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¿Existe el centro?

8 octubre, 2019 By amarias Deja un comentario

Estaría dispuesto a suponer que cuando un grupo de personas se deciden a formar un partido político, no tienen la intención de alinearse a izquierda o derecha de ningún otro, sino de ocupar el centro. Aunque no pretendo que esta aseveración personal sea vista como lógica universal, debería aceptarse que todo líder como propietario de una opinión centrada, coherente y asumible por la mayoría de quienes estarían destinados a votarle.

¿O tal vez no sea así? Cuando analizamos lo poco que se conoce de los programas de los partidos españoles, parecería que las posiciones ideológicas y las propuestas se van configurando a partir de lo que se divulga de los mítines en los medios. Y como cuando se está en presencia de simpatizantes y adeptos, en el calor de un espacio compacto, con el micrófono en la mano y oyendo el eco de las propias palabras, la improvisación genera monstruos, se va calentando así una espiral de despropósitos verbales que acaban empañando cualquier campaña, haciendo perder la visión de lo que, en realidad, pretende cada partido.

He visto ayer la película de Amenábar “Mientras dure la guerra”, que toma su título de una frase atribuida a los generales rebeldes al principio de su asonada, para designar a Franco general superior (generalísimo) en tanto se pudieran sofocar los puntos de defensa de la República y que se suponían de poca resistencia. Es una buena película, de la que no tiene sentido ahora comentar las múltiples licencias que el brillante director se toma para robustecer el magnífico papel que hacen sus actores principales, todos ellos, como se dice ahora, “en estado de gracia”.

Conecto este párrafo con los primeros de este mismo Comentario porque el biopic (lamento utilizar el palabro para hacerme entender) me produjo desasosiego, que también creí percibir como sensación dominante en el resto de la sala, al acabar la proyección. ¿Han sido nuestros abuelos tan imbéciles, tan crueles, tan doctrinarios, tan poco ilustrados? ¿Se ha acabado de raíz la terrible planta de la envidia y el desprecio hacia los intelectuales y, aún peor, hacia quienes son capaces de expresar sus dudas, sin sentirse cómodos al elegir entre blanco o negro? ¿Somos todos, en realidad, como Santo Tomases, que solo nos fijamos en aquello que nos apetece ver, y solo creemos lo que nos encaja con lo que hemos preconcebido como nuestro argumento único?

Se que el centro no existe más que en las ciencias exactas. No, no existe el centro en política. Pero lo peligroso es irse a los extremos y, más aún, lo que conduce a enfrentamientos sin fin y sin sentido es alimentar el fuego de quienes no saben, no quieren escuchar, solo atienden a lo que se les dice desde la cúpula de quienes forman, con ellos, las huestes de la intolerancia, ya sea desde una u otra ideología.

“Ahí queda eso” (magnífica, como siempre en él, la intervención de Eduard Fernández metido en un papel tan casposo como el general Millán Astray, de terrible recuerdo, presentado como impulsor de un Francisco Franco reservado, pusilánime y oportunista.


Este grupo de gaviotas sombrías (larus fuscus), atento a las entregas alimenticias de la pleamar (invertebrados, carroña, desperdicios) en Punta Umbría, se compone de individuos de varias edades. La gaviota sombría se distingue, en especial de la argéntea (larus argentatus) por tener las patas amarillas y el dorso más oscuro.

Los ejemplares del primer invierno tienen las plumas de vuelo oscuras (carecen de la cuña pálida de las primarias, característica de esta especie), y el dorso está jaspeado de marrón grisáceo oscuro. Los que se ven en la foto son, junto a las aves adultas, de segundo invierno, por sus patas rosa apagado, y el pico de aspecto oscuro (el adulto lo tiene amarillo con una mancha roja)

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: Amenábar, campaña electoral, centro, Eduard Fernández, Franco, Millán Astray, partidos, película

De faroles, oscuridades y fantasmas

12 septiembre, 2018 By amarias Deja un comentario

La Doctora -en el sentido de licenciada en Medicina- Carmen Montón ha dimitido ayer, 11 de septiembre de 2018, de su cargo de Ministra de Sanidad, en el que, según el líder de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, “estaba haciéndolo bien, ya que había recuperado la asistencia sanitaria universal”. (1)

Tenemos muchos temas sustanciales por resolver en este país -los dos más importantes son, ya no sé porqué orden, la cuestión de la generación de empleo de calidad y la cuestión del separatismo catalán-, pero el personal tiene cuestiones intrascendentes con las que distraerse, y los políticos disfrutan alimentando esos temas inanes, como fórmula para no abordar lo sustancial y, abotargando las opiniones, consumir el tiempo de juego tanteando el balón en medio campo. (Ya que el equipo español, que ahora entrena el asturiano Luis Enrique, ha cosechado dos triunfos inesperados en sus enfrentamientos internacionales, utilizo términos de ese argot, indicando de paso, que el fútbol es uno de los placebos más socorridos, y que la temprana eliminación del equipo nacional de la Copa del Mundo ha supuesto un jarro de agua fría sicológica sobre los primeros cien días del gobierno de Sánchez)

Una de las cuestiones intrascendentes que ocupa hasta la exasperación el doctrinario mediático, es el traslado de los restos del otrora Generalísimo y Caudillo de España por la G. de Dios, Francisco Franco, hoy denostado dictador y despreciado guerrero, desde su auto erigido mausoleo en el Valle de los Caídos. Una mega obra, visible para todos los que salen de Madrid hacia el norte como un permanente testimonio de que hubo una guerra civil que ganaron los de derechas, o sea, los buenos y que el jefe de Estado que implantó, entre otras cosas, el sindicato vertical,  en su visión partidaria y megalómana, pretendió convertir en un monumento a la reconciliación nacional.

Aunque la cuestión es bien conocida, no está de más repetir aquí que en ese cementerio forzado, junto a Franco y José Antonio (Primo de Ribera, cofundador de la Falange) hay miles de cuerpos de republicanos, -anónimos o identificados como fallecidos en juicios sumarísimos, represaliados en la postguerra, y prisioneros que sufrieron en la construcción del monumento la expiación por muerte en accidente-. No están solos, pues también se enterraron, algunos igualmente sin identificar o sin hacerlo correctamente, miles de cuerpos de aquellos fallecidos en la contienda incivil,  que estaban defendiendo, ya por convicción o porque les tocó en suerte ser reclutados en territorio dominado por los rebeldes, el Alzamiento contra la República.

La decisión expresada por el presidente Sánchez de mover los restos de la momia franquista (es momia, pues fue embalsamado, según consta) a otro lugar, y hacer del lugar un centro de meditación por la memoria de la guerra que significó la consolidación de la separación de las dos Españas, unido a la intención expresa de generar un documento sobre la verdad de esa lucha fratricida, es un ejemplo reciente de la incomodidad que supone mover la mierda, lo que, como es bien sabido, genera mal olor y fuerte repugnancia, indiferentemente, a espíritus delicados y a los que no lo son tanto. Estoy de acuerdo con Francisco Maruenda (sin que sirva de precedente) en que hay mucho escrito sobre esa batalla gigante de destrucción nacional, para todos los gustos, y que cualquiera puede documentarse como le venga en gana en los miles de libros publicados.

El otro tema de distracción es el de los máster, ya sean de Pablo Casado, de Cristina Cifuentes, o incluso de la tesis doctoral de Pedro Sánchez (aunque ésta parece que sí, que existe y que, además, sirvió de base a un libro con coautor que se puede adquirir aún en las librerías) . Supongo que hasta el ministro Pedro Duque sabe ya que la Universidad necesita una urgente  y profunda reforma, lo que no tiene nada que ver con el prestigio de los títulos. Las carreras que se pueden cursar en España han crecido de forma desmesurada, a razón de la obsesión de las autonomías y los departamentos universitarios por engordar sus nóminas, y han disminuido, paralelamente, el prestigio de muchos centros docentes y, claro, de sus titulaciones. No de todos, me apresuro a puntualizar.

Que haya alumnos que hayan obtenido sus títulos con menor esfuerzo que otros compañeros, no es lo habitual, pero sospecho que siempre ha sido así. No rebaja el nivel del título el que algún enchufado lo consiga por la puerta de atrás, sino que -en mi lectura- lo que revela que algunos con acción de poder sobre los docentes lo obtengan sin el mismo curro, es que ese título da prestigio.

Lo miserable es que existan profesores que se dobleguen ante demostraciones del poder o concesión de privilegios a ellos mismos, otorgando titulaciones y firmando aptos y hasta sobresalientes a quienes no han cursado las enseñanzas a cuyo control estaban obligados. Las defensas de quienes obtuvieron, a todas luces, por sus cortas explicaciones, sin merecerlo, esos títulos, mueve a lástima; por ellos mismos, por su estúpida obsesión por adornarse con plumas falsas; y levanta la indignación contra sus mentores, sus protectores, aquellos que fueron los cómplices necesarios para que salieran con el penacho en la cabeza, con los laureles que no merecían.

Pero el mérito de los que cursaron, -seguramente, además, con altísimas exigencias -esos mismos máster o esas carreras, sin ayudas de nadie más que las de su saber y entender y la eventual coincidencia con un azar generalmente nada propicio, debe quedar incólume. Ellos han contribuido al prestigio del título que otros han querido obtener sin sudar la camiseta.


(1) Me parece muy bien, aunque lo que hay que conseguir es que esa asistencia médica universal no se siga deteriorando. Quienes tenemos, por desgracia, que acudir con regularidad a ese servicio, hemos visto cómo ha venido perdiendo calidad, y de forma acelerada, en estos últimos años: no se han renovado plazas de personal, se han perdido facultativos experimentados (que se han jubilado, muchos de ellos, de forma forzosa, después de alargar irregularmente su contratación, superada ampliamente la edad), no ha habido tiempo para forma a sustitutos, existen excesivas pruebas -muchas, innecesarias, lo que colapsa los servicios auxiliares- debido a la disminución del “buen ojo clínico” y, sobre todo, al temor que tiene el personal sanitario a ser acusado de negligencia o no haber cubierto todas las opciones.

Y aún más: ¿se puede creer que la cobertura farmacéutica de la Seguridad Social no sea general en España? Ver para creer: en Cataluña no se dispensa a los titulares de tarjeta sanitaria de las autonomías de Madrid o Andalucía “porque no se han firmado los acuerdos”. Eso lo viví personalmente; me temo que en el País Vasco será parecido.


La foto es de una de las aves más atractivas y, por ello, fotografiadas con mayor frecuencia, allí donde se hallan. En España hay varias colonias de flamencos (Doña y el Delta del Ebro, las más conocidas; esta segunda, sedentaria desde hace unos años).

 

 

Publicado en: Actualidad, Sociedad Etiquetado como: Alzamiento, Casado, fantasmas, flamenco, Franco, José Antonio, master, Ministra de sanidad, montón, Pedro Sánchez, taslado, títulos, Universidad, Valle de los caídos

Coño con la próstata

28 octubre, 2015 By amarias Deja un comentario

La economía de recursos -incluido el óptimo aprovechamiento de los espacios- con la que la naturaleza tiende a resolver las cuestiones que la evolución le plantea, ha llevado, sin duda, a que en los mamíferos machos la glándula llamada próstata se vea atravesada por un conducto de evacuación del trabajo depurador de los riñones, la uretra.

Así es, por supuesto, en el hombre. Cuando, por cualquier razón -envejecimiento, tensión emocional o tumoral- la hinchazón de la próstata presiona dramáticamente sobre la uretra, se dificulta primero la micción, se hace frecuente la necesidad de atender al alivio de la vejiga y, en caso extremo, la situación puede alcanzar progresivo envilecimiento, hasta llegar al colapso de la función renal, proceso al que la terminología médica ha caracterizado con los acrósticos RUA (Retención urinaria aguda), IRA (Insuficiencia renal aguda)  y RAO y FRA (Retención aguda de orina y Fracaso renal agudo).

Para evitar la complicación del proceso, que se presenta de forma natural en casi el cien por cien de los varones con el avanzar de la edad, es de todo punto aconsejable la observación regular de la glándula y el análisis de los parámetros que ayudan a detectar y delatar posibles anomalías, para atajar cualquier problema antes de que el deterioro alcance mayor gravedad, e incluso pueda provocar una situación irreversible (la muerte).

Veo grandes similitudes, por supuesto, de orden metafórico, entre este proceso biológico y la evolución político-sociológica de la llamada cuestión catalana. Para el actual lector de estas líneas, Cataluña se halla inmersa en un proceso secesionista, propiciado por una exigüa mayoría favorable a la independencia en el Parlament, surgida de unas elecciones desarrolladas en un clima extraordinario de crispación y desentendimiento entre los responsables de las instituciones del Estado.

Una situación grave, calificable de RAO (Retención aguda de opciones) y FRA (Fracaso reconductor agudo). Para quienes entienden que la cuestión debería remitirse a la consideración inequívoca de Catalunya como nación, y consideran que este es un derecho incuestionable a decretar de forma autónoma su independencia, no vendrá de más recordar la diferencia entre “pueblo” y “nación”.

Todos somos, y a mucha honra, gente de pueblo, que es el lugar en donde tuvimos nuestro origen y hemos crecido en infancia y pubertad, y es el sitio a donde acudimos para refrescar los contactos con lo que nos une a nuestros mayores, a nuestros difuntos, a nuestros amigos infantiles. Nación es otra cosa, un elemento artificial, en el que se amalgaman intereses políticos, económicos y de frontera, y en el que es posible integrar a gentes que no tienen nada en común y, por supuesto, carecen de un pueblo que compartir.

Cataluña ha sido y es una región prostática, con dificultades para evacuar sus comprensibles -diría que es de bien nacidos amar y defender tradiciones, lengua y usos- impulsos individualistas. Tuvo un episodio muy grave, en época relativamente reciente, -de 1931 a 1940- que tuvo por protagonistas a Francesc Macià (fallecido en 1933, quien defendió una Cataluña integrada en una Federación de repúblicas españolas) y a Lluís Companys (quien proclamó el Estado Catalán en octubre de 1934, sueño independentista que fue sofocado sin sangre por el general Batet en pocos días, aunque resurgió con fuerza propia con ocasión del levantamiento anticonstitucional de parte del Ejército contra el Gobierno de la República).

La inflamación independentista sometió a gran sufrimiento a Cataluña, y el visionario Companys fue fusilado por el gobierno franquista en 1940, después de ser entregado desde Francia por la Gestapo. La medicina aplicada por el gobierno de Franco tras la guerra incivil no sirvió más que para poner unos paños calientes sobre la glándula catalana.

Supongo que hay una parte de la sociedad que vive en Cataluña y, posiblemente, una mayoría de españoles que viven fuera de ese territorio, desean una drástica intervención -judicial, y hasta militar- que ponga fin a la tensión de una vez.

No me parece que por la vía judicial (constitucional, administrativa o penal) haya muchas opciones de tranquilizar a la sociedad catalana más beligerante, encelada con promesas cuyo análisis nadie puede defender con absoluta credibilidad. Veo opciones a la intervención por la fuerza (no estrictamente militar, aunque con su apoyo), lo que no supone sino confirmar el fracaso de los que lideran las corrientes unidad del Estado español y secesión sin paliativos.

Pero, como pacífico y en tanto que acostumbrado a negociar en aguas densas, por el momento, yo aconsejo que se le ponga una sonda de inmediato al tema catalán, y se evacúe por ella el líquido retenido, que ahora ocupa una vejiga desmesurada y presiona cruelmente sobre los riñones.

Con tanta carga emocional no se puede pensar en soluciones. Claro que, para que se adopte la medida de introducir a Cataluña una sonda que, atravesando próstata y uréteres, llegue hasta la base de la vejiga, hace falta que el paciente se deje y que exista un equipo médico capaz de generar la confianza de que todo tendrá una solución feliz. Hablamos de credibilidad recíproca, intención serena, objetivos claros, propósito de pactar desde la negociación.

Con un Presidente de Gobierno que parece un residente de primer año y un President en funciones de la Generalitat que, como una esposa angustiada, no ve más solución que cambiar al enfermo de hospital, sin importar donde, no me parece que se esté en vías de solución, sino en grave peligro de catástrofe. ¿Quién habrá de perder? La Historia es tan clara al respecto, que solo pediría que quien tenga dudas, se atreva a poner nuevos nombres a los viejos collares.

 

Publicado en: Actualidad, Medicina, Sociedad Etiquetado como: Batet, Cataluña, Companys, ejército, FRA, Franco, Generalitat, Gestapo, IRA, Macià, negociación, President, próstata, RAO, riñón, uretra

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