Al socaire

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Aumento de la crispación social

21 diciembre, 2021 By amarias Deja un comentario

Tenemos motivos sobrados para sentirnos incómodos con la actual situación.  Vayan aquí, a vuela pluma, algunos:

Una nueva oleada de ese virus del que seguimos ignorando casi todo (origen, forma de propagación, manera plenamente segura de defendernos de su contagio) está colapsando los centros de atención primaria y las urgencias de los hospitales. Le han dado un nombre a su variante, aunque esta cuestión semántica ha venido a causar aún más inquietud sobre la población, de nuevo preocupada por la posibilidad de ser infectados y por la sospecha de que las vacunas, incluso con las tres dosis y contrariamente a lo asegurado inicialmente por las farmacéuticas, no ofrecen total garantía de resistir al contagio.

Son ya muchas las aulas de primaria y secundaria que han tenido que cerrarse provisionalmente para cumplir con los protocolos de la mal llamada cuarentena, que ha sembrado, de golpe y porrazo, con nuevos problemas de logística y de prevención a miles de familas, con muchos progenitores afectados por el teletrabajo. Las comidas y cenas de empresa, las copas de Navidad, las reuniones familiares, se están viendo reducidos a la mínima impresión. Cuando se celebran, las medidas adoptadas (improvisadas, incoherentes, a veces estrafalarias e ilógicas) son más bien producto de esta esquizofrenica colectiva que de la sensata orientación realizada por microbiólogos (Por cierto: esta profesión, como la de vulcanólogos, parece estar aprovechando la crisis, sobre todo, “para aprender mucho”).

Qué decir de la política, convertida en una plataforma de inestabilidad y preocupación. No hay consenso ni voluntad de tal, y la deriva hacia dos bloques, enfrentados entre sí, con los partidos afines y, posiblemente, con el mundo en general, debe preocuparnos. La bipolaridad es mala consejera de acción, pues evita los grandes acuerdos y los que se producen -como está demostrado por el cierre en falso de la colaboración gubernamental entre el PSOE, Unidas Podemos, la CUP y el PNV- aumenta la tensión y reduce las disponibilidades de Tesorería para que las disfrutemos todos, aplicándose dineros a las exigencias egoístas de los partidos minoritarios-

En el Parlamento, las apariciones de ministros y representantes de la oposición, se han convertido en expectáculo de malos actores. La oposición de derecha como de ultraderecha se ve por los partidos de la izquierda y ultraizquierda como anclada en el franquismo, y cuanto dice o argumentan se le califica como surgido de la nostalgia, la ignorancia, o el rencor; no pocas veces se llama fascistas a sus representantes. Pero, a la inversa, cuanto hace o dice el presidente de Gobierno, sus ministros o los portavoces de los partidos que conforman el conglomerado (sin duda, pintoresco) de la coalición que nos gobierna, es erróneo, resulta oscuro o ininteligible o es producto de una incompetencia manifiesta, si seguimos a los portavoces de la otra bancada.

No voy a poner más ejemplos, que cada uno puede encontrar en lo que esté viviendo en la empresa, en la oficina, en las Adminsitraciones, en encuentros (por fortuna, casi siempre solo verbales) entre quienes se empeñan en mantener posiciones discrepantes, fuera de todo raciocinio o discusión sensata. Por no decir de esas hordas de descerebrados que, a la primera, como si fueran mercenarios del caos, rompen cristales de comercios, vuelvan contenedores o queman neumáticos, sin importarles plantear batallas campales con las fuerzas del orden.

Una anécdota, para reforzar a qué parecemos dispuestos a llegar. Hace un par de días, estábamos manteniendo una conversación en una cafetería con unos amigos y dos mujeres, cada una con el adorno de su propio perro, se pusieron  en la mesa de al lado. Uno de los perros se puso a ladrar de forma ininterrumpida, causándonos evidente molestia, tanto que nos impedía seguir hablando en tono normal. Mi esposa rogó a la señora propietaria que hiciera callar a su perro, pues nos estaba importunando. La respuesta fue,: “Está en su derecho”. Yo le repliqué, en mi mejor tono, aunque sin ocultar mi sopresa por la salida de pata de banco: “¿Insinúa Vd. que el derecho de su perro es molestar con sus ladridos? ¿No tiene Vd. autoridad sobre su perro para tranquilizarlo?”.

Se produjo un silencio, que solo quedaba roto por los ladrillos estridentes del maleducado chucho. Como si hubiera estado meditando una réplica contundente, aquella amiga del muy especial derecho animal, fijando su mirada en mí, me espetó: “Es Vd. un impresentable. Un sinvergüenza”, dejándonos a todos -incluso a la que la acompañaba a ella- estupefactos.

No tuve más remedio que pedir la cuenta y decir a mis amigos que debíamos cambiar de aires, por el bien de mis arterias coronarias.

Publicado en: Actualidad, Sociedad Etiquetado como: coronavirus, crisis, crispación, derecho de los perros, gobierno, oleada, Omicron, pandemia, parlamento, partidos políticos, perro

Las características singulares del centro político

23 septiembre, 2021 By amarias Deja un comentario

La debacle de Ciudadanos, la formación política nacida con vocación de centro entre socialistas y conservadores y, sobre todo, como cortafuegos a las pretensiones nacionalistas, republicanas e independentistas, ha dejado huérfanos a los que están convencidos que un partido charnela, incrustado ideológicamente entre izquierda y derecha.

Siguen haciéndose análisis -en tribunas de especialistas en el análisis político y en círculos de café y pastas entre amigos- sobre las razones de esa caída desde las alturas del Ícaro más notable de la policromía de opciones que se ofrecen a los votantes, en un país que vota liderazgos y no programas. Mi opinión, sin más valor que el hacerla explícita, es que Albert Ribera hundió la nave con él de capitán general.

El punto de arranque fue el debate televisivo de cierre de campaña en el que un acalorado Rivera Díaz presentó la tesis del que creía principal oponente -Pedro Sánchez-, invitándole a que “la leyera”, para que se enterara de lo que otros habían escrito por él.  Se hizo imposible el acuerdo de coalición o apoyo entre dos gallos de pelea en la quintana y, mucho mejor arropado y más hábil con la máquina de pactar, Sánchez alcanzó la presidencia pactando con el diablo. Después del abandono de Ribera para dedicarse a “la empresa privada”, ni Inés Arrimadas, ni Edmundo Bal, haciendo esfuerzos para tapar los agujeros con frases del viejo catecismo salvado del cuaderno de bitácora, ni el clamor de cuantos se tiraron al agua dando gritos para alejarse del barco con tantos boquetes, consiguieron otra cosa que certificar la defunción de aquel proyecto de centro, hoy agarrado a unas tablas y a la deriva.

Entre el PSOE y el Partido Popular hay actualmente un vacío estratégico en el marco político, que no me atrevo a decir cuán grande es, aunque sí que no lo va a llenar el moribundo Ciudadanos con sus animosos actuales monitores. Y, a pesar de todo, tanto uno como otro de ambos partidos mayoritarios necesitan una formación de centro suficientemente robusta para que funcione como eficaz punto de encuentro, si llega el caso. Por la izquierda, Podemos ha demostrado ser otra cara del independentismo o la izquierda radical, según le vaya en sus conveniencias, y se convierte, a ratos, en un incómodo compañero de viaje en la coalición de gobierno con el PSOE, apoyando posiciones extremas a su izquierda que, aunque parezcan contenidas por el tejemaneje del “te oigo pero no te escucho”, “te doy la razón aunque te ignoro”, no auguran ni estabilidad ni bien futuro.

Por la derecha más extrema. el partido de Abascal  hace el juego a los enconados ultras que dan a su formación un cariz inaceptable, xenófobo, irreal, insolidario, entre banderas nazis, enfrentamientos callejeros con la izquierda irredenta, insultando y vejando homosexuales y a pertenecientes declarados a colectivos LGTBI, etc. Aunque desde la cúpula de Vox, se niegue a menudo apoyo y filiación a los protagonistas de los mayores desmanes, a pocos engaña que se les hace el caldo gordo desde una formación que vende al mismo tiempo estampas de Franco, himnos patrióticos y pone zancadillas a “la derechita cobarde”.

Tampoco sirve engaño a la moderación y buen pulso para mejorar el país, que esgrime como marca de identidad el partido principal que gobierna en coalición con la facción socialista, cuando se complace en agudizar la bicefalia, con críticas a otros ministros, y se mete en fregados de incompetencia, desgaste o inconsecuencia, ya sean abrazos con ministros venezolanos del equipo de Maduro señalados por la Corte Penal Internacional, acogida misteriosa, mal analizada y peor explicada de Ghali,  líder del Frente Polisario (opción del pueblo saharaui para mantener el pulso por su independencia que España no sabe oficialmente cómo abordar), para su tratamiento en fase terminal aunque con causas abiertas en la Audiencia Nacional, …, subidas mínimas del salario mínimo esgrimidas por la líder de la otra cabeza de la bicefalia como una victoria sobre el empresariado, etc.

Y aunque Podemos ha avanzado algo, en la búsqueda de la supervivencia propia, hacia la moderación (que es su desdibujado), no es el mejor apoyo que puede pretender el PSOE para gobernar con tranquilidad. Esa formación política está, ella misma, a la búsqueda de una identidad, con su liderazgo en cuestión y su ideología y práctica en revisión permanente, entre el exabrupto incontrolable de los terroristas urbanos y los politicastros que buscan alguna idea entre los adoquines y el “buen rollito” de profesores universitarios y funcionarios con la vida resuelta a salvo de mayores pretensiones.

Se buscan líderes para una formación de centro que de aire a la izquierda y a la derecha. Ofreciendo coherencia liberal, guiño socialdemócrata sin sonrojos, apoyos a las posiciones realistas de avance en la mejora del bienestar social, la educación, el desarrollo tecnológico y empresarial.

Se necesita esa opción de tranquilidad y pragmatismo para pulir las tendencias a la ruptura de la baraja en el nuevo gobierno que surja de las próximas elecciones. Para que el PSOE no tenga que acudir a la insolidaridad independentista ni a la izquierda sin escrúpulos para gobernar, ni el Partido Popular deba abrazar la pegajosa capa de negra brea de Vox para acceder a la Moncloa.

Y, sobre todo, para que se deje de atender a los dedos que señalan y empecemos de mirar a la luna o las estrellas.

Publicado en: Sin categoría Etiquetado como: Abascal, Arrimadas, Bal, centro, Frente Polisario, Ghali, gobierno, pragmatismo, Ribera, Sánchez, Vox

Trabajo de final de curso (2)

24 mayo, 2021 By amarias Deja un comentario

Nota: Este Comentario forma parte indisociable del publicado anteriormente, con el mismo título, en este blog.

Desde luego, una parte importante de las sentencias (o consejos) que se lanzan en el Documento corresponden a postulados y directrices académicas y, en algún caso, puestas en práctica con variados resultados. Tal es el caso del “apadrinamiento entre grandes y medias empresas”, o la generación de clusters de actividad, que se ha probado en algunos países (y regiones españolas) y cuya efectividad depende en gran medida de la fuerza motriz e interés de al empresa tractora y la capacidad de las pymes para asimilar sus exigencias técnicas.

Uno de los capítulos potencialmente más interesantes, siempre en mi opinión como simple observador de la realidad española, es el dedicado a la necesidad de mejorar la formación de la población española. Se construye un edificio, bastante frágil, sobre las “asignaturas pendientes” entendiendo por tales,  la alta tasa de abandono, el alto número de repetidores, el acceso insuficiente a los estudios postobligatorios, al bajo nivel de aprendizaje y a la desmotivación del alumnado, como otras tantas características negativas del panorama educativo.

Por supuesto, estoy de acuerdo con esas conocidas rémoras de nuestra enseñanza, pero no tengo empacho alguno en añadir como causantes del bajo nivel de aprendizaje, la falta de motivación del profesorado, la dejación de funciones de enseñanza por parte de los padres en los contenidos de una televisión inane, sin contenidos formativos, la excesiva dedicación al móvil y a los juegos telemáticos desde edades tempranas, la falta de competitividad, el exceso de cometidos formativos y clases extras sin orientación curricular, etc.

Puede que “el grado de magisterio sea uno de los menos exigentes” y que “las carencias formativas apenas se corrigen” y que “no hay una carrera profesional hacia la dirección”. Pero esta situación se puede aplicar a casi todas las carreras, en donde la aparición de grados y máster sin una clara diferenciación y habiendo disminuido los niveles de exigencia al alumnado, convertido en evaluador del profesorado.

Resulta simpático, cuanto menos, leer que hay que corregir la feminización de la carrera docente, incorporando profesorado masculino, puesto que en la actualidad el 98% de los maestros en la etapa infantil son mujeres y el 81% en primaria, así como “introducir un modelo de evaluación competencial del aprendizaje”. Justamente, la introducción de modelos competenciales y la revisión de todo tipo de canonjías (funcionarios, ascensos a dedo, puestos relevantes a correligionarios, falsos currícula, familias influyentes, etc.) es, sin duda, un mal endémico de nuestra sociedad.

Conquistar la “vanguardia educativa” implica una profunda revisión de carreras, objetivos, asignaturas, profesorado, catalogación de centros docentes, homogeneización, etc. La delegación de la obligación constitucional de proveer desde la Administración del Estado una enseñanza que facilite la promoción individual y la mejor satisfacción personal, ha fracasado con la delegación de funciones a las regiones, que han interpretado el mandato de la Norma Suprema, con pocas excepciones, como el permiso para crear sus propia canonjías.

Es, desde luego, lamentable, que “más de diez millones de adultos (y de ellos, la mitad con edades entre 25 y 64 años) no tengan ningún título de formación profesionalizada. Que ahora se promueva .por enésima vez- “consolidar la formación profesional”, provoca a los que hemos defendido desde hace décadas, esa necesidad, una triste mueca.

Los juicios y buenos deseos expresados en el Documento se deben compartir: “bajos niveles de aprendizaje”, “se concede más importancia a la cantidad que a la calidad”, “hay que subir del 11 al 17% las personas con titulación superior”, “se debe impulsar el lifelong learning” (rectius, en español, el aprendizaje a lo largo de toda la vida)

Como se pretende dar sensación de estar al día en la pedantería más actual, se sugiere “aumentar la capacitación adicional en upskilling y aumentar el reskilling”, que implica mejorar la adaptación individual al cambio tecnológico, facilitando la reinserción y movilidad laboral. Se aboga porque el “75% de la población adulta hable, al menos, una lengua extranjera”; como no se precisa cuál podría ser ésa, cabe desear que no sea ni el catalán ni el euskera y, recíprocamente, que los hablantes en esas lenguas vernaculizadas aprendan a expresarse bien en español.

Algunas medidas deberían ser de ejecución inmediata, como “reformar de forma profunda el servicio público de empleo estatal”: es ineficiente, no ayuda a la consecución de empleo y sus funcionarios -en inmensa mayoría- desconocen el espacio laboral al que, en teoría, deberían orientar y conducir a quienes tienen la desgracia de encontrarse en paro. En un contexto con cambios tecnológicos continuos, mortalidad empresarial elevada (y nacimiento de nuevos emprendimientos) y una población activa envejecida y con poca actitud al estudio y a adquirir nueva formación, poner en marcha ese “servicio público” renovado implica, por sí mismo, un reto inmenso.

Hay afirmaciones que deben juzgarse en el contexto ideológico del Documento y no desde su presunta eficacia. Así cabe calificar el propósito de “incentivar la presencia de mujeres en los sectores industrial y tecnológico” y de los “hombres en el cuidado de personas dependientes”, así como de “mujeres de 55 años en formación continua”, de “adultos con cualificaciones medias y bajas”. Estas afirmaciones con base dogmática implicarían destinar recursos para colectivos singulares, cuya eficacia debe responder a un análisis mucho más completo de las necesidades, no solo de los necesitados, sino de la economía general. La incorporación masiva de la mujer al mundo laboral ha tenido como consecuencia no deseada la disminución de los salarios.

Algunas indicaciones tienen olor muy rancio: “incentivar la formación dual” (¡en eso estamos desde hace décadas, sin éxito!). Otras expresiones son puramente voluntaristas: “la transformación ecológica, al final del proceso, tendrá un balance abrumadoramente positivo”. Lo ignoro, en verdad, y lo que sí creo poder afirmar que en el camino, se perderán puestos de trabajo, muchas empresas perderán viabilidad y, lo que es más grave, el efecto sobre el medio ambiente a nivel mundial, será nulo, dada la pequeña dimensión de nuestra economía.

La enumeración de los males previstos si no se toman medidas para llegar a la completa descarbonización evidencia la filosofía de la titular del Ministerio y el seguimiento estricto de la doctrina del Panel del Cambio Climático. No se si la temperatura aumentará en 1,8ºC en cuatro décadas, o si mantendremos la sobreexplotación de los acuíferos, o si aumentarán las pandemias zoóticas.  Lo que sí se es que las medidas que deberíamos adoptar se tendrían que orientar al mejor uso del agua de riego, la selección adecuada de los terrenos agrícolas, el fortalecimiento de las localidades rurales de pequeño tamaño, y, en fin, atender a la exploración completa de nuestros recursos.

Acerca del exceso de potencia instalada, los expertos del Documento deberían atender a los técnicos con experiencia y no a los manuales. En otros Comentarios de este blog ya me he referido a los efectos negativos de la proliferación indiscriminada de aerogeneradores (subvencionada!), al despilfarro de inversiones (centrales de ciclo combinado, nuclear, biogás, etc.) y al beneficio excepcional que las medidas públicas sin análisis previo han aportado y aportan a especuladores y a multinacionales extranjeras, que se aprovecharon de los subsidios para mejorar su tecnología.

El ejercicio académico se advierte en la apelación a “la economía circular”, a “reducir las externalidades negativas drásticamente, sobre todo el sector turístico”, a acelerar la “rehabilitación de edificios”, al “cambio en el sistema de producción de alimento y en el consumo” o en el “sector financiero como catalizador” o a “reforestar 20.000 Ha./año. Estos lemas se vienen repitiendo, con escaso éxito, desde hace décadas.

(continuará)

—-

El dibujo, titulado “Niña dando de comer a las palomas”, del que soy autor, figura reproducido, con otras once láminas, en el libro Sonetos desde el Hospital (@angelmanuelarias, 2019)

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Frail democracies (Débiles democracias)

7 enero, 2021 By amarias Deja un comentario

Los gravísimos sucesos protagonizados por un grupo de miles de simpatizantes del derrotado presidente norteamericano Donald Trump, aún en funciones, tomando al asalto el edificio del Capitolio en Washington, donde los representantes de la nación deberían confirmar, de forma definitiva,  la  victoria del candidato demócrata, Joe Biden, no pueden ser considerados como un hecho aislado, anómalo, de la política norteamericana y, apurando el tiro, de la mundial.

Hay que incluir el hecho en su contexto: aquel que llevó a un individuo sin escrúpulos, con una trayectoria personal deplorable -en lo ético y en lo estético- a ocupar la presidencia del país más poderoso (aún) de la Tierra, con capacidad para decidir sobre el núcleo duro de la política internacional y posibilidad de control del más poderoso armamento mundial, además de actuar, impulsándolos o detrayéndolos, sobre sectores clave del bienestar de ese país (y de forma indirecta, sobre cientos de otros), como son la economía, los impuestos y los servicios sociales.

Es imprescindible ahora extraer de ese hecho y de la trayectoria que lo provocó, las enseñanzas, prevenciones y defensas frente a las amenazas que asedian la voluntad mayoritaria de democracia en Estados Unidos y en muchos países desarrollados y  comprometen, por tanto, la credibilidad de sus actuaciones de rechazo a las dictaduras. No se puede alardear de ejemplar si quienes están al cargo de sus instituciones no lo son.

El intento de golpe de Estado que pretendieron los seguidores del candidato derrotado, irrumpiendo con violencia y armas en la sede donde se concentra la esencia de la voluntad popular, fue visto, prácticamente en tiempo real, en cientos de millones de hogares. Ese intento de actuar contra las vías democráticas, tergiversando y adulterando los procesos reglados constitucionalmente, tiene un responsable. Resulta insólito, increíble, inimaginable, que sea el propio presidente de la Nación el instigador de tamaña irregularidad.

Parece necesario asimilar la dura verdad. La actuación claramente delictiva, intolerable, fue propiciada, desde meses antes, y de forma continuada, por el propio presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. No estuvo físicamente a la cabeza de los asaltantes del Congreso, pero sí fue su instigador. Expresó, una y mil veces, en múltiples alocuciones públicas y mensajes en las redes sociales, su argumentario terrorista: que “se le habían robado las elecciones irregularmente”, y que el “ganador era él”, en contra de las conclusiones de las comisiones electorales. Persistía Trump en esas declaraciones amenazantes, desestabilizadoras, sin doblegar su opinión, a despecho de certificaciones en los recuentos, de las decisiones judiciales y de la confirmación de la validez del resultado electoral, por el propio Tribunal Supremo. Es decir, consciente de actuar contra las previsiones constitucionales y legales.

¿Qué pretendían los asaltantes? ¿Podrían haber creído, por un solo instante, que amedrentando a los senadores con su presencia violenta, cambiarían el resultado de las elecciones y les obligarían a votar a favor de su candidato? ¿Eran votantes disgustados de Trump, o grupos de alborotadores organizados, a los que únicamente guiaba la destrucción del orden, causar daño, amedrentar a la ciudadanía pacífica, con la representación de una escena de terror, para que fueran registradas en la memoria colectiva, como un aviso?

No caigamos en esa trampa exculpatoria. Volvamos al núcleo. El sospechoso de ser culpable máximo de esa manifestación de violencia contra las instituciones democráticas es el actual presidente de los Estados Unidos, el perdedor en las elecciones, Donal Trump. Ante un hecho tan grave, su incriminación, de ser probada -aunque todos hemos sido testigos de su actuación llena de riesgos e incitaciones al comportamiento delictivo de la masa de sus votates, soliviantando a sus seguidores al calentar sus mentes con el fantasma del pucherazo electoral, mantenido a despecho de las comprobaciones y evidencias.

Me temo que, independientemente del desenlace, y de los daños (no menores: cinco fallecidos, decenas de policías heridos, del orden de un centenar de procesamientos por delitos de sedición, atentados a la autoridad, violación de espacio público reservado, desórdenes, al margen de la excepcional aplicación de la Ley marcial, de la decisión por parte del vicepresidente, desacreditando al presidente mismo, reclamando la actuación de la Guardia Nacional, etc.), el mayor daño a la democracia está hecho. El Presidente se ha convertido en el principal impulsor de las huestes que atentaban contra la democracia.

Estados Unidos ha dejado de ser ejemplo de nación en donde las libertades, el respeto a la ley y a las instituciones, formaba parte de la idiosincrasia nacional. En realidad, teníamos elementos para sospechar que era un espejismo o una verdad con importantes grietas:  violaciones de derechos en distintos puntos del país, la marginación por el color de la piel, la ausencia de protección a los débiles, el menosprecio o uso utilitario, de los gobiernos de otros Estados, progresión armamentística y debilidad de la asistencia social pública, etc. -. Estábamos cerrando los ojos para ver solo lo que nos apetecía ver de lo mucho que ofrecía un país, en muchos otros sentidos, admirable.

La situación de asalto a la democracia que estamos viviendo en España es parte del mismo mal que asola Estados Unidos y se difunde, como una peste, por todo el mundo. Dictaduras que se califican a sí mismo de democracias, elecciones trucadas, representantes de facciones que secuestran la voluntad de las mayorías. Aquí y allá vemos ejemplos sangrantes de secuestros de la democracia, abusos de poder, palabrería adormecedora por parte de quienes están en los gobiernos, para aplastar, asustar o engatusar a los que no pensaban como ellos.

Tenemos en nuestro país razón para preocuparnos, si aún no lo habíamos hecho. Cuando desde la cúpula del gobierno se alimenta la insurrección, se está atentando contra la esencia de la democracia y las consecuencias de esa vil actuación son imprevisibles. Podríamos tratar de encontrar diferencias, tranquilizar los ánimos expresando que eso no está pasando aquí y no puede pasar aquí. A mí me resulta muy difícil sumergirme en esa abstracción, y confirmo los motivos de preocupación cuando escucho algunas declaraciones de ministros del actual gobierno de España.

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: asalto, Biden, Capitolio, delito, democracia, españa, gobierno, Iglesias, política, Sánchez, Trump

Quiero saber tu opinión (Poema con estrambote)

29 noviembre, 2020 By amarias Deja un comentario

53

Quisiera saber tu opinión
pero no te precipites.
Estos son los datos:
aficionado a llevar
la contraria; propenso
a encontrar agujeros
en las normas,
empeñado hasta el tuétano
en aventuras malditas:

Tengo firmes, aunque escasos
principios
y un final previsible.

Cuando vuelva de mi paseo
por las contradicciones
que dan sentido a mi vida,
te preguntaré si prefieres
para cenar
huevo frito o tortilla,
y seguiremos
esta conversación.

(9 de febrero de 2017, Amar si tener gozo, @angelmanuelarias)


He puesto un poema (escrito hace más de tres años. aunque mi creación poética creo que tiene un hilo argumental subterráneo, con altibajos, como toda existencia) antes que un comentario sobre política. El comentario es actual, de hoy mismo.

Lo que hay que ganar

Obviamente, somos muchos los españoles a los que preocupa la actual situación económica y política. Lo que me está empezando a alarmar es que se ha hecho más difícil encontrar contraste de opiniones entre ciudadanos, que no sean contertulios de pago en los medios o políticos entrenados a diferenciar sus posturas.

Escasean (por decirlo en positivo) opiniones de empresarios, de filósofos, de sociólogos, de ingenieros, abogados… No se por qué los sindicatos, los colegios profesionales, las asociaciones y clubs de debate están en silencio o no encuentran plataforma de expresión. Por supuesto, la gente normal andan seducida por el fútbol, el demonio del virus, la ignorancia de lo que se avecina o la comprensión de lo que ya tiene en casa.

En consecuencia de la ausencia de debate la sociedad se ha ido polarizando y eso es terrible para la democracia. No hay mas alternativa que lanzarse por el borde del precipicio por el que avanzan o se devanean los otros. Avanzamos hacia un sectarismo adocenado.

No creo que sea un efecto colateral de la Covid, sino una añagaza de mala digestión. Para ese riesgo de recuperar la cooperación, el impulso que produce la discrepancia sana, el cuidado del orden constitucional, de la ley y de los pactos, la coherencia del desarrollo industrial y de servicio, no tenemos vacuna. Tardaremos mucho más en salir a flote, aunque no dudo que la fuerza vital acabará imperándose sobre destrozos, porque las sociedades crecen desde la calma y se hunden en la vana discusión de principios. Se avanza desde el diálogo, la comprensión de los argumentos de contrario, la búsqueda de un punto de equilibrio, la paz social, la cooperación entre todos los agentes sociales, desde el valor de sus justificadas discrepancias, puestas en activo desde la estrategia de colaboración, no con la guadaña del exterminio.

La solidez de la coalición de gobierno parece resistir a prueba de cualquier propuesta de cooperación con los partidos que están fuera del mismo, animados sus miembros por el deseo de mantenerse durante la legislatura. Los propósitos -confesados o latentes- de los cabecillas de la sólida trama, son: a) apoyar sin reservas la independencia separatista de Cataluña y el País Vasco, favoreciendo la vocación republicana de sus hipotéticas mayorías y pasando por alto la corrupción pujolista, los delitos por sedición y desacato y la ruptura social y b) debilitar la Monarquía, poniendo el énfasis en las actuaciones oscuras del rey de antes, despreciando su mérito como baluarte de la actual democracia y ninguneando el papel mediador, como garante de la unidad del Estado, del rey de ahora, Felipe VI, al que vinculan a un régimen trasnochado, de origen fascista y espurio.

Hay movimientos interesantes, sin embargo. No me refiero a las inoportunas, perturbadoras y fuera de lugar de militares retirados que ofrecen sables y experiencias para sostener la monarquía y la Constitución. Las Constituciones pueden, y deben cambiarse, pero siempre democráticamente.

Las voces discrepantes, que llaman mi atención vienen desde las entrañas del PSOE. No provienen de sus ministros en el gobierno de coalición -desorientados, anodinos o enfrascados en sacar algo de lustre a sus carteras, obviando el abordaje de los parámetros fundamentales-. Han aparecido disidencias claras entre antiguos dirigentes -tan relevantes como Felipe González- y voces serenas de la Administración autonómica -tan significativas como presidentes regionales-, que permiten sospechar que se está fraguando una escisión. No se a dónde puede llegar, ni si será pronto.

Pero por ahí veo un camino excelente, viable, sereno, legítimo, para romper la uniformidad monótona de la actual legislatura. Si parte de los diputados del PSOE se deciden a abandonar la disciplina del partido y si constituyeran un grupo independiente, recuperando el socialismo constitucional y socialdemócrata, habría una luz en el panorama.

Lo que no tiene remedio inmediato, parece, es la reconstrucción del centro y, no digamos, la reconducción de las posiciones de derecha. Cuando oigo las tonterías dogmáticas, los desencuentros inconcebibles, las resistencias en trasnochados principios y nostalgias sin rumbo, de algunos de sus portavoces, tengo que cerrar mi atención y preguntarme: ¿dónde está el centro? ¿qué ha pasado con la socialdemocracia? ¿a dónde nos quieren conducir estos populistas con vocación revolucionaria de inspiración estalinista? ¿No se dan cuenta de que la Unión Europea ha pasado a vernos como una nación apestada, y hemos perdido nuestra credibilidad?

Demasiadas preguntas, supongo. Huevo o tortilla, pues.

Publicado en: Actualidad, Poesía, Política Etiquetado como: angel manuel arias, coalición, gobierno, poesía, política, PSOE

Transición patológica

18 noviembre, 2020 By amarias Deja un comentario

El mes de noviembre está dedicado a las patologías derivadas del cáncer genitourinario masculino y, concretamente, de los tumores malignos de próstata y testículo. En el marco de una corriente de concienciación hacia la necesidad de dedicar mayores recursos a la investigación del cáncer y, especialmente, de las modalidades específicas del varón, miembros afectivos a la plataforma virtual Movember, en número creciente desde hace ya 21 años,  recogen aportaciones en las cuentas corrientes abiertas al efecto. Como signo del compromiso, los participantes en este movimiento solidario se dejan crecer, a lo largo del mes, el bigote.

Cierto que, como enfermo grave de esta enfermedad, sometido a un tratamiento severo que me debilita en extremo, estas cuestiones de la patología médica me preocupan y hasta obsesionan a veces. Solo que, consciente de mi banalidad, de mi fragilidad y de la verdad de mi efímera existencia, en los momentos en que mi dolencia disminuye, no puedo evitar elucubrar sobre la evolución de esta grave crisis mundial, que parece estar abarcando, atenazándolos como una hidra de múltiples brazos, los principales elementos de nuestra sociedad.

Solidaridad, ética, sentido de la vida, evolución, desarrollo, medio ambiente, recursos, técnica… Pocos son los elementos que, si nos fijamos en ellos, no parezcan controvertidos. La situación general invita a pensar que nos encontramos en un período de transición, aunque resulta imposible saber hacia dónde. La pandemia de la Covid ha cambiado brutalmente nuestras vidas -al menos, en la parte occidental del globo terráqueo-, generando miseria, incertidumbre, enfermedad y muerte. Hemos modificado nuestra posición respecto a los demás. El otro ha pasado a ser visto como un peligro potencial, alguien del que conviene mantenerse alejado: puede aportar riesgo de contagio, incluso mortal. Como no sabemos exactamente cómo se propaga el maligno, los sistemas de protección aparecen confusos. Tampoco la posibilidad de una vacuna se acaba de concretar en el corto plazo, envuelta en inseguridades, especulaciones financieras, falsedades y prisas.

La situación en España no invita precisamente a mantener la calma. La población tiene otras preocupaciones al margen de la política; la necesidad de subsistir toma primeras plazas y son muchos -¿cuántos?- los que necesitan asistencia social, ayuda para aguantar. Miles de comercios han cerrado para siempre.

Es lamentable advertir que, lejos de servir para unir fuerzas ante la adversidad, la sociedad se ha polarizado. No culpo especialmente a la estrambótica coalición de gobierno, porque igual me parece deplorable el distanciamiento de los partidos de la llamada derecha entre sí y con la estrategia singular seguida por el equipo de Sánchez. Falta todo respeto a la palabra dada, al compromiso electoral, a la coherencia. El resultado es el progresivo endeudamiento del país, nuestro descrédito internacional, el avance hacia la ruina.

La necesidad de encontrarse cómodo en las soluciones y no recrearse en el problema, trae como consecuencia que muchas personas -no necesariamente por causas ideológicas, también por razones intuitivas- se aferren a una doctrina concreta, a un dogma, a una creencia, en la idea de que será salvífica. Encuentro más personas polarizadas que antes. Convencidos tanto de que algo está muy bien como de que lo contrario es abominable.

Tendamos puentes. Tenemos la obligación de tenderlos. Porque para pasar al otro lado distante de una barranca profunda, no sirve el salto. Arrojarse al vacío con solo el bagaje de una mochila con destornillador, martillo y sacacorchos, no garantiza más que el descalabro. Hay que generar pontones, tirar lianas, enlazar fortalezas,  desde ambos lados. Y cruzar con cuidado.

 

Publicado en: Actualidad, Medicina, Política Etiquetado como: crisis, enlaces, gobierno, liana, movember, Sánchez

Actos sociales

20 septiembre, 2020 By amarias 1 comentario

El recrudecimiento de los casos de contagio por la pandemia vírica y el duro reconocimiento clínico de que seguimos ignorando  muchas cosas de cómo tratar a los  infectados y casi todo de cómo evitar contagiarnos, ha vuelto a poner el énfasis en la necesidad de enclaustrarse. Suprimir los actos sociales, reducir las salidas a la calle, procurar no utilizar el transporte público. Y hacer lo que se haga siempre con mascarilla, esa tela de variadas hechuras y misteriosas composiciones -desde la tela de colorines a juego con el calzado al triple refuerzo vital made in China, como el pangolín que nos aguó la verbena-.

Los actos sociales, como todo el mundo sabe, son la base del comportamiento humano, lo que nos hace distintos a la mayoría de los animales que, en las categorías superiores, solo suelen reunirse por parejas y en el acto de la procreación. Nosotros, la especie del sapiens, con el paso del tiempo le hemos añadido mucha más gracia y bastantes calamidades.

Disfrutamos con la mayoría de los actos sociales (excluyo las guerras, aberración de los mismos, pero muy utilizada a lo largo de la Historia). Nos gustan las fiestas, compartir aficiones, e incluso señalamos con ellos momentos importantes de la vida: el nacimiento, la pubertad, el tomar pareja, el tener hijos, los cumpleaños, la muerte.

Este “puto virus” -como se conoce entre nosotros- impide la celebración de actos sociales fundamentales. Y los actos sociales no son exhibiciones del ego particular (muy raras veces, si), sino la demostración, ante el resto de la tribu, que hemos tomado una decisión importante o superado una etapa vita. Puede que algún lector piense en la asistencia a un encuentro de fútbol o a una sesión de ópera (por ejemplo) como acto social, aunque yo me quiero referir aquí a los actos sociales en los que somos protagonistas o acompañantes afectivos de éstos.

Una boda  no es acto social, aunque tenga efectos legales, sin la celebración del banquete ad hoc, sin compartir el momento con la familia -la propia y la añadida- y los amigos. Puedes casarte por la Iglesia, o por el rito que de validez jurídica al enlace, pero entiendo buen que muchas parejas pospongan el anuncio de su compromiso hasta que nos veamos libres del huésped venido del Oriente.

Sufro al advertir cuántos infantes -mi querida nieta Carlota, entre ellos- han tenido que celebrar una Primera Comunión (el atávico rito al reconocimiento de la entrada en la “edad de la razón”) sin el fausto de la asamblea familiar. Yo guardo un magnífico recuerdo de mi Primera Comunión -compartida la celebración posterior en la cafetería Arrieta, de Oviedo, con mi primo Javier Pérez Montoto-, con el salón del local lleno de familiares de ambas familias, unidas por vínculos colaterales.

Pues bien: resulta que los que mandan, ya que no tienen mejores argumentos para atajar el virus, prohíben los actos sociales y nos confinan hasta que alcance su cénit la “curva de contagios” (el punto de saturación en mecánica de fluidos). Lo entiendo, claro, en justificación de la “buena causa”, ya que no soy negacionista, nihilista ni estúpido y amo mi vida y, mucho más que la mía, la de quienes quiero.

Pero lo que no puedo entender es que se autoprohíban los pactos sociales. Sí, he escrito los pactos sociales, la forma inteligente, avanzada, democrática, de vivir en sociedad. Acordar, pactar, llegar a puntos de encuentro en beneficio de la inmensa mayoría, la paz social, el bien común, el sostenimiento de la democracia…esas cosas.

Tenemos unos partidos políticos que, para desgracia  de este momento que han convertido en histórico por su mala maña, son incapaces de pactar. Quieren tanto su parcela de poder, se aman tanto a sí mismos, se creen tan imprescindibles, que no quieren pactar. Se han unido, es cierto, en momentos precisos, con gentes de parecida calaña, en pactos internos para alcanzar su cuota de poder, pero no quieren pactar con los demás. Caca, culo, pis.

Y, por ello, por su cerrazón, por su incomprensible inquina hacia el que entienden que puede quitarles sillón y poder, lo cercan, lo insultan, lo desprecian y ,,,a cuantos defienden o apoyan a aquel con el que no quieren pactar, los consideran enemigos, indocumentados, fachas, rojos de mierda, descerebrados, pijos, comunistas de salón, … Y esa lacra se ha convertido en contagiosa. Es la otra epidemia, el virus más letal.

La situación económica provocada por el virus, la inmensa crisis en la que estamos y el tsunami que asoma debía animar, aunque los virus se consideren seres inanimados, a fuertes y novedosos pactos sociales.

No creo que vote nunca a Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid por la gracia de los pactos, pero simpatizo ahora con ella y con su equipo. Me han desviado a ello tipos que dicen estar en la acera de enfrente. Cuando leo o escucho las opiniones de los Abalos, Sánchez, Iglesias, que se han focalizado en tirar dardos contra su gestión de la pandemia, echándole las culpas, me recuerdan a todos los que andan por ahí tirando piedras contra lo que tiene más talla que ellos mismos o presiente que su crecimiento los convertirá en enemigos peligrosos. Esconden al tirar piedras a obras ajenas, que están afectados de la misma o parecida incapacidad.

No recojo aquí nada de los independentistas catalanes, de los terroristas vascos y de otros personajes del actual escenario político para no ensuciar aún más esta pagina.

Pactad, malditos.

Publicado en: Actualidad, Sociedad Etiquetado como: Abalos, Ayuso, Comunidad de Madrid, gobierno, pactos, Sánchez, virus

Nos guarde Dios

28 agosto, 2020 By amarias 5 comentarios

Está claro, incluso para el lector más distraído, que el titular de este comentario hace directa referencia a los conocidos versos de Antonio Machado: “Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios; una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.

La situación por la que atraviesa nuestro pequeño país -aún más recortado en su dimensión comparada por la terrible afición al genocidio cultural, empresarial y hasta afectivo que es marca de clase de nuestro empobrecido ambiente social- es muy dura. No necesito siquiera detallar los muchos problemas que nos acongojan, basta con enumerarlos para que cada uno ponga el énfasis donde le parezca mejor: crisis pandémica, económica, política, ética, médica, técnica, investigadora…

Pero, sobre todo, lo que más nos está afectando es el desánimo. Languidecen los ánimos generales, y los rostros, ocultos desde hace meses por las máscaras, nos convierten a la mayoría en extraños, en fantasmas que vagamos por las calles con miedo a encontrarnos con alguien conocido, porque cualquiera puede ser portador del virus que mata.

Nuestra sociedad está poseída por el desconcierto y el miedo, aunque lo principal que diagnostico es que se encuentra aletargada, desanimada hasta límite de la paranoia, exangüe como quien viene sin fuerzas de una batalla que ha perdido. Salimos de casa lo justo para comprar alimentos o para ir y venir del trabajo -quienes aún lo tienen-, pero hemos renunciado al abrazo de la familia y los amigos, a las salidas al teatro o al cine, al restaurante y al ocio.

Ah, no es esa limitación ambulatoria lo que me parece más importante. Lo grave es que se ha perdido fuerza para expresar las opiniones, han decaído los foros de discusión, vamos camino de la uniformidad viscosa que produce el estar cociéndonos en nuestra propia salsa ideológica y sentimental. Nuestra desorientación, lo monocromo de las opiniones que recibimos sobre los hechos nos está polarizando. La televisión y la radio, los únicos medios de información que entran en nuestras casas y monopolizan nuestros cerebros nos va uniformizando, agudizando la polaridad de las creencias. Estamos en el camino de ser A o B, favorables al Gobierno o contrarios, rojos o azules, monárquicos o republicanos, necios de un lado o del otro.

Es ya un tópico enunciar que tenemos un Gobierno falto de iniciativa e ideas, incompetente y falaz por parte de una sección importante de la población. Cierto que la papeleta con la que le ha tocado lidiar a este Gobierno frankestein, con más ministros que iniciativas, es dura. Ha cubierto la incapacidad y las dificultades de encontrar solución a los problemas, con ocultación y mentiras, ahorrando explicaciones y haciéndonos mirar al dedo antes que a la luna. No lo aplaudo sin más, porque, en lugar de tender puentes, buscando la colaboración con las fuerzas de los que disienten pero están dispuestos a colaborar, profundiza en el disenso, aumenta la concordia.

¿Estaríamos mejor si el manejo de la situación correspondiera a la oposición? No lo creo. El ánimo pendenciero es contagioso, se ceba en sí mismo, y en lugar de manejar ideas, se expresan improperios. Los partidos de la oposición -en especial, el Partido Popular- vociferan continuamente el “así no”, pero no oigo propuestas elaboradas, que sean válidas por la contundencia de su elaboración y  la fuerza de la idea que los impulsa. ¿Formas de crear más empleo? ¿Maneras de atajar el crecimiento de los casos de pandemia entre nosotros? ¿Vías de esperanza para soportar la tensión emocional que nos agarrota?. No las hallo, sólo ideas generales, peticiones de principio y de confianza en temas que supondrían cooperación y no esgrimir los garrotes.

La tensión recíproca llega hasta el punto de abandonar a su antojo, como apestados, a nivel regional e incluso municipal, a la corporación que tiene la responsabilidad de gobierno, criticando su incapacidad con saña. La fórmula es la misma: zaherir y menospreciar al que dirige, desde la oposición, del signo que sea ésta.

¿Ayuso y Almeida se equivocan en lo que hacen en la Comunidad y Ayuntamiento de Madrid?, ¿Illa y Celáa yerran y carecen de capacidad de liderazgo? La capacidad para generar críticas se autoalimenta incluso en la coalición de Gobierno de España, en donde parecen haber encontrado la forma de coexistir, para destruirse, maneras de gestionar España.

Estamos en épocas de mudanza, por decirlo de manera suave y la práctica teresiana y la costumbre aconsejan gran templanza. No es la prudencia lo que domina. Más bien, la voluntad de sacar la cabeza con el exabrupto correspondiente, para que los correligionarios aplaudan. En Barcelona, la corporación de la ciudad condal, como si no tuvieran problemas graves que resolver, han censurado al Rey de antes, eliminando sus honores y tratándolo de apestado, acogiéndose, supongo, al derecho que les da la pureza de su propia sangre y trayectoria. La república, como ente casposo y sin la pureza que debería acompañar a toda opción de gobierno seria y decente, toma posiciones aquí y allá, que e conducen, cada vez con más fuerza, a la anarquía y al desorden. El revisionismo incompetente domina la esfera política, mientras nos hundimos más hondo.

Después, o por encima de todo, está el virus. No quiere irse esta Covid 19, que está encantada de habernos conocido, de haberse encontrado con una colectividad amiga de la juerga, del jolgorio, del contacto social intenso, y que cuenta con suficientes individuos para mofarse de cualquier consejo o medida profiláctica. No vale lo que les digan ni expertos en virología, médicos, investigadores o pacientes. El empeño de esos pocos, pero suficientes, para conseguir que nos situemos en las primeras posiciones del ránking de contagios, de enfermos graves, de fallecidos es insuperable.

No soy un adivino, por supuesto, pero vaticino que con la vuelta al cole viviremos una escalada de casos de contagio, habrá que cerrar escuelas y colegios, uno tras otro, y tendremos un otoño-invierno vigilando nuevamente las cifras de evolución de la pandemia, hasta alcanzar esa cresta del pánico que, ojalá, nos coja mejor preparados sanitariamente.

Ayer, uno de los oncólogos del Ramón y Cajal donde me tratan de mi cáncer metastásico, me comunicaba que este mal que habita en mí, había empezado de nuevo a moverse, a reclamar su lugar en mis preocupaciones. Como en esas obras teatrales en los que todo va mal hasta que alguien llega con la varita mágica de la componenda feliz, sube para mí la tensión en este rompecabezas maligno.

Aunque, como hace décadas que no me creo el centro del mundo (abandoné la idea interesante cuando tenía cinco años), estoy seguro que, tarde o temprano, España encontrará una vía de escape de esta hiperpandemia, vírica, económica y social. Saldremos con heridas y destrozos, pero saldremos. Entretanto, mantengo helado el corazón, y confieso que no sé de qué lado cojeo. No es que una facción me guste más que otra; no me gusta ninguna. Los dos costados me duelen por igual. Las dos Españas me hacen daño.

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: coronavirus, crisis, desorden, españa, gobierno

Visión o revisión

11 abril, 2020 By amarias Deja un comentario

Estando en situación de recluidos, con todo el día por delante y un exceso de información disponible en el cómodo artilugio de las redes sociales, no es de extrañar que la pandemia vírica haya degenerado en una intoxicación indescifrable.

Han surgido como hongos en época de lluvias, variopintos personajes de toda catadura, que se entremezclan impúdicamente con las escasas voces que ofrecen sensatez en este maremágnum. Hay quienes se inventan historias truculentas, ofrecen panaceas y remedios para prevenir o curar el ataque del coronavirus y sus síntomas, y quienes, amparados en la autoridad que se supone a quien tiene o dice tener una cátedra universitaria, en la entrevista a un conocido coreano, checo o japonés (por un decir) investigando epidemias desde el año de la nana, nos lanzan desde terroríficas premoniciones hasta opiniones a favor o en contra de las actuaciones de este Gobierno anonadado.

Como, por gracia de misteriosos caminos de la difusión mediática, recibo cada día del orden de diez periódicos en mi buzón de correos, puedo afirmar sin lugar a dudas que pertenezco a la categoría de intoxicado grave. No se si saldré de esta crisis con tranquilidad, pues mi tensión emocional sube por momentos.

Con la intención de destrozar las teorías conspiranoicas (el virus fue creado en China, sola o en colaboración con Rusia y Corea del Norte; o se escapó de un experimento para guerra vírica que realizaba el Ejército norteamericano, etc.)  Harry Sidebottom, especialista en Historia clásica, nos ilustra el EP del 11 de abril de 20120  (“Epidemias: ¿qué podemos aprender de la Antigua Roma?”) que los romanos creían en fantasías como iniciadoras de la peste, desde una causa divina o la mano oscura del Emperador Comodo, para concluir que no fue la peste la que provocó la caída de Roma. Pregunto yo: ¿y qué nos importará eso en esta situación desgraciada?

Por su parte, Natalia Junquera, en la edición del mismo periódico del día anterior, glosando “Verdades y mentiras en medio de la bronca” (se supone entre el PSOE y el PP), rebate la supuesta afirmación de Pablo Casado, quien habría expresado que desconocía la composición del equipo de expertos asesor del Comité de crisis, citando varios de sus componentes, a saber:

  1. Fernando Simón, director del centro de coordinación de alertas y emergencias
  2. Antoni Trilla, jefe de servicio de medicina preventiva y epidemiologia del Hospital Clinic de Barcelona
  3. Hermelinda Vanaclocha Luna, subdirectora general de epidemiologia , vigilancia de la salud y sanidad ambiental de la Generalitat valenciana
  4. Miguel Hernán, profesor de bioestadística y epidemiologia de la escuela de la salud publica de la Universidad de Harvard
  5. Inmaculada Casas Flecha, viróloga del centro nacional de microbiología del Instituto de salud Carlos III y directora del Centro nacional de gripe de la OMS en Madrid
  6. María Teresa Morena Casbas, directora de la Unidad de investigación en cuidados y servicios de salud del instituto de salud Carlos III, y
  7. Agustin Portela Morería, responsable del Laboratorio oficial de control de medicamentos de productos biológicos de la Agencia española de medicamentos.Leo que Miguel Hernán el 15 y 17 de marzo era “muy crítico” con las medidas españolas y que “por el retraso” “algunas medidas tendrán que mantenerse 18 meses”.Otra opinión: “Cada mes necesitaremos al menos 100 millones de mascarillas médicas y guantes, 25 millones de respoiradores, y 2,5 millones de rests de diagnóstico  declaró el médico etíope Tedros Adhanim Ghebreyesus, de la OMS, que  “está trabajando con España (entre otros países) en estrategias para aliviar las medidas restrictivas de forma ágil y segura”.

    Antoni Trilla ha declarado, según recoge Marta Alcázar en Nius del día 10, que “el Gobiernono no nos ha consultado sobre la relajación del confinamiento”.

    Me parece, en suma, que ni los asesores del Gobierno lo son a tiempo y dedicación completa, ni el Gobierno sabe lo que debería hacer para quitarnos de encima esta plaga vírica, ni la Sanidad ha podido responder con eficacia a la pandemia, colapsados los medios y el personal sanitario ante un crecimiento exponencial y descontrolado de infectados. Ni, al día de hoy, sabemos cómo se propaga en realidad este coronavirus, qué posibilidades de convertirse en autoinmune tiene una persona y, por no hacerlo muy largo, por qué se ha dejado descansar en algunos médicos la tremenda responsabilidad de decidir a quién colocar un respirador, ingresar en la uci o a quién dejar morir sedado o no, ante la falta de material y medios.

    Semana de Pasión, como nunca la habíamos vivido en estos predios.

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: coronavirus, equipo asesor, gobierno, opinión

Magma en ebullición

13 marzo, 2020 By amarias Deja un comentario

Como el resto de europeos afectados por la pejiguera del coronavirus, estoy alarmado. El 12 de marzo de 2020 (ayer) pasé el día escuchando noticias versando sobre este diminuto pasajero de nuestra nave cósmica, leí varios periódicos, me sumergí en múltiples cifras, comparaciones y proyecciones temporales de indocumentados, consejos y arrebatos verbales desde varias esquinas de la web global y el resultado final es que me intoxiqué.

Tengo una intoxicación media, que no necesita tratamiento por ahora, pero que puede acabar necesitándolo si continúa la escalada de despropósitos, enmiendas y recomendaciones de primero de parvulario inmunológico. Por eso, desde el mismo principio de este Comentario, aclaro que no voy a escribir sobre pandemia, sino sobre filosofía. Sobre filosofía vital, sobre ética, al fin y al cabo.

Si alguien prefiere estar conectado a la red verdaderamente viral, seguir atendiendo con creciente espanto a las cifras que ilustran con desmedido plácet el aumento de infectados, fallecidos, las previsiones de atascos hospitalarios, las premoniciones de subid al Armageddon, y quiere compartir las angustias de pacientes e impacientes, remojarse en rencillas entre partidos políticos exacerbadas por la tóxica oportunidad de criticar al que está en el gobierno, como cabría suponer, desbordado por las circunstancias imprevistas, adelante.

Le sugiero que busque otro lugar donde excitar su nerviosismo, replicar su miedo, aumentar su intranquilidad a base de profundizar en la ignorancia colectiva de cómo vérselas con un alienígena del que aún no conocemos su identidad, aunque le hayamos puesto nombre y que no sabemos aún cómo tratar, aunque haya miles de prestigiosos centros de investigación farmacológica, inmunológica y epidemiológica, quemándose las pestañas en una carrera loca contra el mal.

La filosofía que estoy inyectándome es la del estoicismo, y reconozco que he tomado las dosis básicas de un libro magnífico que, si no estuvieran cerradas las bibliotecas, aconsejaría aplicar de inmediato a los cerebros más calentados por la intoxicación: “Cómo ser un estoico” (Editorial Ariel) , del que es autor Massimo Pigliucci. Este filósofo italiano explica, en un lenguaje lleno de sentido común e inteligencia práctica, las consecuencias de sus hipotéticas conversaciones con Epicteto, uno de los maestros de estoicismo.

Utilicemos con inteligencia y prodigalidad lo que tenemos ahora, sin preocuparnos por el pasado y, sobre todo, sin que nuestros temores del ahora nos impidan razonar para lograr un futuro mejor, más solidario y eficiente. Y, si a pesar de nuestros mejores esfuerzos, no consiguiéramos nuestro propósito, no nos atormentemos: al fin y al cabo, somos solamente un corpúsculo insignificante en un inmenso magma de materia y energía del que seguimos ignorando casi todo.

Van dos muestras de la sabiduría de Epicteto pasada por la exprimidora jugosa de Pigliucci: “Deberíamos pasar por la vida igual que los generales romanos durante la celebración oficial de los triunfos en la Ciudad Eterna: co alguien que susurra continuamente en nuestro oído “Memento, homo” (Recuerda, hombre) ” (pág. 198). “(…) debemos plantear como objetivo algo que esté realmente en nuestro poder y que ni siquiera el destino nos pueda robar: jugar el mejor partido que podamos, sin importar el resultado, o recuperar el mejor dossier de promoción posible antes de que se tome la decisión” (pág, 202)”. A esa última actitud filosófica la denomina Epicteto-Pigliucci: “Cláusula de reserva”.

Mi cláusula de reserva personal ante esta situación magmática, en la que todo parece apuntar a la responsabilidad hacia el pobre chino que se comió el pangolín (figura metafórica donde las halla), miremos al dedo de nuestra propia incapacidad para entendernos sin odios, ser solidarios sin mentiras, apoyar a tiempo la creación científica y técnica y reconocer que la globalización no supone beneficiar más a unos pocos para exprimir mejor a los que tienen menos (o mucho menos) , ni favorecer la implantación de individualismos miserables como defensa mezquina de nuestra pretendida superioridad.

—

(¡Ah! El dibujo corresponde a una de las láminas que incorporé a mi libro Sonetos desde el Hospital. El repartidor de cristales, es su título.

Como se han suprimido las presentaciones de Madrid y Avilés, para las que había reservado algunos ejemplares, si alguien desea adquirirlos, puedo enviárselos si se utiliza la conexión segura que incorporé a varios de mis Comentarios en este blog. Si estás interesado, no dudo que la encuentras buceando en mis pasadas entradas. Tenemos tiempo, …)

 

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: coronavirus, desorden, estoicismo, estoico, filosofía, gobierno, magma, Massimo Pigliucci, pangolín

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