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Vigésimo Sexta Crónica desde el País de Gaigé

1 agosto, 2022 By amarias Dejar un comentario

Los principales líderes de Gaigé han entrado en campaña electoral que, de cumplirse lo previsto en la Norma Suprema (Título III) deberán celebrarse cada cuatro años, correspondiendo el momento de la Convocatoria a la primavera de 2023.

Las tensiones provocadas por el deseo de tomar posiciones ante esa situación que proporcionará unos cuantos miles de puestos de trabajo a los diputados y senadores vencedores en los Comicios se traduce en un evidente nerviosismo que exacerba o sirve para inventar discrepancias entre las opciones políticas.

Desde luego, lo más chocante en Gaigé es la manifiesta tensión entre el partido mayoritario en la coalición de Gobierno y sus socios de la deteriorada izquierda ideológica. La habilidad del presidente Sánchez para controlar a los amigos de conveniencia de la derecha regionalista (independentista o conformista) hace aguas cuando se trata de poner a raya los protagonismos de los partidos de la “gauche” populista, cada vez menos divina y más carnal.

Aunque la presentación de resultados de Gobierno de hace una semana se centró en anunciar un impuesto excepcional (presuntamente inconstitucional, según se ha denunciado de inmediato) a los beneficios de los grandes grupos empresariales y financieros, las diferencias con el heterogéneo grupo que resulta de la descomposición de Podemos e Izquierda Unida son crecientes.

Incluso la sospechosa sintonía personal de la vicepresidenta designada -en fallida propuesta sucesoria por Iglesias (Pablo)- con su jefe teorico Sánchez (Pedro) está más impregnada de folclore estético que de contenido práctico. Las disensiones entre los ocupas de los ministerios económicos son palmarias y la pérdida de soporte institucional por parte de la Ministra de Defensa (Robles, Margarita) a la que se la van quitando competencias y atribuciones, es significativa; su posición crítica contra los pacifistas prorusos que están incrustados en el Gobierno de Gaigé adquiere ya dimensiones de sainete. Otras dos Ministras, antes provistas de mando en plaza, la de Hacienda (la muy desprestigiada Calviño, Nadia) y la de Energía (el azote de energéticas Ribera, Teresa) han cedido terreno hacia otros ministerios. Como un pantocrátor carnal, en última instancia, presidiéndolo todo (no tanto por su capacidad gestora como por su excepcional habilidad para la venta) se adivina, como un aglutinante imprescindible, el ansia centralizadora de Sánchez, (Pedro), convertido en un superministro factótum. Se dice que su objetivo a medio plazo (en especial, si no consiguiera revalidad la presidencia de Gaigé) se orienta a conseguir el puesto muy atractivo de Presidente de la Internacional Socialista, lo que le permitiría cerrar con broche de oro una carrera política realizada en contra de vientos, mareas, y de las esencias de su propio partido, hoy desconocido para quienes creyeron/creímos en la socialdemocracia.

El grupete de Ciudadanos está en estudio urgente de su refundación, tratando de reencontrar las raíces del centro liberal. Dirigen la operación de rescate de los suburbios andrajosos de esa opción antes muy querida, Villacís (Begoña) y Díaz (Guillermo), quienes toman la antorcha semiapagada en sus manos, ante la manifiesta incapacidad de Arrimadas (Inés) para reconducir el descalabro. La dimisión de Garicano (Luis) es una de las últimas deserciones del proyecto que había despertado tantas expectativas, incluso cuando parecía posible acceder a la Presidencia de Gaigé.

Siguen los incendios, favorecidos por la tremenda ola de calor, para cuyos efectos, a pesar de la apariencia de querer liderar desde Gaigé la batalla contra el cambio climático, ni se previeron ni se consigue ahora acotar con solvencia. Los esfuerzos de Bomberos, Unidad Militar de Emergencias, personal de apoyo y ciudadanos concienciados del desastre ambiental o directamente afectados por el avance de las llamas, se estrellan contra la fuerza del fuego y la escasez de medios. Las lluvias se hacen esperar y el agua escasea, incluso amenazando resultar insuficientes las reservas para consumo humano (y, desde luego, para riego agrícola) en algunos puntos.

La guerra de Rusia contra Ucrania prosigue, dando la sensación de enquistamiento táctico. La hambruna por falta de suministro de grano y fertilizantes (hoy, por fin, se liberó un barco cargado de maiz para Líbano desde Odesa) tiene efectos muy graves aún no evaluados suficientemente. Y en cuanto a la escasez de energía para calentarse este invierno, los Estados europeos aceleran la toma de decisiones bastante asimilables al sálvese quien pueda. Gaigé saca pecho, ofreciendo un exceso de energía de la que carece, mientras se anuncian medidas de ahorro que parecen más de tipo estético que efectivo.

Se anuncia por el Gobierno una situación excelente en cuanto al empleo (más de 20 millones de cotizantes a la Seguridad Social) y se distribuye optimismo moderado por los medios de difusión, advirtiendo, sin embargo, que nos esperan momentos de crisis económica y energética. La portavoz el Gobierno, Montero (María José) ha encontrado el gusto a reconocer como culpable de todos los males pasados y venideros al Partido Popular, que ha pasado a autocalificarse como alternativa de Gobierno, abandonando la designación de Partido de la oposición.

Para el gobierno socialista de Gaigé el Popular es, por derecho asignado, partido de oposición, macho cabrío expiatorio de cuanto salga mal, nulo colaborador, falaz adversario, incapaz de reconocer que, si Gaigé no levanta cabeza con la velocidad deseable, la culpa la tienen Nuñez Feijóo, Casado, Rajoy, Aznar, Fraga y Francisco Franco. La nueva Ley de Memoria Histórica, si se aprobara, permitirá resolver, de una vez por todas, cuando empezó la democracia en Gaigé y, cuando sea derogada, en qué momento terminó.

 

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Las características singulares del centro político

23 septiembre, 2021 By amarias Dejar un comentario

La debacle de Ciudadanos, la formación política nacida con vocación de centro entre socialistas y conservadores y, sobre todo, como cortafuegos a las pretensiones nacionalistas, republicanas e independentistas, ha dejado huérfanos a los que están convencidos que un partido charnela, incrustado ideológicamente entre izquierda y derecha.

Siguen haciéndose análisis -en tribunas de especialistas en el análisis político y en círculos de café y pastas entre amigos- sobre las razones de esa caída desde las alturas del Ícaro más notable de la policromía de opciones que se ofrecen a los votantes, en un país que vota liderazgos y no programas. Mi opinión, sin más valor que el hacerla explícita, es que Albert Ribera hundió la nave con él de capitán general.

El punto de arranque fue el debate televisivo de cierre de campaña en el que un acalorado Rivera Díaz presentó la tesis del que creía principal oponente -Pedro Sánchez-, invitándole a que “la leyera”, para que se enterara de lo que otros habían escrito por él.  Se hizo imposible el acuerdo de coalición o apoyo entre dos gallos de pelea en la quintana y, mucho mejor arropado y más hábil con la máquina de pactar, Sánchez alcanzó la presidencia pactando con el diablo. Después del abandono de Ribera para dedicarse a “la empresa privada”, ni Inés Arrimadas, ni Edmundo Bal, haciendo esfuerzos para tapar los agujeros con frases del viejo catecismo salvado del cuaderno de bitácora, ni el clamor de cuantos se tiraron al agua dando gritos para alejarse del barco con tantos boquetes, consiguieron otra cosa que certificar la defunción de aquel proyecto de centro, hoy agarrado a unas tablas y a la deriva.

Entre el PSOE y el Partido Popular hay actualmente un vacío estratégico en el marco político, que no me atrevo a decir cuán grande es, aunque sí que no lo va a llenar el moribundo Ciudadanos con sus animosos actuales monitores. Y, a pesar de todo, tanto uno como otro de ambos partidos mayoritarios necesitan una formación de centro suficientemente robusta para que funcione como eficaz punto de encuentro, si llega el caso. Por la izquierda, Podemos ha demostrado ser otra cara del independentismo o la izquierda radical, según le vaya en sus conveniencias, y se convierte, a ratos, en un incómodo compañero de viaje en la coalición de gobierno con el PSOE, apoyando posiciones extremas a su izquierda que, aunque parezcan contenidas por el tejemaneje del “te oigo pero no te escucho”, “te doy la razón aunque te ignoro”, no auguran ni estabilidad ni bien futuro.

Por la derecha más extrema. el partido de Abascal  hace el juego a los enconados ultras que dan a su formación un cariz inaceptable, xenófobo, irreal, insolidario, entre banderas nazis, enfrentamientos callejeros con la izquierda irredenta, insultando y vejando homosexuales y a pertenecientes declarados a colectivos LGTBI, etc. Aunque desde la cúpula de Vox, se niegue a menudo apoyo y filiación a los protagonistas de los mayores desmanes, a pocos engaña que se les hace el caldo gordo desde una formación que vende al mismo tiempo estampas de Franco, himnos patrióticos y pone zancadillas a “la derechita cobarde”.

Tampoco sirve engaño a la moderación y buen pulso para mejorar el país, que esgrime como marca de identidad el partido principal que gobierna en coalición con la facción socialista, cuando se complace en agudizar la bicefalia, con críticas a otros ministros, y se mete en fregados de incompetencia, desgaste o inconsecuencia, ya sean abrazos con ministros venezolanos del equipo de Maduro señalados por la Corte Penal Internacional, acogida misteriosa, mal analizada y peor explicada de Ghali,  líder del Frente Polisario (opción del pueblo saharaui para mantener el pulso por su independencia que España no sabe oficialmente cómo abordar), para su tratamiento en fase terminal aunque con causas abiertas en la Audiencia Nacional, …, subidas mínimas del salario mínimo esgrimidas por la líder de la otra cabeza de la bicefalia como una victoria sobre el empresariado, etc.

Y aunque Podemos ha avanzado algo, en la búsqueda de la supervivencia propia, hacia la moderación (que es su desdibujado), no es el mejor apoyo que puede pretender el PSOE para gobernar con tranquilidad. Esa formación política está, ella misma, a la búsqueda de una identidad, con su liderazgo en cuestión y su ideología y práctica en revisión permanente, entre el exabrupto incontrolable de los terroristas urbanos y los politicastros que buscan alguna idea entre los adoquines y el “buen rollito” de profesores universitarios y funcionarios con la vida resuelta a salvo de mayores pretensiones.

Se buscan líderes para una formación de centro que de aire a la izquierda y a la derecha. Ofreciendo coherencia liberal, guiño socialdemócrata sin sonrojos, apoyos a las posiciones realistas de avance en la mejora del bienestar social, la educación, el desarrollo tecnológico y empresarial.

Se necesita esa opción de tranquilidad y pragmatismo para pulir las tendencias a la ruptura de la baraja en el nuevo gobierno que surja de las próximas elecciones. Para que el PSOE no tenga que acudir a la insolidaridad independentista ni a la izquierda sin escrúpulos para gobernar, ni el Partido Popular deba abrazar la pegajosa capa de negra brea de Vox para acceder a la Moncloa.

Y, sobre todo, para que se deje de atender a los dedos que señalan y empecemos de mirar a la luna o las estrellas.

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Analizando los resultados de unas elecciones singulares

5 mayo, 2021 By amarias Dejar un comentario

Los resultados y consecuencias inmediatas de las elecciones convocadas por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel G. Ayuso, al disolver el Parlamento regional para conjurar el hipotético riesgo de una moción de censura propiciada por su socio de Gobierno, Ciudadanos (con el ex vicepresidente Ignacio Aguado como conspirador in pectore), evidencian algunas cuestiones que me resulta atractivo analizar, siquiera sea con las limitaciones de mi reducido periscopio.

La presidenta convocante ha conseguido un resultado magnífico, superando cualquier cota anterior del Partido Popular en la región de Madrid, en donde esta formación lleva gobernando (en coalición o con la abstención de otros partidos) más de un cuarto de siglo. Este hito lo consiguió sin especificar su programa (aunque se refirió en campaña, regularmente, a su deseo de obtener mayoría suficiente para “llevar a cabo su programa sin interferencias”). En la propaganda destinada a promover el voto a su formación, se incluía solo una hoja con su fotografía a color en una cara. La otra, que debería contener, al menos, un resumen de sus ideas de gobierno, estaba en blanco.

En mi opinión, el éxito de Isabel Ayuso ha de ser compartido con la cerrazón de la oposición de izquierdas en presentar como errores y fallos sus éxitos o, al menos, sus propuestas de acción, animada desde el Gobierno y exacerbada por un histriónico ex vicePresidente, de equívoco nombre Pablo Iglesias, que capitaneaba los restos de la formación UnidasPodemos, con una intención de salvación de los trastos de su naufragio que, a estas alturas, se confirma como inútil, extemporánea y…rallana en lo ridículo.

El PSOE ha demostrado, una vez más, que no es capaz de presentar un candidato con empuje mediático para Madrid. La sorpresa que significó en las anteriores elecciones un desconocido Angel Gabilondo -avalado con títulos académicos rimbombantes, hermano de un comunicador de éxito, y con un mensaje soporífico pero tranquilizador-, no pudo repetirse. El nuevo Gabilondo apareció corto de ideas, sin capacidad para la ironía, avasallado por el seudogracejo de gata y chotis que puso en valor la presidenta Ayuso, empujada al éxito por un clamor de madrileños que están hartos de la prepotencia del Gobierno de Sánchez, de sus medias verdades y de sus socios, en el Ministerio y fuera de él.

No le echo la culpa del fracaso a Gabilondo, sino a la pésima tramitación de la campaña socialista, en la que los apoyos prestados desde el aparato del partido no han servido para añadir ni credibilidad ni sintonía. Algo grave le está pasando a este PSOE, encerrado en una urna de cristal esmerilado, gozando de su propia salsa, alejado cada vez más del hálito del pueblo. Aventuro incluso que hasta el gran capital -los que detentan las cuatro perras relevantes de nuestra maltrecha economía- le están dando la espalda.

Tampoco descarto que Madrid se haya configurado, en esta situación oscura entre pandemias, falsedades y palabrería inactiva, como alternativa definitiva al descalabro de una Cataluña sin objetivos, traidora en lo fundamental, vacía de ideas y con un ansia de emancipación injustificable. Ayuso también rentabilizó ese desapego.

El éxito relativo de algunos partidos en estas elecciones, que consiguieron incrementar su número de diputados regionales, no admite muchas lecturas positivas para el electorado, que somos la mayoría. Tampoco Vox, con una candidata correosa, capaz de enfrentarse a la realidad con la misma terquedad que su oponente ideológico, magníficamente representado en su cortedad argumental por el citado Iglesias, puede alardear de éxito. Es una victoria aparente, efímera. Porque ni Rocío Monasterio, ni siquiera Abascal, su mentor, y, por supuesto, tampoco su esposo (en la derecha extrema también se hace política de parejas sentimentales),  Espinosa de los Monteros, aspiran seriamente a dedicarse a ocupar un puesto de gestión política que les consuma tiempo que restarían a sus negocios.

Por parte de Más Madrid, con una candidata empeñada en campaña en que conociéramos su vocación de anestesista tocapelotas y madre de familia numerosa, Mónica García es un hallazgo estratégico del refinado Iñigo Errejón, pero el invento que consiguió disminuir la fuerza que parecía arrolladora para conducirnos a una república bolivariana, ha cumplido su misión estratégica. Estamos salvados. Vuelvan las aguas de la izquierda marxista con vocación testimonial de lo que pueden dar se sí las enseñanzas demodé de Karl Marx (Hegel, Engels, Bakunin, Gramsci, etc.) al redil convincente que representó Julio Anguita, si es que su mensaje puede tener un revival.

Siento el fracaso de Edmundo Bal, porque su campaña tenía muy buen fondo. Su misión era imposible, pues venía lastrada por la espantada histórica de Albert Ribera (¡que ni siquiera pudo apoyar su campaña por estar trabajando en un “bufete privado”! -sic-), el desfondamiento argumental de Inés Arrimadas, la deserción de demasiados nombres relevantes de la que fue atractiva formación naranja y hoy fruto pasado. Cumplió para recordar a los nostálgicos lo que debe ser una correcta campaña y, sin duda, su serio trabajo alumbra la creación de un nuevo partido, que el no capitaneará, porque tiene madera, actitud y fondo para ser un magnífico segundo. El país necesita gente así en las primeras líneas del pensamiento político.

En fin, aventuro el final de la legislatura de Pedro Sánchez. Se que es mal momento, pero no le queda más fuerza que a un globo desinflándose en el aire. Los restos de Unidas Podemos en los Ministerios que ha dejado Iglesias (incluida su actual pareja, Irene Montero) no tienen calidad ni para cascarrillos de telediario. Y muchos de los ministros socialistas están pidiendo a gritos que se les sustituya.

Buena suerte, Isabel Ayuso. Te esperan dos años muy tensos, nada entretenidos. El resto de España no es Madrid y fuera de aquí, los españoles carecen de esa chulería, de ese gracejo cosmopolita y jovial, acostumbrado a soportar la carga emocional de una España a la búsqueda permanente de identidad propia sobre las espaldas. Me temo que Pablo Iglesias necesita aún varias operaciones de temple y revenido (perdón por la imagen de viejo siderúrgico). El tiempo corre.

 

 

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Desperdicios

11 abril, 2021 By amarias Dejar un comentario

La pugna por hacerse con la mayoría desde la que poder gobernar en Madrid, que se decidirá conforme al resultado del escrutinio de las elecciones a las que los madrileños están convocados el 4 de mayo de 2021, está confirmando la banalidad de los  postulados políticos esgrimidos por quienes se deberían estar esforzando en convencernos.

Empiezo mi comentario desde la nostalgia. En una notable reflexión sobre la posibilidad de subsistencia de la izquierda ideológica (“¿Es posible otra izquierda?”, Gabriel Tortella, EM, 10 de abril de 2021) el articulista glosa sobre la necesidad de un verdadero partido de izquierda que afronte “honradamente (…) las desigualdades sociales”, dedicando una añoranza consciente a la ausencia de un “partido verdaderamente progresista”.

Hace tiempo, en efecto, que la cuestión acerca de lo que es izquierda o derecha, populismo o fascismo, socialismo o libertad (lema sin contenido conceptual aceptable, que ha elegido la candidata Ayuso para su campaña) ha perdido sentido, por deformación semántica de los postulados, por desorientación y negativismo irreflexivo de las alternativas y por desconocimiento culposo de los hechos históricos que nos han traído hasta aquí.

No puedo precisar cuántos electores se verán animados por los asaltos físicos de energúmenos contra los candidatos de Vox y, por traslación, contra toda opción que no les guste (“este barrio es mío”, “fascistas, fuera de aquí”, “no os queremos, ultraderecha”), para votar a favor de ese partido y de aquellos otros partidos que hayan condenado claramente los  asaltos a la convivencia que se han convertido en expresión paradialéctica de la convivencia. No me apetece, por tanto, comprobar que, en esta ilusión cada vez más decepcionante de país demócrata, habrá millones de personas que se mostrarán felices de no conceder opciones de manifestarse (negándoles el pan y el agua a su expresión legítima) a las posiciones que a ellos no les gusten.

Proliferan los negacionistas de cualquier alternativa a su esquema cerrado. Y los hay para todas las opciones. ¿Pretenden abrir debate? No.  Crean crispación, negando opción de expresión al diferente o ridiculizando, entendiéndola falsa sin razones, la decisión tomada a partir del conocimiento técnico o científico.

En política, se dicen republicanos, no por convicción ni por disponer de alternativa más beneficiosa, sino como “postura estética” contraria a la Monarquía legítima en un Estado parlamentario. Otros, entienden la unidad de España como algo inamovible y hasta etéreo, negándoles opciones a quienes, si se mantuvieran respetuosos con el orden constitucional (ay!), desearían expresar, elaborada y seria, su propuesta de en Estado federal. Aquellos, no quieren ni oír a defensores de la capacidad de los padres para decidir el tipo de educación de sus hijos. Más allá, no están dispuestos a admitir que se pueda apoyar la libertad económica al mismo tiempo que el progreso social, con una exigente cooperación sectorial público-privada en determinados sectores preferentes.

Por volver a los principios, los dos elementos que reclaman atención prioritaria, después de más de un año (trece meses) de torpe e ineficiente lucha contra la pandemia y de la grave incapacidad para mantener o rescatar la economía de su colapso, son, sin duda, éstos: a) inmunizar inmediatamente a toda la población y b) regenerar la capacidad de creación de actividad y empleo sin ninguna dilación, con especial dedicación a la promoción de empleo juvenil y la potenciación de la investigación. En este caso, puede que todos aquellos a quienes se pregunte, estén de acuerdo con estas prioridades, pero… no se hace gran cosa, anquilosados por las disputas entre gobierno central y autonomías, ayunos de ideas, etc. La triste realidad es que aún debemos esperar hasta octubre (o más allá) para que a todos nos hayan puesto una vacuna que nos inmunice (con un porcentaje alto) y, para mayor pavor, no tenemos ni idea de si nuestra recuperación colectiva tendrá forma de “V”, de “K” o de raya horizontal.

Voy a tener difícil decidirme por un candidato en estas elecciones. Tengo, sí, claro que mis simpatías por Ayuso descansan principalmente en que no me gusta que a nadie se le ridiculice o critique por lo que ha hecho bien o, al menos, ha supuesto actuar cuando el vocerío contrario le aconsejaba estar quieta, viéndolas venir. No alcanzo a adivinar lo que representa Gabilondo, con su estatismo tan distante de la realidad pastosa, con ese áurea de profesor universitario empapizado por sus lecturas, con el que, a lo mejor, me apetece tener una conversación sobre la existencia de los seres miríficos, pero no que dirija mi región; lo veo más como defensor del pueblo, esto es, largando papeles sin mucha chicha. Me parece, por otra parte, que Monasterio, esposa de Espinosa de los Monteros, representa perfectamente la clase social a la que sentimentalmente no pertenezco y alumbra la opción de un matrimonio de élite con pico de oro y cuadras de equino.

Por supuesto, jamás votaré a “este” Pablo Iglesias, ambicioso encantador de serpientes y guía de ciegos y alucinados, que, como su colega de banquillo -hasta hace unos días-, Sánchez, no tiene problemas en mentir ni cambiar de opinión según le convenga, sintiéndose por encima de la verdad y del conocimiento y apto para forzar la realidad al antojo de sus propios intereses y los de sus colegas de facción. Entre ambos, han destruido por bastantes años el espacio del socialismo real, mancillándolo con vacuidades, interpretaciones falsas de la Historia y los hechos actuales. Su objetivo oculto parecería ser espantar a los empresarios, hundir la economía y mandar el conocimiento y la investigación al ostracismo.

Y, para terminar rompiendo las fichas, no me seduce votar a Errejón, porque no me fío de su disimilitud forzada con el equipo de Podemos, engatusado ahora con la especie sin valor de arrastre, de presentar proyectos atractivos, pero marginales.

Tengo siempre la opción de votar en blanco, por supuesto. Aunque, cuando le doy vueltas, se me acerca la figura de Bal (Edmundo), un candidato serio, anodino, sin fuerza mediática, pero al que no le oí decir (¿aún?) ninguna tontería. Tiene muy difícil conseguir el mínimo 5% que le liberaría del ostracismo absoluto y no le ayuda (al contrario) la mochila del insensato proceder de Rivera, las dimisiones de descontentos a la busca de autor o la pérdida de empaque de Arrimadas. Votarle, puede significar tirar el voto a la basura.

Pero…¿no es aún peor votar a quien no ofrece garantía de que cumplirá lo prometido?

—

La Bulbinella Angustifolia (planta originaria de Nueva Zelanda) es una de las muchas plantas en floración del Botánico de Madrid, ignorada por cuantos se concentran en torno a os parterres de tulipanes, camelios y rododendros.

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La batalla por Madrid, versión 2021

16 marzo, 2021 By amarias 1 comentario

El ineficaz y lenguaraz Pablo Iglesias jr., vicepresidente en la estrambótica coalición PSOE-Unidas Podemos que llevó a la jefatura de Gobierno de España al trilero Pedro Sánchez, ha sorprendido a propios y extraños con una maniobra estratégica que recuerda el comportamiento del escorpión de cola negra.

Escriben los naturalistas avezados en observar bichos que los escorpiones y, entre los de picadura más peligrosa, el androctonus bicolor, que habita en zonas desérticas de África y Oriente, cuando se ve rodeado por el fuego, lanza su cola, en donde guarda el veneno, en todas direcciones, de manera tan frenética que parece que quiere inocularse a sí mismo el líquido letal  que le sirve para adormecer y paralizar a sus presas.

Se sabe ahora que el escorpión de cola negra no pretende suicidarse, sino que, en su azoramiento, busca el enemigo por todas partes y, por ello, también parece que se quiere inmolar con su propio veneno.

Pablo Iglesias ha demostrado, desde que su amigo Antonio Ferreras lo lanzó al estrellato, que es un excelente polemista, capaz de utilizar la Historia a su antojo, insultar sin reparos al contrario, adormecer al oyente con palabrería a la que no es fácil (y, además, estéril) encontrarle sentido. Apoyado por el voto de varios millones de ignorantes amantes del riesgo crítico, se convirtió en el adalid que supo combinar la esperanza de la izquierda crédula con la desesperación de una juventud sin perspectivas claras de futuro y ese amasijo con sensibilidad a flor de telediario, formado por compatriotas que igual aplauden al domador que mete su cabeza en las fauces de un león drogado que al féretro de una pobre desgraciada que acaba de ser acuchillada por su despreciable maltratador.

Hélo ahora aquí, desprovisto de más encanto que el de un ataque de nervios. La aproximación de su socio de gobierno al equipo claudicante de Inés Arrimadas, ha despertado sus celos, temiendo que Sánchez le hiciera la pirula. Cuando leyó las cartas que, como maestro de la quiromancia, tiene siempre al alcance, vio que el movimiento de Isabel Diaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, convocando a destiempo elecciones para despegarse del molesto Ignacio Aguado, le abría la fosa del olvido eterno.

Si el Partido Popular capitaneado por la eficiente (?) Ayuso tenía que batirse contra Gabilondo (Angel) y los demás restos de tienta política que se han ido quedando como alternativa regional al cobro del cupón, iba a ganar por goleada. Y si se hacía con la mayoría, posiblemente apoyada por Vox al que, a estas alturas, le da igual ocho que ochenta, sería el fin para Podemos, ya metido en una caída libre provocada por su probada ineficacia para cumplir lo prometido, gobernar con juicio, explicarse sin chorradas.

Iglesias se postula como candidato a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, como candidato de la izquierda frente a la candidata de la derecha, que personifica en Ayuso. Como aún tiene ínfulas de mandar algo, antes de irse, en una rueda de prensa desde la sede pública que costeamos todos los españoles, designa a su sucesora, pasándose por el forro de macho alfa (bastante debilitado energéticamente), la potestad que, suponíamos, corresponde al presidente de Gobierno, que se entera de los movimientos por la prensa.

Mi diagnóstico es que Iglesias va a perder la batalla. No porque me encante Ayuso que, como en su momento dije de Arrimadas, me parece que le falta algún hervor. Pero mi voto no importa. Para la inmensa mayoría de los madrileños (y, debo decir en este caso, las madrileñas), elegir entre un machito de Galapagar y una heroína de la puerta de Alcalá, no presenta problemas. La manifestación de mala uva, amenazas a los que tienen alguna propiedad, recuerdos nostálgicos a la Venezuela de Chávez y a las soflamas de la Facultad de Sociología (sigo sin enterarme bien de lo que se enseña ahora en ese recinto universitario), las recogen como se merece: con una solemne pitada.

Ahora ya nos conocemos todos.

—

Este hermoso pajarillo, que se alimenta con gusto de los amentos de un aliso, es una hembra del serín verdecillo. Los miembros adultos de esta especie, están ahora en plena efervescencia sexual y los machos, con un trino que asemeja a una rueda de amolar desengrasada, capaz de exasperar al más pintado si lo tenemos cerca, lucen un pecho y bigotera de un espléndido color amarillo.

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Distanciamientos

25 junio, 2019 By amarias 2 comentarios

Han transcurrido dos meses desde las elecciones generales de 28 de abril de 2019, y más de un mes desde las locales y europeas, y el panorama político, lejos de clarificarse, se complica por momentos.

Poniendo orden a mis particulares impresiones de la forma en que se produjo el proceso electoral, el contenido de las campañas de los diferentes partidos, los resultados producidos por la asunción desconcertada por la ciudadanía de los planteamientos expresados por quienes se dicen profesionales de la política y, en fin, por el lamentable desarrollo de las negociaciones posteriores para intentar (supongo) formar gobiernos y no, como pudiera interpretarse, tendentes a desbaratar cualquier intento de alcanzar la calma y la cooperación necesarias entre los agentes económicos y sociales, extraigo las siguientes conclusiones:

  1. Los representantes de los partidos no han querido, interpretar los resultados electorales. No ha ganado ninguna propuesta de partido, y ha quedado demostrada la desorientación de los votantes a la hora de elegir opciones. Salvo en Cataluña, en donde subsiste una importante facción independentista (y para durar), en el resto del país los partidos constitucionalistas, que se habían unido para aplicar el art. 155 y, subsidiariamente, propiciar el proceso penal que ha conducido a la presión preventiva (y que, con seguridad, es preludio de una dura condena) a los organizadores no fugados del intento de secesión, han obtenido un respaldo muy amplio, prácticamente uniforme. Pero el relativo aumento de votos que ha recogido el partido del gobierno en funciones, el PSOE, no le autoriza para verse como exclusivo ganador. Porque ningún partido ha obtenido votos suficientes para gobernar en solitario; ni siquiera los autodenominados “bloques” (de izquierda o derecha del espectro) pueden jactarse, dada su falta de uniformidad, de haber ganado nada.En conclusión, no cabría otra opción que calmar los ímpetus de convertirse en amos de un cotarro en el que, para mandar, solo pueden aportar sus ganas de hacerlo. Si no quieren conducir la situación a nuevas elecciones, y, si rechazan andar a mamporros durante toda la legislatura con falsos acuerdos de cooperación o apoyos precarios para la investidura. Para que pueda gobernar Sánchez y designar a un equipo estable y con capacidad de acción, es imprescindible un acuerdo amplio de concertación. No con Unidas Podemos (o no solo, y no con las premisas ahora conocidas), ya que su posición como candidato a cogobernar está contaminada por su falta de sintonía en temas cruciales (el juicio a la secesión y la reforma económica y social, por ejemplo), sino contando con el apoyo -no solo la abstención- de otras fuerzas con visión de futuro factible y no obsesionadas con elucubraciones propias de debates parauniversitarios.

    Si Sánchez no logra agrupar junto a sus propios diputados a otros de centro y centro derecha, para unir a los eventuales de un Unidas Podemos rebajado en humos y crecido en sentido práctico (dentro de un programa claro de Gobierno, con un concierto básico en los grandes temas (económico, ambiental, industrial, defensa, laboral, social, asistencial, etc.), no le queda más remedio que convocar nuevas elecciones. Costará dinero al país, pero más nos está costando este suplicio del disentimiento prolongado. Mejorará algo el PSOE, bajarán los demás, se elevará a un clamor la abstención, pero aprenderemos todos el valor de negociar con la cabeza y no con los genitales.

  2. La irrupción del partido VOX, al que, sobre todo desde los partidos de la izquierda teórica, se ha calificado de anticonstitucional, ha significado un refuerzo potente para las agrupaciones con tendencias derechistas, que se han presentado en coalición aparente, con el objetivo de “echar a Sánchez” del Gobierno de la Nación. Ha sido un grave error, en especial para Ciudadanos, sin ventaja para la ciudadanía que quiere, por encima de todo, resultados prácticos.Esta aparición de un partido con líderes mediáticos, bien preparados dialécticamente, provocada por el desgajamiento de descontentos procedentes del Partido Popular,  ha sabido, con sus posturas extremistas y la atención despertada, llegar al ánimo de votantes radicales, firmes en temas como el aborto, devotos teóricos del catolicismo carpetovetónico (hoy ya bastante cutre, por trasnochado), atentos al mensaje de la Patria amenazada, gozosos de ver el Ejército como salvación ante la deriva secesionista, etc. Postureo mediático bien adobado de palabras con tonos catastrofistas de doble sentido, apto para interpretaciones al gusto de cada cual, recogiendo lo que le apetezca.
  3. El partido Ciudadanos, esperanza casi preconsolidada para construir o reconstruir la posición liberal (o de centro), ha perdido su entidad ideológica y su carisma neutral. Su actividad electoral y postelectoral  ha servido parea desorientar y desmoralizar a votantes (y a algunos de sus líderes).La distonía con los principios básicos del postulado liberal, ha tenido dos hitos, ajenos incluso al proyecto inicial: 1) la obstinación de Rivera y Arrimadas (como líderes más significativos, proyectados desde el catalanismo sensato a la dimensión nacional, y naufragando en el nuevo medio) en trazar líneas rojas con el Partido Socialista, ha movido a parte su electorado natural, justamente, hacia el PSOE y ha dejado con la brocha en la mano a los votantes que veían en acuerdos con ese partido la construcción de un eje de estabilidad para el país; 2) la posterior descalificación desde el “aparato de C`s” de quienes, justamente, defendían desde el propio partido el mantenimiento de la posición liberal, y que culminó con la expulsión de Manuel Valls, candidato a la alcaldía de Barcelona, y presentado en su momento como gran fichaje, (por haber favorecido el nombramiento de Ada Colau, como mal menor como alcaldesa de Barcelona), se prolonga actualmente en deserciones, tensiones internas y, en definitiva, ausencia de criterio inteligible.
  4. Por su parte, la persistencia de la manifestación de un decadente Pablo Iglesias, convertido definitivamente en un patriarca de su creación política- junto a su actual pareja, Irene María Montero, de querer entrar en el gobierno de un futurible presidente de Gobierno Pedro Sánchez, a cambio de un apoyo insuficiente, refleja únicamente que ha perdido el norte, al no valorar su verdadera fuerza.Definirse como portador de los valores de la izquierda (sean cuales sean ésos), hallándose en caída libre junto a Alberto Garzón, monitores del proyecto incomprensible de Unidas Podemos, es sarcástico. En la actualidad, juzgado por su actuación personal, Iglesias jr.  podría jactarse de ser triste coautor de la destrucción de la izquierda histórica (para muchos militantes, aún respetable) que representó no hace mucho el Partido Comunista. Contó, no se le puede negar la colaboración destructiva, con un inocuo ideólogo pero, como él,  presuntuoso (aunque sin su carisma mediático) que puso al servicio del descalabro a los fieles votantes de la izquierda irredenta.

Un petirrojo, sobre uno de los bastidores de una cuerda de tender ropa, meditando tal vez (en su cerebro de ave) qué hacer.

Los petirrojos (erithacus rubecula) son aves migratorias (en general) y, entre sus magníficas características, se encuentra el haber sido los elementos de reflexión a los astrónomos y físicos que ayudaron a descubrir la existencia del norte magnético, por el que se acabó intuyendo que se guiaban en sus migraciones, con un mecanismo interno aún sin descifrar.

Archivado en: Actualidad, Política Etiquetado con: Albert Rivera, Alberto Garzón, Arrimadas, Ciudadanos, elecciones, gobierno, Partido Popular, Sánchez, Unidas Podemos

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