Al socaire

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Quincuagésima primera Crónica desde el País de Gaigé

23 enero, 2023 By amarias 1 comentario

La cercanía a las elecciones regionales y municipales de mayo y, sobre todo, la incertidumbre respecto a su resultado, están promoviendo el adelanto de la  campaña por parte de los partidos con opciones a formar parte de los respectivos gobiernos de los más de 8.000 núcleos que dilucidarán sus preferencias para los próximos cuatro años en Gaigé, el País de los Despropósitos. La tensión pre-electoral es particularmente alta, por su relevancia, en las Comunidades Autónomas que renovarán cargos y en los grandes municipios.

Como no estamos ante un panorama bipolarizado, los líderes de los partidos que hace años representaban las mayorías de orientación conservadora o socialista, PP y PSOE, se enfrentan actualmente al problema importante de resolver, a priori, el dilema de las alianzas que formarán la coalición o determinarán los apoyos que les impulsarán hacia el gobierno. La situación está confusa, por motivos diferentes, a ambos lados del espectro ideológico, si se admite tal separación conceptual, hoy ampliamente superada.

En la izquierda, el liderazgo de Sánchez (Pedro) no es cuestionable. Tratado como mentiroso crónico por sus opositores, ha sabido poner en primera línea logros importantes de su gestión: incrementos del salario mínimo, aumento de las pensiones y del número de afiliados  la Seguridad Social y la práctica recuperación económica. El papel real de los apoyos conseguidos gracias a los fondos provenientes de la Unión Europea y del aumento del endeudamiento en relación con el PIB tiene puntos oscuros que nadie consigue dilucidar con credibilidad, dado lo opaco y contradictorio de las cifras que se manejan.

Unidas Podemos se rompe, falto de una voz única y un director carismático. Iglesias jr. (Pablo) ha perdido su perfil mediático y sus sucesoras en el atril rivalizan sin ingenio ni prudencia. Montero (Irene) desde su Ministerio de Igualdad, convertido en manantial de despropósitos, lanza leyes ideologizadas y torpemente estructuradas en lo jurídico y anatematiza a jueces, tirios y troyanos.

La sensata observación de Carmona (Manuela), advirtiendo que una ley errada debe retirarse o corregirse sin apuntar a sesgos ideológicos interpretativos de los que tienen que aplicarla, ha provocado varios exabruptos contra la ex juez, tildándola de haber traicionado a quienes la auparon a la alcaldía de Madrid. Echenique (Pablo), portavoz con claros hándicaps síquicos -un odio bolivariano contra cualquier argumento de contrario-, está anclado en el uso de un Ideario a modo de Catecismo, impropio de un país desarrollado y de una mente sensata.

Núñez Feijóo (Alberto) sube peldaño a peldaño su monte de Arafat, que a veces asemeja más ser su Gólgota o Calvario. Le ridiculizan por no hablar  inglés y referirse a Manuela como Carmela. Seguro que habla bien francés y sabe quién es Blas de Otero, si es que eso importa. Aunque su problema ante el propósito de ser el próximo Presidente del gobierno de Gaigé lo tiene con la formación con la que comparte muchos aspectos de doctrina: Vox, h cuyo líder Abascal (Santiago) carece de los mismos frenos dialécticos. Imagino que la incorporación al frente de Alvarez de Toledo (Cayetana) para reforzar la línea de retaguardia en la que ya pelean Ayuso (Isabel), Gamarra (Cuca) o González-Pons (Esteban) dará más enjundia a los mítines.

Varios miles de defensores del constitucionalismo (interpretados por el actual Gobierno de Gaigé como desleal oposición) acudieron a la plaza de Cibeles y alrededores para pedir la dimisión de Sánchez por no respetar la Norma suprema votada en el 78 y pactar con republicanos e independentistas. Hubo muchas banderas españolas y buen rollito, con un comportamiento colectivo sensato.  Alguien vio banderas con el águila imperial. La guerra de cifras respecto a los asistentes no llegó a llenar de sangre el rio, pero hay quien dice que fueron casi un millón y otros que solo treinta mil. Muchos, desde luego. Feijóo faltó, sin que su explicación apareciera como convincente. Estaban los que quiere que le voten, ¿no?

Pocos ministros del gobierno de Gaigé aguantan el desgaste, salvándose del contagio de la falta de aptitud y las torpes actitudes de las ministras comunistas-podemitas. Sobresale Ribera (Teresa), que puede apuntarse el mérito de haber conseguido frenar los precios de la energía y lanzar el proyecto del hidrogeno ducto que, ahora se sabe, llegará a Alemania. Lo anunciaron así Macron (Enmanuel) y Scholz (Olaf), en una declaración conjunta que tuvo lugar inmediatamente después que la reunión entre Sánchez y Macron en Barcelona, en la que se firmaron otros acuerdos, pero se silenció éste.

Por cierto, en Barcelona, Aragonés (Pere) se escabulló para no estar presente junto a los presidentes Sánchez y Macron cuando se interpretaban los himnos nacionales. Cada día que pasa, se le ve de menor tamaño político y, los que conocen bien lo que pasa en Cataluña, opinan que su liderazgo se tambalea a la par que la economía del pequeño no-nato país.

El fantasma de Pegassus sigue revoloteando por los cielos de Gaigé y Marruecos. Los diputados socialistas en la Cámara Europea no votaron a favor de censurar, por su falta de democracia, el régimen de Mohamed VI. Los populares se ausentaron del lugar. Gaigé, siempre  Gaigé.

Zelenski (Volodomir) exige tanques (léase carros de combate) a sus apoyos europeos y advierte que las palabras de ánimo, por sí solas, no le servirán para ganar la guerra. Es  más, si el apoyo de los Leopard europeos y sus superiores tecnologicos norteamericanos se garantizara ya, el invierno servirá para derrotar a Putin (Vladimir) antes que consiga recomponer su ejército.

Borrel (Josep), al tiempo que se felicita por la autonomía energética conseguida por la UE frente a Rusia -supongo posee información privilegiada- exhibe fortaleza.

En USA, la afición de sus Presidentes por llevarse a  casa papeles confidenciales, para leerlos con calma en el retrete y preparar sus memorias, compromete la reelección de Biden (Joe) y presagia un encuentro en los tribunales con Trump (Donald) para convencer al electorado del contrario sobre quién las cuenta más gordas.

 

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Trigésima Cuarta Crónica desde el País de Gaigé

4 octubre, 2022 By amarias Deja un comentario

Entramos en octubre con el nivel de incertidumbre en aumento. La declaración unilateral de la adhesión a Rusia de las regiones arrebatadas a Ucrania como consecuencia de la invasión de febrero, celebrada por el Kremlin a bombo y platillo, ha generado aún mayor tensión internacional.

Putin (Vladimir), con su intención aparentemente robustecida con el apoyo de la Asamblea Geberal, refuerza el argumento de que, al ser parte del territorio ruso, cualquier ataque a las provincias del Donetz, Lugansk, Jersonv o Zaporiyia será replicado con máxima dureza, poniendo sobre el tapete la posibilidad directa de uso del arsenal nuclear contra quienes apoyen al gobierno de Ucrania.

Agrupados en torno al paraguas de Estados Unidos, los miembros de la OTAN, repiten con emoción el mantra de que, si Rusia atacara territorio aliado, obtendría “una respuesta inmediata”. La escalada de posiciones desde el pasado febrero, momento en que los frágiles acuerdos de Minsk (la población eslovena donde se firmaron en 2015) saltaron definitivamente por los aires, ha alcanzado un punto que podría temerse de no retorno.

Zelensky (Volodomir) y su gobierno, enaltecido por un sentimiento patriótico ucranio que se consolida con las victorias conseguidas frente al gigante ruso, gracias al apoyo aliado, no están dispuestos a ninguna negociación. El panorama, ausente o incompetente hasta el momento la vía diplomática, es muy sombrío. Rusia sigue jugando su partida de póker, si bien ahora aparece perfectamente definida su intención: ofrecer el armisticio a cambio del reconocimiento internacional de que las regiones ocupadas son parte del territorio ruso. Es posible que, a cambio, la Ucrania reducida se avenga a admitir ese recorte territorial a cambio de su incorporación a la Unión Europea y a la OTAN.

¿Es importante la valoración de esta situación desde Gaigé?. Sin duda. Desde la invasión, los argumentos empleados desde el Gobierno para justificar las dificultades en superar la crisis anterior, gravitaron en torno a “la guerra de Ucrania”. Primero fue el precio del gas (arrastrando rápidamente al conjunto de los recursos energéticos) y, muy pronto, la escalada de costes de materias primas abarcó todos los sectores y afectó a todos los usuarios.

Tiene Gaigé un menor capacidad de recuperación autónoma que los grandes países de la Unión Europea. Francia, cuyas empresas multinacionales tienen asentados firmes tentáculos en nuestro país (dominando tradicionalmente el sector de distribución alimentaria, servicios y muchas líneas de producción industrial), ha puesto casi siempre con gusto palos en las ruedas del crecimiento de Gaigé.

Es Alemania, a la que se vuelven siempre los ojos y las intenciones entre sumisas e imitadoras de los agentes económicos y políticos de Gaigé, la que debía actuar de locomotora de cabeza. Pero la crisis energética, la terrible dependencia del gas ruso y la dificultad de encontrar fuentes alternativas (aunque mucho más caras), está pasando una tremenda factura al gobierno alemán.

El viernes, 30 de septiembre, los ministros de Energía de la Unión firmaron un acuerdo por el que se comprometen a reducir voluntariamente el consumo eléctrico y a reducir los beneficios extraordinarios de las empresas que producen energías inframarginales. La decisión se aleja de la propuesta que venía defendiendo la batalladora -y escasamente empática- vicepresidenta Ribera (Teresa), pero supone admitir la necesidad de un Mecanismo que imponga provisionalmente topes a los precios de los recursos energéticos y obligue a las empresas que se están beneficiando del modelo de cálculo de precios finales a que sean solidarias con el sistema. La energía es determinante de la tercera parte de la subida de precios, con una inflación que alcanza el 10% en el conjunto de la eurozona.

La situación económica será mala y la política, aún peor, aunque en los mentideros de Gaigé se ha hablado esta semana, sobre todo, de los cuernos de un tal Onieva (Iñigo) ha puesto, en vísperas de su anunciada boda, a la consolidada reina del folletín, marquesa de Griñón, Falcó (Tamara), sucesora sin reparos en el corazón de la farándula de alto nivel mediático en la que tuvo su trono su madre, Preysler (Isabel), hoy felizmente casada con el genio de la literatura periodística Vargas Llosa (Mario). Esta revelación ha servido para poner de manifiesto, según una encuesta de Sigma Dos para el diario El Mundo, que los votantes de Unidas Podemos y Vox son los más infieles y los encandilados con el socialismo, los más engañados.

Se consolida la pareja formada por Díaz (Yolanda) y Sánchez (Pedro), para tratar de enderezar el rumbo del maltrecho gobierno de coalición. Loss vaporosos vestidos -con tendencia al blanco- de la otrora dirigente comunista, hoy vicepresidenta del Gobierno de Gaigé, hacen magnífico juego visual con la estupenda fachenda del presidente, aún bajo la cuarentena de un contagio por la Covid que trajo de un viaje a Estados Unidos.

La falta de entendimiento entre los dos partidos mayoritarios para la renovación de la cúpula judicial ha sido el elemento causante de la estrafalaria intervención del comisario de Justicia de la Unión, Reynders (Didier), que ha disfrutado de un viaje pagado por los estamentos de Gaigé para tratar de entender cuáles son los entresijos del persistente desacuerdo que impide que los jueces que han superado con creces el mandato legal sean sustituidos por sangre judicial fresca. Sus recomendaciones finales han sido acogidas con respetuoso escepticismo.

El público llano, siempre atento a captar señales de manera intuitiva, sigue preguntándose por qué ha de ser tan importante la vinculación ideológica de los magistrados para administrar justicia, incluso y particularmente en el Tribunal Constitucional. Si los estamentos judiciales están politizados (y lo son de forma evidente), la hipotética independencia de es tercer poder, se confirmaría como vinculada al Parlamento y a sus ideologías mayoritarias.

En La Toja se celebró un encuentro con confuso significado político, en el que participaron Núñez Feijóo (Alberto), de forma presencial y Sánchez (Pedro) por vía telemática. Entre los asistentes, se pudo ver a González (Felipe). Como en este tipo de actividades no se va a aprender ni a hacer doctrina, sino a mostrar afectos, adhesiones y distancias, la interpretación del evento resulta tan sencilla como improductiva: las espadas están en alto y los ánimos, expectantes y tensos.

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Décimo novena Crónica desde el País de Gaigé

12 junio, 2022 By amarias Deja un comentario

La semana en Gaigé estuvo especialmente señalada por la crisis con el Magreb, que ha venido a poner de manifiesto que la política exterior del país descansa sobre frágiles y en parte, misteriosos, pilares.

Ni con Latinoamérica, zona de influencia tradicional abandonada ahora en manos de los viajes protocolarios de Felipe VI, acompañado del ministro sin cartera Iceta (Miguel), ni con Marruecos y Argelia, con los que nos unía una relación fraternal basada en nuestra tolerancia a los desequilibrios hormonales de sus dirigentes, ni con los países árabes, con los que la influencia del rey de antes había llevado a obtener (ignoro si mediando comisiones, aunque las presumo) pingües beneficios a nuestras empresas constructoras. Es Gaigé, eso sí, un país de la Unión Europea, con la misma capacidad de influencia que la mayoría de los Estados que la componen (Malta, Croacia, Bulgaria, Eslovenia, Lituania, Rumania, etc.)

El último juego de acción-reacción con el Magreb parece remontarse al momento en que Gaigé, acoge al líder del Frente Polisario, Gali (Brahim), prófugo de la Justicia por un presunto delito de violación, para tratarle secretamente en Valladolid de una infección vírica, nunca probada. Descubierta la torpe componenda, el poderoso vecino marroquí rompe relaciones con Gaigé y ordena a su embajadora que se vuelva para Rabat, pues infiere que Argelia está detrás de esa actuación con ribetes de medicina humanitaria.

Sucede que las relaciones de Gaigé con sus principales vecinos del sur, Argelia y Marruecos, están sometidas al principio del equilibrio inestable. Ambos países hermanos se odian oficialmente y Gaigé, dada su posición paternal, debe cuidarse de no parecer que tiene más afecto por uno u otro. En caso de que se descubriera, por cualquiera de los dos Estados -ejemplo resistente de las dictaduras del medioevo: uno, con una monarquía de base teocrática y el otro, víctima permanente de un directorio militar que niega libertades elementales- un mínimo desvío de amor hacia el vecino, el otro se cabreará oficialmente y sus infantiles berreas tendrán eco inmediato en la política interior de Gaigé y podrán afectar también a los intercambios económicos, con daños colaterales difíciles de evaluar.

El cúmulo de despropósitos que lleva a una cadena de acción-reacción resulta ininteligible. Argelia se niega a seguir enviando por un tubo que atraviesa Marruecos el precioso bien llamado gas natural que es garantía clave de nuestra independencia energética del conflicto ruso-ucraniano, aunque conviene seguir fiel a sus compromisos comerciales, bombeando más cantidad por otro tubo que obvia el terreno marroquí. Los ministros Albares y Ribera, desplazados de urgencia a Argel, comunican su satisfacción porque “Argelia es un país fiable”.

Pero resulta que alguien desde el Gobierno de Gaigé escribe una carta con faltas de ortografía y estructura gramatical, que es aireada por Marruecos inoportunamente y en la que resulta expresa la voluntad de Sánchez (Pedro) de apoyar a Mohamed VI y sus adoradores en la absorción del Sáhara occidental antigua colonia española y, puestos a hilar fino, a comprender sus ilegítimas aspiraciones sobre Perejil, Ceuta, Melilla y algún otro peñón disperso por el mar de Alborán. La escenificación apresurada de esta vuelta al perfecto amor paterno-filial con Marruecos, levanta algunas ampollas por parte de los exégetas de las líneas sutiles del escarnio: la bandera de Gaigé pende al revés, en signo de sometimiento, entre las alauitas.

Seguramente no tiene nada que ver, pero encaja en el relato, que los teléfonos móviles de Sánchez (Pedro) y Robles (Margarita), ministra ésta de la Defensa de Gaigé fueron infectados por el programa Pegassus, presuntamente en un ataque auspiciado desde Marruecos, adquiriendo acceso a información sensible (¿fotos íntimas? ¿información sobre relaciones comerciales de alto voltaje e ilegales de la esposa de Sánchez?…infundios muy del gusto de la oposición en Gaigé y, sobre todo, de la generalidad de los mentideros gaigesenses, proclives a la difamación y al cotilleo).

Argelia, feudo del poderoso Tebboune (Abdelmadjid) monta en cólera ante esa manifestación amorosa y anuncia la suspensión de relaciones con Gaigé. Gran conmoción; riesgo para el gas, temor de los exportadores a perder sus envíos, protestas apelando al derecho internacional y a la obligación de cumplir acuerdos por parte del fiable país magrebí. La reacción del ministro Albares (José Manuel) -a menudo, poseedor de un petulante tono algo molesto que comparte con la ministra Ribera (Teresa)- dejó claro a quién acudir cuando la tensión con los Estados del vecino norte africano se hace insoportable: a la Unión Europea que, en una reacción fulgurante, se ha puesto del lado de Gaigé. Dicen las crónicas que “Argelia se vio obligada a recular”, aunque como ese término carece de interpretación en el lenguaje diplomático, habrá que esperar al desarrollo de los acontecimientos.

En otro orden de cosas, más serio, Andalucía avanza en el proceso electoral que le llevará, el 19 de junio, a elegir nuevo Presidente de la Autonomía. Parece muy claro que ganará Moreno (Juanma) del Partido Popular, actual ocupante del puesto, ya que el candidato del PSOE (Espadas, Juan) no alcanzará, ni de lejos, diputados suficientes para optar a la Presidencia, máxime debido a la debilidad y dispersión del voto de izquierdas.

En el debate televisivo en el que los seis candidatos principales expusieron sus razones (algunas viscerales) se distinguió, de lejos, por su beligerancia a veces muy incómoda, la optante por la facción de Vox, Olona (Macarena), abogada de Estado, dotada de una lengua astifina. Como este cronista es un sentimental, me sigue gustando la opción de Ciudadanos defendida por el sanluqueño Marín (Juan Antonio ), a quien su biografía define como técnico en voleiból y comerciante de joyería. Vale.

Es relevante en este intento sesgado de reflejar semanalmante el panorama político y económico del Pais de los Despropósitos, recoger que ha tenido lugar el primer encuentro directo entre Núñez Feijóo (Alberto) y Sánchez (Pedro). Fue en el Senado, el pasado 6 de junio, cuando se produjo el primer rifirrafe dialéctico entre ambas personalidades, que no el contraste de programas.

Lo que perdurará es la salida de pie de banco del presidente de Gaigé cuando resumió la opinión de Gobierno sobre el Partido Popular: “ustedes no hacen más que estorbar, estorbar, estorbar”. El tono suave de Feijóo, propenso a la hablar desde la calma, no provocó emoción, aunque queda tiempo por delante para afinar los disparos sobre el puente de mando de un gobierno de coalición que se desmorona solo sin necesidad de apelar a enemigos ni críticas externas.

La vicepresidenta Díaz (Yolanda), la modelo extravagante del gobierno, paisana del nuevo presidente popular, se propone recorrer Gaigé para escuchar al pueblo y así afilar su programa de izquierdas razonables. Sugiero que en ese viaje iniciático deje que le acompañe Núñez Feijóo, y así se ayuden recíprocamente a desprenderse del pelo de la dehesa simbólica, para enmendarse con el Gaigé real, pobre, desanimado, sumido en la inflación galopante y ayuno de ideas

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Desgobierno institucional o pasión por las crisis

1 junio, 2022 By amarias Deja un comentario

No tiene gracia. Las disensiones en el seno del gobierno multicéfalo que construyó Sánchez (Pedro) a la medida urgente creado para destronar -dicen que con la actividad muñidora conjunta de Abalos y Redondo- a un presidente cansado pero competente (Rajoy, Mariano: los hechos posteriores dixint) son clamorosas.

Se pretende incluso justificar las notables discrepancias en las apariciones públicas entre los portavoces de las facciones en que se va descomponiendo lo que ya cabe calificar como desgobierno, sobre temas que han sido debatidos en el seno del Consejo de Ministro. Se argumenta por los díscolos que “la ley no obliga a que los ministros estén de acuerdo con la decisiones de Gobierno” (declaraciones públicas de varios ministros podemitas).

Una vez nombrados, y al conocer sus declaraciones ante los media y la esencia de sus actuaciones cara a la realidad, resultó inquietante apreciar lo poco que conocían ciertos Ministros sobre sus campos de competencia y nos llevó a preguntarnos porqué no se dejaban asesorar (o, también, por quiénes se hacían asesorar); el mal parece contagioso, pues otros miembros del Ejecutivo, tenidos por competentes, languidecen en sus puestos, convertidos en irrelevantes o desvarían sorprendentemente contradiciendo actuaciones y opiniones anteriores (cito sin ánimo de ser exhaustivo: Robles,  Ribera, Albares, Iceta, Calviño…y me sobra la supersexposición de Rodríguez García, Marlaska,…Super Yoyo Díaz)

Perdón: la Ley del Gobierno 50/1997, revisada y actualizada en 2015, define inequívocamente las funciones de un “órgano colegiado” y, como tal, en su seno se puede discutir lo que se quiera, y discrepar, pero el cumplimiento de las decisiones que se adopten obligan a todos sus miembros, que están, además, obligados a guardar el secreto del debate interno para la concreción del acuerdo.

Que los Ministros no conozcan sobre los asuntos de su competencia e improvisen sus resoluciones confundiéndolas con su “derecho a opinar “genera una gran confusión pública. Que ignoren sus obligaciones legales y aireen sus discrepancias convirtiendo en campaña electoralista la gestión del lo público, es kafkiano,-o dadaísta, como oí decir a un tertuliano-.

(Nota: Imagino que algunos de mis comentarios pueden parecer a quienes no me conocen, propios de alguien que se complace en criticar al Gobierno. Tal vez por eso, por pudor y por no enseñar la patita ideológica, pocos son los que, habiéndome leído, se atreven a compartir mis reflexiones. No pretendo publicidad alguna. Soy mayor, tengo mi vida resuelta (y para más inri, ando mal de salud). Soy independiente, lo fui toda mi vida y escribo porque me gusta. Si alguien se siente identificado o le proporciono algún elemento para pasar un rato divertido o llenar una curiosidad, le estoy agradecido, aunque no me haga llegar el menor reconocimiento.)

Este 1 de junio, en el que se cuentan ya 4 años desde que se puso punto final al Gobierno de Rajoy, han pasado muchas cosas: la crisis sanitaria, la crisis económica, la crisis energética y, ahora, la guerra en Ucrania que es una guerra en Europa. Este ejecutivo tuvo que lidiar con graves problemas y sobrevive. Herido (quizá de muerte), pero vivo. El país está inmerso en una situación financiera muy delicada, preludio de dificultades muy serias para enderezar el timón económico, falto de impulso.

La desunión en la política (no solo dentro del Gobierno) alimenta también el descrédito internacional y la crispación nacional. La grieta catalana no se cierra se emponzoña y hiede. El asedio casi continuo al Jefe de Estado -que, sin apoyo del Ejecutivo, trata de construir una agenda interna de simpatías, empezando por lo sencillo-, la falta de control del Presidente de Gobierno sobre la mitad de sus ministros; una oposición que está en la construcción de una identidad creíble como alternativa de Gobierno, …

España tiene pasión por las crisis. Sobrevivimos, pero no sabemos cómo salir bien de ellas. Es parte de nuestra identidad colectiva, ir dejando plumas en cada batalla, perdiendo mucha energía en cada envite. Lástima. porque así no hacemos más fuerte España y la competencia es feroz.

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Las características singulares del centro político

23 septiembre, 2021 By amarias Deja un comentario

La debacle de Ciudadanos, la formación política nacida con vocación de centro entre socialistas y conservadores y, sobre todo, como cortafuegos a las pretensiones nacionalistas, republicanas e independentistas, ha dejado huérfanos a los que están convencidos que un partido charnela, incrustado ideológicamente entre izquierda y derecha.

Siguen haciéndose análisis -en tribunas de especialistas en el análisis político y en círculos de café y pastas entre amigos- sobre las razones de esa caída desde las alturas del Ícaro más notable de la policromía de opciones que se ofrecen a los votantes, en un país que vota liderazgos y no programas. Mi opinión, sin más valor que el hacerla explícita, es que Albert Ribera hundió la nave con él de capitán general.

El punto de arranque fue el debate televisivo de cierre de campaña en el que un acalorado Rivera Díaz presentó la tesis del que creía principal oponente -Pedro Sánchez-, invitándole a que “la leyera”, para que se enterara de lo que otros habían escrito por él.  Se hizo imposible el acuerdo de coalición o apoyo entre dos gallos de pelea en la quintana y, mucho mejor arropado y más hábil con la máquina de pactar, Sánchez alcanzó la presidencia pactando con el diablo. Después del abandono de Ribera para dedicarse a “la empresa privada”, ni Inés Arrimadas, ni Edmundo Bal, haciendo esfuerzos para tapar los agujeros con frases del viejo catecismo salvado del cuaderno de bitácora, ni el clamor de cuantos se tiraron al agua dando gritos para alejarse del barco con tantos boquetes, consiguieron otra cosa que certificar la defunción de aquel proyecto de centro, hoy agarrado a unas tablas y a la deriva.

Entre el PSOE y el Partido Popular hay actualmente un vacío estratégico en el marco político, que no me atrevo a decir cuán grande es, aunque sí que no lo va a llenar el moribundo Ciudadanos con sus animosos actuales monitores. Y, a pesar de todo, tanto uno como otro de ambos partidos mayoritarios necesitan una formación de centro suficientemente robusta para que funcione como eficaz punto de encuentro, si llega el caso. Por la izquierda, Podemos ha demostrado ser otra cara del independentismo o la izquierda radical, según le vaya en sus conveniencias, y se convierte, a ratos, en un incómodo compañero de viaje en la coalición de gobierno con el PSOE, apoyando posiciones extremas a su izquierda que, aunque parezcan contenidas por el tejemaneje del “te oigo pero no te escucho”, “te doy la razón aunque te ignoro”, no auguran ni estabilidad ni bien futuro.

Por la derecha más extrema. el partido de Abascal  hace el juego a los enconados ultras que dan a su formación un cariz inaceptable, xenófobo, irreal, insolidario, entre banderas nazis, enfrentamientos callejeros con la izquierda irredenta, insultando y vejando homosexuales y a pertenecientes declarados a colectivos LGTBI, etc. Aunque desde la cúpula de Vox, se niegue a menudo apoyo y filiación a los protagonistas de los mayores desmanes, a pocos engaña que se les hace el caldo gordo desde una formación que vende al mismo tiempo estampas de Franco, himnos patrióticos y pone zancadillas a “la derechita cobarde”.

Tampoco sirve engaño a la moderación y buen pulso para mejorar el país, que esgrime como marca de identidad el partido principal que gobierna en coalición con la facción socialista, cuando se complace en agudizar la bicefalia, con críticas a otros ministros, y se mete en fregados de incompetencia, desgaste o inconsecuencia, ya sean abrazos con ministros venezolanos del equipo de Maduro señalados por la Corte Penal Internacional, acogida misteriosa, mal analizada y peor explicada de Ghali,  líder del Frente Polisario (opción del pueblo saharaui para mantener el pulso por su independencia que España no sabe oficialmente cómo abordar), para su tratamiento en fase terminal aunque con causas abiertas en la Audiencia Nacional, …, subidas mínimas del salario mínimo esgrimidas por la líder de la otra cabeza de la bicefalia como una victoria sobre el empresariado, etc.

Y aunque Podemos ha avanzado algo, en la búsqueda de la supervivencia propia, hacia la moderación (que es su desdibujado), no es el mejor apoyo que puede pretender el PSOE para gobernar con tranquilidad. Esa formación política está, ella misma, a la búsqueda de una identidad, con su liderazgo en cuestión y su ideología y práctica en revisión permanente, entre el exabrupto incontrolable de los terroristas urbanos y los politicastros que buscan alguna idea entre los adoquines y el “buen rollito” de profesores universitarios y funcionarios con la vida resuelta a salvo de mayores pretensiones.

Se buscan líderes para una formación de centro que de aire a la izquierda y a la derecha. Ofreciendo coherencia liberal, guiño socialdemócrata sin sonrojos, apoyos a las posiciones realistas de avance en la mejora del bienestar social, la educación, el desarrollo tecnológico y empresarial.

Se necesita esa opción de tranquilidad y pragmatismo para pulir las tendencias a la ruptura de la baraja en el nuevo gobierno que surja de las próximas elecciones. Para que el PSOE no tenga que acudir a la insolidaridad independentista ni a la izquierda sin escrúpulos para gobernar, ni el Partido Popular deba abrazar la pegajosa capa de negra brea de Vox para acceder a la Moncloa.

Y, sobre todo, para que se deje de atender a los dedos que señalan y empecemos de mirar a la luna o las estrellas.

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Zafiedades

15 agosto, 2021 By amarias Deja un comentario

Mónica García, concejal por Más Madrid en la Comunidad de Madrid, que se define como científica -supongo que por ser médico y madre- y se califica de “empática, honesta y comprometida”, está convencida de que a la presidenta regional, Isabel Díaz-Ayuso “no le interesa gobernar más allá de utilizar la gobernanza para sus intereses particulares”, demostrando “cinismo e hipocresía”, al descomponer desde dentro “un cargo público, como está haciendo el  Partido Popular en la Comunidad de Madrid”(El Mundo, 14 de agosto de 2021).

Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a vueltas con la papeleta de hacernos digerir la drástica subida del precio del Megawatio-hora, acusó a sus colegas de Gobierno de Unidas Podemos de “hacer demagogia barata” al pretender que la factura de la luz pueda solucionarse mediante un Real Decreto. No debe ser fácil desprenderse de la tentación de hacer demagogia con los mimbres al alcance, pues Teresa Ribera, después de calificar de escandalosa la actuación de Iberdrola al bajar los caudales de los embalses de Ricobayo y Valdecañas “lo que es legítimo, pero no razonable”.

Ione Belarra, Ministra de Derechos Sociales, acusa al ministro de Interior, Grande-Marlaska, de incumplir la legalidad, al ordenar la devolución de los menores marroquíes que llegaron el pasado 17 de mayo a España, alentados por el gobierno de Marruecos, por no contar con el preceptivo informe de los servicios de protección de menores y del Ministerio Fiscal. (la fotografía de Bernat Armange testimoniando que los menores se ven obligados a descansar en estanterías de una nave industrial es impresionante).

Dentro de la operación de caza y captura, para destruirlo y dejarlo como un erial, una de las piezas más cotizadas es el Rey de antes, Juan Carlos, al que algunos -incluido el presidente de Cantabria, Miguel Angel Revilla- “quieren ver en la cárcel por ladrón”. Me pregunto hasta donde se podrá estirar la cuerda de la Monarquía Constitucional sin que rompa y nos deje con el culo al aire de nuestra indefinición de lo que queremos ser de una vez. En mi opinión, Don Juan Carlos debe retornar a España y abandonar esa posición de supuesto apestado que no se compagina ni con las actuaciones investigadas por la Fiscalía, ni con el reconocimiento a la actuación del Monarca como garante de la democracia ni con el servicio prestado como amigo de los monarcas saudíes para conseguir pingües contratos para empresas españolas que (a la vista está) muy difícil lo tienen por la vía de las visitas de cortesía de ministros y capitanes de las constructoras que cotizan en el IBEX.

Alberto Garzón, ministro de la cartera de Consumo, especializado en traducir en declaraciones de su ministerio las afirmaciones gratuitas y consejos para ingenuos de algunos libros de matiz ecologista, ha afirmado que para producir 1 kilo de carne se necesitan 15.000 litros de agua. Parecería que incita  que, definitivamente, nos desprendamos de nuestra cabaña ganadera y nos hagamos veganos, pero por su comportamiento personal deduzco que no está por l labor de aplicar sus principios ecologistas a su vida particular.

No quiero ignorar que desde las filas de la derecha también se producen ataques verbales contra las actuaciones del Gobierno de Pedro Sánchez o pretendiendo descalificar a portavoces, concejales o diputados de las filas socialistas y comunistas. Que no se me juzgue como tendencioso, porque, vive Dios, que me da la mismo que gobiernen unos u otros con tal de que lo hagan bien, pero tengo observado que las frases que la izquierda dedica a quienes están en puestos de gobierno como representantes de la otra facción, son mucho más virulentas, injustas y zafias.

La descalificación sistemática de cuanto hace la presidenta de la Comunidad madrileña por parte de la oposición es ya paradigmática. Se la critica más que al alcalde de Madrid, Almeida, quizá porque se teme más su capacidad de respuesta ágil y seria, sin las concesiones populacheras de las que no consigue liberarse Ayuso.

La ausencia de respeto, elegancia, rigor, empatía y verdad que debiera regir las actuaciones de cuantos tienen responsabilidades públicas y facultades de representación, trasciendo de la política y alcanza, incluso, a la otrora prestigiosa Universidad. El rector de la Universidad de Barcelona, Joan Guàrdia se resiste a amparar públicamente al profesor Ricardo García Manrique, que fue atacado (por fortuna, solo verbalmente) en el Claustro al grito de “fascista y colono”. Los hijos de miembros de la Guardia Civil y de la Policía Nacional  destinados en Cataluña (y otras Comunidades que desprecian usar el español como lengua vehicular) sufren desprecios y vejaciones, según ha sido reiteradamente denunciado, por sus problemas lingüísticos y su marginación como “españoles”.

 

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Elogio y servidumbre del centro

4 enero, 2021 By amarias Deja un comentario

El año que se nos ha ido (2020) nos ha dejado varias preocupaciones de entidad, que corresponderá resolver lo antes posible, para evitar que los daños sean tan profundos que haga irrecuperable, no ya la situación de partida, sino un nivel de satisfacción social y económico que no signifique la ruptura del modelo.

Por supuesto, la superación de la pandemia es la urgencia más acuciante. Hasta la aplicación masiva de las vacunas contra el virus invasor y alcanzar ese deseado “nivel de protección de rebaño”, no llegará a los mercados la tranquilidad suficiente para garantizar la recuperación.

Con un panorama tan grave, la economía no es actualmente el motivo principal de preocupación. A nivel tanto individual como colectivo (a salvo de algunos descerebrados) el temor a sufrir el ataque de la Covid y resultar gravemente afectado, cuando no pasar a engrosar el número de fallecidos gravita como un fantasma y cuestiona el alcance y calidad de la asistencia sanitaria, la capacidad organizativa de la administración para garantizarla y, en fin, el eficaz comportamiento protector frente a esa amenaza.

La multiplicidad de posturas de los gobiernos central y regional para defenderse de la pandemia, tratar reducir el número de contagios y, en lo posible, evitar el colapso de la economía, ha abierto debates, sobre lo que de hizo  bien, mejor, o muy mal. Los gansos de cada Capitolio, alzando su griterío,  siguiendo las directrices marcadas por el pesebre, han alabado unos gobiernos, denigrado otros y, en fin, contribuido a generar intoxicación sobre el ciudadano medio.

A salvo de aquellos cuya convicción ideológica sea tan fuerte que les impida valorar la realidad y analizar la calidad y eficacia de las alternativas, parece razonable concluir que carecemos, a estas alturas de la crisis pandémica, de un procedimiento realmente efectivo para garantizar con total seguridad que el virus no nos ataque individualmente. Y la incertidumbre se mantiene cuando todo parece anunciar que nos encontramos ante una tercera ola de la pandemia, de programación más veloz y capacidad de contagio mucho más agresiva.

No creo que nadie ponga en duda la poca información fidedigna sobre la forma de protegerse individualmente contra el virus. Me permito hacer unas pocas preguntas, para poner en evidencia que no existe una respuesta ciudadana única, en la interpretación individual de la ciencia oficial: 1) ¿Cada cuanto se debe cambiar la mascarilla y, por tanto, cada cuánto cambia su protección cada una de las personas con las que nos cruzamos en la calle o coincidimos en el restaurante o en el transporte público?  2) ¿A tenor de la variedad de mascarillas que se ofrecen en el mercado, cuáles son las realmente eficaces? ¿Cómo se controla y garantiza su homologación? 3) Admitiendo que lo importante es controlar la secuencia de contagios a partir de un foco ¿Por qué es más grave reunir a diez personas que a seis o a sesenta y siete?  4) ¿Cómo garantiza que los teatros, restaurantes y comercios, estén libres de virus? ¿Quién lo controla? 5) ¿Cuál es el actual procedimiento más eficaz para conseguir curar -si esta palabra puede usarse con propiedad- a un enfermo grave de Covid? ¿Existe un protocolo común a todos los centros hospitalarios? ¿Y para derivar a un paciente desde los centros de atención primaria? 6) ¿Cómo se lleva y llevará el control de los vacunados en primera y segunda dosis? 7) ¿Qué porcentaje de vacunas (actualmente, todas de doble implementación) y, en particular, la de Pfizer que debe conservarse a muy baja temperatura hasta ser administrada, pero no se puede volver a congelar, se pierde por falta de coordinación o por no acudir los convocados a la cita de vacunación? 8) ¿De verdad, es admisible aceptar que las mascarillas que llevan la ciudadanía, a parte de su homologación primaria, tienen el mismo grado protector? (algunas parecen haber criado hasta gusanos).

La terrible disparidad ideológica que sufrimos en España, con un gobierno central de izquierdas que, a cada paso, demuestra su carácter bicéfalo y algunos gobiernos regionales -los más significativos, el de Madrid y Galicia-, de orientación hacia la derecha, nos hace cuestionar, una vez más que significa realmente, ser de izquierdas o derechas. Es imposible identificar los viejos principios de acción ideológica en ninguno de ellos. A Ayuso y a sus consejeros les acusan quienes molesta que gobiernen en Madrid, de favorecer a la empresa privada. A Sánchez y a los ministros del PSOE sus detractores les tachan de mentirosos y falsarios. Hay que dejar aparte a Iglesias y a sus ministros (incluido el desvaído Garzón), por supuesto, cuyo único ideario parece ser conducirnos de forma rampante al modelo de una república cubano- bolivariana, con similar esquema de liderazgo.

Echo de menos al centro, ya sea centro izquierda o centro derecha. Políticos capaces de pensar y actuar de forma global, integral, sin estridencias y con eficacia. Gentes que no son devotas de Hayek ni de Marx, pero saben de qué se trata. Que conocen los entresijos de la economía y no espantan al potencial inversor. Que reconocen sus debilidades y potencian sus fortalezas, sin engañar ni engañarse. No me gustan los extremos, porque la polarización conduce -siempre, según la Historia- al desastre.

Ha sido una desgracia para España que Ribera (Alberto) y Sánchez (Pedro) hayan perdido el norte de la necesaria sintonía. Costará mucho recuperar ese centro sobre el que hacer pivotar la política y la economía, si es que se consigue.

Hasta entonces, aconsejo no quitarse las manos de la cabeza. Sí, cambiar cada cuatro u ochos horas las mascarillas, airear los espacios y aguardar pacientemente a que nos llegue el turno para ser vacunados…con suerte, dentro de un par de años, salvo cambio de estrategia.

 

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Semana de crispación

15 abril, 2019 By amarias Deja un comentario

Esta Semana Santa de 2019, antevíspera de las elecciones generales del 28 de abril, se presenta con la peculiar escenografía de la confrontación entre los espacios religiosos y los políticos.

Puesto a elucubrar sobre la forzada coincidencia, me pregunto si forma parte de la estrategia urdida por el equipo del presidente de Gobierno Sánchez, para contaminar el debate electoral con las procesiones de la Semana Santa, el vaivén turístico-vacacional de los presuntos votantes y, en suma, combinar en el cóctel de los sentimientos, la devoción de algunos a la rememoración de la Pasión del Cristo Redentor con el desencanto que produce el bajo nivel de nuestra clase política a la hora de encontrar soluciones a los males que nos afligen.

Por el lado del laicismo, hay motivos para encontrarnos inmersos en una sensación de desamparo, compatible con el recogimiento, la invitación a la meditación sobre la levedad de la vida humana y la invitación, bien aprovechada por todas las religiones (y glosada magníficamente por Karen Amstrong), para apuntar a un ser superior como elemento salvífico de nuestras debilidades y respuesta contundente a cualquier interrogante racional. Los candidatos que pretenden nuestro voto están más preocupados en salvar su pellejo frente a los otros adversarios que en decirnos a los que contemplamos sus peleas (con creciente escepticismo) que están pensado en los problemas que nos afectan, proponiendo soluciones factibles y no cantos de sirena y cuentos de la lechera.

Por el lado de la religión (incluida la parte de folklore que es consustancial al gran espectáculo de las procesiones), factor dominante en esta Semana preelectoral,  la Iglesia católica entra en campaña con sus postulados sobre la eutanasia, el derecho a nacer una vez concebido, la familia como elemento rector del buen orden ciudadano, la homosexualidad y otras supuestas desviaciones de la débil naturaleza, contaminado todo ello con la idea de un dios redentor y la necesidad de expiar por los pecados propios y, de paso, de toda la Humanidad.

No soy seguidor de mensajes desde el púlpito, pero no tengo duda de que el camino a la salvación de la fe cristiana pasa por votar las propuestas de los partidos de la derecha, con preferencia a cualquier desvío ideológico por los cerros de la izquierda, si es que aún el lector puede entenderse y entenderme al utilizar estos términos desorientadores.

En fin, la desafortunada desenvoltura con la que los líderes de los partidos políticos en liza electoralista se esfuerzan en desacreditar a trompazos a todos los demás, incluso a los que deberían formar parte de su tendencia ideológica, definiendo diferencias donde debería haber líneas programáticas, a base de descalificaciones personales y trazos gruesos de lenguaje populachero, hace daño a la democracia. Aumenta la crispación, crea más desencuentros.

Debería tener confianza en que los debates televisivos, en los que los candidatos se encuentran cara a casa con sus oponentes ante la audiencia y no frente a sus seguidores en mítines de campaña, servirá para aclarar las cosas.

Como perro viejo de estas y otras circunstancias, no tengo mucha esperanza en que se consiga ese efecto.  No me parece que el populismo de los profesores universitarios que, pertrechados tras sus plazas académicas de por vida, lanzando soflamas y promesas inviables, tenga otro valor que calentar los ánimos. Y menos tengo en que los defensores de bajar los impuestos y confiar la recuperación y el progreso al milagro de la eficiencia de los mercados, consigan poner freno al deterioro avistable de la pérdida de empleo masivo que provocará la generalización de las nuevas tecnologías en países, como el nuestro, que menosprecian la investigación y la enseñanza de calidad.

Entre tanto barullo, los detentadores de los grandes capitales -no me confundo, no son los Ortega, ni los Koplowitz, ni los Botín, …, no tienen nombre conocido y no residen en España-. son como las anguilas y se escapan ágilmente a otros ríos con mejores aguas si se les asusta lo más mínimo.

Tenemos serias dificultades para mantener el estado de bienestar -que es nuestro país alcanzó cotas excelentes, en realidad, impropias de nuestro Producto Interior Bruto- y aquí el debate no puede contentarse entre los partidarios de sostener lo actual y mejorarlo aún más. Hay que definir qué recursos necesitamos a la vista de la evolución de prestatarios y demandantes, y cómo se van a conseguir. A largo plazo. Y ello se relaciona con todo el sistema productivo, no con deseos ni promesas de adalides mitineros.

Se ha de reconocer que el Partido Socialista de Sánchez (lo que queda del viejo PSOE) ha demostrado imaginación para gobernar con ideas de poco calado pero gran efecto mediático, aunque percibo en el fondo una arriesgada propensión a la huída hacia adelante. Los números no salen, porque no se han hecho. No estamos necesitados de titulares, sino de letra pequeña.

He escrito ya muchas veces que a España le vendría bien una coalición de gobierno entre el PSOE y Ciudadanos. La forma en que se está llevando a cabo la campaña por ambos partidos es lamentable. Hay empujones obsesivos desde el socialismo de manual para agrupar a los simpatizantes de Ribera y Arrimadas (como cabezas más visibles) con la derecha retrógada, que son perfecta y erróneamente confirmados por el equipo de Ciudadanos, perdida la esencia del centro, con la insensata, e irreal, promesa de no apoyar un gobierno de Pedro Sánchez, por haberse aliado con los independentistas.

Muchos preferiríamos conocer qué va a hacer el Gobierno que salga de las urnas. No con quién se va a aliar para formar una coalición relativamente estable.  No es eso. Desearíamos saber cuáles son las medidas que son capaces de consensuar, a la vista de las posiciones de los restantes partidos, si, como es seguro, no van a conseguir la mayoría suficiente para gobernar en solitario.


Este ave, fotografiada lamentablemente con escasa definición (no preparé bien los parámetros del equipo de Canon con el que me dedico a captar imágenes de todo tipo de volanderos), es una canastera (glaveola pratincola). Parecida a la perdiz, por tamaño y algún comportamiento, se la distingue sin confusión, al menos en verano, por el pico rojo muy visible y el conspicuo dibujo cefálico, definible como una línea negra que va desde el ojo hasta la garganta.

Esta canastera se encontraba en Fuerteventura, a principios de abril de 2019, cerca de Morro Jable. Estaba ocupada cazando insectos del suelo, y tardó en advertir mi presencia. Cuando miré las fotos, mi decepción fue notable. Las retoqué como pude, sin mucho éxito.

Publicado en: Política, Sin categoría Etiquetado como: Ciudadanos, coalición, elecciones, Partido Popular, partidos, Podemos, política, pregramas, Ribera

Lenguaraces en pugna por el pescante

1 abril, 2019 By amarias Deja un comentario

A un mes vista de las primeras elecciones generales de 2019, los candidatos de las muy diversas facciones políticas se esfuerzan, no en señalar diferencias programáticas, no en perfilar sus propuestas de gobierno y alianzas, sino en ocupar espacios mediáticos.

¿Cómo se consigue el objetivo con máxima probabilidad? Diciendo ocurrencias, “boutades”, tonterías.

Calientes las bocas lenguaraces por la presencia de un público de fieles deseosos de aplaudir las jugadas que pudieran ser susceptibles de gol (aunque sea en propia puerta), los candidatos se lían con la pelota y hacen filigranas y adoptan posturitas con las ideas al hilo de contorsionistas circenses.

No veo el atractivo semántico de anunciar la posición antiabortista, y genuinamente machista, de negar a la mujer el pleno dominio sobre su naturaleza física, difundiendo que en Estados Unidos o en Sabediosdonde matan niños al nacer. (A. Suárez Illana). No, Adolfo,  esperan a que sean estudiantes de secundaria para que algún compañero jugando a Rambo ccon las armas de su padre, se tome la revancha por cualquier tontería que haya encrespado sus ánimos adolescentes sicoticos. (Abascal Conde y Ortega Smith quieren armar a la ciudadanía y favorecer la creación de comités ciudadanos con vocación  justiciera tomada por propia mano; ellos ya llevan siempre consigo una Smith o una Beretta y ay de quién les tosa) .

Me parece magnífico el ejercicio literario de imponer una renta mínima general, ordenar a los Bancos, multinacionales y a los grandes grupos empresariales que trabajen a beneficio cero y perseguir a latigazos a los filántropos poseedores de fortunas que crecen, dicen, gracias al subempleo y a la mano de obra barata del subdesarrollo (cada vez que oigo a Pablo Iglesias, Echenique o Montero y su discurso anticapitalista y animar a que nuevos ricos ex proletarios ocupen las sillas del banquete, se me saltan las lágrimas imaginando quién les habrá dado clase de economía ).

No tengo nada que objetar, salvo -ni más ni menos- que el sentido económico más común a la idea de Pedro Sánchez de blindar las pensiones. Incluso me parecería bien, si pudiéramos pagárnoslo, capitanear a escala mundial la defensa contra el cambio climático. Y es sensato -en pequeños círculos catalanes- pero inconstitucional (al menos, por ahora ) y desleal con la inmensa mayoría de españoles abogar por la independencia de Cataluña si lo demandara un 65% de la levantisca parroquia catalana, que ya sin ganas de jugar con el mechero, como el vidente telegénico Iceta expresó en una entrevista de un periodista extranjero.

En fin, Albert Ribera debe tener el lápiz rojo ya sin mina de tanto trazar con línea gruesa el riachuelo que le separaba del PSOE para convertirlo en el Amazonas de las incongruencias que desorientan al electorado, Macron, Luis Valls y Garicano incluidos.

Pablo Casado no necesita que José María Aznar lance bravuconadas desde su cueva para envalentonar a la derecha más engominada, porque el votante a la búsqueda del arca perdida de la derecha civilizada no le va a mirar a los ojos, sino al bolsón y, desde luego, al bolsín de las propuestas. A Pablo -éste, el que no lleva coleta ni vaqueros rotos con dos móviles asomándole por la trasera- ya no le basta con alardear de que va a crear millones de puestos de trabajo y a sacarnos de la crisis en que nos metió y meterá nuestra incompetencia institucional bifronte para generar riqueza. Ya no funciona el truco de la varita mágica de bajar los impuestos a muy ricos y grandes empresas y sacar la pasta para lograr el milagro español persiguiendo el fraude del pequeño ahorrador, subiendo los irpf de los salarios de la clase media y escrutando las  cuentas del comerciante de cercanías.

——

Esta puerta tan decorada forma parte de la colección de puertas de los aseos del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid. Un magnífico ejemplo de la expresividad que emana de las mentes de quienes están confinados momentáneamente para cumplir con una servidumbre natural en un espacio de propiedad publica.

Es un grafitti plural, un muro de las vergüenzas intelectuales de este país que ha encontrado en la espontaneidad de la chabacanería la manera de redimir su incapacidad para expresarse con algo más complejo que el exabrupto y la descalificación frontal.

 

 

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Poniendo los bueyes

6 junio, 2018 By amarias 2 comentarios

Aunque no han tomado todavía posesión de sus cargos, los nombres de los ministros del gobierno de Pedro Sánchez se han ido conociendo a lo largo de esta primera semana de junio y, en el momento en que esto escribo (la mañana del día 6 de este mes de 2018), el gabinete se haya ya prácticamente perfilado.

Es justo reconocer una doble cuestión en relación con este primer equipo de gobierno de la nueva era socialista. No me refiero (aunque entiendo que es de valorar en ciertos foros) a la imparidad de género del futuro ejecutivo, a favor de las mujeres.

Lo que me llama especialmente la atención es que Sánchez se ha preocupado de elegir a personas con un currículum excelente y experiencia de gestión, ya que no pública, privada. Son personas conocidas en prácticamente su totalidad, con marchamo de solventes en sus anteriores cometidos.

La segunda cuestión que creo necesario resaltar es que los nombramientos le han servido para marcar algunas líneas intencionales de su actuación.

Borrel (Josep), ingeniero aeronáutico y economista,  representa, además de un peso personal de gran mérito, al catalanismo no separatista, con argumentos expresados con rotundidez en múltiples apariciones públicas.

Ribera (Teresa) es, de los funcionarios españoles involucrados en temas ambientales y, en concreto, los relativos a los acuerdos de contención del incremento de temperaturas por efecto de los gases de producción humana, una de las voces más respetadas y competentes.

A primera hora de la mañana trascendió que el astronauta Duque (Pedro), también ingeniero aeronáutico,  se encargará del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Una apuesta importante -y arriesgada, por el perfil de exigencia que presupongo al candidato- por remover el océano de descoordinación de la investigación en España, a la que hay que dedicar, por supuesto, más medios, aunque también, esfuerzos de coordinación.

Podría, de la misma forma que he trazado algunas pinceladas sobre la idoneidad de los tres nombrados, referirme a los demás futuros ministros. Todos ellos, en conjunto y de forma unitaria, representan la voluntad de trazar un camino de solvencia y seriedad. No será posible, supongo, llevar a cabo grandes operaciones en lo que queda de legislatura, si es que llega a completarse. No habrá tiempo, no habrá apoyos. El PP ya anunció su voluntad beligerante, y Podemos no oculta su decepción por no haber entrado en el Gobierno.

Los portavoces del PNV se muestran prudentes ante la previsible modificación presupuestaria que recordará la dotación extraordinaria que motivó su apoyo, con el anterior gobierno y que, de eliminarse aquella, pondrá de manifiesto la profundidad de su deseo de cambio. El PdeCat y todo el independentismo catalán ha visto, en el nombramiento de Borrel, un portazo a sus deseos de república por la vía rápida anticonstitucional, aunque el ministro se encargará de los temas de exteriores.

Creo que Sánchez ha hecho un movimiento de ajedrez muy inteligente, sin duda, bien asesorado. Es de agradecer que personas con tan buena trayectoria profesional haya accedido a formar parte de un gobierno al que las previsiones auguran carácter efímero.

Hay un pulso en el escenario. El país espera con expectación, con ilusión, con necesidades. Los bueyes (me perdonarán la metáfora) imagino que están deseosos de tirar del carro de la verdad, ese que no discurre por los avatares del Parlamento, que no ara por los caminos de la dialéctica, sino que ha de avanzar por los vericuetos de la realidad, embarrados y con parajes ignotos.

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Borrel, Duque, ministros, Ribera, Sánchez

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