Para Sartre, “derecha e izquierda son dos cajas vacías”, carentes de valor descriptivo. En la actualidad, particularmente en Europa, la categorización tomando como fiel de la balanza ideológica la supuesta independencia política que proporcionaría el centro. ha perdido sentido. Solo se utiliza en campaña por los líderes y acólitos de las formaciones pretenden nuestro voto, y especialmente para designar, con deje despreciativo, a las agrupaciones tenidas por ultraderecha o ultraizquierda, consideradas populistas y, en algunos aspectos, antisistema o contraconstitucionales.
El valor descriptivo de las siglas y de la distinción entre lo que está a izquierda o derecha está perdido para siempre. Si los movimientos obreros, en la época de la industrialización y, por supuesto, de la reconversión industrial y de la fallida reindustrialización, encontraban su razón de ser en la resistencia legítima contra la explotación del trabajo por el capital, la defensa de una jornada laboral y prestaciones asistenciales que permitieran una vida personal y familiar satisfactoria (en el sentido de libre de cargas injustas), esas reivindicaciones han perdido gran parte, si no todo, su sentido.
Ni siquiera la exigencia de una sanidad adecuada para todos, el acceso a una enseñanza sin trabas económicas o la posibilidad de expresar la propia opinión sin ser perseguido por ellas, incluso aunque se dirijan contra el Estado y sus instituciones (por citar algunas de las ventajas de vivir en un Estado europeo) pueden servir de plataforma general para defender cambios dignos de figurar como programa de un partido, presuma de ser de izquierdas o derechas.
El debate se ha desplazado hacia elementos transversales. La defensa medioambiental es un ejemplo típico. Todos somos ambientalistas y si algo nos separa de serlo con máxima intensidad es la correcta visión de las necesidades económicas reales.
Curiosamente, no solo depende de la forma de afrontar el gasto ambiental (impuestos, reducción de contaminación, incorporación de tecnologías adecuadas, etc.) sino de la educación y concienciación individual.
El paseo por cualquier zona de nuestro entorno (incluso protegidas como parques naturales) viene a demostrar que son millones los ciudadanos que tienen gusto especial en arrojar latas, botellas vacías, colillas, basura, en cualquier sitio, sin reparar en el daño ambiental que causan. Seguro que la mayoría de los ensuciadores se confiesan ambientalistas convencidos. Pueden estar convencidos de que el depredador ambiental es el empresario que se ha gastado millones en proporcionar filtros y controles para cumplir con la legislación ambiental.
Escribe Bobbio que una de las afirmaciones recurrentes (cita a Laponce) es que la izquierda está asociada con rasgos altamente positivos, como creatividad, futuro, justicia. Más allá de lo concreto, la religión estaría a la derecha, y el ateísmo, a la izquierda. Una cuestión relacionada es la creencia intuitiva de que las ideas de izquierda han venido a liberar el pensamiento de las rémoras y límites de la tradición.
Este último aspecto parece haber calado hondo. Se acostumbra, desde hace ya décadas, a caracterizar como facha, retrógado, antiguo, a aquellos que se declaran partidarios de lo antiguo, ya sea el arte, la música, la poesía, los filósofos eminentes de la antigüedad, los pensadores que no ocultaban, al expresar limpiamente sus ideas sobre lo general que a todos nos afecta, sus convicciones religiosas personales, que en nada deberían de importunarnos.
Otro elemento conceptualmente neutro que acapara el debate político (en estas semanas, en vísperas de la cumbre de la OTAN en Madrid, muy especialmente), siendo esgrimido interesadamente por grupos autodenominados de izquierda “genuina” es la cuantía de la dedicación del Presupuesto a Defensa -incluso, si se debiera prescindir de los Ejércitos, declarando al Estado “neutral” o “antibeligerante”.
¿Es más de izquierdas quien se declara contra la OTAN o contrario a la guerra? No estamos en un mundo pacifico; la Historia demuestra que hay regímenes, pueblos y posiciones, que bajo apariencia de movimientos religiosos, sociales o xenófobos, atacan a países que consideran vulnerables o menor dotados de elementos de defensa. Acabo de oir a una portavoz de Podemos defendiendo su postura contraria a la OTAN, como una organización belicista, dirigida por Estados Unidos y repitiendo el argumentario de que la guerra en Ucrania fue propiciada por la posición agresiva de la Organización Mundial.
(continuará)