
Lectura de poemas en apoyo a la AECC

Blog personal de Angel Arias. La mayor parte de los contenidos son [email protected], aunque los dibujos, poemas y relatos tienen el [email protected] del autor
querida: 1. Apelativo que, en la versión española de las películas rodadas en inglés, atribuyen los personajes -hombres y mujeres- a las señoras en cuya compañía se encuentran. 2. Dícese de la mujer con encantos aparentes a la que se ha visto acompañando a un colega, amigo o conocido de la televisión, al menos hasta que se descubre que se trata de su esposa. 3. Forma escrita de referirse a su pareja, empleada frecuentemente por los varones, mientras ella se encuentra de vacaciones con los hijos y él está, seguramente, cultivando amistades ocasionales.
gafas: 1. Adminículo con simetría axial -a salvo, quizá, de una patilla pegada con esparadrapo- usado por la tercera edad, que se compra preferentemente en los llamados comercios chinos o hipermercados de baratijas y que se lleva colgado del cuello, como forma de saber donde se ha puesto desde la última vez que se usó (lo que no siempre se consigue), y que serviría perfectamente para enterarse del importe de la factura que se ha pagado con un billete de cuantía muy superior, si no se tuviera vergüenza de reconocer que se es ya présbita avanzado. 2. Colección de aparatos con diferentes graduaciones y colores de montura que se guarda en un cajón, ya sin uso alguno, especialmente después de haberse operado con éxito de la miopía.
archivo: 1. Lugar donde se amontonan papeles y documentos, en previsión de que algún día se tendrá tiempo para ordenarlos. 2. Colección de objetos variados muy del gusto de investigadores, becarios y doctorandos.
discusión: 1. Forma muy utilizada para convertir a una persona en enemigo acérrimo. 2. En algunos medios, debate o intercambio de pareceres en los que los intervinientes han hecho firme promesa de no escuchar los argumentos de los demás, interrumpiendo su discurso con descalificaciones continuas normalizadas.
entrevista: 1. Truco empleado por el Departamento de recursos humanos para entretener durante algunos minutos al candidato laboral ya descartado. 2. Diálogo entre un periodista impertinente y una persona a la defensiva, que suele terminar agradeciendo la oportunidad para lucirse o quedar en ridículo, respectivamente.
En la larga entrevista a la que le sometieron un grupo de periodistas amigos en El Gran Debate de Telecinco (9.03.2013), Alfredo Pérez Rubalcaba, el máximo responsable del PSOE, demostró, una vez más, sus excelentes cualidades para la docencia.
Dió dos horas de clase teórica, dedicando, como avezado maestro, más tiempo a aquellas partes del tema que le resultaban mejor conocidas y, por tanto, más gratas de impartir; recomendó varias lecturas para completar o corregir los apuntes que hubieran sido tomados en el aula (algunas, por cierto, procedentes de ediciones ya agotadas o escritas en idiomas minoritarios) e intentó calmar a los alumnos más inquietos aplazando la explicación demandada a sus espinosas cuestiones, remitiéndose a materias de cursos superiores o al programa de otras asignaturas.
En realidad, me recordó a un profesor de “segunda enseñanza” al que llamábamos El bikini (eran, ya lo tengo dicho, otros tiempos) “porque enseñaba todo menos lo esencial”. La propaganda del espacio televisivo había venido anunciando que el líder socialista respondería a todas las preguntas, por delicadas que fueran, y, formalmente, no rehuyó ninguna, pero el tiempo pasaba y la sensación de adormecedor sosiego embargaba la salita de estar en la que, lápiz en mano y cerveza al alcance, me había dispuesto a tomar notas con las soluciones a los jeroglíficos que tenemos planteados por la Historia.
Si nos atenemos a los contenidos de muchas de sus respuestas, podríamos afirmar que Rubalcaba se escapó hábilemente de la mayoría, por lo que no me resultó extraño (al contrario) que cuando se solicitó a tres periodistas que estaban actuando de meritorios fuera del foco principal, que indicaran posibles titulares para la entrevista, todos coincidieron en enfocarla al “asunto de Ponferrada”.
La ponferradina fue, en mi opinión, la única contundente respuesta de la sesión, surgida de la primera pregunta que se le formuló al invitado, por el propio conductor del programa (Jordi González, muy cómodo en su papel) , y que se refería a la necesidad de que el novísmo alcalde de Ponferrada -lo era desde el 8 de marzo, día de las mujeres trabajadoras y algunas, por mor de abyectos jefezuelos, acosadas-, dimitiera en plazo corto o se vería expulsado del partido por incompatibilidad de las rijosas intenciones de uno de sus apoyos sobrevenidos con el ideario socialista.
Dicen de Rubalcaba que no solamente no se sabe si baja o sube de la escalera, sino ni tan siquiera si se encuentra subido a alguna. En el Gran Debate, no defraudó a sus detractores ni dejó de encantar a sus fieles. Quedó confirmado como parlamentario correoso, hábil, ingenioso cuando se le presentaban ocasiones, y escurridizo siempre si se le intenta atrapar con las palabras.
Si me hubieran pedido un titular para la entrevista hubiera dudado entre dos. “El retrato de Rubalcaba guarda escaso parecido con la realidad”, sería la manera provocativa de calificar el poco conseguido parecido con el dibujo que le hizo, en directo, el artista gráfico invitado.
Pero lo que más me sorprendió fue el método que propuso para eliminar la corrupción de este país (y que comentó haber deducido de la actuación de los cuerpos de investigación interna de la Guardia Civil y de la Policía, y habérselo ya propuesto a su amigo/contrincante político Mariano Rajoy): aumentar la vigilancia (Más o menos, dijo: “Hay que meter miedo a los potenciales corruptos, actuar preventivamente, para que no se atrevan, por miedo a ser descubiertos, a aprovechar la ocasión”).
Reconozco que, en ese momento, sentí un gran desasosiego. Me acordé de lo que te suele decir la policía cuando acudes a denunciar un robo en tu casa: “Le admito la denuncia, a efectos de cobrar el seguro. Pero de por perdido lo que le llevaron. Los ladrones son muy listos y a saber dónde estarán ya con la mercancía”.
Es decir, no solamente tenemos que protegernos como podamos de los ladrones, sino tener paciencia con la policía: políticos y guardianes están en revisión interna.