Al socaire

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Quiero saber tu opinión (Poema con estrambote)

29 noviembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

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Quisiera saber tu opinión
pero no te precipites.
Estos son los datos:
aficionado a llevar
la contraria; propenso
a encontrar agujeros
en las normas,
empeñado hasta el tuétano
en aventuras malditas:

Tengo firmes, aunque escasos
principios
y un final previsible.

Cuando vuelva de mi paseo
por las contradicciones
que dan sentido a mi vida,
te preguntaré si prefieres
para cenar
huevo frito o tortilla,
y seguiremos
esta conversación.

(9 de febrero de 2017, Amar si tener gozo, @angelmanuelarias)


He puesto un poema (escrito hace más de tres años. aunque mi creación poética creo que tiene un hilo argumental subterráneo, con altibajos, como toda existencia) antes que un comentario sobre política. El comentario es actual, de hoy mismo.

Lo que hay que ganar

Obviamente, somos muchos los españoles a los que preocupa la actual situación económica y política. Lo que me está empezando a alarmar es que se ha hecho más difícil encontrar contraste de opiniones entre ciudadanos, que no sean contertulios de pago en los medios o políticos entrenados a diferenciar sus posturas.

Escasean (por decirlo en positivo) opiniones de empresarios, de filósofos, de sociólogos, de ingenieros, abogados… No se por qué los sindicatos, los colegios profesionales, las asociaciones y clubs de debate están en silencio o no encuentran plataforma de expresión. Por supuesto, la gente normal andan seducida por el fútbol, el demonio del virus, la ignorancia de lo que se avecina o la comprensión de lo que ya tiene en casa.

En consecuencia de la ausencia de debate la sociedad se ha ido polarizando y eso es terrible para la democracia. No hay mas alternativa que lanzarse por el borde del precipicio por el que avanzan o se devanean los otros. Avanzamos hacia un sectarismo adocenado.

No creo que sea un efecto colateral de la Covid, sino una añagaza de mala digestión. Para ese riesgo de recuperar la cooperación, el impulso que produce la discrepancia sana, el cuidado del orden constitucional, de la ley y de los pactos, la coherencia del desarrollo industrial y de servicio, no tenemos vacuna. Tardaremos mucho más en salir a flote, aunque no dudo que la fuerza vital acabará imperándose sobre destrozos, porque las sociedades crecen desde la calma y se hunden en la vana discusión de principios. Se avanza desde el diálogo, la comprensión de los argumentos de contrario, la búsqueda de un punto de equilibrio, la paz social, la cooperación entre todos los agentes sociales, desde el valor de sus justificadas discrepancias, puestas en activo desde la estrategia de colaboración, no con la guadaña del exterminio.

La solidez de la coalición de gobierno parece resistir a prueba de cualquier propuesta de cooperación con los partidos que están fuera del mismo, animados sus miembros por el deseo de mantenerse durante la legislatura. Los propósitos -confesados o latentes- de los cabecillas de la sólida trama, son: a) apoyar sin reservas la independencia separatista de Cataluña y el País Vasco, favoreciendo la vocación republicana de sus hipotéticas mayorías y pasando por alto la corrupción pujolista, los delitos por sedición y desacato y la ruptura social y b) debilitar la Monarquía, poniendo el énfasis en las actuaciones oscuras del rey de antes, despreciando su mérito como baluarte de la actual democracia y ninguneando el papel mediador, como garante de la unidad del Estado, del rey de ahora, Felipe VI, al que vinculan a un régimen trasnochado, de origen fascista y espurio.

Hay movimientos interesantes, sin embargo. No me refiero a las inoportunas, perturbadoras y fuera de lugar de militares retirados que ofrecen sables y experiencias para sostener la monarquía y la Constitución. Las Constituciones pueden, y deben cambiarse, pero siempre democráticamente.

Las voces discrepantes, que llaman mi atención vienen desde las entrañas del PSOE. No provienen de sus ministros en el gobierno de coalición -desorientados, anodinos o enfrascados en sacar algo de lustre a sus carteras, obviando el abordaje de los parámetros fundamentales-. Han aparecido disidencias claras entre antiguos dirigentes -tan relevantes como Felipe González- y voces serenas de la Administración autonómica -tan significativas como presidentes regionales-, que permiten sospechar que se está fraguando una escisión. No se a dónde puede llegar, ni si será pronto.

Pero por ahí veo un camino excelente, viable, sereno, legítimo, para romper la uniformidad monótona de la actual legislatura. Si parte de los diputados del PSOE se deciden a abandonar la disciplina del partido y si constituyeran un grupo independiente, recuperando el socialismo constitucional y socialdemócrata, habría una luz en el panorama.

Lo que no tiene remedio inmediato, parece, es la reconstrucción del centro y, no digamos, la reconducción de las posiciones de derecha. Cuando oigo las tonterías dogmáticas, los desencuentros inconcebibles, las resistencias en trasnochados principios y nostalgias sin rumbo, de algunos de sus portavoces, tengo que cerrar mi atención y preguntarme: ¿dónde está el centro? ¿qué ha pasado con la socialdemocracia? ¿a dónde nos quieren conducir estos populistas con vocación revolucionaria de inspiración estalinista? ¿No se dan cuenta de que la Unión Europea ha pasado a vernos como una nación apestada, y hemos perdido nuestra credibilidad?

Demasiadas preguntas, supongo. Huevo o tortilla, pues.

Archivado en:Actualidad, Poesía, Política Etiquetado con:angel manuel arias, coalición, gobierno, poesía, política, PSOE

Contra la pared

28 noviembre, 2019 By amarias Dejar un comentario

Contra la pared nos ha puesto la situación política a los españoles de a pie -esos que no pinchamos ni cortamos, y solo somos espectadores de lo que acaba afectándonos hasta que ya no tiene remedio-.

Se puede interpretar que estamos contra la pared en varios sentidos. Una opción es vernos empujados por la fuerza de las circunstancias contra el paredón en el que nos van a dar para el pelo. No, no van a fusilarnos (estamos aún en una democracia), pero nos van a hacer daño. Porque las conversaciones entre la coalición de presunto futuro gobierno PSOE-Unidas Podemos y los independentistas catalanes y vascos no auguran nada bueno, tanto si consiguen los apoyos para que la candidatura de Pedro Sánchez salga adelante, como si no.

Ni los programas electorales (en lo poco que fueron explicitados), ni las promesas mitineras, ni los eslóganes que fueron difundidos en los falsos debates televisados, se han cumplido, por lo que puede decirse sin ambages que nos han mentido a los votantes, con la única intención de secuestrar nuestro voto para hacer con él lo que les viniera en gana.

Si los apoyos que necesita la coalición surgida por el abrazo del oso montano y la pantera rojiza no salen adelante, nos veremos en el camino de unas nuevas elecciones, que significarán más coste para el erario público, mas abstención y aún mayor desentendimiento respecto a la capacidad de la clase política para mirar más allá de sus sillones, dotados los asientos de honorarios y prebendas que para nosotros querríamos los atónitos observadores de su ineficacia.

Es lamentable que estos políticos que han hecho de su carrera nuestra penitencia, no comprendan unos pocos principios:

1) No gana nada el país con darle más cancha a los independentistas catalanes; son el reflejo característico de la derecha egoísta, insolidarios, bravucones y, como la Historia reciente demuestra, delincuentes profesionales.

2) Si queremos que en el país se genere empleo y riqueza, hay que tranquilizar al capital, ayudándoles, con un clima de estabilidad, a que inviertan en nuevos emprendimientos. Por supuesto, es necesario también que nuestro tejido empresarial e industrial se pueble con más profesionales, autónomos y rentistas dispuestos a invertir tiempos y dineros, pero la situación de España como país intermedio en el contexto de naciones, precisa de captar el apoyo de los grandes capitales. Y si lo asusta el presunto pre-Gobierno con soflamas y agresiones verbales, espantamos la gallina y nos quedaremos con los huevos podres. Distinto es afinar en la captación de impuestos, pero sin gritos ni insultos.

3) El Estado tiene que tener claras las formas de apoyar la generación de riqueza y empleo preferentes. Porque hay que conseguir mantener el nivel de bienestar y de seguridad social y ayudas asistenciales (sanidad y educación, fundamentalmente) y conseguirlo supone, sí, aumentar los ingresos, pero, como más urgente, controlar los gastos y la calidad de los servicios. Para ello, hace falta mucha competencia; ojo, no competencias. Competencia del personal y de los que gestionan.

Como español que tuve durante gran parte de mi vida la ilusión de creer que estábamos construyendo una España mejor, me siento ahora en la decepción de que, desde la política, unos cuantos individuos sin objetivo hacia lo común, sino empecinados en sus propias ambiciones, destruyen lo creado.

Ojalá que haya unas nuevas elecciones. Y ojalá que todos los que han surgido en estos últimos años para mostrarnos impúdicamente su incompetencia, se vayan a sus casas.

Y no, no necesito justificarme afirmando que, al poner de manifiesto tan elementales argumentos, no estoy apoyando a la derecha. En esa otra parte del espectro cuecen también habas de mal olor y triste fario.

Desde la posición de estar contra el paredón, me dirijo a los españoles que no tienen vocación de palmeros, que no militan en ningún partido, que no esperan ninguna canonjía ni puesto de recompensa. Animo a que nos defendamos. Con uñas, dientes, razones y trabajo. También con nuestro menosprecio, y saliendo a la calle para gritar muy alto: ¡Ya está bien, no juguéis más con nuestra buena voluntad!

 

Archivado en:Actualidad, Empresa, España, Política Etiquetado con:coalición, nuevas elecciones, PSOE, Sánchez, Unidas Podemos

Prendido con alfileres

21 julio, 2019 By amarias Dejar un comentario

Parece que, al fin, después de múltiples desencuentros, descalificaciones y hasta insultos -aunque esa calificación parece tener distinta acepción entre gentes de la política-, los equipos del PSOE y Podemos se han puesto de acuerdo en que los diputados de este segundo partido apoyen al candidato Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno de España.

El peaje: incorporar unos cuantos ministros podemitas -el número aún está por precisar, por será “proporcional” a los votos obtenidos- al gobierno de Sánchez, si consigue éste, finalmente, arrancar de los independentistas y anticonstitucionales de Ezquerra Republicana, la abstención o incluso el voto favorable que le de, en segunda votación, la mayoría suficiente.

Si esta situación se confirma, los que deseamos un gobierno estable, competente, serio, para nuestro país no estamos de enhorabuena. Cierto que la culpa de este despropósito gubernamental no es exclusiva de los partidos firmantes de la coalición gubernamental que se perfila, sino que han cumplido con su misión de desbarajuste todos los que se han presentado a las elecciones, independientemente de programas, ideologías o temperamentos de sus líderes.

Por supuesto, ninguna estabilidad cabe dar a un gobierno en el que se incrusten personalidades e intenciones que no resultan conciliables. Por mucha mano izquierda que pueda desplegar Sánchez, el lidiar con ministros que pertenecen a dos facciones tan diferentes (y que deben fidelidad a órganos de dirección incompatibles) devendrá imposible.

Solo un apunte: la sentencia del Tribunal Supremo sobre los separatistas, que, por supuesto, será dura con los sublevados contra el orden constitucional, abrirá no ya una brecha en el seno del Gobierno, sino que trasladará a la ciudadanía una tensión incontrolable, entre quienes aboguen por el acatamiento de la pena impuesta, manteniéndose al margen y quienes defiendan la amnistía. Con o sin consulta a las bases, que no deja de ser un timo sociológico asimilable al de la estampita.

Nuestro país no tiene arreglo, y ahora también sabemos, en esta generación que se ha mantenido pacífica y que se cree con fidelidad constitucional, que los españoles somos maestros en dilapidar oportunidades. Vamos, pues, camino de unas elecciones generales a corto plazo -con o sin acuerdo de coalición-, aunque lo que más me duele es que en ese sendero lleno de piedras hay desencuentros, tensiones, desgracias, que podrían haberse evitado. ¡Ay, si se pudiera volver atrás con la moviola!


Dos jilgueros (carduelis carduelis) en vuelo a contraluz, a la busca de otro matojo de cardencha o cardo, con el que saciar su hambre en una mañana de calor. Todos identificamos bien a los jilgueros adultos, con su antifaz de color rojo vivo, aunque he oído decir a algún falso entendido que los machos se diferencian de las hembras en que éstas no tienen el rostro rojo carmín ni la vistosidad de las plumas, en contraste de negros y amarillos, de los machos.

Pues esa afirmación es falsa: los dos sexos son prácticamente indistinguibles en la observación visual, y quienes carecen de la careta roja son los juveniles. Eso sí, los machos son quienes poseen un canto muy musical, con notas suipsit-suipist, entrelazadas con otros tonos y trinos alegres.

Archivado en:Actualidad Etiquetado con:acuerdo, alfileres, Ciudadanos, coalición, debate, gobierno, inestabilidad, investidura, jilguero, Partido Popular, riesgo, separatistas, tribunal supremo

Semana de crispación

15 abril, 2019 By amarias Dejar un comentario

Esta Semana Santa de 2019, antevíspera de las elecciones generales del 28 de abril, se presenta con la peculiar escenografía de la confrontación entre los espacios religiosos y los políticos.

Puesto a elucubrar sobre la forzada coincidencia, me pregunto si forma parte de la estrategia urdida por el equipo del presidente de Gobierno Sánchez, para contaminar el debate electoral con las procesiones de la Semana Santa, el vaivén turístico-vacacional de los presuntos votantes y, en suma, combinar en el cóctel de los sentimientos, la devoción de algunos a la rememoración de la Pasión del Cristo Redentor con el desencanto que produce el bajo nivel de nuestra clase política a la hora de encontrar soluciones a los males que nos afligen.

Por el lado del laicismo, hay motivos para encontrarnos inmersos en una sensación de desamparo, compatible con el recogimiento, la invitación a la meditación sobre la levedad de la vida humana y la invitación, bien aprovechada por todas las religiones (y glosada magníficamente por Karen Amstrong), para apuntar a un ser superior como elemento salvífico de nuestras debilidades y respuesta contundente a cualquier interrogante racional. Los candidatos que pretenden nuestro voto están más preocupados en salvar su pellejo frente a los otros adversarios que en decirnos a los que contemplamos sus peleas (con creciente escepticismo) que están pensado en los problemas que nos afectan, proponiendo soluciones factibles y no cantos de sirena y cuentos de la lechera.

Por el lado de la religión (incluida la parte de folklore que es consustancial al gran espectáculo de las procesiones), factor dominante en esta Semana preelectoral,  la Iglesia católica entra en campaña con sus postulados sobre la eutanasia, el derecho a nacer una vez concebido, la familia como elemento rector del buen orden ciudadano, la homosexualidad y otras supuestas desviaciones de la débil naturaleza, contaminado todo ello con la idea de un dios redentor y la necesidad de expiar por los pecados propios y, de paso, de toda la Humanidad.

No soy seguidor de mensajes desde el púlpito, pero no tengo duda de que el camino a la salvación de la fe cristiana pasa por votar las propuestas de los partidos de la derecha, con preferencia a cualquier desvío ideológico por los cerros de la izquierda, si es que aún el lector puede entenderse y entenderme al utilizar estos términos desorientadores.

En fin, la desafortunada desenvoltura con la que los líderes de los partidos políticos en liza electoralista se esfuerzan en desacreditar a trompazos a todos los demás, incluso a los que deberían formar parte de su tendencia ideológica, definiendo diferencias donde debería haber líneas programáticas, a base de descalificaciones personales y trazos gruesos de lenguaje populachero, hace daño a la democracia. Aumenta la crispación, crea más desencuentros.

Debería tener confianza en que los debates televisivos, en los que los candidatos se encuentran cara a casa con sus oponentes ante la audiencia y no frente a sus seguidores en mítines de campaña, servirá para aclarar las cosas.

Como perro viejo de estas y otras circunstancias, no tengo mucha esperanza en que se consiga ese efecto.  No me parece que el populismo de los profesores universitarios que, pertrechados tras sus plazas académicas de por vida, lanzando soflamas y promesas inviables, tenga otro valor que calentar los ánimos. Y menos tengo en que los defensores de bajar los impuestos y confiar la recuperación y el progreso al milagro de la eficiencia de los mercados, consigan poner freno al deterioro avistable de la pérdida de empleo masivo que provocará la generalización de las nuevas tecnologías en países, como el nuestro, que menosprecian la investigación y la enseñanza de calidad.

Entre tanto barullo, los detentadores de los grandes capitales -no me confundo, no son los Ortega, ni los Koplowitz, ni los Botín, …, no tienen nombre conocido y no residen en España-. son como las anguilas y se escapan ágilmente a otros ríos con mejores aguas si se les asusta lo más mínimo.

Tenemos serias dificultades para mantener el estado de bienestar -que es nuestro país alcanzó cotas excelentes, en realidad, impropias de nuestro Producto Interior Bruto- y aquí el debate no puede contentarse entre los partidarios de sostener lo actual y mejorarlo aún más. Hay que definir qué recursos necesitamos a la vista de la evolución de prestatarios y demandantes, y cómo se van a conseguir. A largo plazo. Y ello se relaciona con todo el sistema productivo, no con deseos ni promesas de adalides mitineros.

Se ha de reconocer que el Partido Socialista de Sánchez (lo que queda del viejo PSOE) ha demostrado imaginación para gobernar con ideas de poco calado pero gran efecto mediático, aunque percibo en el fondo una arriesgada propensión a la huída hacia adelante. Los números no salen, porque no se han hecho. No estamos necesitados de titulares, sino de letra pequeña.

He escrito ya muchas veces que a España le vendría bien una coalición de gobierno entre el PSOE y Ciudadanos. La forma en que se está llevando a cabo la campaña por ambos partidos es lamentable. Hay empujones obsesivos desde el socialismo de manual para agrupar a los simpatizantes de Ribera y Arrimadas (como cabezas más visibles) con la derecha retrógada, que son perfecta y erróneamente confirmados por el equipo de Ciudadanos, perdida la esencia del centro, con la insensata, e irreal, promesa de no apoyar un gobierno de Pedro Sánchez, por haberse aliado con los independentistas.

Muchos preferiríamos conocer qué va a hacer el Gobierno que salga de las urnas. No con quién se va a aliar para formar una coalición relativamente estable.  No es eso. Desearíamos saber cuáles son las medidas que son capaces de consensuar, a la vista de las posiciones de los restantes partidos, si, como es seguro, no van a conseguir la mayoría suficiente para gobernar en solitario.


Este ave, fotografiada lamentablemente con escasa definición (no preparé bien los parámetros del equipo de Canon con el que me dedico a captar imágenes de todo tipo de volanderos), es una canastera (glaveola pratincola). Parecida a la perdiz, por tamaño y algún comportamiento, se la distingue sin confusión, al menos en verano, por el pico rojo muy visible y el conspicuo dibujo cefálico, definible como una línea negra que va desde el ojo hasta la garganta.

Esta canastera se encontraba en Fuerteventura, a principios de abril de 2019, cerca de Morro Jable. Estaba ocupada cazando insectos del suelo, y tardó en advertir mi presencia. Cuando miré las fotos, mi decepción fue notable. Las retoqué como pude, sin mucho éxito.

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Sin método

14 junio, 2016 By amarias Dejar un comentario

Por las encuestas de opinión que se publican con frenética dedicación, mis conciudadanos siguen teniendo claro a quién votar el 26 de junio, en la repetición de las Elecciones Generales a que obligó no haberse conseguido acuerdo para elegir presidente de Gobierno.

Eliminada por confusión con Podemos, el vuelo distorsionador de abejorro ideológico que significaba Izquierda Unida, las cuatro opciones de que dispondrán, en esencia, los votantes, repartirán las preferencias de forma tan equilibrada que ninguna de ellas conseguirá la mayoría suficiente para gobernar en solitario…y puede que la única coalición que permitiría un gobierno estable obligaría a que dos opciones incompatibles – PP y Unidos Podemos- se pusieran de acuerdo contra natura.

El debate televisivo del 13 de junio de 2016, en el que los cuatro cabezas de lista han debatido en faena de aliño sobre cuestiones bastante marginales, no ha venido a aclarar en absoluto el panorama. Más grave aún que los programas de cada partido o coalición permanezcan desdibujados, es que si, después de las elecciones, los partidos alcanzan algún pacto de gobierno o de investidura, éste se hará a espaldas, es decir, sin previo conocimiento de la ciudadanía, porque todos  parecen esgrimir posturas inconciliables, salvo Ciudadanos respecto al PSOE (opción de coalición que, por estrategia que no entiendo muy bien, el PSOE no corresponde con la misma elegancia).

Y el tema es importante, porque, por falta de la necesaria concreción, las posiciones de fondo (en algún caso, intuidas) de las cuatro opciones no son tan diferentes. Asunto curioso, en realidad: al no profundizar en las soluciones, las ideologías alcanzan una dramática transversalidad, tienden a parecerse, y nos fijamos más en el talante y carácter mediático de los líderes, que en lo que nos dicen.

Empiezo por constatar la primera grave ausencia: ninguno de los partidos ha sido capaz de concretar cómo se va a conseguir, de verdad, y no por puro voluntarismo, la consolidación del estado de bienestar.

No es tarea sencilla y, en mi opinión ni siquiera lo veo posible sin un sólido esfuerzo conjunto y, si se me permite la expresión simple, sin que nuestros políticos, refrendados por el poder de las urnas, sean capaces de ponerse el mundo por montera, sacando pecho y argumentos sin que les tiemblen las pestañas. Porque la incorporación de las tecnologías de informática, robótica, comunicaciones, etc., seguirá provocando, en un país con nuestro déficit tecnológico, inmensas bolsas de paro estructural, que necesitarán de crecientes ayudas sociales, para sostener, hasta donde sea posible, el edificio ya muy dañado del estado de bienestar del que hemos venido disfrutando.

El Partido Popular trampea la solución indicando que, de seguirse con el ritmo del crecimiento del pib del último año, se generarán, en cuatro años, dos millones de puestos de trabajo. No indica, claro, qué tipo de ocupaciones y en qué sectores. La reiterada afirmación de que, si se generan estos trabajos, se recuperarán tanto las cuentas de la Seguridad Social como la bonanza económica, resulta ser un puro wishful thinking (pensar como querer), que, me temo, solo pretende adormecer los espíritus sin información de lo que se está cociendo en el mundo, al menos, hasta que la realidad los haga despertar de golpe contra la losa.

La coalición Unidos Podemos no se detiene tanto en la creación de empleo -que también le gusta-como en la mágica redistribución de la riqueza, aumentando la presión fiscal a las clases altas y medias y a las empresas, y, en lo referente a la dinámica económica, creando empleos en no se qué sectores, de donde surgirán consumidores nuevos, confiando en que se produzca algún milagro socioeconómico que no se ha conseguido explicar, o, en mi torpeza agnóstica, yo no alcanzo a detectar.

Así que, el impulso mágico al consumo provocado por nuevos millones de trabajadores, surgidos de la chistera de la reactivación de la economía interna, lo enmarco, por las mismas, en el mismo espacio celestial en el que sus seguidores encontrarán, a los devotos de la economía del mercado que hayan votado al PP.

Más me gusta, desde luego, porque al menos lo percibo como una trabada opción académica en la que adivino la mano docta de los asesores de Rivera (Ciudadanos), la opción de mejorar la educación en todos los niveles, tomando como modelo a seguir los países del norte de Europa. Acompañada de otras medidas de menor alcance, y, por supuesto, asumibles por cualquier política decente -más inspección fiscal, eliminar el despilfarro reduciendo gastos superfluos, implacabilidad con la corrupción. etc.-, la medida, con resultados a medio plazo -si se consiguiera alcanzar esa revolución académica, a la que tanta resistencia vaticino-, es imprescindible.  No hay nada -o muy poco- en el programa sobre la deseable reactivación económica, y no estaría de más, en un partido que quiere ser pragmático, advertir de la extrema dificultad en mantener y aún menos, revitalizar, en un país intermedio y descabezado como el nuestro, la economía productiva.

Y dejo para el final el PSOE, ese resto de la socialdemocracia que produce pesadumbre y lástima, mirado desde la perspectiva de los que le hemos visto tomar cuerpo y quemar sus alas como Icaro, en caída libre, a pesar de la parsimonia dialéctica de Pedro Sánchez. El argumento central de lo que queda ideológicamente de este partido es que ha llegado la hora de cambiar el rumbo del PP o, al menos, de retirar a Rajoy. Los argumentos son una mezcla de alegación al final de ciclo, incompetencia, mayores dosis de corrupción detectada y falsedad en los datos de la recuperación económica. Si no hay más que contar, apaga y vámonos.

En fin, me hubiera gustado que se nos diese a los españoles, por única vez, la opción de votar a dos partidos a la vez. Ya que los partidos no están dispuestos a pactar antes del día de las elecciones, al menos, que se nos dejare a la mayoría sufrida y silenciosa, la posibilidad de indicar qué dos partidos deseamos que nos gobiernen durante la próxima legislatura.

Que deberían ser aquellos que tengan más claro que les esperan, que nos esperan a todos, años extremadamente difíciles, en los que no valdrán cuentos ni buenos deseos. Necesitamos gentes excepcionalmente capaces, muy inteligentes, bien conectadas con el exterior -conocedores de, al menos, tres o cuatro idiomas extranjeros- y creíbles ante los agentes sociales del interior, honestas sin resquicios, versátiles, con capacidad para aguantar y juego de cintura para esquivar.

En figurado: piel de saurio, estómago de dromedario, instinto de elefante, corazón de perro siberiano,  manos de tigre, vista de águila y resistencia de caballo de carreras.

No veo estas cualidades en ninguno de los candidatos. Que se me perdone mi debilidad para no reconocer, en tiempos de crisis, oportunidad para las opciones ideológicas. Por eso, agradecería que se formara una coalición de gobierno cuanto más extensa, mejor. Así aprenderían los políticos, como hacemos, por la cuenta que nos tiene, los empresarios y los profesionales, a sacar el máximo partido de las capacidades disponibles.

 

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