Son muchos los poemas que tengo escritos, en decenas de libretas y hojas sueltas, que se asemejan a un extraño diario. Para terminar este año fatídico, recupero al azar dos poemas que, según refleja la fecha, están escritos el mismo día. El título de la colección (más de cien poemas) abre todo un escenario de opciones a la fantasía: “Poemas de encargo”.
66
No hay mejor momento
que yacer, rendido en tu regazo,
después de haber vencido
a cuanto no merece la pena.
Nada importa después de construir
entre mis brazos con tus hilos más recios
la coraza infranqueable
que nos protege de promesas verosímiles
y otras peligrosas bienaventuranzas.
Estas horas reunidas
no las cambio por todo lo demás.
4 nov, 2009 (“Poemas de encargo”, @angelmanuelarias)
65
Apenas fue ayer cuando me parecía que me iba
y hoy me noto de vuelta.
Era un niño jugando a darnos trompicones
y peino con mimo las canas con que tapo los huecos en mi calva.
Hénos aquí creyendo cumplido el cometido
habiéndolo hecho lo mejor que supimos, destrozándolo.
Resumiendo mi vida, le encuentro tantos parecidos
a otras de las que nadie ha escrito antes
que desisto al momento de empezar a decir.
Fui como todos. Un genio al tiempo de nacer,
el prodigio de capacidad que envidiaba mi padre,
el mejor hijo que soñara mi madre,
antes que nacieran para sustituirme todos mis hermanos.
Un buen amante allí donde no tuve competencia
y un necio impaciente en no dar mi brazo a torcer;
fui perspicaz incomprendido; padre ilusionado,
me tildaron de pusilánime quienes y donde nunca imaginé.
Fui un escéptico lleno de finuras, sobreviví ahogando penas en alcohol,
creyéndolo el método seguro de recuperarme de algunos infortunios;
aconsejé renunciar, prometí inseguridades,
aceché oportunidades imposibles, resistiéndome a ser el viejo triste
al que conduce en su silla de inválido a un lugar junto al sol,
un joven valido ecuatoriano que soñará a mi costa
en el tiempo que queda para rescatar a su familia
del pozo profundo de miseria
en el que sus antepasados, ambos, o los míos,
los tiraron en sabe Dios qué época,
argumentando sin precisión qué incómodas razones.
(4 de noviembre de 2009 “Poemas de encargo” @angelmanuelarias)