutral. Su actividad electoral y postelectoral  ha servido parea desorientar y desmoralizar a votantes (y a algunos de sus líderes).La distonía con los principios básicos del postulado liberal, ha tenido dos hitos, ajenos incluso al proyecto inicial: 1) la obstinación de Rivera y Arrimadas (como líderes más significativos, proyectados desde el catalanismo sensato a la dimensión nacional, y naufragando en el nuevo medio) en trazar líneas rojas con el Partido Socialista, ha movido a parte su electorado natural, justamente, hacia el PSOE y ha dejado con la brocha en la mano a los votantes que veían en acuerdos con ese partido la construcción de un eje de estabilidad para el país; 2) la posterior descalificación desde el “aparato de C`s” de quienes, justamente, defendían desde el propio partido el mantenimiento de la posición liberal, y que culminó con la expulsión de Manuel Valls, candidato a la alcaldía de Barcelona, y presentado en su momento como gran fichaje, (por haber favorecido el nombramiento de Ada Colau, como mal menor como alcaldesa de Barcelona), se prolonga actualmente en deserciones, tensiones internas y, en definitiva, ausencia de criterio inteligible.
  4. Por su parte, la persistencia de la manifestación de un decadente Pablo Iglesias, convertido definitivamente en un patriarca de su creación política- junto a su actual pareja, Irene María Montero, de querer entrar en el gobierno de un futurible presidente de Gobierno Pedro Sánchez, a cambio de un apoyo insuficiente, refleja únicamente que ha perdido el norte, al no valorar su verdadera fuerza.Definirse como portador de los valores de la izquierda (sean cuales sean ésos), hallándose en caída libre junto a Alberto Garzón, monitores del proyecto incomprensible de Unidas Podemos, es sarcástico. En la actualidad, juzgado por su actuación personal, Iglesias jr.  podría jactarse de ser triste coautor de la destrucción de la izquierda histórica (para muchos militantes, aún respetable) que representó no hace mucho el Partido Comunista. Contó, no se le puede negar la colaboración destructiva, con un inocuo ideólogo pero, como él,  presuntuoso (aunque sin su carisma mediático) que puso al servicio del descalabro a los fieles votantes de la izquierda irredenta.

Un petirrojo, sobre uno de los bastidores de una cuerda de tender ropa, meditando tal vez (en su cerebro de ave) qué hacer.

Los petirrojos (erithacus rubecula) son aves migratorias (en general) y, entre sus magníficas características, se encuentra el haber sido los elementos de reflexión a los astrónomos y físicos que ayudaron a descubrir la existencia del norte magnético, por el que se acabó intuyendo que se guiaban en sus migraciones, con un mecanismo interno aún sin descifrar.

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Albert Rivera, Alberto Garzón, Arrimadas, Ciudadanos, elecciones, gobierno, Partido Popular, Sánchez, Unidas Podemos

Semana de crispación

15 abril, 2019 By amarias Deja un comentario

Esta Semana Santa de 2019, antevíspera de las elecciones generales del 28 de abril, se presenta con la peculiar escenografía de la confrontación entre los espacios religiosos y los políticos.

Puesto a elucubrar sobre la forzada coincidencia, me pregunto si forma parte de la estrategia urdida por el equipo del presidente de Gobierno Sánchez, para contaminar el debate electoral con las procesiones de la Semana Santa, el vaivén turístico-vacacional de los presuntos votantes y, en suma, combinar en el cóctel de los sentimientos, la devoción de algunos a la rememoración de la Pasión del Cristo Redentor con el desencanto que produce el bajo nivel de nuestra clase política a la hora de encontrar soluciones a los males que nos afligen.

Por el lado del laicismo, hay motivos para encontrarnos inmersos en una sensación de desamparo, compatible con el recogimiento, la invitación a la meditación sobre la levedad de la vida humana y la invitación, bien aprovechada por todas las religiones (y glosada magníficamente por Karen Amstrong), para apuntar a un ser superior como elemento salvífico de nuestras debilidades y respuesta contundente a cualquier interrogante racional. Los candidatos que pretenden nuestro voto están más preocupados en salvar su pellejo frente a los otros adversarios que en decirnos a los que contemplamos sus peleas (con creciente escepticismo) que están pensado en los problemas que nos afectan, proponiendo soluciones factibles y no cantos de sirena y cuentos de la lechera.

Por el lado de la religión (incluida la parte de folklore que es consustancial al gran espectáculo de las procesiones), factor dominante en esta Semana preelectoral,  la Iglesia católica entra en campaña con sus postulados sobre la eutanasia, el derecho a nacer una vez concebido, la familia como elemento rector del buen orden ciudadano, la homosexualidad y otras supuestas desviaciones de la débil naturaleza, contaminado todo ello con la idea de un dios redentor y la necesidad de expiar por los pecados propios y, de paso, de toda la Humanidad.

No soy seguidor de mensajes desde el púlpito, pero no tengo duda de que el camino a la salvación de la fe cristiana pasa por votar las propuestas de los partidos de la derecha, con preferencia a cualquier desvío ideológico por los cerros de la izquierda, si es que aún el lector puede entenderse y entenderme al utilizar estos términos desorientadores.

En fin, la desafortunada desenvoltura con la que los líderes de los partidos políticos en liza electoralista se esfuerzan en desacreditar a trompazos a todos los demás, incluso a los que deberían formar parte de su tendencia ideológica, definiendo diferencias donde debería haber líneas programáticas, a base de descalificaciones personales y trazos gruesos de lenguaje populachero, hace daño a la democracia. Aumenta la crispación, crea más desencuentros.

Debería tener confianza en que los debates televisivos, en los que los candidatos se encuentran cara a casa con sus oponentes ante la audiencia y no frente a sus seguidores en mítines de campaña, servirá para aclarar las cosas.

Como perro viejo de estas y otras circunstancias, no tengo mucha esperanza en que se consiga ese efecto.  No me parece que el populismo de los profesores universitarios que, pertrechados tras sus plazas académicas de por vida, lanzando soflamas y promesas inviables, tenga otro valor que calentar los ánimos. Y menos tengo en que los defensores de bajar los impuestos y confiar la recuperación y el progreso al milagro de la eficiencia de los mercados, consigan poner freno al deterioro avistable de la pérdida de empleo masivo que provocará la generalización de las nuevas tecnologías en países, como el nuestro, que menosprecian la investigación y la enseñanza de calidad.

Entre tanto barullo, los detentadores de los grandes capitales -no me confundo, no son los Ortega, ni los Koplowitz, ni los Botín, …, no tienen nombre conocido y no residen en España-. son como las anguilas y se escapan ágilmente a otros ríos con mejores aguas si se les asusta lo más mínimo.

Tenemos serias dificultades para mantener el estado de bienestar -que es nuestro país alcanzó cotas excelentes, en realidad, impropias de nuestro Producto Interior Bruto- y aquí el debate no puede contentarse entre los partidarios de sostener lo actual y mejorarlo aún más. Hay que definir qué recursos necesitamos a la vista de la evolución de prestatarios y demandantes, y cómo se van a conseguir. A largo plazo. Y ello se relaciona con todo el sistema productivo, no con deseos ni promesas de adalides mitineros.

Se ha de reconocer que el Partido Socialista de Sánchez (lo que queda del viejo PSOE) ha demostrado imaginación para gobernar con ideas de poco calado pero gran efecto mediático, aunque percibo en el fondo una arriesgada propensión a la huída hacia adelante. Los números no salen, porque no se han hecho. No estamos necesitados de titulares, sino de letra pequeña.

He escrito ya muchas veces que a España le vendría bien una coalición de gobierno entre el PSOE y Ciudadanos. La forma en que se está llevando a cabo la campaña por ambos partidos es lamentable. Hay empujones obsesivos desde el socialismo de manual para agrupar a los simpatizantes de Ribera y Arrimadas (como cabezas más visibles) con la derecha retrógada, que son perfecta y erróneamente confirmados por el equipo de Ciudadanos, perdida la esencia del centro, con la insensata, e irreal, promesa de no apoyar un gobierno de Pedro Sánchez, por haberse aliado con los independentistas.

Muchos preferiríamos conocer qué va a hacer el Gobierno que salga de las urnas. No con quién se va a aliar para formar una coalición relativamente estable.  No es eso. Desearíamos saber cuáles son las medidas que son capaces de consensuar, a la vista de las posiciones de los restantes partidos, si, como es seguro, no van a conseguir la mayoría suficiente para gobernar en solitario.


Este ave, fotografiada lamentablemente con escasa definición (no preparé bien los parámetros del equipo de Canon con el que me dedico a captar imágenes de todo tipo de volanderos), es una canastera (glaveola pratincola). Parecida a la perdiz, por tamaño y algún comportamiento, se la distingue sin confusión, al menos en verano, por el pico rojo muy visible y el conspicuo dibujo cefálico, definible como una línea negra que va desde el ojo hasta la garganta.

Esta canastera se encontraba en Fuerteventura, a principios de abril de 2019, cerca de Morro Jable. Estaba ocupada cazando insectos del suelo, y tardó en advertir mi presencia. Cuando miré las fotos, mi decepción fue notable. Las retoqué como pude, sin mucho éxito.

Publicado en: Política, Sin categoría Etiquetado como: Ciudadanos, coalición, elecciones, Partido Popular, partidos, Podemos, política, pregramas, Ribera

Elegir entre sonámbulos

18 febrero, 2019 By amarias 2 comentarios

Finalmente, reconociendo la incapacidad de su gobierno para sacar adelante la legislatura, -presupuestos y proyectos- el ya ex Presidente de gobierno Pedro Sánchez ha anunciado la convocatoria de elecciones para el 28 de abril de 2019.

Se reabre así un período  de afirmación y toma de posiciones cosmológicas por parte de los candidatos a ocupar el sillón presidencial, previa la consecución de una escueta mayoría de votos y la adopción de un pacto parcialmente contra su natura que le permita una mínima estabilidad parlamentaria.

Muy difícil todo y oscuro en sus resultados finales para el votante, que verá que su intención se adultera en el camino de las negociaciones para sacar tajada de gobierno.

¿Cómo puede ser? La deriva de la incompetencia para dirigir sin estridencias y con serena fortaleza y pragmatismo, los temas sustanciales de nuestro país nos ha conducido a una polarización inaceptable en las posturas, a una tensión verbal y a una ausencia  de sintonía entre muchos líderes políticos que, cuanto menos, cabe calificar de lamentable.

Y se agudizará. Aunque la crispación mitinera, las soflamas dedicadas a partidarios, no tienen nada que ver con las propuestas de gobierno factibles y, aún menos, con las que se adoptarán, caso de resultar encajados en la coalición de Gobierno.

Resultado de las elecciones: traición para el votante singular, que no sabrá las consecuencias que se derivarán de su voto.

Los media, siempre en su obsesión de hacer política por su cuenta, exageran la existencia de tres barreras para el futuro entendimiento, cuando se deban pactar alianzas luego de de las votaciones de abril: la existente entre los bloques denunciados por las respectivas oposiciones como “derecha” (Ciudadanos, PP y Vox) e “izquierda” (PSOE y Unidos Podemos); la de constitucionalistas (los citados, menos Vox) y los secesionistas catalanes (PdeCat y CUP) -los secesionistas vascos, se salvan, de momento, pertrechados tras un insolidario Estatuto-; menos justificable me parece la barrera derivada de la ausencia de sintonía personal entre algunos de los llamados a protagonizar las negociaciones para el futuro entendimiento.

Hice referencia en el título de este Comentario a Sonámbulos. Despierten, ya, nuestros políticos y extiendan la serenidad sobre la cancha donde nos veremos los votantes. Recupérese el centro y el centro izquierda. Todo lo demás, no tiene ahora su tiempo ni nos merecerá  la pena.

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Ciudadanos, elecciones, Partido Popular, partidos, política, PSOE, Unidos Podemos, Vox

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