Al socaire

Blog personal de Angel Arias. La mayor parte de los contenidos son [email protected], aunque los dibujos, poemas y relatos tienen el [email protected] del autor

  • Inicio
  • Sobre mí

Copyright © 2021

Usted está aquí: Inicio / Archivos paraexposición

Cuento de primavera: La oportunidad

28 marzo, 2014 By amarias 1 comentario

Como todas mañanas, hiciera frío o calor, fuera el tiempo ventoso o lloviera a cántaros, nevara o tronara, montó su caballete, mezcló en la paleta las combinaciones de colores salidos de los retorcidos tubos al óleo que atiborraban su maletín de madera de fresno, manchado por los residuos de múltiples jornadas, y se puso a pintar.

Hacía tiempo que había dejado de pintar lo que veía, para expresar otra cosa: su deseo de intervenir sobre el paisaje, modificar en el lienzo la apariencia de aquella naturaleza, mintiéndola -pero también, recreándola-. Su ideal sería que aquel conjunto de árboles, rocas, praderas, con caminos de tierra, iglesias y casuchas, desapareciera y solo quedara constancia, para un hipotético visitante de otro planeta, de lo que él había reconstruido, vertiendo sobre el lienzo su propia creación.

Porque allí, sobre pedazos de tela, en las urdimbres apelmazadas por el engrudo, había construido, día tras día, año tras año, miles de elucubraciones que sustituían, dándole otras dimensiones, el mundo que tenía ante sus ojos.

Lo vemos ahí, saliendo del umbral de lo que parece su casa, con los pantalones sucios y arrugados, y los zapatos convertidos en parte del polvo de los caminos que, tenaz y aplicadamente, siguiendo el mandato de su dueño, recorrieron -a diario -en realidad, siempre el mismo camino, que no conducía a ninguna parte, porque acababa siempre en un recodo que jamás había traspasado.  Hay un bastón apoyado en la pared, y una libreta cerrada, seguramente con más apuntes, sobre uno de los escalones.

Ese hombre, ya vencido por el tiempo, consciente de le que quedan pocos años de repetirse a sí mismo en la búsqueda de su propio paisaje, sonríe.

Acaba de atisbar su oportunidad. No es distinta de la de ayer y puede que no sea diferente de la de mañana. Pero la va a utilizar, como siempre, introduciendo en las líneas de ese paisaje que volcará sobre el lienzo, desmintiéndolo, sus ideas respecto a lo que, si hubiera sido Dios, habría sido su creación.

Cientos de visitantes pasan hoy, en el hoy del ahora, por el museo en donde se cobra una entrada por la oportunidad de ser testigos de su esfuerzo. Comentan, insensibles, pisoteando entre los vestigios de la destrucción de la serenidad de su autor. Una locura que ha dejado múltiples huellas, una introspección convertida en ariete contra la creación de Otro, superior, ajeno, magnífico.

La guía, sin que parezca percatarse de que camina entre cadáveres, de que se dirige a fantasmas, propaga un mensaje ininteligible que resbala sin piedad entre cerebros que están pensando en otras cosas:

-Aquí podemos observar como Cezánne entremezcla árboles, cielo, estanques y figuras humanas, haciéndolas participar de un mismo espacio, sin preocuparse por delimitar las zonas que corresponderían al aire, a la tierra, al agua o a los propios bañistas, de manera que todos parecen formar una unidad, integrados en una única naturaleza…

Uno de los oyentes, enarbolando su entrada, a la que no quiere abandonar, con los auriculares bien ajustados a las sienes, se cree de pronto iluminado para preguntar en voz demasiado alta:

-¿Por qué la mayor parte de estos cuadros no están acabados? ¿Se sabe por qué  este pintor no se tomaba la molestia de rematar lo que estaba haciendo?

Al salir a la calle, estaba, como siempre, la realidad externa, tan apetecible para quienes no tienen preocupaciones que ocultar. Recuerdo que el 22 de octubre de 1906, después de haber estado pintando bajo un aguacero, Paul moría de neumonía. Fue su última oportunidad de destruir un paisaje para crear el suyo.

FIN

–

FIN

Archivado en:Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado con:Cezánne, cuentos, cuentos de primavera, entrada, exposición, Museo, oportunidad, preocupación, Thyssen-Bornemisza

Cuento de otoño: El último ponente

4 octubre, 2013 By amarias2013 Dejar un comentario

Si el lector es invitado a participar en un Congreso o Jornada, sea del tipo que fuera, ha de procurar que no sea designado el último ponente.

Y si lo fuera, para evitar frustraciones, le aconsejo que no prepare su intervención, o no la haga con el interés que el caso debiera merecer, porque lo más probable es que no tenga ocasión de pronunciarla.

La tradición oral ha concretado que es muy mal lugar ser designado como primer ponente de la tarde, y que los Congresos han de terminar el viernes por la mañana, y que si quiere lanzar algún mensaje antes de un fin de semana, que tenga real aceptación, ha de limitarse a algo que no sea muy diferente a “pásenlo ustedes bien”.

Resulta que el protagonista de este Cuento de Otoño, aunque podía conocer la existencia de tan elementales principios, no le resultaba posible llevarlos a la práctica. Designado sistemáticamente como el último ponente de las Sesiones en las que participaba, presentado su currículum y experiencia como uno de los mejores atractivos para los asistentes, en realidad, nunca tenía tiempo para contar lo que había preparado.

-Lamentablemente, solo nos quedan dos minutos para escuchar la intervención de Prometeo Bienloquiero, ya que los anteriores ponentes se han alargado excesivamente y la pausa para café ha durado el doble de lo esperado. Por eso, tampoco tendremos coloquio, al contrario de lo previsto. Y como no quiero consumir más tiempo de Prometeo, le cedo la palabra, para que tenga la amabilidad de resumirnos en un minuto su ponencia, que, de todas maneras, en los próximos días se podrá consultar en internet, en la página web que está en construcción.

Estas solían ser, con pocas variaciones, las palabras del Presidente de la mesa, antes de que se procediera a dejar a Prometeo Bienloquiero en la tesitura de tomar la decisión de agradecer, sencillamente, la asistencia, y maldecir a los anteriores ponentes por el consumo desvergonzado que habían hecho del tiempo que a él hubiera debido corresponderle. Todo ello, además, después de que cada uno hubiera anunciado que sería breve, debido al corto tiempo disponible.

Prometeo consultó con varios especialistas en comunicación sobre lo que podría hacer en ese caso concreto en el que invariablemente, por ser el último ponente, no se le concedieran más de uno o dos minutos para lanzar su mensaje.

Casi todos se concentraron en proponerle que, antes de la Sesión, pidiese al Presidente y a los demás ponentes que se atuvieran al programa y al horario establecido, y que se enviasen a los retrasados, a punto de cumplirse cada período asignado, mensajes claros de que se fuera terminando la exposición.

-Que les enseñen carteles que avisen que les quedan cinco minutos, dos minutos, y que el tiempo se les acabó.

-Ya, ya -explicaba Prometeo- pero la gente no suele hacer caso, y el Presidente de la mesa no tiene por costumbre estrangular a los conferenciantes. Así que, por buena que sea la intención original, siempre hay alguno que se desmadra en la exposición, y consume su tiempo y otro tanto más, y, como yo soy siempre el último, pues la ponencia que debe ser acortada es la mía.

-¿Y por qué tienes que ser siempre el último? -llegó a preguntarle uno de los expertos, que trabajaba para la conocida multinacional de Speaking up without any Shame, Ltd (SUWAS).

-Es que me corresponde hablar de la experiencia real. Todos los demás son profesores universitarios y, claro, ellos presentan la teoría y yo las aplicaciones -contestaba Prometeo.

Por fortuna, uno de los expertos consultados le dio un consejo que resultó infalible, genial, demoledor. Ya que no podía evitar el que su tiempo fuera consumido por los antecesores en el orden de ponencias, si podía conseguir que nadie les hiciera ningún caso, y que lo que él dijera fuera recordado indefectiblemente.

En las próximas jornadas, Prometeo Bienloquiero asistió a los Congresos en los que era invitado como último ponente vestido de la forma más estrafalaria posible. Unas veces de payaso, otras de tenista travestido, algunas de falso obispo luterano, otras con la careta de capitán Acab y un globo de Mobby Dick.

Cuando, finalmente, le llegaba el turno de hablar, no importaba que tuviera solo dos minutos. La tensión que había concentrado sobre él era prácticamente ya insostenible.

Entonces, parsimoniosamente, se levantaba de su asiento en la mesa de conferenciantes, se encaminaba hacia el atril, comprobaba seriamente que el micrófono funcionaba, y se marchaba por la puerta, dejando a todo el mundo boquiabierto.

Lleva ya varias Jornadas en las que le invitan a hablar el primero, se explaya como le da la gana, repitiendo cuando le parece bien que está a punto de terminar, expone sus conclusiones, hace propaganda de su empresa y de sí mismo y, después de los aplausos que cosecha, los profesores se pelean por utilizar el tiempo restante.

Lo que ya no puede asegurar es que el panorama se mantenga. Pero, ¿y lo que se está divirtiendo?
FIN

Archivado en:Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado con:angel arias, asistencia, coloquio, consumo, cuento de otoño, currículum, exposición, minuto, ponencia, ponente, preparación, presidente, Prometeo, sesión, tiempo, último

Cuadro comentado: Reparto de droga en el recreo

8 febrero, 2013 By amarias2013 1 comentario

jovenesderecreoalapuertadeuncolegio

Pinté este Cuadro a partir de un apunte a lápiz realizado en 2005. Una ciudad, un colegio, el momento del recreo. Yo estaba disfrutando de mi imprescindible café de media mañana, único cliente en aquel momento en la terraza de un bar, situado justo enfrente de la puerta principal del centro de estudios.

Deliberadamente, preferí que las imágenes aparecieran confusas, los colores irreales, la escena prácticamente indescifrable. Era la traslación de lo que yo estaba sintiendo, mientras observaba. Cuando conseguí desentrañar lo que provocaba aquella aglomeración de adolescentes a la entrada del lugar en donde recibían las enseñanzas que deberían servirles para forjar su madurez, me invadió la tristeza.

Porque en el centro del grupo, otro joven distribuía paquetitos por los que recibía de los demás cantidades de dinero. Aunque la calle era céntrica y la hora nada intempestiva, no se ocultaban. Tampoco formaban algarabía, ni guardaban cola. No había entusiasmo, más bien métido. Por las evidencias, era algo que se realizaba allí a menudo. Quizá todos los días.

Hice un dibujo rápido y lo titulé: “Reparto de droga a la entrada de un colegio“.

Cuando, meses más tarde, trasladé a una tabla, con colores acrílicos, aquel apunte, respeté las tonalidades del lápiz, la imperfección de las siluetas, el amasijo de tonos. Me resultaba todavía increíble lo que había visto.

No estaba escandalizado. Solo desilusionado. Desde lo que pretendí reflejar en la pareja de cuadros “Adolescentes preparándose para correr” (1) a esta imagen, había una larga distancia, un recorrido que me llevaba por paisajes sinuosos.

En la Exposición que en agosto de 2008. la casualidad me dió oportunidad de celebrar en Oviedo, en lo que era entonces la sala de Exposiciones del BBVA, colgué también el cuadro, que figuró entre los que más gustaron. Las interpretaciones que los visitantes hacían de lo que veían eran múltiples, antes de leer el título del Cuadro. Hoy creo que, haciendo abstracción, está representado en él cualquier tipo de reparto: comisiones, dádivas, prebendas, droga, verdades, mentiras,…

Lo regalé al clausurarla, sin remordimiento ni lástima. Quité, eso sí, la pegatina con el título original, dejando al Cuadro ayuno de intención. Conservo de él esta fotografía, además del apunte original.

Algún día volveré a merodear por el Colegio, a ver qué pasa. Y la persona a la que se lo regalé, ¿qué habrá hecho con el Cuadro? ¿Lo conservará? ¿Le dará valor? ¿Qué explicación se habrá hecho de lo que representa?

—

(1) Este Comentario enlaza con la serie “Cuadros comentados” que tengo publicados en el Blog de Angel Arias. Bajo la sección “Dibujos”, el que el lector curioso puede encontrar el relato de porqué elegí los motivos de unos cuarenta dibujos y pinturas de mi producción y, en la mayor parte de los casos, la técnica utilizada

Archivado en:Dibujos y pinturas Etiquetado con:adolescente, angel arias, colegio, Dibujos, droga, exposición, Oviedo, pinturas, recreo

Entradas recientes

  • Nací con vocación de emigrante (Poema)
  • Del Diario de un Hombre Educado (Poemas)
  • Salvados por la UME
  • Frail democracies (Débiles democracias)
  • Elogio y servidumbre del centro
  • No hay mejor momento (Poema)
  • Son todos muy jóvenes (Poema)
  • Entendiendo mejor el Cáncer de vejiga
  • Un soneto tempranero
  • Si no me conocéis, este es mi nombre (Poema)
  • Falsa alocución de Navidad de Felipe VI en 2020
  • ¿Qué fue del grafeno?
  • Para empezar, aconsejo un caldo calentito (Poema burlesco)
  • Escribiría un poema de amor esta noche (Poemas)
  • Infantilismo, pasotismo y Alzheimer en la política española

Categorías

  • Actualidad
  • Administraciones públcias
  • Administraciones públicas
  • Ambiente
  • Arte
  • Asturias
  • Aves
  • Cartas filípicas
  • Cataluña
  • China
  • Cuentos y otras creaciones literarias
  • Cultura
  • Defensa
  • Deporte
  • Derecho
  • Dibujos y pinturas
  • Diccionario desvergonzado
  • Economía
  • Educación
  • Ejército
  • Empleo
  • Empresa
  • Energía
  • España
  • Europa
  • Filosofía
  • Fisica
  • Geología
  • Industria
  • Ingeniería
  • Internacional
  • Investigación
  • Linkweak
  • Literatura
  • Medicina
  • mineria
  • Mujer
  • Personal
  • Poesía
  • Política
  • Religión
  • Restauración
  • Sanidad
  • Seguridad
  • Sin categoría
  • Sindicatos
  • Sociedad
  • Tecnologías
  • Transporte
  • Turismo
  • Uncategorized
  • Universidad
  • Urbanismo
  • Venezuela

Archivos

  • enero 2021 (5)
  • diciembre 2020 (17)
  • noviembre 2020 (9)
  • octubre 2020 (5)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (8)
  • junio 2020 (15)
  • mayo 2020 (26)
  • abril 2020 (35)
  • marzo 2020 (31)
  • febrero 2020 (9)
  • enero 2020 (3)
  • diciembre 2019 (11)
  • noviembre 2019 (8)
  • octubre 2019 (7)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (4)
  • julio 2019 (9)
  • junio 2019 (6)
  • mayo 2019 (9)
  • abril 2019 (8)
  • marzo 2019 (11)
  • febrero 2019 (8)
  • enero 2019 (7)
  • diciembre 2018 (8)
  • noviembre 2018 (6)
  • octubre 2018 (5)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (5)
  • junio 2018 (9)
  • mayo 2018 (4)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (8)
  • febrero 2018 (5)
  • enero 2018 (10)
  • diciembre 2017 (14)
  • noviembre 2017 (4)
  • octubre 2017 (12)
  • septiembre 2017 (10)
  • agosto 2017 (5)
  • julio 2017 (7)
  • junio 2017 (8)
  • mayo 2017 (11)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (12)
  • febrero 2017 (13)
  • enero 2017 (12)
  • diciembre 2016 (14)
  • noviembre 2016 (8)
  • octubre 2016 (11)
  • septiembre 2016 (3)
  • agosto 2016 (5)
  • julio 2016 (5)
  • junio 2016 (10)
  • mayo 2016 (7)
  • abril 2016 (13)
  • marzo 2016 (25)
  • febrero 2016 (13)
  • enero 2016 (12)
  • diciembre 2015 (15)
  • noviembre 2015 (5)
  • octubre 2015 (5)
  • septiembre 2015 (12)
  • agosto 2015 (1)
  • julio 2015 (6)
  • junio 2015 (9)
  • mayo 2015 (16)
  • abril 2015 (14)
  • marzo 2015 (16)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (16)
  • diciembre 2014 (24)
  • noviembre 2014 (6)
  • octubre 2014 (14)
  • septiembre 2014 (15)
  • agosto 2014 (7)
  • julio 2014 (28)
  • junio 2014 (23)
  • mayo 2014 (27)
  • abril 2014 (28)
  • marzo 2014 (21)
  • febrero 2014 (20)
  • enero 2014 (22)
  • diciembre 2013 (20)
  • noviembre 2013 (24)
  • octubre 2013 (29)
  • septiembre 2013 (28)
  • agosto 2013 (3)
  • julio 2013 (36)
  • junio 2013 (35)
  • mayo 2013 (28)
  • abril 2013 (32)
  • marzo 2013 (30)
  • febrero 2013 (28)
  • enero 2013 (35)
  • diciembre 2012 (3)
enero 2021
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031
« Dic