En esa serie norteamericana con un guión magnífico que se titula Mad Men y en la que un grupo de hombres y mujeres, allá por los cincuenta del siglo pasado, se enredan en aventuras sexuales mientras pasan la vida les construye variadas desventuras, se nos pone de manifiesto, por si alguien lo dudaba, que la historia se repite.
Cambian las personas e incluso los escenarios, pero el asunto básico es siempre el mismo. ¿Qué es, pues, lo que hace a esta serie que ya va por su sexta temporada, tan atractiva? En mi opinión, dos cosas: una presentación de los hechos comunes de los seres humanos muy bien trabada, hecha creíble con diálogos y escenas que nos confirman en nuestra condición de voyers, de curiosos pertinentes; y una interpretación con actores y actrices atractivos, no solo porque sean guapos, que muchos lo son, sino porque son creíbles.
Nada que ver con la historia real que se nos cuenta pero también nos toca vivir en nuestro pequeño pais. Un guión torpe y unos personajes cansinos, sin ideas, repitiendo sus morcillas y gags creyendo que van a provocar el aplauso y nos inducen a un tedio y horrores más profundos.
No se cambia de caballo ni de bólido en plena carrera, pero si nadie corre, es momento para decidir la renovación de la yeguada en las escuderías. En los aledaños del PSOE, se habla de Eduardo Madina como eventual sustituto a Alfredo Rubalcaba, liebre de buen porte que, sin embargo, no ha ganado ninguna carrera. En las proximidades del PP, se habla de Luis Bárcenas, que ha sustituído de un plumazo a la mitad del Gobierno,
Madina es profesor de Historia Económica Contemporánea y algo debe saber de cómo construir un buen guión con los mimbres que tendría a disposición. Es muy joven todavía, pero mi experiencia personal (como la de muchos) es que se pasa de ser muy joven todavía a demasiado viejo en un pispás.
Lo que no podemos es quedarnos quietos, a la espera de que escampe y se resuelva por si mismo el temporal. No será así. Hay que expulsar estos Mad Omen del escenario. Malos presagios. Necesitamos que irrumpa el viento fresco de quienes no tienen historias ocultas en sus armarios, ni cuentas pendientes, ni sus cerebros embotados.
Eduardo Madina (PSOE) y Antonio Basagoiti (PP) tienen el talante y la credibilidad, en mi modesta opinión, para propiciar una renovación de urgencia de los modos y trasfondos de los dos partidos mayoritarios, arrumbando cadáveres y zombis de un pasado lamentable de sus partidos, en los cementerios de la memoria.
Mad Men frente a Bad Omen. Porque, sí, para recoger el testigo en este momento de tempestad hay que estar loco y contar con capacidad de seducción para despertar la ilusión y simpatías colectivas con las que dejaremos a un lado los turbios presagios a los que nos conduce la desgana, el conformismo, la desconfianza, el sentimiento de la fatalidad que atrae a la derrota.
De otros partidos y opciones políticas, me perdone el lector que hoy nada escriba. Cuando se trata de apostar a ganar, no me muevo por posibles afinidades ideológicas ni por sentimentalismos ni nostalgias, sino por el nombre consolidado de las ganaderías, que es lo que les da mayor capacidad para selección de pedigris con los que realizar la renovación de las yeguadas.
Al fin y al cabo, con dos opciones buenas le bastará a la mayoría para rendirse satisfechos, sin que sienta la necesidad de probar el cocinado de chiringuitos y kermeses. No hay cosa peor que aguantar esta sensación de hambre en el cerebro.