Al socaire

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España secuestrada

1 enero, 2020 By amarias 2 comentarios

Parece consumada la posibilidad de un acuerdo contra natura que signifique, en la segunda vuelta, la consolidación como Presidente de Gobierno efectivo de Pedro Sánchez, secretario general del Partido Socialista de España. Contará Sánchez para esa investidura, en la segunda vuelta, además de con los apoyos de la Unión del Pueblo Navarro, el Partido Nacionalista Vasco, el Partido Regionalista de Cantabria -si el Presidente Revilla no cambia de opinión- y la Unión Canaria, con el acuerdo firmado con Unidas Podemos y su hermano menor, Más País.

Se trata, por tanto, si en efecto se consolida esta coalición de variados intereses, de una extraña combinación de propósitos independentistas y regionalistas del más puro espíritu egoísta y antisolidario, con un expresado propósito de combinar la izquierda tradicional (o lo que quede del PSOE, después de pasar la trituradora Sánchez) con el populismo de izquierdas, cuyo propósito es -salvo que Iglesias y los suyos hayan cambiado de discurso- “marcar a los socialistas el verdadero camino de la izquierda”, para que no se desvíen a la derecha.

He podido analizar los textos sucintos tanto del acuerdo entre Sánchez e Iglesias como del firmado entre Ortúzar y Sánchez. Se trata de documentos cuya forma refleja precipitación y algunos fallos gramaticales, aunque lo preocupante es, sin duda, el fondo. El fondo, salvo detalles concretos, es una colección de generalidades, intenciones difusas y adolece, como es habitual en todo planteamiento de los partidos con pocos militantes, de una dramática falta de realismo económico.

En el acuerdo entre los representantes del PSOE y el PNV, -la combinación antinatural del partido que defendía hasta ahora un progresismo moderado y otro de derecha más bien reaccionaria, pero nacionalista- sorprende por incluir expresiones que afectan a intereses de dos Comunidades Autónomas que no firman el pacto. Se pretende, con ello, avanzar en la línea de la fractura territorial (actualmente, anticonstitucional) comprometiéndose a defender  modificaciones constitucionales que lleven a un nuevo mapa de las autonomías españoles, en beneficio de las actuales regiones denominadas Euskadi, Navarra y Cataluña, a las que se jura o promete la mayor independencia posible.

Como el papel lo aguanta todo, pero también la población adormilada lo pasa todo por alto, no sorprenderá que el acuerdo firmado por Andoni Ortúzar, presidente del PNV, incluya la obligación -¡en un plazo de seis meses! de trasladar las competencias de Tráfico (cuyo responsable actual es la Guardia Civil) a la Comunidad Foral de Navarra, ampliando las actuales competencias de la Erzaintza.

La triste naturaleza de estos acuerdos demoledores para la democracia y la solidaridad, es que se margina aún más a las regiones cuyas poblaciones se han caracterizado por tener más sentido de la unidad de España: así, los cambalaches de propósitos en el contubernio para gobernarnos desde la ocultación, se margina a Asturias, Andalucía, Galicia, las dos Castillas, Murcia, Las Baleares, …

Estoy seguro de que los documentos ofrecidos a publicidad ocultan lo sustancial: otros pactos y compromisos que no se han dado a conocer, y pasan a ser opacos para los no pactantes, con lo que nos encontraremos -a saber en qué momentos- confrontados con una realidad que se impondrá sobre lo que se ha presentado.

La escenificación de la firma de esos insustanciales documentos (poco contenido expreso para lo mucho que significan para la estabilidad y la democracia) se ha hecho sin permitir preguntas a los periodistas, en un flaco ejemplo de oscuridad y ocultación informativa.

No quiero ni pensar en que el presentado por el gobierno provisional de Bolivia como un intento de secuestro de los refugiados en la residencia La Paz de la embajadora de México en ese país por representantes diplomáticos españoles y cuatro Geos, obedezca a alguno de los acuerdos invisibles entre PSOE y Podemos.

Qué país, señores.

(El acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos merece un análisis específico, que trataré de desarrollar mañana)

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: acuerdo PNV, acuerdo Unidas Podemos, elelcciones, España secuestrada, gobierno, investidura, pacto Unidas-Podemos, presidente, PSOE, Sánchez, votaciones

Presidente Sanchezstein

31 mayo, 2018 By amarias Deja un comentario

En el momento en que redacto este Comentario, 31 de mayo de 2018, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se confirma como ganador de la moción de censura presentada por su partido contra el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy. En consecuencia, a partir de mañana mismo -a más tardar, el sábado, una vez que los resultados de la votación en el Congreso de Diputados sean presentados al Rey Felipe VI-, será el nuevo Presidente de Gobierno de España.

No es el cambio de presidente de Gobierno, ni mucho menos, lo que mueve al análisis matizado y tiñe de incertidumbre el futuro político inmediato. Son los apoyos que ha conseguido el candidato, para hacerse con el máximo poder ejecutivo en nuestro país, los que ponen demasiadas incógnitas sobre la necesidad de estabilidad imprescindible para salir con solvencia de un embrollo de magnitud espeluznante.

Ni los antisistema de Unidos-Podemos, embarcados en una notable falta de credibilidad y liderazgo, ni los nacionalistas vascos, ni mucho menos, los independentistas catalanes, que son los que habrán aupado a Sánchez a la Presidencia, ofrecen garantía de tranquilidad ni conceden margen para gobernar con solvencia.

Las discrepancias de ideológicas entre los votantes de cada uno de esos partidos, la deriva anti-constitucionalista de los partidos separatistas y, en fin, la total ausencia de sentido de la realidad política del grupo pre-revolucionario que alimenta Podemos y sus adlátares, aseguran un panorama bronco, de contestación callejera y persistencia en la caída de la economía, que se acelerará.

¿Es que debe entenderse que apoyo que Rajoy permanezca en el Gobierno? En absoluto. El Partido Popular, confirmada la participación sustancial de miembros muy destacados de la coalición en la corrupción que ha convulsionado los cimientos sociales de España, no tiene ninguna opción de mantener un rumbo serio, estable y creíble, para la economía.

Habrá ministros que sepan -y hasta puede que quieran- hacer las cosas profesionalmente con pulcritud, pero no se puede sostener el gobierno del Partido Popular. Las cifras concretas no importan tanto como la descubierta pública de la corrupción económica con la que se alimentó parte de la fuerza electoral. Una vez que la judicatura, en un trabajo impecable pero implacable, ha puesto de manifiesto la verdad que se esconde tras las cifras del Partido Popular, y el objetivo deplorable de enriquecimiento personal de demasiados de los que se encontraron en núcleos de decisión relevantes para nuestra sociedad, el cambio, no solo de rostros, era imprescindible. El PP está muerto como partido.

Yo hubiera preferido un cambio de gobierno sustentado en una coalición PSOE-Ciudadanos, que me parece mucho más homogénea (y serena para los mercados y la sociedad) que el desbarajuste institucional, como vaticino, sin mayor esfuerzo mental, que se producirá a partir de junio.

Mi deseo voluntarista no se cumplió y, con la gran mayoría silenciosa, me convierto en espectador involucrado (¡qué remedio!) en el devenir inmediato. Mi bola de cristal, ya bastante desgastada por el uso, presenta como panorama un guirigay de manifestaciones callejeras a favor de la independencia de Cataluña (y del País Vasco, claro), soflamas identitarias que no solo ignoran la Historia real, sino que alimentan el desorden jurídico y atentan contra la noble identidad española y desprecian la solidaridad y respeto debidos entre pueblos.

No solo eso, el gobierno de Sánchez se encontrará con la necesidad de lidiar con reclamaciones desmesuradas que, surgidas del desequilibrio económico y social, no tendrán posibilidad de ser atendidas con sensatez y oportunidad.

Y no me olvido, no, de que la monarquía está hoy más débil que nunca, y se agudizará su tensión de supervivencia en un pueblo que siempre fue monárquico (religión obliga) pero no se atreve a reconocerlo, porque todos nos sentimos indefectiblemente republicanos de corazón y revolucionarios de intención. Cuando se conozca, por fin, la sentencia inapelable del caso Noós, Felipe Sexto y su consorte plebeya Letizia sufrirán un revés personal que también afectará al supuesto carácter superior y quasi-sagrado de la rancia institución monárquica.

Esto será así, porque para dispararnos a los pies y preparar eternamente la próxima revolución no tenemos competencia. En Europa, desde luego que no; ni en Italia, ni en Grecia, ni en los Balcanes.

Buena suerte, presidente Sanchezstein. La necesitas, la necesitamos todos.

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: moción de censura, nacionalistas, Pedro Sánchez, PNV, presidente, Rajoy, separatistas

Trump, la película: Se rueda en directo sin guión

21 enero, 2017 By amarias Deja un comentario

Cuando la Sra. Trump (Melania) le encasquetó un misterioso paquete plano, envuelto en papel azul clarito, en el que se adivinaba la pegatina de Tiffany&Associates, a una sorprendida Michelle Obama, justo cuando empezaba la ceremonia oficial del traspaso de poderes en la Casa Blanca, recordé que hacía algunos años, en una librería de Washington, había tenido un libro del nuevo Presidente en mis manos.

Estaba haciendo tiempo antes de dirigirme al aeropuerto, y ví que en uno de los expositores se presentaba un libro: “How to Get Rich” (“Cómo hacerse rico”) y estaba escrito por Donald Trump, un tipo con un tupé ridículo. Curioseé algunas páginas, y lo volví a dejar en el mismo lugar. No me pareció interesante y el pretencioso título estaba solo destinado a llamar la atención de ingenuos que no tienen la más remota idea de cómo funciona ésto. “Esto” es/era, por supuesto, el mundo de los negocios, lo que sostiene la estructura del capitalismo.

Por supuesto, nadie en su sano juicio podría pretender hacerse rico con aquellos consejos de chicha y nabo -que no tenían nada que ver, a buen seguro, con las trampas, acuerdos y tropelías que habían permitido al autor amasar su fortuna, presentados ahora en formato de autoayuda para crédulos sin suficiente dinero o ganas para pagar al psicoanalista. La cuestión, además, no estaba para mí en el cómo, sino en el para qué.

Los Trump no solamente habían pasado por alto el protocolo oficial del acto, sino que la entrega pública de un regalo de presunto alto valor (¿dos mil euros?) a la aún primera dama, implicaba la propuesta de una vulneración inexplicable de la rígida normativa sobre la aceptación de regalos por parte de funcionarios del Gobierno de los Estados.

Me sumergí, pues, en internet, aún con la imagen mental de la desconcertada Michelle no sabiendo qué hacer con el paquetito, que le acabó siendo delicadamente arrebatado por Barak, con rostro de contrariedad, para entregárselo a algún funcionario emergido de las sombras de la White House. Buscaba información sobre el libro, sobre el que habrían pasado más de diez años.

Entre muchas, me quedo ahora con una frase: “I am the creator of my own comic book, and I love living in it. If you’re going to think, think big. If you’re going to live, live large.” (“Soy el creativo de mi propio libro de historietas, y me gusta vivir en él. Si tienes que pensar, piensa en grande. Si tienes que vivir, vive a lo grande”) (1)

Esta confesión de Trump la detecto como sincera y sigue, por tanto, vigente para aproximarnos a su personalidad.

Como Presidente de los Estados Unidos, garantiza cuatro años de incoherencia verbal externa, pero no me dejo engañar. No tengo la menor duda de que el entramado de capital e intereses que se mueve detrás (y delante) del presidente del país más poderoso (aún) de la Tierra, se esforzarán en hacer las cosas bien… para ellos. Las sospechas se concretarán, por tanto. Se potenciarán las empresas de fabricación de armas, los beneficios a costa de proteccionismo y mejora de productividad sin que el ambiente sea un hándicap, se tratará de controlar el expansionismo chino con aranceles y limitaciones al libre comercio).

No quiero parecer acomodaticio ni, aún menos, estúpido, si afirmo que, para el mundo occidental no será malo, si deja que el juego se lo hagan otros: porque si el armamento fabricado en USA no se compra por los Europeos (por ejemplo) y se utilizan en países miserables cuyos dirigentes se empeñan en matarse, o acaban siendo destruidas en un crematorio o enterradas a kilómetros de profundidad, es cierto que las empresas del sector norteamericanas serán más ricas y los países pobres, más pobres, pero aquí podríamos seguir dedicándonos a mejorar nuestra educación y nuestra tecnología pacífica. Que también suponga poner en marcha un sistema autónomo de defensa común, más independiente de la OTAN.

Ni siquiera me preocuparía porque los chinos se ocuparan de mejorar su propio nivel de vida explotando sus recursos sin empeñarse en vendernos mercancías deterioradas o fabricadas con la técnica del tente mientras cobro, y aprovecháramos para mejorar nuestra competitividad entre europeos, defendiendo la calidad, la fiabilidad y la durabilidad, y renegociando el Brexit con solvencia y visión de futuro, no con lamentos de cocodrilo.

Y, ya puesto a ser pragmático: ¿de qué nos ha valido defender el cuidado ambiental, reduciendo el consumo de hidrocarburos y pagando más por las energías limpias, salvo para reducir nuestra capacidad de exportación y eliminar la viabilidad de empresas y provocar desempleo? ¡Seguimos necesitando un modelo propio de crecimiento para Europa!

Obama, aunque desde la perspectiva europea (bienintencionada) lo estaba haciendo bien, había reducido el desempleo norteamericano, mejorado a límites no alcanzados la imagen exterior de Estados Unidos, aumentado las prestaciones sociales, etc., en realidad, estaba siendo criticado duramente por el sistema. Había ido demasiado lejos.

Era necesario impulsar a un cómico al puesto de primer mandatario, para que el público se entretuviera, los media hablaran de él, todos especuláramos sobre sus planteamientos. Pero el Gran Cuco canta en un lado y pone sus huevos en otro sitio. Y no tiene corazón, solo devora. Apartémonos, please.

——-

(1) Hay otras muchas, igualmente reflejo del escaso poder que su autor da a la coherencia. Parece Trump estar divertido sumergido en la ironía burda y en la desfachatez insolente. Más que un libro de consejos, se diría que se trata de un libro de pasatiempos, escrito por un cómico: “If You Have Them by the Balls, Their Hearts and Minds Will Follow. Most negotiations should proceed calmly, rather than in a hostile manner. However, sometimes a negotiation works best after a few screams and some table pounding.”(“Si los tienes cogidos por los güebos, les seguirán sus corazones y mentes. La mayoría de las negociaciones se deberían desarrollar de forma tranquila, en lugar de hostil. Sin embargo, a veces, una negociación va mejor después de algunos gritos y puñetazos sobre la mesa”)

Tampoco está mal esta confesión: “Era una joya alemana, una joya alemana suertuda, que estaba de liquidación con algunos banqueros comprensivos que se empeñaban en hacer conmigo en trato justo. ¿Quién necesita saber detalles concretos si puedes explicar salirte de una deuda de 9,2 mil millones de dólares con  elocuencia? “( “I was a schmuck, but I was a lucky schmuck, and I wound up dealing with some understanding bankers who worked out a fair deal.” Who needs exact details when you can explain getting out of a $9.2 billion debt with such simple eloquence?”. )

Publicado en: Actualidad, Sin categoría Etiquetado como: presidente, Trump

Jisei de la democracia representativa

19 enero, 2017 By amarias Deja un comentario

Democracia, sí,
pero esa impostora
que ya se vaya.

Para quienes no estén impuestos en el apasionante mundo de los haiku (que, en español, está admitido que son breves poemas de tres versos, con cinco, siete y cinco silabas), les ilustraré que un jisei es el ultimo haiku, el que se ha escrito antes de que allegue la muerte. Aquí me refiero a la democracia representativa, que, como es un ente inanimado y no posee capacidad para escribir, le pongo yo la voz y lo explico.

Tengo varias razones para defender que debíamos reflexionar sobre las formas en las que tomamos decisiones relevantes en las colectividades humanas. En las Asociaciones, en los Colegios profesionales, en los sindicatos, en los Comités de empresa,…pero, y sobre todo, en los partidos políticos y, aún más grave, en las elecciones generales para designar a nuestros  representantes en los Parlamentos y, en consecuencia, en el Gobierno.

Los procedimientos ideados son diversos, según entidades y Estados. Todos pretenden conducir, en los países que se definen como regidos por la democracia, a instrumentalizar un ente oscuro, por su carácter acomodaticio a las veleidades de los que tienen la sartén por el mango, al que se llama “democracia representativa”.

Sobre el papel, el procedimiento tipo es atractivo. Consiste en la voluntad de selección de los más idóneos para los cargos que deben cubrirse, aunque, admitiendo que el número de electores es excesivo, se prefiere ofrecerles una lista, abierta o cerrada (en el fondo, da casi lo mismo), para que manifiesten, sobre ella, sus preferencias. Estos elegidos se convertirán en electores de quienes representarán, concluido el proceso, a la totalidad de los que se verán afectados.

Las interferencias sobre la bondad del procedimiento aparecen en un doble o triple sentido. Ante todo, debe considerarse el factor tiempo, trascurrido desde que los electores de primer nivel han votado a sus representantes, y estos eligen, normalmente entre ellos (aunque no siempre), a quienes asumirán los cargos de responsabilidad, y, por fin, el que corresponda a la asunción por estos últimos de sus puestos de gobierno.

Las interferencias mayores se encuentran en el proceso mismo. Por una parte, no todos los electores van a votar, y la abstención cumple, por tanto, una función determinante. Un número no despreciable de votantes, harán, voluntaria o inconscientemente, que su voto sea nulo o votarán en blanco. Y una mayoría indetectable de votantes, votarán con insuficiente conocimiento de lo que votan, de a quienes votan y, para colmo, no tendrán control posterior sobre el cumplimiento de los programas y de los objetivos, en caso de que éstos se hayan puesto de manifiesto en el proceso electoral,

Pero es que, por parte de los postulantes a electores “representativos”, las deformaciones del proceso son tremendas. En múltiples casos, se desconoce cómo postularse para elector; en otros, en no menor en número, los electores son nombrados por los órganos preexistentes de las asociaciones, corporaciones o partidos, (que puede hayan llegado hasta allí por fórmulas nada democráticas) de forma caprichosa, misteriosa o nepótica.

Que no hemos encontrado la fórmula ideal, es evidente, Los ejemplos llueven y nos limitamos a echarnos las manos a la cabeza. Los lindes entre una democracia orgánica -que es abominada en todos los libros de texto- y una representativa, son muy confusos. Como es sabido, la orgánica, de la que en España hemos sufrido un modelo paradigmático durante la dictadura franquista, la representación del pueblo llano se realiza por medio de órganos de decisión delegada, sin que se consulte a la población en ningún caso de forma directa.

Sin embargo, ¿qué añade de nuevo el parlamentarismo o los partidos políticos, si su formación está viciada de origen, o si ese pueblo llano se desvincula mayoritaria o significativamente del proceso? ¿Cómo detectar los vicios en la selección si los votantes carecen de información o conocimientos suficientes sobre lo que votan y sus efectos?

La designación del presidente del país con mayor poder -económico y militar- del mundo, ha conducido en el momento en que esto escribo, a la selección de una personalidad, Donald Trump, que parece surgida de una pesadilla. Fruto de una campaña mediática, pero aberrante, en favor de una personalidad bullanguera y provocadora, hecha popular, pero desligada de la defensa de los valores que el núcleo sensible de la sociedad concienciada y abierta viene defendiendo.

En España, la actual situación, tanto en el Gobierno del país, como en el interior de sus partidos más relevantes, plantea también serias dudas acerca de cómo estamos eligiendo a nuestros representantes y, por ende, a nuestros gobiernos. Las formaciones políticas, incluso las más recientemente constituidas, padecen crisis que provienen, no de la discusión de sus propuestas de mejora de la generalidad, sino, por lo visto y oído, de personalismos y tensiones de poder surgidas en su seno.

La falta de interés general por la política tiene consecuencias deplorables. Una gran mayoría vota sin atención a los programas, sin vocación ideológica, basándose en cuestiones irrelevantes, como puede ser el aspecto físico de los candidatos a presidente de gobierno, la costumbre, la improvisación. El votante medio, como han evidenciado las encuestas, está mejor enterado de los pormenores de la vida de un cantante, un futbolista o un actor distinguido por los media, que de lo que cree necesario para mejorar el empleo, el bienestar o la igualdad social.

Traslademos esta penosa apreciación a casi todos los ámbitos. La inmensa mayoría de los puestos en los sindicatos, colegios profesionales, comités, se designan porque solo se ha presentado un candidato, o por designación digital, sin programa de actuación alguno. Se eligen por aclamación, esto es, por ausencia de alternativa. Los equipos de gobierno y asesores de las Administraciones -locales, regionales o centrales- se nombran, en esa tónica de comportamientos viciosos, siguiendo misteriosos procedimientos, en los que no priman los conocimientos, sino las amistades, las relaciones con terceros, la oportunidad, la posibilidad de lucro o beneficio de grupos.

Vuelvo al principio. Hay que replantearse la democracia representativa, para que se aumente de forma clave la participación de los electores y el compromiso de los elegidos. Para que resulten elegidos, en fin, los mejores. Para que todos los que voten sepan qué votan y por qué. Y para que todos los que deban votar, lo hagan, con la consciencia de que están ejerciendo un derecho sustancial para la comunidad, no un trámite sin consecuencias para ellos.


El dibujo con el que ilustro este Comentario es una interpretación libre de una de mis nietas de lo que entiende por “democracia representativa”. Tenía tres años su autora cuando plasmó el reto de su abuelo, no explicado con detalle adicional alguno (si hubiera sido necesario), de que dibujara lo que le sugerían esas, para ella, como para muchos, enigmáticas palabras.

Publicado en: Actualidad, Cuentos y otras creaciones literarias, Sin categoría Etiquetado como: democracia, Donald Trump, electores, gobierno parlamento, orgánica, partidos, presidente, representativa, votación

El progre en la playa

8 noviembre, 2016 By amarias 1 comentario

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En 1977, el gobierno de Adolfo Suárez convocó las elecciones generales que supusieron la reapertura del melón (o de la calabaza) de los comicios libres en España, cuyo resultado propició que un año más tarde se redactaría la Constitución aún hoy vigente. Con el estado de  ánimo de aquel momento (supongo que sería verano, por el asunto), pinté un cuadro al óleo, de pequeñas dimensiones, que titulé “El progre en la playa”.

Afinando la vista se puede ver, en el centro de la escena,  a un bañista que porta una bandera roja entre los cuerpos de una playa abarrotada, ante un oleaje que, por su encrespamiento, parece no invitar precisamente a darse un chapuzón.

Al contemplar hoy el cuadro (dejando al margen su valor pictórico, que no me atrevo a juzgar), no puedo evitar una sonrisa, desde la edad, al preguntarme bajo qué supuestos me sentía identificado con el abanderado. Treintañero, casado y con un hijo (mi esposa embarazada del segundo), si me veía de paseo altanero por una playa llena de gentes entregadas al descanso, la exhibición de mi progresía, reflejo en efecto de mi comportamiento en la vida real, no dejaba de ser un ejercicio perjudicial para mis posibilidades profesionales.

He cumplido con bastante exactitud mi programa vital de aquellos años, y, desde luego, puedo afirmar con orgullo que nunca me han faltado enemigos, ni zancadillas, ni empujones para hacerme trastabillar. Sigo enarbolando la misma bandera -tal vez, algo ajada y con ciertos desgarros-, y, como prueba de que no se trataba de conseguir adeptos, sino de exhibir mi independencia, me puedo jactar de que no he pertenecido jamás a ningún grupo político.

Paseos por la playa no dejé de dar. Por eso, en estos últimos cuarenta años he visto sucederse regímenes políticos con opciones teóricamente distantes, caer estrepitosamente a ídolos encumbrados al quemarse sus alas de cera, ascender a otros por los que nadie apostaría un duro y, en mi batiburrillo vital, por fortuna, conocí a mucha gente interesante (casi siempre, anónima).

Mi tarjetero tiene unas pocas tarjetas de visita de personajes de los considerados importantes. Las personas de mi entorno escolar y académico que llegaron a ser ministros, o presidentes y ejecutivos de primer nivel de grandes empresas fueron escasos, y de ellas, no necesité acumular tarjetas. Por mis diversas trayectorias profesionales, sin embargo, he venido recogiendo tarjetas y tarjetones de quienes, cuando se cruzaron conmigo, se creían en el camino para llegar a serlo y unos pocos, ya habían llegado a su cima.

Parodiando a Emilio Botín, que lo expresó en otro contexto y con diferente intención, “gente excepcional, realmente excepcional, me crucé con muy pocos”.

No se si vendrá a cuento para el lector amigo, pero me apetece conectar esta reflexión con otra, muy actual. Los media españoles se ocupan profusamente hoy, 8 de noviembre de 2016, de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Existe, al parecer, incertidumbre respecto al triunfo de la candidatura de Hilary Clinton, propuesta por el partido demócrata. Las encuestas reflejan obstinadamente la cercanía del candidato republicano Donald Trump.

Si nos atenemos a la presentación escueta que se nos hace de ambos candidatos, con regularidad apabullante, el ciudadano español puede imaginar que la tesitura a la que se confronta al votante americano es la de elegir entre un magnate enajenado y una rica elitista.

Vista desde la distancia, la situación no parece sino una representación más, adobada con un fuerte impulso crematístico (más de mil millones de dólares ha empleado en la campaña la representante de la saga de los Clinton, y casi ochocientos millones el xenófobo más histriónico de la Historia) de lo que llama Bauman “exarcebación del miedo al extraño”, esto es, a lo desconocido (entrevista de Gonzalo Suárez, El Mundo, primer domingo de este noviembre).

Los votantes de Trump deben sentirse atraídos por la defensa y, en su caso, el alzamiento de las murallas que preserven su actual bienestar, sus negocios y sus empleos, aunque para una minoría cualificada sea simplemente un trabajo miserable. Lo extraño, para ellos, sería la entrada de más emigrantes, la polarización hacia la incipiente recuperación económica de una horda de pobres del mundo, excesiva para la capacidad de absorción que suponen tiene la economía americana.

Los votantes de Clinton -¡ay!- desean que las cosas sigan como están, y que se mantengan las murallas invisibles que preservan su actual bienestar, sus negocios y sus empleos, aunque para una minoría cualificada sea simplemente un trabajo miserable.

Ambos tipos de votantes ignoran cómo se mueve la economía y, si algo entienden de ella, es que hay que defenderse del enemigo, teniendo armas en casa (por si acaso) y potenciando la industria de armamento (y si el enemigo no existe, habrá que crearlo).

Nada habrá, pues, de cambiar en lo sustancial, y las campañas no son más que una parte del espectáculo, con su coreografía y tal, siendo lo importante no lo que se dice, sino cómo se dice.

En relación a lo que pueda afectarnos a nosotros, los españoles, es tan seguro que Donal Trump no ganará -perderá por poco, y se enredará en reclamaciones en varios Estados que harán los setenta últimos días de Obama más divertidos- como que nada cambiará para España. La constante del comportamiento norteamericano con nuestro pequeño país  es ignorarnos, salvo para venir de vacaciones y comprar espadas y disfraces de torero que serán útiles en Carnaval.

No creo que Estados Unidos de Norteamérica sea ejemplo de democracia ni de sensibilidad mundial, pero, teniendo reciente el resultado de las elecciones en España y viviendo aún la calentura mental que provoca la debilidad del ejecutivo para conseguir sacar las cuestiones principales adelante, se me ocurre plantear esta pregunta:

¿Hace falta alguna cualificación, apoyo económico especial o toque de varita milagrosa para ser presidente o ministro de gobierno en España?

Supongo que la respuesta ha de ser que sí, pero lo ignoro. No se siquiera la influencia que hayan podido tener los millones defraudados al fisco por los partidos (a la cabeza el Partido Popular) para compensar por la vía de la apropiación indebida la escasez de subvenciones a las agrupaciones políticas.

Desde 1977 hemos tenido en España 190 ministros, y la probabilidad de que, elegido al azar, un español alcance tal categoría, es casi infinitesimal. Tampoco mejora mucho el ratio si tomamos como base muestral el número de titulados superiores; el 40% de los jóvenes entre 25 y 35 años tiene un título universitario: el mayor porcentaje de Europa.

El simpático embajador norteamericano James Costos, que desplegó en España mayores empatías que todos sus antecesores, por su carácter abierto y hasta festivalero, parece sentirse capaz de arriesgarse a entender nuestra idiosincrasia con un par de pinceladas (Condé Nast TRAVELER, Pilar Guzmán, 3 nov 2016): “los españoles son orgullosos y testarudos, lo que es, a un tiempo, una bendición y una maldición”. (1)

Como ejemplo de testarudez, cuenta, cuando preguntó si podían hacer una capa española más corta y con menos volumen de la que le ofrecía la prestigiosa firma Capas Seseña, le contestaron. “No, no las hacemos”. Esta y otras virtudes de lo español le han hecho entendernos y querernos, dice.

Yo no voy de capa, pero sigo dando vueltas con mi bandera. Y si me encuentro a Mr. Costos en mi paseo, llevando él la capa (y puede que hasta una espada), lo saludaré, sin evitar que me asalte este extraño pensamiento: ¡Vaya! ¿Se tratará de un progre en la playa?.


La calificación que los españoles merecemos de James Costos (“proud and stubborn”) es muy de agradecer. Mejora incluso, en  mi opinión, la nota colectiva que merecimos de Martin A.S. Hume en 1901 (“The spanish people: their origin, growth and influence”) en la que, por nuestro origen afrosemítico, nos atribuye una “overwhelming individuality”, que nos hace ofrecer una “obstinada resistencia a obedecer a otro, a menos que hablara en nombre de una entidad sobrenatural” (citado por Miguel de Unamuno en “El individualismo español”, dic. 1902)

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Negociadores a tiempo completo

26 enero, 2016 By amarias Deja un comentario

El tablero político está enmadejado y no parece que haya quien lo desenmadeje, aunque el desenmadejador que lo desenmadeje, buen desenmadejador será.

Tengo en mi escritorio el libro “El arte de negociar”, escrito por Enrique de las Alas-Pumariño Miranda. Me lo regaló hace unos días su autor, y me lo leí de inmediato. Al principio, movido por la voluntad de ser cortés con un amigo; a las pocas páginas, empujado por el interés de su contenido. En sus 204 páginas, este Dr. Ingeniero Industrial, que acaba de cumplir los noventa años y está “como una rosa”, desarrolla, con orden, sabiduría y humor, una teoría teórico-empírica sobre cómo ha de desenvolverse “el negociador a tiempo completo” que es, también, el subtítulo del volumen, y del que tomo el titular para este Comentario.

Es sobre todo en su capítulo dedicado a las “estratagemas”, en donde el lector más ávido encontrará lo que Alas-Pumariño llama las “doce guindas que rematan la obra”, y que relatan historietas que reflejan otros tantos trucos que pueden utilizarse, o pueden ser detectados, en una negociación.

Desde las elecciones de diciembre, quizá sin saberlo, los representantes de los partidos políticos que han obtenido mejores resultados (es un decir), están utilizando unas cuantas de ese elenco. Quien, en mi opinión, lleva la palma con ventaja es el equipo de Podemos, seguido a considerable distancia por los portavoces del Partido Popular, incluido, por supuesto, el Presidente de Gobierno en prolongadas funciones, Rajoy.

Pablo Iglesias jr. ha introducido el señuelo de la cabra maloliente unas cuantas veces y se ha especializado en el uso del enredo de las cerezas; el PP no desprecia la treta de las caperuzas de paño y defiende la metamorfosis de la gallina de los huevos de oro. En las imperfectas negociaciones para decidir en dónde pretenden instalarse, el PSOE -tanto por boca de Pedro Sánchez como de la de Susana Díez, aclamada como la baronesa andaluza por demasiados de sus inspi-conspiradores- parece ensimismado en necesitar una habitación más para la casa, lo que corresponde al ardid del arquitecto.

Por supuesto, la estratagema de la Batalla de Fontenoy es el truco del almendruco preferido por Iñigo Errejón, y los partidos regionales que apoyan, con sus trajes folclóricos más o menos aderezados, a cada coalición ocasional, defienden a la perfección el subterfugio de la tortuga huidiza del denostado Aquiles.

En fin, debería animar al lector a leer el libro, lo que, desde luego, hago convencido. Pero, antes de despedirme por hoy, permítanme que haga una propuesta: me postulo como Presidente independiente del futuro gobierno, y animo a que todos los ciudadanos independientes, que deseamos que se forme de una vez un gobierno que acabe con esta pesadilla de indeterminaciones y juegos posturales, hagan lo mismo. Cuantos más, mejor.

Lo haría gratis y por poco tiempo: el justo para volver a poner en funcionamiento el reloj de la actividad del país. No tengo especiales conocimientos sobre la Administración pública -aunque me se la teoría-, pero no tienen por qué ser peores que los de todos los candidatos (excluido, tal vez, Rajoy); tengo buenas calificaciones académicas; he trabajado tanto para la empresa privada como para la pública y creo saber bien cómo se mueven los hilos, delante y detrás de bambalinas; etc.

Puede que algunos  lo interpreten como la artimaña del Caballo de Troya, y así es. Pero es que, en esta coyuntura de atasco hiper-maquiavélico, o cambiamos las Reglas de juego (sí, otra estratagema) o estaremos ensimismados con la reproducción de la farsa del halcón y la paloma -que escenifica estupendamente Albert Ribera-, maniobrando estúpidamente con el tiempo, mientras la necesidad nos come los pies y los negociadores se acabarían convirtiendo en elefantes en la cacharrería.

Que, obviamente, no es una de las doce estratagemas que relaciona Alas-Pumariño, sino la consecuencia indeseable de negociar sin rumbo ni concierto.

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Alas-Pumariño, Ciudadanos, gobierno, Iñigo Errejón, negociaciones, Pablo Iglesias, presidente, Rajoy, Susana Díez

Cuento de primavera: Baile de máscaras

31 marzo, 2014 By amarias Deja un comentario

No habían coincidido hasta entonces, pero la casualidad los reunió en aquella mesa. Eran, más o menos, de la misma edad, ya avanzada la cincuentena. Gumersindo Centeno, bigote y barba algo descuidados, traje brillante por el uso, una corbata a cuadros demasiado ancha para lo que ahora se estila, parecía fuera de sitio.

Petronilo Maldotado, cabello ya entrecano dominado por un toque preciso de brillantina, terno caro de mezclilla, corbata firmada por la casa Carmani, también.

Su proximidad física en la mesa 16, junto a otros invitados a un desayuno al que asistía el Presidente del País de Maravalla, Dr. Corcovondo Inflado de los Ijares, que tenía lugar en el prestigioso Hotel Palace de la Putain, era producto, en efecto, del azar. Maldotado había llegado tarde a la convocatoria, cuando el conferenciante ya había empezado a hablar y se encontró con que no tenía sitio en la mesa que le habían designado previamente.

-Me temo, Sr. Maldotado, que las demás autoridades, creyendo que no vendría, han movido algo sus asientos, para estar más cómodos y no queda sitio en su mesa -le explicó la azafata, una atractiva joven de casi metro ochenta, que le sacaba la cabeza y a la que siguió, con la mirada fija en sus rotundas posaderas.

-La culpa la tuvo mi chófer. Creyó que el desayuno era, como otras veces, en el Hotel Pritz, y, cuando me dí cuenta, habíamos perdido un tiempo precioso -dijo Petronilo, aceptando que se le ubicara en la mesa 16, en un sitio de espaldas al estrado y con vistas a una columna.

Maldotado, empresario de éxito, estaba destinado a ocupar la mesa 2, el lugar preferente, justo enfrente del conferenciante, el Presidente del Círculo de Empresarios, y con la oportunidad de compartir espacio y mantel con el Presidente del País, los Ministros de Industria y Finanzas, y la Secretaria General de Inversiones Inespecíficas (amante del segundo), además de con el Rector Magnificiente de la Universidad de Maravalla capital, el cardenal Primario, el director del periódico de mayor difusión (La Gaceta Pertinente) y el Jefe Superior de la Policía Para-Científica.

Centeno, por su parte, estaba en ese desayuno por necesidad. Llevaba varios meses en paro, tenía hambre, y se le había ocurrido apuntarse a aquel acto, inventándose una ocupación que no tenía: Director ejecutivo del Club de Defensores Ambientados.

Maldotado, mientras un camarero le servía un té con hierbabuena, entregó a los dos inmediatos vecinos que tenía en la mesa 16, una tarjeta en la que figuraba su nombre impreso en huecograbado y el logo de su grupo, diseñado por Jacinto Maroscal. La vecina de la derecha, sacó del bolso un cartoncito que la acreditaba como ayudante del ayudante de la Secretaria de Inversiones Inespecíficas. Petronilo se disculpó, murmurando en voz ininteligible que se había olvidado las identidades en casa.

Había devorado casi todos los canapés de la mesa y lo que estaba escuchando en aquel acto no le interesaba, pero era quizás el único que había cumplido aquel día su objetivo.

FIN

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias, Sin categoría Etiquetado como: amante, cuento, cuento de primavera, desayuno, desempleado, empresario, Ministro de Finanzas, presidente

Cuento de otoño: El clavo, la mariposa y la niña que festejó el solsticio de invierno

22 diciembre, 2013 By amarias2013 Deja un comentario

Todos hemos oído historias en las que una actuación de apariencia intrascendente acaba provocando efectos muy importantes. Es el caso del clavo mal encajado por el que se soltó una herradura, lo que dejó manco a un caballo que montaba el general que mandaba los ejércitos en la batalla que decidió el destino de un país.

Hay un proverbio chino que sostiene que el aleteo de una mariposa puede llegar a provocar un huracán en la otra esquina del mundo, y se ha realizado una película de éxito que lo demuestra o, por lo menos, lo intentó.

El caos está siempre acechando, y hasta existen leyes de la termodinámica que le han dado carta de naturaleza intelectual. Lo que no quiere decir que, por su parte, los amantes del orden estén desprotegidos: existe una probabilidad, aunque obviamente muy pequeña, de que todos los átomos de la materia con los que está fabricada la mesa sobre la que ahora escribo, coincidan en ponerse a danzar en la misma dirección, lo que me permitiría vivir la inolvidable experiencia de verla levitar unos palmos sobre el suelo.

El escenario de este cuento es un mundo en desorden, por lo que se podía suponer que había sido pasto de aplicación simultánea de las teorías del clavo y de la mariposa. Para que el lector no tenga que utilizar la imaginación, que es aconsejable la reserve para otros momentos, basta con que mire a su alrededor.

En consecuencia del desorden imperante, los habitantes no perdían ocasión, tanto a escala doméstica como a nivel global, de enzarzarse en peleas y discrepancias por cualquier motivo, desde un quítame allá esas pajas a yo lo vi primero. Por supuesto, los motivos variaban según las zonas de la Tierra, las etnias, las castas, las naciones o los intereses particulares o generales. Lo que era común a todos eran las ganas de pelear.

Quiso la casualidad que, en vísperas del solsticio de invierno, una niña de diez años, que vivía en un poblado del centro de Africa, mientras volvía a la choza con un cántaro de agua sobre la cabeza, tuvo una revelación y, como resultado, tomó una decisión que no le correspondía. La pequeña se llamaba Maisha Niara, que significa en swahili Vida con Máximas Aspiraciones. Por cierto que era la única persona de la tribu que tenía dos nombres, pero, cuando murió al poco de nacer su hermana gemela, Maisha, como consecuencia de una patada de una cabra, su padre decidió que se llamaría así en adelante.

Maisha Niara había tenido mucha suerte. A pocos kilómetros de su poblado había una escuela y, desde que aprendió que había garabatos con significados, le encantaba escribir. Se pasaba mucho tiempo imaginando historias que podían suceder de verdad.

Después de dejar el cántaro a la sombra, la niña, tomó un bolígrafo y una hoja del calendario de hace tres o cuatro años que colgaba de una pared de la choza, y escribió, con su letra menuda y líneas bastante rectas, una carta dirigida al Presidente del país más importante de la Tierra.

Al día siguiente, apenas llegó a la escuela, le pidió a su maestra que le tradujera la carta al inglés.

-¿Una carta al Presidente más importante de la Tierra? -le preguntó, curiosa, la profesora a la niña.- ¿Qué puede decirle a una persona de ese rango, una niña de un poblado perdido en el corazón de África?.

Maisha Niara no contestó, sino que le repitió, por favor, que la leyera y, si le parecía bien, que la tradujera al inglés, la copiara en un papel lo más limpio posible, la metiera en un sobre con los sellos que fueran necesarios y se la entregara al buhonero que venía los jueves al pueblo con vituallas y conservas de salazón y pescado, para que le diera el curso conveniente.

La maestra leyó en voz alta, luego de ordenar a todos los niños, incluso los mayores, que se sentaran alrededor.

“Querido Presidente del país más importante de la Tierra: Me llamo Maisha Niara y vivo en África. No pude verte por la televisión porque en mi poblado no tenemos electricidad, pero me dijeron que tienes cara de buena persona. Soy una niña de diez años y estudio mucho porque me han dicho que es la forma de tener futuro. Verás, he pensado que como tú tienes tanto trabajo con cosas muy urgentes no debes tener nada tiempo para pensar en el futuro de los niños como yo. Cuando yo tenga treinta años, tú serás un anciano achacoso o te habrás muerto, y si la gente como tú, preocupada por solucionar el presente, no ha tenido tiempo para crear nuestro futuro, nos encontraremos con que no existe cuando lleguemos a él. Por eso, se me ha ocurrido que si todos los habitantes de la Tierra dedicásemos, por ejemplo, diez minutos cada día para hacer un poco del trabajo de otra persona, sin dejar por ello de hacer el que nos corresponde, tendríamos todos los días cien mil millones de minutos libres que te podíamos dar para que tú los distribuyeras de la mejor manera posible. A mí se me ocurren algunas cosas que podría hacer, pero creo que es mejor que te envíe un vale por mis diez minutos, para que, si te parece, pidas a todo el mundo que te envíe también un vale por diez minutos y, cuando los tengas todos, ordenes a cada uno que haga en ellos lo que te parezca mejor, y así también tú tendrás mucho más tiempo para pensar en el futuro de los niños.
No se me ocurre nada más. Te mando un beso desde el corazón de África. Disculpa las manchas de la carta, pero mi hermano ha tirado la papilla cuando estaba escribiéndola”.

-Eso último puedes quitarlo, dijo Maisha Niara.

Cuando el buhonero recogió la carta que iba dirigida al Presidente del País más importante del mundo, prometió darle el curso que correspondía. Pasaron los días, y en el poblado, una niña espera, ansiosa, la llegada del cartero.

FIN

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado como: Africa, carta, clavo, corazón, cuento de invierno, efecto, escuela, importante, inglés, Maisha Niara, mariposa, máximas aspiraciones, minutos, país, poblado, presidente, proverbio chino, swahili, tribu, vale, vida

Cuento de otoño: El último ponente

4 octubre, 2013 By amarias2013 Deja un comentario

Si el lector es invitado a participar en un Congreso o Jornada, sea del tipo que fuera, ha de procurar que no sea designado el último ponente.

Y si lo fuera, para evitar frustraciones, le aconsejo que no prepare su intervención, o no la haga con el interés que el caso debiera merecer, porque lo más probable es que no tenga ocasión de pronunciarla.

La tradición oral ha concretado que es muy mal lugar ser designado como primer ponente de la tarde, y que los Congresos han de terminar el viernes por la mañana, y que si quiere lanzar algún mensaje antes de un fin de semana, que tenga real aceptación, ha de limitarse a algo que no sea muy diferente a “pásenlo ustedes bien”.

Resulta que el protagonista de este Cuento de Otoño, aunque podía conocer la existencia de tan elementales principios, no le resultaba posible llevarlos a la práctica. Designado sistemáticamente como el último ponente de las Sesiones en las que participaba, presentado su currículum y experiencia como uno de los mejores atractivos para los asistentes, en realidad, nunca tenía tiempo para contar lo que había preparado.

-Lamentablemente, solo nos quedan dos minutos para escuchar la intervención de Prometeo Bienloquiero, ya que los anteriores ponentes se han alargado excesivamente y la pausa para café ha durado el doble de lo esperado. Por eso, tampoco tendremos coloquio, al contrario de lo previsto. Y como no quiero consumir más tiempo de Prometeo, le cedo la palabra, para que tenga la amabilidad de resumirnos en un minuto su ponencia, que, de todas maneras, en los próximos días se podrá consultar en internet, en la página web que está en construcción.

Estas solían ser, con pocas variaciones, las palabras del Presidente de la mesa, antes de que se procediera a dejar a Prometeo Bienloquiero en la tesitura de tomar la decisión de agradecer, sencillamente, la asistencia, y maldecir a los anteriores ponentes por el consumo desvergonzado que habían hecho del tiempo que a él hubiera debido corresponderle. Todo ello, además, después de que cada uno hubiera anunciado que sería breve, debido al corto tiempo disponible.

Prometeo consultó con varios especialistas en comunicación sobre lo que podría hacer en ese caso concreto en el que invariablemente, por ser el último ponente, no se le concedieran más de uno o dos minutos para lanzar su mensaje.

Casi todos se concentraron en proponerle que, antes de la Sesión, pidiese al Presidente y a los demás ponentes que se atuvieran al programa y al horario establecido, y que se enviasen a los retrasados, a punto de cumplirse cada período asignado, mensajes claros de que se fuera terminando la exposición.

-Que les enseñen carteles que avisen que les quedan cinco minutos, dos minutos, y que el tiempo se les acabó.

-Ya, ya -explicaba Prometeo- pero la gente no suele hacer caso, y el Presidente de la mesa no tiene por costumbre estrangular a los conferenciantes. Así que, por buena que sea la intención original, siempre hay alguno que se desmadra en la exposición, y consume su tiempo y otro tanto más, y, como yo soy siempre el último, pues la ponencia que debe ser acortada es la mía.

-¿Y por qué tienes que ser siempre el último? -llegó a preguntarle uno de los expertos, que trabajaba para la conocida multinacional de Speaking up without any Shame, Ltd (SUWAS).

-Es que me corresponde hablar de la experiencia real. Todos los demás son profesores universitarios y, claro, ellos presentan la teoría y yo las aplicaciones -contestaba Prometeo.

Por fortuna, uno de los expertos consultados le dio un consejo que resultó infalible, genial, demoledor. Ya que no podía evitar el que su tiempo fuera consumido por los antecesores en el orden de ponencias, si podía conseguir que nadie les hiciera ningún caso, y que lo que él dijera fuera recordado indefectiblemente.

En las próximas jornadas, Prometeo Bienloquiero asistió a los Congresos en los que era invitado como último ponente vestido de la forma más estrafalaria posible. Unas veces de payaso, otras de tenista travestido, algunas de falso obispo luterano, otras con la careta de capitán Acab y un globo de Mobby Dick.

Cuando, finalmente, le llegaba el turno de hablar, no importaba que tuviera solo dos minutos. La tensión que había concentrado sobre él era prácticamente ya insostenible.

Entonces, parsimoniosamente, se levantaba de su asiento en la mesa de conferenciantes, se encaminaba hacia el atril, comprobaba seriamente que el micrófono funcionaba, y se marchaba por la puerta, dejando a todo el mundo boquiabierto.

Lleva ya varias Jornadas en las que le invitan a hablar el primero, se explaya como le da la gana, repitiendo cuando le parece bien que está a punto de terminar, expone sus conclusiones, hace propaganda de su empresa y de sí mismo y, después de los aplausos que cosecha, los profesores se pelean por utilizar el tiempo restante.

Lo que ya no puede asegurar es que el panorama se mantenga. Pero, ¿y lo que se está divirtiendo?
FIN

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado como: angel arias, asistencia, coloquio, consumo, cuento de otoño, currículum, exposición, minuto, ponencia, ponente, preparación, presidente, Prometeo, sesión, tiempo, último

Cuento de otoño: El acta interminable

3 octubre, 2013 By amarias2013 Deja un comentario

En el orden del día de la Reunión de Objetivos Urgentes de la Comisión especializada en Discutir Prioridades, se encontraba la aprobación del acta de la reunión interior.

Como era preceptivo, el secretario de la Comisión había preparado el borrador de la misma, que había sido convenientemente matizada y corregida por el Presidente de la Comisión. También, por pura cortesía, había sido remitida, para su evaluación previa, a los miembros de la Comisión, que habían enviado sus rectificaciones y sugerencias, casi todas ellas relacionadas con lo que les hubiera gustado haber dicho, aunque no lo hubieran dicho, o no así exactamente.

El Presidente de la Comisión, llegada la hora para considerar válidamente constituída la Comisión, abrió al sesión, e invitó a la aprobación del Acta.

El Secretario pidió a los comparecientes si estaban de acuerdo con lo escrito en la primera hoja de la reunión.

-En absoluto -expresó el representante de los Colectivos Sistemáticamente Marginados-. Los asistentes se indican por orden alfabético de nombres de pila, y debería ser de apellidos.

-No tiene sentido la propuesta, y manifiesto mi desacuerdo -intervino la portavoz de la Junta Vecinal de Lesbianas Propietarias de Animales de Compañía-. Primero, deberían indicarse, y por su segundo apellido, los nombres de los colectivos marginales, y, luego, por orden aleatorio, todos los demás.

-Calma, calma -sugirió el Presidente-. No discutimos por lo que no tiene interés. Podemos, incluso, hacer dos listas alternativas para esta primera página, si es que estamos de acuerdo con ello.

-¡Protesto! Y exijo que se exprese en acta que esto constituye un oprobio para mi colectivo. -surgió la voz del delegado de Actos Singulares Sometidos a Decisión Popular-. Debemos discutir cualquier tema a fondo antes de tomar una decisión que nos vincule a todos.

-P…pero -atajó, tímidamente, el secretario, que era también licenciado en Derecho por la Universidad a Distancia- No podemos dejar escrito en el Acta de esta reunión nada sino está aprobaba el Acta de la anterior. Sería tanto como querer hacer un Acta dentro del Acta, una caja de muñecas rusas, o algo así.

La intervención del secretario provocó airadas intervenciones. Unos, opinaban que era perfectamente posible realizar un Acta dejando constancia de las discusiones para aprobar el Acta de la reunión anterior, y otros, que la cuestión del orden de los asistentes era una cuestión ajena al Acta, y por tanto, no susceptible de discusión…

Cuando se terminaron las dos horas previstas para la reunión del día en que deberían debatirse los asuntos tan importantes, aún se estaba por la aprobación de la tercera página, de las dieciséis, de las que constaba el Acta de la reunión constituyente.

Por eso, el Presidente levantó la sesión, y convocó a los reunidos para la próxima reunión, a la fecha prevista, para poder seguir discutiendo, y eventualmente, otorgar la aprobación, al Acta de la primera reunión.

-¡Ah, pero antes deberíamos aprobar el Acta de esta reunión, para decidir si procede aprobar la de la anterior, o seguir con el programa previsto! -expresó, poniéndose el abrigo, el joven perito industrial Manuel Albadalejos, que había estado callado hasta entonces.

Las discusiones se prolongaron, y en viva voz y alterados semblantes, mientras bajaban por la escalera, satisfechos de haber cumplido con su deber.

FIN

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado como: acta, Acta interminable, angel arias, aprobación, comisión, cuento de otoño, presidente, rectificaciones, Secretario, sugerencias

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