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Quincuagésima Crónica desde el País de Gaigé

17 enero, 2023 By amarias Deja un comentario

Adelantada la campaña electoral cuyos resultados decidirán los comicios del próximo mayo, las facciones políticas en Gaigé se afanan por reforzar sus opciones, en un escenario de evolución poco predecible.

Sucede que las opciones del ala conservadora -Partido Popular y Vox- aparecen sólidas (con el fermento mediático que les da un falso color de disidencia), frente a la debilidad del Partido Socialista para presentar una línea de continuidad ideológica con Unidas Podemos y el inconcreto proyecto de Díaz (Yolanda), aún Ministra de Trabajo del gobierno multicéfalo de Sánchez (Pedro).

Nada permite aventurar que sea posible la continuidad del actual gobierno sin contar, en el mejor de los casos, con los apoyos de los independentistas catalanes y los acomodaticios nacionalistas vascos.

El mosaico electoral de Gaigé revela la afición por acogerse a oportunismos sin mucho recorrido, huyendo de plantear temas de sustancia. La semana política ha terminado con la polémica que cubrió de reproches al vicepresidente de Castilla y León, García-Gallardo (Juan), militante de Vox por sus provocadoras declaraciones a favor de un protocolo de actuación que se pretendería imponer a los médicos ginecólogos que tuvieran que atender a gestantes que desearan abortar. Como sucede en Gaigé con frecuencia, el asunto se resolvió (mal) con desmentidos, acusaciones de interpretación tendenciosa y, por parte del Gobierno, desaforados intentos de convertir el caso en paradigma del caos que sobrevendrá si la responsabilidad de gobernar el país cayera en manos de una coalición de las derechas.

En Cataluña, el furor optimista oficial tras el pacto entre el Gobierno y ERC que provocó modificaciones en el Código Penal tendentes a despenalizar los delitos de malversación y eliminar el de sedición, el auto del superjuez Llarena (Pablo) renovando la orden de busca y captura de Puigdemont (Carles). ha supuesto un jarro de agua muy fría. El auto aprovecha, además, para destrozar jurídicamente los argumentos  con los que el Gobierno justifica la despenalización de la sedición, advirtiendo la desnudez con la que se deja al Estado ante insurrecciones no violentas.

La crisis por falta de acuerdo para renovación de los magistrados en el Tribunal Constitucional (TC), se resolvió utilizando el rodillo socialista, que aupó a Conde-Pumpido (Cándido) a la Presidencia, previo corte de mangas y puñetas a la candidata propuesta por los conservadores, la progresista Balaguer (María Luisa). De todas formas, el mal está hecho: la sociedad civil ha comprendido que el TC tiene un trasfondo sectario que compromete su obligada independencia.

El periódico más sesgado hacia el conservadurismo, el prestigioso ABC, lleva centrada dedde hace días su investigación sobre escándalos de coimas y sobornos en el otrora poderoso Alvarez Cascos (Francisco), que debió lucrarse ilegalmente en su etapa como vicepresidente de Gaigé y ministro de Obras Públicas. Quedaría por probar, en caso de que las investigaciones lleguen a puerto, si malversó caudales públicos para sí o para apoyar a su creación, el Foro Asturias.

Ganó por la mínima Arrimadas (Inés) sobre Bal (Edmundo), en el Congreso extraordinario para decidir el rumbo de Ciudadanos, evidenciando un partido roto, desarbolado, a la deriva. ¡Ciudadanos de Gaigé, buscad otro refugio si el equilibrio inestable os interesa, para el centrismo de chicha y limonada!

Desde el Gobierno, parece que abundan los motivos de jolgorio. La secretaria de Estado de Igualdad, Rodríguez “Pam” (Angela) se rio a carcajadas de los efectos de la ley del solo si es sí, calificando de pecata minuta las casi doscientas  rebajas de condenas a violadores que ha provocado, hasta ahora (“porque no son miles, las oleadas”).

Hay más materia, pero a este cronista se le agarrotan los dedos. Quizá debería comentar sobre las exequias de quien fue Rey de Grecia (Constantino, hermano de la Reina Sofía). que reunirán en Atenas al Rey Juan Carlos y a su hijo pequeño, don Felipe).  Dicen que Marichalar (Froilán), el nieto bailón y comunicativo del Rey exiliado va a acompañar a su abuelo en Abu Dahbi.

O tal vez corresponde escribir sobre la traición de Bolsonaro (Jair) al resultado electoral que dio la presidencia de Brasil a “Lula” da Silva. O sobre la afición a llevarse a casa papeles oficiales secretos de los presidentes norteamericanos, ya sean demócratas (Biden, Joe) o republicanos  (Trump, Donald)

Pero lo más importante fuera de Gaigé me sigue pareciendo la guerra en Ucrania, que nadie sabe cómo parar. Mi amigo Núñez (Jesús), experto en analizar conflictos, opina que con la primavera llegará la gran ofensiva rusa.

Publicado en: País de Gaigé Etiquetado como: Alvarez Cascos, Angela Rodríguez, Arrimadas, Balaguer, Conde-Pumpido, Edmundo Bal, Foro Asturias, Gaigé, García-Gallardo, Jesús Núñez, Pam, Rey Constantino, rey juan carlos

Cuadragésima Crónica desde el Pais de Gaigé

14 noviembre, 2022 By amarias 4 comentarios

 

Hoy serán cuarenta las semanas transcurridas desde que escribo las Crónicas desde Gaigé, el país imaginado en el que se produce una selección un tanto arbitraria de las noticias que tienen lugar real en España. No pretendo reseñar con fidelidad la historia, no soy fiel al relato (ni al oficial ni al pretendido por las oposiciones al Gobierno), pero soy rigurosamente independiente.

Me atribuyo esta categoría singular para explicar que no pertenezco a ningún partido político y, lo que es más específico, no me interesa ninguno. En esto me declaro en sintonía con la frase de Vargas Llosa (Mario) que ha merecido -con su foto- ocupar la mitad de la portada de El Mundo del 13 de noviembre: “La política corrompe profundamente al ser humano”.

De independentismo se ha hablado y escrito otra vez mucho en Gaigé, el país de los despropósitos. La razón reside en la intención del Gobierno -por una vez, en sintonía- de derogar por la vía del decreto ley, el delito de sedición, por el que fueron condenados los golpistas catalanes cuando se embarcaron, desde el gobierno legítimo de la Generalitat, en la aventura sin rumbo de declarar la independencia de la región, con base en el resultado de un referéndum ilegal y amañado.

No merece la pena (para este cronista) detenerse en los cambios de opinión del presidente Sánchez (Pedro), siempre expresada ésta con la misma contundencia, porque me basta con remitirme a la frase del Premio Nóbel que transcribí más arriba. El objetivo de “homologar el delito de sedición a las leyes penales europeas” es, jurídicamente hablando, una estupidez. Cada Estado ha venido legislando, en lo civil como en lo penal (y en los demás órdenes legislativos) como le ha parecido bien, siendo el acervo legal de cada uno un reflejo de su historia jurídica y social. No cabe homologación, ni se pretende a estas alturas someter la autonomía e independencia normativas en aras de una hipotética uniformidad europea, en donde hay tanto por hacer.

Así que lo que se puede calibrar es la intención del presidente Sánchez (Pedro) de silbar al mismo toque que los socios independentistas y anticonstitucionales que sostienen su gobierno, bajo las siglas infumables para un constitucionalista de ERC (Esquerra Republicana de Cataluña): rebajar las penas a los condenados por sedición agravada, que es, ni más ni menos, que haber declarado, siendo autoridad obligada a lealtad institucional, la separación de Cataluña del resto de Gaigé, el País de los Despropósitos.

En un magnífico ensayo, (EM, 13.11.22) el catedrático de Derecho Penal Quintero Olivares (Gonzalo) diserta admirablemente sobre el bien jurídico básico a proteger que es la lealtad constitucional, en torno al cual se deberían crear tipos que permitan evaluar penalmente los intentos de subvertirla.

No hablamos de atentar contra la “paz pública”, o de “desórdenes públicos” -desde quemar contenedores, agredir a un guardia o manifestarse sin autorización o paralizar un servicio básico causando graves daños a la economía nacional y a la ciudadanía. No, el  tipo penal es otro y no puede quedar desprotegido. Su definición perfila el delito de sedición, y su nombre podrá variar, pero su sustrato, es el mismo. Todos los Estados, por la cuenta que les tiene, castigan duramente a quienes atentan contra su Constitución y, muy en particular, contra la forma de Estado acordada por las inmensas mayorías.

El Presidente del Partido Popular, Núñez Feijóo (Alberto), va tomando consciencia del reducido papel mediático al que le obliga su ausencia del Congreso de Diputados. Ser senador no permite la proyección popular que da la Cámara baja. Algunos miembros de su partido le propusieron que presentara una moción de censura, con la seguridad de perder la votación, pero ganar visibilidad.

Hasta Arrimadas (Inés), experta ahora en dar consejos de actuaciones que, en su momento, ella no fue capaz de seguir, le animó a iniciar la senda de la reprobación del jefe de Gobierno, utilizando la vía constitucional de la moción. Pero Núñez aún se está lamiendo las heridas de los desplantes, mentís y desprecios que, a cada tanto, le prodigan los representantes del férreo gobierno de coalición.

El ministro de la Presidencia de Gaigé, Bolaños (Félix) en una feliz pirueta irónica ha deleitado a los amantes de alimenta el fuego de las disidencias desde el todo-vale, refiriéndose a la sede del PP en la calle Génova, como “Edificio Trump”, se supone que para poner en evidencia las afinidades oscuras entre el expresidente republicano de los Estados Unidos de Norteamérica y los negocios inmobiliarios populares.

La izquierda del PSOE -en el doble sentido de aumentar su desviación populista e ideológica- se agrieta, en la medida en que toma más protagonismo la vicepresidenta Díaz (Yolanda), a pesar de las llamadas de atención de su ex jefe Iglesias (Pablo), convaleciente de su operación de autocastración política. El proyecto de Díaz al que se ha dado el nombre de “Sumar”, carece aún de perfil definido y de musculatura para conformar un partido político, aunque resulta divertido (para la oposición) seguir el desgaste de las agrupaciones que apoyaron a Sánchez, de las que solo los independentistas gozan de buena salud.

Si hay posibles presas con aspecto de heridas, en la cacería selvática de Gaigé, la que presenta aspecto más delicado es el, hasta hace solo un par de años unánimemente aclamado, el ministro de interior Grande-Marlaska. Causa: un programa de la BBC, la emisora británica cuyos episodios sobre animales hacen las delicias de la sobremesa en la 2, ha presentado un vídeo sobre los sucesos del asalto masivo a la frontera en Melilla de junio  (en donde el gobierno marroquí ha reconocido 23 muertos y algunos centenares de heridos. Las cifras reales de fallecidos y desaparecidos  son desconocidas. En el video puede advertirse cómo un gendarme del país vecino  (estrecho de Gibraltar por medio) tira del cuerpo inerte de un saharaui, para sacarlo de la zona de soberanía española.

Así que no sería cierto lo afirmado por el ministro ahora acosado por mentiroso de que “ningún muerto se produjo” por causa de la resistencia a los invasores, en otro territorio que Marruecos, y, por tanto, la inhibición de la Justicia de Gaigé no estaría justificada.

Que desde parte del propio Gobierno (facción no socialsta) se pida la revisión puntual del caso y, acusado como mendaz, la dimisión de Marlaska, es una muestra más de la capacidad del País de los Despropósitos para autolesionarse.  Obviamente, sin que dejemos de lamentar el aumento de la presión humanitaria desde el Sahel y la falta de soluciones para (dotar a la gendarmería marroquí de más medios para disminuir la tensión sobre nuestra guardia propia de fronteras)

Madrid se recupera como la capital de las manifestaciones en Gaigé. El domingo, día 13, cientos de miles de interesados en la mejora de la Sanidad Pública, bastantes venidos en autobús con pancartas y bocata (a la vieja usanza) ocuparon en el centro político de Gaigé gritando “Ayuso, asesina” y otras lindezas que enmascararon el verdadero mensaje.

Estuvo magnífico en la defensa de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, su compañero de partido y alcalde de la capital, Martinez Almeida (José Luis). Faltan médicos de familia, porque los facultativos que han superado el MIR no encuentran atractivo dedicarse a esta especialidad genérica. Faltan médicos, en general, porque los que pueden se van a ejercer al extranjero (pueden recibir salarios hasta tres veces superiores) o prefieren ser contratados por Hospitales privados o compaginar una jornada en lo público  -para hacer currículum- y unas horas en una empresa sanitaria.

Comprensible la calma de Almeida al conocer que su opositora por el PSOE a la alcaldía en las elecciones de mayo será Maroto (Reyes), ministra hasta abril de Industria, Comercio y Turismo, a la que solo conoce por el nombre el 40% de quienes podrían votarla.

Soy paciente de la sanidad pública y no tengo queja de las atenciones y tratamientos que recibo. Los pacientes somos muy tolerantes y, con la perspectiva de mejorar nuestra salud, estamos dispuestos a entregar muchas horas de nuestro tiempo en salas de espera. Basta darse un paseo por cualquier establecimiento sanitario. Y, sobre todo, sé del tremendo esfuerzo de los profesionales, el número excesivo de horas que dedican a su labor, los problemas de gestión y la escasez de medios económicos y materiales. No está Madrid a la cola de la asistencia sanitaria de Gaigé, que debería tener muy claro el coste de mantener un alto nivel de prestaciones y, también, la diferencia de las mismas según en qué Autonomía te toque acudir a un centro público.

La huelga de transportistas (solo los autónomos, pero el roto será grande) amenaza con paralizar la actividad de distribución en Gaigé. Piden que se les pague lo suficiente para cubrir costes. Escucho a las partes -Gobierno, grandes patronales, sindicatos- y no entiendo nada. Estamos en el Pais de los Despropósitos. Lo olvido a veces.

Publicado en: Actualidad, País de Gaigé Etiquetado como: Almeida, Arrimadas, Ayuso, BBC, Gaigé, Marlaska, Marruecos, Núñez Feijóo, Quintero Olivares, Sánchez, Vargas Llosa, Yolanda Díaz

Trigésimo nona Crónica desde el País de Gaigé

8 noviembre, 2022 By amarias Deja un comentario

Gaigé, el Pais de los Despropósitos, parece confiado, aunque no feliz. Como alguien que acabara de pasar por una calamidad espantosa, y nada pudiera alarmarle por encima de lo que ha tenido que soportar, no hay circunstancia ni amenaza capaz de perturbarle. Pero la felicidad es otra cosa, surge de otro tronco y ahí fallan los pronósticos.

Si la política es un termómetro, y la temperatura determina el estado de las propuestas de gestión de la polis, Gaigé tiene mala salud de hierro. El bipartidismo cobra nueva fuerza, al tiempo que los partidos y coaliciones situadas a los extremos, pierden fuelle y se descomponen, arrastrados al fondo de reptiles donde devoran a quienes se enzarzan en luchas internas para decidir quien es el más guapo para merecer llevar la bandera de unas siglas.

Olona (Macarena), Iglesias (Pablo), Arrimadas (Inés) son algunos de los nombres caídos en la estacada, amenazados con el olvido que se ha llevado por delante a Ortega-Smith, Abalos, Casado, Alvarez de Toledo y tantos otros. La hasta hace poco dirigente de Vox, Olona, trata de crear una plataforma que aglutine simpatizantes antes de lanzarla como partido. Su intención se asemeja a la de Díaz (Yolanda), que, desde la posición ideológicamente contraria, aunque en su caso, con el respaldo que da ser vicepresidenta de Gaigé, pretende refundar Unidas Podemos, aguantando las zancadillas y tarascadas del otroro amigo y jefe admirado, Iglesias, retirado a la contemplación académica de sus antiguas elucubraciones mentales sobre el poder y su ejercicio,

El presidente de Gaigé, Sánchez (Pedro) viaja mucho por Europa y el mundo, demostrando que su inglés y su buen porte da mucho juego mediático para fotografiarse con otros mandamases. La practicidad obliga a no hacerle ascos a cualquier jefe de Estado, independientemente de su ideología previa, y la experiencia demuestra que es distinto predicar para conseguir ganar unas elecciones que obtener trigo que repartir a sus ciudadanos.

De la minigira por Africa del Presidente de Gaigé, se presenta como resultado positivo el compromiso de destinar más de 2.000 Millones de euros en 5 años -en créditos blandos- para aumentar la penetración de las empresas españolas en Sudáfrica. Su presidente, Ramaphosa (Cyril), acogió ese anuncio con una amplia sonrisa, seguramente sin entender del todo su significado

Nuevos jefes de Gobierno y Primeros ministros han aportado, ya que no sabia fresca a las reuniones en la Unión Europea, sonrisas y abrazos entre desconocidos. Meloni (Giorgia), flamante presidenta del Consejo de Ministros italiano, ha dado ya una muestra de la dureza con la que afrontará la contención a las oleadas de migrantes que buscan solución a la hambruna y la miseria lanzándose al mar con rumbo a Europa, a la que creen aún opulenta. Solo admitirá el desembarco desde los buques financiados por ONGs que patrullan por el Mediterráneo buscando náufragos, si se trata de enfermos o por razones humanitarias.

En el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, el nuevo primer ministro desde el 24 de octubre es Sunak (Rishi), un rico hijo de inmigrantes indios, ha conseguido aportar calma a los mercados con propuestas de medidas de actuación sociales de cariz keynesiano y brillantes eslóganes aprendidos en la escuela de negocios californiana de Stanford.

En Alemania, un tenido por anodino Scholz (Olaf) consiguió violentar el cotarro de la hipotética unión de los europeos en torno al eje franco-alemán, yendo a China para hablar de sus negocios -en un viaje relámpago e inesperado, acompañado de una élite de empresarios germanos- con el Presidente Xi Jinping y su homólogo Li Keqiang.

Pero lo más importante para el mundo y, por tanto, para Gaigé, es la cumbre del clima, que ya lleva 27 ediciones, y que se celebrará en Egipto. Siguiendo la tradición, se acordarán serios pronósticos de calentamiento del planeta, si no se adoptan de inmediato medidas de contención de la piromanía androgénica y no se ayuda con fuertes desembolsos a los países más pobres, para que detengan su trayectoria de imitación a lo que llevó hasta aqui a los muy desarrollados.

Preocupa a algunas ministras y otras portavoces ocasionales de las miserias del mundo, también presentes (en menor medida) en Gaigé, la violencia que atribuyen como consustancial al género (antes, sexo) masculino y, cada vez que se produce -por fortuna, de manera esporádica- una desgracia que involucra víctimas entre quienes fueron conviventes, causados en alta proporción por enajenados, claman pidiendo sangre y aprovechan para abogar por una separación -mental- de sexos que no se daba aquí desde los sesenta del siglo veinte. El desorden sobre las identidades sexuales está siendo permanentemente alimentado, desconociéndose a dónde podrá llevar a los muy jóvenes.

Núñez Feijóo (Alberto) va perdiendo fuelle mediático y fuerza en su mensaje. No le ayuda su poca chispa, y menos aún la artillería. en fuego granado, de los ministros y del propio Sánchez (Pedro) que siguen atribuyendo los males del país, por orden variable, a la guerra de Ucrania o a la falta de lealtad institucional del Partido Popular. Tampoco le sirve de refuerzo el verso libre de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Ayuso (Isabel), que defiende heroicamente su plaza. dirigiendo sus dardos contra el gobierno de Gaigé, al tiempo que cubre el flanco a su derecha, fagocitando sin reparos las ideas de Vox, cuando las tienen.

El enfado oficial entre las facciones llamadas a la bipolaridad política se mantiene con base en dos elementos de difícil digestión para la ciudadanía preocupada por lo ordinario (la cesta de la compra, el empleo, el futuro, etc.). La cúpula del PP pretende que el PSOE le garantice que no se rebajarán las penas por el delito de sedición -cuyo nombre y caracterización del tipo penal están muy vinculados al tratamiento a los golpistas catalanes y a las exigencias del gobierno de la Generalitat, deseoso de que el prófugo Puigdemont (Carles) pueda volver como si fuera Tarradellas-. La renovación del Consejo del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, muy politizada (a despecho de la libertad e independencia que cabe atribuir a ese poder del Estado) es el otro punto de discrepancia, incomprensiblemente insalvable.

Aunque el tema ocupará, previsiblemente, unas líneas de actualidad en mi próxima Crónica, quiero referirme al acoso jurídico contra el rey de antes, Don Juan Carlos, por parte de su ex amante o concubina Larsen (Corinna), que acusa al maltrecho emérito en las cortes inglesas de amenazarla con cortarle el cuello si larga lo que sabe. Este episodio, inconcebible, que dura años de persistente alimento a la prensa amarilla y roja e involucra los cimientos de la protección al jefe de Estado (rijoso, corrupto, demente o imbécil) cuando está en juego la estabilidad y credibilidad de las instituciones, sitúa a Gaigé en la cumbre de los Países de Despropósitos.

Publicado en: Actualidad, País de Gaigé Etiquetado como: Arrimadas, Corinna Larsen, Gaigé, Iglesias, Li Keqiang, Meloni, Núñez Feijóo, Olona, Ramaphosa, rey juan carlos, Sánchez, Scholz, Sudáfrica, Sunak, Xi JinPing

Vigésimo Sexta Crónica desde el País de Gaigé

1 agosto, 2022 By amarias Deja un comentario

Los principales líderes de Gaigé han entrado en campaña electoral que, de cumplirse lo previsto en la Norma Suprema (Título III) deberán celebrarse cada cuatro años, correspondiendo el momento de la Convocatoria a la primavera de 2023.

Las tensiones provocadas por el deseo de tomar posiciones ante esa situación que proporcionará unos cuantos miles de puestos de trabajo a los diputados y senadores vencedores en los Comicios se traduce en un evidente nerviosismo que exacerba o sirve para inventar discrepancias entre las opciones políticas.

Desde luego, lo más chocante en Gaigé es la manifiesta tensión entre el partido mayoritario en la coalición de Gobierno y sus socios de la deteriorada izquierda ideológica. La habilidad del presidente Sánchez para controlar a los amigos de conveniencia de la derecha regionalista (independentista o conformista) hace aguas cuando se trata de poner a raya los protagonismos de los partidos de la “gauche” populista, cada vez menos divina y más carnal.

Aunque la presentación de resultados de Gobierno de hace una semana se centró en anunciar un impuesto excepcional (presuntamente inconstitucional, según se ha denunciado de inmediato) a los beneficios de los grandes grupos empresariales y financieros, las diferencias con el heterogéneo grupo que resulta de la descomposición de Podemos e Izquierda Unida son crecientes.

Incluso la sospechosa sintonía personal de la vicepresidenta designada -en fallida propuesta sucesoria por Iglesias (Pablo)- con su jefe teorico Sánchez (Pedro) está más impregnada de folclore estético que de contenido práctico. Las disensiones entre los ocupas de los ministerios económicos son palmarias y la pérdida de soporte institucional por parte de la Ministra de Defensa (Robles, Margarita) a la que se la van quitando competencias y atribuciones, es significativa; su posición crítica contra los pacifistas prorusos que están incrustados en el Gobierno de Gaigé adquiere ya dimensiones de sainete. Otras dos Ministras, antes provistas de mando en plaza, la de Hacienda (la muy desprestigiada Calviño, Nadia) y la de Energía (el azote de energéticas Ribera, Teresa) han cedido terreno hacia otros ministerios. Como un pantocrátor carnal, en última instancia, presidiéndolo todo (no tanto por su capacidad gestora como por su excepcional habilidad para la venta) se adivina, como un aglutinante imprescindible, el ansia centralizadora de Sánchez, (Pedro), convertido en un superministro factótum. Se dice que su objetivo a medio plazo (en especial, si no consiguiera revalidad la presidencia de Gaigé) se orienta a conseguir el puesto muy atractivo de Presidente de la Internacional Socialista, lo que le permitiría cerrar con broche de oro una carrera política realizada en contra de vientos, mareas, y de las esencias de su propio partido, hoy desconocido para quienes creyeron/creímos en la socialdemocracia.

El grupete de Ciudadanos está en estudio urgente de su refundación, tratando de reencontrar las raíces del centro liberal. Dirigen la operación de rescate de los suburbios andrajosos de esa opción antes muy querida, Villacís (Begoña) y Díaz (Guillermo), quienes toman la antorcha semiapagada en sus manos, ante la manifiesta incapacidad de Arrimadas (Inés) para reconducir el descalabro. La dimisión de Garicano (Luis) es una de las últimas deserciones del proyecto que había despertado tantas expectativas, incluso cuando parecía posible acceder a la Presidencia de Gaigé.

Siguen los incendios, favorecidos por la tremenda ola de calor, para cuyos efectos, a pesar de la apariencia de querer liderar desde Gaigé la batalla contra el cambio climático, ni se previeron ni se consigue ahora acotar con solvencia. Los esfuerzos de Bomberos, Unidad Militar de Emergencias, personal de apoyo y ciudadanos concienciados del desastre ambiental o directamente afectados por el avance de las llamas, se estrellan contra la fuerza del fuego y la escasez de medios. Las lluvias se hacen esperar y el agua escasea, incluso amenazando resultar insuficientes las reservas para consumo humano (y, desde luego, para riego agrícola) en algunos puntos.

La guerra de Rusia contra Ucrania prosigue, dando la sensación de enquistamiento táctico. La hambruna por falta de suministro de grano y fertilizantes (hoy, por fin, se liberó un barco cargado de maiz para Líbano desde Odesa) tiene efectos muy graves aún no evaluados suficientemente. Y en cuanto a la escasez de energía para calentarse este invierno, los Estados europeos aceleran la toma de decisiones bastante asimilables al sálvese quien pueda. Gaigé saca pecho, ofreciendo un exceso de energía de la que carece, mientras se anuncian medidas de ahorro que parecen más de tipo estético que efectivo.

Se anuncia por el Gobierno una situación excelente en cuanto al empleo (más de 20 millones de cotizantes a la Seguridad Social) y se distribuye optimismo moderado por los medios de difusión, advirtiendo, sin embargo, que nos esperan momentos de crisis económica y energética. La portavoz el Gobierno, Montero (María José) ha encontrado el gusto a reconocer como culpable de todos los males pasados y venideros al Partido Popular, que ha pasado a autocalificarse como alternativa de Gobierno, abandonando la designación de Partido de la oposición.

Para el gobierno socialista de Gaigé el Popular es, por derecho asignado, partido de oposición, macho cabrío expiatorio de cuanto salga mal, nulo colaborador, falaz adversario, incapaz de reconocer que, si Gaigé no levanta cabeza con la velocidad deseable, la culpa la tienen Nuñez Feijóo, Casado, Rajoy, Aznar, Fraga y Francisco Franco. La nueva Ley de Memoria Histórica, si se aprobara, permitirá resolver, de una vez por todas, cuando empezó la democracia en Gaigé y, cuando sea derogada, en qué momento terminó.

 

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Las características singulares del centro político

23 septiembre, 2021 By amarias Deja un comentario

La debacle de Ciudadanos, la formación política nacida con vocación de centro entre socialistas y conservadores y, sobre todo, como cortafuegos a las pretensiones nacionalistas, republicanas e independentistas, ha dejado huérfanos a los que están convencidos que un partido charnela, incrustado ideológicamente entre izquierda y derecha.

Siguen haciéndose análisis -en tribunas de especialistas en el análisis político y en círculos de café y pastas entre amigos- sobre las razones de esa caída desde las alturas del Ícaro más notable de la policromía de opciones que se ofrecen a los votantes, en un país que vota liderazgos y no programas. Mi opinión, sin más valor que el hacerla explícita, es que Albert Ribera hundió la nave con él de capitán general.

El punto de arranque fue el debate televisivo de cierre de campaña en el que un acalorado Rivera Díaz presentó la tesis del que creía principal oponente -Pedro Sánchez-, invitándole a que “la leyera”, para que se enterara de lo que otros habían escrito por él.  Se hizo imposible el acuerdo de coalición o apoyo entre dos gallos de pelea en la quintana y, mucho mejor arropado y más hábil con la máquina de pactar, Sánchez alcanzó la presidencia pactando con el diablo. Después del abandono de Ribera para dedicarse a “la empresa privada”, ni Inés Arrimadas, ni Edmundo Bal, haciendo esfuerzos para tapar los agujeros con frases del viejo catecismo salvado del cuaderno de bitácora, ni el clamor de cuantos se tiraron al agua dando gritos para alejarse del barco con tantos boquetes, consiguieron otra cosa que certificar la defunción de aquel proyecto de centro, hoy agarrado a unas tablas y a la deriva.

Entre el PSOE y el Partido Popular hay actualmente un vacío estratégico en el marco político, que no me atrevo a decir cuán grande es, aunque sí que no lo va a llenar el moribundo Ciudadanos con sus animosos actuales monitores. Y, a pesar de todo, tanto uno como otro de ambos partidos mayoritarios necesitan una formación de centro suficientemente robusta para que funcione como eficaz punto de encuentro, si llega el caso. Por la izquierda, Podemos ha demostrado ser otra cara del independentismo o la izquierda radical, según le vaya en sus conveniencias, y se convierte, a ratos, en un incómodo compañero de viaje en la coalición de gobierno con el PSOE, apoyando posiciones extremas a su izquierda que, aunque parezcan contenidas por el tejemaneje del “te oigo pero no te escucho”, “te doy la razón aunque te ignoro”, no auguran ni estabilidad ni bien futuro.

Por la derecha más extrema. el partido de Abascal  hace el juego a los enconados ultras que dan a su formación un cariz inaceptable, xenófobo, irreal, insolidario, entre banderas nazis, enfrentamientos callejeros con la izquierda irredenta, insultando y vejando homosexuales y a pertenecientes declarados a colectivos LGTBI, etc. Aunque desde la cúpula de Vox, se niegue a menudo apoyo y filiación a los protagonistas de los mayores desmanes, a pocos engaña que se les hace el caldo gordo desde una formación que vende al mismo tiempo estampas de Franco, himnos patrióticos y pone zancadillas a “la derechita cobarde”.

Tampoco sirve engaño a la moderación y buen pulso para mejorar el país, que esgrime como marca de identidad el partido principal que gobierna en coalición con la facción socialista, cuando se complace en agudizar la bicefalia, con críticas a otros ministros, y se mete en fregados de incompetencia, desgaste o inconsecuencia, ya sean abrazos con ministros venezolanos del equipo de Maduro señalados por la Corte Penal Internacional, acogida misteriosa, mal analizada y peor explicada de Ghali,  líder del Frente Polisario (opción del pueblo saharaui para mantener el pulso por su independencia que España no sabe oficialmente cómo abordar), para su tratamiento en fase terminal aunque con causas abiertas en la Audiencia Nacional, …, subidas mínimas del salario mínimo esgrimidas por la líder de la otra cabeza de la bicefalia como una victoria sobre el empresariado, etc.

Y aunque Podemos ha avanzado algo, en la búsqueda de la supervivencia propia, hacia la moderación (que es su desdibujado), no es el mejor apoyo que puede pretender el PSOE para gobernar con tranquilidad. Esa formación política está, ella misma, a la búsqueda de una identidad, con su liderazgo en cuestión y su ideología y práctica en revisión permanente, entre el exabrupto incontrolable de los terroristas urbanos y los politicastros que buscan alguna idea entre los adoquines y el “buen rollito” de profesores universitarios y funcionarios con la vida resuelta a salvo de mayores pretensiones.

Se buscan líderes para una formación de centro que de aire a la izquierda y a la derecha. Ofreciendo coherencia liberal, guiño socialdemócrata sin sonrojos, apoyos a las posiciones realistas de avance en la mejora del bienestar social, la educación, el desarrollo tecnológico y empresarial.

Se necesita esa opción de tranquilidad y pragmatismo para pulir las tendencias a la ruptura de la baraja en el nuevo gobierno que surja de las próximas elecciones. Para que el PSOE no tenga que acudir a la insolidaridad independentista ni a la izquierda sin escrúpulos para gobernar, ni el Partido Popular deba abrazar la pegajosa capa de negra brea de Vox para acceder a la Moncloa.

Y, sobre todo, para que se deje de atender a los dedos que señalan y empecemos de mirar a la luna o las estrellas.

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Analizando los resultados de unas elecciones singulares

5 mayo, 2021 By amarias Deja un comentario

Los resultados y consecuencias inmediatas de las elecciones convocadas por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel G. Ayuso, al disolver el Parlamento regional para conjurar el hipotético riesgo de una moción de censura propiciada por su socio de Gobierno, Ciudadanos (con el ex vicepresidente Ignacio Aguado como conspirador in pectore), evidencian algunas cuestiones que me resulta atractivo analizar, siquiera sea con las limitaciones de mi reducido periscopio.

La presidenta convocante ha conseguido un resultado magnífico, superando cualquier cota anterior del Partido Popular en la región de Madrid, en donde esta formación lleva gobernando (en coalición o con la abstención de otros partidos) más de un cuarto de siglo. Este hito lo consiguió sin especificar su programa (aunque se refirió en campaña, regularmente, a su deseo de obtener mayoría suficiente para “llevar a cabo su programa sin interferencias”). En la propaganda destinada a promover el voto a su formación, se incluía solo una hoja con su fotografía a color en una cara. La otra, que debería contener, al menos, un resumen de sus ideas de gobierno, estaba en blanco.

En mi opinión, el éxito de Isabel Ayuso ha de ser compartido con la cerrazón de la oposición de izquierdas en presentar como errores y fallos sus éxitos o, al menos, sus propuestas de acción, animada desde el Gobierno y exacerbada por un histriónico ex vicePresidente, de equívoco nombre Pablo Iglesias, que capitaneaba los restos de la formación UnidasPodemos, con una intención de salvación de los trastos de su naufragio que, a estas alturas, se confirma como inútil, extemporánea y…rallana en lo ridículo.

El PSOE ha demostrado, una vez más, que no es capaz de presentar un candidato con empuje mediático para Madrid. La sorpresa que significó en las anteriores elecciones un desconocido Angel Gabilondo -avalado con títulos académicos rimbombantes, hermano de un comunicador de éxito, y con un mensaje soporífico pero tranquilizador-, no pudo repetirse. El nuevo Gabilondo apareció corto de ideas, sin capacidad para la ironía, avasallado por el seudogracejo de gata y chotis que puso en valor la presidenta Ayuso, empujada al éxito por un clamor de madrileños que están hartos de la prepotencia del Gobierno de Sánchez, de sus medias verdades y de sus socios, en el Ministerio y fuera de él.

No le echo la culpa del fracaso a Gabilondo, sino a la pésima tramitación de la campaña socialista, en la que los apoyos prestados desde el aparato del partido no han servido para añadir ni credibilidad ni sintonía. Algo grave le está pasando a este PSOE, encerrado en una urna de cristal esmerilado, gozando de su propia salsa, alejado cada vez más del hálito del pueblo. Aventuro incluso que hasta el gran capital -los que detentan las cuatro perras relevantes de nuestra maltrecha economía- le están dando la espalda.

Tampoco descarto que Madrid se haya configurado, en esta situación oscura entre pandemias, falsedades y palabrería inactiva, como alternativa definitiva al descalabro de una Cataluña sin objetivos, traidora en lo fundamental, vacía de ideas y con un ansia de emancipación injustificable. Ayuso también rentabilizó ese desapego.

El éxito relativo de algunos partidos en estas elecciones, que consiguieron incrementar su número de diputados regionales, no admite muchas lecturas positivas para el electorado, que somos la mayoría. Tampoco Vox, con una candidata correosa, capaz de enfrentarse a la realidad con la misma terquedad que su oponente ideológico, magníficamente representado en su cortedad argumental por el citado Iglesias, puede alardear de éxito. Es una victoria aparente, efímera. Porque ni Rocío Monasterio, ni siquiera Abascal, su mentor, y, por supuesto, tampoco su esposo (en la derecha extrema también se hace política de parejas sentimentales),  Espinosa de los Monteros, aspiran seriamente a dedicarse a ocupar un puesto de gestión política que les consuma tiempo que restarían a sus negocios.

Por parte de Más Madrid, con una candidata empeñada en campaña en que conociéramos su vocación de anestesista tocapelotas y madre de familia numerosa, Mónica García es un hallazgo estratégico del refinado Iñigo Errejón, pero el invento que consiguió disminuir la fuerza que parecía arrolladora para conducirnos a una república bolivariana, ha cumplido su misión estratégica. Estamos salvados. Vuelvan las aguas de la izquierda marxista con vocación testimonial de lo que pueden dar se sí las enseñanzas demodé de Karl Marx (Hegel, Engels, Bakunin, Gramsci, etc.) al redil convincente que representó Julio Anguita, si es que su mensaje puede tener un revival.

Siento el fracaso de Edmundo Bal, porque su campaña tenía muy buen fondo. Su misión era imposible, pues venía lastrada por la espantada histórica de Albert Ribera (¡que ni siquiera pudo apoyar su campaña por estar trabajando en un “bufete privado”! -sic-), el desfondamiento argumental de Inés Arrimadas, la deserción de demasiados nombres relevantes de la que fue atractiva formación naranja y hoy fruto pasado. Cumplió para recordar a los nostálgicos lo que debe ser una correcta campaña y, sin duda, su serio trabajo alumbra la creación de un nuevo partido, que el no capitaneará, porque tiene madera, actitud y fondo para ser un magnífico segundo. El país necesita gente así en las primeras líneas del pensamiento político.

En fin, aventuro el final de la legislatura de Pedro Sánchez. Se que es mal momento, pero no le queda más fuerza que a un globo desinflándose en el aire. Los restos de Unidas Podemos en los Ministerios que ha dejado Iglesias (incluida su actual pareja, Irene Montero) no tienen calidad ni para cascarrillos de telediario. Y muchos de los ministros socialistas están pidiendo a gritos que se les sustituya.

Buena suerte, Isabel Ayuso. Te esperan dos años muy tensos, nada entretenidos. El resto de España no es Madrid y fuera de aquí, los españoles carecen de esa chulería, de ese gracejo cosmopolita y jovial, acostumbrado a soportar la carga emocional de una España a la búsqueda permanente de identidad propia sobre las espaldas. Me temo que Pablo Iglesias necesita aún varias operaciones de temple y revenido (perdón por la imagen de viejo siderúrgico). El tiempo corre.

 

 

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Desperdicios

11 abril, 2021 By amarias Deja un comentario

La pugna por hacerse con la mayoría desde la que poder gobernar en Madrid, que se decidirá conforme al resultado del escrutinio de las elecciones a las que los madrileños están convocados el 4 de mayo de 2021, está confirmando la banalidad de los  postulados políticos esgrimidos por quienes se deberían estar esforzando en convencernos.

Empiezo mi comentario desde la nostalgia. En una notable reflexión sobre la posibilidad de subsistencia de la izquierda ideológica (“¿Es posible otra izquierda?”, Gabriel Tortella, EM, 10 de abril de 2021) el articulista glosa sobre la necesidad de un verdadero partido de izquierda que afronte “honradamente (…) las desigualdades sociales”, dedicando una añoranza consciente a la ausencia de un “partido verdaderamente progresista”.

Hace tiempo, en efecto, que la cuestión acerca de lo que es izquierda o derecha, populismo o fascismo, socialismo o libertad (lema sin contenido conceptual aceptable, que ha elegido la candidata Ayuso para su campaña) ha perdido sentido, por deformación semántica de los postulados, por desorientación y negativismo irreflexivo de las alternativas y por desconocimiento culposo de los hechos históricos que nos han traído hasta aquí.

No puedo precisar cuántos electores se verán animados por los asaltos físicos de energúmenos contra los candidatos de Vox y, por traslación, contra toda opción que no les guste (“este barrio es mío”, “fascistas, fuera de aquí”, “no os queremos, ultraderecha”), para votar a favor de ese partido y de aquellos otros partidos que hayan condenado claramente los  asaltos a la convivencia que se han convertido en expresión paradialéctica de la convivencia. No me apetece, por tanto, comprobar que, en esta ilusión cada vez más decepcionante de país demócrata, habrá millones de personas que se mostrarán felices de no conceder opciones de manifestarse (negándoles el pan y el agua a su expresión legítima) a las posiciones que a ellos no les gusten.

Proliferan los negacionistas de cualquier alternativa a su esquema cerrado. Y los hay para todas las opciones. ¿Pretenden abrir debate? No.  Crean crispación, negando opción de expresión al diferente o ridiculizando, entendiéndola falsa sin razones, la decisión tomada a partir del conocimiento técnico o científico.

En política, se dicen republicanos, no por convicción ni por disponer de alternativa más beneficiosa, sino como “postura estética” contraria a la Monarquía legítima en un Estado parlamentario. Otros, entienden la unidad de España como algo inamovible y hasta etéreo, negándoles opciones a quienes, si se mantuvieran respetuosos con el orden constitucional (ay!), desearían expresar, elaborada y seria, su propuesta de en Estado federal. Aquellos, no quieren ni oír a defensores de la capacidad de los padres para decidir el tipo de educación de sus hijos. Más allá, no están dispuestos a admitir que se pueda apoyar la libertad económica al mismo tiempo que el progreso social, con una exigente cooperación sectorial público-privada en determinados sectores preferentes.

Por volver a los principios, los dos elementos que reclaman atención prioritaria, después de más de un año (trece meses) de torpe e ineficiente lucha contra la pandemia y de la grave incapacidad para mantener o rescatar la economía de su colapso, son, sin duda, éstos: a) inmunizar inmediatamente a toda la población y b) regenerar la capacidad de creación de actividad y empleo sin ninguna dilación, con especial dedicación a la promoción de empleo juvenil y la potenciación de la investigación. En este caso, puede que todos aquellos a quienes se pregunte, estén de acuerdo con estas prioridades, pero… no se hace gran cosa, anquilosados por las disputas entre gobierno central y autonomías, ayunos de ideas, etc. La triste realidad es que aún debemos esperar hasta octubre (o más allá) para que a todos nos hayan puesto una vacuna que nos inmunice (con un porcentaje alto) y, para mayor pavor, no tenemos ni idea de si nuestra recuperación colectiva tendrá forma de “V”, de “K” o de raya horizontal.

Voy a tener difícil decidirme por un candidato en estas elecciones. Tengo, sí, claro que mis simpatías por Ayuso descansan principalmente en que no me gusta que a nadie se le ridiculice o critique por lo que ha hecho bien o, al menos, ha supuesto actuar cuando el vocerío contrario le aconsejaba estar quieta, viéndolas venir. No alcanzo a adivinar lo que representa Gabilondo, con su estatismo tan distante de la realidad pastosa, con ese áurea de profesor universitario empapizado por sus lecturas, con el que, a lo mejor, me apetece tener una conversación sobre la existencia de los seres miríficos, pero no que dirija mi región; lo veo más como defensor del pueblo, esto es, largando papeles sin mucha chicha. Me parece, por otra parte, que Monasterio, esposa de Espinosa de los Monteros, representa perfectamente la clase social a la que sentimentalmente no pertenezco y alumbra la opción de un matrimonio de élite con pico de oro y cuadras de equino.

Por supuesto, jamás votaré a “este” Pablo Iglesias, ambicioso encantador de serpientes y guía de ciegos y alucinados, que, como su colega de banquillo -hasta hace unos días-, Sánchez, no tiene problemas en mentir ni cambiar de opinión según le convenga, sintiéndose por encima de la verdad y del conocimiento y apto para forzar la realidad al antojo de sus propios intereses y los de sus colegas de facción. Entre ambos, han destruido por bastantes años el espacio del socialismo real, mancillándolo con vacuidades, interpretaciones falsas de la Historia y los hechos actuales. Su objetivo oculto parecería ser espantar a los empresarios, hundir la economía y mandar el conocimiento y la investigación al ostracismo.

Y, para terminar rompiendo las fichas, no me seduce votar a Errejón, porque no me fío de su disimilitud forzada con el equipo de Podemos, engatusado ahora con la especie sin valor de arrastre, de presentar proyectos atractivos, pero marginales.

Tengo siempre la opción de votar en blanco, por supuesto. Aunque, cuando le doy vueltas, se me acerca la figura de Bal (Edmundo), un candidato serio, anodino, sin fuerza mediática, pero al que no le oí decir (¿aún?) ninguna tontería. Tiene muy difícil conseguir el mínimo 5% que le liberaría del ostracismo absoluto y no le ayuda (al contrario) la mochila del insensato proceder de Rivera, las dimisiones de descontentos a la busca de autor o la pérdida de empaque de Arrimadas. Votarle, puede significar tirar el voto a la basura.

Pero…¿no es aún peor votar a quien no ofrece garantía de que cumplirá lo prometido?

—

La Bulbinella Angustifolia (planta originaria de Nueva Zelanda) es una de las muchas plantas en floración del Botánico de Madrid, ignorada por cuantos se concentran en torno a os parterres de tulipanes, camelios y rododendros.

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: Arrimadas, Edmundo Bal, Gabilondo, izquierda, Sánchez, Tortella

La batalla por Madrid, versión 2021

16 marzo, 2021 By amarias 1 comentario

El ineficaz y lenguaraz Pablo Iglesias jr., vicepresidente en la estrambótica coalición PSOE-Unidas Podemos que llevó a la jefatura de Gobierno de España al trilero Pedro Sánchez, ha sorprendido a propios y extraños con una maniobra estratégica que recuerda el comportamiento del escorpión de cola negra.

Escriben los naturalistas avezados en observar bichos que los escorpiones y, entre los de picadura más peligrosa, el androctonus bicolor, que habita en zonas desérticas de África y Oriente, cuando se ve rodeado por el fuego, lanza su cola, en donde guarda el veneno, en todas direcciones, de manera tan frenética que parece que quiere inocularse a sí mismo el líquido letal  que le sirve para adormecer y paralizar a sus presas.

Se sabe ahora que el escorpión de cola negra no pretende suicidarse, sino que, en su azoramiento, busca el enemigo por todas partes y, por ello, también parece que se quiere inmolar con su propio veneno.

Pablo Iglesias ha demostrado, desde que su amigo Antonio Ferreras lo lanzó al estrellato, que es un excelente polemista, capaz de utilizar la Historia a su antojo, insultar sin reparos al contrario, adormecer al oyente con palabrería a la que no es fácil (y, además, estéril) encontrarle sentido. Apoyado por el voto de varios millones de ignorantes amantes del riesgo crítico, se convirtió en el adalid que supo combinar la esperanza de la izquierda crédula con la desesperación de una juventud sin perspectivas claras de futuro y ese amasijo con sensibilidad a flor de telediario, formado por compatriotas que igual aplauden al domador que mete su cabeza en las fauces de un león drogado que al féretro de una pobre desgraciada que acaba de ser acuchillada por su despreciable maltratador.

Hélo ahora aquí, desprovisto de más encanto que el de un ataque de nervios. La aproximación de su socio de gobierno al equipo claudicante de Inés Arrimadas, ha despertado sus celos, temiendo que Sánchez le hiciera la pirula. Cuando leyó las cartas que, como maestro de la quiromancia, tiene siempre al alcance, vio que el movimiento de Isabel Diaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, convocando a destiempo elecciones para despegarse del molesto Ignacio Aguado, le abría la fosa del olvido eterno.

Si el Partido Popular capitaneado por la eficiente (?) Ayuso tenía que batirse contra Gabilondo (Angel) y los demás restos de tienta política que se han ido quedando como alternativa regional al cobro del cupón, iba a ganar por goleada. Y si se hacía con la mayoría, posiblemente apoyada por Vox al que, a estas alturas, le da igual ocho que ochenta, sería el fin para Podemos, ya metido en una caída libre provocada por su probada ineficacia para cumplir lo prometido, gobernar con juicio, explicarse sin chorradas.

Iglesias se postula como candidato a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, como candidato de la izquierda frente a la candidata de la derecha, que personifica en Ayuso. Como aún tiene ínfulas de mandar algo, antes de irse, en una rueda de prensa desde la sede pública que costeamos todos los españoles, designa a su sucesora, pasándose por el forro de macho alfa (bastante debilitado energéticamente), la potestad que, suponíamos, corresponde al presidente de Gobierno, que se entera de los movimientos por la prensa.

Mi diagnóstico es que Iglesias va a perder la batalla. No porque me encante Ayuso que, como en su momento dije de Arrimadas, me parece que le falta algún hervor. Pero mi voto no importa. Para la inmensa mayoría de los madrileños (y, debo decir en este caso, las madrileñas), elegir entre un machito de Galapagar y una heroína de la puerta de Alcalá, no presenta problemas. La manifestación de mala uva, amenazas a los que tienen alguna propiedad, recuerdos nostálgicos a la Venezuela de Chávez y a las soflamas de la Facultad de Sociología (sigo sin enterarme bien de lo que se enseña ahora en ese recinto universitario), las recogen como se merece: con una solemne pitada.

Ahora ya nos conocemos todos.

—

Este hermoso pajarillo, que se alimenta con gusto de los amentos de un aliso, es una hembra del serín verdecillo. Los miembros adultos de esta especie, están ahora en plena efervescencia sexual y los machos, con un trino que asemeja a una rueda de amolar desengrasada, capaz de exasperar al más pintado si lo tenemos cerca, lucen un pecho y bigotera de un espléndido color amarillo.

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Aguado, alacrán, Arrimadas, Ayuso, Comunidad de Madrid, elecciones, escorpión, Iglesias, Sánchez, serín verdecillo

Distanciamientos

25 junio, 2019 By amarias 2 comentarios

Han transcurrido dos meses desde las elecciones generales de 28 de abril de 2019, y más de un mes desde las locales y europeas, y el panorama político, lejos de clarificarse, se complica por momentos.

Poniendo orden a mis particulares impresiones de la forma en que se produjo el proceso electoral, el contenido de las campañas de los diferentes partidos, los resultados producidos por la asunción desconcertada por la ciudadanía de los planteamientos expresados por quienes se dicen profesionales de la política y, en fin, por el lamentable desarrollo de las negociaciones posteriores para intentar (supongo) formar gobiernos y no, como pudiera interpretarse, tendentes a desbaratar cualquier intento de alcanzar la calma y la cooperación necesarias entre los agentes económicos y sociales, extraigo las siguientes conclusiones:

  1. Los representantes de los partidos no han querido, interpretar los resultados electorales. No ha ganado ninguna propuesta de partido, y ha quedado demostrada la desorientación de los votantes a la hora de elegir opciones. Salvo en Cataluña, en donde subsiste una importante facción independentista (y para durar), en el resto del país los partidos constitucionalistas, que se habían unido para aplicar el art. 155 y, subsidiariamente, propiciar el proceso penal que ha conducido a la presión preventiva (y que, con seguridad, es preludio de una dura condena) a los organizadores no fugados del intento de secesión, han obtenido un respaldo muy amplio, prácticamente uniforme. Pero el relativo aumento de votos que ha recogido el partido del gobierno en funciones, el PSOE, no le autoriza para verse como exclusivo ganador. Porque ningún partido ha obtenido votos suficientes para gobernar en solitario; ni siquiera los autodenominados “bloques” (de izquierda o derecha del espectro) pueden jactarse, dada su falta de uniformidad, de haber ganado nada.En conclusión, no cabría otra opción que calmar los ímpetus de convertirse en amos de un cotarro en el que, para mandar, solo pueden aportar sus ganas de hacerlo. Si no quieren conducir la situación a nuevas elecciones, y, si rechazan andar a mamporros durante toda la legislatura con falsos acuerdos de cooperación o apoyos precarios para la investidura. Para que pueda gobernar Sánchez y designar a un equipo estable y con capacidad de acción, es imprescindible un acuerdo amplio de concertación. No con Unidas Podemos (o no solo, y no con las premisas ahora conocidas), ya que su posición como candidato a cogobernar está contaminada por su falta de sintonía en temas cruciales (el juicio a la secesión y la reforma económica y social, por ejemplo), sino contando con el apoyo -no solo la abstención- de otras fuerzas con visión de futuro factible y no obsesionadas con elucubraciones propias de debates parauniversitarios.

    Si Sánchez no logra agrupar junto a sus propios diputados a otros de centro y centro derecha, para unir a los eventuales de un Unidas Podemos rebajado en humos y crecido en sentido práctico (dentro de un programa claro de Gobierno, con un concierto básico en los grandes temas (económico, ambiental, industrial, defensa, laboral, social, asistencial, etc.), no le queda más remedio que convocar nuevas elecciones. Costará dinero al país, pero más nos está costando este suplicio del disentimiento prolongado. Mejorará algo el PSOE, bajarán los demás, se elevará a un clamor la abstención, pero aprenderemos todos el valor de negociar con la cabeza y no con los genitales.

  2. La irrupción del partido VOX, al que, sobre todo desde los partidos de la izquierda teórica, se ha calificado de anticonstitucional, ha significado un refuerzo potente para las agrupaciones con tendencias derechistas, que se han presentado en coalición aparente, con el objetivo de “echar a Sánchez” del Gobierno de la Nación. Ha sido un grave error, en especial para Ciudadanos, sin ventaja para la ciudadanía que quiere, por encima de todo, resultados prácticos.Esta aparición de un partido con líderes mediáticos, bien preparados dialécticamente, provocada por el desgajamiento de descontentos procedentes del Partido Popular,  ha sabido, con sus posturas extremistas y la atención despertada, llegar al ánimo de votantes radicales, firmes en temas como el aborto, devotos teóricos del catolicismo carpetovetónico (hoy ya bastante cutre, por trasnochado), atentos al mensaje de la Patria amenazada, gozosos de ver el Ejército como salvación ante la deriva secesionista, etc. Postureo mediático bien adobado de palabras con tonos catastrofistas de doble sentido, apto para interpretaciones al gusto de cada cual, recogiendo lo que le apetezca.
  3. El partido Ciudadanos, esperanza casi preconsolidada para construir o reconstruir la posición liberal (o de centro), ha perdido su entidad ideológica y su carisma neutral. Su actividad electoral y postelectoral  ha servido parea desorientar y desmoralizar a votantes (y a algunos de sus líderes).La distonía con los principios básicos del postulado liberal, ha tenido dos hitos, ajenos incluso al proyecto inicial: 1) la obstinación de Rivera y Arrimadas (como líderes más significativos, proyectados desde el catalanismo sensato a la dimensión nacional, y naufragando en el nuevo medio) en trazar líneas rojas con el Partido Socialista, ha movido a parte su electorado natural, justamente, hacia el PSOE y ha dejado con la brocha en la mano a los votantes que veían en acuerdos con ese partido la construcción de un eje de estabilidad para el país; 2) la posterior descalificación desde el “aparato de C`s” de quienes, justamente, defendían desde el propio partido el mantenimiento de la posición liberal, y que culminó con la expulsión de Manuel Valls, candidato a la alcaldía de Barcelona, y presentado en su momento como gran fichaje, (por haber favorecido el nombramiento de Ada Colau, como mal menor como alcaldesa de Barcelona), se prolonga actualmente en deserciones, tensiones internas y, en definitiva, ausencia de criterio inteligible.
  4. Por su parte, la persistencia de la manifestación de un decadente Pablo Iglesias, convertido definitivamente en un patriarca de su creación política- junto a su actual pareja, Irene María Montero, de querer entrar en el gobierno de un futurible presidente de Gobierno Pedro Sánchez, a cambio de un apoyo insuficiente, refleja únicamente que ha perdido el norte, al no valorar su verdadera fuerza.Definirse como portador de los valores de la izquierda (sean cuales sean ésos), hallándose en caída libre junto a Alberto Garzón, monitores del proyecto incomprensible de Unidas Podemos, es sarcástico. En la actualidad, juzgado por su actuación personal, Iglesias jr.  podría jactarse de ser triste coautor de la destrucción de la izquierda histórica (para muchos militantes, aún respetable) que representó no hace mucho el Partido Comunista. Contó, no se le puede negar la colaboración destructiva, con un inocuo ideólogo pero, como él,  presuntuoso (aunque sin su carisma mediático) que puso al servicio del descalabro a los fieles votantes de la izquierda irredenta.

Un petirrojo, sobre uno de los bastidores de una cuerda de tender ropa, meditando tal vez (en su cerebro de ave) qué hacer.

Los petirrojos (erithacus rubecula) son aves migratorias (en general) y, entre sus magníficas características, se encuentra el haber sido los elementos de reflexión a los astrónomos y físicos que ayudaron a descubrir la existencia del norte magnético, por el que se acabó intuyendo que se guiaban en sus migraciones, con un mecanismo interno aún sin descifrar.

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Albert Rivera, Alberto Garzón, Arrimadas, Ciudadanos, elecciones, gobierno, Partido Popular, Sánchez, Unidas Podemos

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