Al socaire

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El futuro y los políticos

13 febrero, 2021 By amarias 2 comentarios

Tenemos nuestro futuro en muy malas manos. Nos lo demuestran cada día, por acción o por omisión. Y lo peor, es que están convencidos de que los hemos elegido nosotros y que nos representan. Me refiero a los políticos, es decir, a los que viven de alimentar el engaño de que recogen nuestras inquietudes y nos orientan hacia un futuro mejor.

En la cúspide de los despropósitos a que nos ha llevado la mala suerte con nuestros representantes en la política,  se encuentran personajes incalificables con adjetivos elegantes, como Pablo Iglesias Turrión, Irene Montero, Carles Puigdemont o Jordi Pujol. Que los dos primeros, además de pareja sentimental, sean miembros del actual gobierno  oportunista y traidor a sus votantes, formado por retales de seudo-demócratas y sumisos, que dirige Pedro Sánchez, no es casual. Que los dos últimos sean los cabezas más visibles de la deriva separatista de la región catalana, tampoco: ambos están fugados de la Justicia, conspicuos delincuentes que utilizaron las esencias elitistas de la burguesía de Cataluña para meterlas en un frasco populachero independentista.

De todos los citados, es el vicepresidente segundo del Gobierno de España el que merece especial reprobación, por su capacidad letal para hundir el país, aupado a una posición mediática que utiliza sin reparos para vendernos su deplorable filosofía destructiva.

Iglesias es capaz de afirmar, sin que se le mueva un ápice de su casposa coleta, que el país, en el que ostenta posiciones de Gobierno relevantes, no es una democracia. No se arredra tampoco para arremeter contra el poder judicial, acusándolo de elitismo y discutiendo la legitimidad de las decisiones del Tribunal Supremo, revisándolas con el baremo de su amiguismo con condenados por separatistas. Desprecia a los empresarios, especialmente a los de mayor facturación y generación de empleo, a los que insulta y recrimina, señalándolos como si fueran bandoleros. A sus opositores políticos, -aunque también, cuando se le llena la boca, a sus mismos socios de gobierno-, no tiene problemas en condenarlos por fascistas. Se diría que no ha superado la etapa infantil, que sigue creyendo ser el centro del mundo, jaleado en su visionaria locura por revolucionarios de pacotilla.

Pero es una afirmación de Iglesias, realizada en el fragor de la campaña catalana, -en la que no tiene empacho en participar, desde su pedestal de capitoste de un Gobierno a la deriva-, la que me llama a la especial atención. Ha venido a decir que hay gentes que, como no se han presentado a unas elecciones, están carentes de representación y, despechados, utilizan otros caminos distintos de la política para manifestar sus opiniones. En su discurso falaz, considera esas opiniones ilegítimas, ya vengan de los medios periodísticos, de los empresarios y sus representaciones, de los analistas de opinión, de los colegios profesionales o de cualquier sector que no esté de acuerdo con su discurso totalitario.

Ya no se en dónde nos encontramos exactamente en la vía del despropósito continuado que nos conducirá, sin remedio, al descalabro total. Guardo, sin embargo, la sensibilidad suficiente para recordarle a Iglesias a quienes han perdido el rumbo de lo que es la sociedad civil, que las vías de representación de los agentes sociales son muy  diversas y que, sin duda, el futuro es demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos. De estos políticos, en particular.

Afirmaciones como la de Pablo Iglesias nos sumen aún más en el descrédito, espantan inversiones, ridiculizan nuestro sistema de valores, emponzoñan la calma civil, desorientan al más pintado. Nos hacen más difícil la recuperación económica, más grave el deterioro, crispan las entrañas de nuestra convivencia.

Parece que, en su función de aplicadores de pegamento a la espuria coalición de Gobierno, y ante el innominoso silencio de Pedro Sánchez, algunos ministros procedentes de la debacle socialista han recibido instrucciones de repetir que tenemos una “democracia plena”, en tanto que la facción podemista ratifica la estupidez destructiva de su gallo alfa.

Las elecciones catalanas, convocadas anómalamente en plena pandemia, que decidirán mañana la incuestionable verdad de que tenemos un país dividido y una democracia secuestrada, volverán a confirmar que separatistas-oportunistas y constitucionalistas-marginalistas forman dos grupos irreconciliables entre sí y solamente justificados en sus alianzas por el ansia de poder de sus representantes.

Me hace gracia (aún tango ganas de sonrisa) que Vox suba drásticamente en sus expectativas de voto, que Ciudadanos se hunda en sus miserias, que el PP casi desaparezca y que el PSOE de Illa (Isla)-Sánchez afirme sin rodeos, como clave de su obvia campaña, que tiene en Común Podems los aliados naturales. Nada es gratuito. Es la consecuencia del silencio de los corderos. Que se confunde con que, al callar, otorgamos.

El futuro, perdóneseme la repetición, es demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos.

 

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Falsa alocución de Navidad de Felipe VI en 2020

24 diciembre, 2020 By amarias 2 comentarios

La Casa Real, como cada año, de esa manera discreta que rige los comportamientos de la delicada institución, ha solicitado de varios ciudadanos (de los estamentos civil y militar y supongo que religioso) sugerencias de contenidos para la alocución navideña de S.M. El Rey, que será difundida el día 24 a esa hora perdida entre la merienda y la cena, en la que -antes de la emancipación de la mujer- los varones tomábamos una copa con los amigos mientras ellas ultimaban el ataque a nuestra hipertensión y glucemia.

En fin: tampoco me llamaron este año para interesarse por mis ideas acerca de lo que podía tratarse en un día tan especial para el Jefe de Estado. Lo que no me ha impedido  dedicar algo de mi tiempo (del que ando sobrado) a preparar el texto siguiente y difundirlo en este medio de amplia audiencia, para general consideración.

Esta hubiera sido mi propuesta:

“Ciudadanos y ciudadanas:

Como todos los años, desde hace ya siete, siguiendo la tradición que implantó el jefe de Estado Francisco Franco después de una sangrienta guerra civil que frustró  la segunda República de España, me dirijo a vosotros. No lo hago con la intención, como han sugerido desde una de las vicepresidencias del Gobierno, de que tengáis ocasión de discutir en familia sobre si la forma de Estado más conveniente: Monarquía parlamentaria, República federal o Dictadura, sino para ayudaros a comprender mi posición como ser humano revestido de un ropaje institucional singular ajeno a mi naturaleza y a la de cualquiera.

No quiero parecer trascendente, aunque hay momentos en la vida en que conviene parecerlo. Empiezo por ello aclarando, a aquellos que se pregunten cuál es mi papel, que soy una persona física, no una entelequia ni una reliquia de tiempo pasado. Soy  Jefe de Estado de una de las mayores naciones europeas y responsable legítimo, por mandato constitucional, de mantener la unidad entre todos los españoles.

Aunque no lo expresé en mi alocución del pasado diciembre, estaba convencido de que el 2019, sería el último año en que me dirigiría a vosotros como Rey por Navidad. El cambio ideológico de la mayoría que eligió al presidente del Gobierno, incorporando a partidos que estaban en contra de la Constitución, en temas tan sustanciales como la forma de Estado y sobre la persona y legitimidad de quien debería ostentar la Jefatura del mismo, me hizo creer que la Monarquía tenía sus días contados.

Después, el cerco mediático y fiscal a las actuaciones del Rey, mi padre, que obligaron a aconsejar  su marcha de España para reducir, en lo posible, el acoso crítico a su persona, me vino a confirmar que el tiempo de la Monarquía en nuestro país se había terminado. Tampoco podía olvidar, que mi cuñado, Ignacio Urdangarín, seguía padeciendo una singular situación penal, que, según juristas a los que he consultado, es comparativamente desigual y, por tanto, a nivel coloquial al menos, injusta.

Pues bien: ha pasado el año y me encuentro con agradables sensaciones. El aprecio y calor afectivo que se dispensó, a mí y a toda la Familia, en momentos singulares, como la entrega de los Premios Princesa de Asturias, y el aplauso casi unánime de las personas que acudieron a los pocos actos que fueron programados por el Gobierno a los que pudimos acudir, compensa la tensión institucional, alimentada por un sector de la población, que se genera contra la Monarquía en Cataluña y el País Vasco. He tenido que moverme en ocasiones singulares. como la entrega del Premio Cervantes al poeta Joan Margarit en Bacelona, por citar solo la última, de manera subrepticia, para evitar manifestaciones agresivas  contra mi persona o la princesa de Asturias. Ha sido una gran alegría conocer que una reciente encuesta prueba que la Monarquía, es decir, la forma de Estado, no figura entre las preocupaciones principales de los españoles.

Yo no soy defensor de la Constitución de 1978. Ni la voté, ni debo manifestarme sobre ella. He sido educado para ser rey de España, y mi formación, intensa, costosa sin duda para la Hacienda Pública, me ha orientado inexcusablemente hacia ese trabajo. Es un oficio singular, único. Tiene aspectos muy arcaicos,  insostenibles para la razón, ridículos para muchos, pero no tengo la culpa de haber nacido para ese destino. No lo escogí, y solo me puedo liberar de este noble trabajo si la inmensa mayoría de los españoles lo deciden así o si -no lo quiera Dios- caigo víctima de un atentado.

Mi singular formación ha traído como consecuencia que no conozco muchas cosas de la realidad española que para muchos de vosotros son obvias; mis amigos estaban controlados rigurosamente por los asesores de mi padre, y estaba llamado a ser jefe de los Ejércitos, por lo que tuve una educación militar paralela a la civil y, aunque somera, suficiente para darme un barniz amplio de las peculiaridades de las instituciones de este país. Se poco de casi todo, aunque no creo que deba preocuparos. Salvo como Jefe Superior de los Ejércitos, no debería tomar decisiones y estaría, en todo caso, siempre asesorado y respaldado por las medidas adoptadas por el Gobierno de turno, a las que yo debía aportar, solo formalmente, mi refrendo.

Casarme con una plebeya, una profesional del periodismo, se ha desvelado como una decisión magnífica, que no gustó en su momento ni a mi padre ni a quienes le asesoraban entonces, que le proponían que debería mantener la idea de una Monarquía por encima del bien y del mal, una estirpe de sangre azul, vinculada a las élites. La reina Letizia me ha dado una serenidad, un conocimiento del país, me aportó unas relaciones nuevas. Tiene unas cualidades excepcionales. Gracias a ella, he adquirido mayor confianza en mí mismo, he aprendido a vocalizar correctamente, a encontrar el tono adecuado en mis alocuciones.

Y tenemos dos hijas preciosas, voluntariosas, aplicadas. Saben catalán, euskera y gallego. La princesa de Asturias sigue aprendiendo, además de inglés, chino y árabe. El dominio de varios idiomas es fundamental. El actual presidente de Gobierno, Pedro, sabe bastante bien inglés y algunos ministros conocen ese y otros idiomas y es motivo de orgullo para todos conocer que pueden hablar y discutir con homólogos europeos y no solo darse palmadas en la espalda o esperar a que les digan ellos algo en español o con intérpretes.

Podéis entender que me ha dolido profundamente tener que distanciarme oficialmente de mi padre. Está padeciendo mucho con sus achaques seniles y no entiende en absoluto la corriente de odio y rencor que algún sector, por fortuna poco significativo pero muy vociferante, ha despertado contra él. Parece que se olvidó lo que significó para consolidar la democracia, y solo se piensa en él como si fuera un ladrón o un libertino. Acostumbrado a mandar, a que  se le obedezca y a no hacer caso de consejos, su actual demencia, que progresa rápidamente, es motivo para todos de disgusto y preocupación. La cesión de la Corona, a la que no estaba obligado, aconsejada como medida preventiva por los médicos que le atienden, le honra.

Hemos perdido mucho todos con su ausencia, con su distanciamiento obligado. No sé adónde quieren llevar su asedio los enemigos de la Monarquía, pero debería de pararse esa persecución judicial y mediática que nos hace daño a todos, y especialmente, al país. Mi padre siempre tuvo una magnífica relación con los hermanos árabes, porque le gusta vivir bien, ser agasajado y resulta, cuando se muestra relajado, ocurrente y simpático. Alguna vez se desvelará cuántos contratos ha conseguido para empresas españolas, en qué conversaciones, secretas pero muy eficaces, ha sido el motor principal. A él le ha decepcionado que no salieran en su defensa los responsables de las empresas a las que ayudó a conseguir contratos, en su beneficio y el de todos.

La gran crisis del coronavirus ha generado y genera incertidumbre, dolor, más paro y nuevas dificultades económicas. No me corresponde a mí juzgar ni proponer ni decidir qué medidas serían las más adecuadas para superar o antes posible el grave panorama. Temo, como todos, que la recuperación económica será difícil y lenta. Me gustaría ayudar en lo posible. No tengo las buenas relaciones de mi padre con los jeques árabes, cuyos Estados disponen de fantásticas riquezas naturales y que tienen, personalmente, fortunas increíbles. Los Borbones somos, comparativamente, pobres. Nada que ver con las riquezas de los Windsor, por ejemplo, que, como sabéis, figuran entre los más ricos del mundo.

Pero si hay algo en lo que puedo ayudar, y creo que mucho, es a demostrar imagen de estabilidad y serenidad a inversores y a empresas. Cuando se ataca a la Monarquía, que es la forma de Estado que tenemos, quienes lo hacen, se atacan a sí mismos, destruyen confianza, asustan a terceros.

No me gusta la caza, me entusiasma disfrutar de la naturaleza, pasear y hacer deporte. Quisiera, claro, que el mundo fuera igualitario, feliz, y se eliminaran de un plumazo todas las guerras y los que sufren dejaran de hacerlo de repente. Pero soy consciente de que estamos en país pequeño, con pocos recursos, limitado en su influencia. A veces pienso que no todos, incluso algún miembro del Gobierno, son conscientes de nuestra reducida capacidad.

Por eso, me siento europeo, además de español hasta la cepa, feliz de nuestra historia y de contribuir a sus mejores momentos. Es motivo de orgullo reconocer que somos un país solidario, acogedor y alegre. No hace falta, me parece, que saquemos pecho en cada ocasión, que nos creamos los más ingeniosos, que llevemos nuestra voluntad de sacrificio hasta la extenuación. A veces, conviene permanecer en segunda línea, seguir el rebufo. No lo digo yo, lo saben los mejores de nuestros ciudadanos, que se esfuerzan cada día, con pocos medios, en trabajar en investigación, en mejorar la asistencia sanitaria, en ayudar a crear empresas y formar a niños y jóvenes.

Esperemos que el dinero prometido por la Unión Europea nos llegue a tiempo y sin grandes obligaciones y que sepamos cómo emplearlo bien, sin despilfarrarlo, con consenso.

No quiero cansaros en esta noche especial. Sigo a disposición de cumplir con lo que queráis que sea la Monarquía, de la que yo soy solo su rostro, como nuestra bandera es el símbolo de la Patria. Si decidiérais un día, por esa mayoría que indica la Constitución -o la que aprobéis en su momento- que debo retirarme, lo haré sin problemas. Mi Familia y yo estamos preparados, también para pasar a disfrutar de una vida civil satisfactoria, como ciudadanos normales. Pero, si ese momento no llega, y no parece probable que llegue en los próximos años, no os hagáis daño tirando piedras contra el Jefe de Estado. Soy un símbolo de vuestra unidad, no solo una persona real, de carne y hueso.

Como soy creyente, y católico, os deseo una Feliz Navidad. Que el niño Dios os traiga, a cada uno, la paz y la inteligencia que necesitamos para no confundir el camino que nos queda por recorrer juntos con el lugar donde poner el pie para dar el siguiente paso.

Buenas noches”

—

La fotografía es la de un reyezuelo listado (regulus ignicapilla) , magnífica ave minúscula, de plumaje y comportamientos singulares, que, aunque raro de ver, es huésped de nuestro país, en donde acude a reproducirse

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Hacia las profundidades, y más allá: Cuartas elecciones

21 diciembre, 2019 By amarias 1 comentario

Puede que sean buenos tiempos para la lírica, pero la complejidad de la situación española en este final de 2019 precisa dosis doble de valeriana.

Seguimos, mal que nos pese, mirando mucho al guirigay de Catalunya, estrujada por un liderazgo multicéfalo empeñado en destruir con soflamas, desprecios y bravuconadas lo que hemos conseguido entre todos -por supuesto, con catalanes empujando entre los mejores-, en la versión más cutre del mozo del martillo.

Con un President de la Generalitat sin otro carisma que su indolencia, inhabilitado -in tramitando- por desacato a la Junta Electoral, teledirigido por un prófugo de la justicia y aplaudido por una caterva de irresponsables políticos, el paso de los días no hace sino empeorar la situación de conflictividad, confusión y miserias, dentro de la región catalana y aumentar su distancia patológica con el resto del país.

Posiblemente estemos más cerca que nunca de perder el norte. La voluntad del presidente en funciones del Gobierno central, el supremacista Sánchez, insólitamente expresada al día siguiente de conocerse el resultado de las terceras elecciones generales, formando coalición espuria con el aglomerado de aluvión de Unidas Podemos, ha dejado sin otras opciones al PSOE que lanzarse en los manostijeras de ERC, la facción independentista más ladina de los secesionistas catalanes.

No va a haber gobierno, vaticino -y me alegro-, debido a las propias dificultades de una negociación con un partido en el que su líder está en la cárcel, condenado en firme a 13 años por gravísimo incumplimiento de la Constitución (esa Norma Suprema que -por imperativo legal, desde luego, con los adornos verbales que se quiera admitir en demostración demencial de tolerancia- estamos todos obligados a acatar, obedeciendo lo pactado como regla básica de convivencia.

Como a camarón que se duerme se lo lleva la corriente, y la Unión Europea esta en liquidación, el Tribunal de Luxemburgo (la Corte Suprema de la Justicia Europea) ha aportado su bloque de conglomerado jurídico de pacotilla a la apestosa situación de desentendimientos, que tiene el mal tufo de lo que nos lleva a la catástrofe periódicamente a los españoles, al dar un golpe de tuerca a favor del despropósito independentista catalán, para complacencia y experimentación de bárbaros. Como sucede con los débiles, los que manejan la paleta nos utilizan para escarmiento en mejilla ajena de los más fuertes, con los que no se atreven, sin importarles (al contrario) que nos empeoren la situación y nos estén empujando a liarnos a porrazos entre nosotros y a desear no pertenecer a un núcleo duro europeo que no nos quiere más que como comparsas del bailongo.

No se entiende bien, tampoco, por qué ese gusto de nuestras instituciones por orillar los peligros. El magistrado Marchena (al que el contertulio Maruenda llama por su nombre de pila coloquial, Manolo, en manifestación infeliz de no se qué simpatía), gozoso sin duda por haber tejido una sentencia condenatoria a los levantiscos, que la mayoría ha juzgado impecable, se metió en el berenjenal de preguntar al Pontificado jurídico si se podía fumar mientras se reza, o era mejor rezar mientras se fuma. En lenguaje algo más jurídico, el Presidente del Tribunal Supremo, que el pueblo creía poseedor de la verdad última, se interesó por conocer, a desmano, si el hoy condenado Junqueras, siendo aún preso cautelar, debería ser autorizado a desplazarse a Bruselas para tomar posesión de su acta de diputado europeo, ganada en la penosa lid de los desencuentros catalanes. Fue así que el altísimo tribunal de la moribunda Unión Europea, formado por doctísimos juristas independientes de toda mácula y poseedores de variopinta condición ideológica, dictaminaron que no hacía falta que hiciera viaje alguno el revolucionario, porque desde el mismo momento en que los resultados de las elecciones son firmes, ya gozan los diputados europeos de tal condición y de la derivada inmunidad. Ergo, si aún no estaba condenado el procesado, su enjuiciamiento debería contar con autorización del Tribunal europeo, vía el correspondiente suplicatorio. Horror.

La cuestión es muy divertida, si uno fuera teutón, belga o francés, pero tiene tintes burlescos si uno es amigo de que las cosas se hagan bien, pero que no te toquen los pinreles gentes ajenas al fregado que nos traemos. Desde luego, se trata de una victoria de la abogacía de tomo y lomo, defensora del delincuente Junqueras, encontrando una vía procesal para generar barullo y conseguir el aplauso de los seguidores del secesionista y, aún más fuertes, los del prófugo Puigdemont y demás mafiosos de la cuadrilla partidaria de dividir España, aunque sea a costa de hundir Cataluña.

Si estamos abocados a unas cuartas elecciones, lamentaremos carecer de un partido a quien votar que nos aporte algo de tranquilidad externa a los pacíficos (el gran triunfo de la izquierda mediática -El País y la SER a la cabeza- ha sido hundir a Ciudadanos, arrinconando su antiguo líder Ribera a la confusión con la masa uniformizada de la derecha, en la que se decía había entrado en el panel de mando un demonio carpetovetónico llamadoVox-.

Solo nos queda confiar en que el triunfo en las elecciones del Partido Popular, servido en bandeja por el PSOE y una izquierda populista sin ideología ni programa, no nos descalabre aún más en una falta de entendimiento sin mesuras.

Ah, y no podemos olvidarnos del deterioro climático. La COP 25, de Chile-Madrid, ha venido a demostrar que no seremos capaces de detener el avance de la temperatura global, si es que los especialistas en predecir catástrofes del Panel Climático tienen razón. Desearía que no la tuvieran, porque, como ya vaticiné desde mi percha, los países más desarrollados y los que no lo son tanto, pero aún tienen carbón y bosques que consumir, no se pondrán de acuerdo. Que Estados Unidos, Rusia, China o la India sean reticentes a firmar acuerdos de contención de la piromanía es anécdota. Lo más importante es que estamos en la filosofía del “sálvese quien pueda” y, por supuesto, ni miles de adolescentes Greta Thumberg podrán salvarnos del naufragio con sus mecánicas proclamas tremendistas.

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¿Más España o menos crispación?

30 septiembre, 2019 By amarias Dejar un comentario

El desmembramiento de Unidas Podemos se va consumando de una de las posibles formas de consunción de un partido político que, con seguridad, son estudiadas en las Facultades de Ciencias Políticas. A saber, por la voladura descontrolada de sus propios fundadores. El experimento ha durado algunos meses, ha servido para rellenar mucha tinta y movilizar intereses de todo tipo en torno al proyecto y ahora, mientras los fuegos fatuos se apagan, ha surgido, como un ave Fénix, de las cenizas y derrumbes, un nuevo partido: Más España.

Debo reconocer que el movimiento popular -demasiado rápidamente convertido en populachero- de Podemos, me atrajo inicialmente. Por su frescura, por la calidad oratoria de sus cabezas más visibles, y porque parecían dispuestos a mover el sueño de las izquierdas patrias, incluido el despertar de su sopor al viejuno partido obrero marxista que se había trasmutado en PSOE y que andaba a la búsqueda de un líder.

Iñigo Errejón, coautor de aquel invento académico que fue Podemos, junto a Monedero, Echenique e Iglesias, es ahora el artífice intelectual de un giro hacia la sensatez de esa facción de la izquierda, segregando sus muebles de lo que el presidente en funciones (por poco tiempo) Pedro Sánchez llama ahora, después del frustrado intento de que lo apoyaran por la cara, “extrema izquierda”.

Me parece un error que Errejón y sus seguidores, disidentes con la posición estratégica de Iglesias (Pablo)-Montero (Irene),acompañados por un silente y empequeñecido Garzón (Alberto) y dirigidos por el brillante petulante Echenique (Pablo), hayan elegido como nombre a su invento el de Más España. Pero yo no soy ni político ni estratega. Solo que me suena muy, pero que muy raro, en un momento en que la unidad de España está amenazada por revisionistas y secesionistas, el partido haga apelación a que necesitamos “más” de esa España.

Lo que necesitamos, seguro, es menos crispación, más trabajo, mejores ideas y, sobre todo, más voluntad de entendimiento a todos los niveles. En especial, claro, entre los políticos. He visto publicada  en la prensa la fotografía de los actuales representantes de los partidos principales (a nivel de Estado) y me sugiere, junto a lo que sabemos de ellos, que todos coinciden en algunos cosas: son varones, jóvenes (aunque ya no inmaduros), engreídos, bien parecidos, petulantes, verborreicos, vacuos, vociferantes, más dados a hablar que a escuchar, ignorantes del mundo empresarial y del mercado, listos y también listillos.

Por favor, Iñigo Errejón, ya que pretende Vd. traer sensatez a este guirigay de machos alfa (así se dicen y así actúan), y puesto que ha de saber, desde su indudable perspicacia política que no va a ser presidente de gobierno, pónga a su equipo a trabajar en la confección de un buen programa. Y, como seguro que se habrá leído la propuesta última de Sánchez a su antiguo jefe Iglesias, y que, en mi opinión, tiene mucho de aceptable, trate de mejorarla y completarla.

Han abierto Vds. un portalón para que la derecha retorne al Gobierno de España y les servirá para que, desde una sensata oposición, aspiren dentro de cuatro años a desbancar a Pablo Casado de la presidencia del Gobierno.


Este mirlo de agua acaba de sacar del río en que habita como señor de sus aguas, un plecóptero.

 

 

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Viaje al Centro

19 septiembre, 2019 By amarias Dejar un comentario

Los partidos con representación parlamentaria han querido volver al principio, aunque con las plumas muy desgastadas, particularmente, después de un verano fatigante. El candidato a la presidencia de gobierno, el socialista Pedro Sánchez, no consiguió cerrar con sus “socios preferentes” -la polícroma coalición [email protected] Podemos, las cláusulas de un acuerdo que le permitiera pasar de gobernar en funciones a funcionar con garantía de estabilidad.

La resistencia férrea a mantener el no a la investidura del “bloque de las derechas” (PP, Cs y Vox), insuficiente por sí mismo a conformar alternativa, quedó, en ese contexto de desencuentro entre las llamadas “izquierdas”, como una posición testimonial -en este envite-.  Por otra parte, el sospechoso apoyo -un término medio entre abstención y concordia- al empecinado Sánchez por parte del grupo que lidera desde la cárcel Oriol Junqueras, una especie de abrazo del oso a la espera de la Sentencia por el Procès, quedó, junto al comprometido sin fisuras por parte del simpático charlatán Revilla, convertido en un portavoz externo del candidato, se suman a la tragicocómica parafernalia que se generó en la toma de posiciones tras los resultados electorales.

Se puede (y debe) analizar las razones del fracaso de los partidos de la izquierda parlamentaria en ponerse de acuerdo en una magnífica oportunidad para consolidar la imagen de formaciones maduras y democráticamente comprometidas, a pesar de la discrepancia ideológica de intensidad. No ha sido así, y quedó puesto de manifiesto, con absoluta claridad, que existe una tensión irresoluble entre el PSOE y lo que quede de la izquierda irredenta, contaminada por un atroz populismo revolucionario.

Tal como lo veo, la oportunidad de gobierno se ha desplazado ahora, y se consolidará con el resultado de las elecciones que han sido convocadas para el 10 de noviembre de 2019, hacia la derecha. El responsable de esta deriva es, en mi opinión, Albert Rivera, que se ha autoproclamado líder de la oposición y que ha desdibujado, hasta convertirlo en una sombra de lo que era, el programa con toques socialdemócratas que había conseguido ilusionar, no ya a sus votantes, sino a algunos de los militantes más cualificados que, cuando advirtieron lo que su capitán traía entre manos, luchando a brazo partido con Pablo Casado y negándole el pan y el agua a Pedro Sánchez, se salieron dando gritos de “¡Fuego, fuego!” por las ventanas de la agrupación naranja.

Como observador desde la distancia que proporciona la neutralidad y la independencia de cualquier partido, aunque comprometido con el deseo de que nuestro país tenga las mejores opciones, debo reconocer que la persona que ha tenido un comportamiento, en todo este proceso, de mayor coherencia y transmitiendo las mejores sensaciones de hombre de Estado, ha sido Pedro Sánchez. Cuando, ya introducido en el inicio de la nueva campaña electoral, en respuesta al portavoz de ERC, Gabriel Rufián, sobre lo que iba a hacer al respecto de Cataluña, afirmó que aplicaría la Constitución, con todas las consecuencias, vi claro que dejaba sus opciones en manos de las fuerzas de la derecha y, en particular, en conseguir apoyos desde Ciudadanos.

Ya que Sánchez no va a tener la mayoría suficiente para ser investido en solitario, sin otros apoyos, y las negociaciones con [email protected] Podemos han dejado tierra quemada entre los propios negociadores y, lo que es más duro, entre los votantes de ambas agrupaciones, lo que intuyo mucho más probable es que tengamos un gobierno a partir de febrero de 2020 con aquel de los dos capitanes de los partidos PP o Cs que se alce con el mayor número de diputados.


Los papamoscas cerrojillo (ficedula hypoleuca), en tránsito migratorio hacia las zonas del Africa trasahariana, han tomado en Madrid algunas plazas. Entre ellas, se pueden detectar algunos ejemplares, en el magnífico Parque Quinta de los Olivos, donde se alimentan de los insectos que pululan en torno a los almendros y olivos del parque, desplazándose de un árbol a otro con un vuelto característico, que parece indicar “aquí estoy y, pero no me cogerás”.

 

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Semana decisiva

9 septiembre, 2019 By amarias Dejar un comentario

 

La semana que empezó el 9 de septiembre de 2019 ha sido calificada como “decisiva” por quienes atienden al negocio de llegar a un consenso sobre el coste y la manera que supondría el apoyo de Unidas Podemos al Partido Socialista Obrero Español para que nos gobierne durante algún tiempo. Periodistas, dadores de opinión y los propios negociadores coinciden en la apreciación. La semana será decisiva.

Decisiva, ¿por qué y para quién? Desengañados la mayoría de los electores respecto a la capacidad de nuestros representantes políticos para entenderse, no la consideraríamos como tal quienes hemos visto que, prácticamente todos aquellos que dicen mirar por los intereses generales (y deberían hacerlo, por mandato constitucional), atienden más a sus intereses particulares, el reparto de puestos y el tamaño de los gorros con los que ocultarán o ensalzarán sus ambiciones y desconocimientos.

Se ha polarizado la cuestión mediática en las conversaciones atormentadas de los dos partidos que dicen estar a la izquierda del espectro político, para lograr que la plataforma heterogénea de Unidas Podemos apoye al candidato Pedro Sánchez. Los líderes oficiales de ambas agrupaciones han dejado en sus segundas fuerzas la espinosa tarea de negociar lo infumable, entregando, respectivamente,  a la voluntariosa Adriana Lastra (magnífico acervo dialéctico y porte oratorio el de la asturiana) y al correoso e imprevisible Pablo Echenique (siempre doctoral, a ratos cansino), el peso de aguantar el fracaso.

Coincido en apreciar que, dadas las magníficas expresiones de disenso con que nos han obsequiado desde que fue conocido el resultado de las últimas elecciones generales, lo mejor es que desistan de limar sus diferencias. Sus supuestos ideológicos son incompatibles y solo nos garantizarían un período de dramática inestabilidad, tanto si fueran socios en un ya reconocido como inviable gobierno de coalición, como si se mostraran aptos para pactar varios puntos programáticos y, con ese papel prendido con alfileres en la solapa, se decidieran a avanzar para evitar unas nuevas elecciones.

Los apoyos incondicionales, “gratuitos”, en la terminología esperpéntica que se ha introducido en nuestro vocabulario post electoral, que prestarán al postulante Sánchez las facciones independentistas no deben tranquilizar en absoluto, ni al candidato ni, por supuesto, a los expectantes ciudadanos de a pie, suficientemente ilustrados para saber que cuando se publique la sentencia del Procés, prepararán el escenario para armarla. Y como para armarla, según docta opinión, solo basta un 3% de revoltosos, el tumulto está garantizado tan pronto como el honorable juez Marchena dé a conocer su resolución, que -por más dibujos que se intenten-, tiene que ser condenatoria.

Lamentable ha sido también el comportamiento de los partidos que se alinean con la derecha ideológica, en una pugna incalificable por alzarse con el pendón de líder de la oposición. El suicidio de Ciudadanos, guiado por un ciclotímico Albert Rivera, conduciendo al otrora interesante vocacional partido charnela, cual nuevo Aguirre -sin la cólera de Dios-, por el Amazonas de la derecha del todo me vale, es digno de figurar en los Anales de la política trapacera. Los intentos de recuperación del norte perdido por parte de Pablo Casado, molestado a su flanco más vulnerable por los dípteros de buen decir que conforman el equipo de Santiago Abascal, tampoco merecen el aplauso de quienes desean/deseamos que se nos gobierne, no ya en paz, sino con buenas y contrastadas ideas.

Estamos asistiendo, con la boca abierta de estupor, a la decadencia del saber político. Ha muerto, por consunción, el proyecto socialdemócrata -que, no se equivoquen los amigos de la cúpula del PSOE, ya no representan-. La incorporación tardía del matiz ambientalista no convence más que a crédulos de que lo que es bueno o interesante no cuesta dinero. El proyecto federalista necesita mucho más que buenas palabras. La recuperación económica no se desarrolla con un lápiz sobre una servilleta de papel.

Sí, la semana será decisiva. Pero no por lo que se decida en los despachitos del Congreso de Diputados. Alemania no encuentra su fórmula de reactivación del motor industrial. China le planta cara a la bravuconada de Estados Unidos con una patada en la espinilla. Irán se revela contra cualquier control occidental y Egipto (y Túnez) se sumen en la pobreza y el desorden, mientras Arabia y los Emiratos siguen amontonando dineros del petróleo y negocios derivados (y no tanto), como el tío Gilito del cuento.

Además, qué caramba: el Real Oviedo no encuentra su forma como equipo de Segunda y parece destinado a las catacumbas del descenso a Segunda B. La vuelta ciclista pasó por mi pueblo y yo estaba en Madrid, pendiente de la enésima revisión médica.

Esta semana decisiva, me iban a entregar los mil ejemplares de mi libro de poemas, Sonetos desde el Hospital, para que empezara mi ronda de recitales desde los que pediré urbi et orbe que me compren ejemplares a diez euros, para que pueda destinar toda la recaudación, una vez cubierto el coste de la edición, a la Asociación Española Contra el Cáncer (de Asturias). Pues acabo de hablar con la imprenta y parece que se retrasa la entrega por “problemas de encuadernación”.

Así que era eso.


La agachadiza común (gallinago gallinago), con su característico pico largo, tiene una pauta de alimentación característica, pues, cuando realiza el calado en el barro con él, para buscar el alimento, lo mueve de un lado para otro con delicadeza, ya que el extremo es muy sensible y, con él sumergido, puede succionar los invertebrados que detecta.

La agachadiza chica (lymnocrytes minimus) es, desde luego, más pequeña, y de pico más corto. Ambas son aves bastante reservadas, pero aún lo es más la agachadiza chica, que es capaz de mantenerse agazapada procurando que su mimetismo la libre de ser vista, hasta que casi se encuentra bajo el pie del caminante sobre los bordes de la marisma o los pantanos de la tundra-

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Lentejas a la greña

23 julio, 2019 By amarias 1 comentario

La propuesta de investidura de Pedro Sánchez como Presidente de Gobierno está deparando incómodas sorpresas, en relación, no ya con las opciones del candidato a obtener una mayoría suficiente, sino, y esto es mucho más grave, como demostración de la incapacidad para dialogar serenamente, respetarse recíprocamente y facilitar entre los distintos partidos puntos de encuentro común que garanticen la gobernabilidad en España.

Las intervenciones de los portavoces parlamentarios han sido lamentables. Desde luego, el primer responsable de que la singladura del debate fluctuara entre lo inane y lo aparatoso, ha sido el candidato. Consciente, en su primer discurso, de que la negociación con su “socio natural”, Unidos Podemos estaba encallada y amenazada de una ruptura total, se limitó a repasar conceptos y cifras en tonos y acentos propios de un opositor a cátedra de Bachillerato, pero lejanos de lo que cabe desear de la aparición pública, en momento estelar, de un futuro presidente de Gobierno de un país que quiere ser modelo para el mundo.

Las réplicas y contraréplicas de los líderes de los partidos que se han definido, y así lo han reconocido el candidato y sus teóricos apoyos, como “oposición”, se han desenvuelto por los terrenos esperados: la justificación de su rechazo al candidato y, en el caso de Pablo Casado, creo no desviarme de la apreciación de los que vimos el debate sin dogmatismos ni aprioris, con un discurso brillante. Me gustaría decir algo parecido de la locución de Albert Rivera, pero la facción naranja ha perdido fuelle, con tantas idas de militantes de relieve, y eso se nota en los ánimos del portavoz.

Lo que resultó insólito fue asistir en directo a la escenificación de los desencuentros -que juzgo insuperables. entre Sánchez y Pablo Iglesias. Si ambos personajes de nuestra política actual pretenden convencerse y convencernos a todos de que, con esos mimbres y talantes, van a ser capaces de conformar un gobierno estable, necesitan nuevas gafas para entender la política y las necesidades de nuestro país.

Si tengo que apostar, apuesto porque ayer -y, definitivamente, hoy, 23 de julio de 2019- se han confirmado la inviabilidad de la candidatura de Pedro Sánchez. Las tres “derechas” (los trillizos, se les llama ahora) no van a cambiar el sentido de su voto, por mucho que el candidato les pida, les sugiera, les implore, su abstención: no tendría sentido sociopolítico que concedas carta de naturaleza para gestionar el país quienes han sido desplazados del gobierno por socialistas, podemitas e independentistas, o quienes han sido y están siendo insultados permanentemente como apestados.

Ah, pero lo que resulta novedoso es que, luego de haber consumido tres meses (si no más) en negociaciones de hipotético entendimiento y cordial preparación para gobernar conjuntamente, saltándose las sustanciales diferencias entre la visión anticapitalista y la prudente concesión a la economía social y de mercado, cuando se ponen a explicarnos en la tribuna pública del Parlamento a todos los españoles lo que van a hacer y lo contentos que están de haberse conocido, nos obsequien con un plato de lentejas cocinado a la greña, servido a navajazos, condimentado con patadones bajo y sobre la mesa.

Votad, malditos. Si algo podemos agradecer es la claridad con la que habéis conseguido mostrarnos las bajezas con las que sois capaces de defender vuestros intereses. Los nuestros, los del pueblo, han quedado arrumbados en las urnas, perdidos en la maraña de votos, inutilizados porque se nos ha pedido que expresáramos lo que nos gustaba más de las diferentes propuestas, todas ellas, lentejas cocinadas y empaquetadas desde los partidos, y resulta que hemos elegido lo que nos pareció mejor a cada uno.

Y ahora, cuando el pueblo ha expresado su parecer, ¿venís vosotros, los representantes del pueblo, para decirnos a la brava que no podéis poneros de acuerdo porque nosotros no supimos ponernos de acuerdo antes, votando mayoritariamente a un partido que le diera la opción de gobernar en solitario?

Que os zurzan.


No estoy seguro, porque no lo había observado nunca antes y la visión no fue perfecta. Iba paseando por la orilla del Tajo, bajo un sol abrasador, más atento a golondrinas, vencejos, jilgueros, garzas reales, fochas comunes, andarríos y martinetes que a otra cosa, despreciando por conocido el brusco batir de alas de las palomas emboscados entre los álamos, cuando, de pronto, atisbé una sombra desconocida.

No era una paloma, aunque tenía aparentemente el tamaño de una torcaz. Disparé cuatro fotos, sin tiempo para enfocar. Ya en casa, consultando las decenas de libros de ornitología que mantengo en una biblioteca donde no cabe más, me pareció que podría tratarse de un avetorillo común (ixobrychus minutus), macho. Las alas, rosas y negras, con ese dibujo del plumaje, que se presenta como característico, junto con la caperuza oscura, parecen dar las claves. El ave está fotografiada de espaldas, y no se perciben las patas amarillas y la cola, achaparrada contra el cuerpo rechoncho, no se percibe con claridad.

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Resopón electoral

27 mayo, 2019 By amarias Dejar un comentario

El resopón, según mi escasa cultura festivalera, es el tentempié que se sirve en una celebración postinera, avanzada la madrugada, para sostener los ánimos de quienes aguantan en pie, danzando o libando alcoholes, después de haber disfrutado de una copiosa cena. Las vituallas sólidas se abandonan en bandejas sobre las ménsulas laterales que circundan el bullicio festivalero, y los bailones y borrachines (o ambos) se acercan, para engullir atropelladamente lo que les viene a sus ganas.

El 26 de mayo de 2019 los españoles hemos sido convocados nuevamente a las urnas, apenas un mes después de haber decidido un mapa de resultados electorales de compleja lectura, para votar quienes deseamos que nos gobiernen en lo local, en lo autonómico y, ya en clave mayestática, nos representen en la Unión Europea.

He aguantado en la noche electoral hasta que se me cerraron los ojuelos de puro empacho visual, y me leí hoy, bien de mañana lo que dicen los periódicos sobre el mapa que compusieron los votos. Por supuesto, también contemplé la información con los comentarios radiofónicos de analistas del panorama.

Si existe un corpus colectivo que guía nuestros destinos, una especie de fatos invisible que hace compendio de los deseos más variopintos de los españoles, me atrevo a interpretarlo diciendo que estamos en la fase oscura. Es cierto que en algunas alcaldías -pongo como ejemplo paradigmático la ciudad de Vigo, en la que disfruté algunos de mis mejores años- ha vuelto a ganar el edil con más proximidad al pueblo. Como los vigueses pasan por ser de los más complicados seres que pueblan nuestra piel de toro, que Abel Caballero haya alcanzado casi el 70% de los votos -he leído que atiende a todos y “si le pides una silla, te la pone”-, el triunfo del ex ministro socialista puede ser calificado de apoteósico.

Por el contrario, en los feudos sociatas de la capital de España, los socialistas lloran su descalabro. Pepu Fernández, el aplaudido entrenador de la selección de baloncesto en su momento, ha atraído pocos más votos que los de su propia familia. Angel Gabilondo, a pesar de su carisma personal, tampoco ha conseguido vencer la resistencia del clan de la derecha en Madrid que, contra pronósticos y previsiones, tiene concejales y diputados regionales para desbancar a superManuela y  recoger el bastón regional de la mano dimisionaria de Angel Garrido para dársela a la exótica Díaz Ayuso, que se vería acompañada de Martínez Almeida como máximo regidor de la alcaldía.

¿Y si no fuera así, tal como se dibuja el panorama de acuerdo con los eslóganes y refriegas del camino preelectoral? Ciudadanos, el partido de Albert Rivera y la desaparecida Inés Arrimadas, debiera tener algo que decir. Su línea profiláctica contra “el PSOE de Sánchez” se resquebraja internamente (imagino, pues no conozco a todos sus votantes), al abandonar la posición de centro liberal, con guiños incluso socialdemócratas, para caer en una alianza tóxica con el partido de Abascal y Smith, que han recogido todos los enseres que tiró, por contaminantes, el partido de Casado.

He escrito muchas veces que a España le vendría bien abundar en coaliciones de gobierno, especialmente entre partidos que ha defendido programas (más bien, pues programas no he visto muchos, ideas o eslóganes) contrapuestos. Me gustaría ver que ese movimiento de colaboración para mejorar el conjunto, arrimando hombros, se produce en aquellos municipios, diputaciones y gobiernos regionales en donde nadie alcanzó la mayoría suficiente para gobernar en solitario; y que se realicen sin reparar en líneas rojas, enemistades personales o programas viscerales que no pueden tener viabilidad en un mundo en progreso civilizado.

Me parece que, por su parte, Pedro Sánchez va a tener que gobernar en solitario, con una minoría que le obligará a mirar a uno y a otro lado si quiere convertir en viables sus propuestas. Acabo de escuchar que va a cenar con Macron (descalabrado en las elecciones francesas, superado por el partido de Marie Le Pen). ¿Será posible que pueda encontrar más entendimiento y sintonía personal en el terreno galo con alguien que, teóricamente, está en otro espectro ideológico, que en su propio país?

Que la incertidumbre del futuro les ilumine, señores elegidos, para que consigan guiarnos por el camino del progreso, seleccionando, como el pueblo llano ha hecho con Vds., la combinación que ha creído más conveniente para reflejar los ideales e intereses de cada uno. Y, sobre todo, no deshagan lo hecho, no vuelvan atrás. Prosigan.

 

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De faroles, oscuridades y fantasmas

12 septiembre, 2018 By amarias Dejar un comentario

La Doctora -en el sentido de licenciada en Medicina- Carmen Montón ha dimitido ayer, 11 de septiembre de 2018, de su cargo de Ministra de Sanidad, en el que, según el líder de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, “estaba haciéndolo bien, ya que había recuperado la asistencia sanitaria universal”. (1)

Tenemos muchos temas sustanciales por resolver en este país -los dos más importantes son, ya no sé porqué orden, la cuestión de la generación de empleo de calidad y la cuestión del separatismo catalán-, pero el personal tiene cuestiones intrascendentes con las que distraerse, y los políticos disfrutan alimentando esos temas inanes, como fórmula para no abordar lo sustancial y, abotargando las opiniones, consumir el tiempo de juego tanteando el balón en medio campo. (Ya que el equipo español, que ahora entrena el asturiano Luis Enrique, ha cosechado dos triunfos inesperados en sus enfrentamientos internacionales, utilizo términos de ese argot, indicando de paso, que el fútbol es uno de los placebos más socorridos, y que la temprana eliminación del equipo nacional de la Copa del Mundo ha supuesto un jarro de agua fría sicológica sobre los primeros cien días del gobierno de Sánchez)

Una de las cuestiones intrascendentes que ocupa hasta la exasperación el doctrinario mediático, es el traslado de los restos del otrora Generalísimo y Caudillo de España por la G. de Dios, Francisco Franco, hoy denostado dictador y despreciado guerrero, desde su auto erigido mausoleo en el Valle de los Caídos. Una mega obra, visible para todos los que salen de Madrid hacia el norte como un permanente testimonio de que hubo una guerra civil que ganaron los de derechas, o sea, los buenos y que el jefe de Estado que implantó, entre otras cosas, el sindicato vertical,  en su visión partidaria y megalómana, pretendió convertir en un monumento a la reconciliación nacional.

Aunque la cuestión es bien conocida, no está de más repetir aquí que en ese cementerio forzado, junto a Franco y José Antonio (Primo de Ribera, cofundador de la Falange) hay miles de cuerpos de republicanos, -anónimos o identificados como fallecidos en juicios sumarísimos, represaliados en la postguerra, y prisioneros que sufrieron en la construcción del monumento la expiación por muerte en accidente-. No están solos, pues también se enterraron, algunos igualmente sin identificar o sin hacerlo correctamente, miles de cuerpos de aquellos fallecidos en la contienda incivil,  que estaban defendiendo, ya por convicción o porque les tocó en suerte ser reclutados en territorio dominado por los rebeldes, el Alzamiento contra la República.

La decisión expresada por el presidente Sánchez de mover los restos de la momia franquista (es momia, pues fue embalsamado, según consta) a otro lugar, y hacer del lugar un centro de meditación por la memoria de la guerra que significó la consolidación de la separación de las dos Españas, unido a la intención expresa de generar un documento sobre la verdad de esa lucha fratricida, es un ejemplo reciente de la incomodidad que supone mover la mierda, lo que, como es bien sabido, genera mal olor y fuerte repugnancia, indiferentemente, a espíritus delicados y a los que no lo son tanto. Estoy de acuerdo con Francisco Maruenda (sin que sirva de precedente) en que hay mucho escrito sobre esa batalla gigante de destrucción nacional, para todos los gustos, y que cualquiera puede documentarse como le venga en gana en los miles de libros publicados.

El otro tema de distracción es el de los máster, ya sean de Pablo Casado, de Cristina Cifuentes, o incluso de la tesis doctoral de Pedro Sánchez (aunque ésta parece que sí, que existe y que, además, sirvió de base a un libro con coautor que se puede adquirir aún en las librerías) . Supongo que hasta el ministro Pedro Duque sabe ya que la Universidad necesita una urgente  y profunda reforma, lo que no tiene nada que ver con el prestigio de los títulos. Las carreras que se pueden cursar en España han crecido de forma desmesurada, a razón de la obsesión de las autonomías y los departamentos universitarios por engordar sus nóminas, y han disminuido, paralelamente, el prestigio de muchos centros docentes y, claro, de sus titulaciones. No de todos, me apresuro a puntualizar.

Que haya alumnos que hayan obtenido sus títulos con menor esfuerzo que otros compañeros, no es lo habitual, pero sospecho que siempre ha sido así. No rebaja el nivel del título el que algún enchufado lo consiga por la puerta de atrás, sino que -en mi lectura- lo que revela que algunos con acción de poder sobre los docentes lo obtengan sin el mismo curro, es que ese título da prestigio.

Lo miserable es que existan profesores que se dobleguen ante demostraciones del poder o concesión de privilegios a ellos mismos, otorgando titulaciones y firmando aptos y hasta sobresalientes a quienes no han cursado las enseñanzas a cuyo control estaban obligados. Las defensas de quienes obtuvieron, a todas luces, por sus cortas explicaciones, sin merecerlo, esos títulos, mueve a lástima; por ellos mismos, por su estúpida obsesión por adornarse con plumas falsas; y levanta la indignación contra sus mentores, sus protectores, aquellos que fueron los cómplices necesarios para que salieran con el penacho en la cabeza, con los laureles que no merecían.

Pero el mérito de los que cursaron, -seguramente, además, con altísimas exigencias -esos mismos máster o esas carreras, sin ayudas de nadie más que las de su saber y entender y la eventual coincidencia con un azar generalmente nada propicio, debe quedar incólume. Ellos han contribuido al prestigio del título que otros han querido obtener sin sudar la camiseta.


(1) Me parece muy bien, aunque lo que hay que conseguir es que esa asistencia médica universal no se siga deteriorando. Quienes tenemos, por desgracia, que acudir con regularidad a ese servicio, hemos visto cómo ha venido perdiendo calidad, y de forma acelerada, en estos últimos años: no se han renovado plazas de personal, se han perdido facultativos experimentados (que se han jubilado, muchos de ellos, de forma forzosa, después de alargar irregularmente su contratación, superada ampliamente la edad), no ha habido tiempo para forma a sustitutos, existen excesivas pruebas -muchas, innecesarias, lo que colapsa los servicios auxiliares- debido a la disminución del “buen ojo clínico” y, sobre todo, al temor que tiene el personal sanitario a ser acusado de negligencia o no haber cubierto todas las opciones.

Y aún más: ¿se puede creer que la cobertura farmacéutica de la Seguridad Social no sea general en España? Ver para creer: en Cataluña no se dispensa a los titulares de tarjeta sanitaria de las autonomías de Madrid o Andalucía “porque no se han firmado los acuerdos”. Eso lo viví personalmente; me temo que en el País Vasco será parecido.


La foto es de una de las aves más atractivas y, por ello, fotografiadas con mayor frecuencia, allí donde se hallan. En España hay varias colonias de flamencos (Doña y el Delta del Ebro, las más conocidas; esta segunda, sedentaria desde hace unos años).

 

 

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Presidente Sanchezstein

31 mayo, 2018 By amarias Dejar un comentario

En el momento en que redacto este Comentario, 31 de mayo de 2018, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se confirma como ganador de la moción de censura presentada por su partido contra el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy. En consecuencia, a partir de mañana mismo -a más tardar, el sábado, una vez que los resultados de la votación en el Congreso de Diputados sean presentados al Rey Felipe VI-, será el nuevo Presidente de Gobierno de España.

No es el cambio de presidente de Gobierno, ni mucho menos, lo que mueve al análisis matizado y tiñe de incertidumbre el futuro político inmediato. Son los apoyos que ha conseguido el candidato, para hacerse con el máximo poder ejecutivo en nuestro país, los que ponen demasiadas incógnitas sobre la necesidad de estabilidad imprescindible para salir con solvencia de un embrollo de magnitud espeluznante.

Ni los antisistema de Unidos-Podemos, embarcados en una notable falta de credibilidad y liderazgo, ni los nacionalistas vascos, ni mucho menos, los independentistas catalanes, que son los que habrán aupado a Sánchez a la Presidencia, ofrecen garantía de tranquilidad ni conceden margen para gobernar con solvencia.

Las discrepancias de ideológicas entre los votantes de cada uno de esos partidos, la deriva anti-constitucionalista de los partidos separatistas y, en fin, la total ausencia de sentido de la realidad política del grupo pre-revolucionario que alimenta Podemos y sus adlátares, aseguran un panorama bronco, de contestación callejera y persistencia en la caída de la economía, que se acelerará.

¿Es que debe entenderse que apoyo que Rajoy permanezca en el Gobierno? En absoluto. El Partido Popular, confirmada la participación sustancial de miembros muy destacados de la coalición en la corrupción que ha convulsionado los cimientos sociales de España, no tiene ninguna opción de mantener un rumbo serio, estable y creíble, para la economía.

Habrá ministros que sepan -y hasta puede que quieran- hacer las cosas profesionalmente con pulcritud, pero no se puede sostener el gobierno del Partido Popular. Las cifras concretas no importan tanto como la descubierta pública de la corrupción económica con la que se alimentó parte de la fuerza electoral. Una vez que la judicatura, en un trabajo impecable pero implacable, ha puesto de manifiesto la verdad que se esconde tras las cifras del Partido Popular, y el objetivo deplorable de enriquecimiento personal de demasiados de los que se encontraron en núcleos de decisión relevantes para nuestra sociedad, el cambio, no solo de rostros, era imprescindible. El PP está muerto como partido.

Yo hubiera preferido un cambio de gobierno sustentado en una coalición PSOE-Ciudadanos, que me parece mucho más homogénea (y serena para los mercados y la sociedad) que el desbarajuste institucional, como vaticino, sin mayor esfuerzo mental, que se producirá a partir de junio.

Mi deseo voluntarista no se cumplió y, con la gran mayoría silenciosa, me convierto en espectador involucrado (¡qué remedio!) en el devenir inmediato. Mi bola de cristal, ya bastante desgastada por el uso, presenta como panorama un guirigay de manifestaciones callejeras a favor de la independencia de Cataluña (y del País Vasco, claro), soflamas identitarias que no solo ignoran la Historia real, sino que alimentan el desorden jurídico y atentan contra la noble identidad española y desprecian la solidaridad y respeto debidos entre pueblos.

No solo eso, el gobierno de Sánchez se encontrará con la necesidad de lidiar con reclamaciones desmesuradas que, surgidas del desequilibrio económico y social, no tendrán posibilidad de ser atendidas con sensatez y oportunidad.

Y no me olvido, no, de que la monarquía está hoy más débil que nunca, y se agudizará su tensión de supervivencia en un pueblo que siempre fue monárquico (religión obliga) pero no se atreve a reconocerlo, porque todos nos sentimos indefectiblemente republicanos de corazón y revolucionarios de intención. Cuando se conozca, por fin, la sentencia inapelable del caso Noós, Felipe Sexto y su consorte plebeya Letizia sufrirán un revés personal que también afectará al supuesto carácter superior y quasi-sagrado de la rancia institución monárquica.

Esto será así, porque para dispararnos a los pies y preparar eternamente la próxima revolución no tenemos competencia. En Europa, desde luego que no; ni en Italia, ni en Grecia, ni en los Balcanes.

Buena suerte, presidente Sanchezstein. La necesitas, la necesitamos todos.

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